MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x18 - Parte 1/?

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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x09

Notapor Sr_Atomo » 20 Nov 2013, 18:28

Bueno, pues pongo este post para comentar cuatro cosas:

1.- Agradecer los comentarios recibidos, tanto por aquí como por el Skype. Da muchos ánimos.

2.- He revisado el capítulo 1x01 Parte 1 y cambiado algunas cosas que me había recomendado la gran Unade.

3.- Me he animado y venido arriba y comento que voy a empezar a publicar el fanfic en fanfiction.net. De todas formas, aquí irá más adelantado el fanfic.

4.- Este fin de semana publicaré el capítulo 1x10 aquí, y el día 8 de Diciembre (mi cumpleaños), pondré el capítulo 1x11, del que me siento especialmente orgulloso.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - 1º Parte

Notapor Sr_Atomo » 29 Nov 2013, 21:37

Pues bien... dobleposteo para decir que he cumplido los puntos 2 y 3 del mensaje anterior (el 1 siempre lo hago) y ahora cumpliré el punto 4.

Os traigo el capítulo 1x10. De momento solo la primera parte (lo he tenido que dividir en dos).

Muchas gracias a todos y espero que os guste el capítulo. Este capítulo es bastante importante dentro del fanfic porque se revelan algunos datos de algunos personajes, alguno de ellos cruciales.

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Y un poquito de:

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Y, sin más dilación, aquí tenéis la primera parte del capítulo 1x10:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x10

Hermano pródigo

1ª Parte


El sol estaba en lo alto del cielo, marcando el mediodía. Era, pues, la hora convenida. Biff se ajustó su sombrero de cowboy sobre su crin marrón y cogió la placa de sheriff que estaba sobre la mesa. Antes de ponérsela en el chaleco, se quedó mirando la estrella plateada, que casualmente también era el dibujo de su Cutie Mark, expuesto sobre su cuero marrón oscuro: esa pequeña figura puntiaguda representaba muchas cosas en su vida, pero ahora mismo simbolizaba la ley, y Biff se ocuparía de que, no solo los habitantes del pueblo, sino que todo forastero que llegase al lugar cumpliese el estricto orden. Pero el malvado Gurgen, un grifo venido del otro lado del Río Grande, quería saltarse la ley en ese pueblo... en su pueblo… y eso era algo que él no iba a permitir.

En breves momentos, en la calle principal, tendría lugar el duelo entre ellos dos por el dominio del lugar. Aunque Gurgen era rápido, pues así lo había demostrado en todos y cada uno de los pueblos que formaban la frontera conocida, Biff sabía que él también lo era. Estaba decidido a acabar con la carrera de fechorías de ese grifo.

Clavó el pasador de la placa en el lado izquierdo de su chaleco, sobre el corazón y cogió el cinturón con la pistolera. De la mesa también cogió el revólver, que verificó y, con un suspiro de rabia, se ajustó el cinto alrededor de su cuerpo. Entonces salió de la oficina. Era hora de enfrentarse a su destino…

Todo eso se veía desde el televisor instalado en el salón de la casa. Flashing metió rápidamente el casco en el gran cuenco lleno de palomitas saladas que portaba y, con la misma velocidad, se lo metió en la boca, todo ello sin apartar la vista de la pantalla. El sonido que hizo al hacerlo, e incluso al masticar, era excesivo. Feather, Knowledge, Shadow, Shiny y algunos ponis más mandaron callar a la unicornio. Incluso el dueño de la casa, un grisáceo poni de tierra, empezó a toser, dando a entender que a él también le molestaba el ruido.

Biff sudaba, al igual que Gurgon. Estaban frente a frente, mirándose mutuamente, bajo un sol abrasador. Los dos sabían que todo se resolvería en unos instantes, pero aquella situación no le venía en absoluto bien al sheriff, pues era por todos conocidos que los grifos soportaban mejor el calor. El sudor empezaba a acercarse peligrosamente a las cejas de Biff. Pronto alguna gota rebasaría esa defensa natural y entraría en contacto con su ojo, haciéndole quedar parcialmente ciego… pero a pesar de todo, el sheriff seguía mirando a su rival con la misma mirada impertérrita.

—¡Pero dispara ya! —Flashing gritó, impaciente.

El resto de ponis la mandaron callar, aún más fuerte que antes. El dueño de la casa miró hacia el grupo con enfado y puso su casco delante de su hocico. La potrilla unicornio agachó la cabeza, avergonzada.

Había llegado el momento. Biff desenfundó primero, pero Gurgon interpuso sus alas justo por delante suyo, a modo de escudo, por lo que el disparo del sheriff impactó en el ala izquierda del grifo, a la altura del corazón. Pero, aunque era el turno de Gurgon, éste había hecho trampas, así que Biff decidió jugar sucio también, pues ese duelo había quedado invalidado, y ahora valía cualquier cosa. Cuando el grifo retiró sus alas para disparar, el sheriff, que había mantenido su revólver a la misma altura, disparó varias veces, acertando esta vez en el hombro de su contrincante.

—¡¡Así se hace, Biff!! —Flashing estaba eufórica.

—¿Te quieres callar? —los ponis empezaron a increpar su actitud.

—¡Por última vez! —el dueño de la casa miró inquisitivamente a la potrilla unicornio—. ¡Dejadme escuchar la película!

—Lo siento, lo siento —Flashing se disculpó.

Lo había conseguido. Biff había derrotado al malvado Gurgon y había acabado con la oleada de robos que ese grifo había cometido en varios pueblos del Salvaje Oeste. Sin embargo, el grifo hizo un ademán para decir unas palabras, por lo que el sheriff se acercó.

Pero nadie atendía ya a la película. Flashing se estaba llevando otro montón de palomitas a la boca, y todo el mundo, incluyendo el dueño de la casa, miraba atentamente hacia ella. La potrilla se dio cuenta de que la observaban y frenó el movimiento del casco con las palomitas hacia su boca, de tal forma que parecía un movimiento a cámara lenta. Cuando la pequeña unicornio introdujo las palomitas, empezó a masticar despacio, pero el sonido resultó ser igual de fuerte que antes.

—Flashing, deja las palomitas —dijo Shiny, quitándole el cuenco con las palomitas y poniéndola al otro lado, lejos del alcance de la potrilla—. Lo sentimos, señor —se disculpó la pegaso con una reverencia, cosa que hicieron el resto de ponis, incluyendo Flashing, aunque ésta lo hizo con un ligero movimiento de cabeza. El dueño de la casa se dio por satisfecho y volteó la cabeza, volviendo a mirar el televisor.

Biff estaba junto a Gurgon, que tenía una de sus garras sobre la herida de su hombro. El grifo, sabiéndose derrotado, estaba cabizbajo: había comprendido que su vida de pillaje y robos había sido una pérdida de tiempo y necesitaba cambiar. Quizás podría convertirse en un ganadero, o podría abrir un saloon… o, tal vez, con suerte, lograría ser un sheriff, como lo era aquel poni que le miraba impasible.

—¡No se oye, suba el volumen! —Flashing tenía puesto un casco sobre la oreja, a modo de pantalla acústica.

—¡¡¡Se acabó!!! —el dueño de la casa se giró, totalmente irritado. Abrió la ventana del salón y, mirando al grupo de mirones que estaba fuera de la casa, gritó—. ¡¡¡Compraos una televisión, gorrones!!! —y, volviendo a cerrar la ventana, bajó la persiana, imposibilitando así toda visión de la película a los reunidos en la calle.

—¡Muchas gracias, Flashing! —Shiny miraba enfadada a la potrilla unicornio, al igual que el resto del grupo.

—¿Qué? —ésta se defendió—. Solo es una tonta película del Oeste que han echado mil veces por televisión.

—Sí, y todas las veces que lo han puesto has hecho exactamente lo mismo —esta vez fue Shadow la se quejó—. Y encima el protagonista es el gran Clean Easthooves, con lo que me gusta… como actúa, me gusta cómo actúa —intentó remediar, con poco éxito, a juzgar por las risitas que empezaron a escucharse.

El grupo comenzó a dispersarse, quejándose aún de las impertinencias de cierta potrilla. Únicamente quedaron allí las cinco amigas, completamente abatidas: solo había una televisión en todo Northwest Mines Town y ahora ya no podían terminar de ver esa película.

—Bueno, yo marcho —Shadow intentó animarse—. Tengo mucho que hacer en la herrería y quiero terminar antes de que acabe el día.

Las otras cuatro la despidieron con un movimiento desganado de sus patas. La herrero bufó de tristeza mientras se iba… resoplido que las demás imitaron.

—Decidme una cosa —empezó a decir Flashing—, ¿por qué el señor Opportunity —señaló a la ventana— tiene una televisión y nosotras no?

—¿No te acuerdas de lo nervioso que se puso cuando contaste a todos lo de tu sueño premonitorio con la llegada de Shiny? —Knowledge explicó—. Simplemente aprovechó el momento para comprar participaciones de la mina, y ahora es mucho más rico que todos los demás, que solo tenemos la cantidad base de aportaciones.

—Pero yo quería ver la película… —Flashing estaba a punto de llorar.

—¡Esperad, esperad! —Shiny interrumpió, con una sonrisa—. ¿Y si nos compramos un televisor?

—Quizás tengas tú dinero suficiente —matizó Knowledge, cabizbaja—, pero el resto no disponemos de tanta cantidad.

—Y el salario de cartero no es para tirar cohetes —añadió Feather, también con la cabeza gacha.

—Tenéis razón —Shiny también inclinó la cabeza—. Es imposible que ninguna de nosotras se compre un televisor…

De repente Knowledge miró hacia las demás, con los ojos como platos y una gran sonrisa aflorando.

—Pues si ninguna puede permitirse comprar un televisor —exclamó, radiante—, ¿por qué no juntamos nuestros ahorros y compramos un televisor para las cuatro?

—¡Eso es! —los ojos de Shiny comenzaron a brillar—. Si reunimos entre todas nuestros ahorros, seguro que nos llega para un televisor grande…

—Y que sea de tubo corto… —Flashing estaba fantaseando.

—Y con videocasette incorporado… —Feather estaba soñando.

—Y con mando a distancia… —se imaginaba Knowledge.

Las demás miraron extrañadas a la historiadora. Ellas se estaban imaginando lo último de lo último y la historiadora parecía conformarse con que tuviese algo tan obvio…

—¿Qué? —preguntó Knowledge—. ¿Acaso a vosotras os gusta tener que levantaros para cambiar de canal?

Todas empezaron a reírse. Flashing aprovechó la situación para acercarse al cuenco de palomitas y volver a comer, ofreciendo gustosamente a las demás, que también cogieron unas pocas.

* * *


Volteó el recodo y se paró para observar el paisaje. Delante suyo estaba Northwest Mines Town. Hacía demasiado que no volvía a ver ese acogedor pueblo minero. Se ajustó de nuevo las correas del carro y emprendió otra vez la marcha, tirando de aquel incómodo cacharro.

Entró a la calle principal. Allí cuatro jóvenes yeguas estaban riendo y mirando al cielo. Él también miró hacia arriba, seguro de que se reían por algo que estaban viendo. Era confortable ver que la juventud era capaz de divertirse, y más en ese pueblo tan… deprimente. Pero, por más que oteaba al cielo, no vio absolutamente nada que le indicase de qué se reían esas potrillas. Quizás era algo en esa ciudad de nubes, o quizás por detrás de una casa, o quizás... pero para descubrirlo, supo que tendría que mirar desde la misma posición que ellas.

Se acercó al pequeño grupo de yeguas y siguió mirando hacia todos lados, sin descubrir nada, por lo que siguió acercándose más y más, hasta posicionarse al lado de esas jóvenes.

Shiny, volviendo a la realidad, bajó la cabeza y se fijó en ese extraño: era un poni de tierra, de mediana edad. Su cuero era azul y su crin y cola eran de un marrón oscuro… con una longitud menor que el de un semental normal. Éste empujaba pesadamente un pequeño carrito, prácticamente de la mitad de tamaño que tenía el carro de joyas que estaba en la parte trasera de casa de la pegaso.

—Perdone —la joyero se dirigió al forastero—, ¿le puedo ayudar en algo?

—Sí, muchas gracias —el poni agradeció el gesto—. ¿Me podría indicar, por favor, dónde puedo encontrar a Shadow Hammer?

Shiny puso cara de circunstancias… ¿Quién era aquél poni y por qué buscaba a Shadow? Decidió que preguntárselo directamente sería algo muy descortés, con posibilidad de no recibir respuesta, así que concluyó que la única forma de saberlo con toda seguridad, era acompañarle hacia la herrería.

—Si quiere, puedo ir con usted —dijo la joyero—, ya que voy para allá.

—Perfecto —declaró el azulado poni. Y, dejando pasar primero a la pegaso, empezó a tirar del carro, siguiéndola.

Cuando llegaron a la herrería, el poni de tierra se quedó fuera, dubitativo. Shiny se encogió de hombros y entró.

—Shadow, ¿estás? —preguntó.

Dentro de la herrería todo estaba oscuro. La persiana se encontraba bajada, y la luz que penetraba desde la apertura de entrada apenas iluminaba una pequeña parte. La fragua estaba apagada, algo que era bastante extraño, pues se suponía que Shadow tenía mucho trabajo que hacer ese día. Pero la entrada de la herrería estaba abierta, lo que significaba que ella estaba dentro, o en los alrededores. Shiny hizo una señal al poni para que entrase y esperase. Entonces se fijó en que, al fondo, en un pequeño cuartito, había una luz encendida. Se acercó y vio a Shadow sentada frente a una pequeña mesa, mirando unas facturas y pulsando botones en una pequeña calculadora, cuyos resultados apuntaba en una pequeña libreta.

—No cuadra… —se quejó amargamente la herrero—. Necesito más tiempo… o más dinero. Maldita sea… no tendría que haber comprado aún esa nueva maquinaria.

Shiny se preocupó. Por lo visto Shadow tenía problemas monetarios. Y ella, como amiga, tenía el deber de ayudarla. Pero primero debía hablarle de ese extraño, pues seguramente fuese un posible cliente, y eso aliviaría un poco el nivel de deudas que parecía tener la herrero.

—Ejem, Ejem —la pegaso tosió para llamar la atención—. Hola Shadow. Hay alguien aquí fuera que quiere verte…

La herrero miró hacia ella, sorprendida. Había estado muy absorta haciendo cálculos y no se había dado cuenta de la llegada de la joyero. Aunque de inmediato su expresión cambió a la de una leve sonrisa.

—Hola Shiny —dijo finalmente—. Me alegro de verte, en serio —se levantó de la silla, dejando las facturas sobre la mesa y salió del pequeño cuartito—. Veamos de quién se trata…

Se acercó junto a Shiny a la entrada de la herrería, donde aún seguía el poni esperando. La diferencia de luminosidad entre la calle y el interior del edificio era inmensa, por lo que Shadow optó por aproximarse primero al tirador de la persiana y lo jaló con la boca, haciendo que la luz penetrase en la sala principal.

Con el tirador de la ventana aún en su boca, la herrero miró hacia la entrada y vio al extraño semental. Entrecerró los ojos para fijarse mejor y, al instante, los desplegó completamente. Su boca quedó entreabierta por la sorpresa, dejando caer el tirador, que rebotó contra la pared con un golpe seco. Sus orejas bajaron durante un momento, para erguirse hacia arriba al siguiente instante. Y su cara poco a poco adoptó una expresión de enfado, o, mejor dicho, de odio.

—¿¡QUÉ HACES TÚ AQUÍ!? —Shadow gritó, mirando inquisitivamente al invitado, que estaba empezando a recular—. ¡¡¡VETE DE AQUÍ ANTES DE QUE TE ECHE A PATADAS!!!

Shiny no podía creérselo. ¿Quién sería ese poni y qué habría hecho para que su amiga Shadow se pusiese hecho una furia? Confundida, miró hacia la herrero, que a su vez fijó la mirada en ella.

—Shiny —dijo Shadow—, la próxima vez que alguien de fuera pregunte por mí, infórmame antes. Lo último que deseo es encontrarme con ponis indeseables… —volvió a mirar al poni de tierra, que aún seguía delante de la herrería, con la cabeza gacha—. ¿QUÉ PASA, AHORA ESTÁS SORDO? ¡HE DICHO QUE FUERA DE AQUÍ!

El azulado semental, totalmente derrotado, giró poco a poco el carro y empezó a alejarse del lugar, dirigiéndose hacia la salida del pueblo. Shiny no sabía qué hacer, así que troteteó en el sitio: por un lado su amiga estaba furiosa y ella sentía la necesidad de calmarla, además también estaba el asunto de las deudas… pero, por otro lado, el extraño poni estaba a punto de alejarse, y ella deseaba con todas sus fuerzas saber el motivo de la reacción de la que había sido testigo. Y, si además podía arreglar ese asunto, mejor que mejor.

La elección a su vacilación la tomó finalmente Shadow, pues ésta entró otra vez al cuartito del fondo para seguir con sus tareas, mientras mascullaba incongruencias. Así que Shiny salió fuera para acompañar al poni: de ninguna manera iba a dejar que se marchase del pueblo… al menos sin que ella supiese lo que pasaba.

—No te preocupes —empezó a decir la pegaso—, últimamente Shadow ha estado muy liada. y eso pone de los nervios a cualquiera... —exclamó con una tonta sonrisa.

—No, la culpa es mía —respondió apesadumbrado el semental, mientras seguía arrastrando lentamente el carro—. Tenía que haber hecho las cosas de otra forma. De hecho, no tendría que haberme ido jamás.

—¿Ido? —preguntó Shiny, extrañada—. ¿Vivías aquí?

—Sí, hace años —el azulado poni paró y miró a Shiny con un gesto de tristeza—, con mi padre… y con Shadow Hammer, mi hermana.

* * *


—No, Wise, no… —desde el umbral de la puerta de su casa, Muffled Yell, totalmente seria, observaba la figurilla que le acababa de regalar el aludido—. Por mucho que te empeñes en que te diga la historia de esta pieza no voy a ceder. Confórmate con saber que, efectivamente, es una escultura hecha a mi imagen, de cuando yo era más joven.

—Pero… pero… —Wise no sabía qué decir. Si no seguía presionando a la jefa de mineros, nunca sabría la verdad, pues nadie había querido contar nada sobre ese tema (hablar directamente con ella había sido la última opción); pero si la presionaba demasiado, todo se iría al traste.

—Y ahora, si no te importa —Muffled salió a la calle, cerrando la puerta detrás de ella—, tengo que comprar cosas en la tienda de Magic y después debo ocuparme de unos asuntos en el interior de la mina.

Quizás fuesen las patas de Wise actuando por su cuenta, o quizás el deseo de estar con la jefa de mineros… pero de repente él se descubrió acompañándola a través del pueblo.

—Por mucho que me acompañes —dijo de repente Muffled, terminando de sacarle de su ensimismamiento—, no voy a revelarte nada.

Wise agachó la cabeza, avergonzado de sí mismo. Ya había obtenido el perdón de Muffled y volvían a ser amigos, pero ahora se estaba comportando como un verdadero estúpido. “Lo mejor que puedo hacer es retirarme antes de empeorar las cosas”, pensó.

—Espera —expresó la yegua, parándose en seco—. ¿Es ese quien creo que es?

Un poco más allá, Shiny estaba acompañando a un poni de tierra azulado, que empujaba un carrito. Muffled entornó los ojos, mirando fijamente hacia ese semental.

—¡No puedo creérlo! —exclamó sorprendida—. ¡Es él!

Muffled intentó desesperadamente buscar un sitio donde esconderse. Desgraciadamente todos los accesos a bocacalles, callejuelas, espacios entre casas u objetos voluminosos estaban bloqueados por cajas de madera cuyo contenido eran pastillas de jabón, según ponía en los dibujos del frontal. Esta situación era lo último que ella necesitaba, pues todo el mundo sabía que si alguien rondaba una caja que contenía jabón, era para subirse encima, y algo así solo tenía lugar para pedir la atención de los presentes.

—En mala hora se me ocurrió proponer el limpiar las casas para la re-inauguración de la ciudad de nubes —se lamentó la jefa de mineros.

Ahora Shiny y su acompañante estaban mucho más cerca, así que Muffled solo vio una opción: esconderse detrás de Wise e irse moviendo por el lateral de éste, para mantenerse oculta en todo momento de la vista del azulado poni.

—Hola Muffled. Hola Wise —saludó Shiny desde la distancia.

“Maldita sea”, pensó Muffled, sabiéndose descubierta antes incluso de intentar esconderse.

—Hola Shiny… y acompañante —dijo Wise.

—Buenos días, Shiny… —Muffled tragó saliva—. Hola… Plush.

“Así que el hermano de Shadow se llama Plush”, pensó Shiny mientras le miraba.

“Hmm...”, dijo para sí mismo Wise, “Así que su nombre es Plush... Interesante”.

—Cuánto tiempo, Muffled… —respondió el azulado poni de tierra—, y hola, acompañante de Muffled.

—¡No es mi acompañante! —exclamó Muffled, visiblemente nerviosa—. ¡Es…! ¡Es…! ¡Es mi novio! —agarró a Wise por detrás de la nuca, rodeándole con las dos patas y, atrayéndole hacia sí, le besó en la boca.

El único que no pareció sorprendido de la situación fue Plush. Shiny dejó caer su mandíbula y abrió los ojos como platos. Wise, sin embargo, se relajó y empezó a deslizar suavemente su pata por detrás de la cabeza de Muffled y la acompañó en el beso. Los latidos de su corazón bajaron de intensidad, hasta llegar a acompasar el tintineo del amor y del deseo que recorre el universo.

—Veo que, efectivamente, sí que sois novios —dijo Plush, sonriendo—. Me alegro mucho por ti. Y ahora, si me disculpáis, tengo que ir al hotel.

Sin mediar más palabra, Plush siguió su camino, seguida de Shiny, que volteaba la cabeza, sin creerse aún lo que acababa de ver. Muffled, mientras miraba aún al azulado poni, puso las dos patas delanteras entre ella y Wise y las estiró con todas sus fuerzas, cortando de ese modo el beso.

—Como se te ocurra decirle a alguien algo de esto, te mato —espetó, mirando, con ojos entrecerrados, a Wise.

—Creo que tienes mucho que contarme entonces —éste sonrió—. Y con todo lujo de detalles… Pero mejor empieza desde el principio... Tengo mucho tiempo.

Muffled suspiró. Ese maldito poni de tierra llamado Wise se estaba regodeando con la situación… y todo había sido culpa de ese otro poni de tierra llamado Plush Padding.

* * *


—Si sigue por aquí, esa casa del fondo es el hotel —Shiny le dio las debidas indicaciones a su acompañante—. Yo tengo que quedarme aquí —señaló al otro lado de la calle, donde aún estaban sus amigas, quienes seguían fantaseando con el asunto de la televisión—, tenemos que hacer muchas cosas.

—Ha sido un placer conocerte —dijo Plush—. He visto que tú y Shadow os conocéis muy bien… Me gusta que mi hermana tenga amigas tan buenas como tú.

Plush se dirigió hacia el hotel empujando el carrito. Shiny se le quedó mirando durante unos instantes, apenada. Tenía que arreglar esa tensa situación entre él y Shadow, además de los problemas monetarios de esta última.

—Chicas —dijo, acercándose a las demás—, tenemos trabajo que hacer… todo lo demás es secundario.

Y empezó a contar todo lo que había acontecido momentos antes, incluyendo el beso entre Muffled y Wise.

* * *


Wise estaba boquiabierto. Lo que le acababa de contar Muffled era una historia verdaderamente triste… tanto que era normal que no la quisiera revelar.

—Resumiendo —Muffled siguió contando—, Plush, el hermano mayor de Shadow, es mi antiguo novio. De hecho estuvimos prometidos, y encargamos las figurillas en Ponyville como prueba de amor. Entonces, un día, simplemente desapareció. Su padre le había dado un ultimátum: o se encargaba de la herrería, siguiendo la tradición familiar, o se marchaba. Y Plush decidió marcharse… hasta hoy.

—Es una historia muy aciaga —comentó Wise, para intentar animar a Muffled—, pero pertenece al pasado. Debes olvidarle para siempre y empezar de cero.

—Eso creía haber hecho —la jefa de mineros agachó la cabeza— pero, al verle de nuevo, volvieron los recuerdos… y me asusté… Nunca volveré a ser tan feliz como en esa época…

—“Nunca digas nunca” —el semental entonó una de sus famosas frases—. Quién sabe si el futuro te depara una época aún más feliz.

—O una época aún peor —contestó Muffled, totalmente afligida.

—Sea como sea, la afrontaremos juntos —Wise sonrió—. Tú y yo hacemos una pareja imparable.

Entonces el semental la rodeó con una de sus patas y la besó en la testuz. Al separarse, Wise observó una leve sonrisa en la boca de la jefa de mineros.

—Espero que lo que acabas de decir signifique “pareja de amigos” —añadió Muffled—, o tendré que matarte…

Y los dos rieron, mientras caminaban despacio a la tienda de Magic.

* * *


Shiny iba galopando hacia la herrería, seguida muy de cerca por las demás. Acababan de reunir, entre todas, todo el dinero del que disponían para ayudar a Shadow en el pago de la nueva maquinaria. Cuando llegaron, fueron directamente hacia el cuartito que había al fondo. Allí, la herrero seguía elucubrando, calculadora en casco, sobre qué hacer para saldar sus deudas.

—¿Cuánto necesitas? —preguntó Shiny, al tiempo que ponía un pequeño saquito encima de la mesa. El sonido metálico que hizo el contenido del fardo hizo que Shadow saliese del ensimismamiento.

—¿Qué estás… ? —la herrero miró hacia la dorada pegaso, y observó que también estaban Flashing, Knowledge y Feather, cada una portando un pequeño saco— ¿Qué estáis haciendo?

—Sabemos del problema que tienes con el pago de la maquinaria —dijo Knowledge, dejando el fardo encima de la mesa, al lado del de Shiny—, y queremos ayudarte.

—¿De verdad me estáis ofreciendo dinero? —Shadow no podía creérselo—. Esto es… Esto es… Sois las mejores —susurró, aliviada—. No sé qué haría sin vosotras.

—Por lo pronto, ahogarte en deudas —matizó Flashing en voz baja.

—Dinos cuánto necesitas y bueno… —Feather añadió—, ya nos lo devolverás cuando puedas…

—Veréis —la herrero se quedó absorta de nuevo durante un instante—, el caso es que pedí un crédito para comprar la maquinaria y —les enseñó una carta que había en una esquina de la mesa— resulta que me lo han denegado… Además, últimamente no hay pedidos importantes, por lo que apenas vendo material.

—No te preocupes —cortó Shiny—. Dinos a cuánto asciende la deuda y te prestaremos el dinero gustosamente.

Shadow empezó a rebuscar entre los papeles y sacó una factura, que mostró a las demás. Éstas abrieron los ojos como platos.

—¡Hala, cuántos ceros! —exclamó Flashing.

—No creo que haya tanto dinero en Nortwest Mines Town para pagar todo eso —expresó Shiny.

—Ya, lo sé —Shadow se lamentó—. Pero os agradezco el gesto, de verdad… —se quedó pensando durante un momento, hasta que la expresión de su cara cambió completamente. Había tenido una idea—. ¿Y si me prestáis para un mes? Quizás cambie el panorama para entonces y tenga suficiente dinero para seguir pagando y devolveros el préstamo…

Todas asintieron. Parecía un buen plan, así que la herrero hizo el cálculo para el siguiente pago y recibió el dinero convenido. Contentas, todas salieron de la herrería. Todas excepto Shadow, que volvió a su quehacer de revisar los papeles y usar la calculadora.

—Bueno, ¿qué os parece si compramos la televisión con lo que nos queda? —sugirió Shiny, una vez en la calle.

—Habrá que descontar para la comida y más… así como imprevistos —respondió Knowledge.

—Por supuesto, por supuesto —contestó la dorada pegaso.

—Tengo un catálogo de ofertas en casa, y creo que tiene un apartado de televisiones —dijo Feather, con una sonrisa—. Es exclusivo para carteros, pero supongo que no habrá problemas.

Entonces se pararon, juntaron las patas y, a la cuenta de tres, las alzaron a la vez mientras gritaron “¡Televisión para todas!”.

* * *


Gentle salió de casa, tarareando una canción. Se sentía radiante ese día: la meditación había sido perfecta, el tiempo acompañaba (de hecho, el tiempo siempre era igual de agradable en ese pueblo) y, sobre todo, algo en su interior le decía que ese día iba a ser importante para ella.

Miró hacia los lados y descubrió a Muffled y a Wise, que estaban entrando en la tienda de Magic. También vio a Shiny, a Flashing, a Knowledge y a Feather que estaban entrando en la herrería de Shadow. Pero, cuando miró hacia las afueras del pueblo, advirtió que, junto al hotel, había un pequeño carro viejo. Ese carromato le resultaba conocido, así que se dirigió hacia allá.

Cuando llegó, echó un rápido vistazo al carrito y sonrió. Efectivamente lo conocía perfectamente, y también al dueño. Indudablemente, ese día iba a ser maravilloso.

Cuando iba a entrar al hotel de Disarming, un azulado poni de tierra salió por la puerta. Gentle se paró, mirándole con gesto serio. El semental le devolvió el mismo tipo de mirada, quedando los dos así durante unos segundos. Después rieron y se dieron un efusivo abrazo.

—Plush Padding —exclamó Gentle—. Siempre albergué la esperanza de volver a verte.

—Gracias, Gentle —Plush se apartó ligeramente y, sujetando a la unicornio con los dos cascos, uno a cada lado del cuerpo, la miró de arriba hacia abajo—. Fíjate, no has cambiado absolutamente nada en todos estos años.

—¿Qué tal te va? —preguntó Gentle.

—Muy bien… Hasta que he llegado aquí —Plush se entristeció, pero volvió a escrutar a la unicornio de dos colores, con una sonrisa—. Pero si parece que fue ayer cuando nos echabas la bronca a Shadow y a mí por jugar delante de tu casa… ¿Aún sigues meditando para recuperar tus poderes?

—Siempre medito, lo sabes de sobra —contestó Gentle. Y, haciendo un gesto de espera, se acercó a la puerta del hotel y gritó—. ¡Disarming, aquí tienes un carro para recoger! —seguidamente se volvió otra vez hacia Plush y continuó—. Tienes que contármelo todo… Venga, te invito a tomar algo en el restaurante…

—¿Podrías poner el carro tú misma detrás del hotel, seas quién seas? —en ese momento Disarming salió del hotel, haciendo “La expresión”. Entonces su mirada se fijó en Gentle, quien a su vez le estaba observando fijamente, con gesto inexpresivo. Poco a poco, Disarming reculó y se volvió a meter dentro, mientras su rostro cambiaba, con la misma velocidad, a una expresión de disculpa—. Lo… lo siento… Perdóname la vida, Gentle… No sabía que eras tú… Ahora recojo el carro, con la boca si hace falta… —balbuceó, desapareciendo a continuación al interior del hotel.

—Veo que tampoco ha cambiado una pizca el respeto que infundes —confesó Plush, riendo.

—No, es Disarming, que es estúpido —aclaró Gentle—. ¿Te crees que es miembro del Consejo del Pueblo?

—Pues no lo sabía… —respondió el azulado semental—. Tienes mucho que contarme, por lo que veo.

—Pues te lo informaré en el restaurante… —contestó Gentle, señalando hacia el comercio.

Y caminaron juntos, hablando por el camino.

* * *


—¿Nos llega para el televisor más grande y moderno? —preguntó Flashing, intentando ojear el catálogo.

Feather volvía al salón portando una bandeja con tazas de café y unos muffins. Dejó el recipiente sobre la mesita de té y se sentó junto a las demás.

El catálogo lo tenía Shiny, aunque Knowledge pretendía interferir, intentando pasar las páginas hasta encontrar la sección de electrónica, ya que la pegaso estaba embobada mirando el apartado de uniformes de carteros.

—Fijaos, si hasta tienen corbatas… —exclamó la joyero—. ¡Hala! Y pasadores de crines. Todo es realmente precioso y no parece caro…

—Ya, ya… —se quejó la historiadora, incapaz de avanzar más páginas por culpa de los cascos de la dorada yegua alada—, pero nos interesa mirar primero el televisor. Si eso, luego te deleitas con lo que tú quieras.

—Dejadme el catálogo, sé dónde está todo —Feather estiró el casco, esperando recibir la revista. Shiny se lo pasó y la pegaso-cartero empezó a buscar por una parte específica del catálogo—. Bien, aquí están las televisiones —dijo cuando encontró la página buscada.

Todas se pusieron a su alrededor, observando con excitación. Había una amplia gama de televisores, cada uno más deslumbrante que el anterior. Desgraciadamente los mejores aparatos se salían del presupuesto. Pero los dos más baratos sí parecían asequibles para el dinero del que disponían.

—Esperad —expresó de repente Feather—. También hay que comprar una antena y un decodificador. Habrá que mirar cuánto cuestan…

La pegaso-cartero pasó la página y todas dejaron escapar un lamento. El precio de los dos accesorios era prohibitivo para ellas. Echaron cuentas y descubrieron que solo había una opción: comprar el televisor más barato, así como la peor antena y el decodificador más económico.

—Bueno, al menos sí que nos llega para el envío ultra-rápido contra-reembolso —comentó Feather—. Si nos damos prisa en rellenar la solicitud, a última hora tendremos televisor nuevo.

Así lo acordaron, y entre todas pusieron el dinero necesario para la compra.

—Y ahora déjame el catálogo —dijo Shiny, cogiendo un muffin—, quiero ver si aún tengo suficiente para comprarme un pasador de crin… he visto antes unos que me han encantado.

* * *


Gentle comía despacio, en un intento de degustar su plato. Plush, sin embargo, había dado buena cuenta de su comida hace rato, y estaba contando su vida, siendo totalmente atendido por la unicornio.

—Y bueno, eso es más o menos todo lo que te puedo comentar sobre mi vida —acabó diciendo el semental, riéndose—.Cambiando de tema: debo decirte que me alegra de que este pueblo esté volviendo a funcionar.

—Sí, se lo debemos todo a Shiny —indicó la unicornio de dos colores—, que es la pegaso que te acompañó antes —entonces la yegua se recostó sobre la silla, en un intento de dar facilidades a su estómago para digerir la comida—, aunque en realidad todo el pueblo está aportando su granito de arena… Nortwest Mines Town está evolucionando. Incluso yo lo estoy haciendo…

—Eso está genial —Plush sonrió—. Incluso las relaciones están volviendo a surgir… Antes he visto a Muffled, con a su nueva pareja. Me alegra saber que ha rehecho su vida… y más después de la forma en que la abandoné… A ella y a todos —entonces el azulado poni se entristeció—. Pero bien sabes tú que me vi obligado a marcharme.

—Lo sé —Gentle se tapó la boca para ahogar un eructo—, recuerda que fui yo la que te aconsejó dejar el pueblo por la noche, sin despedirte. Estabas atrapado en una espiral destructiva y esa era la única opción, para mí, medianamente decente de romper los barrotes de esa prisión… Y no me arrepiento de habértelo recomendado… Espera, ¿has dicho que Muffled tiene una nueva pareja? —la unicornio se incorporó, extrañada.

—Sí, un poni de tierra marrón —respondió Plush—. Creo que se llamaba Wise.

Gentle se volvió a recostar, con los ojos entrecerrados.

—Así que Wise tiene novia… —exclamó la yegua entre dientes. A continuación se quedó pensativa durante unos instantes y sonrió—. Me alegra saber que ese tontorrón ha cambiado al fin de objetivo.

—¿De objetivo? —preguntó el semental.

—Desde que vino de Canterlot, Wise siempre ha estado enamorado de mí —respondió Gentle, con un tono bastante neutro—, pero no le he dado bola a sus expectativas… Digamos que estoy en una época de mi vida en que lo último que necesito es tener pareja. Bastante tengo con “soportar” a tu hermana y a las demás.

—Mi hermana… —Plush se entristeció—. No sé cómo decirle que me vi obligado a marcharme. Ni siquiera deja que me acerque a ella para hablar.

—Quizás te pueda ayudar Shiny —contestó la yegua, que cambió de posición, intentando relajarse y asentar el estómago—. Si le cuentas a ella la situación, es probable que interceda y pueda darte la oportunidad —Gentle ahogó otro eructo— de arreglar las cosas… Y ahora, si me disculpas, tengo que ir al servicio… Cada vez tolero menos esta comida.

—Pues a mí me ha gustado —Plush se extrañó—. Parecía de gran calidad.

—Digamos que no es la comida —Gentle estaba levantándose con urgencia—, sino mi estómago…

Y entró en el servicio con gran rapidez. A pesar de cerrar completamente la puerta, se oyeron desde fuera el sonido de las arcadas. Definitivamente esa comida no le sentaba nada bien a la unicornio de dos colores.

* * *


Wise vió cómo Muffled entraba a la mina. Todavía saboreaba, en su interior, ese beso que le había propinado esa yegua momentos antes. Había sido algo embriagador. De hecho, su corazón todavía estaba a cien. Deseaba repetir esa acción, pero la próxima vez, se dijo, que fuese por amor, no por una mentira.

Dándose la vuelta, suspiró. Fue un suspiro mezcla de amor y de anhelo. Tenía que encontrar a ese tal Plush para convencerle de que estuviese más tiempo en la ciudad, y, por supuesto, acompañar todo el rato a Muffled. Quizás hubiesen más besos, y quizás, con suerte, incluso llegasen los arrumacos.

Pasó por delante de la herrería y se paró, extrañado por el silencio. Miró hacia el edificio y observó que éste tenía la entrada abierta. Entonces torció ligeramente el gesto: era muy raro que Shadow no estuviese haciendo excedentes de picos y palas, y más en esa época, en el que la mina volvía a ser tan prolífica como antaño.

Decidió entrar despacio, sin hacer ruido. Aunque esa poni de tierra le daba miedo, con tantos músculos y esa forma de ser tan extraña, Wise preguntó en voz alta a Shadow dónde estaba.

—Hola Wise —respondió ésta desde un cuartito al fondo de la herrería—. Ahora salgo —apenas terminó de decir estas palabras, la yegua se levantó y salió a la estancia principal de la herrería—. ¿Deseas algo? —preguntó al situarse justo delante de él, mirándole fijamente.

—Quería saber si estás bien —fue la respuesta de éste—, porque tienes toda la maquinaria apagada. Pero veo que estás metida con un asunto más importante… y creo que ese asunto tiene que ver con tu hermano.

—Ese imbécil no tiene nada que ver en esto, para tu información —los ojos de la herrero, que seguían mirando al semental, se entrecerraron—, aunque ojalá así fuese… me daría el gusto de hacer desaparecer el problema echándole yo misma del pueblo.

—Veo que no te llevas bien con él —dijo Wise más para sí que para ella—. ¿Entonces qué problema tienes? Quizás yo, o alguien que yo conozca, pueda ayudarte…

Shadow empezó a sonreír, a la vez que sus ojos volvían a abrirse a una longitud normal. Si pedía ayuda monetaria al Consejo del Pueblo, quizás le diesen suficiente dinero como para poder estar más desahogada durante más tiempo, y así gestionar mejor el pago de la maquinaria y los pagos de devoluciones, tanto a sus amigas como al Consejo.

—Verás… —empezó a explicar la herrero—, tengo un “ligero” problema con el pago de la nueva maquinaria. Al final, contra todo pronóstico, no me han concedido el crédito, y ahora estoy con el agua al cuello. Shiny, Feather, Knowledge y Flashing me han prestado dinero para salvar este mes, pero estoy segura de que no van a llegar nuevos pedidos a la mina, por lo que el problema no solo persistirá, sino que se agravará.

—Comprendo… —Wise se quedó pensativo.

—Y la única solución que me queda es pedir un crédito al Consejo del Pueblo, uno lo suficientemente largo en el tiempo como para que vuelvan las vacas gordas y quitarme este marrón lo mejor y antes posible —la yegua volvió a sonreir, sabiendo que si convencía a Wise, tendría ganada la mitad de los votos.

—Haré lo que pueda —respondió el poni—, aunque no te aseguro nada… ¿Por qué no haces de tripas corazón y se lo pides a tu hermano? Quizás la sangre sea aún muy espesa entre vosotros dos…

—NI-SE-TE-OCURRA-NOMBRARLE —Shadow medio gritó entre dientes, aunque inmediatamente se calmó, sabiendo que no debía ponerse en contra de Wise en esos momentos—. A “ese” no quiero ni darle los buenos días… Me fastidia saber que él y yo tengamos la misma sangre…

—Entonces voy a convocar una reunión urgente del Consejo para tratar tu tema —dijo Wise—. Esta tarde tendrás tu respuesta.

* * *


Delante del hotel de Disarming, Gentle y Plush estaban despidiéndose. Afortunadamente el carrito de Plush ya no estaba en el mismo sitio donde éste lo había dejado. Seguramente Disarming había metido la carreta por la entrada trasera… o, mejor dicho, seguramente el hotelero había convencido a alguien para que metiese el carromatito por la entrada trasera.

—¡Ah! Antes de irme… —comentó Gentle, poniendo una expresión mezcla de asombro y de alegría—, querría pedirte un favor.

—Por supuesto, Gentle —Plush sonrió.

—No sé si conoces a la nueva aprendiz de la Princesa Celestia —explicó la unicornio de dos colores, cambiando su semblante a uno serio—. Una unicornio color lavanda, con la crin…

—Sí, la he visto en fotografías —cortó el semental.

—Querría que me hicieses un peluche con su forma… —Gentle bajó la mirada—. Es para Halloween…

—No me digas que aún te sigues disfrazando de… —Plush se rió.

—Sí, siempre uso el mismo disfraz… —zanjó Gentle, volviendo a mirar a los ojos del azulado poni de tierra—. Y necesito que sea un secreto —volteó la cabeza, observando hacia todos lados—. Quiero sorprender este año con una variante nueva... El año pasado añadí unos zancos al conjunto, pero el peluche de Twilight sería perfecto… Pero eso sí, pon un velcro por los lados.

Plush visualizó el disfraz entero de Gentle, con el añadido del peluche y los zancos, y sonrió de oreja a oreja: este año el disfraz de la unicornio iba a ser perfecta, completamente indistinguible del personaje original.

—Hecho —el semental asintió con la cabeza, con la gran sonrisa aún presente—. Mañana por la tarde lo tendré terminado… Voy a dedicar todo el tiempo libre en confeccionarte esa Twilight de peluche.

—No sabes cuánto te lo agradezco —la unicornio de dos colores sonrió, con un gesto en parte de alivio y en parte de vanidad victoriosa.

Plush se despidió y entró en el hotel. Gentle suspiró, se dio la vuelta y se dirigió hacia su casa. Sin embargo, a medio camino vio cómo sus amigas, excepto Shadow, salían sonrientes de casa de Feather… Sin duda algo estaban tramando, por lo que decidió acercarse para cerciorarse de que ellas tuviesen todo debidamente controlado.

