Spoiler:
“Está empezando a caer”
Esa fue la primera frase que le vino cuando notó un frío copito de nieve en su cabeza. Abrió los ojos y vio más copitos cayendo. Se incorporó y dobló su pierna derecha para intentar levantarse pero un dolor en su costado derecho lo detuvo. Se llevó la mano izquierda al lugar de origen de su dolor y luego la puso delante de él, ensangrentada. La volvió a la herida y sacó fuerzas para levantarse y; un poco desconcertado, observó el bosque blanco que tenía a su alrededor. Miró a su derecha y vio un rastro de arboles rotos y surcos en la nieve. Pasito a pasito, siguió ese rastro.
Llegó y lo vio. Estaba destrozado, echando un poco de humo y un poco cubierto de nieve. La dura realidad le golpeó en la cara. Esa cosa era la llave a un nuevo mundo acorde a sus ideales. Ahora esa llave destrozada le hizo ver que no es posible hacer un cambio sin en realidad ese cambio no iba cambiar nada.
Se acercó al lateral izquierdo del objeto y apartó la nieve de una de sus partes, revelándose el triángulo bocabajo con más triángulos dentro. Negro-amarillo-negro-blanco-amarillo.
“Con esto empezaremos un nuevo mundo desde cero”
“Esta arma será la llave que nos abrirá la puerta hacia el mundo que tuvo que ser desde el principio”
Levantó su cabeza y apoyándose en el objeto fue al otro lateral. Las manos pararon a la sección horizontal, inclinada 45° hacia delante, que sobresalía de aquello. Apartó la nieve que lo tapaba y se reveló esa ala de hada de color rojo que le identificaba.
-Creía… que hacía algo bueno… estaba ciego…-se decía para sus adentros.
Entonces dirigió la mirada diagonal arriba, viendo un dispositivo que humeaba del uso.
-El no tenía la culpa… dio su vida para que “él” me parara.
Agachó su cabeza, arrepentido por lo que había hecho.
-¡Por aquí! ¡Es por aquí!-gritó una voz lejana.
-¿Estás seguro, Hans?-gritó otra voz.
-¡Sí! Lo vi caer hacia allí.
Alarmado, echó mano a su pistola y apuntó en dirección a las voces. Las voces se empezaron a escuchar más de cerca.
-Creo que veo a alguien, ¡Eh! ¿Está bien?
Al escucharlo bajó su pistola y dejó caerse sobre sus rodillas, seguidamente se inclinó hacia delante y cayó sobre la mullida nieve. Varias pisadas se escucharon a su lado.
-Es un superviviente, tenemos que llevárnoslo.
-Ponedlo boca arriba.
Alguien tiró de él por la cintura y sus ojos apuntaron hacia el blanco cielo que hacia caer la nieve.
-Pongámoslo aquí.
Notó como le cogían de las axilas y de los tobillos transportándolo a una camilla.
-Bien, uno, dos y tres.
Levantaron la camilla y empezaron a caminar por el bosque. Él, delirando, vio en el cielo, a lo alto, un águila de alas azules volando tranquilamente en la dirección en la que él iba. Sonrió y murmuró.
-Gracias… amigo.
Esa fue la primera frase que le vino cuando notó un frío copito de nieve en su cabeza. Abrió los ojos y vio más copitos cayendo. Se incorporó y dobló su pierna derecha para intentar levantarse pero un dolor en su costado derecho lo detuvo. Se llevó la mano izquierda al lugar de origen de su dolor y luego la puso delante de él, ensangrentada. La volvió a la herida y sacó fuerzas para levantarse y; un poco desconcertado, observó el bosque blanco que tenía a su alrededor. Miró a su derecha y vio un rastro de arboles rotos y surcos en la nieve. Pasito a pasito, siguió ese rastro.
Llegó y lo vio. Estaba destrozado, echando un poco de humo y un poco cubierto de nieve. La dura realidad le golpeó en la cara. Esa cosa era la llave a un nuevo mundo acorde a sus ideales. Ahora esa llave destrozada le hizo ver que no es posible hacer un cambio sin en realidad ese cambio no iba cambiar nada.
Se acercó al lateral izquierdo del objeto y apartó la nieve de una de sus partes, revelándose el triángulo bocabajo con más triángulos dentro. Negro-amarillo-negro-blanco-amarillo.
“Con esto empezaremos un nuevo mundo desde cero”
“Esta arma será la llave que nos abrirá la puerta hacia el mundo que tuvo que ser desde el principio”
Levantó su cabeza y apoyándose en el objeto fue al otro lateral. Las manos pararon a la sección horizontal, inclinada 45° hacia delante, que sobresalía de aquello. Apartó la nieve que lo tapaba y se reveló esa ala de hada de color rojo que le identificaba.
-Creía… que hacía algo bueno… estaba ciego…-se decía para sus adentros.
Entonces dirigió la mirada diagonal arriba, viendo un dispositivo que humeaba del uso.
-El no tenía la culpa… dio su vida para que “él” me parara.
Agachó su cabeza, arrepentido por lo que había hecho.
-¡Por aquí! ¡Es por aquí!-gritó una voz lejana.
-¿Estás seguro, Hans?-gritó otra voz.
-¡Sí! Lo vi caer hacia allí.
Alarmado, echó mano a su pistola y apuntó en dirección a las voces. Las voces se empezaron a escuchar más de cerca.
-Creo que veo a alguien, ¡Eh! ¿Está bien?
Al escucharlo bajó su pistola y dejó caerse sobre sus rodillas, seguidamente se inclinó hacia delante y cayó sobre la mullida nieve. Varias pisadas se escucharon a su lado.
-Es un superviviente, tenemos que llevárnoslo.
-Ponedlo boca arriba.
Alguien tiró de él por la cintura y sus ojos apuntaron hacia el blanco cielo que hacia caer la nieve.
-Pongámoslo aquí.
Notó como le cogían de las axilas y de los tobillos transportándolo a una camilla.
-Bien, uno, dos y tres.
Levantaron la camilla y empezaron a caminar por el bosque. Él, delirando, vio en el cielo, a lo alto, un águila de alas azules volando tranquilamente en la dirección en la que él iba. Sonrió y murmuró.
-Gracias… amigo.