—Te-le-vi-sor, te-le-vi-sor… —balbuceó Flashing con un tono constante, poniéndose a dos patas y moviendo las delanteras como si fuese un robot—. Vamos a tener un televisor —las demás empezaron a reír.

—Hola chicas —Gentle saludó—. ¿Qué es lo que ha pasado para que estéis tan radiantes?

—¡Gentle, Gentle! —Flashing correteó hacia ella y, extasiada, empezó a explicar—. Las cuatro vamos a comprar un televisor. ¡Va a ser genial!

—¿Las cuatro? ¿Un televisor? —preguntó la unicornio de dos colores, extrañada—. Cuatro yeguas y un televisor… —murmuró para sí misma—. ¿Estáis seguras de que es buena idea?

—¿Por qué no va a ser buena idea tener un televisor? —preguntó Shiny.

—Esperad un momento —informó Gentle—. Feather, ¿tienes papel y pluma? Necesito escribir urgentemente una carta.

—Por supuesto —la pegaso-cartero entregó a su amiga el material exigido.

Ésta escribió rápidamente una carta, lo metió en el sobre y se lo entregó a Feather. Seguidamente sacó un pequeño saquito lleno de monedas del zurrón y también se lo dio.

—Es MUY urgente —expresó la unicornio de dos colores—. Espero recibir respuesta esta noche o mañana…

>>Con respecto a lo de por qué no es buena idea, digamos que lo es porque… es UN televisor para CUATRO yeguas —explicó Gentle—. ¿Cómo vais a hacer los turnos? ¿O se pondrá en una casa y las demás iréis de visita? ¿O lo colocaréis en mitad del pueblo?

—Eso va a ser un problema —reconoció Knowledge.

—Pero ya es tarde para echarse atrás —añadió Feather—: la carta ya está en el zurrón —se señaló los cuartos traseros, donde descansaba la alforja de correos— y, una vez está enviado, abrir cartas ajenas es un delito. Y dicho esto, marcho a Ponyville a entregar el pedido. Y esperaré allí a recibir el paquete… Nos vemos a última hora de la tarde… —entonces miró a la unicornio de dos colores—. Gentle, también entregaré tu carta —y, dicho esto, la pegaso-cartero emprendió el vuelo y marchó rauda en dirección a la encrucijada de caminos.

—Bueno, ¿y qué televisor habéis comprado, si puede saberse? —preguntó la unicornio de dos colores.

—Ese es un pequeño problema… —reconoció Shiny—. Como tuvimos que prestar dinero a Shadow, no nos ha llegado más que para el televisor más barato.

—¿Prestar dinero a Shadow? —Gentle se extrañó— ¿Tiene problemas?

—Sí —Shiny bajó la mirada. Quizás había hablado más de la cuenta, pero ya era tarde retractarse—. El banco le ha denegado el crédito y no puede pagar la nueva maquinaria…

—Comprendo… —la yegua del cuerno roto parpadeó lentamente—. Bien, espero que no haya problemas con la televisión. Recordad que yo tengo que meditar, y no me gusta que me molesten mientras lo hago.

—¡Gentle! ¡Gentle! —Magic Sales se acercaba trotando—. ¡Reunión urgente del Consejo! ¡Vamos!

—Os dejo, chicas —se despidió la unicornio de dos colores—. Recordad: tened cuidado con este asunto.

Y, junto a Magic, salió caminando a la casa del Consejo de Northwest Mines Town.

* * *


—Bien, ya estamos todos —dijo Magic al entrar a la casa, seguida de cerca por Gentle.

—De acuerdo —afirmó Wise, que era el único que no estaba sentado—. He convocado esta asamblea extraordinaria por el siguiente punto: Shadow Hammer nos pide un crédito.

—Imposible —zanjó Muffled—. La restauración de la ciudad de nubes, el pedido de la estatua de la plaza y la construcción de nuevas casas, así como el mantenimiento de las ya existentes, nos han dejado sin dinero disponible para un crédito, por pequeño que sea.

—Entonces no tenemos más opción que denegar su petición —se lamentó Wise.

—Pues si no puede ser por las buenas… —señaló Gentle—, tendrá que ser por las malas. Tengo una propuesta para solucionar este asunto…

Entonces todos se acercaron a oír lo que la unicornio iba a plantear.

CONTINUARÁ...


Espero que os haya gustado. Mañana pondré la segunda parte.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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Notapor Sr_Atomo » 30 Nov 2013, 14:52

Y segunda y última parte del capítulo 1x10, tal como prometí ayer.

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Y un poquito de:

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Y ahora el capítulo:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x10

Hermano pródigo


2ª Parte


Shadow estaba cerrando la herrería, apesadumbrada. Si no le concedían el crédito, era posible que el establecimiento no volviese a funcionar hasta vender todos los excedentes. Caminó lentamente hacia su casa, que estaba al lado, pero un grito la hizo girarse.

—¡Shadow! —era Muffled usando su grito a distancia—. ¡Shadow, espera!

Todos los miembros del Consejo, excepto Gentle, que se dirigía hacia su casa, se acercaron, con una sonrisa en la boca, hacia la herrero. Shadow comenzó a sonreír también: seguramente la respuesta a la petición de crédito sería afirmativa.

—Shadow —empezó a decir Wise—, tenemos buenas y malas noticias…

—Las malas noticias primero —exigió Shadow, haciendo desaparecer la sonrisa de su boca.

—De acuerdo —Magic también se puso seria—. No podemos concederte el crédito.

—“Pero la buena noticia”… —Look Talker miraba a todos lados, explicándose.

—Es que Gentle te va a acreditar —cortó Disarming.

Todos los demás miembros del Consejo miraron inquisitivamente al hotelero.

—¿Qué? —éste se defendió—. Look iba a tardar mucho en contarlo…

—Pero hay una condición —Muffled dejó de escrutar a Disarming para mirar de manera maternal a Shadow.

—La condición —siguió diciendo Wise— es que tienes que cenar mañana con tu hermano y dejar que él se explique.

Shadow abrió completamente los ojos y estaba empezando a enfurecerse. Gentle le había puesto en una encerrona… si quería recibir el crédito, tendría que escuchar al indeseable de su hermano, algo que no le gustaba en absoluto pero, si se negaba, no obtendría el crédito que necesitaba con tanta urgencia.

—Accede a la petición —dijo Disarming—, por fav… —mientras hablaba, empezó a poner “La expresión”.

Shadow plantó su casco en mitad de la cara del hotelero, aplastándole levemente el hocico mientras le miraba con unos ojos llameantes.

—Ni se te ocurra hacer eso conmigo —comentó la herrero entre dientes—, si quieres conservar entera esa dentadura —entonces miró al resto y añadió—. De acuerdo. Decidle a Gentle que cenaré con… “ese”.

Todos los miembros del Consejo sonrieron. Shadow haría lo correcto.

* * *


Feather volaba lo más rápidamente posible de vuelta a Northwest Mines Town. Entre sus patas delanteras sujetaba una caja no muy grande. Tenía metidos sus cascos en unos agujeros específicos para ponis que había en los lados del contenedor. Por una parte, la pegaso-cartero estaba ilusionada por tener al fin ese codiciado objeto pero, por otro lado, estaba bastante decepcionada por el tamaño que debía tener el televisor, ya que, con suerte, sería de apenas catorce pulgadas. Desgraciadamente nadie se fijó en ese detalle cuando miraron el catálogo. Aunque, mirando el lado bueno, al menos tenían un televisor.

Pasó la encrucijada como una exhalación y torció bruscamente hacia la salida del pueblo minero. Notó cómo el aparato se movió dentro de la caja, pegando hacia uno de los laterales y desequilibrando el conjunto, así que agarró el cartón tan fuerte como pudo y apretó a la vez el contenido con sus cascos y lo estabilizó como pudo. Pensó que quizás debería aflojar la velocidad, pero estaba ya muy cerca de la llegada.

Cuando arribó en Northwest Mines Town, ya de noche, sus amigas estaban esperando ansiosamente su llegada. Sus alegres caras cambiaron al ver el tamaño del paquete que portaba la pegaso-cartero.

—¿”Esto” es el televisor? —preguntó Flashing, señalando el paquete.

—Sí, así es —respondió Feather—. La verdad es que parecía más grande en el catálogo.

—“Es” más grande la imagen que han puesto en el catálogo —se quejó la potrilla unicornio.

—Bueno, no será muy grande —exclamó Shiny—, pero al menos es una televisión.

—Y es nuestra, no lo olvidéis —añadió Knowledge.

Juntas fueron a casa de Feather, pues, como el catálogo era exclusivamente para carteros, el envío estaba a su nombre. Allí abrieron el paquete. Afortunadamente el televisor ocupaba casi todo el interior del cartón, a excepción de unas pequeñas protecciones en las esquinas.

—¡Ah!, casi se me olvida —la pegaso-cartero abrió sus zurrones. En uno de los dos compartimentos había dos paquetes más pequeños, que sacó y puso encima de la mesa—. Esta es la antena —añadió, señalando uno— y esto otro es el decodificador —prosiguió, apuntando al otro.

Montaron cuidadosamente todo el cableado a base de prueba y error, hasta que consiguieron que el televisor mostrase imagen en pantalla. Casualmente era la misma película que habían emitido por la mañana, ese western de Clean Easthooves.

—Jo… apenas se le distingue —Flashing, con los ojos entrecerrados, miraba la pantalla de cerca, en un intento de captar la mayor cantidad de detalle posible—. Me siento estafada…

—No eres la única —Knowledge rodeó con su casco los hombros de la potrilla unicornio, en señal de aprobación. Shiny y Feather asintieron, demostrando que ellas también estaban disconformes con ese aparato.

—Bien, ahora llega el peliagudo problema —musitó Shiny—: ¿cómo vamos a establecer los turnos?

El adjetivo “peliagudo” era exactamente lo que definía esa situación, pues se miraron todas con caras serias.

—Yo creo que debería tenerlo Feather —Shiny cortó el silencio—. El pedido viene a su nombre.

—Pues yo creo que debería ser Shiny quien disponga de “esto” —Flashing señaló la televisión—, ya que fue suya la idea de comprarlo.

—Mejor que lo tenga Knowledge —Feather desenchufó la televisión de la red eléctrica—. Es la que puso más dinero.

—Quizás debería tenerlo Flashing —añadió Knowledge—. Así podrá comer sus palomitas a gusto.

Todas empezaron a discutir para ver quién se quedaba la televisión… Cada una lo quería tener lo más lejos posible de sí misma.

* * *


Apenas llegó la noche, Muffled penetró en la mina y, dándose la vuelta, permaneció vigilante en la gran gruta de entrada. Allí podría esperar, sin ser molestada ni encontrarse con cierto semental azulado, a los operarios de los que había hablado Gentle en la reunión. Además, podía al fin pensar en sus propios asuntos: el asunto prioritario era saber qué iba a hacer hasta que Plush se marchase. No le apetecía absolutamente nada volver a ver a su antiguo prometido.

Aunque quizás lo peor de todo era que había metido a Wise en medio. Le había engañado, y se había engañado a sí misma. Los sentimientos que tenía hacia su amigo eran de amistad… o al menos eso creía… Pero, ¿y si había algo más? Últimamente entre ellos dos habían pasado demasiadas cosas: un posible enamoramiento de Wise, una ruptura de amistad, una reconciliación, un recuerdo en forma de figurilla y la llegada del poni más indeseable del universo.

La mente de Muffled era un mar de confusiones. Por mucho que lo intentara, no podía aclarar sus ideas. Quizás lo mejor que podría hacer era dejar que las cosas siguiesen su curso, pero era algo realmente difícil de hacer. Ella también tenía sus sentimientos, y no era capaz de enterrarlos dentro de sí misma. Unos sentimientos tan crueles que resultaba imposible borrarlos de un plumazo. Pero se estaba haciendo daño a sí misma, por lo que esta encrucijada debía terminar pronto.

Aún estaba pensando en el cúmulo de sentimientos contradictorios cuando vio que, por la entrada del pueblo, llegaban un montón de ponis empujando dos grandes carros. Los operarios habían llegado, tal como esperaba Gentle. Muffled salió de la mina e hizo señas a los recién llegados, que se acercaron. La luz de la luna se reflejaba en sus costados, haciéndolos tétricos, pero Muffled sabía que el cometido que tenían no tenía nada de oscuro, sino todo lo contrario.

—¿Es usted la señora Gentle Colors? —preguntó el que parecía ser el capataz.

—No, soy amiga suya —respondió la jefa de mineros—. Ahora la llamo… Mientras, pueden empezar —señaló detrás suya, hacia la montaña que se erguía, majestuosa, al final de la calle principal—. Esa es la mina. Saben lo que hay que hacer, ¿no?

—Sí, hasta los más mínimos detalles —declaró el mismo semental.

Muffled asintió y se dirigió a casa de Gentle. Mientras tanto, los operarios empezaron a sacar de un carro unas barras de acero y empezaron a juntarlas, hasta hacer un andamio, que colocaron justo a la entrada de la mina, dejando sitio para el acceso. A continuación, taparon todo con unas espesas redes de protección, de tal forma que no se podía ver lo que estaban haciendo. Después sacaron maquinaria portátil y empezaron a trabajar sobre la entrada de la montaña.

—Gentle, ¿estás? —preguntó la jefa de mineros, llamando a la puerta de la casa.

—¿Han llegado ya? —contestó la unicornio desde el interior—. Se han dado mucha prisa… Normal, teniendo en cuenta de que para ellos es la venta del siglo.

Abrió la puerta y miró a Muffled con un gesto serio. Después lo hizo hacia los alrededores y torció su expresión: todos los habitantes habían salido de sus casas, intrigados por el ruido que hacían los operarios. Con el morro aún arrugado, Gentle volvió a mirar a la jefa de mineros.

—Ya sabes lo que debes hacer —dijo—. Yo voy a reunir el dinero y a cenar, ya que no he comido nada en todo el día —y, diciendo esto, cerró la puerta.

Muffled miró estupefacta el portón. ¿Acaso Gentle le acababa de dar una orden? ¿Desde cuándo esa unicornio era tan autoritaria? Sintió que debía hablar con ella, cuando acabase todo, sobre este asunto, pero ahora todo corría mucha prisa. Entonces se volvió y caminó hasta situarse en mitad de la plaza, junto a la estatua.

—Habitantes de Northwest Mines Town —exclamó—, no se preocupen, es una revisión rutinaria. Vuelvan a la cama y duerman… si pueden —esto último lo dijo con un hilo de voz. Ella no iba a poder dormir esa noche, y el ruido no iba a ser el único culpable de sus desvelos.

* * *


Shiny no pegó ojo en toda la noche, agobiada por el ruido que habían hecho los operarios en la revisión, que había durado hasta la salida del sol. Además se habían estado moviendo por todo el pueblo, haciendo trabajos aquí y allá. Durante un buen rato, Shiny, totalmente desvelada, les había estado observado a través de la ventana, pero no podía descubrir qué es lo que hacían pues, después de tomar medidas y señalar un sitio en concreto, los trabajadores tapaban, con una lona opaca, los alrededores de su zona de trabajo, y hasta que no terminaban, no volvían a despejar esa parte… Pero entonces, lo único que se veía, como resultado final, era una serie de losetas en el suelo.

Los operarios también se aplicaron sobre las esquinas algunas fachadas. Allí, pensó Shiny, iba a ser más fácil descubrir qué estaban haciendo, pero los operarios se preocuparon aún más de ocultar su trabajo. Y, cuando despejaron la zona de trabajo, no había absolutamente nada destacable sobre las esquinas.

Aunque estaba cansada por la falta de sueño, era ya tarde para dormir, así que Shiny decidió salir de casa. Se acercó a una de esas extrañas baldosas, cuya parte superior estaba repleta de dibujos desconocidos. Miró a su alrededor y se dio cuenta que, por todo Northwest Mines Town, muchos ponis estaban mirando aquí y allá, donde supuestamente habían trabajado los operarios, pero nadie descubría absolutamente nada.

Los trabajadores hacía rato que se habían terminado y estaban marchado hacia la encrucijada de caminos, con sus carritos vacíos, pero el capataz salió de casa de Gentle, portando un gran saco sobre su espalda.

—Como convenimos en la carta —dijo la unicornio de dos colores, justo detrás de él—, la mitad en metálico y la otra mitad en un cheque.

—Tendría que haber dejado uno de los carros para poder portar mejor el saco —se lamentó el capataz, que se movía de forma renqueante. Afortunadamente, unos cuantos operarios le esperaban en la entrada del pueblo, junto a un carro. Entonces se acercaron a su jefe y entre todos cargaron el saco en el carro.

Gentle miró a su alrededor y su mirada se encontró con la de Muffled, que acababa de salir de su casa. Ésta asintió, contenta, recibiendo como respuesta otra señal de aprobación por parte de la unicornio. Entonces la yegua del cuerno roto volteó la cabeza hacia la entrada a la mina. Por encima de ésta había una especie de cortina tapando un gigantesco rectángulo. Todo parecía correcto, así que Gentle volvió a entrar a su casa a desayunar.

* * *


Se acercaba la hora de reencontrarse con su hermano. Shadow temblaba, en parte por miedo, en parte por rabia. Pero tenía que ir si quería recibir ese crédito tan ansiado. Aunque debía reconocer que estaba intrigada por saber qué excusa se inventaría Plush Padding para intentar explicar su comportamiento.

Su crin parecía estar igual de nerviosa que ella, pues al intentar cepillarla se enredaba, como si estuviera viva y quisiera retrasar el encuentro. Entonces la herrero se metió bajo la ducha y abrió el grifo, empapándose por completo. Quizás así su crin se domase lo suficiente como para poder ser peinada. Ojalá esta solución funcionase también con ella pues, a medida que se iba acercando la hora, más insegura se sentía.

Decidió despejarse dando un paseo por el pueblo, así que terminó de arreglarse y salió a la calle. Extrañada, miró hacia un lado y al otro… Todo estaba igual y a la vez muy cambiado: por toda la calle había ponis adultos hablando entre ellos, mirando de vez en cuando unas extrañas baldosas o trampillas estancas, y también había unos cuantos potrillos, que intentaban sin éxito abrir, por cualquier medio, esas extrañas losetas.

—¿Qué es lo que ha pasado aquí? —preguntó a Shiny, que estaba en un lateral de su casa, mirando fijamente la esquina—. ¿Qué es todo esto?

—¿No te has enterado? —respondió ésta, mientras seguía inspeccionando la casa—. Ayer por la noche vinieron unos trabajadores y han estado haciendo obras por todo el pueblo… aunque nadie sabe qué es lo que han hecho. Bueno, sí lo sabe Gentle, que les pagó, y probablemente Muffled. Entonces, por extensión, seguramente todo el Consejo del pueblo sepa qué es lo que han hecho.

—Es extraño… —comentó Shadow—. Es algo muy raro que hagan arreglos de cualquier tipo por la noche.

—Y también es insólito que no hayas oído nada —contestó la dorada pegaso.

—Ah, deberías saber que yo, cuando duermo, lo hago muy profundamente —alegó la herrero, con una media sonrisa.

—Por cierto, ¿vas a ir esta noche a la cena con Plush? —inquirió la joyero.

—¿Cómo sabes tú eso? —Shadow abrió los ojos… Alguien se había ido de la lengua, y seguramente había sido alguien del Consejo del pueblo.

—Oh, es una de las comidillas de hoy —Shiny se rió—, junto con lo del trabajo nocturno. Todos los miembros del Consejo han apostado sobre si ibas o no a la cena…

Shadow no podía creerlo… No había sido uno de los miembros quien había pregonado sobre el asunto de esa noche con su hermano, sino todo el Consejo al completo. Eso le pareció un golpe bajo, pero decidió, con todas sus ganas, que iba a asistir, y quien hubiese apostado en su contra se las vería con ella luego.

—¿También han comentado a los cuatro vientos el motivo por el que voy a ir? —preguntó la herrero, temerosa de que también hubiesen dicho algo sobre el asunto del crédito.

—No —aclaró Shiny—, no han dicho nada de eso. Pero… ¿Acaso no es solo para reconciliaros? ¿O acaso hay algo más?

—¡Nada! ¡No hay nada más! —Shadow se puso instintivamente a la defensiva, pero reconoció inmediatamente que había cometido un error e intentó remediarlo—. Es lo que yo deseo, reconciliarme con mi hermano después de tantos años —contestó, con una tonta sonrisa.

—¡Ah! Por cierto —la dorada pegaso expresó en alto—, casi se me olvida… Hemos comprado, entre Knowledge, Flashing, Feather y yo una televisión, por si quieres venirte a verla en casa de… ¿Feather? —Shiny se llevó la casco a la barbilla, pensativa—. ¿O quizás Knowledge se lo ha llevado esta mañana a su casa? Puede que quizás lo tenga Flashing, aunque no se le veía ayer especialmente ilusionada… Bueno, en cualquier caso, sé a ciencia cierta que yo no la tengo…

—Bueno, iré a verlo ahora… —exclamó la herrero—. Total, no tengo nada que hacer hasta esta noche, pues hoy no voy a abrir la herrería…

Y, juntas, se fueron a casa de Feather… Quizás estuviese ahí la televisión.

* * *


El día tocaba a su fin. Era la hora convenida para que los dos hermanos se reencontrasen. Plush se dirigió, acompañado por Gentle, hacia el restaurante. Allí se había reservado una mesa específica, al fondo del restaurante, tapada con cortinas… aunque poco importaba ya, pues todo el mundo, por la calle, se apartaba y mantenía expectante mientras pasaba el hermano pródigo. Unos animaban, otros pateaban el suelo a modo de aplausos, pero la mayoría callaba solemnemente.

Cuando los dos entraron al restaurante, el cocinero, Spoon Giddy, les señaló la mesa convenida, que estaba prácticamente rodeado de unos espesos cortinajes. A pesar del revuelo que tenía lugar ese asunto en todo el pueblo, tendrían más o menos intimidad.

—Plush —dijo Gentle —, vete tomando asiento… Yo me quedaré en esta otra mesa —señaló una al lado—. Recuerda que tu hermana ha sufrido mucho, sé condescendiente con ella.

—Gracias, Gentle —el azulado semental estaba temblando—. No sé si todo esto será buena idea, pero lo intentaré.

—No seas tonto, Plush —Gentle alzó una ceja—. Por supuesto que es buena idea… tú lo sabes, yo lo sé, y tu hermana Shadow lo sabe… vendrá y os reconciliaréis, estoy segura de ello.

El poni eligió una silla y dejó en el suelo, a su lado, un pequeño maletín. Había estado toda la tarde seleccionando material que podría servir para ablandar el corazón de su hermana, por si las cosas se ponían difíciles. No pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió. Plush miró esperanzado a la entrada, pero volvió a entristecerse cuando vio que los que habían entrado fueron los miembros del Consejo del Pueblo, que se sentaron en la misma mesa que Gentle y juntaron otra. Pero Shadow no llegaba… Poco tiempo después se volvió a abrir la puerta, y otra vez el azulado semental giró la cabeza, ilusionado, para volver a agacharla, apenado. Los que acababan de entrar eran Shiny, Knowledge, Flashing y Feather, que se pusieron al lado del Consejo del Pueblo, en el borde de la mesa más cercano al cortinaje de separación… Pero Shadow no llegaba.

—Tranquilo, Plush —Shiny, sentada en su asiento, había movido levemente el telón y había hecho un hueco suficiente como para poder pasar su cabeza—. Está terminando de prepararse. Nos dijo que nos adelantásemos… Pero vendrá.

Apenas terminó Shiny de decir esas palabras cuando la puerta se volvió a abrir, dejando entrar al interior del restaurante el sonido de un sinfín de vítores y pateos al suelo de los habitantes de Northwest Mines Town. Plush volvió a mirar anhelante a la entrada, aunque esta vez su cara mantuvo el gesto: en el umbral estaba Shadow… una Shadow completamente radiante, ataviada con un sencillo vestido blanco y con su crin totalmente suelta, de tal forma que ésta caía por ambos lados de su cuerpo.

La hermosa yegua se acercó a la mesa reservada y se sentó, no sin antes echar una mirada fulgurante a su hermano, que sonrió tontamente a modo de respuesta. Entonces la herrero se recostó hacia atrás, sobre la cortina, que empujó levemente y dijo en alto:

—No sé quién ha sido el que ha apostado contra mí, pero que sepa que acaba de perder… Aquí estoy.

Se oyó un pequeño revuelo en la doble mesa de al lado.

—Todos hemos apostado a que sí venías —exclamó Magic, sonriente.

—Tómalo como un aliciente por si tenías dudas —confesó Shiny, demostrando que ella y sus amigas habían entrado también en ese juego. Shadow sonrió.

La puerta volvió a abrirse. Todos miraron hacia la entrada… un montón de ponis estaba entrando en tropel al restaurante, e iban ocupando todas y cada una de las sillas vacías. Incluso algunos se apoyaron sobre la barra.

—Supongo que habrán venido a consumir, ¿verdad? —declaró Spoon Giddy, el cocinero, que sabía de antemano a qué habían entrado todos. Todo el mundo asintió, y algunos empezaron a pedir algo, aunque todos miraban hacia la mesa reservada donde tenía lugar el evento entre Shadow Hammer y su hermano Plush Padding.

La herrero, levantándose de nuevo, intentó correr la cortina para quedar ocultos ante los demás, pero faltaba una cortina, por lo que estaban rodeados por tres cuartas partes, un problema molesto, y más teniendo en cuenta que la parte que quedaba visible era precisamente la que daba hacia el mostrador. La cena tendría que ser, por tanto, a la vista de todos.

—Disarming, déjame sentarme al lado de Muffled —cortó Wise—, al fin y al cabo es mi novia, ¿no?

Todos los presentes volvieron la mirada hacia él, preguntándose desde cuándo Muffled y Wise eran novios. La mirada que la jefa de mineros le dedicó era especialmente de odio. Lentamente, ésta se levantó y dijo:

—Quiero que sepáis todos que Wise no solo no es mi novio, sino que, ahora mismo, nuestra amistad pende de un hilo, por bocazas —entonces se dirigió hacia la cortina separadora y continuó hablando—. Plush, lo siento, de verdad… No fue mi intención mentirte… Simplemente me asusté y actué como lo hice… Pero debes saber que Wise no es mi novio.

—Muffled —declaró Wise—, al fin lo has reconocido. Solo quería empujarte para que confesaras…

—Sí, empujarme al vacío y sin red —Muffled seguía enfadada—. Eres muy listo tú, me da a mí.

—Piénsalo un poco —explicó el semental—: si Shadow y él se reconcilian, Plush vendrá más veces a Northwest Mines Town, por lo que, si seguías con la mentira, al final todo sería peor para ti. Simplemente había que cortar esta pantomima antes de que fuese demasiado tarde.

—Bueno, visto así, tienes razón —la jefa de mineros se quedó pensativa—. Vale, el hilo del que depende nuestra amistad se acaba de convertir en una cuerda, pero te agradecería que la próxima vez que intentes algo, me avises primero, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, de acuerdo —respondió Wise, riéndose.





—Bueno, ¿qué desean? —Spoon Giddy estaba al lado de la mesa del evento, esperando una respuesta, tanto de Shadow como de Plush.

Pero Shadow no hizo caso, pues seguía mirando inquisitivamente a su hermano. Finalmente éste decidió pasar a la acción y elegir por los dos. Una vez tomado el pedido, Spoon se retiró a la cocina y empezó a preparar la comida.

—Shadow —comenzó a decir Plush—, de verdad que siento muchísimo lo que hice…

—¿De verdad? —respondió la herrero entre dientes—. Pues mucho no lo debiste sentir si dejaste que ocurriese. Ni siquiera has dado señales de vida en todos estos años.

—Si ocurrió es porque no tenía otra opción —el semental bajó la cabeza—. Debía marcharme de aquí. Pero todos los meses, hasta que papá murió, enviaba una carta... que jamás fue respondida.

—Pues yo no he visto ninguna carta en casa, así que dudo bastante que eso sea cierto —Shadow señaló de forma violenta, con su casco, a Plush—. Debiste estar aquí cuando papá empeoró… El pobre murió de pena, intentando buscarte… Y ahora tú estás aquí, riéndote como un imbécil. Como si él nunca te hubiese importado.

—Papá era muy autoritario y bastante estúpido —respondió el azulado poni.

La herrero se levantó violentamente y golpeó rabiosa la mesa con los dos cascos, haciéndola crujir.

—¡¡¡NO TE CONSIENTO QUE HABLES ASÍ DE PAPÁ!!! —gritó. Sus dientes empezaron a castañetear de la rabia.

—Vamos, lo sabes tan bien como yo —Plush no se dejó amilanar—. Él nunca me escribió una carta, y estoy totalmente seguro de que él rompió todas las que yo le enviaba…

—¿Y por qué no me escribiste a mí, después de que papá muriese? —Shadow volvió a sentarse, esperando la respuesta.

—Bueno… —empezó a exponer el semental—, a decir verdad, en realidad sí me escribió una carta, al principio, nada más marcharme… Y en ella me dejó en claro dos cosas: que no quería verme jamás mientras él viviese y… que tú habías muerto de tristeza —entonces, sin esperar contestación, abrió el maletín y mostró una carta amarillenta. Era la letra de su padre… del padre de Shadow. El poni señaló dos líneas concretas en el que, efectivamente, se podía leer lo que acababa de comentar.

—Pero… —la herrero estaba asombrada—. La verdad es que me apenó muchísimo que te marchases, pero no hasta el punto de morir —cogió la carta y empezó a leerla para sí misma—. ¿De verdad te escribió esto papá? No puedo creerlo —añadió después de terminar.

—Menos mal que uno de los mineros de este pueblo, en vacaciones, decidió entrar en mi tienda, allá en Detrot —siguió explicando Plush—, y, entre otras cosas, me comentó que seguías viva… Inmediatamente cerré la tienda y vine lo más rápidamente posible… para verte.

Shadow se sentía desarmada. Quizás su hermano no fuese el monstruo desinteresado y egoísta que su padre le decía una y otra vez. Su hermano simplemente había sido víctima de las circunstancias. Pero decidió probar otra cosa, para ver qué contestaba ese extraño que tenía enfrente.

—¿Sabías que papá me usó para perpetuar el trabajo familiar? —la yegua bajó la mirada, afligida—. Pasé, de la noche a la mañana, de jugar con muñecas a manejar el martillo… —entonces elevó la mirada y la fijó, con furia, hacia su hermano—. ¡Tú te fuiste a cumplir tu sueño y a mí me destrozaste la infancia! —gritó, señalándole con rabia.

Plush tragó saliva y sus ojos empezaron a humedecerse. Ignoraba que su hermana Shadow había tenido que sacrificar su infancia para satisfacer el capricho de su padre. Era algo demasiado cruel, demasiado perverso, demasiado descorazonador. Su padre era estricto, pero no sabía que hubiese llegado a serlo hasta ese punto.

—Lo siento, de verdad —las lágrimas resbalaban sobre las mejillas del semental—. He sido muy egoísta en este sentido… pero nunca pensé que papá podría atreverse a hacerte eso.

—Para él tú moriste cuando saliste del pueblo —replicó Shadow—, pero, a pesar de todo, te estuvo buscando hasta el último día…

—Supongo que no me encontró porque yo viajaba de aquí para allá —explicó Plush, secándose las lágrimas—, vendiendo los muñecos que había fabricado. Seguramente cuando encontraba una pista, yo ya estaba en otro lado… Aunque eso que has dicho contradice el hecho de que las cartas que yo enviaba las rompiese.

—Ya sabes cómo era papá… —esta vez fue Shadow la que desvió la mirada hacia abajo porque estaba sollozando—. Y… Y yo me estoy convirtiendo en él… —se llevó los cascos a los ojos y lloró amargamente—. Por favor, no dejes que yo me vuelva así… —exclamó, mirando a Plush con gesto desesperado, mientras ponía sus patas delanteras sobre la mesa.

—No te preocupes, no dejaré que eso ocurra —el poni puso cariñosamente su casco sobre la de su hermana, para dar más énfasis a sus palabras —. De hecho, para que veas que nunca te he olvidado, y que nunca lo haré, tengo un regalo para ti.

Cogió el maletín que tenía al lado de la silla y lo puso sobre la mesa, abriéndola a continuación. Sacó varios papeles y los expuso sobre el tablero.

—Estos son los bocetos de los juguetes de los que estoy más orgulloso —añadió el semental, pasándoselos uno a uno a su hermana, que los iba mirando con ojos cada vez más enternecedores, como si quisiera jugar con los muñecos que representaban.

El primer boceto mostraba un fiero dragón de peluche, enteramente de color dorado, a excepción de la barriga, que era rojo, y las espinas, que eran de un verde chillón.

—Este dragón es uno de mis mejores trabajos —explicó Plush—. Si te fijas, tiene hasta los colmillos posteriores.

El segundo boceto era un gato de felpa, completamente negro, aunque sus ojos eran amarillos, dando al conjunto una sensación de soledad.

—El gato… —argumentó el azulado poni—. ¿Qué decir de él? Me encanta. Me lo quitaban de las cascos… todas los potrillas querían uno para achucharlo y darle cariño.

El tercer boceto era una especie de poni, o de bebé hipopótamo, o algo directamente indefinible. El cuero era grisáceo y su crin y su cola estaban compuestos por unos bastos cordones de dos tonos verdosos, alternados en franjas horizontales. Los ojos eran dos botones de colores desparejados, siendo uno verde y el otro rojizo, y lo más llamativo era que tenía una especie de calzones de color azul oscuro poblado con topos blancos.

—Aunque no lo parezca, es una poni —confesó Plush—. Es mi primer trabajo… y, aunque solo vendí uno, en Canterlot, la potrilla unicornio al que me la compró se veía tan feliz y radiante con ella que le regalé un cuaderno y una pluma. Fue la sonrisa de esa pequeña la que me animó a seguir haciendo nuevos bocetos y juguetes. Por eso a esta muñeca le tengo un especial cariño, por ser la que me marcó el camino.

El cuarto boceto era una réplica mucho más que aceptable de la Princesa Celestia, solo que de peluche. Shadow se acercó el boceto a la cara, buscando detenidamente los detalles. Era una muñeca extremadamente bien hecha.

—Bueno —dijo el semental—, ese es quizás el más célebre de mis creaciones. De hecho la propia Princesa Celestia me compró uno. Y no veas el revuelo que se armó cuando lo hizo… Ese día terminé todas las existencias que tenía a la venta.

>> Pero al peluche al que más cariño le tengo de todos, sin duda alguna, es a éste —expuso el azulado poni mientras volvía a introducir su casco en el maletín. Cuando lo sacó, Shadow ahogó un grito: el peluche que su hermano había sacado era una réplica exacta de ella, aunque, fijándose bien, descubrió que la muñeca no tenía Cutie Mark. Era ella, sí, pero cuando era una pequeña potrilla—. Es para ti.

Shadow cogió cuidadosamente la muñequita con ambos cascos e, instintivamente, se lo llevó al pecho para abrazarlo, mientras las lágrimas volvían a recorrer sus mejillas.

—Gracias —musitó—. Gracias, de verdad… —se acurrucó sobre sí misma, aplastando su réplica contra su cuerpo, como si desease darle su calor y protegerlo de cualquier peligro—. Lo... lo siento, estaba equivocada con respecto a ti. No eres un… mons… —Shadow no se atrevió a decir esa palabra—. Eres... eres mi hermano. Y no quiero volverte a perder…

—No me perderás —Plush sonrió, con los ojos llorosos de la emoción—. Estaremos en contacto, te lo aseguro.

Y, levantándose los dos, se fundieron en un abrazo.

Los gritos de ánimo y de júbilo de los ponis que estaban ahí les despertaron de su ensimismamiento. No se acordaban de que estaban en mitad del restaurante, a la vista del público que solo tenían ojos para ellos.

Spoon Giddy se acercó con la cena y les sirvió. Después se dirigió al resto de mesas y empezó a tomar apuntes de los pedidos. Cuando llegó a la doble mesa donde estaban los miembros del Consejo del Pueblo y las amigas de Shadow, todas pidieron, excepto Gentle Colors, que únicamente quiso una cerveza.

—Vamos Gentle —exclamó Muffled—, cena un poco. Por la celebración...

—No, gracias —replicó la unicornio de dos colores—. Últimamente no me sienta bien la comida del restaurante. Ya cenaré cuando llegue a casa.

Spoon Giddy se encogió de hombros y siguió apuntando y sirviendo por todo el restaurante. Definitivamente esa noche sería productiva para él.

* * *


Todos los habitantes de Northwest Mines Town salían del restaurante. Habían esperado a que terminasen Shadow y su hermano Plush de cenar para abandonar el lugar.

—Qué bien vendría ahora ver un poco la televisión —dijo Flashing, mientras miraba a Knowledge, a Shiny y a Feather.

—Buena idea —respondió la historiadora—. Vamos a sacar la televisión a la calle, para que todo el pueblo pueda ver un programa, o una película, o lo sea que estén echando ahora.

Las cuatro amigas se dirigieron rápidamente a casa de Feather y salieron portando la televisión, la antena y el decodificador, así como un alargador de cable. Enchufaron la televisión y, en cuestión de segundos, todo el pueblo estaba arremolinado alrededor del aparato, incluyendo Shadow y su hermano Plush. Desgraciadamente, el televisor era bastante pequeño, por lo que la cantidad de ponis que podían visionar medianamente bien la imagen era reducida.

Los miembros del Consejo del Pueblo sonreían, un poco alejados de la escena. Era la hora convenida.

—Shiny, Flashing, Knowledge, Feather… —comenzó a decir Gentle—, os cambio esta televisión por esto —y les mostró un pequeño mando que portaba sobre su casco.

—No hagáis caso —dijo Flashing, intentando ignorarla—, seguramente sea un control remoto para una… ¡espera! —los ojos de la potrilla se abrieron de par en par—. ¿Es eso lo que creo que es?

—Compruébalo tú misma —respondió la unicornio del cuerno roto, totalmente seria—. Pero antes quiero el televisor.

—No sé, no sé... —exclamó Knowledge.

—¡Vamos! —Gentle empezó a impacientarse—. ¿Os he mentido yo alguna vez?

Las cuatro amigas intentaron recordar rápidamente si alguna vez lo había hecho, pero no recordaron nada de interés… De hecho, lo único medianamente parecido a una mentira había sido el hecho de ocultarles que ella era capaz de volver a hacer magia, aunque, como les dijo Shiny en su momento, era más bien el no decir nada hasta que llegase el instante preciso para hacerlo.

—No, no lo has hecho —reconoció Shiny, al cabo de un momento.

Entre las cuatro apagaron la televisión y lo empujaron levemente hacia Gentle, dando a entender que aceptaban el cambio. Ésta les dio el mando.

—Pulsad el botón rojo, el que pone “ON” —explicó la unicornio de dos colores.

Cuando lo hicieron, las cuatro a la vez, todo cambió: las extrañas losetas que había por toda la calle se elevaron, resultando ser el techo de unas columnas que portaban unos misteriosos aparatos, que enfocaban directamente hacia la mina. Al mismo tiempo, de las esquinas de algunas casas surgieron unos altavoces, estratégicamente colocados para la mejor recepción de sonido posible. Por encima de la mina, unas cortinas se empezaron a moverse hacia los lados, mostrando una gran pantalla de cine.

Todo el pueblo estaba asombrado, pero las cuatro amigas pasaron rápidamente de asombro a una sonrisa de oreja a oreja. Flashing aferró el mando y pulsó un botón al azar. El sistema empezó a funcionar. Las torretas eran avanzados proyectores que expusieron, sobre la pantalla de cine, la misma película que estaban viendo momentos antes en la pequeña televisión.

—Última tecnología —gritó Gentle, intentando hacerse oír bajo un sonido atronador—. Traída directamente desde Neighpon. Sistema multiproyector —señaló las torretas—, preparado para sistema en 3D, HD 1080p, 2400p indexados y con sistema multicanal en pantalla, para que no os peleéis por los canales. Más de 50.000 watios de sonido envolvente —señaló los altavoces—. Un reproductor de discos ultracompactos —apuntó hacia un pequeño aparato que estaba en una de las torres— y muchas películas, que están, provisionalmente, en la casa del Consejo, a la espera de la construcción de una hemeroteca. No hay un sistema de visionado tan avanzado en toda Equestria, de hecho, creo que no lo hay en todo el mundo…

>>Por supuesto, tendréis que ateneros a un horario —mostró un papel—. Nada de ponerlo a altas horas de la noche, y, cuando yo esté meditando, como máximo un 5% de volumen… entre otras cosas que están explicadas en esta hoja de normas.

—Gentle… —Shiny pulsó el botón de apagado, ante la decepción de los demás—. ¿Por qué…?

—Porque no habéis sido egoístas —respondió Gentle, cortándola—. De hecho, ningún poni del pueblo lo ha sido, tanto con el asunto de la reconciliación entre Shadow y su hermano Plush, como el hecho de mostrar vuestra televisión para que todos pudieran disfrutarlo —entonces se acercó aún más a las cuatro y siguió hablando en voz baja—, y, por supuesto, por ayudar a Shadow con su problema monetario…

>>Por cierto, Shadow —continuó Gentle, esta vez en alto, aproximándose a ella—, tengo algo para ti —exclamó, entregándole un pequeño sobre, que rápidamente abrió la herrero. Contenía un cheque con un valor más que suficiente para pagar de un plumazo todas las deudas que tenía.

—¡Ah! Lo prometido es deuda —Plush se acordó de repente y, abriendo el maletín, sacó el peluche de Twilight Sparkle y se lo entregó a la unicornio de dos colores.

—Gracias, Plush —ésta asintió con la cabeza—. Y ahora, si me disculpáis, me voy a casa a cenar —explicó, dirigiéndose hacia su hogar, aunque de repente paró y, dándose la vuelta, prosiguió, mirando hacia Flashing, que aún seguía aferrando el mando a distancia, y a las demás—. Mañana recogeré la televisión, ¿de acuerdo? —pero ya nadie le hacía caso, pues estaban ensimismados viendo de lo que era capaz el sistema de proyección. Gentle resopló y entró en su casa.

Shiny, volviendo a la realidad, se acercó a Muffled, que estaba, junto con los demás miembros del Consejo, viendo uno de los múltiples canales que estaban en pantalla, y escuchando perfectamente el sonido correspondiente a ese canal. Por lo visto, todo estaba perfectamente calculado para que nadie se perdiese ningún detalle.

—Muffled, una pregunta… —empezó a decir la joyero—. ¿Cómo puede ser?

—¿Cómo puede ser el qué? —preguntó la jefa de mineros, aunque sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo Shiny.

—Me refiero a que cómo puede permitirse Gentle todo esto —señaló el sistema de proyección.

Muffled se acercó a ella y le dijo en voz baja:

—Es muy fácil… Entre todos los del pueblo tenemos un 3% del total de participaciones de la mina, a excepción del señor Opportunity, que tiene un 2%. El resto, es decir, un 95%, es propiedad de Gentle, gracias a sus padres… Aunque dona un 30% al Consejo del Pueblo para el mantenimiento de Northwest Mines Town, incluido la estatua de la plaza y la restauración de la ciudad de nubes —la jefa de mineros señaló los dos elementos—, ella sigue teniendo los beneficios que aporta el 65% de la venta de gemas.

>>Por supuesto, que esto quede entre nosotras. No sería bueno que todo el pueblo se enterase de que Gentle es inmensamente rica. De hecho, el otro día me enteré, en una reunión del Consejo, de que tiene negocios por toda Equestria e incluso en otros países.

Shiny estaba patidifusa. Gentle no parecía en absoluto una poni multimillonaria, con aires de grandeza, como había muchos en Canterlot. Sí, era orgullosa, pero también ilustrada y paciente, y parecía analizar completamente cada situación antes de decir o hacer algo, todo lo contrario a la extrema pomposidad que exhibía la alta sociedad de la capital del reino.

—Por cierto —Shiny volvió a preguntar—, si esto nos lo regala a todos los habitantes por lo bien que nos hemos portado hoy… ¿Cómo es que empezaron a instalarlo ayer? ¿Tan previsible somos?

—Digamos que muchas veces Gentle sabe cómo vamos a actuar, antes incluso de que lo pensemos nosotros mismos —respondió la jefa de mineros—. Es como una especie de adivina… Y debo decir que eso, querida, da hasta miedo.

Shiny miró hacia la casa de la extraña unicornio. Gentle era realmente excepcional, y no se refería únicamente a su cuero de dos colores ni a su cuerno cortado.

* * *


Gentle cerró las cortinas al llegar a casa. Fuera, todos estaban viendo diferentes canales en el avanzado sistema de proyección múltiple. “Perfecto…”, pensó, “Que vivan en su ignorancia” .

Miró detenidamente el peluche de Twilight Sparkle. Era un gran trabajo de artesanía, exactamente igual de trabajada que la original. La palpó, comprobando su interior: era blando, probablemente su relleno era de algodón. No había nada mínimamente duro en su interior, y en su exterior no había nada de interés. Definitivamente no había ningún micrófono ni una microcámara en ese peluche.

Se dirigió a su biblioteca, al fondo de la casa. Era una pequeña habitación sin ventanas. Fue directamente hacia un estante en concreto y se paró. Suavemente, pasó el casco sobre la fila de libros, mirando de soslayo todos los títulos. Todos los ejemplares eran antiguos, algunos incluso milenarios. Retiró un libro específico y lo escrutó. Era “El libro de las Leyendas”.

—Curioso… —susurró, recordando lo vivido con el asunto del Elemental de Tierra, mientras miraba al peluche de Twilight—. Quién diría que este libro esconde un gran secreto… Pero no en sus páginas, sino aquí —señaló el el espacio de la estantería donde había estado el tomo. Allí, totalmente oculto, y pintado con el color de la madera de su alrededor, había un pequeño botón.

La unicornio de dos colores volvió a mirar a la muñeca y se lo acercó a la cara, hasta el punto de rozarla con el hocico, como si estuviese midiendo sus fuerzas con la verdadera Twilight Sparkle, representada por aquel peluche.

—“¿Os he mentido yo alguna vez?” —repitió las mismas palabras que había dicho antes a cuatro de sus cinco amigas, mientras seguía fijando sus ojos en la blanda muñeca—. Pobres ilusas… Si supieran que toda mi vida se basa en una sucesión continua de mentiras, me repudiarían… Como me han repudiado todos y cada uno de aquellos a los que me atreví a llamar “seres queridos”.

>>Pero ellas no merecen estas mentiras —continuó diciendo en voz baja, desviando sus ojos hacia la pared que daba a la calle principal, donde estaba concentrado todo el pueblo—. Lo mínimo que puedo hacer es agasajarlas con menudencias —volvió a mirar al peluche—. Tómalo como un premio por hacerme recuperar mi magia, aunque ésta no sea más que una pequeña sombra de lo que un día fue… o bien hazlo como un intento de acallar mi atormentada conciencia.

>>Pero ahora vas a ser testigo de algo que no sabe nadie —volvió a acercar la muñeca a su hocico—. De hecho, ni siquiera Wise Words lo sabe… Mejor dicho, ni siquiera “este” Wise Words lo sabe. Lo sabían cuando todos lo construyeron para mí, pero lo olvidaron, gracias al hechizo que aún perdura en este maldito pueblo… ¿Y sabes una cosa? —la unicornio entrecerró los ojos—. Hace mucho tiempo que logré romper en mí ese hechizo. Ya no me afecta, pero a ellos sí —señaló otra vez hacia la calle principal—. Deberías verles… Viven en un mundo de fantasía, totalmente ajenos a la verdad… Pero yo no voy a despistarme ni un segundo. Los protegeré de la verdadera maldad, y tú, o mejor dicho, la unicornio a la que representas, sabe perfectamente quién es.

Pulsó el botón y se oyó un crujido. Parte del suelo comenzó a elevarse hacia un lado, dejando ver una escalera de mármol que bajaba, diagonalmente, hacia las afueras del pueblo. Gentle volvió a poner el libro en su sitio y bajó por dichas escaleras. Cuando estuvo abajo, presionó un interruptor. A la vez que se unas luces comenzaban a encenderse, el mecanismo de ocultación de la entrada volvió a su posición original.

Aquel pasillo distaba bastante de ser una bodega o un sucio sótano… al contrario, el suelo estaba enmoquetado por una tela roja de gran calidad y la pared tenía dos colores, rosa claro hasta una separación de yeso situada horizontalmente justo por la mitad de la pared, y naranja por encima de dicha separación. El techo era de un impoluto blanco. Las lámparas que iluminaban el corredor eran de araña, con una construcción formada por diamantes de gran calidad. Y, en los laterales del pasillo, podía verse una gran cantidad de puertas de madera noble.

Gentle se dirigió hacia una de ellas en concreto, al fondo de la galería. A diferencia de las demás, ésta era una pequeña puerta metálica. Según iba pasando por delante de las demás, comentaba en alto lo que había detrás de cada una: “Habitación de invitados”, “Comedor”, “Sala del tesoro”, “Salón del trono”, abriéndolas a su paso, para mostrar al peluche el interior de cada habitación. En la sala del tesoro había, perfectamente ordenado, un sinfín de monedas, gemas, lingotes de oro, papeles y legajos, libros varios y objetos de toda índole cuya aura mágica refulgía con tal magnitud que hacía intuir que no eran únicamente objetos imbuidos en un sinfín de hechizos. Todo en esa habitación era demasiado antiguo o perdido en el tiempo. Sin embargo, la siguiente sala que mostró a la muñeca, a la que Gentle llamó “Salón del trono”, era una réplica exacta del auténtico salón del trono que la Princesa Celestia poseía en el Palacio de Canterlot.

—Y, por último, en este piso… —la unicornio de dos colores seguía hablando con el peluche—. Sí, hay más pisos por debajo. Quizás algún día te los enseñe, pero no hoy, pues tengo hambre... —tosió para aclararse la garganta y continuó—. Por último, en este piso... “La cocina de los horrores” —exclamó, abriendo la puerta de metal de la última habitación.

Cuando entró en el cuarto, encendió la luz. Las paredes contrastaban completamente con el resto del palacio subterráneo, pues estaban totalmente recubiertas de frío metal. Los electrodomésticos y mobiliario que había en su interior eran del mismo material. Gentle dejó el peluche de Twilight sobre la mesa y abrió la nevera. Rebuscó en su interior hasta que encontró algo idóneo, que colocó sobre la encimera. Encendió uno de los fogones eléctricos y, poniendo aceite en una sartén, empezó a cocinar su cena.

Sacó un plato y un vaso de un armario y, de un cajón, agarró un tenedor y un cuchillo, poniéndolos a continuación sobre la mesa. Después sujetó la sartén y, con cuidado, lo reposó sobre un salvamantel metálico. Con el tenedor pasó la cena al plato, y se volvió a llevar la sartén, dejándola en el fregadero. Seguidamente abrió otro armario y sacó una bolsa con pan de molde, que llevó hasta la mesa, abriéndola a continuación y cogiendo dos porciones. Por último, llenó una jarra de agua y, vaciando parte del líquido en el vaso, colocó la jarra sobre la mesa.

Empezó a cortar su cena en trozos muy pequeños, sabiendo que su dentadura plana no era capaz de masticar lo que había sobre el plato, por lo que debía tragar directamente cada porción.

Cuando terminó de triturar la comida, pinchó un pequeño trozo con el tenedor y se lo llevó a la boca… Pero a medio camino se fijó en la muñeca: quizás había sido por casualidad, o quizás lo había hecho inconscientemente, pero el peluche de Twilight estaba colocado directamente hacia ella, mirándola con una estúpida sonrisa.

—¿¡Qué es lo que estás mirando!? —preguntó Gentle.

La muñeca estaba impasible.

—Ah, es mi cena, ¿verdad? —volvió a inquirir la unicornio.

El peluche siguió inalterable.

—¿¡Piensas que soy un monstruo por esto!? —interpeló Gentle, señalando al plato.

La muñeca le seguía devolviendo una sonrisa.

—¡Sí, soy un monstruo! —Gentle miró inquisitivamente al peluche de Twilight Sparkle—. ¡Y todo se lo debo a tu maestra, la Princesa Celestia! ¡Ella es la auténtica maldad que acecha Equestria! —la unicornio golpeó, con furia, la mesa.

La muñeca cayó entonces hacia un lado, aunque siguió mirándola. La sonrisa que tenía, desde ese ángulo, resultaba bastante aterradora.

—¡¡Y juro que pagará lo que me ha hecho… lo pagará muy caro… aunque sea lo último que haga en esta vida!! —gritó Gentle. Y se llevó la porción a su boca, masticándolo despacio, mientras los chorretones de grasa se le caían a través de la comisura de los labios.

FIN DEL CHAPTER 1x10


Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo...
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Comple

Notapor Volgrand » 02 Dic 2013, 21:00

Y cuando pensabas que Gentle no podía volverse más turbia....

Cojonudo el capítulo, cubriendo con hechos cotidianos una realidad muchísmo más oscura. Grande átomo, sigue así.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Comple

Notapor Sr_Atomo » 02 Dic 2013, 21:26

Volgrand escribió en 02 Dic 2013, 21:00:Y cuando pensabas que Gentle no podía volverse más turbia....

Cojonudo el capítulo, cubriendo con hechos cotidianos una realidad muchísmo más oscura. Grande átomo, sigue así.


Muchísimas gracias por el comentario.

Que sepas que en breve publicaré el capítulo 1x11, que es el más largo que he hecho hasta ahora (probablemente lo tenga que dividir en tres o cuatro partes) y Gentle Colors será la protagonista. Eso sí, preparad pañuelos porque va a ser un capítulo muy pero que muy triste.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x10 - Comple

Notapor Sr_Atomo » 07 Dic 2013, 19:38

Muchísimas gracias, K.I.T.T.2000 Se agradece mucho este tipo de comentarios.

Me has levantado el ánimo, que lo sepas :)
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 1ª Parte

Notapor Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 13:23

Pues lo prometido es deuda. Para celebrar mi cumpleaños, iré publicando el capítulo 1x11 a lo largo del día.

Debo decir que este capítulo es un especial de 66 páginas, el cual he dividido en cuatro partes. Podría haberlo hecho en tres, pero he preferido hacerlo así porque, de esta forma, cada parte acaba en un momento crucial del capítulo.

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Mucho de:

Imagen <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la primera parte de cuatro:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x11

Reddish

1ª Parte


—Bueno, Gentle, hoy es tu día —Shiny sonrió mientras entraba a la mina, acompañada de la unicornio de dos colores.

—Shiny, solo estamos entrando a la mina —respondió Gentle—, como hacemos muchos días.

—Pero hoy tengo una sorpresa para ti —la joyero se ajustó el casco antigolpes y miró a su amiga—. Espera, tienes el casco de protección suelto —declaró, y se acercó a ella para ponérselo correctamente—. Tienes demasiada crin, y los cierres no encajan bien. Quizás deberías cortártelo un poco.

Entre las dos lograron colocar perfectamente el elemento de seguridad sobre la cabeza de Gentle. La unicornio dejó escapar un gesto mohíno…

—Mi crin es perfecta tal y como está —dijo, mirando fijamente a Shiny—. Es como una seña de identidad.

—Pues es una seña de identidad muy rara —la dorada pegaso devolvió la mirada a su amiga—. Algún día un poni quedará atrapado ahí dentro —señaló la crin que ladeaba a lo largo del cuerpo de la unicornio— y morirá ahogado. Además, debe ser una tarea titánica lavar y acondicionar toda esa marabunta de pelo.

—¿Acaso insinúas que mi cabellera no está bien tratada y lavada? —Gentle empezaba a enfadarse.

—No, me refiero a que tienes que perder mucho tiempo en dejarlo tal como está ahora —Shiny también empezó a enfurruñarse—. Además, no sé a quién intentas engañar… esa crin es un claro homenaje a la Princesa Celestia. Seguramente sea ella quien te inspire cada día.

Los ojos de Gentle comenzaron a encenderse de rabia. Comparar su crin con la de la Princesa Celestia era como clavar un cuchillo por la espalda. Aunque Shiny tenía razón en una cosa: la Princesa Celestia era quien la inspiraba cada día… hacíendo que su odio fuese cada vez más profundo.

—Claro que la crin de la Princesa Celestia ondea al viento de forma espectacular —continuó diciendo Shiny—, mientras que la tuya cae por ambos lados del cuerpo hasta casi rozar el suelo. En serio, más de una vez te has tropezado con tu propio pelo.

Gentle se relajó. Shiny estaba en lo cierto. Quizás era hora de un cambio de look y cortar su crin… aunque decidió, finalmente, descartar esa idea. Se había prometido a sí misma que no se cortaría la crin hasta que venciese a la Princesa Celestia… o hasta que ésta la perdonase.

—Bueno, ¿entráis o qué? —Muffled se acercaba, sonriente—. Estáis tapando la entrada a la mina.

—Hola Muffled —saludó Shiny. Gentle únicamente asintió con la cabeza, a modo de cortesía—. Hoy es un día especial… —la dorada pegaso sonrió—: Gentle va a hacer la entrada número cien a la mina.

—¿Ya es la número cien? —Muffled se ajustaba el casco protector—. Parece que fue ayer cuando entró por primera vez… Enhorabuena, Gentle.

—¿Qué importa que sea la número cien o la doscientos? —la unicornio de dos colores preguntó irónicamente—. Lo importante es que hay trabajo que hacer.

—Eso es cierto, muy cierto —Muffled se acercó a las dos yeguas—. Y es hora de empezar la jornada… ¿Vamos?

Las tres entraron juntas a la mina, con Gentle a la cabeza. Muffled y Shiny se miraron y asintieron a la vez, con una sonrisa en la boca.

—Bueno —la jefa de mineros fue la primera en hablar—, si es la entrada número cien de Gentle a la mina, habrá que preparar un evento especial, ¿no?

—Ya lo tengo pensado —respondió Shiny—. Ayer vi una gema perfecta para esta conmemoración: de tamaño ideal, perfectamente tallada de forma natural y, lo mejor de todo, es que es negra.

—¿Una gema negra? —Muffled abrió los ojos, sorprendida—. ¡No puedo creerlo! Las gemas negras son rarísimas… Casi podría decirse que son únicas —miró a su alrededor y continuó hablando—. Parece mentira, pero llevo muchos años en esta mina y aún me sigue sorprendiendo.

Gentle cada vez estaba más aburrida de la conversación entre Shiny y Muffled, así que aceleró el paso, haciendo que las dos elevasen el ritmo para seguirla. La unicornio de dos colores recordaba que, hace mucho tiempo, en lo más profundo de la mina, había visto una gema como la que acababa de describir Shiny. Pero paró de repente: si iba directamente hacia esa gema, las otras dos se preguntarían cómo sabía de su existencia, si se suponía que nunca había llegado antes hasta esa profundidad.

—¿Vamos bien? —preguntó, girando su cabeza para mirar a las dos yeguas. Afortunadamente para ella apenas habían recorrido unos pocos metros, por lo que su secreto estaba a salvo.

—Por el momento vas perfectamente —respondió Shiny—. Casualmente has elegido justo las bifurcaciones exactas, pero aún queda mucho camino para llegar. Iré yo primero, si no os importa —tanto Gentle como Muffled asintieron.

Pasaron un recodo tras otro hasta que, después de casi una hora de viaje, llegaron a un largo pasillo apuntalado. La dorada pegaso se paró y, mirando a las otras dos, dijo:

—Ya hemos llegado. Está torciendo esa esquina —señaló una salida que había un poco más adelante—. Gentle, haz los honores…

Ésta se adelantó y caminó despacio. Tuvo que reconocer que estaba expectante y ansiosa por ver la gema negra… otra vez. Efectivamente había estado allí hace mucho tiempo aunque, a pesar de que todo el interior de la mina había cambiado, lo recordaba como si hubiese sido el día anterior.

Cuando torció el último recodo, miró directamente hacia la pared. Ahí estaba la gema negra, tal como debía ser. Detrás de la unicornio llegaron Shiny y Muffled, aunque ellas se quedaron quietas, asombradas.

—¿Qué… es… esto? —Muffled no podía creérselo.

—Os… os juro que esto no estaba aquí ayer —Shiny estaba alucinando.

Gentle se giró, y entonces lo vio: en mitad del corredor, justo delante de ella, había un gran huevo, aproximadamente la mitad de grande que un potrillo, de color rosa con topos naranja. Gentle entrecerró los ojos. ¿Qué hacía un huevo en la mina, y más aún en un lugar tan profundo? Sin embargo, sabía a qué animal pertenecía ese huevo, lo cual hacía que la cantidad de preguntas que se estaba haciendo aumentase considerablemente.

—Creo que lo mejor será llevarlo fuera de aquí —aclaró finalmente la extraña unicornio, acercándose al huevo. Lo rozó con su pata y, notando el calor de su interior, exclamó—. Está a punto de eclosionar.

Sin dejar que las otras dos dijesen nada, se lo cargó en la grupa y lo envolvió con su crin, evitando así que pudiera caerse, además de protegerlo de posibles golpes… Entonces se dirigió hacia la salida. Shiny y Muffled, aún sorprendidas, la siguieron, mientras formulaban entre sí toda clase de preguntas sobre el extraño huevo.

* * *


Apenas habían salido las tres yeguas de la mina cuando los habitantes de Northwest Mines Town que estaban en la calle se arremolinaron a su alrededor, fascinados por el insólito hallazgo. También lo hicieron los mineros que se habían encontrado por el camino, que les habían seguido desde el interior de la mina, formando una comitiva.

Gentle caminó hasta la plaza, parándose al lado de la estatua. Miró a su alrededor y señaló a todos los unicornios que había, independientemente de su edad, haciéndoles una señal para que se acercasen. Después pidió a Muffled, a Shiny y a los demás ponis de tierra o pegasos, que buscasen urgentemente a todos los unicornios de Northwest Mines Town, ya que notaba en su grupa los movimientos de la criatura atrapada en el huevo, que pugnaba por salir.

Rápidamente fueron reunidos todos los unicornios en la plaza, al lado de Gentle. Ésta bajó sus patas traseras y dejó que el huevo, frenado por su crin, que aún lo seguía envolviendo, se deslizase suavemente hasta el suelo. Una vez reposado sobre la tierra, retiró con cuidado su pelo y, a pesar de que sabía que era el centro de las miradas, tosió para llamar la atención:

—Por favor, que den un paso adelante los unicornios que han estudiado en la Escuela de Magia de Canterlot —exclamó.

Unos dos tercios de los unicornios se adelantaron.

—Bien, ahora necesito que den un paso adelante los que han hecho alguna vez el hechizo de incubación mágica —continuó diciendo la yegua de dos colores—, pues hay muchísima diferencia entre la teoría y la práctica.

Esta vez, solo avanzaron unos pocos, entre ellos Magic Sales.

—Perfecto, y, por último, necesito que den un paso adelante los que hayan reconocido a la perfección a qué tipo de animal pertenece este huevo —Gentle habló por tercera vez—. Como sabrán los que han practicado el hechizo de incubación mágica, la diferencia entre especies puede ser determinante, y ese conjuro, mal efectuado, puede ser fatal para el bebé que hay dentro del huevo.

Nadie se adelantó. La unicornio de dos colores torció el gesto.

—¿En serio nadie sabe a qué animal pertenece el huevo? —preguntó, contrariada—. ¿¡Pero qué es lo que enseñan ahora en la Escuela de Magia!? ¿¡Estupideces!?

Magic Sales se adelantó un poco, saliendo en defensa de los unicornios que Gentle acababa de faltar al respeto.

—Te recuerdo que la Escuela de Magia de Canterlot es más representativa y exigente de Equestria —replicó—. Además, el hecho de pretender incubar un huevo con la magia es una estupidez..

—¡Pues mira lo que tienes delante de tu hocico! —Gentle estaba visiblemente rabiosa—. ¡Está claro que, para hacer las cosas bien, hay que hacerlo una misma! ¡¡Apartaos, necesito concentración!!

El huevo estaba dando bandazos en el suelo. Fuese quien fuese el bebé que hubiese dentro, quería salir a toda costa.

—Solo os pido que recordéis que, lo que salga de ese huevo, no es más que una criatura inocente —explicó la unicornio de dos colores—, así que os agradecería que no descarguéis en ese bebé vuestra ira. Yo me encargaré de cuidarlo… Siempre he deseado tener un bebé.

Los ponis empezaron a preguntar en alto qué clase de monstruo sería lo que contenía el huevo, para que Gentle diese ese aviso… y también empezaron a inquirir qué iba a hacer la unicornio del cuerno serrado, si todos sabían que ella no tenía ningún poder para lanzar un hechizo.

—¡¡¡CALLÁOS!!! —Gentle gritó, desesperada. El huevo había dejado de moverse. Eso era catastrófico... pues solo podía significar una cosa: la criatura de su interior no había tenido fuerzas suficientes para romper el cascarón, y estaba empezando a morir de agotamiento.

La unicornio de dos colores cerró los ojos con fuerza. Sabía que estaba mirándola todo el pueblo, y entre ellos estaban sus amigas… esas amigas que posibilitaban que ella pudiera volver a lanzar hechizos, gracias a la amistad que tenían entre todas…

Fijó mentalmente el huevo. Tenía que visionar en su cabeza una temperatura específica y aplicarla lentamente al huevo, a la vez que debía tener en cuenta las dimensiones del contenedor. Y se concentró. Se concentró como hacía mucho tiempo que no lo hacía, ya que una vida dependía de ello.

Su cuerno, cercenado casi desde la base, empezó a iluminarse, apareciendo al momento un espectral cuerno mágico, ocultando completamente su protuberancia. El color del aura que envolvía tanto al cuerno fantasmal como al huevo, era de un vivo e intenso rojo fuego.

El huevo empezó a elevarse hasta quedar unos centímetros por encima del suelo. Ahora Gentle debía pensar en la criatura de su interior, ponerse en su lugar, ser ella… y visionar la rotura del huevo desde el interior. Eso ayudaría al pequeño ser a salir del cascarón. Así lo pensó Gentle, y así lo hizo el bebé, a juzgar por las pequeñas grietas que empezaban a surgir en el cascarón. Entonces una bocanada de humo negro salió de los ollares de la unicornio, haciendo que los que observaban la escena retrocediesen, ligeramente asustados.

Finalmente, Gentle tenía que pensar en separar el cascarón, de tal forma que se formase un agujero, y volver a ser ponerse en el lugar de la criatura, para que este pegase la primera bocanada de aire puro, sin la protección del cascarón. Y así lo pensó la unicornio, y así lo hizo el bebé, rompiendo en dos el cascarón.

Gentle supo que lo había conseguido, a juzgar por los silbidos de júbilo y las pisadas de los espectadores, a modo de aplausos y, con una sonrisa, se desmayó.

* * *


Poco a poco, la unicornio de dos colores recuperó la consciencia. Tenía la cabeza apoyada sobre las patas delanteras de Shiny, mientras Muffled miraba alternativamente a ella y al huevo, con cara de preocupación. Gentle incorporó poco a poco la cabeza para ver qué había pasado con la criatura. Ahí estaba, todavía en el huevo, mirando perplejo a los ponis reunidos, que a su vez estaban asombrados y asustados por el bebé.

La unicornio de dos colores supo que su desmayo había sido apenas de unos segundos y sonrió: cada vez eran más cortos sus desvanecimientos después de usar magia.

—Gentle —Muffled fijó entonces su mirada en la unicornio—. No sabía que podías hacer magia.

—Quería enseñároslo a todos en una ocasión especial —declaró la unicornio mientras se incorporaba poco a poco—, y esta lo ha sido.

Entonces la jefa de mineros señaló la criatura que había en el huevo.

—¿Es… “eso” lo que creo que es? —dijo, clavando aún más su mirada sobre Gentle.

—Si te refieres a que es un bebé dragón... Sí, lo es —ésta empezó a acercarse al huevo y cogió cuidadosamente al bebé, levantándolo—. De hecho, es una bebé dragón, a juzgar por la doble espina que tiene en la punta de la cola —sobre el extremo de dicha extremidad, la bebé dragón tenía una espina a la izquierda y otra a la derecha, de tal forma que, juntas, se asemejaban a un lazo color celeste atado a la cola.

Gentle se atusó su crin con una pata, mientras sujetaba a la bebé dragón con la otra. Mientras, la observó detenidamente: la criaturita era roja, con la panza dorada, sus púas eran de color celeste, y sus ojos eran de un intenso amarillo. Cuando terminó de acicalarse el pelo, puso cuidadosamente a la criatura sobre su grupa, rodeándola con la crin. La bebé dragón cogió entonces un pequeño mechón y se lo llevó a la boca para chuparlo.

—Gentle, no puedes tenerla, es un dragón —Muffled señaló la grupa de la unicornio—, y nosotros somos un pueblo minero —y señaló la mina.

—Sé perfectamente que éste es un pueblo minero —Gentle miró furiosa a Muffled—. Pero… ¿Sabes tú a quién pertenece la mina?

La jefa de mineros calló, mientras miraba inquisitivamente a Gentle. Aunque la unicornio tenía razón, esas no eran ni formas ni el momento de decirlo. Todos los ponis reunidos empezaron a cuchichear desaprobando la actitud de la yegua de dos colores. ¿Quién se creía que era esa unicornio del cuerno roto? El hecho de que estuviese en el Consejo del Pueblo no le daba poder para menospreciar a los demás.

Únicamente sus amigas y los miembros del Consejo del Pueblo sabían de la verdadera situación con respecto a la mina y a Northwest Mines Town: en realidad Gentle Colors era quien podía hacer y deshacer lo que quisiese en ese pueblo… y ahora estaba demostrando que así era.

—Magic —Gentle giró la cabeza para mirar a la vendedora—, necesito pañales de bebé poni. Me servirán para ella —volvió a torcer la cabeza, señalando a la bebé dragón—. Y también leche en polvo especial para ponis, de nivel cero. ¿Tienes algo de esto en tu tienda?

—Sí, creo que sí —Magic, sin saber qué hacer, miró alternativamente a Gentle y a Muffled. Esta última le dio permiso para continuar, mediante un movimiento de cabeza—. Tal como está creciendo el pueblo, he ampliado la variedad, trayendo productos nuevos… Y entre ellos está todo lo relacionado con la maternidad.

—Entonces vamos —la unicornio de dos colores elevó la cabeza para proteger mejor al bebé, aunque, a ojos de los demás, ese gesto pareció ser de orgullo. A continuación empezó a seguir a Magic, que agachó levemente su cabeza. Entonces se dirigieron las dos a la tienda, ante las quejas de los ponis reunidos, y ante la atenta mirada de Muffled.

Una vez que las dos desaparecieron en el interior del colmado, Muffled se giró en redondo y, mandando callar, exclamó, furiosa:

—Reunión del Consejo del Pueblo. ¡Ahora!

Wise salió, como pudo, de entre la maraña de ponis y se acercó a Muffled.

—¿Aviso a Magic y a Gentle? —preguntó.

—A Magic sí… Cuando esté a solas. Pero no avises a Gentle. Va a ser una reunión del Consejo sin ella —respondió Muffled, resoplando de ira.

* * *


—Único punto del día: Gentle y el bebé dragón —Muffled seguía igual de enfadada.

—Bueno, técnicamente es una bebé dragón —matizó Disarming.

Muffled miró inquisitivamente al hotelero, lo que hizo que éste bajase la mirada.

—Único punto del día: Gentle y el peligro público número uno —continuó diciendo la jefa de mineros, esta vez mirando directamente a Disarming.

—Vamos, Muffled —cortó Wise—. Creo que te estás pasando un poco, ¿no crees?

Ésta miró de igual manera a Wise, pero Magic levantó la pata, reclamando la atención y, sin esperar respuesta, dijo:

—Opino igual que Wise. solo es un bebé… —miró de soslayo a Disarming y se corrigió a sí misma—. Solo es una bebé. ¿Qué daño puede hacernos?

—Comen gemas —respondió Muffled—. Desde que nacen. Y cuando crezca dejará la mina sin existencias. Y a nosotros nos matará de hambre por no tener gemas para vender.

—“Aún así, la mina pertenece a Gentle. Es la que más tiene que perder en este asunto” —expresó Look Talker, mediante movimientos de ojos.

—Y el pueblo tiene un 3% de participaciones de la mina, lo sé —la jefa de mineros continuó hablando—. Pero el 3% de nada es nada. Ese dragón debe irse por el bien de Northwest Mines Town.

En ese momento, con un golpe seco, se abrió la puerta. Era Gentle, portando a la bebé dragón en una especie de mochila para bebés poni, de tal forma que la pequeña le colgaba por delante.

—¿Por qué no he sido invitada a esta reunión? —preguntó.

—Lo sabes perfectamente —respondió Muffled—. Ese bebé dragón es un peligro para todo el pueblo y debemos decidir su futuro.

—Entonces con más razón debería estar yo invitada —continuó hablando Gentle—, para alegar en defensa de Reddish.

—¿Reddish? —inquirió Wise.

—Sí, así he decidido llamarla —contestó la unicornio de dos colores—, por su color predominante.

—Sabes que no puede quedarse, Gentle —Muffled intentó tranquilizarse, sabiendo que no ganaba nada enfadándose.

—No eres la única que piensa eso, Muffled —Gentle miró a la jefa de mineros—. He tenido que traer a Reddish conmigo, pues no está segura en casa, y menos sola. Según he venido he oído los cuchicheos a mis espaldas, y he sentido las miradas de desprecio.

—¿Entonces vas a entrar en razón y entregarla en adopción? —exclamó Muffled, mirando a Gentle.

—¿Entregarlo en adopción? —preguntó la unicornio de dos colores—. Veo que estás desesperada por hacerla desaparecer —señaló a Reddish—, sin importarte su seguridad. Es un bebé, no te va a comer… Sin embargo, no estoy segura de que tú no seas capaz de hacerle daño a la criatura. Eres un monstruo. Me das asco.

Y, después de decirlo, se dio la vuelta. Muffled estalló de rabia.

—¿¡Yo un monstruo!? —gritó, totalmente fuera de sí—. ¡A mí nunca se me habría ocurrido una estupidez tan grande como abrir un huevo de dragón en un pueblo minero! ¡¡Tú eres la que está loca!!

Gentle se dio la vuelta y miró con furia a Muffled.

—¡Estaba a punto de morir! ¡Si no llego a abrir el huevo…! —gritó.

—Quizás habría sido mejor dejar que la naturaleza hubiese seguido su curso —espetó la jefa de mineros.

Eso fue demasiado para Gentle. Se acercó a Muffled y le dio un gran y sonoro bofetón. Muffled, perpleja al principio, se rehízo inmediatamente e intentó devolver el golpe, pero fue sujetada por Wise y por Magic, que eran los que estaban más cerca de ella. A la unicornio de dos colores, sin embargo, la alejaron entre Look y Disarming.

—Por favor, por favor —exclamó Wise—. ¿Esto qué es, una reunión o el patio del colegio? Comportaos como ponis adultos.

—Tienes razón —respondió Gentle—. Lo siento… Siento que hayáis tenido que oír sus ponzoñosas palabras.

Muffled intentó zafarse, sin éxito. Esa maldita unicornio, además de abofetearla, le había faltado al respeto al insultarla de esa manera.

—Pues yo siento no haberte golpeado en mitad de esa cara de imbécil que tienes —soltó.

Lentamente, Gentle levantó una pata, señalando que no intentaría nada si la soltaban. Así lo hicieron Look y Disarming. Entonces la unicornio de dos colores se dio la vuelta y empezó a dirigirse a la puerta. Pero antes de llegar a ella, se paró, y, sin volver la vista, exclamó:

—Quiero ejercer mi derecho a veto para expulsar a Muffled Yell del Consejo del Pueblo.

El resto de los reunidos quedaron asombrados. Lo que acababa de ocurrir era altamente extraordinario. Nunca antes, en toda la historia de Northwest Mines Town, se había ejercido el derecho a veto, y lo peor de todo es que Gentle tenía el poder suficiente como para decidir ella sola quién entraba y salía del Consejo.

—El resto —continuó diciendo la yegua del cuerno roto—, podéis intentar indagar sobre lo realmente importante en este asunto: ¿Qué hacía un huevo de dragón en el interior de la mina? —entonces salió por la puerta, dejando atrás a un grupo totalmente anonadados por la orden de veto.

Pero la que peor había encajado la noticia había sido Muffled, que se dejó caer al suelo, completamente derrotada.

* * *


Shiny estaba esperando, frente a la puerta de la casa de Gentle, a que llegasen las demás. Estaba ilusionada pues, exceptuando aquella vez en Ponyville, nunca había visto un dragón, y menos uno recién salido del cascarón. Lo poco que había podido vislumbrar en la plaza le había encantado: era una criatura tan bonita, tan encantadora, tan maravillosa… que le parecía imposible que, de mayor, pudiese ser tan grande como para tragarse un poni de un bocado.

En seguida llegaron las amigas, que también estaban impacientes por ver a la pequeña dragón. Flashing empezó a corretear, adelantándose al resto, y llamó a la puerta. Quería jugar con esa criatura tan adorable... Aunque las demás también deseaban hacerlo.

Cuando Gentle abrió la puerta, todas las yeguas del grupo sonrieron: la unicornio de dos colores estaba amamantando a la dragoncita, mediante una especie de cinturón que le rodeaba el cuerpo, del que estaba amarrado un biberón lleno de leche a modo de pecho natural, aunque la yegua del cuerno roto lo tenía situado, por comodidad, un poco por debajo de las patas delanteras, mientras sujetaba cuidadosamente al bebé con una de las patas y con el casco de la otra dirigía el biberón.

—Hola, chicas —dijo—. Pasad, pasad…

Entraron y, excepto Gentle, que marchó a la cocina, las demás se acomodaron en el salón, que estaba lleno de paquetes de pañales, de paquetes de pañuelos infantiles, de cremas especiales para bebés y demás cosas para el cuidado de la pequeña. Apartaron cuidadosamente los objetos del sofá, mientras suspiraban: ellas también deseaban disfrutar de la maternidad. Únicamente Shadow no quería… De hecho miraba a las demás con los ojos entrecerrados, mientras sonreía a modo de complicidad.

—Estáis tontas —declaró la herrero—. Pero muy tontas, que lo sepáis.

—Oh, vamos… —respondió Shiny—. Parece que no te hace ilusión lo del bebé.

—Sí que me hace —respondió Shadow—, pero una cosa es ver a una bebé y otra muy distinta es querer tenerla. Se os ha activado el botón de “maternidad” a todas, y eso que aún no la hemos visto de cerca. Lo dicho, estáis muy tontas —y volvió a sonreír.

De repente, un gran ruido se oyó en la cocina, acompañado de un fogonazo. Todas se asustaron y, mirándose entre ellas, empezaron a levantarse, deseando que no le hubiese pasado nada a la criatura.

—No os preocupéis —exclamó Gentle desde esa habitación—. Ha sido la pequeña, que ha eructado fuego. Eso es buena señal —al oír eso, todas respiraron aliviadas—. Prefiero que lo haga aquí en la cocina, más que nada porque hay menos cosas inflamables que en el salón.

Acto seguido, la unicornio de dos colores volvió de la cocina, portando a Reddish en la mochila, mientras que en uno de los cascos llevaba una gema. Sacó cuidadosamente a la bebé dragón de la mochila y la apoyó sobre la pata que tenía libre, sentándose a continuación. Entonces le dio la gema a la criatura para que ésta se entretuviese chupándola, cosa que, a juzgar por los movimientos que hizo de sus pequeñas extremidades, siguiendo la trayectoria de la gema, deseaba hacer.

Una vez la bebé tuvo la gema en la boca, ésta empezó a babearla por todos lados, sorbiéndola con avidez. Entonces Gentle elevó la mirada para hablar con sus amigas. Estas observaron que, por primera vez en mucho tiempo, los ojos de la unicornio de dos colores estaban vivos y titilaban de emoción. Verdaderamente Gentle era feliz con esa criatura en sus patas.

—Es realmente preciosa… —dijo Shiny, enternecida.

—Es adorable… —Flashing estaba impaciente por acoger a esa bebé junto a su pecho.

—Es especial… —Knowledge miraba con ojos maternales, tanto a Gentle como a la pequeña criatura.

—Es maravilloso… —Feather aplaudía juntando con suavidad sus cascos, pues no quería hacer mucho ruido.

—Es… todo lo que han dicho ellas… —los ojos de Shadow empezaron a humedecerse.

—¿De verdad os gusta la pequeña? —preguntó Gentle—. He decidido llamarla Reddish.

—Un nombre muy apropiado… —declaró Shiny.

—Y precioso… como ella… —Knowledge estaba sonriendo de oreja a oreja.

Las demás asintieron.

—Por cierto, Shiny —comentó Gentle—, necesito que me traigas un poco de polvo de gema… He intentado triturar una gema para añadirlo al preparado lácteo pero he roto la batidora y la licuadora… Y con la trituradora de carne es casi imposible. Solo me ha dado para llenar un biberón.

—¿Tienes una trituradora de carne? —inquirió Knowledge—. ¿Por qué…?

—Oh, la tengo desde hace muchísimo tiempo —respondió la unicornio de dos colores—. Lo adquirí en Canterlot, cuando estaba estudiando. Por lo visto se habían equivocado en el envío y el vendedor, para darle salida, rebajó el precio a la mitad. Me pareció una buena idea comprar una, y menos mal que lo hice —Gentle miró a Reddish, que hizo una mueca sonriente—, porque si no, ella no tendría alimento con el aporte suficiente, ¿verdad, bichilla? —y le pellizcó suavemente la panza a la pequeña dragoncita, que emitió una risita.

—Una pregunta, Gentle… —empezó a decir Shiny—, ¿cómo es que sabes tanto de dragones y de su cuidado?

—Porque la tesis que hice cuando estaba en la Escuela de Magia fue precisamente sobre los dragones —contestó ésta—. Bueno, más exactamente fue una tesina múltiple entre cuatro alumnos, ya que la información que había hasta entonces sobre los dragones era bastante precaria. Y tuvimos que investigar, indagar, observar e incluso infiltrarnos entre los dragones…

—¡Pero eso es muy peligroso! —cortó Knowledge—. Si os hubiesen descubierto…

—De hecho, lo hicieron —Gentle sonrió—. Creo que ese día superamos todos los records de velocidad en la huida. Es más, a uno le quemaron la cola de tal forma que tuvieron que rapársela… Tardó meses en recuperar su pelaje original —entonces la unicornio de dos colores se rió de manera muy cálida.

>>Pero bueno, al final mereció la pena, a juzgar por la nota que nos pusieron: la más alta en la historia de la Escuela de Magia… Al menos eso nos dijo el director, porque por lo visto nuestra tesis fue un antes y un después en el conocimiento de los dragones… Incluso el claustro de profesores de la Escuela de Magia convirtió la tesina en un libro, con la autoría del profesor, a pesar de que él se negó y pidió que fuésemos nosotros los autores. Tiempo después, el profesor nos confesó que había cambiado levemente la tesis para la edición final, de tal forma que, cogiendo la primera letra de cada tema, se leyese “Hecho por…” y nuestros nombres… Pero creo que me he desviado del tema.

—Una historia realmente preciosa —confesó Shiny.

—Esto… Creo que aquí huele un poco mal… —Shadow, sonriendo, miró a Reddish.

Todas se acercaron y, efectivamente, el pañal parecía haber sido estrenado. Gentle pidió que le acercasen un pañal nuevo, un bote de polvos de talco, un paquete de toallitas con loción para bebés y la toalla que estaba en una esquina del sofá.

Cuando se lo acercaron, la yegua del cuerno roto puso la toalla sobre la mesita del salón y situó a Reddish encima del paño. Las demás se acercaron con curiosidad, pues no querían perderse detalle alguno de cómo Gentle iba a cambiar el pañal.

En un movimiento más instintivo que requeriente de esfuerzo alguno, Gentle quitó el pañal con los dos cascos y limpió los restos de excrementos del cuerpo de la pequeña dragoncita, usando un pañuelo con loción.

Sin embargo, antes de poner los polvos de talco, Reddish se relajó, poniendo cara de circunstancias… y orinó sobre la cara de Gentle. Todas se rieron, excepto la unicornio de dos colores, que se quedó observando a Reddish con los ojos entrecerrados.

—Me… has… orinado encima… —ésta balbuceó entre dientes—. Mereces un castigo, Reddish.

Todas dejaron de reír y abriendo los ojos por la sorpresa. ¿Acaso Gentle iba a hacer daño a la pobre bebé?

—¡Y ya sé el castigo que te voy a aplicar…! —Gentle acercó su cabeza al vientre de Reddish—: ¡¡La tortura del soplido!! —y, juntando su boca sobre la tripa de la dragoncita, empezó a soplar, de tal forma que el aire, al escapar, formaba un grave sonido que provocaba la risa de la pequeña. Y, cuanto más lo hacía Gentle, más se reía Reddish. Todas las amigas se contagiaron de la alegría y volvieron a sonreír.

Cuando Gentle, cansada, paró de hacerlo, Reddish bostezó. Se acercaba la hora de que durmiese, así que la limpió otra vez, le puso los polvos de talco y le ajustó el nuevo pañal. Después se giró hacia las demás:

—¿Queréis cogerla mientras me doy una ducha? —preguntó.

Todas se activaron como un resorte cuando oyeron esas palabras. Por supuesto que querían cogerla, y hacerle reír, y darles mimos, y hacerle cosquillas a la pequeña.

—¿No te preocupa que pueda…? —empezó a preguntar Feather.

—Si no puedo confiar en mis amigas, ¿en quién podría hacerlo? —respondió la unicornio de dos colores, justo antes de desaparecer de la habitación rumbo a la ducha.

Las cinco amigas aprovecharon el momento en que Gentle no estaba para hacer toda clase de caras raras a Reddish y gestos extraños… carantoñas a las que Reddish respondía con risas.

Knowledge fue la primera en cogerla, después lo hizo Shiny, más tarde la sujetó Feather, posteriormente Shadow la levantó y, por último, la sostuvo Flashing.

—Ten cuidado —le dijo Knowledge a la potrilla unicornio.

—Cógela por aquí —le recomendó Shiny.

—Pon las patas así —Feather colocó sus patas, como ejemplo, en una posición en concreto.

—Lo estás haciendo muy bien, Flashing —Shadow sonrió.

La prestidigitadora miró a todas con un gesto serio, excepto a Shadow, a quien le devolvió una sonrisa.

—Que sea más joven que vosotras no significa que no pueda sujetar a un bebé —exclamó—. Además, que yo sepa, tampoco vosotras tenéis mucha experiencia en esto.

Gentle volvió al salón, justo para ver cómo la pequeña dragoncita pegaba un largo bostezo.

—Creo que es hora de ir a dormir —dijo, cogiendo a la criaturita con sumo cuidado—, despídete de todas por hoy, Reddish —Gentle inclinó levemente a la bebé para que todas pudiesen despedirse. Así lo hicieron las cinco, bien levantando el casco como lanzando besos hacia ella.

La unicornio de dos colores, al dirigirse hacia la puerta, pasó al lado de un mueble y cogió un walkie-talkie emisor para bebés, después se encaminó a su habitación y dejó a Reddish suavemente en la cuna. Entonces empezó a cantarle una antigua nana.

Flashing fue hasta la puerta y miró de manera furtiva hacia la habitación de Gentle. El arrullo se oía muy bajito, así que volteó la mirada, hizo una señal de silencio a las demás y cogió el walkie-talkie receptor. Entonces volvió al sofá, donde estaban las demás con una sonrisa de oreja a oreja, y encendió el aparato.

La nana que cantaba Gentle era realmente preciosa y evocadora. Todas, excepto Shiny y Feather, recordaron su más tierna infancia, pues a ellas también le recitaron esa cantinela cuando eran bebés.

—Vale, la nana es bonita, pero… ¿por qué ponéis esas caras? —preguntó Shiny, sin comprender nada, mientras miraba a las demás. Entonces cruzó su vista con la de Feather, que tenía la misma expresión que ella.

—Esta nana me resulta muy conocida... —dijo Knowledge en voz baja.

—Esta canción la he escuchado antes... —exclamó Shadow, también en un susurro.

—Y yo… y recuerdo exactamente la voz con la que me la cantaban… Es la misma voz que usa Gentle con Reddish —expresó Flashing.

De repente la nana paró. Reddish debía de estar dormida. Flashing, saliendo de la ensoñación anhelante, se levantó rápidamente. Se acercó al mueble donde había cogido el receptor y, apagándolo, lo dejó en el mismo sitio. Gentle entró al salón justo cuando la potrilla unicornio acababa de sentarse de nuevo. La unicornio de dos colores cogió el walkie-talkie receptor y, encendiéndolo, lo puso sobre la mesa.

—Bien, ahora que Reddish está dormida, podemos hablar —dijo, mientras se sentaba en el sillón—. Os agradezco muchísimo que hayáis venido a ver a la pequeña… Sois las únicas del pueblo que se han interesado positivamente por ella.

—No puede ser —exclamó Shiny—. ¿Cómo que las únicas?

—Lo que oyes —respondió Gentle—. Todo el pueblo se está poniendo en contra de Reddish, solo porque es una dragona.

—Pero si es táaaan adorable —Flashing puso cara de poni buena.

—Lo es, pero ellos no quieren verlo —la yegua del cuerno roto bajó la mirada, apenada—. Reddish no está segura en mi casa, lo sé. Pensé por un momento que iban a ser más comprensibles, pero por desgracia me he equivocado.

—Quizás estés exagerando —comentó Knowledge.

—¿Sabes lo que he oído antes cuando iba a entrar en casa? —preguntó Gentle—. “Mira, ahí está el hogar de los monstruos”, dijeron dos sementales, mientras señalaban esta casa.

—Eso es horrible —expresó Flashing, lamentándose.

—Incluso Muffled se ha puesto en contra de Reddish… —declaró la unicornio de dos colores—. Es la última poni de la que me esperaría algo así.

—Por cierto —exclamó Shadow—, la he visto antes… estaba llorando, con Magic intentando animarla. Era una estampa muy triste, la verdad. Intenté acercarme para consolarla, pero Magic negó con la cabeza.

—Por lo visto su expulsión del Consejo le ha afectado más de lo que yo pensaba… —dijo Gentle, que volvió a la mirada, apesadumbrada.

—¿Muffled ha sido expulsada del Consejo del Pueblo? —la herrero abrió los ojos como platos—. ¡Pero si era toda su vida! ¡Entrar en el Consejo había sido un sueño para ella!

—He ejercido mi derecho a veto para su expulsión —indicó la yegua del cuerno roto—. Sé que ha sido una acción demasiado precipitada, pero no queráis saber lo que dijo ella sobre Reddish… y encima la pobre estaba ahí, oyéndolo todo —los ojos de Gentle empezaron a humedecerse por la tristeza.

—Tranquila Gentle, tranquila… —Shiny se levantó y se sentó en la oreja del sillón, mientras rodeaba los hombros de la unicornio de dos colores con su pata—. No pasa nada… Estáis a salvo ahora, y eso es lo importante.

—¡Pero es que dijo que Reddish debería haber muerto! —chilló Gentle, sollozando—. ¿Cómo puede alguien desear la muerte de… de… de un inocente bebé? —y, tapándose la cara, lloró amargamente.

Todas las demás se miraron entre sí. La situación era demasiado preocupante: Gentle y, sobre todo, Reddish necesitaban de su ayuda. Asintieron todas a la vez y Shiny continuó hablando:

—Vosotras quedaos en casa unos días, hasta que todo esto se tranquilice… Mientras tanto, nosotras te traeremos comida, pañales y todo lo que necesitéis —declaró.

La yegua de dos colores levantó la vista y miró a Shiny.

—Gracias… —dijo, aún con lágrimas en los ojos—. Gracias, de verdad… —abrazó a la pegaso—. Gracias a todas… Sois las mejores amigas que podría tener… —exclamó, mirando a las demás.

—De todas formas —respondió Shadow—, no creo que los demás sean tan estúpidos como para hacer una tontería.

Gentle miró fijamente a la herrero.

—Sé lo que es infundir terror a los demás —exclamó, señalándose su cuerpo de dos colores—. Es un horror que sufrí durante demasiado tiempo. No quiero que a Reddish le pase lo mismo. Ella es un ser inocente… Ni siquiera es capaz de controlar sus funciones básicas, lo habéis visto —volvió a llorar—. ¡Y yo que pensaba que los habitantes de este pueblo iban a comprender algo… qué equivocada estaba… son unos monstruos… lo son ellos, no Reddish!

Todas se levantaron del sofá y empezaron a rodear a la unicornio de dos colores, intentando consolarla.

—Tiene que salir de aquí —siguió hablando Gentle, entre sollozos—, alejarse de todos… Tiene que ir a un lugar seguro para ella, aunque sea lejos de mi lado. Es lo mejor… Aunque desgraciadamente tiene que aguantar unos días aquí… Su cuerpo aún está débil, no está preparada para un viaje largo… Y ese tiempo lo aprovecharán esos malnacidos —señaló hacia la calle— para intentar hacerle daño… Lo sé…

Sus amigas empezaron a hablar para alentar e intentar animar a Gentle. Declararon, entre otras cosas, que no iban a dejar que nada le pasase a Reddish, y acompañarían a las dos a todos lados, si salían, y vendrían a esa casa si decidían no hacerlo. Incluso todas dormirían allí, para evitar que le ocurriese algo a la bebé dragón.

* * *


Con una tristeza aún presente, Gentle empezó a recoger el salón. Apenas hacía unos minutos que sus amigas habían salido de casa y en breve volverían pertrechadas con un montón de cosas, entre ellas sacos de dormir. Habían decidido dormir todas esa noche en su casa, así como todas las veces que hiciese falta hasta que Reddish tuviese fuerza suficiente como para aguantar un viaje hacia otro lugar.

La yegua del cuerno roto estaba recogiendo el paquete de pañales con la boca cuando el walkie-talkie receptor se activó, oyéndose un fuerte ruido en la habitación donde estaba la cuna de la pequeña. Gentle directamente dejó caer el paquete y trotó, tan rápido como pudo, para proteger a Reddish. El sonido que salía ahora del receptor era el de la bebé empezando a llorar.

Cuando llegó a la habitación, encendió la luz y echó un rápido vistazo general. En la cuna, Reddish lloraba fuertemente, mientras que la ventana de la habitación estaba completamente rota. En el suelo, a escasos centímetros de la cuna, una gran piedra todavía estaba rodando. Alguien había lanzado esa piedra a través de la ventana y casi había impactado sobre la pequeña dragoncita.

Instintivamente, la unicornio de dos colores se puso por delante de la cuna y se acercó poco a poco a la ventana, para mirar quién había hecho esa salvajada. En la calle, tres jóvenes potrillos, aún sin Cutie Mark, miraban directamente hacia la posición donde estaba ella, gritando de alegría por haber acertado el impacto, mientras sopesaban más piedras.

—¡¡Malditos bastardos!! —gritó Gentle, asomándose por la ventana—. ¡¡Fuera de aquí u os convierto en piedra!!

Esas palabras asustaron a los potrillos quienes, dejando caer las piedras, empezaron a recular hasta que, dándose la vuelta, huyeron. Gentle se giró y miró directamente a Reddish, que aún seguía llorando, asustada. La unicornio de dos colores se acercó a ella y, cogiéndola, la llevó hasta su pecho. Entonces la yegua miró al infinito, mientras sus ojos se humedecían a raíz de la impotencia y el dolor por el incomprensible odio hacia Reddish.

Tardó poco en tranquilizar a la pequeña, pero su cabeza estaba en otra cosa, pues la situación era aún peor de lo que se imaginaba: si esos potrillos habían tirado piedras contra la ventana de la habitación de Reddish, era porque ellos ya odiaban a la bebé dragón, y un potrillo solo odia o ama lo que odia o ama todo aquel que está a su alrededor. Por lo tanto, los padres de esos chiquillos despreciaban a Reddish y habían alentado a sus hijos a aborrecer al mismo objetivo.

Gentle llegó a una conclusión: tenía que abandonar inmediatamente Northwest Mines Town. Probablemente los potrillos, asustados, contarían con exageraciones lo ocurrido a sus padres y estos, ayudados por sus familiares y por sus vecinos, se tomarían la justicia por su casco. En otros tiempos, Gentle podría haber acabado con todos los agresores en apenas un segundo, pero ahora, sin sus amigas a su lado, no tenía magia suficiente más que para defenderse débilmente, o bien para hacerlo de forma completamente descomunal…

De todas formas, el objetivo principal era proteger a Reddish, así que cogió a la pequeña y la llevó al salón, recostándola en el sillón. Después agarró un zurrón doble que estaba sobre una percha al lado de la puerta y se la ajustó, llenándola a continuación de unos cuantos pañales, cremas, leche en polvo, gemas y algún que otro juguete, asegurándose de que no debía llenarlo demasiado. Seguidamente asió la mochila y se la puso. Con sumo cuidado colocó a Reddish dentro de la bolsa porta-bebés y se dirigió a la cocina. Allí, en una esquina, había un aparato que destacaba completamente sobre el resto del mobiliario. Era la trituradora de carne. Tomó una gema de un pequeño montón al lado de la máquina y, encendiéndola, metió la piedra en la boca de entrada. Con una serie de chirridos y movimientos espasmódicos, la picadora empezó a machacar, poco a poco, la gema.

Cuando el aparato terminó de pulverizar la joya, Gentle cogió una servilleta y puso todo el polvo de gema dentro de la servilleta, plegándola y anudándola a continuación y metiéndola en el zurrón. Buscando qué más debía llevarse antes de salir del pueblo, volteó la cabeza, haciendo una panorámica de la cocina. Entonces encontró la correa con el biberón que estaba en la mesa y, agarrándola, la limpió con esmero en el fregadero.

Al cerrar el grifo, empezó a oír un ruido fuera de su casa. Temiendo lo peor, la unicornio de dos colores movió ligeramente la cortina. Fuera, en la calle, unos ponis, portando antorchas, se estaban arremolinando al lado de la estatua. De vez en cuando, alguno de ellos señalaba, con gestos violentos, hacia la casa de Gentle. Ésta frunció el ceño: definitivamente ya había empezado… El pueblo se había convertido en una turba rabiosa, y Reddish era el objetivo de su furia.

Desgraciadamente, sabía que no podía salir por la puerta principal, pues desde la posición en que estaba el grupo, sin duda las verían si usaban esa salida, y su posible ventaja se vería rápidamente reducida, a causa del peso de sus zurrones y del cuidado que debía tener con la pequeña… Solo quedaba una opción: debían escapar por la salida secreta. Gentle se acercó a su habitación, abrió el armario y descolgó una túnica negra. Con un rápido movimiento se lo puso por encima, logrando tapar de esa forma tanto su cuerpo como el de la pequeña dragoncita.

Estaba lista para salir, y sabía dónde tenía que ir para que Reddish tuviese una oportunidad de vivir. Tenía que ser un lugar donde tuviese todas las atenciones y, a la vez, ser completamente segura para ella… Y solo había un lugar en toda Equestria donde Reddish estaría totalmente a salvo: el Palacio Real de Canterlot.

CONTINUARÁ...


Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. Esperad atentos para la siguiente parte.

Postdata: Discord ansioso frente al ordenador de imagen de fondo... Pues que sepas que en este capítulo sales tú, campeón...
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 2ª Parte

Notapor Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 14:38

Pues ahora, cuando la mayoría está comiendo, aprovecho y pongo la siguiente parte:

TAGS:

Mucho de:

Imagen <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la segunda parte de cuatro:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x11

Reddish

2ª Parte


Wise había sacado de su resguardo oculto la armadura de guerra y la puso, parte por parte, sobre la cama, observando el conjunto con una mirada vacía. Su mente estaba en otra parte: aunque poco había que investigar sobre el asunto del huevo, pues únicamente podía haber sido uno de los mineros, aún no sabía a ciencia cierta si el huevo había sido introducido furtivamente o si la habían invocado dentro de la mina usando la magia.

Y también tenía dudas sobre el motivo de tal hecho… quizás fuese para comprobar la seguridad de Northwest Mines Town, o bien para probar el correcto funcionamiento de algo dentro de la mina… o quizás fuese para atraer la atención hacia la mina, o incluso desviarla de ella.

Sin embargo, estaba seguro de que tenía que ver con los robos que habían ocurrido en Detrot y en la mismísima Canterlot. Todos los objetos robados estaban relacionados con Gentle, así que lo más seguro es que el objetivo a robar fuese algo en el interior de la mina, pero también podría ser una estratagema para robar en la mismísima casa de la unicornio de dos colores.

Decidió entonces, mientras se ajustaba los protectores internos de los cascos, que lo mejor sería, por una pate, vigilar la casa de Gentle y, por otra, pedirle a Muffled la tabla de horarios de entrada y salida de mineros, para buscar en él un mínimo descuadre o cualquier alteración que le pudiera proporcionar una pista. Claro que solicitar la ayuda a Muffled implicaba meterla de lleno en un asunto demasiado turbio y peligroso, y no quería hacerlo… Aunque… ¿Y si pedía la colaboración de todos los miembros del Consejo? Sí, era la mejor opción.

Cuando cogió la siguiente parte de la armadura, escuchó un griterío en la calle, a la vez que, a través de la las cortinas de la ventana, entrevió oscilaciones luminosas. Sabiendo que algo estaba pasando fuera, se asomó, moviendo ligeramente los visillos. Entonces entrecerró los ojos, enfadado: fuera había una turba de ponis y parecían dirigirse a casa de Gentle.

Rápidamente puso la armadura otra vez a buen recaudo, dejándose únicamente puestos los protectores de las patas, que eran unas finas tiras doradas que podrían tomarse como un simple adorno. Después salió a la calle y se dirigió directamente a casa de la unicornio de dos colores.

Delante de dicha casa, llamando a la puerta, estaban las amigas de Gentle, ignorantes de lo que acontecía al otro lado de la calle. También, trotando con rapidez, todos los miembros del Consejo se dirigían al mismo lugar. Y, por delante de todos, Muffled Yell acudía, con gran velocidad, a la vivienda de la yegua del cuerno roto.

—¡Apartaos de la puerta! —gritó Magic justo antes de llegar.

—¡Esto era lo que quería evitar en la reunión de esta mañana! —Muffled se paró y, señalando la turba que empezaba a acercarse, dijo mirando a todos los miembros del Consejo.

—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Shiny, entrecerrando los ojos, aunque se imaginaba ya la respuesta.

—Quieren echar a Gentle y a Reddish del pueblo… O algo peor —exclamó Wise cuando llegó junto a los demás.

Flashing, asustada, llamó de forma insistente a la puerta. Si su amiga del cuerno roto estaba ahí, ellas debían entrar para proteger la casa, o bien necesitaban instar a Gentle para que ella y Reddish saliesen del pueblo hasta que se calmasen las cosas. Pero no hubo contestación desde el interior de la casa.

Cuando la turba de ponis furiosos llegó hasta el grupo, se pararon. El semental más fuerte y grande dio un paso hacia delante, mostrándose como el cabecilla. Era un poni de tierra de cuero marrón con la crin azul. Entonces éste miró directamente a Wise, que se había interpuesto directamente entre el grupo y la morada de Gentle.

—Aparta, pequeñajo —espetó el gran semental, enfadado.

—Por favor, volved a vuestras casas —respondió Wise—. Aún estáis a tiempo de recapacitar… Y nosotros olvidaremos todo este asunto.

—¡He dicho que apartes! —espetó el cabecilla—. Vamos a decirle a… “esa” —señaló la casa de Gentle— que no queremos monstruos aquí.

—Por favor, no me hagáis enfadar… —indicó Wise, mientras todos los miembros del Consejo se ponía inmediatamente detrás de él para reforzar la seguridad, cosa que también hicieron las amigas de Gentle y Muffled, aunque ésta última se puso en primera fila, al lado de Wise.

—¿Qué vas a hacer tú, pequeñín? —el gran semental se rió.

Wise miró a su alrededor. Un poco más allá había una piedra bastante grande, del tamaño de la cabeza de un poni. Manteniendo un espectral silencio, se acercó a ella y la cogió, volviendo a su posición inicial. Entonces, mirando con indiferencia al gran poni de tierra, agarró la piedra con las dos patas delanteras y comenzó a apretar. Entonces los protectores de la armadura empezaron a cumplir su trabajo… En cuestión de un par de segundos, la piedra literalmente reventó, convirtiéndose en arenilla.

Comprendiendo la indirecta, el cabecilla tragó saliva, asombrado. Lentamente, se giró en redondo y levantó una pata, indicando al resto del grupo que se disgregaba la turba. En un instante todos los ponis que la integraban volvieron a sus hogares y cerraron las puertas a cal y canto, a la vez que bajaron las persianas.

Al mismo tiempo, las puertas de otras casas se abrieron y de ellas empezaron a salir un gran número de ponis, portando sartenes, garrotes y amasadores de pan. Éstos empezaron a dirigirse hacia la casa de Gentle. Cuando se encontraron a la altura del anonadado grupo, se pararon.

—Hemos visto lo que habéis hecho —dijo una de las hermanas Numbers, en concreto Reale.

—Y nos habéis hecho armarnos de valor… —añadió la otra hermana Reale, Imaginary.

—¡Venimos a defender a Gentle y a la bebé dragón! —exclamaron las dos a la vez.

Todos los miembros del Consejo, todas las amigas de Gentle y Muffled Yell sonrieron. Afortunadamente, una gran cantidad de ponis de Northwest Mines Town estaban, como ellos, de parte de Gentle. Ponis que no la veían como un monstruo, ni a ella ni a Reddish. Sin duda, esa era una gran noticia.

Flashing volvió a llamar a la puerta de la unicornio de dos colores, pero seguía sin responder nadie.

—Mirad —Wise señaló a un lateral de la casa.

Se reunieron todos junto a él y entonces lo vieron: una de las ventanas bajas estaba rota, con apenas unas pequeñas esquirlas de cristal que colgaban del batiente. De hecho, el espacio que había era suficiente para que un poni adulto pudiese pasar.

—¡¡No puedo creerlo!! —chilló Shiny—. ¿Y si alguien entró por ahí y sorprendió a Gentle y a Reddish? —miró con los ojos como platos hacia los demás—. ¡¡Sin nosotras a su lado, Gentle no tiene magia!!

Flashing, temiendo lo peor, comenzó a llorar, mientras llamaba desesperadamente a la puerta.

* * *


Gentle llegó a la señal de la encrucijada de caminos. Se volvió durante un momento y miró, con gesto preocupado, en dirección a Northwest Mines Town. Sentía haberse marchado sin avisar a sus amigas, pero era apremiante alejar a Reddish de ese ambiente nocivo.

Por suerte para ellas dos, la casa de Gentle disponía de una salida secreta en el subsuelo, que estaba dos puertas a la izquierda de la de “La cocina de los horrores”, como a veces llamaba Gentle al cuarto donde tenía su “comida”. A pesar de que tenía hambre, no cogió nada de comida de ese cuarto, pues sabía que si la pillaban en Canterlot, el hecho de portar ese tipo de alimento iba a ser un agravante. Aunque sí tomó un cuchillo, intuyendo que iba a necesitarlo cuando llegase el momento.

Miró hacia Reddish, que estaba mordisqueando, a la vez, una gema y un mechón de la blanca crin de Gentle. Por lo menos la bebé dragón parecía estar bien, a la vez que ajena a todo lo acontecido. La yegua sonrió: quizás Reddish fuese en realidad más fuerte de lo que había creído en un principio, por lo que era posible que pudiese aguantar todo el ajetreo del camino.

Lentamente, Gentle tomó el camino de la izquierda y empezó a dirigirse hacia Ponyville y, desde allí, cogería el tren hasta Canterlot… Esperaba que en la estación de tren no hubiese ningún guardia, pues no quería fracasar tan pronto en su odisea.

* * *


Wise entró en casa de la unicornio de dos colores a través de la ventana rota, salvando con cuidado la zona de trozos de cristal que había en el suelo. Había dicho a los demás que iba a buscar a Gentle y a Reddish, pero ese no era su único objetivo: Cabía la posibilidad de que el ataque hubiese sido una distracción, con el único objetivo de robar algún objeto de la vivienda y, por lo tanto, que el ladrón fuese el mismo, o perteneciese al mismo grupo, que el ladrón o ladrones que robaron en Detrot y en Canterlot.

Debido a la profesionalidad de los robos en las otras dos ciudades, no pudo descartar que nadie hubiese entrado en ese lugar, a pesar de que los trozos de cristales estaban desperdigados por todo el piso, sin que nadie los hubiese pisado. Al menos, eso podía dilucidar al observar las esquirlas que estaban más cerca de la ventana.

Rápidamente se deslizó hasta la siguiente habitación, observando rápidamente el panorama. Nada había sido tocado. Se movió hasta el salón, donde observó un hueco vacío en el perchero que estaba junto a la puerta, y después hasta la cocina. Todo lo demás estaba impoluto, a excepción de los paquetes de pañales y demás que había comprado Gentle esa mañana.

Registró toda la casa, con igual resultado. Abrió cajones y armarios, observando de un vistazo su interior. Sin embargo, en la habitación de la unicornio de dos colores, al abrir el guardarropa, torció el gesto: una de las perchas estaba vacía. Solo le quedaba una habitación por analizar: la biblioteca. Entró allí rápidamente, buscando cualquier objeto cuya desaparición destacase. Conocía perfectamente el afán de perfeccionamiento que tenía la unicornio, así que, si faltaba algo, por pequeño que fuese, rápidamente lo notaría. Pero no faltaba ningún libro, ningún pergamino, absolutamente nada.

Sin embargo, se fijó en un volumen en concreto. Con sumo cuidado, lo sacó de la estantería y miró su portada. Ésta era completamente negra y estaba llena de runas doradas, formando un extraño idioma. Wise no podía creerlo… ¿Cómo había sido capaz Gentle de obtener semejante libro? Sabía que toda la biblioteca de la unicornio de dos colores era portentosa, conteniendo libros prácticamente imposibles, valiosos y únicos, pero ese compendio era exactamente la mayor joya de la colección. Otra duda surgió entonces en la cabeza del semental: ¿podía haber sido capaz esa yegua de haber descubierto sus secretos? Si así era, Gentle era aún más impresionante de lo que se imaginaba. Rápidamente abrió el libro y empezó a hojearlo. En todas las páginas donde había hechizos, alguien había escrito, al pié de la página, una serie de anotaciones. Fijándose mejor, determinó que la letra de las notas era inconfundiblemente de la yegua de dos colores. Wise se sorprendió: Gentle no solo había sido capaz de descrifrar esos legendarios hechizos, sino que, a juzgar por lo que se podía leer en los comentarios, los había mejorado hasta superar los límites más increíbles.

Al cerrar el volumen, su sonrisa era acentuada: definitivamente ésta era la prueba de que Gentle había cambiado para bien, pues el hecho de que Equestria siguiera existiendo, teniendo en cuenta el alcance y poder de esos conjuros modificados, era la demostración de que su corazón estaba eliminando la pátina de oscuridad y destrucción acumulado dentro de ella durante demasiado tiempo. De todas formas, tendría que informar a la Princesa Celestia de la posesión de ese grimorio por parte de la unicornio de dos colores.

—¿Están dentro? —preguntó Shiny desde fuera, a través de la ventana rota.

Wise dejó el libro exactamente en la misma posición y se dirigió hacia la habitación desde donde había entrado. Entonces miró directamente a la pegaso y negó con la cabeza. A continuación salió de la vivienda y se juntó con los demás.

—La casa está vacía —declaró—. Pero, exceptuando la ventana rota, no hay rastros de lucha o de violencia, así que lo más probable es que se hayan ido, pues he notado que falta un zurrón, una túnica y algunas cosas más. Incluso es posible que lo hiciesen antes incluso de este triste episodio de venganza —comentó, señalando panorámicamente hacia las casas del pueblo, dando a entender que estaba refiriéndose a la turba.

>>Tenemos que ir a buscarlas, pero no para traerlas de vuelta, sino para acompañarlas hasta donde hayan decidido ir. Ahora mismo, lo más importante es que Reddish llegue a un lugar seguro para ella. Ya habéis visto lo que ha ocurrido aquí, así que es crucial que la misión de Gentle siga adelante —siguió diciendo el semental.

>>Necesito… No, mejor dicho, todo el Consejo del Pueblo necesitamos que os quedéis aquí para vigilar la casa de Gentle —Wise miró a los habitantes del pueblo reunidos allí—, así como también debéis estar alerta de la entrada a la mina —expresó, pues no quería dejar cabos sueltos con el asunto del huevo—. Es posible que algún poni, totalmente trastornado, intente volar la montaña, para querer dar a entender lo que ocurriría si Reddish sigue en el pueblo… Recordad que únicamente nosotros sabemos que ella ya no está aquí.

—Wise —comentó Magic—, ¿quieres que nos quedemos nosotros también? —señaló a Disarming, a Look y a ella misma—. Más que nada porque alguien tiene que organizar los grupos para las tareas.

—Perfecto —el semental sonrió, agradeciéndole la idea a la tendero—. Iremos en su busca sus amigas, Muffled y yo —entonces se dirigió hacia ellas y continuó hablando—. Vosotras tres —señaló a Shadow, a Knowledge y a Flashing—, indagaréis en ManeHattan, vosotras dos —señaló a Shiny y a Feather—, lo haréis en Fillydelphia. Muffed y yo iremos a Ponyville. ¿Estáis de acuerdo? —todas asintieron—. De acuerdo, id a vuestras casas y aprovisionaros para el viaje, pues va a ser largo… En quince minutos saldremos todos desde aquí —Wise señaló la casa de Gentle—. Y, por favor, tened cuidado ahí fuera.

Todos los elegidos se dirigieron a sus respectivos hogares y cogieron comida y dinero, así como otras cosas que podrían necesitar. Wise, además de hacer lo mismo, volvió a sacar la armadura de guerra y lo envolvió en un pequeño manto grisáceo, que cargó junto a sus enseres.

Cuando todos se reunieron de nuevo en el lugar indicado, Magic entregó a cada grupo un paquete de pañales, otro de toallitas, dos botes de leche en polvo y varias tarrinas de crema infantil.

—Cuidad de que lleguen sanas y salvas a su destino… —dijo al terminar, con lágrimas en los ojos.

A continuación, la comitiva de rescate salió silenciosamente del pueblo, dividiéndose en pequeños grupos al llegar a la encrucijada de caminos.

* * *


Con una expresión sombría, y limpiándose los restos de vómitos de la comisura de su boca, Gentle entró en Ponyville. Había tardado menos de lo que esperaba. Afortunadamente Reddish había aguantado perfectamente el viaje y su comportamiento había sido tranquilo, como si supiese que el viaje era para encontrar el lugar ideal para ella. De hecho, ni siquiera se había quejado en ninguna de las dos veces que Gentle tuvo que cambiarle el pañal. Por lo tanto, viendo la entereza y fuerza que poseía la pequeña dragoncita, la unicornio había decidido acelerar la velocidad mediante el uso de la magia.

Reddish seguía chupeteando, alternativamente, la gema, que ya tenía los bordes redondeados, y la crin de la unicornio, que también había mermado su longitud, fruto de la excesiva y ácida salivación de la bebé dragón.

Gentle se dirigió inmediatamente hacia la estación de trenes, pues nada se le había perdido en ese pueblo y debía llegar lo antes posible a Canterlot. Una vez allí, compró el billete mientras intentaba ocultarse de la mirada inquisitiva del vendedor. Sabía que estaba llamando la atención con ese manto por encima, aunque también supo que lo atraería aún más si no estuviese ataviada con la túnica.

Esperó pacientemente en el andén a que llegase el tren. Entonces, por detrás de ella, empezaron a escucharse murmullos. Se giró y vio al vendedor de billetes hablando con dos guardias. Gentle sabía que ella era el motivo de esa conversación, así que se apartó hacia un lado y salió de la zona visible de la plataforma, hasta situarse en un punto tal que seguiría oculta de los soldados, incluso si estos salían al andén para buscarla.

Al poco tiempo llegó el tren, que paró lentamente en la estación de Ponyville. Gentle esperó en su sitio, mientras el resto de viajeros subía o bajaba de los distintos vagones. Sabía que los guardias estarían mirando directamente hacia el ferrocarril, esperando que ella subiese. De hecho, los soldados se colocaron directamente al lado de las puertas de los dos vagones que tenía la locomotora enganchada. Gentle entrecerró los ojos y apretó los dientes: estaba atrapada, pero las tornas cambiarían. Solo debía esperar a que todo se volviese propicio para ella. Entonces el silbato de la estación sonó y la expresión de la unicornio cambió a una fría y desagradable sonrisa.

Cuando se cerraron las puertas y empezó a moverse el tren, Gentle comenzó a trotar hacia delante, rumbo a las vías. Los guardias la vieron y emprendieron, a su vez, la persecución, intentando interponerse en el camino de la unicornio. La locomotora cada vez aceleraba más y más, y los soldados cada vez estaban más cerca de Gentle… pero ésta estaba desesperada por conseguirlo… Y lo consiguió: en el último momento saltó, impulsándose con las patas traseras, mientras que, con una de las delanteras sujetaba a Reddish, y con la otra se aferró a la escalerilla del último vagón del tren, posicionándose, de forma poco ortodoxa, en la parrilla horizontal.

Rápidamente Gentle se rehízo y miró a la pequeña dragoncita. A la bebé dragón esa acción le había parecido divertida, a juzgar por las risas que emitía. Afortunadamente no le había pasado nada. Gentle exclamó, mientras sonreía:

—Próxima parada: Canterlot.

* * *


Cuando Wise miró hacia atrás, las amigas de Gentle ya no estaban a la vista.

—Espera, Muffled… —dijo, haciendo parar a la jefa de mineros—. Tengo que ponerme la armadura y la túnica.

—¡Ah! —contestó ésta—. Así que eso era lo que tenías ahí… —señaló la grupa del semental—. ¿Una armadura? ¿Para qué…?

—A partir de aquí es demasiado peligroso —respondió Wise, mientras desenredaba el manto y empezaba a ajustarse las piezas—, y tenemos que ir lo más rápido posible. Gentle va directamente a su propia perdición.

—¿A su perdición? —Muffled estaba perpleja— ¿A qué te refieres con eso?

—Verás… —el semental se terminó de ajustar las piezas de las patas traseras—, Gentle va a llevar a Reddish al lugar más seguro de toda Equestria, ¿y qué lugar crees tú que es ese?

—Probablemente —la jefa de mineros se quedó pensativa—, si yo fuese ella, llevaría a Reddish a Canterlot… Es la capital de Equestria, donde más seguridad hay.

—Correcto —Wise acabó de ceñirse las piezas de las patas delanteras—, ¿Y cuál es el lugar más seguro de Canterlot?

—Eso es fácil —Muffled le miró directamente—. Donde reside la más sabia y poderosa de Equestria: la Princesa Celestia. Por lo tanto, el lugar más seguro de todo el país es el Palacio Real.

—Exacto —el semental acabó de ajustarse las piezas del pecho y el casco, y, cogiendo la túnica, se lo puso por encima, tapando completamente su cuerpo—. Y, por eso mismo, Gentle se dirige a su perdición.

La jefa de mineros abrió los ojos como platos.

—¿Pero cómo…? —dijo, sin saber cómo seguir.

—Porque Gentle Colors y la Princesa Celestia son enemigas —declaró el semental. Muffled quedó sin habla—. Sube a mi espalda, te seguiré contando por el camino… —Wise estiró la pata hacia la jefa de mineros, que aceptó dudosa la invitación.

Una vez ésta se situó, agarrándose como pudo a la túnica, sobre la espalda del semental, éste se encabritó, poniéndose a dos patas. Muffled, en equilibrio precario, se agarró aún más fuerte, apretando sus patas traseras sobre los flancos de la grupa del semental. Cuando éste volvió a su posición inicial, comenzó a galopar cada vez más y más rápido, hasta que el paisaje se convirtió en una amalgama sin sentido de líneas horizontales.

—Si notas que te mareas, cierra los ojos —aconsejó Wise.

—¿Qué… es… esto? —Muffled tenía los ojos fuertemente cerrados y estaba completamente asustada, lo que hizo que apretase aún más su sujeción sobre la grupa del semental, que ni siquiera se inmutó.

—¿Verdad que es maravillosa? —Wise sonrió—. Es una armadura de guerra realmente espectacular. Ahora mismo estamos, literalmente, volando a ras de tierra. Esto es lo que sienten los Wonderbolts cuando ejecutan sus acrobacias.

—¿Ganas de vomitar? —la jefa de mineros empezó a sentir unas ligeras arcadas. Wise se rió.

—De acuerdo, bajaré un poco la velocidad —dijo al final, después de reírse, y frenó un poco.

—Mucho mejor —Muffled se tranquilizó—, gracias.

Hubo un pequeño silencio bastante incómodo.

—Wise, hay algo que no comprendo —habló la jefa de mineros—. Teniendo en cuenta la forma de ser tan paciente y condescendiente que por lo general tiene Gentle, ¿cómo es que no ha perdonado a la Princesa? Si ésta no pudo devolver su cuerpo al color original, no es culpa suya. Y es más… ¿Por qué la Princesa Celestia odia a Gentle?

—Deberías saber que esa historia es completamente falsa —respondió Wise—. Ni ella se presentó a la prueba de acceso donde sufrió su alteración, ni se limó el cuerno cuando sus padres la repudiaron, al abandonar el pueblo. De hecho, ellos nunca han estado en Northwest Mines Town. Pero Gentle va contando esta historia a todo el mundo porque necesita exteriorizar una explicación a su aspecto y, a la vez, tiene que protegerse ella misma y a los demás de la verdad… una verdad que es mucho más cruel y despiadada.

—¿Pero qué…? —Muffled comenzó a inquirir, pero paró de repente, pensando en lo que acababa de escuchar.

—Continuaré con la historia, si no te importa —el semental cortó de repente.

—Como quieras —Muffled volvió a preocuparse por su estómago, el cual estaba alterado por la excesiva velocidad que tenían. La jefa de mineros volvió a sufrir un amago de arcada, que rápidamente apagó mediante un gran trago de saliva. Ajustándose de nuevo en la espalda de Wise, deseó que ese caótico viaje acabase lo antes posible.

—Comenzaré desde el principio —el semental se aclaró la garganta—. La Princesa Celestia no siempre ha sido tan gentil y amable como es ahora. De hecho, para ajustarse a la verdad, habría que decir que casi todo el tiempo su reinado ha sido una dictadura.

—¿Cómo puedes decir eso de la Princesa Celestia? —la jefa de mineros soltó una de sus patas y golpeó, a modo de capón, la cabeza de Wise, aunque retiró inmediatamente el casco, que palpitaba de dolor, gracias a la dureza de la armadura que portaba el espía.

—Desde que tuvo lugar la victoria de las dos Princesas sobre Discord —continuó diciendo Wise, que no había sentido el golpe—, la Princesa Celestia tuvo que gobernar el país con casco de hierro, pues Equestria estaba sumido en un caos político y social, con ciertas fuerzas y familias más o menos poderosas que pugnaban por hacerse un hueco en Palacio o, por qué no, incluso luchaban por sustituir a las mismísimas Princesas, y hacerse con el poder de un país emergente.

>>La única forma de gobernar un país así, y de paso eliminar de raíz todo intento de sublevación, era mediante una dictadura totalitaria encubierta. Y así lo hizo la Princesa Celestia, hasta hace relativamente poco tiempo.

—Yo pensaba que la Princesa Celestia siempre había sido el ser perfecto y poderoso que es ahora —Muffled se sorprendió.

—Como lo creen todos… —indicó Wise—. Es lo que tiene el poder controlar desde hace siglos lo que se escribe en los libros de Historia… —el semental se aclaró la garganta y, variando ligeramente el tono, comentó—. “La historia es una serie de hechos contada con la versión de los vencedores” —acelerando ligeramente el paso, siguió explicando, ésta vez con su voz normal—. Además, la tiranía solo se hacía patente dentro de Palacio. Fuera, a la vista de todos, había un aparente bienestar y satisfacción, tal como hay ahora. Por eso, a ojos de los habitantes de Equestria, todos los ataques contra la Princesa Celestia eran perpetradas por criaturas malvadas, cuya misión era provocar el caos y la destrucción en todo el país, cuando en realidad la mayoría de las veces los conspiradores lo que pretendían era instaurar el verdadero orden y paz.

—¿Y qué tiene que ver Gentle en todo esto? —preguntó Muffled, intentando pensar algún ataque contra la regente de Equestria en los últimos años. Excepto la de Nightmare Moon, largamente conocido, no recordó ninguno más.

—Ahora llego a esa parte… —respondió el semental—. Una vez medianamente asentado el país, como ya no había necesidad de seguir con ese sistema de gobierno, empezaron a surgir, a lo largo del tiempo, voces discordantes. Voces como la de la Princesa Luna, la de varios nobles y también de Gentle Colors, que estaba, digamos, en una posición privilegiada, pues llegó a ser su aprendiz. Esas voces abogaban por un reinado basado en el amor y la amistad, contrarios al reinado basado en la fuerza que aplicaba en secreto la Princesa Celestia.

>>Ésta desoyó esas voces y siguió con ese tipo de gobierno, sin comprender por qué se quejaban, si el poder del rencor era perfecto para la magia…

—¿El poder del rencor? —inquirió Muffled, extrañada.

—Dependiendo de las emociones, hay varios tipos de “aprovechamiento” de la magia—explicó Wise—. Unos tipos son positivos y otros son destructivos, de tal forma que se contraponen entre sí. Y, dentro de cada lado, se pueden distinguir varios niveles. Por ejemplo, el odio normal, o rencor, es lo contrario al cariño o amistad, así como el contrario del amor verdadero es el odio puro. Pero luego te seguiré explicando, ahora centrémonos en la historia…

—De acuerdo —contestó la jefa de mineros, volviéndose a agarrar fuertemente a la túnica del semental.

—Tanto la Princesa Luna como Gentle Colors, en diferentes épocas, comprendieron que la única forma que tenían de que la Princesa Celestia descubriese lo equivocada de su forma de gobernar era enfrentándose a ella, pues la regente no atendía a razones. Aunque cada una lo hizo de forma distinta, aunque acabaron de igual manera: la Princesa Luna, convertida en Nightmare Moon, fue exiliada a la Luna, mientras que con Gentle, Celestia fue bastante más… cruel.

—¿Cruel? —preguntó Muffled—. ¿Qué puede ser más cruel que exiliar fuera del planeta durante mil años?

—Muy fácil —exclamó Wise, de forma irónica—: siendo acosada y perseguida hasta más allá de los límites.

—¿En serio Gentle fue perseguida por la Princesa Celestia? —interrogó la jefa de mineros.

—Sí, lo fue —respondió el semental—. Hasta que la Princesa Celestia comprendió realmente el sentido de lo que, tanto la Princesa Luna como Gentle, pretendían que viese. Por lo tanto, convirtió poco a poco la forma de su reinado, pasando de ser una tiranía encubierta a lo que ves ahora… Aunque también comprendió que tenía dos problemas... Dos grandes problemas.

—Nightmare Moon y Gentle Colors, ¿no? —dijo Muffled.

—Exacto —comentó Wise—: por un lado estaba su hermana acumulando un gran rencor y, por otro, estaba Gentle Colors, que, a raíz de ser acosada sin descanso, lo que acumulaba no era rencor, sino odio en estado puro.

>>Con su hermana, el problema era más apremiante pues, aparte del parentesco sanguíneo, sabía que no podía defenderse usando los Elementos de la Armonía; pues había cambiado su… llamémoslo “Base mágica”, de rencor, como fue en un principio, a amistad, como lo es actualmente. Por eso estuvo esperando hasta encontrar una aprendiz que fuese idónea para desempeñar el papel que ella no podía hacer… Y al final la encontró: Twilight Sparkle.

—¿Twilight Sparkle no es la bibliotecaria de Ponyville? —Muffled entrecerró los ojos, pensativa.

—La misma —contestó el semental—. Desde que nació, la Princesa Celestia supo de su gran potencial mágico, así que designó a su sobrina, Cadance, para que fuese su niñera y la orientase para la tarea hacia la que estaba destinada: convertirse en su sucesora.

>>Cuando estuvo preparada, Twilight fue llevada a la Escuela de Magia de Canterlot, y le pusieron una prueba realmente difícil... la misma que ha hecho esta mañana Gentle: incubar mágicamente un huevo de dragón… y que, casualmente, fue la misma prueba que hizo antaño, cuando estudiaba en dicha Escuela, atrayendo en su momento la atención de la Princesa Celestia, al igual que lo atrajo, mucho tiempo después, la consecución de la prueba de Twilight Sparkle.

>>Quizás fuese por azar del destino, o bien es posible que todo estuviese completamente tejido, pero el caso es que Twilight consiguió pasar la prueba, gracias únicamente al poder basado en la amistad, representado por algo llamado “Sonic Rainboom”. Ese hecho fue investigado minuciosamente, y se descubrió que las ponis más afectadas, ya que todas eran yeguas, confluían en un mismo punto: todas eran muy sensibles a la magia basada en la amistad.

—Y se hicieron muy amigas, ¿verdad? —Muffled estaba empezando a comprender.

—Eso es —expresó Wise—. Esas seis ponis son Twilight Sparkle, Pinkie Pie, Rainbow Dash, Rarity, Fluttershy y Applejack. Una vez descubierto esto, la Princesa Celestia se aseguró de ser ella misma la que enseñase a Twilight la cantidad suficiente de hechizos, y también, sin que su aprendiz lo supiese, “moldearla” de tal forma que pudiese aprovechar lo más posible la magia basada en la amistad.

>>Pero la Princesa Celestia no disponía de mucho tiempo: el exilio de Nightmare Moon llegaba a su fin, aunque Twilight también se dio cuenta de ello. Desesperada, la Princesa Celestia envió a su pupila a “reunirse” con las demás. Y el resto de esta historia ya la conocemos todos…

—Sí —aclaró Muffled—: vencieron a Nightmare Moon y evitaron así que la noche se volviese eterna. No creo que haya nadie en toda Equestria que no conozca esa hazaña.

—Bien, entonces volvamos a hablar de Gentle —Wise bajó la cabeza, ligeramente entristecido—. Aunque con Gentle el problema era de menor magnitud, ella ha sido, y es, un verdadero quebradero de cabeza para la Princesa Celestia. Y al decir “de menor magnitud” me refiero únicamente a que Gentle no era capaz de hacer magia, ya que su cuerno roto, que es el punto focal que posibilita realizar magia en un unicornio… Digamos que su rotura fue el primer castigo que recibió.

—Pero esta mañana la hemos visto hacer un hechizo —cortó la jefa de mineros.

—Eso es porque está volviendo a basar su poder mágico en la amistad… —respondió el semental—, que es su estado más afín con respecto a la captación de la magia. Es más, actualmente, todo a su alrededor ha sido propiciado para que así sea: ¿quién crees que “dejó” a Flashing Hooves a las puertas de Northwest Mines Town? ¿Y quién crees que indujo a Shiny Eyes para que llegase a Northwest Mines Town? Ha sido la mismísima Princesa Celestia, que ha movido tierra y cielo para juntar a las seis yeguas y formar así el grupo...

—¿En serio me estás diciendo que todo el asunto de reunir a todas ellas ha sido orquestado? —cortó Muffled, sobresaltada—. Es tan… repulsivo.

—Lo sé —respondió Wise—, pero se hizo para que Gentle tuviera una alternativa: escoger de nuevo el camino de la amistad. Aunque no lo parezca, Gentle es una hechicera muy poderosa… tanto, que, en su estado actual, la cantidad de seres capaz de hacerle frente es muy reducida.

—No creo que Gentle sea tan fuerte —dijo la jefa de mineros—. Solo la hemos visto hacer un hechizo esta mañana, y después se ha desmayado…

—La incubación mágica de un huevo de dragón es uno de los hechizos más difíciles que existen —aclaró el semental—. Pocas veces, a lo largo de toda la historia, se ha conseguido realizar ese hechizo con éxito. Los habitantes del pueblo lo ignoran, pero en realidad hemos asistido a un acontecimiento espectacular. Y recuerda que Gentle apenas puede canalizar la magia, debido a la pequeña protuberancia que tiene por cuerno… Además, hace muy poco tiempo que las seis amigas están reunidas, por lo que las fluctuaciones de onda mágica aún son muy altas e inestables, requiriendo un gran esfuerzo por parte de Gentle.

—De acuerdo, Gentle es ultra-mega-super-espectacularmente poderosa —expresó Muffled—. Entonces, ¿por qué no ha ido la Princesa Celestia a detenerla, usando los Elementos de la Armonía con ella?

—Simplemente porque no puede —respondió Wise—, por dos razones: por una parte, porque ahora mismo no representa un problema para Equestria, ni siquiera ahora, que ha ido adquiriendo negocios aquí y allá, tanto en Equestria como en países extranjeros. Negocios que son…

—¿Que son qué? —interrumpió la jefa de mineros—. ¿Ilegales? ¿Turbios?

—No, no es eso… —titubeó el semental—. No son ilegales, ya que Gentle no solo paga religiosamente todos los impuestos, sino que sus negocios hacen prosperar los pueblos en los que están ubicados, de tal forma que lo que antes eran lugares abocados a la desaparición se han convertido, gracias en parte a esos negocios, en sitios cuya vida ha resurgido.

—¿Entonces qué problema hay, si son positivos no solo para ella, sino para los habitantes de esos municipios? —inquirió la yegua, extrañada.

—Como diría “Número tres”, el problema estriba en que esas sociedades son demasiado estratégicas —fue la respuesta que dio Wise.

—¿Estratégicas?

—Exactamente —contestó el poni—. El tejido financiero de sus compañías comprende aspectos esenciales de la vida, de tal forma que llegan a afectar a la misma existencia de los equestrianos, así como de los habitantes de otros países donde ella también opera. Y, aunque por el momento el tamaño de la red empresarial que Gentle posee es pequeña, su ubicación y propósito podría denominarse como preocupante, pues se ha llegado a un punto tal que hacerla desistir de sus planes, o recomprando y haciendo públicos sus negocios haría que Equestria y las arcas reales se resintiesen enormemente.

>>De hecho, hace unas semanas hubo una reunión entre la Princesa Celestia y los tres “Números”, en el que se abordó, entre otros temas, la cuestión del patrimonio empresarial de Gentle Colors. “Número Tres” arremetió de forma excesivamente dura contra ella, tachando a Celestia de ser excesivamente blanda con ella. ¿Y sabes qué le contestó nuestra amada soberana? ‘Que mientras Gentle Colors siguiese haciendo las cosas como hasta ahora, preocupándose más por el bienestar de los demás que el del suyo propio, la dejaría campar a sus anchas’…

—¡Bien por Celestia! —cortó Muffled.

—Pero “Número Tres” replicó sobre lo que fabrican y venden algunas de sus empresas, ya que podrían definirse como “elementos de índole demasiado íntimo” —continuó hablando Wise—, pero objetos legales y “necesarios”, al fin y al cabo. Y también comentó que estábamos todos ciegos, y no queríamos ver lo que de verdad pretendía nuestra amiga de dos colores: obtener el poder total de Equestria usando su estructura empresarial, mediante chantaje y tácticas de terror.

—¿Eso dijo ese tal “Número Tres”? —Muffled no podía creer que hubiese alguien capaz de atacar de esa forma a alguien a quien probablemente ni siquiera conocía… Al menos no tanto como ella.

—Más o menos —respondió Wise—, con más florituras, pero a la vez con palabras más venenosas, pero en esencia eso fue lo que comentó, mientras su sonrisa de suficiencia nos delataba como seres inferiores a él…

—Valiente imbécil... —espetó la jefa de mineros, torciendo el gesto, deseando por un momento que ese tal “Número Tres” estuviese delante suyo, para así decirle cuatro cosas.

—Pues no veas la expresión que puso cuando Celestia le respondió… —la sonrisa de Wise se acrecentó—. Aún recuerdo la respuesta que nuestra monarca soltó: “Si yo no puedo creer en que verdaderamente ha cambiado, y que sus acciones son generosas y auténticas, ¿de qué sirve? Si su intención es realmente pura y bondadosa con el pueblo equestriano, el simple hecho de coartar sus pretensiones y su libertad conllevaría una desmesurada respuesta, así como un retroceso en la confianza que cada una de las dos tiene sobre la otra. Y sinceramente, esas son posibilidades que ni siquiera me planteo. ‘Confianza’, ‘amistad’, ‘tolerancia’… son palabras que deberías comenzar a aplicar en tu entorno, ‘Número Tres’. Pero tienes razón en una cosa, y es que darle carta blanca no significa dejar Equestria desprotegida, y es un asunto que yo misma me encargaré de hacer en su momento”.

—¡Bien por Celestia! —volvió a exclamar la rojiza yegua.

—Pero tienes razón, es un imbécil... —aclaró el amarronado poni—. “Número Dos” hizo un estudio al respecto y se determinó que, si ahora mismo Gentle echase por tierra todo lo que ha hecho hasta ahora y, preocupándose únicamente por sí misma y por el afán de conquistar monetariamente Equestria, en una escalada inusitada y exponencial de compras empresariales, tardaría una media de entre sesenta y setenta años en hacerse con el control financiero del país, y de algún año menos si lo hiciese en otro país más pequeño. Pero al ritmo que va actualmente, tardaría siglos en lograrlo.

—Por lo tanto, “Número Tres” es imbécil, ignorante y un bobo... —soltó de repente Muffled, lo que hizo que Wise soltase una carcajada.

—Bien, entonces déjame continuar… —dijo finalmente el semental, elucubrando sobre la razón que aún debía exponer—. Bien, por una parte, porque Gentle no es un problema… —rememoró para orientarse, más bien hacia sí mismo que hacia la jefa de mineros, aunque el tono empleado sirvió para que esta escuchase claramente las palabras emitidas.

>>Por otra parte, con respecto al asunto de los Elementos de la Armonía… —Wise quedó pensativo durante un instante—. Digamos que la Princesa Celestia los usó antiguamente, pero basando su magia en el rencor. Debido al cambio de base mágica hacia la amistad, propiciado por su cambio de estilo de reinado, no puede hacer uso de los Elementos de la Magia, como se llamaban originalmente esas joyas. Verás… Un ser no puede usar esos Elementos de la Magia basando su magia en dos “acepciones” diferentes, y menos aún si éstas son contrarias entre sí. Es decir, si yo usase esos Elementos basándome en el amor verdadero, el vínculo que se crearía entre ellos y yo sería “amor verdadero”, vínculo que quedaría fijado para siempre.

—¿Quieres decir que, como la Princesa Celestia usó antes esos Elementos de la Magia basándose en el rencor, ahora ya no puede usarlos basándose en la amistad? —inquirió Muffled, sabiendo ya la respuesta.

—Eso es —reconoció el semental—. Por eso abandonó los Elementos de la Magia en el antiguo Palacio Real, con la esperanza de que Twilight y las demás del grupo conectasen por primera vez su vínculo con ellos, basándose en la amistad que ya tenían entre sí. Y por eso mismo Nightmare Moon no pudo hacerlas funcionar, porque el vínculo que ella tenía con los Elementos de la Magia era de amistad, aunque pretendía usarlos basándose en el rencor.

>>Sin embargo, Gentle nunca llegó a usar esos Elementos de la Magia, por lo que todavía no hay ningún vínculo entre esos Elementos y ella. “Simplemente” fue su víctima cuando se enfrentó a la Princesa Celestia... y perdió.

—Parece que estás justificando a Gentle —la jefa de mineros entrecerró los ojos—. Sigues enamorada de ella, ¿verdad?

—No es eso —Wise se enfurruñó por un instante—. Gentle no es más que una yegua martirizada, al igual que la Princesa Luna, así como los demás que osaron atacar a una tiránica Princesa Celestia. Pero, al ser derrotadas, cambiaron... La Princesa Luna empezó a acumular, como dije antes, un rencor sin igual, mientras estaba exiliada en la Luna. Gentle, desde su fracaso, ha cometido un sinfín de actos horribles, inenarrables, prácticamente imperdonables… aunque justificables, si se achacan a la legítima defensa.

>>Pero te recuerdo que yo sirvo a la Princesa Celestia… a la actual, a la que es “la más sabia y poderosa” de toda Equestria. Mi misión es protegerla, a ella y a Equestria de todo peligro, y ahora mismo, sopesando todas las posibilidades, considero que el mayor peligro para todo el Reino es precisamente la propia Princesa Celestia.

—¿Cómo puedes pensar eso? —Muffled preguntó, soltando otro capón a la cabeza de Wise, y recibiendo otra vez el mismo daño de antes.

—Si la Princesa Celestia ve a Gentle en el Palacio Real —contestó el semental—, montará en cólera y quedará obnubilada. Entonces la atacará sin dilación y, como dije antes, la economía de varios países caerán como una fila de fichas de dominó. Lo único que puedo hacer es evitar que lleguen a encontrarse… O, si es tarde, intermediar en el asunto.

>>Antes me preguntabas por qué la Princesa Celestia guarda tal rencor a Gentle, después de haberse ensañado tanto con ella… La respuesta es muy simple: al cambiar su base mágica, basándose ahora en la amistad, la Princesa Celestia ha visto cómo era realmente en el pasado, y cómo la veían, tanto la Princesa Luna como Gentle. Sin embargo, Gentle duda realmente del cambio de ser de la Monarca y, por más que la Princesa Celestia intente demostrar que ha cambiado, Gentle sigue en sus trece.

—Entonces, ¿por qué Gentle va al Palacio Real? —interrogó la jefa de mineros—. ¿No sería más fácil llevar a Reddish a otro lado donde puedan cuidarla perfectamente?

—Supongo que querrá comprobar por sí misma que verdaderamente la Princesa Celestia ha cambiado —respondió Wise—. Ha estado demasiado tiempo fuera de Canterlot y solo sabe lo que le cuentan. Y, si efectivamente ve que ha cambiado, se jactará, porque sabrá que finalmente ha vencido a la Princesa Celestia, pues el objetivo que tenía al rebelarse era hacerla cambiar a lo que es ahora.

—Comprendo… —Muffled quedó pensativa un momento—. Entonces esto es como un juego para Gentle, ¿no?

—Por supuesto —declaró el semental—. Ella sabe perfectamente que está siendo manipulada para usar la magia con la base de la amistad, pero no le importa en absoluto. Es más, parece que realmente desea tomar esa vía…

—Pero... Si Gentle es tan perjudicial para la actual Princesa Celestia… —cortó la jefa de mineros—, ¿por qué ésta quiere darle una segunda oportunidad?

—Porque la actual Princesa Celestia quiere cortar definitivamente con esa parte del pasado —respondió Wise— y ser la princesa de todos por igual, siendo benévola. Pero para ello necesita el perdón de Gentle y así podrá cerrar la gran herida que tiene aún en su corazón. Gentle lo sabe y, por primera vez en mucho tiempo, se está divirtiendo con esta situación… Incluso está participando de buena gana en las cartas que Shiny le escribe a su abuela…

—¿Las cartas? —preguntó Muffled—. ¿Qué tienen que ver en todo esto?

—La amistad es un sentimiento demasiado difuso y extenso, que comprende prácticamente toda acción positiva entre dos o más conocidos —explicó el semental—. La Princesa Celestia lee personalmente todas las cartas que llegan a Palacio sobre el tema de “conocimiento de amistad”, vengan de donde vengan, por si puede aprender algo nuevo… Además de que es un gran método para controlar el conocimiento que tienen sus súbditos sobre el tema, para defender Equestria si hay algún ataque, utilizando un ejército de ponis capaz de usar la magia basada en la amistad…

>>Gentle lo sabe, y lo aprovecha. Participa en las cartas de Shiny para demostrar a la Princesa Celestia que sigue ahí… eternamente ahí… Es como hurgar en la herida del pasado, y en cierto modo una pequeña venganza de Gentle.

—Esa unicornio es perversa a veces… —matizó la jefa de mineros.

—Aparte, hay otra razón por la que Gentle recibe una segunda oportunidad —Wise ignoró el comentario de Muffled—, y es por… La Misión…

—¿Qué misión? —inquirió Muffled.

—Nadie lo sabe —respondió el semental—, ni siquiera la Princesa Celestia. Por lo visto, cuando Gentle recibió el ataque de los Elementos de la Armonía, algo extraño sucedió, algo que nunca se volvió a repetir. Desgraciadamente, los detalles únicamente lo saben la Princesa Celestia, la Princesa Luna y Gentle, aunque las tres mantienen un sepulcral silencio sobre este tema. Únicamente sé que los efectos no fueron los esperados cuando la Princesa Celestia y la Princesa Luna los usaron contra Gentle.

—¡Espera, espera, espera…! —cortó Muffled, que tenía los ojos como platos—. ¿¡Me estás diciendo que la Princesa Celestia y la Princesa Luna usaron los Elementos de la Armonía contra Gentle!? ¡Pero si hace mil años que la Princesa Luna se convirtió en Nightmare Moon! —entonces la jefa de mineros respiró hondo—. Debo estar demasiado nerviosa, porque por un momento creí que habías dicho que Gentle tiene más de mil años de edad...

—En realidad —Wise sonrió—, tiene algo más de mil doscientos…

Muffled abrió descomunalmente la boca y, por un momento, dejó de sujetarse a la túnica de Wise. Entonces, instintivamente, volvió a agarrarse con fuerza, con sus patas traseras, en los flancos del semental. Al posicionarse de nuevo en su lugar, intentó abarcar mentalmente lo que acababa de escuchar, pero eso era prácticamente imposible. Entonces pensó en la edad de Gentle y se sintió empequeñecida, insegura, como si fuese una potrilla comparándose a sí misma con una venerable anciana.

—Lo único que conocemos del asunto —continuó hablando Wise— es que los Elementos de la Armonía hicieron a Gentle, en el momento del ataque, un ser inmortal. Y, precisamente por eso, sabemos que la eligieron para una misión. Por desgracia, desconocemos por el momento cuál es… Puede ser que Gentle esté predestinada a manejarlos por sí misma en algún momento… O puede ser que el destino de Gentle sea destruirlos.

—¿Pero no se supone que los Elementos de la Armonía son joyas mágicas, o algo así? Entonces son irrompibles, ¿no? —cortó la jefa de mineros.

—En realidad los Elementos de la Armonía no son más que un contenedor verdaderamente complejo —respondió el semental—, pero lo que realmente los hace únicos es que en su interior están atrapados los seres más poderosos que jamás hayan habitado este mundo: los Señores Elementales.

—¿Los Señores Elementales? —inquirió Muffled.

—Verás… —Wise estaba decidiendo cómo continuar—: los Señores Elementales fueron los primeros entes que habitaron este mundo. Cada uno dominaba un elemento: agua, aire, fuego, tierra, luz y oscuridad. Tenían un poder sin igual y, para decidir quién era el más fuerte, cada uno creó un ejército propio y estos se pelearon entre sí. Esas batallas fueron de tal intensidad que cambiaron la fisionomía del mundo.

>>Más tarde surgieron dos pueblos, o mejor dicho, bajaron de los cielos y se establecieron en este planeta. Entonces vieron que todos los seres vivos que existían por entonces sufrían por culpa de los continuos ataques entre estos ejércitos, por lo que decidieron unir sus fuerzas y encerrar para siempre a los Señores Elementales.

>>Por una parte estaban el pueblo de Bullspain —en ese momento Muffled arrugó el hocico, al recordar el episodio de la lanza y el elemental de tierra—, que desarrollaron la ciencia hasta un nivel realmente portentoso, y el pueblo de Marelantis, que desplegaron una habilidad mágica aún muy lejos de nuestro alcance.

>>Su unión fue letal para los Señores Elementales, que fueron apresados uno a uno dentro de cada Elemento de la Armonía, bajo la aplastante superioridad del armamento y tácticas que diseñaron estos dos pueblos… Para que te hagas una idea: esta armadura que llevo y nos transporta es un ejemplo de la capacidad conjunta entre esos dos pueblos, y eso que solo es la armadura que llevaría un soldado raso… Pero volvamos al tema: el último Señor Elemental en ser capturado fue el de la Luz, cuya joya fue trasladada de plano, apareciendo esporádicamente cuando más se necesitaba, como hace mil años, cuando Nightmare Moon destruyó el antiguo Palacio Real, o hace unos meses, cuando las seis yeguas de Ponyville la necesitaron para vencer, precisamente, a Nightmare Moon, mil años después… ¿Y sabes por qué? Porque la luz es lo contrario a la oscuridad, oscuridad que convirtió a la inocente Princesa Luna en la malvada Nightmare Moon.

>>Entonces, después de vencer a los Señores Elementales, los dos pueblos decidieron que los demás debían ser libres de vivir según el libre albedrío, para que así pudiesen ser libres y felices… Entonces llegó Discord, que aprovechó que el pueblo de Bullspain se había hecho nómada y que los habitantes de Marelantis habían evolucionado hasta tal punto que dejaron su forma física, para hacerse con el poder. Y bueno, el resto de historia ya es más conocida: las dos Princesas lograron hacerse con los Elementos de la Magia, se enfrentaron a Discord y éste fue transformado en estatua.

>>El caso es que los Señores Elementales fueron encerrados dentro de los Elementos de la Armonía y aún hoy lo siguen estando… y espero que sea así durante mucho tiempo.

—Una historia fantástica, sin duda —Muffled no quería escuchar más, pues tenía, dentro de su cabeza, un barullo de datos y emociones, que debía asimilar lentamente, para comprenderlo detalladamente—. Pero, si no te importa, dame tiempo para entender lo que me has dicho.

—De acuerdo —Wise volvió a sonreir—. Aunque no vas a tener mucho, estamos llegando ya a Ponyville.

Fueron frenando lentamente, cosa que agradeció la jefa de mineros, hasta parar por completo a pocos metros de la entrada. Al bajarse, Muffled notó que temblaba, en parte por la emoción encontrada de lo que acababa de escuchar y en parte por la velocidad del viaje. El semental empezó a mirar hacia el cielo y reculó hacia un lado.

—Espera —dijo—. Es mejor que demos un rodeo hasta la estación de tren. No quiero que cierta pegaso celeste con crin multicolor me vea con túnica, pues me confundiría con otro poni y querría ajustar cuentas… Y lo último que me apetece es perder tiempo con tonterías.

* * *


Gentle estaba en el techo del último vagón. A pesar de haber comprado el billete, lo último que le apetecía era mezclarse con el resto de viajeros, y menos aún portando una túnica y llevando a una bebé dragón.

La unicornio de dos colores se había ajustado el cinturón con el biberón y estaba amamantando a Reddish. Desgraciadamente, sería la única vez que Reddish tomaría leche con polvo de gema en todo el camino, ya que, al desenredar Gentle la servilleta, una ráfaga de viento se había llevado casi todo el contenido de ésta, haciendo inútil los intentos de la unicornio para evitar que tal cosa sucediese.

Por fortuna, se estaban acercando a Canterlot y, con ello, al final del viaje. Al menos, con Reddish, pues ella aún tendría que volver a Northwest Mines Town. Y tendría que hacerlo con rapidez, pues la Princesa Celestia, al descubrir que ella había entrado en Palacio, intentaría apresarla, bloqueando inmediatamente todas las salidas de la capital del reino. Gentle tendría que haber salido del cerco para entonces.

Cuando Reddish terminó de tomar el biberón, Gentle se dio la vuelta y se sentó, a la vez que elevaba a la bebé dragón hacia su hombro izquierdo. Debían situarse en contra del viento para que, cuando la pequeña dragoncita eructase, el fuego que expulsase fuese hacia a favor del aire. Una llamarada surgió de la boca de Reddish, seguida de una risa, tanto de la bebé como de la unicornio.

Gentle volvió a bajar a Reddish y la situó sobre su regazo, girándose a continuación hacia la derecha. La besó en la frente y, mirándola con una gran ternura, dijo:

—Reddish… A partir de ahora ahí es donde vivirás —señaló el Palacio Real, la cual se elevaba majestuosamente sobre la capital, que a su vez se definía sobre el horizonte— y serás muy feliz, te lo aseguro… Lo serás, lejos de mí —susurró. Entonces la unicornio empezó a llorar, aunque las lágrimas se las llevó el viento.

CONTINUARÁ...


Nota de Editado: Cambiada una parte de una escena, para hacer a Gentle Colors menos poderosa.
Última edición por Sr_Atomo el 12 Ene 2015, 20:39, editado 2 veces en total
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Sr_Atomo
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x11 - 2ª Par

Notapor Volgrand » 08 Dic 2013, 17:39

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Notapor Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 17:47

Pues aquí va la siguiente parte:

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Mucho de:

Imagen <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la tercera parte de cuatro:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x11

Reddish

3ª Parte


Wise y Muffled llegaron a la estación de tren de Ponyville. Afortunadamente todos los habitantes del pueblo parecieron ignorar a la extraña pareja, incluyendo Rainbow Dash, que no apareció en ningún momento.

Wise se situó delante de la cabina de venta de billetes y empezó a toser para llamar la atención del vendedor, que estaba atendiendo al telégrafo, escribiendo en un papel el mensaje que le estaba llegando en ese momento.

Una vez terminó de garabatear, el taquillero se giró hacia la ventanilla y, cuando vio a aquél, que aún seguía pertrechado bajo una túnica, abrió los ojos como platos para entrecerrarlos a continuación.

—¡Vaya! —exclamó el vendedor—. Veo que hoy hay afluencia de encapuchados...

—¡Seguro que es ella! —intervino Muffled—. ¡Ha estado aquí!

Al oír eso, el taquillero empezó a gritar pidiendo auxilio. En cuestión de un instante, dos guardias se pusieron al lado de Wise. Muffled, viendo esa escena, instantáneamente reculó ligeramente, aunque, al momento, se armó de valor y avanzó, dispuesta a defender a su amigo.

—¡Basta! —gritó éste, entrecerrando los ojos—. ¡No permitiré que me pongáis los cascos encima!

Los soldados empezaron a enfadarse, mientras que el vendedor rió.

—La otra encapuchada se nos escapó —dijo—, pero tú pagarás los platos rotos. Y a ella… A ella la capturarán en la estación de Canterlot. El propio Capitán de la Guardia, Shining Armor, comanda su misión de captura, así que es imposible que salga de esta, al igual que tú.

—¡Dejadle en paz! —gritó Muffled—. Somos los buenos, ¿no lo veis?

—Cuenta eso a quien le interese, en la sala de detenidos que tenemos aquí, en la estación —le respondió el taquillero, mientras uno de los guardias se movió hacia ella, con intención de apresarla.

Wise empujó al soldado que le custodiaba, haciéndole caer, y rápidamente se quitó la pieza de la armadura de la pata delantera izquierda, así como el protector interno. Cuando el guardia se levantó, el semental levantó esa pata, apuntando directamente al soldado. Entonces, con los dientes, tiró de un hilo que estaba conectado al casco de dicha extremidad. Un gran tampón de carne, sujeto al otro extremo del cordel, saltó hacia un lado. El guardia miró la pata y, sorprendido, se cuadró ante Wise. A continuación éste volteó la pata hacia el otro guardia, obteniendo idéntico resultado.

—Quiero que envíes, de inmediato, un mensaje a la estación de tren de Canterlot, diciendo que se cancela de inmediato la orden de búsqueda y captura —dijo a continuación, mirando fijamente al vendedor.

—¿Por qué crees que voy a hacer esa estupidez? —respondió el taquillero.

Entonces Wise volvió a levantar su pata, esta vez directamente hacia el vendedor, que miró hacia él. Por debajo del casco había un gran socavón y, al fondo de éste, se veía claramente una dibujo escarificado: era el símbolo real de la Princesa Celestia.

—De… De acuerdo… —el vendedor, tragando saliva, empezó a mandar el mensaje.

—Y, si te preguntan por qué deben acatar esa orden —respondió Wise, volviéndose a ajustar el tampón de carne en la pata—, diles que porque provienen de “Número Uno”. Shining Armor lo comprenderá.

Mientras el vendedor mandaba con premura el mensaje, Muffled se situó al lado de su amigo, que estaba volviéndose a colocar la armadura de la pata.

—Eso ha sido realmente asqueroso —le dijo en voz baja.

—Pero necesario —respondió Wise, con el mismo tono de voz—. Es un pequeño precio por ser un espía de la Princesa Celestia. Y nos ha sacado de ésta, ¿no? —exclamó, sonriendo.

—¿Falta mucho para que llegue el próximo tren? —la jefa de mineros preguntó al vendedor, mientras se acercaba a la taquilla.

—Hace apenas veinte minutos que ha salido el último —respondió éste—. El próximo, en horario nocturno, vendrá en una hora y cuarenta minutos.

—Eso va a ser un gran problema —comentó Muffled, mirando a Wise—. Debemos esperar más de hora y media…

—No te preocupes —respondió el semental, señalando una pequeña locomotora negra situada en un andén muerto—. Tengo una idea…

>>Perdone —dijo, dirigiéndose al vendedor—, ¿esa locomotora de ahí está operativa?

—Bueno… —respondió éste, dubitativo—, es un modelo viejo que hemos retirado la semana pasada, así que, con un mínimo ajuste, podría ser operativo de nuevo… —miró hacia abajo durante un instante y continuó hablando—. Si lo necesitan, avisaré al mecánico para que se ponga de inmediato con su puesta a punto —entonces, sin esperar respuesta, volvió a bajar la cabeza y pulsó un botón situado bajo el mostrador..

Al momento un operario, ataviado con un maletín de herramientas, se presentó y, tras una corta conversación con el vendedor, se dirigió hacia la locomotora parada y empezó a arreglarla.

Tanto Wise como Muffled esperaron sentados junto a la taquilla, ante la atenta mirada de los guardias, así como de los primeros viajeros del siguiente tren, que llegaron muy temprano.

- - -


—Ya está listo —dijo el operario, poniéndose junto a la taquilla.

—Perfecto —respondió Muffled.

—El problema —comentó el vendedor— es que no tenemos ningún maquinista disponible ahora mismo…

—No te preocupes —le cortó Wise—, sé conducir algunas locomotoras… ¿qué modelo es?

—Oh, es un modelo antiguo… —respondió el taquillero—. Concretamente, una APECK-101.

—Bien —Wise sonrió—, ese modelo lo conozco… —y, dirigiéndose hacia Muffled, añadió—. Nos vamos…

Los dos se acercaron al tren y descubrieron que tenía el contenedor de carbón por la mitad… Sería más que suficiente para ir a Canterlot.

* * *


Gentle terminó la carta que tenía pensado poner junto a Reddish, aprovechando que ahora ésta estaba dormida. Lo había escrito pensando en ablandar el duro corazón de la Princesa Celestia… Duro cuando se trataba de Gentle, blando con todos los demás, según había oído la unicornio de dos colores. Quizás, a pesar de que era Gentle la que llevaba a Reddish, el corazón de la Princesa aceptase a la bebé dragón, pues era una criatura inocente.

Acababan de entrar en Canterlot, por lo que, suavemente, se echó sobre el techo del tren, cuidando de que Reddish no se despertase. Faltaba muy poco para abandonar la seguridad del tren y adentrarse en la parte más difícil del viaje: Canterlot y el Palacio Real.

Al cabo de unos pocos minutos, empezaron a entrar en la estación de tren de la capital del reino. Gentle miró a su alrededor, maravillada. El edificio era realmente espectacular, tal como debía ser, teniendo en cuenta de que era una de las entradas más importantes de Canterlot. Aunque poco duró su admiración: repartido por toda la estación había una innumerable cantidad de guardias reales. Unos eran unicornios, otros pegasos y otros ponis de tierra, pero todos parecían calcos del anterior, pues eran de cuero blanco o gris y sin ningún rasgo realmente diferenciador del resto. Gentle se acurrucó sobre el techo, sabiendo que estaban ahí por ella. Seguramente habían enviado, desde la estación de Ponyville, la noticia de captura… Pero eran tantos guardias que Gentle dudaba de que, si hubiese ido al descubierto y pregonando quién era, la seguridad hubiese sido más férrea.

En ese momento, el tren empezó a frenar. La unicornio de dos colores empezó a idear vías de escape, y desdeñándolas poco después. Simplemente no veía ninguna posibilidad de escapar sin provocar una sangrienta batalla campal… Si al menos hubiesen ido sus amigas con ella, quizás podría haber hecho el hechizo de la Cutie Mark, aunque seguramente la habrían atrapado antes de lograr abrirse paso entre tal maraña de guardias.

“Quizás pueda usar un hechizo de… “, pensó, pero también descartó la idea, “No, incluso utilizando los conjuros originales seguramente destruiría toda Canterlot, afectando a sus inocentes habitantes. Además, perdería demasiado tiempo preparando las runas, y seguramente me descubrirían”.

Cuando el tren paró del todo, Gentle permaneció completamente quieta, aunque sí se apretó algo más sobre el techo del vagón, y se quedó observando: Unos cuantos guardias se acercaron a los vagones, haciendo ademán de entrar en ellos. La unicornio sonrió: si subía la cantidad suficiente de soldados al tren, la posibilidad de escapar se vería rápidamente aumentada, pues, con suerte, el número de guardias que permaneciesen en el andén sería lo suficientemente reducida como para poder intentar una huida, aunque eso conllevase estar constantemente escondida en Canterlot… Una Canterlot que había crecido y evolucionado durante siglos, y que ella no conocía.

Entonces se fijó en un poni diferente, un unicornio. Su cuero era blanco y su crin, como su cola, eran azules, con una franja celeste. Su mirada inquisitoria le terminó de delatar. Parecía el Capitán de la guarnición que estaban buscándola en la estación. La sonrisa de Gentle se acentuó: quizás, si llegase hasta él, podría tomarlo como rehén, amenazando con cortarle el cuello con el cuchillo que portaba en el zurrón. Sí, parecía la mejor opción. Solo tenía que esperar el momento justo para lanzarse directamente hacia él. Y tenía la sorpresa de su parte, pues nadie se esperaría que la presa que buscaban se lanzase directamente hacia el líder de los depredadores.

Los soldados empezaron a entrar al interior del tren. “Aún no es suficiente”, se dijo Gentle a sí misma, “Tengo que seguir esperando...”. Se acurrucó aún más, intentando ocultarse del todo. Los guardias seguían entrando a los vagones, quedando el andén cada vez más vacío. Se acercaba el momento de saltar hacia su presa. Así se lo hizo saber su pelaje, que empezó a erizarse, presa del patente nerviosismo. Lentamente, e intentando hacer el menor ruido posible, sacó el cuchillo del zurrón y se lo puso, con el filo hacia fuera, entre los dientes, apretando fuertemente con éstos la parte metálica. Estaba lista para la acción.

Ideó mentalmente la táctica que debía seguir a continuación: de un salto bajaría del techo del vagón y se situaría en plena línea de tiro, esperaría dos segundos y saltaría hacia la izquierda, donde empujaría a un aún sorprendido soldado, después avanzaría dando otro salto, seguido de otro brinco hacia la derecha, hasta situarse por detrás de otro guardia y, esquivando su lanzazo, le saltaría por encima, evitando así los ataques mágicos que le lanzarían desde el tren. Seguidamente avanzaría tres pasos y brincaría hacia atrás, esquivando el hechizo del capitán y, de otro salto hacia la izquierda, los restantes ataques mágicos desde el lateral derecho. Entonces solo tendría que avanzar rápidamente hasta posicionarse al lado del oficial y ponerle el cuchillo en el cuello. Pan comido.

De repente, lo que parecía un operario de la estación se acercó hacia el capitán, acompañado de dos guardias. Cuando se puso al lado, el operario se cuadró como pudo y le entregó un papel al oficial. Rápidamente éste lo leyó y, entrecerrando sus azules ojos, hizo una señal y se dio la vuelta. En un momento todos los guardias, incluyendo los que estaban dentro de los vagones, le siguieron, dejando la estación completamente vacía.

Gentle respiró aliviada. Lo último que deseaba era correr riesgos, y menos aún teniendo a Reddish colgando del cuello en su mochila porta-bebés. Y tampoco quería arriesgar la vida de ese capitán, pues, según se había comportado con los viajeros del tren que estaban empezando a salir, distaba mucho de la actitud que habían mantenido con ella los soldados, asesinos y cazarecompensas, a lo largo de toda su vida. Parecía que, por fin, había tenido lugar un cambio importante en Equestria y, sobre todo, en el corazón de la Princesa Celestia… Ese capitán no era despiadado y, si en algo Gentle se sentía orgullosa, era que en toda su vida nunca había matado a un ser inocente.

Se levantó y bajó lentamente la escalerilla, para no despertar a la pequeña. Cuando llegó a la rejilla del vagón, la locomotora tocó el silbato y el tren empezó a acelerar. Entonces la unicornio de dos colores se apresuró a saltar al andén. Después miró hacia atrás y sonrió ligeramente ante la triste ironía: tanto la subida al tren como la bajada había sido accidentada, como accidentada habían sido tantas cosas en su vida.

Y pensó, durante un instante, en lo que había ocurrido en ese andén. Estaba segura de que el mensaje que había recibido el Capitán de la Guardia Real había sido lo que la había salvado, y sabía perfectamente quién lo había enviado: Wise Words. Por lo tanto, él estaba tras su pista y, aunque el sitio más cercano donde podría haber enviado ese mensaje estaba aún lejos, en Ponyville, probablemente habría hecho todo lo posible por estar ya camino de Canterlot. Así que disponía de poco tiempo para llevar a cabo su cometido.

Entonces Gentle entrecerró los ojos. Seguramente Wise quería que ella lograse su objetivo. Pero, ¿y si lo que intentaba ese semental era eliminar la competencia, para ser él el que la cazase? Si eso era lo que Wise pretendía, ella presentaría batalla.

* * *


Muffled sujetaba la palanca de aceleración, tal como le había enseñado Wise, mientras él se ocupaba de echar, mediante paladas, el carbón a la caldera. Apenas acababan de salir de la estación de Ponyville cuando Muffled empezó a hablar, aprovechando que estaban los dos solos en la locomotora.

—¿Por qué? —preguntó.

—¿Por qué qué? —inquirió a su vez Wise.

—¿Por qué me has contado todo esto? —reiteró otra vez la jefa de mineros—. Parece la típica información que no debería saber nadie… Ya sabes, alto secreto o algo así.

El semental se rió.

—No te preocupes —respondió—, no es más que información reservada, y tengo potestad para contártelo —entonces se puso serio—. Te lo he contado porque necesito que lo recuerdes —exclamó.

—¿Que lo recuerde? —interrogó Muffled—. En ese caso, no te preocupes, no creo que lo que me has dicho se me olvide fácilmente.

—No es eso —contestó Wise—. Aunque he decidido que, cuando volvamos, revertiré el hechizo en todos los miembros del Consejo, en las amigas de Gentle y, por supuesto, en ti.

—¿Qué hechizo? —la jefa de mineros se extrañó.

—Gentle ha estado viviendo en el terreno donde se asienta Northwest Mines Town desde antes de que éste se empezase a construir —explicó el semental—. Pero ninguno de sus habitantes se ha percatado de ello. Para todos, Gentle es una extraña unicornio con una edad equivalente a la que aparenta. Ese efecto es la consecuencia directa de un conjuro modificado de olvido, lanzado por uno de los primeros colonos, bajo la orden directa de la Princesa Celestia.

>>Este hechizo se lanzó por precaución, tanto de todos con respecto a Gentle, como de ella con respecto a los demás. Cada cierto tiempo, todo aquel que esté en el pueblo, olvida el verdadero pasado de Gentle… Mejor dicho, devuelve su memoria a un punto inicial. De esa forma, todos siguen conociéndola, a la vez que “adquieren” una historia patrón sobre ella, que es la que todos “hemos oído alguna vez”. De esa forma, cada uno se olvida de lo que realmente es.

—Que sepas que eso es algo horrible y cruel —fue la respuesta de Muffled.

—Pero necesario —comentó Wise—. Imagínate que Gentle está conspirando para rebelarse otra vez. Con el hechizo activado, sus seguidores olvidarían todos los planes antes de ejecutarlos, por lo que Equestria volvería a estar a salvo. Además, Gentle también se ve afectada por el hechizo, por lo que, de esa forma, puede disfrutar de una vida más o menos apacible, una y otra vez… Aunque últimamente se comporta como si hubiese superado el hechizo, cosa que debo confesar que me aterra... —el semental tiritó de miedo, resaltando sus palabras—. No me gustaría nada tener que enfrentarme a una de sus grandes estrategias.

—¿Estrategias? —la jefa de mineros se extrañó—. Vale que es un poco autoritaria y orgullosa, pero no me la imagino dando órdenes y diseñando tácticas.

—Pues lo es… —respondió Wise—, y una de las mejores que jamás hayan existido. Deberías saber que, cuando se rebeló contra la Princesa Celestia, ésta mandó sus tropas para repelerla. Tuvieron lugar varias batallas, y Gentle, junto con un grupo de apenas cinco seguidores, vencieron en todas y cada una de ellas.

>>Aunque también es verdad que me habría encantado haber sido testigo de la última de esas contiendas, antes de la lucha final… Más de cinco mil soldados reales contra seis ponis… —exclamó el semental, con un deje de admiración—. Desgraciadamente, nunca sabré qué estratagemas usaron Gentle y sus seguidores, pues la Princesa Celestia se encargó personalmente de borrar toda huella de la existencia de Gentle. Ni siquiera yo sé exactamente qué es lo que ocurrió.

—¿Por qué ha hecho eso la Princesa Celestia? —preguntó Muffled—. Como tú bien dirías: “Si olvidas el pasado estás condenado a repetirlo”…

—Por seguridad —contestó Wise, volviendo a adquirir un tono neutro—. A pesar de que ya habían tenido lugar varias rebeliones, éstas no llegaron muy lejos. Gentle, su antigua aprendiz, estuvo demasiado cerca de derrocar a la Princesa Celestia. Por eso borró todo lo referente a ella, para evitar que hubiese más sublevaciones siguiendo el mismo estilo.

Muffled, pensativa, se asustó.

—Si borró todas las huellas de la existencia de Gentle... —dijo, temerosa—, ¿qué pasó con su familia? ¿Y con sus amigos? ¿También los... borró?

—No te preocupes —el semental intentó tranquilizarla—, solo recibieron órdenes estrictas de no hablar jamás de ella. Incluso se inventó una historia para su falso funeral… Un funeral en el que únicamente asistieron las dos Princesas. Ni sus padres, ni su hermano, ni sus amigos quisieron presentarse. Unos renegaron por temor a ser represaliados, otros, lo hicieron avergonzados por haberla conocido.

—Eso es horrible —la jefa de mineros bajó la mirada—. Que tus seres queridos te odien hasta tal punto de no querer saber nada de ti debe ser espantoso.

—Sin duda —Wise también bajó la mirada.

Se hizo un pequeño silencio, que aprovecharon para seguir alimentando la locomotora. Poco después, volvió a hablar Muffled:

—¿Sabes una cosa? —preguntó—. Deberían haber venido las amigas de Gentle, por si ella necesita hacer algún hechizo.

—¡¡¡NO!!! —gritó Wise, asustando a la yegua. Entonces se tranquilizó y continuó hablando—. Las he mandado expresamente a otros lugares para impedir que Gentle pueda usar su magia.

—¿Por qué has hecho eso? —Muffled miró fijamente a los ojos del poni—. Junto a sus amigas, Gentle tendría más posibilidades de entregar a Reddish sana y salva. Recuerda que para eso ha ido a Canterlot, ¿no?

—Pero quiero que la Princesa Celestia vea con sus propios ojos a la Gentle que vemos tú y yo todos los días —fue la respuesta de Wise—. A la Gentle tan peligrosa como un gatito asustado, incapaz de conspirar contra ella; a la Gentle desprendida que regala un sistema avanzado de televisión a todo el pueblo, únicamente porque “nos hemos portado bien”; a la Gentle que dona dinero para Northwest Mines Town para la estatua de la plaza o la restauración de Cirrus Merlon.

—Comprendo… —la yegua volvió a bajar la mirada—, Y, para que la Princesa Celestia vea eso, Gentle no debe poder defenderse, ¿verdad?

—Exacto —Wise entrecerró los ojos—. Solo espero que lleguemos a tiempo a Canterlot —exclamó, echando otra palada de carbón a la caldera.

Hubo un gran silencio en la locomotora.

Esta vez fue Wise quien lo cortó finalmente.

—Hay algo aún más importante que tener que impedir que la Princesa Celestia y Gentle se encuentren —dijo, otra vez con un semblante reflexivo—, y es evitar, por todos los medios, que Gentle y la Princesa Luna se vean.

—Sé que me voy a arrepentir de la respuesta —comentó Muffled—, pero... ¿Por qué?

—Porque, si bien Gentle y la Princesa Celestia son enemigas, con la Princesa Luna tenía una gran amistad… —respondió el semental—, hasta que fue traicionada por ésta, al impedir que Gentle derrocase a la Princesa Celestia.

>>Exacto —continuó Wise, viendo que Muffled arqueaba las cejas—, Gentle no venció porque la Princesa Luna apareció en mitad de la batalla final. Pero esta última, totalmente arrepentida de su acción, pues la Princesa Celestia seguía siendo tiránica, liberó a Gentle de su prisión, tiempo después. La Princesa Celestia, al enterarse, entró en cólera y lo pagó con su hermana menor… Y, por eso mismo, la Princesa Luna terminó convirtiéndose en Nightmare Moon, alegando que, si su hermana mayor se autoproclamaba “La luz del día”, ella cambiaría las tornas para gobernar en solitario, es decir, “La noche eterna” —el semental paró de hablar, continuando un segundo después, al percatarse que la jefa de mineros había comprendido la verdad sobre ese hecho—. Sin embargo, la Princesa Luna no sabe que Gentle es inmortal. Cree que hace mucho tiempo que Gentle falleció.

—Siempre había creído la historia oficial sobre la transformación de la Princesa Luna en Nightmare Moon —comentó Muffled, con una mezcla de tristeza y rabia—. Ya sabes, que estaba harta de que los ponis durmiesen mientras ella estaba despierta y sintiéndose tan sola… Te agradezco que me hayas dicho la verdad.

—Pero... ¿Quién te crees que le dio la idea de la noche eterna? —preguntó irónicamente Wise—. Fue Gentle, cuando la Princesa Luna le quitó la transformación en poni.

La jefa de mineros abrió los ojos como platos.

—¿Gentle fue convertida en estatua? —inquirió—. ¿Pero cómo…?

—Todos los enemigos de la Princesa Celestia recibían, antiguamente, ese castigo — aclaró el semental—. Y eran expuestos, sin que nadie más que las dos Princesas supiesen la verdad, en el Jardín Real. De hecho, aún hoy, muchas de las estatuas que hay, tanto alrededor del laberinto como dentro de él, son realmente ponis petrificados.

—¿¡Pero cómo puede alguien consentir esto!? ¡¡Es... Es horrible!! —Muffled no podía creérselo.

—No te preocupes —añadió Wise—, en realidad esos ponis no sienten nada… Para ellos, es como si el tiempo hubiese sido completamente parado. Es algo que se comprobó específicamente después de la liberación de Gentle…

—¿Por qué… ? —Muffled preguntó, sin ánimos para terminar la cuestión—. ¿… Se comprobaron?

—Verás… —el semental volvió a bajar la mirada, totalmente avergonzado—. Poco después de que la Princesa Luna liberase a Gentle, la Princesa Celestia descubrió que ésta había sido plenamente consciente de absolutamente todo durante todo el tiempo que estuvo atrapada… Debió de ser realmente horrible... Descubrir que uno es incapaz de moverse, incapaz de hablar, incapaz de morir…

—¡¡Eso es monstruoso!! —Muffled estaba con su mandíbula espasmódica, a punto de llorar—. ¿¡Cuánto tiempo estuvo sufriendo así!?

—Aproximadamente… —Wise apenas emitió un pequeño hilo de voz—, doscientos años.

Muffled soltó instintivamente la palanca y se apoyó en el lateral de la locomotora, totalmente derrotada. Se llevó los cascos a sus húmedos ojos, intentando concebir mínimamente la clase de horrorosa atrocidad había sufrido Gentle en su estado petrificado. Era algo imposible de imaginar, de percibir, de abarcarlo. La jefa de mineros sintió que era algo completamente inabarcable, un horror sin igual. Era como marcar a fuego una mortal herida en un alma pura, hasta dejarla convertida en una masa sanguinolenta. Y pensar que ella esa misma mañana ella quería haber golpeado a la unicornio de dos colores…

Entonces se echó a llorar como una potrilla, incapaz de comprender… Wise se mantuvo en silencio, cabizbajo.

—¡¡¡PERO ESO ES DEMASIDO CRUEL!!! —gritó Muffled de repente, mientras las lágrimas le caían por las mejillas—. ¡¡¡CÓMO PUEDE SER TAN PERVERSA LA PRIN… ESE MONSTRUO!!!

—Por eso se hizo la comprobación —susurró el semental—. Se liberó al resto de cautivos y se descubrió que ellos no habían percibido nada… A todos, menos a Discord...

>>De todas formas, como te he dicho, esa aberración se descubrió después de que Gentle fuese liberada, por lo que la Princesa Celestia no fue la culpable —exclamó, con un tono más fuerte—. Solo se le puede achacar ese hecho a lo que hicieron los Elementos de la Armonía con ella… Y por eso creo que la misión que tiene ella es destruir los contenedores y liberar a los Señores Elementales, ya que… ¿qué mejor forma de fomentar el odio hacia los Elementos de la Armonía que haciéndola sufrir así?

>>Desgraciadamente, Gentle cree que todo lo ocurrido fue por culpa de la Princesa Celestia. ¿Comprendes ahora la magnitud del odio que tiene Gentle? —los ojos de Wise también se humedecieron—. Y, precisamente por eso, lo que Gentle está haciendo; entregando a Reddish a su mayor enemiga; es el acto más generoso, noble y hermoso que un poni puede hacer.

En ese momento Muffled se levanto y, decidida, volvió a coger el mando, moviéndolo, con todas sus fuerzas, a la posición más veloz.

—¡Wise! —exclamó, aún llorosa—. ¡Pon todo el carbón que puedas! ¡Quiero llegar lo antes posible a Canterlot! ¡¡Vamos a acompañar a Gentle al Palacio Real, y ni todo el ejército de Equestria lo va a impedir!!

Éste empezó a llenar la caldera y sonrió: Muffled al fin lo comprendía.

* * *


Gentle paseaba cuidadosamente por Canterlot, a la vez que admiraba cómo había cambiado todo. Por todas partes había palacetes y casas señoriales. Era todo lo contrario de Northwest Mines Town, donde cada casa era un calco a la anterior, así como de la siguiente. Todo en ese pueblo minero era deprimente, con sus colores oscuros, exactamente igual que su corazón… Sin embargo, cada edificio en Canterlot era de un color y tamaño diferente a los que le rodeaban. Era todo tan… espectacular.

En cambio, los ponis eran otra cosa. Unos la miraban con cara de extrañeza, otros de desagrado y algunos directamente cruzaban la calle para no pasar junto a ella. “Panda de estúpidos”, pensó, “Se creen mejor que el resto únicamente porque exhiben las riquezas que tienen, con el único interés de mantener sus patéticas relaciones entre ellos… Si supiesen de que tengo más riquezas y posesiones de lo que nunca podrían imaginar sus penosas mentes, se tirarían a mis cascos y me alabarían… Me dan asco”.

A pesar de que Canterlot había cambiado completamente desde la última vez que estuvo allí, el Palacio Real seguía enclavado en el mismo sitio, así que se dirigió directamente hacia ese lugar. Reddish de repente despertó y, cogiendo un mechón de crin de Gentle, comenzó a chuparlo y a masticarlo al mismo tiempo. La bebé dragón tenía hambre y la gema que había traído tenía ya los bordes romos. Gentle, preocupada por la pequeña, miró a su alrededor alrededor y descubrió una joyería. Sonriendo, se desvió hacia ella y entró, tapando lo más posible tanto su cuerpo como la mochila porta-bebés.

—Buenos días —dijo el vendedor, un amarillento pegaso de edad avanzada.

—Buenos días —respondió la unicornio de dos colores—. Necesito polvo de gema…

—¿Polvo de gema? —el joyero se extrañó, hasta tal punto que se rascó su crin marrón—. No es una petición normal, pero creo que tengo algo por aquí —se agachó y cogió un pequeño saco. Entonces lo abrió, mostrando su contenido a Gentle. Efectivamente era polvo de gema. De varias gemas, de hecho.

—Perfecto —la unicornio sonrió y pagó todo el polvo de gema, dejando una pequeña bolsa con dinero encima del mostrador.

—¿Sabe una cosa? —dijo el joyero—. El polvo de gema no tiene muchas utilidades hoy en día. Que yo sepa, únicamente se usa para reparar gemas, y solo conozco a dos yeguas que lo usen: mi suegra y mi hija. Por eso tenía este saquito, por si lo necesitaban… —en ese momento el joyero bajó la mirada, apenado—. Mi pobre hija... Espero que le vaya bien en ese pueblo minero… La echo tanto de menos…

Gentle supo que se refería a Shiny Eyes. Por lo tanto, ese vendedor entrado en años debía ser su padre. Entonces giró la cabeza y observó la tienda. Por aquí y por allá había grietas y desconchones. Y, por algunas partes, la pared estaba desnuda, sin género delante. La unicornio frunció el ceño, contrariada: esa tienda estaba de capa caída y probablemente no tardaría mucho tiempo en cerrar. Gentle entrecerró los ojos. ¿Cómo podía permitir la Princesa Celestia que el padre de una de las seis de Northwest Mines Town pudiese vivir tan decrépitamente? ¿Acaso solo le daba una segunda oportunidad a ella, ignorando a las demás del grupo? Eso no era justo.

Apretando los dientes por la rabia, Gentle miró fijamente al vendedor.

—Veo que no te va muy bien el negocio —espetó.

—He conocido tiempos mejores —se lamentó el joyero, ignorando la furia de la unicornio—, solo es un pequeño bache…

La yegua de dos colores se dirigió a la entrada y miró el género expuesto en el escaparate. Quería saber el verdadero motivo por el que nadie entraba en esa joyería. No lo comprendía… las joyas expuestas eran de gran calidad, todo era completamente artesanal, y los precios de las joyas del escaparate no eran para nada caros. Entonces miró fuera… y lo comprendió: al otro lado de la calle, un poco más allá, había una gran joyería. Curiosamente, ella había pasado por delante y no se había dado cuenta de su existencia; seguramente porque estaba demasiado ocupada intentando distraer a Reddish de su hambre. Entonces, entrecerrando de nuevo los ojos, se fijó mejor en el gran cartel de la otra joyería y sonrió irónicamente: era una de sus tiendas. Gracias a Shiny, ella había abierto una pequeña franquicia de joyerías. Pero, por casualidades de la vida, la tienda instalada en Canterlot estaba ahogando, por proximidad, el negocio familiar de Shiny… Y eso Gentle no lo iba a permitir.

—Le compro la joya más valiosa que tenga —expresó sin más dilación, dándose la vuelta, hasta mirar directamente al padre de Shiny.

—¿Có... cómo dice? —el vendedor no se creyó lo que acababa de oír.

—Voy a comprarle la mejor joya —repitió la unicornio—. No me gustan las injusticias, y esa tienda de ahí —señaló la otra joyería— seguramente vende más barato, quitándole los clientes, que ignoran de que sus joyas —se movió por delante de las vitrinas— son realmente artesanales, al contrario que las que venden allí. Probablemente lo único artesanal que tengan ellos sean las gemas, porque estoy segura de que los aros y colgantes las comprarán al por mayor, sin importarles que la calidad, no como éstas —señaló unos anillos que se veían en el mostrador que estaba debajo del vendedor—. En cambio, yo aprecio la calidad, y estas joyas son una verdadera obra de arte de orfebrería. Por tanto, dígame el precio de la mejor joya que tenga, se la compro ahora mismo.

Perplejo, el joyero cogió una diadema, un colgante y dos pulseras de pata, que pertenecían a un mismo conjunto. Dijo un precio y Gentle, sacando la bolsa, la abrió sobre el mostrador y contó por encima, descubriendo que tenía dinero más que suficiente para la transacción. Sacó unas pocas monedas, que guardó en el zurrón y dejó la bolsa sobre el mostrador. El comerciante contó el dinero y se dio cuenta que había más dinero del que había pedido, por lo que retiró las monedas sobrantes y las deslizó sobre el mostrador hacia Gentle, que rechazó dichas monedas.

—Un pequeño pago por las molestias —dijo la unicornio—. ¿Tiene un probador privado? —comentó a continuación—. Quiero llevar el conjunto puesto, pero...

—Comprendo —respondió el joyero—, prefiere permanecer oculta… —continuó, señalando una pequeña cabina al fondo de la tienda, tapada con una cortina.

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Gentle sonrió. Las joyas le quedaban realmente perfectas, al menos así lo veía a través del espejo instalado en el probador, así que se puso de nuevo la túnica por encima, mientras Reddish reía gozosamente viendo a dos Gentles, la que le sujetaba y la del reflejo… y a esta última intentaba alcanzarla con su pequeña garrita.

Cuando la unicornio salió de la tienda quedó pensativa: la solución que había dado al padre de Shiny era algo temporal, pan para hoy y hambre para mañana. Sentía que no era suficiente, y decidió inmediatamente lo que iba a hacer: comprar esa tienda. Shiny no sabía la situación en la que se encontraba su familia, y era por culpa suya que se encontrasen así. Por lo tanto, cambiaría ligeramente su estilo de franquicia: en vez de montar tiendas de la nada, compraría tiendas establecidas y las franquiciaría, aportando múltiples ventajas a sus dueños y trabajadores, que seguirían trabajando y aportando su gran experiencia en el sector, aunque al final producirían para ella.

A continuación, se dirigió hacia el Jardín Real para darle el biberón a Reddish, que se empezaba a mover nerviosa. Por suerte, conocía un sitio donde seguramente los ponis no se acercarían e incluso, con suerte, nadie miraría hacia donde pensaba colocarse: justo delante de la estatua de Discord. Pero para llegar al Jardín Real tendría que dar un pequeño rodeo, pues la afluencia de soldados reales en las inmediaciones de palacio era bastante más alta que en el resto de la capital.

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Afortunadamente, la unicornio de dos colores no se encontró con ningún obstáculo por el camino. Al llegar, miró hacia todas y cada una de las estatuas, con un gesto anhelante y escrutador: ¿Cuáles serían estatuas reales y cuáles eran ponis transformados en piedra? Los ojos de Gentle se humedecieron al ver el dantesco paisaje. Los recuerdos de su estancia en ese lugar, junto con las horribles sensaciones que los acompañaron, inundaron su mente… Y ahora era ella la que estaba del otro lado, observando aquellas moles de piedra de vivos corazones, pertenecientes a seres que lucharon por sus ideales, y tuvieron la osadía de perder contra la maldad en estado puro. Tantas vidas truncadas, tantos deseos deshechos y tanto resentimiento en ese jardín... ¿Cómo era posible que nadie hubiese vengado esta afrenta, destruyendo a la perversa instigadora de tal terror interminable? La unicornio volvió a mirar hacia las estatuas, y otra vez volvió a bajar los ojos. Era demasiado triste, demasiado descorazonador… y ella estuvo atrapada en ese jardín durante demasiado tiempo…

Pero debía hacerlo. Tenía que alimentar a Reddish. Se lo debía a ellos, a todos y cada uno de los atrapados en ese terreno de latente horror: donde la existencia de los demás se apagarían en el olvido, una vida nueva sería alimentada para ser recordada eternamente.

Se sentó delante de la estatua de Discord. A diferencia de los demás, a él no le tenía tanto respeto. Con los ojos entrecerrados, Gentle giró la cabeza hacia el Draconequus.

—Hola… monstruo —espetó Gentle, levantándose y acercándose al malvado ser—. He vuelto después de todo este tiempo y veo que sigues tan repulsivo como siempre.

Ante el silencio que le devolvió la estatua, la unicornio bufó y, dándose la vuelta, volvió a acercarse al banco. Lentamente se quitó las joyas y las metió en el zurrón. A continuación preparó el biberón, cogiendo agua de una fuente cercana, poniéndole un poco de leche en polvo y espolvoreando sobre el frasco un poco de polvo de gema. Cerró el biberón con la tetina y lo agitó, ajustándolo al cinturón. Seguidamente sacó a Reddish del porta-bebés y se la colocó entre las patas delanteras. La bebé dragón empezó a chupar entonces la tetina del biberón con avidez, deseando calmar su hambre.

—¿Sabes, Discord? —preguntó Gentle, sin mirar a la estatua—. Durante demasiado tiempo, hasta que me quedé ciega, tuve que soportar la peor vista de todas: la de tu feo culo. Eso fue, sin duda, lo peor de mi castigo, estar observándote durante décadas, emponzoñando mis ojos con tu horrible forma. Te odio. Gracias a ti empezó mi desgracia —miró alrededor por si había miradas indiscretas y, al no descubrir a nadie, continuó—. Te odio casi tanto como a la Princesa Celestia.

Cuando Reddish terminó el biberón, Gentle se la llevó al hombro, enfocando su espada a la estatua.

—Ojalá ardas en el infierno, Discord —dijo, furiosa.

Sin embargo, la llama que emitió Reddish fue demasiado débil, llegando apenas a un palmo de distancia. De todas formas, únicamente habría ennegrecido ligeramente la pátina pétrea que recubría al Draconequus. Lentamente, Gentle puso a Reddish otra vez en la mochila porta-bebés y se levantó. Se giró y miró directamente a Discord, con los ojos entrecerrados. Cogiendo saliva, escupió hacia él, impactando de lleno en la pata de cabra.

—Púdrete, maldito engendro… —susurró la unicornio.

Y, poco a poco, Gentle se dirigió hacia el Palacio. La parte más difícil empezaba ahora. Cualquiera en su interior era un potencial enemigo para ella y, por extensión, para Reddish, por lo que tendría que emplearse a fondo ahí dentro. Con un largo suspiro, cerró los ojos. Al volver a abrirlos, arrugó su morro. Estaba dispuesta a entrar al Palacio. Estaba dispuesta a enfrentarse a sus enemigos. Y, por supuesto, estaba dispuesta a defender a la pequeña de todo peligro… Y no tendría piedad de todo aquel que se pusiera en medio.

CONTINUARÁ...
Última edición por Sr_Atomo el 08 Dic 2013, 19:12, editado 1 vez en total
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Sr_Atomo
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Notapor Sr_Atomo » 08 Dic 2013, 19:10

Y, por fin, la última parte:

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Mucho de:

Imagen <-- Preparad pañuelos... Lo digo en serio.

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Y un poquito de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la cuarta parte de cuatro:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x11

Reddish

4ª Parte


Muffled soltó poco a poco la palanca de velocidad, para frenar la locomotora, tal como le había indicado Wise, quien a su vez estaba apagando, con la parte plana de la pala, los rescoldos que aún ardían en la caldera. Al fin estaban en la Estación de Canterlot.

—Antes de bajar —dijo el semental—, me gustaría decirte por qué es tan importante que conozcas todo lo referente a Gentle.

—Que sea rápido —Muffled se quejó, torciendo el gesto—. Ahora mismo ella puede estar acorralada ahí fuera —exclamó, señalando un punto indeterminado dentro de la capital.

—De acuerdo… —Wise empezó a hablar—. Verás… Han robado, por toda Equestria, diversos objetos muy muy valiosos.

—¿Y? —preguntó la jefa de mineros, contrariada.

—Esos objetos tienen un punto en común: Gentle —el semental se apresuró a contar—. Y, aunque por el momento ignoramos quiénes han sido, creo saber qué es lo que pretenden… Desean el retorno de Blinking Darkness.

—¿Blinking… qué? —Muffled se extrañó.

—Blinking Darkness es el nombre que adoptó Gentle cuando se rebeló contra la Princesa Celestia —respondió Wise—. Por lo visto la Princesa Celestia no fue tan estricta a la hora de eliminar todo sobre la vida de su aprendiz, o bien quedó algún familiar o amigo de sus cinco seguidores sin “tratar”. Seguramente la idea de rescatar a Blinking Darkness para derrotar a la Princesa Celestia, haya sido transmitido de generación en generación como una necesidad latente.

—Pero ahora la Princesa Celestia ha cambiado y se ha vuelto bondadosa, tal y como quería Gentle, ¿no? —preguntó la jefa de mineros.

—Exactamente —contestó el semental—. Por eso no comprendo por qué lo están haciendo. La única explicación es que la información que tienen sobre ella no sea acorde con la realidad. Seguramente piensen que lo que pretendía Blinking Darkness era lograr un reinado basado en la oscuridad y el odio, aunque en realidad precisamente fue contra eso por lo que ella se rebeló.

>>Entonces, puedo decir que hay una buena noticia y una mala. La buena es que sabemos cosas que ellos no saben, y nos da una pequeña ventaja… La mala es que son fanáticos cuyas creencias se basan en una mentira, y eso los hacen extremadamente peligrosos.

>>De todas formas, no me consta que hayan contactado con Gentle, por lo que probablemente ignoren que ella es “su” Blinking Darkness. Estoy seguro de que piensan que está exiliada en otro país o incluso en otro plano de existencia.

—¿Plano de existencia? —inquirió Muffled.

—Es algo demasiado complejo como para explicarlo en pocas palabras… —fue la respuesta del semental. Solo espero que, si no tenemos éxito en atraparlos, no lleguen a convencer a Gentle para que base su magia en el odio puro…

—¿Por qué? —interrogó la jefa de mineros—. ¿Tan malo sería?

Wise miró fijamente a Muffled.

—Verás… —empezó a decir el poni—, para aprovechar mejor el poder de la magia, se usa, aparte de los sentimientos, el tiempo que se mantiene intacto dicho sentimiento. Es decir, cuanto más tiempo, más poder mágico. Gentle, cuando se rebeló contra la Princesa Celestia, tenía un poder basado en el rencor, pero de “apenas” unos meses... y estuvo a punto de vencer. Imagínate el poder que sería capaz de generar usando un poder basado en el odio puro, e incubado durante más de mil doscientos años… No quiero ni imaginármelo.

>>Por eso te he contado todo esto. Necesito tu ayuda, la del Consejo e incluso la de todo Northwest Mines Town. Si, tal como creo, todos los objetos robados han sido elegidos porque están relacionados con Gentle, es casi seguro que robarán algo en Northwest Mines Town, bien en el pueblo, en la mina, o en los alrededores… Y hay que impedirlo a toda costa.

—Pero si Gentle decide escoger la senda del odio puro… Le podrá parar la Princesa Celestia o las seis de Ponyville, ¿no? —sugirió la jefa de mineros.

—¡No! —negó categóricamente Wise—. Las seis de Ponyville apenas han empezado a usar la magia basada en la amistad… No serían rivales para una Gentle con tal poder. Y la Princesa Celestia… Digamos que, al cambiar su base mágica, su sistema de asimilación de magia se reseteó. Apenas cuenta con trescientos años de poder, y encima basado también en la amistad, cuyo aprovechamiento de magia es bastante menor que el del odio puro. Gentle literalmente pasaría por encima de todas ellas.

—¿Y los Elementos de la Armonía? ¿No contienen los seres más poderosos que jamás han existido sobre la faz de este mundo? Podrían usarla contra Gentle, ¿no? —volvió a preguntar Muffled.

—El contenido sí es extremadamente poderoso —contestó el semental—, pero el continente se basa en el poder de la conexión con sus portadoras… Es decir, ahora mismo, los Elementos de la Armonía son tan poderosos como las unión de amistad que tienen entre sí las seis de Ponyville. Es decir, serían como un juguete enfrentándose a un cañón.

>>Además… —Wise entrecerró los ojos—, antes no te lo he contado todo… Hace aproximadamente trescientos años, la Princesa Celestia, junto a su nuevo aprendiz, atacó otra vez a Gentle, frente a lo que hoy es la mina del pueblo…

>>Diciéndolo suavemente: ¿Nunca te has preguntado de quién es la tumba desconocida del cementerio? El pobre aprendiz pagó con su vida la negativa de los Elementos para atacar a su elegida, a Gentle Colors. El desgraciado ardió hasta la muerte, ante la sorpresa de las dos yeguas, que no pudieron hacer nada por salvarle.

>>Es decir, cualquier ataque que se haga ahora mismo contra Gentle, usando los Elementos de la Magia, conllevará a un mismo camino: la destrucción de una, de varias o de todas las portadoras de los Elementos. Digamos que los Señores Elementales son muy celosos con su elección.

>>Pero dime, Muffled… ¿Me ayudarás a proteger Northwest Mines Town, Equestria y el mundo entero contra la posibilidad de la destrucción total, incluso si para ello puedan correr un gran peligro, o incluso morir, cualquiera de nosotros? —preguntó Wise, con un gesto solemne, mientras le ofrecía a la yegua el casco como señal de protección.

Muffled comprendió entonces que estaba metida en mitad de una gran conspiración, del que podría salir malparada. Miró al suelo, pensativa. Entonces alzó la vista hasta encontrarse con los ojos de Wise y, apretando los dientes, afirmó con la cabeza.

—Gracias… amiga —declaró el semental, chocando los cascos con la jefa de mineros—. Y ahora, vamos a buscar a Gentle antes de que sea demasiado tarde…

* * *


Esa parte del lateral del Palacio Real era, con diferencia, la menos vigilada. Gentle esperaba que, al igual que el Palacio original, ésta tuviese una entrada secreta en el mismo lugar, pues cualquier otra forma de entrar sería prácticamente un suicidio, sobre todo la entrada principal, donde un regimiento entero la habrían cerrado el paso nada más poner un casco en él.

Esperó pacientemente hasta el cambio de guardia, que no tardó mucho en producirse. En el momento preciso, salió de entre los arbustos donde había permanecido escondida y se pegó a la pared. Tanteó con sus cascos, tan rápido como pudo, la ubicación de la posible entrada oculta. Cuando la encontró, sonrió. Entonces deslizó su pata dos baldosas hacia arriba y dos a la izquierda y pulsó con suavidad la siguiente losa. Mientras se abría lentamente la entrada secreta, Gentle supo que todo sería más fácil.

El interior del pasadizo era oscuro y lleno de telarañas. Cuando volvió a cerrar la entrada, tanto ella como Reddish se quedaron a oscuras. Gentle sabía que debía evitar, a cualquier precio, que la pequeña dragoncita exhalase fuego en esa pequeña galería. Intentó rememorar la longitud y recorrido de esa entrada secreta y, sobre todo, a qué habitación del Palacio desembocaba. Recordó entonces cómo la Princesa Luna se lo mostró un día, entre risas, para escapar de las aburridas lecciones de la Princesa Celestia, y así disfrutar de una soleada tarde en el Jardín Real. Aquellos eran buenos tiempos, sin duda. Buenos tiempos que, por desgracia, jamás regresarían.

Pero al fin consiguió generar un mapa mental del túnel, aunque debía avanzar a oscuras, pues la cantidad de telarañas presentes en ese lugar hacía imposible cualquier tipo de fuente de luz no mágica y, aunque pudiese hacer un hechizo, estaba segura de que el interior del Palacio tenía algún tipo de alarma que la detectaría de inmediato. Afortunadamente, precisamente a la misma existencia esas telarañas, Gentle supo que esa entrada no había sido utilizada en años, por lo que seguramente nadie se esperaría que lo hiciese ella.

Avanzó, arrastrándose, poco a poco, ocultando su cuerpo con la túnica y, sobre todo, protegiendo con ella a Reddish: cualquier roce o cosquilleo en el cuerpo de la pequeña podría asustarla o molestarla hasta tal punto que, para defenderse instintivamente, la dragoncita lanzase fuego, convirtiendo el túnel en una trampa mortal. Llegaron entonces al final de la galería, topándose con una pared. Gentle entonces dudó. ¿A qué habitación conectaría? Sabía que, en el otro Palacio, comunicaba con un salón de grandes proporciones, pero sin utilidad… a una habitación perdida de un Palacio magnífico y estúpidamente grande. Pero seguramente, en este nuevo emplazamiento, llevaría a otro lugar totalmente diferente. De todas formas, solo había una forma de comprobarlo.

Sin embargo, debía ser muy cuidadosa al abrir la portezuela. Podría ser que al otro lado estuviese la sala de guardias o algo mucho peor, el Salón del Trono. Poco a poco empezó a mover la abertura hasta que entró una leve línea de luz, entonces paró y miró por esa leve rendija. Aunque no vio a nadie, observó que la habitación que había a continuación parecía ser el mismo salón sin uso que recordaba del otro Palacio.

Abrió del todo la puerta secreta y ojeó hacia todos lados. El lugar estaba completamente desierto. Afortunadamente, el ruido de los goznes de la entrada secreta no había alertado a nadie. Cerró la portezuela hasta su posición original y avanzó silenciosamente hasta una puerta. Detrás de ella, en el antiguo castillo, cruzaba un pasillo muy transitado, así que no quiso arriesgarse y, dándose la vuelta, se acercó a otra puerta que, según rememoraba, llevaba a otra sala sin uso. Al menos, así debería ser, siguiendo el plano del antiguo Palacio.

Se acercó a la última puerta y miró por el ojo de la cerradura. La siguiente habitación estaba igual de desierta que en la que estaba, por lo que abrió el portón rápidamente y lo cruzó, cerrándolo por detrás de ella. Localizó las diferentes puertas y volvió a fijar un plano mental de esa ubicación dentro del antiguo Palacio.

Pero tenía que llegar a un sitio en concreto para dejar a Reddish, no vagar sin rumbo fijo, como estaba haciendo, así que se quedó pensativa durante unos momentos, intentando situar dónde debía estar la habitación de la Princesa Celestia. Era, sin duda, la mejor opción, ya que pronto anochecería y la Monarca de Equestria se iría a descansar, suponiendo, claro está, que hubiese delegado ya a su hermana menor el derecho a levantar la Luna. Pero, ¿y si no lo había hecho? Tendría entonces que llamar, de alguna manera, la atención sobre esa habitación, para que descubriesen a la bebé dragón lo antes posible. El problema sería cómo escaparía ella de esa trampa.

Eligió una puerta en concreto, sabiendo que, si todo el Palacio había sido un calco exacto del anterior, irían, dando un pequeño rodeo, a la habitación de la Princesa Celestia. Un rodeo que le aseguraría pasar lo más desapercibida posible dentro de un palacio fortificado.

* * *


—Nunca antes había venido a Canterlot —Muffled estaba impresionada ante tanta opulencia, hasta tal punto que se sentía incómoda y mareada—. Es todo tan… Espectacular…

—No dejes que te engañe —declaró Wise—, es la capital del Reino y, como tal, debe ser exasperadamente pomposo.

Los dos trotaron a buen ritmo, con el semental al frente marcando el camino hacia el Palacio Real. Habían decidido empezar a buscar ahí a Gentle, pues seguramente ella intentaría entrar a su interior o, si aún no había accedido, esperarla en las inmediaciones para ayudarla con su misión en la medida de lo posible.

Recorrieron Canterlot en menos tiempo de lo que pensó la jefa de mineros, ya que Wise conocía perfectamente el recorrido. Una vez posicionados ante la puerta principal del Palacio Real, se pararon. Entonces, el poni volvió a quitarse la pieza de la armadura de su pata delantera izquierda y entró hasta el umbral, donde cuatro guardias le miraron inquisitivamente. A continuación, levantó la pata y la vista de los soldados retornaron inmediatamente al frente, para seguir protegiendo la entrada como si fuesen estatuas. Muffled, temblorosa, se acercó al semental, que se estaba volviendo a ajustar la armadura.

—Sonríe un poco... —dijo Wise, mirándola—. Eres la primera habitante de Northwest Mines Town que accede al interior del Palacio Real. Quizás, con suerte, llegues a cruzarte con la mismísima Princesa Celestia, aunque quizás, si tenemos más suerte, no llegaremos a verla.

—No te preocupes… —declaró la jefa de mineros—. Después de lo que me has contado, no tengo muchas ganas de encontrármela.

—Recuerda lo que te dije antes… —señaló el semental, empezando a abrir puertas al azar y mirando al interior de las habitaciones—: no hay que decirle a Gentle absolutamente nada de lo que te he contado. Tienes que actuar de forma normal cuando la veamos… Deberías saber que ella te respeta muchísimo y no soportaría que supieses la verdad.

—No parecía que me apreciase esta mañana, cuando me echó del Consejo del Pueblo —se quejó la yegua.

—Acuérdate de lo que Gentle confesó esta mañana en la plaza, antes de usar su magia —aclaró Wise—: “Siempre he deseado tener un bebé” —entonces hizo una pequeña pausa—. Debe ser muy difícil que, a su alrededor, se sucedan las generaciones, mientras ella se ve relegada al ostracismo. Al fin y al cabo, Gentle es una unicornio y, aunque en algunos aspectos es un ser prodigioso, en otros, no deja de ser una yegua, como todas las demás, con sus necesidades fisiológicas.

>>Pero hoy todo eso ha cambiado. A todos los aspectos, Gentle ha dado la vida a Reddish: “Estaba a punto de morir, si no le llego a abrir el huevo…”, dijo en la reunión. Y eso la convierte en la legítima madre de esa bebé —hizo otra pausa y miró hacia el suelo, apesadumbrado—. Esa pequeña dragona es su hija... Su auténtica hija… Pero ahora se ve obligada a apartar a Reddish de su lado y entregársela a quien ella odia con toda su alma, para quizás perderla para siempre. Es una decisión demasiado cruel, que no me gustaría tener que tomar jamás.

>>Y tú, al culpar a Reddish de vivir, la heriste… —expresó el semental, mirando fijamente a Muffled—. Durante mucho tiempo, Gentle fue atacada de forma indiscriminada, sabiéndose ella culpable de lo que hizo antaño… Pero no pudo soportar que Reddish, siendo un ser inocente, fuese atacada de igual forma. Y menos que lo hicieses tú.

—Sé que hice mal al decir esas palabras… —Muffled bajó la mirada, arrepentida—. Fue todo tan… repentino… Lo único que quería era proteger Northwest Mines Town y protegernos a todos. Y ahora me doy cuenta de que es Gentle la que siempre nos ha protegido. ¿Qué derecho tengo a inmiscuirme en su cometido? Cuando la vea, me disculparé... Pero tenemos que encontrarla...

—Sé que ella también te pedirá perdón a ti —Wise sonrió.

—¿Por qué crees eso? —preguntó la jefa de mineros.

—Porque ella ve en ti a la figura maternal que siempre añoró tener desde que se rebeló, hace más de mil doscientos años… —respondió el semental—. Ahora, después de tanto tiempo, Gentle vuelve a ser feliz: tiene verdaderas amigas, tiene una madre —señaló a Muffled—, vuelve a tener poder y tiene la Equestria que tanto ansiaba conseguir…

En ese momento empezó a sonar una sirena de alarma. La yegua comenzó a trotar hacia su origen, pero Wise la paró:

—¡NO! —gritó—. ¡Si ha sido Gentle la que ha activado la señal, ya estará muy lejos!

* * *


Gentle al fin llegó al pasillo en el que, según al plano del antiguo Palacio, debería estar el Dormitorio Real de la Princesa Celestia. Había tenido que dar rodeos e incluso retroceder más de una vez, pues la cantidad de guardias, de personal de servicio y de visitantes era excesiva para esos tiempos de supuesta paz. Además, muchas de las habitaciones, pasillos y conexiones que había encontrado eran completamente diferentes a como recordaba, por lo que determinó que únicamente eran similares aquellas partes que la Princesa Luna solía frecuentar antaño. Entonces llegó a una conclusión: la Princesa Celestia había querido emular, dentro de lo posible, las partes del Palacio que más frecuentaba la Princesa Luna. Por lo tanto, desde el mismo momento en que se construyó este Castillo, la Monarca de Equestria tenía pensado perdonar a su hermana.

El pasillo, afortunadamente, estaba desierto, por lo que Gentle se acercó cuidadosamente hacia una puerta en concreto. Detrás de ella debería estar la Habitación Real, así que se situó delante de la entrada, miró hacia ambos lados del pasillo y, sabiéndose sola, observó a través del ojo de la cerradura.

Lo que vio la hizo sonreír: desde el pequeño agujero se veía una gigantesca cama, en cuyo dosel se vislumbraba perfectamente el símbolo de la Cutie Mark de la Princesa Celestia. Afortunadamente la ubicación de esa habitación era exactamente la misma en los dos Palacios.

Cogió con el casco la manija de la puerta y, con decisión, la deslizó hacia abajo, pero la puerta permaneció cerrada. El gesto de Gentle se torció. La puerta estaba cerrada con llave. La unicornio de dos colores pateó entonces el suelo, frustrada: estaba tan cerca de su objetivo y a la vez tan lejos… Rabiosa, no se lo pensó dos veces… Se dio la vuelta y, apoyándose sobre las patas delanteras, propinó, con todas sus fuerzas, una doble coz sobre la puerta, que cedió al instante y se abrió de par en par. En ese momento empezó a sonar una sirena de alarma en todo el Palacio.

Tenía poco tiempo para dejar a Reddish y escapar, así que trotó directamente hacia la cama mientras se quitaba la mochila porta-bebés. Dejó suavemente a Reddish sobre la colcha de la cama y la besó en la frente. Con celeridad, dejó caer los zurrones y los dejó en el suelo, al lado de la cama. Y cogió la nota de uno de los zurrones y la puso por encima, de tal forma que fuese totalmente visible al entrar.

—Reddish —dijo suave pero rápidamente—, no sé si me recordarás algún día… Pero yo nunca te olvidaré…

La bebé dragón miró fijamente hacia ella, intentando comprender el por qué de esa situación, por lo que empezó a lloriquear.

Maldiciendo a la Princesa Celestia por el poco tiempo del que disponía, la unicornio de dos colores sacó el cuchillo del zurrón y, mientras miraba, con ojos húmedos, a la pequeña dragoncita, se sujetó la crin y se lo cortó lo más rápidamente posible, dejándose una maraña despeinada y maltrecha en su cabeza. Rodeó entonces a la pequeña con el pelo que se había cortado. Ésta cogió un mechón y, llevándoselo a la boca, volvió a sonreír.

—Te quiero, Reddish —los ojos de Gentle apenas podían ver por las lágrimas—. Vive… Vive y se feliz…

Y salió de la habitación sin mirar atrás. Tenía que alejarse de allí lo más rápido posible, antes de que aquella parte de Palacio se llenase de soldados. Entonces volvió por el mismo lugar por el había llegado, deseando no encontrarse con nadie.

Lo único positivo de la situación era que Reddish apenas tendría que esperar para ser descubierta.

* * *


“Número Dos” fue el primero en llegar a la Habitación Real. Con una señal, hizo parar a los soldados que le seguían, entrando él a continuación al interior del dormitorio. Allí, sobre la colcha de la cama, una bebé dragón lloraba, probablemente asustada por el ruido de la alarma. A los pies de la cama había dos zurrones del que asomaban diversos materiales para el cuidado infantil. El pegaso se acercó lentamente a ellos y empezó a buscar dentro, descartando inmediatamente la existencia de cualquier elemento peligroso.

Parecía ser que lo único que había pasado era que alguien había puesto ahí al bebé y se había marchado antes de que ellos llegaran. Entonces se fijó en la nota. Con cuidado lo cogió y empezó a leerlo.

Apenas había terminado dos frases cuando una voz atronadora surgió desde el pasillo:

—¿¡QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ!?

El pegaso giró la cabeza y, al momento, bufó, molesto. La Princesa Celestia se acercaba por el pasillo. A raíz del persistente sonido de la alarma, la Monarca había usado la Voz Real de Canterlot para hacerse oír. “Número Dos” se encaminó hacia la puerta, pero la Princesa Celestia apareció en el umbral. El pegaso, parándose, hizo una leve reverencia con la cabeza y le entregó la nota.

La Princesa Celestia miró directamente, con gesto serio, a la pequeña bebé dragón que lloraba en su cama. Después cogió la nota y comenzó a leerlo detenidamente. Una vez terminado, entrecerró los ojos y, esta vez con voz normal, gritó:

—¡Es Gentle! ¡Id tras ella y traedla a mi presencia! —los soldados se cuadraron de nuevo—. ¡Pero procurad que mi hermana no la vea! ¡Y quitad ese sonido… Molesta a la pequeña! —señaló a Reddish.

Todos los guardias reales abandonaron el pasillo buscando a la fugitiva. “Número Dos” volvió a hacer una reverencia y se marchó. Poco después, el sonido de la alarma se silenció.

La Princesa Celestia se acercó entonces a la cama. La bebé dragón aún seguía sollozando, aunque en ese momento abrió del todo los ojos y comenzó a reírse, mientras estiraba sus garritas hacia la soberana de Equestria, que se había sentado en el suelo, al lado de la cama, y miraba a la bebé con ojos tiernos.

—No, pequeña… —dijo con una suave voz—, yo no soy tu madre… Aunque he de reconocer que ella se parece ligeramente a mí, con su larga crin...

Volvió a leer la carta, esta vez en alto, como si quisiera que la pequeña dragoncita lo escuchase:

Princesa Celestia:

Reconozco que hemos tenido diferencias en el pasado, pero espero que sea algo que permanezca en ese lugar y que no se trasladen al presente.

Sé que he cometido un delito al romper mi exilio, pero debía hacerlo: la pequeña criatura que ves delante de ti, ha aparecido en el interior de la mina del pueblo que creaste para mí.

Como sabrás, Northwest Mines Town es un pueblo minero de joyas y, como tal, un dragón no tiene cabida. A pesar de ello, tuvo que ser incubada mágicamente en la plaza del pueblo, pues no podía romper el cascarón.

Ahora, según tengo entendido, eres un ser bondadoso. Así que te ruego, desde lo más hondo de mi corazón, que cuides de la pequeña, ya que es un ser inocente, víctima de las circunstancias.

Si he roto mi exilio ha sido por ella, pues necesita un hogar donde pueda ser cuidada y protegida. Y solo hay un lugar en toda Equestria donde pueda estar a salvo: a tu lado.

Te pido humildemente que no pagues con ella los errores que cometí yo.

Por cierto, se llama Reddish. Es encantadora, ¿verdad? Me encantaría verla de nuevo pronto, en mejores circunstancias, cuando me perdones y levantes mi exilio.

Por último, debo decirte que mi encaminamiento hacia la amistad empieza a tener éxito. Ahora comienzo a ser otra vez una poni feliz al lado de mis amigas, como lo era cuando estaba a tu lado, antes de… lo ocurrido. Muchas gracias por juntarnos.

Con los mejores deseos: Gentle Colors.

Posdata: Mis amigas y yo necesitamos más lunas de sangre.

—Hermana, ¿ocurre algo? —la voz de la Princesa Luna se acercaba por el pasillo—. He oído una alarma…

La Princesa Celestia levantó la mirada hacia la puerta, preocupada. Desde que la Princesa Luna dejó de ser Nightmare Moon no había vuelto a sonreír. Estaba hastiada, cansada, sin ganas de vivir. Por mucho que lo había intentado, la Princesa Celestia no había conseguido que cambiase el gesto de su hermana menor. La que en otro tiempo fue la Guardiana de la noche, simplemente no conseguía encajar en la vida diaria, a pesar de que parte del Palacio había sido configurado de la misma forma que estaba hace mil años para que ella rememorase los buenos recuerdos.

—Princesa Luna, estoy aquí —expresó la Princesa Celestia, sonriendo—. Entra a mi habitación…

La Princesa Luna se asomó a la puerta, intentando no incomodar. Entonces abrió ligeramente los ojos, sorprendida: su hermana mayor la estaba mirando con una expresión maternal. Ésta le hizo un gesto para que se acercase a la cama ya que, con su cuerpo, tapaba a Reddish.

—Sé que estás triste, hermana —dijo cariñosamente la Princesa Celestia—. Te castigas pensando que todo lo que conociste y te hacía feliz ya no existe. Crees que todo el mundo te repudia, que no tienes amigas... Estás muy equivocada... —entonces, levantándose, la regente de Equestria sonrió y se apartó—. Aquí tienes a una…

La Princesa Luna se acercó curiosa a la cama, mirando estupefacta a Reddish. Nunca había visto un dragón tan pequeño… Era… gracioso.

La pequeña estiró sus garritas aprovechando que la Princesa Luna había bajado la cabeza mientras para escrutarla, y agarró un mechón de la crin azul celeste, llevándoselo, a continuación, a la boca. Entonces Reddish empezó sonreír y a balbucear, contenta.

—¡Ey! ¿Qué estás haciendo? —la Princesa Luna preguntó perpleja, mientras le retiraba el mechón de pelo de la boca a Reddish—. Eso es mío, no te lo comas…

Entonces Reddish entrecerró ligeramente los ojos y, con una sonrisa aún más pronunciada, cogió otro mechón que ladeaba por la otra parte de la cabeza de la regente de la Noche.

—Eres muy travieso… —la Princesa Luna no supo cómo continuar.

—Se llama Reddish. Es hembra —matizó la Princesa Celestia, mientras sonreía.

—Reddish… eres muy revoltosa… Pero, si te apetece comerte mi crin, ¿quieres un poco más? —dijo, cogiendo otro mechón de su crin y poniéndolo por encima de la pequeña, que estiró sus garritas intentando coger el nuevo tirabuzón, a pesar de que aún seguía chupando el otro mechón.

>>¡Jajajá...! —la Princesa Luna se rió—. Mira, hermana… No se lo está comiendo, solo lo chupa… Jajajá… ¿Quieres aún más? —y cogió otro mechón de su crin, hizo cosquillas con él en la barriga de la pequeña dragoncita, que seguía chupando el primer mechón y tiraba de los dos siguientes con sus diminutas garras.

La Princesa Luna miró entonces, con ojos titilantes y una sonrisa en la boca, hacia la Princesa Celestia.

—Muchísimas gracias, hermana —dijo—. Eres fantástica…

—Te ayudaré a cuidarla —respondió la Princesa Celestia, devolviéndole la sonrisa. Entonces, acercándose a ella, la abrazó. Por fin la Princesa Luna volvía a sonreír.

Entonces, mientras seguía abrazando a su hermana menor, la Princesa Celestia se fijó, por primera vez, en la crin que rodeaba a Reddish. En ese momento, sin que la Princesa Luna y la pequeña se diesen cuenta, la Monarca de Equestria frunció el ceño, contrariada.

Pero la seguridad de la bebé era lo primero, así que la Princesa Celestia elevó mágicamente los zurrones y la Princesa Luna izó suavemente, con su pata delantera, a Reddish, que seguía chupeteando los mechones entre jocosas carcajadas, tanto de la pequeña dragón como de la Regente de la Noche, y se dirigieron a los aposentos de esta última, a la vez que dieron órdenes al servicio para el buen tratamiento de la bebé.

Cuando la Princesa Celestia volvió a su habitación, se fijó de nuevo en la crin que aún descansaba sobre la cama. Esa crin pertenecía, sin ninguna duda, a Gentle Colors. Agarró un mechón con su pata y, dejándolo en el mismo lugar, se dirigió hacia la ventana. Sabía que, si en algo era orgullosa esa unicornio, era precisamente en su larga y perfecta cabellera. El hecho de que ella hubiese sacrificado su crin como ofrenda para acompañar a la pequeña Reddish no era para alimentar a la bebé, sino un mensaje para la Regente de Equestria. Un mensaje que solo podía significar una cosa: “Te ofrezco mi soberbia, representado por mi crin, la cual he arrancado de mi cuerpo y, con un gesto de humildad, dócilmente rodeo con ella a un ser inocente y puro, para decirle al mundo entero que estoy orgullosa de esa criatura”. Por lo tanto, la prueba de su cambio estaba ahí. La prueba de que Gentle estaba volviendo a ser la aprendiz amable y gentil que fue antaño, antes de su levantamiento.

La Regente de Equestria deseó entonces que, ni “Número Dos” ni ninguno de los guardias reales, tuviesen éxito en atrapar a la unicornio de dos colores.

—Muchas gracias, Gentle —exclamó—. Espero que vuelvas a ser feliz...

En ese momento, una lágrima recorrió la mejilla de la blanca alicornio.

—Y espero que algún día logres perdonarme… —susurró.

* * *


Tanto Wise como Muffled se habían situado en la calle principal, un poco alejados de Palacio. Habían determinado que ese era el mejor lugar para esperar a la unicornio de dos colores pues, teniendo en cuenta que la defensa estaba activa, Gentle tendría que pasar por allí, porque atravesar esa calle era la forma más rápida y segura de abandonar Canterlot.

—Quédate aquí —dijo Wise—. Yo voy a entrar, por si acaso. De todas formas, tengo que deshacerme de esta armadura. No quiero que Gentle me descubra con ella puesta, descubriría quién soy al instante.

—Como quieras —Muffled se sentía insegura. No quería quedarse sola en esa gran ciudad desconocida…

—Si ves a Gentle —exclamó el semental—, entrad ahí —señaló una cafetería que estaba un poco más atrás en la calle—, y esperadme… Pero no os pongáis en la parte de las ventanas.

—No soy estúpida, créeme —se quejó la jefa de mineros, pero Wise ya se había marchado al galope hacia el Palacio Real.

Muffled se sentó en el sitio, mirando hacia el suelo, mientras intentaba analizar cada palabra que iba a decirle a la unicornio de dos colores para disculparse, pero no pudo… Estaba aterrada. Aterrada por la historia de Gentle, aterrada por los acontecimientos y, sobre todo, aterrada por la soledad que le infundía esa gran y opresiva ciudad, cuyas paredes parecían combarse sobre ella, intentando atraparla.

* * *


Gentle llegó, sin saber cómo, a la misma entrada secreta por donde había accedido al Palacio. Todo dentro del Castillo se había vuelto horriblemente caótico, con soldados recorriendo pasillos y habitaciones para buscarla.

Abrió la portezuela sin miramientos y entró en el túnel, cerrando la puerta justo por detrás de ella. Sabía que, si le tapaban las dos salidas, estaría atrapada, pero eso no le amilanó. Siguió hacia delante, despejando rápidamente los trozos de telaraña que aún colgaban en el camino. ¿Por qué tenían las arañas la necesidad de hacer sus pegajosas redes en los sitios más insospechados, donde la posibilidad de que entrase una mosca era prácticamente nula?

Finalmente llegó al otro extremo. Antes de abrir la entrada se paró para recuperar el aliento. No sabía lo que podría haber al otro lado, por lo que estaba aterrada… Podría darse el caso de que el revuelo hubiese hecho que todos los guardias estuviesen dentro de Palacio, pero también podría ser que todos los soldados estuviesen acordonando los alrededores.

Fuese como fuese, lo único que podía hacer era salir, ya que volver al Palacio era ofrecer su cabeza en bandeja de plata. Pero otra duda recorría ahora su mente: ¿debía abrir la portezuela despacio o hacerlo con rapidez? Con la primera opción podría pasar más desapercibida, pero a la vez daría más tiempo a un posible observador para alertar de su posición y ser atrapada. En cambio, si abría rápidamente, varios soldados podrían oír el ruido y acercarse a la vez, cercándola desde varios frentes. Sopesó cuidadosamente las posibilidades y decidió que la mejor opción era una mezcla de ambas opciones: abrir despacio la puerta y trotar rápidamente hasta el arbusto en el que se había escondido antes de entrar.

Así lo hizo y, una vez oculta en el arbusto, miró a los alrededores. No había absolutamente ningún soldado en todo ese ala. Respiró hondo y sonrió. Ahora todo sería más fácil, pues aunque podrían verla antes, tendría más espacio para esconderse o huir.

Ahora tocaba elegir la ruta de escape. Miró a su alrededor y vio el laberinto del Jardín Real. Descartó al instante esa opción, ya que, aunque en el antiguo Palacio Real también había un laberinto, era estúpido pensar que el de este lugar tenía la misma configuración y más aún sabiendo que era un simple juego ornamental. Decidió ir sobre seguro, saliendo por la calle principal hasta salir de Canterlot, a pesar de que esa era la salida más lógica y, por lo tanto, con más posibilidad de estar plagada de guardias.

Salió de la seguridad del arbusto y se encaminó, camuflándose por detrás de los árboles, hacia la avenida. El mayor problema que se le planteaba ahora era, sin duda, el tener que pasar justo por delante de la puerta principal. Debía ser rápida en hacerlo, sin dar tiempo a los soldados de reaccionar.

Al llegar a la esquina que daba al muro principal, la unicornio de dos colores empezó a galopar lo más rápido que sus cascos podían dar de sí. Se maldijo durante un instante por la escasa velocidad, producto de las deformidades que tenía en las puntas de sus extremidades delanteras, ocultas bajo unos falsos cascos. A pesar de ello, logró pasar sin que nadie saliese a perseguirla. Aunque siguió moviéndose, se extrañó ligeramente por ese hecho. ¿Podría ser que no hubiese ningún guardia en la puerta principal? ¿Dónde estaban metidos todos?

Imprimiendo la misma velocidad, giró hacia la calle principal de Canterlot. Entonces vio, un poco más adelante, una figura sobrecogida, apesadumbrada, aterrorizada… Era Muffled, que estaba echada sobre el suelo, con sus cascos por encima de la cabeza. Algo le estaba pasando.

Se acercó a ella, parándose a su lado, entonces puso suavemente una de sus patas sobre el hombro de la jefa de mineros, quien elevó su cabeza y le devolvió la mirada. Cuando Muffled vio a Gentle, sus ojos se humedecieron, sabiéndose a salvo de esa sensación de opresión. La unicornio miró hacia los alrededores, escrutando todas y cada una de las esquinas. Esa situación no parecía ser una trampa, sino que verdaderamente la rojiza yegua estaba sufriendo.

—Wi… Wise dijo que le esperásemos allí —balbuceó Muffled, que había recuperado ligeramente la compostura, señalando un restaurante cercano.

—De acuerdo —respondió Gentle, totalmente impasible.

Y entraron en el lugar elegido, donde hubo un gran silencio ante la apertura de la puerta… Aunque, donde más silencio había en ese momento era en el corazón de la unicornio.

* * *


Wise entró directamente al Palacio por la puerta principal. Ya había dejado de sonar la alarma, así que seguramente ya estaría encontrado a Reddish y, ahí estaba el problema, posiblemente también a Gentle, si no había logrado escapar. En todo caso, debía darse prisa.

Pertrechado aún con la armadura y tapado con la túnica, se dirigió rápidamente por el vestíbulo principal, sin saber bien a dónde dirigirse. Tenía que enterarse rápidamente de la situación, así que abordó al primer guardia que encontró.

—¿Qué es lo que ha ocurrido? —preguntó, mientras mostraba la escarificación al soldado.

Éste se cuadró al instante y le explicó rápidamente lo que sabía. Afortunadamente aún seguían buscando a Gentle. Wise sonrió: todavía había posibilidades de que todo saliese bien.

De las escaleras bajaron más guardias, precedidos por una figura escondida bajo una túnica, que estaba volando sobre los peldaños, avanzando rápidamente hacia la entrada principal. No había duda, era “Número Dos”.

El semental se interpuso en medio y enseñó la escarificación a todos. Los soldados se cuadraron y “Número Dos” gruñó.

—Aparta, “Número Uno” —dijo entre dientes—. Es de vital importancia que detengamos a la infractora. Ha osado profanar los Aposentos de la Gran Yegua.

—¿Por qué debería hacerlo? —preguntó Wise—. Sabes tan bien como yo lo que ocurrirá si la atrapas… Por lo tanto, debo impedírtelo.

—¿Acaso vas a desobedecer una orden real? —los ojos de “Número Dos” se encendieron como ascuas.

—Exactamente… —la mirada de Wise se inflamó de igual manera—. Recuerda la primera de nuestras directrices. Es imperativo que Royal Purity salga de Canterlot.

—¡Maldita sea! —“Número Dos” bajó al suelo y lo pateó con sus patas delanteras, encabritándose—. ¡No me hagas contradecir una orden directa de nuestra Soberana!

—Royal ha venido en son de paz, trayendo con ella algo que realmente valora… —replicó Wise—. No es un peligro para Equestria, y lo sabes… Pero lo que SÍ sería una amenaza para Equestria sería atraparla y llevarla ante la Princesa Celestia…

“Número Dos” volvió a patear el suelo, pero esta vez con indecisión… Seguía furioso pero indeciso. Sabía que “Número Uno” tenía toda la razón, pero si desobedecía la orden seguramente recibiría un castigo. Al final levantó la mirada y la fijó directamente hacia Wise.

—De acuerdo —exclamó—, “Royal Purity se nos ha escapado”. Pero recuerda que me debes un favor, un gran favor.

—Por supuesto —Wise entrecerró los ojos, a la vez que mostró una gran sonrisa—. La próxima vez que venga a Canterlot te traeré una yegua para tu disfrute… ¿O quizás prefieres un semental? Conozco a uno que le apodan “El cinco patas”…

Los soldados que estaban detrás de “Número Dos” empezaron a reírse, imaginándose la escena con los dos sementales. El pegaso encapuchado miró entonces hacia ellos, con una cara de auténtica rabia, lo que hizo que callasen de inmediato. Después volvió a mirar, de la misma forma, a Wise, quien sonreía de forma estúpida, sabiéndose ganador de la contienda.

—¡Vete! ¡Fuera! —gritó “Número Dos”—. ¡No hagas que me arrepienta de la decisión!

Wise reculó ligeramente y se dio la vuelta, a su vez, lo mismo hicieron los soldados y “Número Dos”. Entonces el semental observó cómo, por delante de la puerta principal, una figura encapuchada trotaba a poca velocidad, dirigiéndose hacia la calle mayor. Con una sonrisa, Wise se paró y, quitándose la túnica, dijo:

—Quiero dejar la armadura aquí. Tengo intención de acompañar a Royal a Northwest Mines Town y debo mantener mi identidad en secreto. Enviádmela por los canales “habituales”.

Se quitó completamente la protección y la dejó en el suelo. “Número Dos” hizo una señal y dos soldados la cogieron con sumo cuidado, enrollándola con la túnica.

A continuación, Wise salió galopando hacia la calle mayor. Había evitado la captura de Gentle y su secreto estaba a salvo. O, al menos, esperaba que así fuese.

* * *


Gentle y Muffled se pusieron en una mesa al fondo del restaurante. Allí todos estaban bebiendo, algo normal teniendo en cuenta de que ya era bastante tarde y ya no se servían comidas a esas horas.

Estaban en silencio, cada una con una cerveza delante. Muffled jugueteaba con la copa, sin saber qué hacer, mientras Gentle hacía dibujos sobre la mesa, mojando el casco en la cerveza para usarlo como un símil de tinta. Todos los dibujos eran de Reddish saltando, tomando el biberón o eructando. En todos los dibujos la bebé dragón era feliz, al contrario de cómo se sentía Gentle al realizarlos, pues suspiraba lastimosamente.

Wise entró al restaurante y, localizándolas, se sentó junto a ellas.

—Buenas noticias —comentó—. Se ha cancelado la búsqueda. He hablado con la cocinera de Palacio, que es una buena amiga mía y me ha dicho que la Princesa Celestia ha comprendido que lo ocurrido no ha sido un atentado, ni siquiera lo ha consideerado un acto malicioso. Creo que nos hemos ganado un descanso.

Pero Gentle no le escuchaba. Su mente estaba pensando en Reddish. No podía creer que la hubiese abandonado. Nunca jamás volvería a ver a la pequeña, pues la posibilidad de que hubiese paz entre ella y la Princesa Celestia era poco menos que imposible… Y, sin esa paz, Gentle no podría volver a acercarse a Canterlot.

La unicornio se inclinó hacia delante y lloró amargamente. Muffled cambió de sitio, poniéndose a su lado y la abrazó de la forma más maternal posible, y también lloró. Wise se entristeció, comprendiendo la situación en el que estaba la yegua de dos colores. Toda esa situación era algo demasiado amargo.

—Lo que has hecho, Gentle —dijo finalmente—, ha sido la lección más maravillosa que podrías dar a todo el mundo. Estoy seguro de que incluso la Princesa Celestia hoy ha aprendido mucho de ti… Y estoy aún más seguro de que Reddish estará muy bien cuidada en el Palacio. Estoy realmente orgulloso de lo que has hecho.

—Yo también lo estoy —añadió cariñosamente Muffled—. Incluso los habitantes de Northwest Mines Town lo están… De hecho, deberías saber que, aunque algunos se pusieron en contra de Reddish, la mayoría del pueblo salió en vuestra defensa. Me has dado la mayor de las lecciones —Muffled estaba temblorosa, con los ojos aún húmedos—. Y… Y quisiera pedirte perdón… Fui demasiado cruel esta mañana… —bajó los ojos—, y no mereces esa crueldad… Ni tú ni Reddish…

—Sé que no eres así —Gentle miró a la jefa de mineros—. Se nos calentó la boca a las dos… Te perdonaré, si tú también lo haces…

—¿Qué...? —preguntó Muffled—. No tengo que perdonarte nada…

—Lo de tu expulsión… —respondió la unicornio de dos colores—. Me extralimité en mi poder... Y, a pesar de lo que te hice, has venido a buscarme. Sé que ser miembro del Consejo del Pueblo es algo muy importante para ti, por lo que usaré otra vez mi poder, pero esta vez por algo positivo: vuelves a ser admitida… O, mejor dicho, a todos los efectos, nunca has estado expulsada.

Las dos yeguas se abrazaron. Wise sonrió…

—De hecho —siguió hablando Gentle, esta vez con un tono ligeramente más alegre—, cuando volvamos a Northwest Mines Town, voy a comunicar que reduciré mi peso en el Consejo, para pasar a tener el mismo tipo de votos que el resto. Ni siquiera quiero poseer el voto de calidad.

—Pero eso supondrá que seamos pares —reclamó el semental—. Tendríamos que acoger a un miembro más… ¿Qué os parece Spoon Giddy? —preguntó, más tranquilo, sabiendo que Gentle se había marcado un objetivo distinto.

—No sé… —dudó la unicornio—. Apenas le conocemos…

—No te preocupes —matizó Wise—, sé que es buen poni. Nos ha ayudado mucho y además estaba en el grupo que salió en tu defensa…

“Y he investigado su pasado y es de fiar… Un pequeño refuerzo que me envía la Gran Yegua en estos tiempos difíciles”, pensó el semental.

—No le vi —Muffled se extrañó.

—Créeme, estaba… —respondió el poni—, aunque atrás del todo.

—¡Ah! Ya recuerdo… —la jefa de mineros asintió con la cabeza—. Es que, como las hermanas Numbers tomaron la iniciativa de ese grupo, no me fijé más que en ellas.

—También ellas merecen estar en el Consejo… —anunció Wise—. Han hecho mucho por el pueblo y no han sido reconocidas convenientemente…

“Y también tienen un pasado limpio”, volvió a pensar.

—¿Qué han hecho las hermanas Numbers por el pueblo? —preguntó Gentle, aunque sabía perfectamente quiénes eran.

—¿Te acuerdas de cuando quedasteis atrapadas Shiny y tú en la mina? —inquirió Muffled—. Ellas fueron las que calcularon dónde debían hacer el agujero de rescate y cómo debía ser su tamaño para que pudieseis pasar sin que se derrumbase el muro… Además, también colaboran en muchas otras cosas, aunque desgraciadamente no las prestamos atención. Simplemente esas dos hermanas se han hecho imprescindibles para el funcionamiento del pueblo.

—Como queráis —la unicornio de dos colores no tenía ganas de discutir—, aunque a mí me gustaba más la idea de ser seis miembros… Seis es el número perfecto…

—Pues ahora tendremos seis… más la mitad de seis más —Wise sonrió.

—¿Y por qué no incluimos también a alguna de tus amigas? —interrogó Muffled.

—¡NO! —gritaron a la vez Wise y Gentle.

—No quiero que ninguna de mis amigas se aburran con el politiqueo que hay en las reuniones… —añadió la yegua del cuerno roto—. Además, bastante tienen ya con sus tareas propias. Pero nos preocupéis, si alguna vez hubiese alguna noticia importante en esas reuniones, se enterarían por mí.

Wise, sin embargo, no expresó el motivo de su negativa. Muffled bajó la mirada. Sabía perfectamente el porqué del rechazo de su amigo: iba a contar en breve al Consejo todo lo relacionado con la petición de ayuda para proteger Northwest Mines Town, y para ello debía relatar el pasado de la unicornio. Una narración del que no debían enterarse ninguna de las amigas de Gentle.

—Lo siento —expresó la jefa de minero, con un hilo de voz—, he dicho una tontería…

Hubo un silencio incómodo, que terminó rompiendo Gentle…

—¡Maldita sea! —exclamó—. No he especificado en la carta que las joyas eran para Reddish…

—¿Qué joyas? —preguntó Wise, extrañado.

—Antes de ir a palacio —respondió la unicornio— he entrado en una joyería para comprarle polvo de gema a… mi pequeña… —sus ojos titilaron de tristeza al decirlo— y terminé comprando un conjunto de joyas… Porque era la joyería del padre de Shiny. Y están hundidos… por mi culpa.

>>Tengo una franquicia de joyerías y la que hay aquí en Canterlot está ahogando un negocio familiar… Odio las injusticias, y Celestia es demasiado “importante” —movió sus patas haciendo un gesto solemne, para satirizar aún más sus palabras— como para ocuparse de ello, a pesar de que proclama el bienestar e igualdad en toda Equestria.

>>Así que voy a comprar esa joyería… Salvaré al padre de Shiny… Pero, por diversas causas, no debería volver a acercarme a Canterlot… —miró a los dos, que a su vez la miraban a ella, con cara de circunstancias—. Sí, ya sé que estamos en Canterlot, pero tenía que venir aquí: Reddish solo está segura en el Palacio Real, junto a las Princesas.

>>Así que os hago una petición —su gesto se tornó aún más serio—: Wise, Muffled, ¿podríais comprar esa joyería en mi nombre?

—¡Por supuesto! —el semental accedió encantado.

—Lo siento… —susurró Muffled—. Yo no puedo volver aquí… —musitó, bajando la mirada—. Sufro enoclofobia… Miedo a las multitudes… Ya lo “noté” cuando estaba en la carpa que su puso en la re-inauguración fallida de Cirrus Merlon… Y ahora, en Canterlot, ha vuelto a surgir, de forma horrible… —entonces se apoyó sobre la mesa, poniendo sus patas delanteras bajo la cabeza—. Y encima en el pueblo están terminando el arreglo de la ciudad de nubes, y dentro de nada será la verdadera re-inauguración… Y la carpa volverá de nuevo… —cuchicheó, para hundir a continuación su cabeza entre las patas.

—No lo comprendo… —exclamó Gentle—, si tanto terror tienes a Canterlot, ¿por qué has venido?

—Porque quería… —la jefa de mineros seguía en la misma posición, pero estaba sollozando—. Porque quería que supieses que me importas tú más que un tonto y estúpido miedo mental… Te necesito… Todos en Northwest Mines Town te necesitamos…

Wise estaba preocupado. Muffled estaba a punto de derrumbarse y contar cosas que no debía, así que decidió actuar rápido:

—Debemos irnos —comentó—. Si nos damos prisa, llegaremos al pueblo cuando despunte el día.

* * *


El tren estaba entrando ya a la estación de Canterlot, en dirección a Ponyville. Ya habían comprado los billetes y estaban esperando en el andén, que estaba desierto, a excepción de dos viajeros más y de un guardia que hacía la ronda paseando de un lado al otro de la plataforma. Afortunadamente no debía estar al tanto de las últimas noticias de Palacio, ya que, aunque Gentle seguía ataviada con la túnica, el soldado ni siquiera se acercó a indagar.

Por el camino, habían pasado por delante de las joyerías que había mencionado Gentle en el restaurante. Efectivamente, la joyería de la familia de Shiny estaba ajada y descuidada. Sin embargo, la joyería de Gentle hacía gala de un lujo sin igual. Cuando terminó de verlo, Wise apretó los dientes. Esa situación era injusta, muy injusta. La yegua de dos colores tenía razón: la Princesa Celestia tendría que haber tomado cartas en el asunto, haciendo reflotar la joyería del padre de Shiny… y ahora iba a ser esa unicornio la que iba a realizar ese trabajo.

Pero Wise estaba orgulloso de la entereza de Gentle. Esa yegua había hecho una hermosa acción llevando a Reddish al lugar más seguro para ella, aunque la unicornio sufriese un sinfín de horrores, tanto físicos como mentales. Y ahora, además, pensaba hacer otra gran acción, salvando un negocio ruinoso. Aunque lo fuese por su culpa.

El tren llegó a la estación y paró, abriendo a continuación sus puertas. Los tres comenzaron a moverse, pero Wise paró.

—Gentle —dijo—, creo que es hora de que te deshagas de esa túnica, pues hoy has demostrado al mundo entero quién eres realmente…

—Tienes toda la razón —respondió la unicornio—. He llevado demasiado tiempo esa gran carga sobre mí. Debo liberarme del yugo de dolor y vergüenza, para volver a ser libre...

Y, moviendo su cabeza, mordió un extremo de la túnica y tiró de ella, descubriendo su cuerpo. Todos los presentes se asombraron de su aspecto, incluyendo a Wise y a Muffled, que no se esperaron el cambio en su crin. Pero poco le importó a Gentle: Ella había hecho lo correcto llevando a Reddish al Palacio Real; ella haría lo correcto conservando el negocio familiar de Shiny, y ella estaba haciendo lo correcto al quitarse todo el peso de su culpa, representado por esa túnica.

Al entrar al tren, Gentle estaba orgullosa. Orgullosa por Reddish, orgullosa por el padre de Shiny, orgullosa por sus amigas, orgullosa por Wise y por Muffled, y orgullosa por los habitantes de Northwest Mines Town que no la veían como un monstruo.

Pero, sobre todo, estaba orgullosa de sí misma. Acababa de enfrentarse al mayor de sus temores… y había salido victoriosa.

FIN DEL CHAPTER 1x11


Y ahora, las impresiones:

Spoiler:
-Afortunadamente (doy gracias a Celestia Gentle Colors), el head-canon de la serie, emitido en los capítulos 4x01, 4x02 y 4x03 no han supuesto mucho problema en el head-canon de "Parallel Stories". Únicamente he tenido que cambiar una frase, lo que me hace pensar que el head-canon que he ideado se va pareciendo más y más al oficial, y eso me hace inmensamente feliz. Por cierto, que sepáis que este head-canon (el mío) lo podéis usar si queréis para vuestros fanfics (recordad que esto es un fanfic de fans para fans).
-Sin embargo, la escena de la Princesa Luna transformándose en Nightmare Moon (tengo ahora mismo, de imagen de fondo, a Princess Luna rascándose a gusto :) ), aunque parezca que difiere con mi head-canon, si aplicáis el sentido con el que Wise explica a Gentle el porqué de esas palabras, así como del enfrentamiento, veréis que mi versión también encaja a la perfección.
-Y, por último, la subtitulación de este capítulo (vamos, la frasecita que viene siempre debajo del título de una película): "¿Qué serías capaz de hacer por un ser querido?".


Y esto es todo. Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.

Nota de editado: Pongo algo que casi se me olvida:

Spoiler:
El nombre de la locomotora ( APECK101 ) es un acrónimo de un vídeo de youtube que me encanta, llamado "Applejack 101" ( he cogido las dos primeras letras, la central y las dos últimas: APplEjaCK 101).
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x11 + Película

Notapor Sr_Atomo » 28 Dic 2013, 12:26

Después de mucho, mucho tiempo (más de un año), he completado al fin el guión de la película crossover con mi fanfic.

He de decir que el guión es largo, muy largo (307 páginas), así que he decidido dividirlo en 12 partes, que iré poniendo a lo largo de hoy, mañana y pasado (sí, estoy muy vago, pero también quiero crear hype durante todo el fin de semana).

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Mucho de:

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Imagen <-- shipping, escenas explícitas

Y una pizca de:

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Imagen <-- aparecen Sea Ponies
Imagen <-- se ve por primera vez la armadura de guerra de Celestia, así como armamento bullspaniano
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Y, sin más dilación, aquí tenéis la primera parte, de doce, del guión de mi película:

My Little Pony - Friendship is Magic - Odio Puro


Spoiler:
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x12 - Parte 1

Notapor Sr_Atomo » 29 Dic 2013, 13:20

Bueno, después de la broma del día de los inocentes, ahora sí que sí, publico el capítulo 1x12. Después del capítulo anterior (el 1x11), este puede ser que os parezca un capítulo de relleno, pero nada más lejos de la realidad, pues aquí hay cosas bastante importante para el fanfic en sí. Eso sí, preparáos porque aquí está la escena probablemente más aburrida de todo el fanfic: Una reunión del Consejo del Pueblo.

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Y una pizca de:

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Y, sin más dilación, aquí tenéis la primera parte (de dos) del capítulo:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x12

Reinauguración

1ª Parte


—Bueno, vamos a ello… —Shiny agarraba fuertemente el cortacrines eléctrico, mientras miraba detenidamente la cabeza de Gentle, decidiendo aún por dónde empezar a arreglar el desaguisado.

—Llevas diciendo lo mismo desde hace diez minutos —se quejó la unicornio de dos colores—, y ni siquiera has empezado…

—Pero es que no sé ni por dónde meter la maquinilla sin provocarte un escalón en la crin —protestó la dorada pegaso.

—No gimotees tanto, que no lo tengo tan mal… —Gentle miró directamente a la joyero, hasta que ésta, enfurruñándose, volvió a girarle la cabeza para hacerla mirar al frente.

—No, si te parece… —comentó Shiny, mientras seguía analizando la forma de atacar el problema—. Cortarse la crin con un cuchillo no es muy bueno que digamos... ¡A quién se le ocurre hacer eso! —se quejó con amargura—. Tienes más escalones en la crin que… que… que un sitio con muchos escalones —la pobre pegaso estaba tan desesperada que no podía pensar con claridad.

—¿Aún seguís con eso? —preguntó Shadow desde el sillón.

—Empieza de una vez, Shiny… —añadió Knowledge, que estaba sentada al lado de la herrero, hojeando una revista—. Total, peor no va a quedar, ¿verdad?

—¿Quieres que te ayude? —Flashing se acercó a la joyero, que hacía intentos de arremetidas con el cortapelos apagado, mientras chasqueaba la lengua con una mezcla de desagrado e indecisión, incapaz de encontrar una forma de comenzar.

—No, gracias —indicó ésta, sin apartar la mirada de la cabellera de la yegua del cuerno roto—. Creo que ya lo tengo…

—Solo quería compensarle a Gentle el hecho de que pidiera más Lunas de Sangre… —respondió la potrilla—. La “Abuelita Terror” y yo te lo agradecemos enormemente…

—Entonces deja tranquila a Shiny y consideraré saldada la deuda —declaró la unicornio de dos colores—. En cuanto a ti —espetó, girando la cabeza para mirar a la dorada pegaso—, a ver si decides empezar de una vez… Me estoy cansando.

La respuesta que recibió de la joyero fue un bufido y un nuevo giro, esta vez brusco, de su cabeza, para volverla a orientar hacia el frente.

Flashing aprovechó la situación para darse la vuelta, manteniendo todo el rato una exagerada e irónica expresión de tristeza. Entonces se acercó a Feather, que subía y bajaba, con sus patas delanteras, unas pequeñas pesas, totalmente concentrada.

—Bonitas mini… lo que sean —dijo la prestidigitadora—. ¿Me dejas probar?

—Flashing, se llaman “mancuernas” —respondió la pegaso-cartero—. Y no, ahora mismo no te las puedo dejar, estoy en mitad de un conteo…

—Venga… ¿qué más te da? —expresó Flashing, poniendo un gesto mohíno—. Puedes usar una y dejarme la otra un rato…

—¡He dicho que después! —Feather se enfurruñó—. Cuando termine la cuenta, te dejaré una, pero hasta entonces déjame entrenar para las Olimpiadas, ¿quieres?

—¿Y de cuánto es el conteo? —preguntó la pequeña potrilla.

—Cinco tandas de cien levantamientos cada una… —respondió la pegaso—. Aún estoy por la segunda tanda, así que tardaré un poco, si no te importa, deja que continúe…

Flashing se quedó mirando cómo la pegaso-cartero subía y bajaba las mancuernas. El ritmo que ésta imprimía en el movimiento, al menos para el gusto de la potrilla unicornio, era bastante lento… Tardaría siglos en tener una de esas mancuernas y jugar con ella. Entonces, entrecerrando los ojos, empezó a hablar:

—Dos… Cinco… Ochenta y tres… Veintiocho… Once… Sesenta y dos… Treinta y nueve…

Feather de repente paró y miró fulminantemente a Flashing, que sonrió…

—Me has hecho perder el conteo… —exclamó la pegaso-cartero—. Ahora tendré que empezar de nuevo… Muchas gracias…

—O, dicho de otra manera —la pequeña prestidigitadora tenía una sonrisa de oreja a oreja—: has terminado… Anda, déjame una…

—Ni de broma te lo voy a dejar —Feather estaba enfadada—. Y menos después de usar esa acción tan… sucia.

Entonces Flashing, enfurruñándose también, cogió una mancuerna y empezó a tirar de ella. La pegaso-cartero agarró rápidamente la misma pequeña pesa, para evitar que la potrilla unicornio se apoderase de lo que no era suyo. La prestidigitadora tiraba cada vez más fuerte, y Feather también, en un forcejeo realmente equilibrado, hasta que, de repente, Flashing propinó una patada en la espinilla de la pegaso-cartero, que soltó instintivamente la mancuerna. Sin embargo, debido al impulso con el que había conferido la potrilla al tirar, la pesa se le escapó de entre sus cascos, para salir volando por la habitación.

—¡Ya sé por dónde empezar! —gritó Shiny, completamente ajena a toda la acción y, agarrando un mechón de la crin de Gentle para apartarlo, encendió la maquinilla y la acercó a la cabeza de la unicornio de dos colores.

Todo el mundo, excepto la joyero y la unicornio del cuerno roto, se fijaron en la mancuerna voladora y, más concretamente, en el rumbo que ésta estaba siguiendo: iba a impactar directamente contra el costado de Shiny. Rápidamente Shadow y Knowledge se incorporaron para intentar parar o desviar la mancuerna, pero no llegaron a tiempo…

—¡¡AY!! —la dorada pegaso se quejó al recibir el impacto y trastabilló hacia un lateral.

—¡¡AU!! —Gentle protestó: al caer, Shiny no había soltado el mechón y, al recular, había tirado de él, arrancándolo de cuajo del cuero cabelludo.

Pero eso no fue lo peor… El cortacrines también se había movido y había rapado por completo un lateral de la cabeza de la unicornio de dos colores. Quitando a Shiny, que aún se estaba recuperando del golpe, y a Gentle, que seguía quejándose del tirón sufrido, el resto estaba con los ojos como platos.

—Iros ahora que podéis —murmuró Knowledge, dirigiéndose a Flashing y a Feather.

—Hacedlo antes de que sea demasiado tarde —añadió Shadow, mirando a las dos mismas yeguas.

—¡¡Pásame el espejo de casco!! —gritó Gentle, con los ojos aún llorosos.

Temerosa, Shiny le pasó el objeto requerido a la unicornio de dos colores. Ésta lo cogió sin miramientos y observó el estropicio.

—¡Flashing, Feather…! ¡¡HABLAREMOS LUEGO!! —dijo entre dientes, sin apartar la vista del espejo.

Las dos aludidas huyeron rápidamente de la casa, aunque la pequeña unicornio, antes de salir, se paró, miró directamente a la dorada pegaso y, estirando su propia crin hacia arriba con las patas delanteras, comentó:

—Estilo Tomahawk, Shiny… es lo que yo haría —y, sin esperar respuesta alguna por parte de Shiny, la prestidigitadora salió a la calle.

* * *


Wise observaba la calle principal desde el interior de la Casa del Consejo, a través de la ventana principal. Acababa de contar a todos los miembros, incluyendo a sus nuevos miembros: Spoon Giddy y las hermanas Numbers, todo lo referente a Gentle Colors, aprovechando que ésta permanecía aún en su casa. Aunque la reunión de presentación de los nuevos miembros iba a tener lugar en cuanto Gentle entrase, Wise había convocado en secreto una pre-reunión para pedir ayuda.

—Y bien… —dijo, dándose la vuelta y mirando al resto del Consejo —. ¿Alguna pregunta?

Todos estaban asombrados, sin saber qué decir. Ninguno se esperaba lo que acababa de oír. Únicamente Muffled, que lo sabía de antemano, estaba tranquila.

—Si llego a saber que las reuniones del Consejo son así —empezó a comentar Spoon, con una ligera sonrisa en la boca—, os habría pedido entrar antes…

Tímidamente Disarming levantó el casco y, cuando Wise asintió, comenzó a hablar.

—No sé cómo definir la pregunta… —alegó—, pero… Después de lo que ha hecho, ¿por qué sigue aquí? Es decir… Si ha sido exiliada fuera de Equestria… Y, que yo sepa, Northwest Mines Town está dentro de los límites del país... ¿Por qué no le han echado de nuevo?

—Cuando ella se estableció aquí hace algo más de mil años —respondió Wise—, esto —hizo un movimiento panorámico con su pata, señalando el pueblo— no formaba parte de Equestria. La frontera se amplió posteriormente, quedando ella atrapada dentro. Pero todos aquellos que le dieron un “aviso” para que se moviese de nuevo, simplemente no volvieron.

—¿Estás diciendo que Gentle es una asesina? —interrogó Spoon, manteniendo la sonrisa en su boca.

—Sí —replicó el semental marrón—, pero te aseguro que cualquiera de nosotros, en su misma situación, habría hecho exactamente lo mismo.

—¿Entonces por qué… dejó que los primeros habitantes de Northwest Mines Town se estableciesen aquí? —preguntó Magic.

—Nadie lo sabe —contestó Wise—. Puede ser porque fueron los primeros en ir en son de paz, o tal vez porque Gentle comprendió que era el primer gesto auténtico del cambio de gobierno de la Princesa Celestia, o quizás simplemente estaba cansada de matar a todo aquel que se acercase a ella… Pero el caso es que permitió que se estableciesen los primeros colonos en este lugar y es algo que debemos agradecérselo todos aquí.

—¿Todos? —inquirió Spoon.

—Bueno, todos no… —respondió el espía—. Quitando a Magic, que es de Hoofington, y a Look y a ti, que sois de Canterlot, el resto del Consejo podría decirse que existimos gracias a Gentle, ya que su decisión permitió que nuestros ancestros se conociesen.

—Esto… —cortó una de las hermanas Numbers—, nosotras somos de Fillydelphia…

—Pero vuestra abuela nació aquí —replicó Wise—, con lo que estáis en la misma situación que el resto.

Las gemelas comprendieron y afirmaron con la cabeza.

—Pero eso no significa nada —comentó Spoon—. Podría decirse que, gracias a mí, estáis vivos…. Podría haberme confundido ayer con la comida y, en vez de echar mi especia secreta, haber puesto estricnina. Todos podríais haber muerto y no lo estáis porque hice las cosas bien.

—Esa tontería no ayuda en nada —exclamó Wise—. Estoy hablando de un asunto completamente serio…

—Un momento, un momento… —cortó de repente Muffled—. Tú eres de Canterlot… ¿Por qué te incluyes en el grupo?

—Porque yo nací y fui entrenado especialmente para esta misión —declaró el poni marrón—: vigilar a Gentle y ayudarla a que su integración sea completa.

—“¿Y no hay peligro alguno?” —inquirió Look Talker, moviendo sus ojos—. “Es decir, ¿qué posibilidades hay de que Gentle se vuelva loca y empiece a hacer una matanza indiscriminada?” —entonces se quedó pensativo durante un instante y continuó hablando—. “Por supuesto, no estoy diciendo que ella sea un peligro, pero deberíamos estar preparados por si acaso, ¿no?”

—Efectivamente, tal como has dicho, ella no es un peligro —contestó Wise—. Al menos no lo ha sido desde que se fundó Northwest Mines Town. Ha cambiado completamente, e incluso ahora está haciendo todo lo posible por volver a ser la que una vez fue. De hecho, el hechizo de olvido que hay en este pueblo ya no tiene razón de ser, por lo que voy a quitároslo a vosotros y al grupo, exceptuando a Gentle.

—¿Qué hechizo? —preguntó Magic, extrañada.

—¿Nunca os habéis parado a pensar por qué, si este es un pueblo minero cuyos habitantes somos de lugares totalmente dispares, nuestra forma de hablar es el mismo? —preguntó el espía—. Es decir, da exactamente igual que unos vengamos de Canterlot, otros de Hoofington, otros de Manebourne y otros de Fillydelphia. Todos tenemos el mismo nivel de oratoria, el mismo tono, la misma forma de juntar las palabras, la misma…

—Lo hemos entendido… —cortó Disarming, con un gesto mohíno.

—Ese es el efecto secundario de un hechizo que se lanzó sobre esta tierra, cuando se creó el pueblo. La idea era que nadie se preguntase el porqué de la existencia eterna de Gentle, comparada con la de los demás. Cada cierto tiempo, un hechizo se activa sobre Northwest Mines Town y toma, como base, una versión “actual” de cómo debería ser Gentle con la edad que aparenta: su forma de ser, su forma de hablar, su historia… Y, en consecuencia, el resto del pueblo se ve afectado de igual manera: todos conocemos su historia falsa, aunque probablemente nunca lo hayamos oído de su boca, y hablamos y actuamos de la misma forma que ella, es decir, Canterlot moderno. De esa forma, la integración que obtiene es más completa, pues ésta se siente constituida a más niveles, llegando a ser, desde la parte más importante a la más nimia, parte de un conjunto.

>>Y, volviendo a lo que decías antes, Look, también tienes razón en otra cosa —el semental volvió a mirar a través de la ventana. Ésta vez hacia la casa de la unicornio de dos colores—: tenemos que estar preparados para un gran peligro… —y, a continuación, empezó a contar todo lo referente a los robos.

* * *


—Tengo que hablar con estas dos muy seriamente —Gentle seguía escrutando el estropicio a través del espejo de casco.

—Gentle, sabes que ha sido sin querer —replicó Shiny—. Además, yo también he tenido que ver en este asunto...

—Tú solo has sido una pobre víctima —dijo la unicornio de dos colores—, al igual que yo.

—Vamos, Gentle —expresó Shadow—, sabes tan bien como yo que ha sido algo fortuito… un cúmulo de desgracias.

—Sí —añadió Knowledge—, recuerda lo de la carpa del otro día… Ya sabes, el polvo de gema y el ungüento… También ocurrió un cúmulo de desgracias, y también fue sin querer.

Esas palabras parecieron apaciguar la furia de la unicornio de dos colores, que volvió a mirar al frente y únicamente refunfuñó por lo bajo. Shiny volvió a sonreír, aliviada, y empezó a cortar la crin de Gentle, pero esta vez teniendo como idea el estilo que le había dicho Flashing…

* * *


—A ver, que nos enteremos… —dijo Spoon—: Gentle Colors es una unicornio que tiene más de mil doscientos años de edad, se rebeló contra la Princesa Celestia y, después de ser derrotada, ha estado prisionera en el Jardín Real y, tras su liberación, exiliada aquí, para matar a quién sabe cuántos ponis y otras criaturas igualmente inteligentes, ¿no?

Wise se quedó pensativo…

—Sí, en grandes rasgos así fue… —respondió al final—, pero hay que tener en cuenta las circunstancias…

—Entonces deberíamos hacer una votación rápida para decidir si se queda o no en el pueblo —sentenció el cocinero, cortando la respuesta del espía—. En cualquier momento podría… atacarnos.

Wise miró fijamente a los ojos de Spoon. ¿Qué pretendía hacer ese poni? Se suponía que la Princesa Celestia le había mandado a Northwest Mines Town para ayudarle a él en su tarea, pero estaba forzando las cosas de forma muy negativa…

—Yo voy a votar —continuó diciendo el cocinero—, si no os importa… Y mi voto es: “Se queda”. Teniendo en cuenta las circunstancias, bastante mal lo ha pasado la pobre como para que ahora, cuando por fin es medianamente feliz, tengamos que echarla.

Todo el resto del Consejo afirmó y votó a favor. De esa manera, Gentle se quedaría en el pueblo, ratificado por el máximo organismo del que se disponía en Northwest Mines Town.

—Me alegro mucho del resultado —Wise respiró aliviado. Al fin comprendía lo que había pretendido hacer Spoon, y estaba contento porque afortunadamente le había salido bien la jugada—. Pero aún hay mucho que hacer con el grupo de seis yeguas de Northwest Mines Town.

—¿Por qué las seis yeguas? —preguntó Disarming—. ¿Qué tienen que ver en todo esto?

—Digamos que todo nuestro trabajo, ahora mismo, debe centrarse en ellas —respondió el espía—. Es lo más importante, aún más que el asunto de los robos.

>>Pero comenzaré desde el principio: Gentle tiene un grandísimo potencial mágico…

—¿Potencial mágico? —preguntó Muffled—. ¿Eso no es lo de…? —no sabía cómo añadir las palabras—. Creo que me he perdido un poco con tanto… tecnicismo…

—Veamos… —Wise pensó en cómo exponerlo de forma sencilla—, todo el mundo, o mejor dicho, todo ser vivo tiene una capacidad para la magia, independientemente de si es un unicornio, un poni de tierra, un pegaso, un alicorn, un grifo o un ratón silvestre. Es como un recipiente para la magia, indistintamente de si puede o no usarlo, aunque sería más exacto definirlo como si cada ser vivo fuese un conductor de la magia, ya que no lo almacenan. El potencial para la magia se establecería, más concretamente, como “la facilidad con la que la magia puede fluir en un cuerpo, junto con la capacidad de ‘torrente mágico’ que es capaz de albergar el cuerpo de un ser vivo”. Es decir, si un cuerpo es muy “conductor” y a la vez es capaz de contener, ya sea en un momento dado o bien de continuo, una gran cantidad de magia, significa que ese ser tiene un gran potencial mágico.

>>Ahora bien, la comprensión de ese potencial mágico se puede aumentar con el estudio y la comprensión de la magia, cosa que hacen los unicornios, que son los únicos ponis, además de los alicorns, que pueden lanzar la magia o, lo que es lo mismo, concentrar en un punto el poder mágico que recorre su cuerpo en ese momento. Contrariamente a lo que muchos creen, incluyendo muchísimos unicornios, el potencial mágico y el poder mágico son cosas completamente distintas. Por ejemplo, Flashing Hooves tiene un potencial mágico muy superior a la media, pero no tiene ningún poder mágico, por lo que es incapaz de lanzar hechizos. Eso es algo que contradice el pensamiento de que el cuerno de un unicornio es inherente para el poder mágico. A todos los efectos, esa potrilla es como un poni de tierra.

>>Normalmente estos dos atributos consuman un todo, teniendo un límite. Es decir, es como si metiésemos en un depósito agua y aire. Si introdujésemos mucho de un elemento, no habría capacidad suficiente para el otro. Es lo que se conoce como “El teorema del contenedor”. Por eso mismo, los unicornios, a pesar de tener un potencial mágico ligeramente menor que el del resto de ponis, precisamente por este teorema, estudian para comprender y comprimir ese potencial, dando lugar a un potencial teórico mucho mayor que el físico. De ahí que necesiten concentrarse para comprimir la magia de su cuerpo en un punto. Sin embargo, a veces se da el caso contrario. Muy de tarde en tarde aparece un unicornio cuyo potencial mágico y poder mágico son realmente exorbitantes, hasta tal punto que se salen de todas las escalas establecidas, sobrepasando con creces ese supuesto depósito. De hecho, a lo largo de la Historia solo ha habido un pequeño grupo con esas características. Entre ellos, podemos destacar a Star Swirl the Bearded, Twilight Sparkle o Gentle Colors —entonces paró por un momento. Había algo en su explicación que no terminaba de concordar, y sabía que era algo relacionado con la unicornio de dos colores, pero… ¿qué era? De todas formas, decidió no pensar mucho en ello, más que nada para no alterar en demasía a los demás al descubrir estos que él no llevaba el peso de la explicación.

—Vale, ya me he enterado… Más o menos… —Muffled estaba dando vueltas en su cabeza a la explicación que acababa de recibir.

—Debéis saber que —siguió explicando Wise—, a raíz de su potencial mágico, Gentle estaba destinada, como último recurso, a liderar el grupo de las seis yeguas de Ponyville… Sí, la misma unicornio que “convirtió” a la Princesa Luna en Nightmare Moon, iba a liderar el grupo para defender Equestria de su ataque, mil años después. Afortunadamente para todos, nació Twilight Sparkle.

—¿Por qué eso es bueno? —preguntó Muffled, extrañada.

—Para las cinco yeguas de Ponyville —respondió Wise— fue bueno porque la relación entre ellas y Gentle habría sido, seguramente, desastrosa. El orgullo de Gentle no congeniaría en absoluto con la amistad de las demás, a pesar de que, cuando se ideó el “plan” eran apenas unas bebés. También fue bueno para Twilight, que demostró tener un grandísimo potencial mágico y, como también era una bebé, podía “moldearse” perfectamente… Pero, aunque por el momento no ha superado el poder que tenía Gentle cuando era una aprendiz de la Princesa Celestia, es cuestión de tiempo que lo haga.

>>También fue bueno para la Princesa Celestia, ya que el odio que tiene Gentle contra ella era un problema demasiado grande como para permitir que ella tuviese el poder de la Joya de la Magia. Y, sobre todo, era bueno para Gentle, porque no estaba preparada. Pero ahora, junto con las amigas que tiene aquí, el vínculo de amistad que posee es realmente portentoso… Es una fantástica mezcla de cariño, necesidad y amor maternal.

—¿Amor maternal? — inquirió Magic.

—Sí, eso es —respondió el espía—: Shiny, Flashing, Shadow, Knowledge y Feather son como hijas para Gentle. Ella ha visto nacer e incluso ha criado a la mayoría. Y a Shiny y a Feather las está empezando a querer de la misma manera.

>>Y, aunque Gentle es la punta de lanza del grupo, las demás también son extremadamente importantes, pues han sido “escogidas” especialmente para formar este grupo.

—¿Por qué este subterfugio? —preguntó Muffled—. Esto no me lo contaste en el viaje.

—Imaginad que Equestria es atacada desde varios frentes a la vez —replicó Wise—, o que alguna del grupo de Ponyville cae enferma o incluso fallece… ¿Cómo se podría defender el Reino? En un país tan grande como éste no podemos depender únicamente de cuatro grandes fuerzas defensivas, como son: la Princesa Celestia, la Princesa Luna, las seis yeguas de Ponyville y el Ejército Real. Se necesita mínimo dos grupos más… Y uno de esos grupos son las seis yeguas de Northwest Mines Town.

—¿Y el otro grupo? —Spoon miró fijamente a Wise, pero con una sonrisa en su rostro: ya que se estaban revelando los planes reales, quería que “Número Uno” lo hiciese del todo… Éste le devolvió la mirada, sabiendo lo que se proponía éste con la pregunta.

—El otro grupo está en Detrot —dijo el espía—, bajo las supervisión de otro… espía. De hecho, hace poco conocimos a uno de sus miembros, en una situación especial con un miembro de su familia…

—¡Espera…! —cortó Muffled —. ¿Te refieres a Plush Padding?

—Al mismo —contestó Wise.

Muffled se echó los cascos a la cabeza… Su antiguo novio pertenecía a otro grupo que estaba destinado a defender Equestria junto con las seis de Ponyville, junto a las Princesas, junto al Ejército Real y, lo que más le dolía, junto al grupo de Northwest Mines Town.

—Un momento —dijo Disarming—, ¿se puede saber la configuración del grupo de Detrot? Es que me resulta un poco extraño que haya un semental en un grupo especial. Porque no parecía que estuviese… esterilizado.

Todo el Consejo empezó a mirar al hotelero de forma sorpresiva, a excepción de Wise, que sonreía… Al final iba a resultar que Disarming era más inteligente de lo que parecía…

—Tienes razón —confesó el espía—. Es sumamente extraño que un semental esté en un grupo cuyo poder se va a basar en un sentimiento, pero más extraño aún es que todo el grupo de Detrot son sementales. Es una decisión que, sinceramente, no comprendo. Todo el mundo sabe que las hembras de las especies más evolucionadas son más propensas a aprovechar el poder de los sentimientos positivos, como el amor y la amistad… Y los ponis no somos una excepción.

—Eso ha sido un pensamiento machista —Magic miró furiosa a Wise.

—Vamos, vamos… —replicó éste—. ¿Cuánto hace que no ves a un semental llorar? Nosotros nos guardamos los sentimientos dentro, hasta que son tan fuertes que salen explosivamente —entonces paró y se quedó pensativo durante un instante—. Vale, ahora lo comprendo todo… —dijo más para sí mismo que para los demás—: lo que quiere la Princesa Celestia es ese poder explosivo, llevado al máximo extremo, aunque requiera de muchísima preparación…

—¿Pero por qué las seis de Northwest Mines Town son tan importantes? —preguntó Reale—. Es decir, no me refiero al grupo, sino a los miembros…

—Verás… —empezó a explicar Wise—, como bien he dicho antes, todas han sido cuidadosamente “escogidas” para integrar el grupo… Sí, ya sé que no parece ético y todo eso, pero solo hay que ver cómo se llevan todas entre sí… A mi parecer ha sido un acierto juntarlas… pues se necesitaban, aunque no lo sabían.

>>Y la razón por la que han sido elegidas han sido por su pasado… Pues el pasado es más importante de lo que se cree…

El espía empezó a enumerar, dando un aire solemne a sus palabras:

—Flashing Hooves no tiene pasado… ya que es huérfana; Shadow Hammer perdió parte de su pasado, al verse obligada a ocuparse de la herrería antes de tiempo; Undying Knowledge está muy interesada en el pasado, ya que es historiadora; Fast Feather fue trasladada a este pueblo porque estaba huyendo de su pasado; y Shiny Eyes usó el conocimiento de su pasado para ayudarnos.

—Te falta Gentle Colors —matizó Spoon.

—La he omitido porque Gentle representa absolutamente todo el pasado de Northwest Mines Town.

>>Y todas las del grupo, a través del pasado, son ahora mismo el presente y el futuro de Northwest Mines Town y, posiblemente, de toda Equestria.

—¿No crees que te estás envalentonando mucho con esas palabras? —preguntó Muffled con una media sonrisa en la boca.

—En absoluto —respondió Wise—. La relación que están teniendo entre sí todas está siendo incluso superior a las expectativas. Cuando estén preparadas para la acción os aseguro que el poder conjunto que serán capaz de generar entre todas será increíble, hasta tal punto que incluso el poder de las Joyas de la Armonía, a su lado, será poco más que humo y chispas. Tengo plena confianza en las seis y os juro que pronto serán heroínas, luchando junto a las Guardianas de las Joyas de la Armonía.

—¿Y con qué? —siguió interrogando Muffled—. Las seis de Ponyville tienen las Joyas, las Princesas tienen sus poderes de alicorn y el Ejército Real tienen armaduras y espadas. Aunque seguramente la Princesa Celestia tenga algo preparado para “nuestro” grupo, ¿no sería mejor que tuviesen ya lo que sea que vayan a usar, si tan preparadas están?

—Sí, hay algo para ellas —contestó el espía—, pero a la vez no lo hay… Hay en juego seis armaduras especiales, pero ese es el problema: únicamente hay seis armaduras para dos grupos… Y no se puede dividir. Tienen que ser todas para un grupo, ya que se complementan entre sí… Es decir, un grupo se lleva las armaduras y el otro se queda sin nada.

—¿Y cómo puede ser posible tal despropósito? —inquirió Spoon—. Se supone que, si están preparando a dos grupos para ayudar a defender Equestria, lo normal es que los miembros de ambos grupos estén pertrechados con lo mejor de lo mejor, ¿no?

Wise volvió a mirar inquisitivamente al cocinero. Pero tenía razón, o mejor dicho, seguía teniendo razón al preguntar sobre este tema.

—No lo sé —dijo—. No entra en mis… “asuntos” el saberlo… —dijo, como si estuviese repitiendo una orden dada hacia él—. Pero el caso es que uno de los dos grupos se quedará sin nada, y no va a ser el nuestro —exclamó, señalando hacia la casa de Gentle, donde aún estaban reunidas todas las aludidas—. Ellas están sentando las mejores bases para evolucionar y habría que estar sordo y ciego para no darles ese ansiado premio.

—Querrás decir “sorda y ciega”… —declaró Spoon con una medio sonrisa en la boca—, porque supongo que te estarás refiriendo a la Princesa Celestia, ya que seguramente sea ella misma la que otorgue las armaduras…

La mirada de Wise hacia Spoon esta vez era de furia. Ese estúpido cocinero estaba jugando a un juego muy peligroso…

—Mirad —dijo Disarming, que estaba mirando por la ventana—, se está abriendo la puerta de la casa de Gentle… van a salir ya…

Todos miraron por la ventana. Efectivamente, empezaban a salir, aunque únicamente lo hicieron Feather, que estaba enfurruñada y Flashing quien, antes de salir, miró hacia dentro mientras hacía una cresta con su crin, mientras hablaba.

—Perdonad —Wise se había asomado a la puerta y se dirigió hacia las dos yeguas—, ¿falta mucho para que salga Gentle? Estamos esperándola desde hace ya un rato, y algunos tenemos cosas que hacer después…

—No, no falta mucho —Flashing se dio la vuelta—. Al menos, si siguen mis instrucciones. Por cierto... —la pequeña unicornio puso cara de potrilla buena—, ¿nos podríais dejar el mando de la televisión?

Wise miró para dentro y los demás, que habían escuchado la pregunta, asintieron. Magic se levantó y, acercándose a un aparador que había en una esquina de la habitación, lo abrió. Entonces cogió el mando y algunas películas y se lo pasó a Feather, que se había acercado a la casa del Consejo para recibir el ansiado presente.

La pegaso-cartero y la prestidigitadora corrieron a continuación hacia el centro de la plaza. Entonces Feather enfocó el mando hacia la gran pantalla que se escondía tras unos cortinajes sobre la entrada de la mina.

—¡Espera, espera! —exclamó Flashing—. ¡Enciéndelo a mi señal!

La unicornio se situó encima de una de las losetas y, sonriendo, levantó la pata lo máximo que pudo y, a la vez que lo bajó rápidamente, gritó:

—¡¡Ahora!!

La pegaso-cartero, con una sonrisa de complicidad, pulsó el botón de encendido y todo se activó: los altavoces se movieron hasta quedar al descubierto, las cortinas de la pantalla se movieron hacia los lados y las losetas comenzaron a elevarse. Todas excepto la que estaba debajo de Flashing, que empezó a moverse de forma renqueante, haciendo que la potrilla disfrutase del movimiento.

—¡¡¡UIIIIIIIII!!! —gritó extasiada Flashing mientras subía poco a poco la columna de proyección.

—¡¡Flashing…. Flashing!! —increpó Muffled, desde la puerta de la casa del Consejo, mientras miraba fijamente a la unicornio, haciendo con una pata la señal de azote—. ¡No hagas eso!

—He mirado las normas y no pone nada de que esté prohibido hacerlo —declaró sonriente la pequeña prestidigitadora mientras saltaba al suelo, dejando así que la columna terminase de elevarse de forma normal.

Muffled entró a la casa del Consejo y dijo:

—Hay que revisar las normas de uso del sistema de proyección…

* * *


—Bueno, ¿qué hacen exactamente esas armaduras? —preguntó Disarming, después de que Magic se volviese a sentar tras dar el mando a Feather.

Esa pregunta sacó a Wise del ensimismamiento. Había estado mirando a Feather y a Flashing a través de la ventana, sintiendo incluso envidia de la inocencia con la que habían salido de casa de Gentle… Inocencia y desconocimiento de quién era verdaderamente esa unicornio de dos colores. Sin embargo, ahora esa inocencia y desconocimiento estaban diluyéndose entre los miembros del Consejo del Pueblo. Volvió a enfocar su mirada hacia la pegaso-cartero y hacia la pequeña prestidigitadora... Y ahora que estaban suficientemente lejos, se podía continuar con el tema de la reunión.

—Ah… —el espía se concentró en la pregunta que le había hecho el hotelero—. Sí… Esas armaduras tienen el poder de los elementos… Cada una “controla” un elemento: tierra, agua, aire, fuego, luz y oscuridad. Y lo hacen porque cada una tiene atrapado en su interior un Elemental.

—Esto… —Muffled entrecerró los ojos—, recuerda lo que pasó con la lanza bullspaniana y el Elemental de Tierra: Gentle tuvo que salir por patas del pueblo porque no soportaba el relincho del Elemental…

—Tranquila —aclaró Wise—, las armaduras están blindadas hasta el cuello de protecciones mágicas. Y los Elementales atrapados están adormecidos. No hay peligro alguno, ni posibilidad ninguna de que esos elementales escapen —“De hecho, si esos elementales estuviesen operativos, lo habría notado cuando he estado a su lado el otro día”, pensó para sí mismo.

—¿Has tenido en cuenta que Gentle es la Elegida por los Señores Elementales que están atrapados dentro de las Joyas de la Armonía? —volvió a insistir la jefa de mineros, entrecerrando aún más los ojos—. ¿Y si los Elementales de las armaduras se dan cuenta de ello y despiertan? Es posible que el poder de las armaduras, en vez de imbuirse hacia las seis del grupo, usando el poder de los Elementales, se trastoque completamente y ocurra al revés: que el poder de las seis del grupo, a través de las armaduras, alimente el poder de los Elementales, haciendo que éstos rompiesen las protecciones mágicas y se liberasen… ¿Has pensado en esto? ¿Ha pensado la Princesa Celestia en esto?

Wise se quedó sin saber qué responder. Muffled tenía toda la razón. ¿Y si el remedio resultaba ser mucho peor que la enfermedad? Si salían libres los elementales de las armaduras, posiblemente inutilizarían o harían algo peor a las seis yeguas de Northwest Mines Town. Y, si usasen las Joyas de la Magia para parar a dichos Elementales, probablemente los Señores Elementales, contenidos en ellas, se darían cuenta de que serían usados para eliminar a sus “hijos”, por lo que se negarían y de seguro se rebelarían contra la orden, destruyendo a las seis yeguas de Ponyville. Y el Ejército Real se vería sobrepasado, e incluso es posible que también tuviesen problemas las dos Princesas para solucionarlo…

—¿Qué está haciendo Flashing? —inquirió Imaginary, que estaba mirando por la ventana.

Todos hicieron lo mismo, viendo a la potrilla posicionada encima de una loseta, mientras sonreía. Acababa de alzar una pata y lo estaba bajando rápidamente.

—No será capaz… —dijo Muffled, que se acercó a la puerta.

Las losetas comenzaron a subir, ya que Feather había encendido todo el sistema de proyección, aunque la que estaba debajo de la prestidigitadora lo hacía con problemas.

—¡¡Flashing…. Flashing!! —gritó Muffled, desde la puerta—. ¡No hagas eso!

Algo le respondió la potrilla, pues cuando entró, miró a todos y dijo:

—Hay que revisar las normas de uso del sistema de proyección…

* * *


—Bueno, pues ya está —Shiny exclamó, orgullosa—. Al fin tienes una crin cortada como debe ser… —entonces le pasó el espejo de casco a Gentle.

—No puede ser… —ésta se quejó amargamente, al ver su reflejo—. No me fastidies… ¿Una cresta? —entonces miró fijamente a Shiny y continuó hablando—. ¿Alguien tiene zapatones y una nariz de broma? Es lo que me falta para terminar de convertirme en un payaso…

Knowledge y Shadow intentaron aguantarse como podían la risa… Verdaderamente Gentle tenía un aspecto cómico. Incluso Shiny apretaba los labios con sus dientes para no desternillarse, aprovechando que la unicornio de dos colores miraba furiosa las otras dos.

—Bueno —Gentle se resignó—, de todas formas ya es tarde para cambiar el estilo. Afortunadamente, en unas pocas semanas volveré a tener el aspecto que he tenido siempre, gracias a que mi crin crece a un ritmo frenético, hasta quedarse en la longitud precisa —entonces miró hacia las tres y se levantó—. Muchas gracias —declaró—, pero ahora tengo que irme a la reunión del Consejo —se quedó pensativa durante un instante y continuó hablando—. Me pregunto si debería ponerme la túnica por encima…

—Van a descubrir el corte de pelo tarde o temprano —contestó Knowledge—, así que mejor mostrarlo lo antes posible…

—Tienes razón —respondió la unicornio de dos colores—. Y ahora, si me disculpáis… —exclamó, haciendo un gesto hacia las demás indicando que saliesen a la calle a la vez que ella. Quería dejar la casa vacía, sin posibilidad de que ninguna de sus amigas husmease por donde no debía.

Cuando salieron todas, descubrieron que Feather y Flashing estaban viendo varios canales a la vez en el sistema de proyección, así que Shiny, Knowledge y Shadow se quedaron con ellas. Gentle, sin embargo, bufó y se dirigió hacia la casa del Consejo.

* * *


—Bueno, entonces quedamos en hacerlo cuando llegue, ¿no? —comentó Wise, esperando una respuesta positiva por parte de los demás miembros del Consejo.

—Por supuesto —respondió Muffled, con una sonrisa en la boca. Ahora estaba mucho más calmada. El resto también afirmó.

—Esperad, se vuelve a abrir la puerta… —declaró Wise, que volvía a mirar por la ventana hacia la casa de Gentle.

De la casa salieron las restantes amigas. Todas se dirigieron hacia Flashing y Feather. Todas excepto Gentle, que se estaba encaminando directamente hacia la casa del Consejo. Al fin iba a tener lugar la reunión. Wise, con rapidez, se volvió a sentar en su sitio, esperando la llegada de la unicornio de dos colores.

Cuando entró Gentle, todos se levantaron de los asientos y comenzaron a aplaudir, pateando los cascos delanteros sobre la mesa. La mirada de perplejidad de la unicornio del cuerno roto se hizo patente. Wise tomó la iniciativa y empezó a hablar:

—Gentle Colors —dijo, sonriente—, lo que has hecho con Reddish ha sido realmente fantástico. Te ovacionamos esa acción, y queremos que sepas que todos aquí están de tu parte…

—Lo sé —respondió la aludida—, los que estaban en contra se han marchado del pueblo. Y, como antaño, Northwest Mines Town ha quedado prácticamente vacía.

Entonces todos se fijaron en el corte de pelo que tenía la unicornio de dos colores. Unos se aguantaron la risa, mientras otros intentaban, por todos los medios, impedir que su cara expresase asombro. Gentle miró hacia todos y cada uno de los demás miembros del Consejo, mientras se dirigía a su asiento.

—Lo sé… —dijo—, parezco un adefesio… Pero cuando se tuercen las cosas, hay que mantener alta la compostura. En poco tiempo este… “esperpento” —señaló su cresta— desaparecerá.

Una vez Gentle ocupó su asiento, comenzó la reunión.

—Orden del día —Wise empezó a comentar, después de carraspear—:

>>Punto uno, presentación de los nuevos miembros…

Uno a uno se fueron presentando Spoon Giddy y las gemelas Numbers. El resto les dieron la bienvenida a la comitiva del Consejo del pueblo. Cada nuevo miembro contó brevemente su historia, aunque, tal como supuso Wise, Spoon contó una historia diferente de la real.

Las gemelas Numbers nacieron en Fillydelphia y, después de terminar la carrera universitaria, en la especialidad de Matemáticas, tuvieron nostalgia de la vida que tenían cuando eran unas pequeñas potrillas, pues sus padres las llevaban, cada verano, a Northwest Mines Town para jugar y a descansar de tanto estudio. Pero ellas se dedicaban todo el tiempo a hacer cálculos matemáticos sobre cada cosa que veían, dando cuenta a sus padres lo que les fascinaban esa rama del saber. Desde entonces, en ese pueblo se dedican a ayudar en todo lo posible a los demás, independientemente de si el problema está relacionado con su campo de conocimiento o no. Además, actualmente están elaborando un libro sobre las matemáticas, para ayudar en la comprensión de la materia, dirigido hacia los potrillos más jóvenes, mostrándoles el apasionante mundo de los números y las expresiones matemáticas.

Mientras iban explicando su historia, sacaron unos papeles donde había apuntadas unas cuantas curiosidades matemáticas y los fueron pasando a cada uno de los demás miembros del Consejo. Todos miraron el papel que tenían delante y algunos incluso les prestaron atención. Eran unas curiosidades muy… singulares. Definitivamente las matemáticas eran especiales.

Sin embargo, la historia que dijo Spoon Giddy fue mucho más anodina: aprendió a cocinar y se enteró de que Northwest Mines Town empezaba a deslumbrar y a llenarse de ponis, aunque el pueblo aún no poseía una casa de comidas y aprovechó la situación para viajar y abrir el primero y, esperaba, el único restaurante.

—De acuerdo, bienvenidos los tres —repitió Wise al final de las presentaciones.

>>Punto dos, el asunto de “poder” del Consejo... —y, después de hablar, miró hacia Gentle, al igual que hicieron los demás instantes después.

—Me toca, ¿no? —dijo, con desgana, la unicornio de dos colores—. Quisiera declarar que renuncio a mi poder excesivo en el Consejo, para pasar a tener una representación equivalente a cualquier otro miembro. Es decir, que mi voto valga una novena parte del total —y, después de decirlo, se volvió a recostar sobre la silla, haciéndola reclinar hasta ponerla sobre dos patas mientras la unicornio del cuerno roto colocaba, sobre la mesa, sus patas traseras y entrecruzaba sus patas delanteras.

—Oído el Consejo —declaró Wise—, votemos a casco alzado… Los nuevos miembros deberían saber, y los antiguos miembros deberían recordar que, como uno de los miembros del Consejo es directamente afectado por la votación, éste se abstiene de votar… En este caso, recordemos también que puede darse el caso de un empate, en cuyo caso se cuenta el voto de calidad… —entonces paró durante un instante—, que sería el voto de Gentle… —dijo con un tono de voz cada vez más bajo, hasta acabar la frase en un susurro.

>>¡Qué diablos! —exclamó—. Por una vez, y sin que sirva de precedente, ella tiene que participar, a pesar de ser la implicada en el asunto.

—Pero votará a favor, ya que ella ha sido la que ha propuesto el asunto, ¿no? —inquirió Magic.

—Démosle el beneficio de la duda… —respondió el semental—, lo mismo se retracta de la decisión...

>>¿Votos a favor?

Absolutamente todos los cascos se levantaron.

—Perfecto —comentó Wise—. Nueve votos a favor, ninguno en contra y ninguna abstención. Gentle Colors, a partir de ahora tu voto vale un noveno, exactamente igual que el del resto. Sin embargo, creo que sería justo otorgarte el voto de calidad… —volvió a mirar a todos y preguntó—. ¿Votos a favor?

Esta vez se levantaron ocho cascos. Únicamente la unicornio de dos colores lo mantuvo bajado.

—¿Votos en contra? —inquirió el semental, aunque ya sabía la respuesta.

Efectivamente, la yegua del cuerno roto levantó su casco.

—Correcto —dijo el poni marrón—. Ocho votos a favor, uno en contra, ninguna abstención. Por lo tanto, Zecora —señaló hacia Gentle— mantiene el voto de calidad.

Todo el mundo miró hacia Wise, extrañados. Gentle, sin embargo, lo hizo con los ojos entrecerrados.

—¿Me acabas de confundir con esa cebra que vive en el Everfree Forest? —bufó la unicornio—. Solo porque ella también tenga una cresta y un cuerpo de dos colores no significa que seamos la misma yegua.

Wise se quedó pensativo. ¿Cómo conocía Gentle la existencia de Zecora? Pocos habitantes de Northwest Mines Town sabían de esa cebra, y se suponía que Gentle, al no haber salido del pueblo en muchos años, conocería únicamente lo que le decían el resto de habitantes del pueblo. Quizás alguno había hablado de Zecora con ella. Sí, era lo más probable, aunque tendría que asegurarse de ello, pues la otra posibilidad es que Gentle tuviese una red informadora sobre toda Equestria… No, eso sería demasiado estúpido. Una red así de extensa sería completamente inocultable.

Así que el espía siguió hablando:

>>Y, por último, el punto tres: la reinauguración de Cirrus Merlon —y miró hacia Muffled.

Ésta carraspeó y se levantó.

—Bien, creía que no iba a llegar nunca este momento… —dijo la jefa de mineros. Entonces se dio cuenta de que no había elegido bien las palabras y miró hacia los demás con una expresión mezcla de sorpresa y de disculpa—. El día de la reinauguración, me refiero al día de la reinauguración, no del punto del día…

—No te preocupes —contestó Wise—, creo que todos lo hemos entendido.

Entonces Muffled respiró hondo y, tranquilizándose, continuó:

—Ayer terminaron las reparaciones y… Bueno… Tenemos que organizarnos para que todo salga perfecto en la reinauguración. Afortunadamente, esta vez hay tres miembros más en el Consejo, que nos darán más ideas para celebrar un gran evento como éste, además de ser más ponis para repartirnos las tareas.

—De acuerdo —cortó Magic—. Propongo proceder exactamente igual que en en el anterior intento, con las tareas que ya tuviéramos… Y también propongo que los tres miembros nuevos se vayan alternando en ayudar allá donde más se necesiten.

Todos, excepto Muffled, Wise y Gentle, afirmaron con la cabeza la idea de Magic.

—Hay un ligero problema… —respondió Wise—: Muffled no debería ser la supervisora de todas las tareas. Hay que ubicarla en un puesto que requiera de menos responsabilidad y menos barullo de gente.

—“¿Por qué?” —preguntó Look, mediante movimientos oculares—. “¿Qué problema hay?”.

La jefa de mineros bajó la mirada.

—Sufro… —dijo—. Sufro… Una cosa llamada “enoclofobia”… “Miedo a la multitud” —entonces la yegua se echó hacia delante, con las patas bajo su cabeza, dando a entender que no quería hablar del tema.

—El caso es —cortó Wise— que Muffled debería ocuparse de otra cosa menos problemático para ella…

—¿Qué os parece otorgarle el tema de la supervisión del engalanamiento del pueblo? —preguntó Gentle.

Todos miraron hacia ella, unos satisfechos con la idea y otros en desacuerdo.

—El engalanamiento es una tarea trivial —declaró Disarming, que era el más disconforme con la idea—, del que pueden ocuparse los habitantes.

—Pues a mí me parece una excelente idea —dijo Muffled, que se había vuelto a ilusionar y estaba sentada otra vez de forma vertical, mientras sus ojos titilaban—. Y Disarming —continuó, esta vez mirando directamente al hotelero—, tus cortas entendederas te impiden comprender lo que es una fobia, ¿verdad?

—Vamos, vamos —zanjó Wise—, no empecemos a pelearnos, como siempre… Y siempre sois los mismos. El “Trío Broncas” ataca de nuevo.

—¡Oye, oye! —se quejó Gentle—. Esta vez yo no estoy implicada.

—Tienes razón —declaró el semental—, ESTA VEZ tú no lo estás…

Spoon se acercó a Magic y le susurró:

—¿Peleas? Definitivamente tendría que haberos pedido entrar antes…

—¿Votos a favor para que Muffled se dedique a embellecer el pueblo? —preguntó Wise, mirando fijamente a Spoon para que callase—. Recordemos lo que he dicho antes… Muffled está implicada en la decisión, por lo tanto ella no vota…

—Pero antes esa norma se saltó con Gentle —replicó Imaginary.

—Tienes razón —dijo el semental—, entonces haremos otra excepción. Muffled puede votar. Repito entonces: ¿Votos a favor?

Wise, Muffled, Magic, Gentle y las hermanas Imaginary votaron a favor.

—¿Votos en contra?

Únicamente se levantó el casco de Disarming.

—¿Abstenciones? —inquirió Wise.

Tanto Look como Spoon levantaron su casco.

—De acuerdo —contestó satisfecho el espía—, entonces, con seis votos a favor, uno en contra y dos abstenciones, Muffled se dedicará a la tarea de engalanamiento. El resto, sin embargo, tendremos que elegir una de las tareas que previamente Magic ha puesto en un papel, antes de la reunión.

Ésta empezó a pasar un documento con un listado de tareas. Cada uno eligió una, poniendo su nombre al lado para, al final, devolverle el escrito a la tendero.

—Bien —Wise dejó escapar un suspiro de alivio—. Y, con esto, se da por finalizada la Reunión del Consejo. Ahora nos quedaremos Magic y yo para redactar las actas. El resto, podéis retomar vuestras tareas… ¡Ah! Y decidle a los que están esperando para que Magic abra, que esperen un poco, no vamos a tardar mucho.

Todos los demás fueron saliendo poco a poco de la casa del Consejo, quedando únicamente en el interior Wise y Magic, haciendo un trabajo que a ninguno de los dos le apasionaba. Pero era algo obligatorio en los Estatutos de Northwest Mines Town, así que se pusieron a la tarea: el semental redactaba lo acontecido y la yegua lo escribía usando mágicamente una pluma.

De repente, Wise cerró los ojos y aspiró a través de los dientes…

—¡Maldita sea! —exclamó—. Se me ha olvidado comentar que, como es probable que el próximo robo tendrá lugar aquí, la Princesa Celestia nos ha “enviado” un jerifalte con título nobiliario, así que no hace falta que Look envíe la carta a su familia, aunque creo que ya lo ha mandado… Bueno, mejor que sobre que no que falte, ¿no?

—Esto… —Magic miró extrañada hacia el semental—. ¿Qué pasa con la familia de Look? ¿Es importante?

Wise cerró los ojos, maldiciéndose a sí mismo: Magic Sales no sabía nada sobre el asunto, y le había prometido a Look que no se lo diría a nadie… Pero ya era demasiado tarde, así que decidió contarle a la tendero la verdad sobre el poni sin voz.

CONTINUARÁ...


Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. Nos vemos en un rato.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x12 - Completo

Notapor Sr_Atomo » 29 Dic 2013, 18:33

Bueno, después de la broma del día de los inocentes, ahora sí que sí, publico el capítulo 1x12. Después del capítulo anterior (el 1x11), este puede ser que os parezca un capítulo de relleno, pero nada más lejos de la realidad, pues aquí hay cosas bastante importante para el fanfic en sí. Eso sí, preparáos porque aquí está la escena probablemente más aburrida de todo el fanfic: Una reunión del Consejo del Pueblo.

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Y, sin más dilación, aquí tenéis la segunda parte (de dos) del capítulo:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x11

Reinauguración

2ª Parte


Al salir de la casa del Consejo, cada uno de los miembros se encaminó hacia un lugar diferente: las hermanas Numbers se dirigieron hacia su casa; Spoon Giddy comenzó a abrir el restaurante, ante la atenta y deseosa mirada de unos cuantos ponis que estaban esperando para desayunar; Look Talker comenzó a trasladarse, de forma pesada, hacia su casa, pensando cómo recibir a su padre, a quien le había mandado, el día anterior, la petición de su presencia en la reinauguración; Muffled y Disarming empezaron a mirarse con los ojos entrecerrados… y así siguieron, sin apartar la vista entre ellos, mientras Muffled entraba a la mina y Disarming a su hotel.

Gentle, sin embargo, se dirigió hacia sus amigas, que estaban enfrascadas en una acalorada discusión.

—¡Os digo que es ella! —exclamó Shiny, señalando la pantalla del sistema de proyección.

—¡Y yo digo que no se parece ni de broma! —le replicó Knowledge, señalando a su vez al mismo sitio.

Con un bufido, la unicornio de dos colores se acercó al grupo.

—¿Qué es lo que pasa aquí? —preguntó.

—Estamos discutiendo, Gentle —respondió Flashing, con una malévola sonrisa en la boca.

—¿Se puede saber el motivo o tengo que permanecer en las tinieblas de la duda? —inquirió irónicamente la unicornio de dos colores.

—Verás… —dijo Shadow, que estaba un poco apartada del grupo, como queriendo no entrar en la pelea—, estábamos viendo un documental sobre vampiros y ha salido un cuadro de una supuesta vampiresa. Entonces empezó la discusión: Shiny y Feather afirman que la vampiresa del cuadro es igual a una tal Rarity, que vive en Ponyville, pero Knowledge y Flashing defienden que no se parecen ni en el blanco de los ojos. Y yo, como no sé quién es esa yegua, pues no puedo opinar, por lo que las opiniones están empatadas.

—¡Eso es…! —exclamó Feather, que se había fijado en la unicornio de dos colores—. ¡Chicas, tenemos aquí la solución! ¡Seguramente Gentle sepa cómo es Rarity y decidirá quién tienen razón.

Las demás aceptaron la propuesta de la pegaso-cartero y se acercaron hacia la yegua del cuerno roto, deseosas de zanjar la disputa para alzarse cada una con la victoria.

En ese momento, en la pantalla, salió la imagen de un primer plano de un retrato pintado de una blanquecina unicornio. Gentle se fijó en ella. Realmente era muy parecida a Rarity, aunque el color del iris, de un intenso rojo en el cuadro, y el peinado de la crin, de forma más chabacana, eran diferentes, aunque, quitando esos detalles, Gentle juraría que la unicornio del cuadro y la diseñadora de Ponyville eran la misma unicornio. Aunque, fijándose mejor, elucubró hasta dar con la clave: la unicornio del cuadro era una mezcla entre Rarity, en concreto el color del pelo y el del cuero, y entre una disk-jockey bastante famosa llamada Vinyl Sratch, que precisamente llevaba el mismo peinado y el color del iris era idéntico. La unicornio del cuadro era una mezcla perfecta de las dos yeguas o, mejor dicho, las dos unicornios era una separación perfecta de la yegua del retrato.

—Mira, ahí está el cuadro de nuevo —comentó Flashing, sonriendo esta vez de forma inocente—. ¿Qué opinas, Gentle?

Esta miró hacia todas sus amigas y después volvió a mirar hacia la pantalla. Sabía que, dijese lo que dijese, algunas, o incluso todas, quedarían decepcionadas con la decisión, y ella ya había sido testigo de suficientes decepciones ese día.

—La verdad es que se parece ligeramente —dijo al final—, pero no es ella… Quizás sea alguna antepasada suya…

>>Pero una cosa no comprendo —miró fijamente hacia todas—: ¿Por qué os peleáis siempre por tonterías así? ¿No podéis llevaros un poco mejor? A veces me desesperáis con estas estupideces, la verdad…

Y, sin esperar respuesta alguna, se dirigió hacia su casa, entrando y cerrando la puerta detrás de ella. Una vez en el interior, Gentle se apoyó sobre la puerta y se quedó pensativa. Había sido muy dura con las demás, pero quizás así espabilasen un poco y cimentasen mejor la amistad que había entre todas… Requería que el poder que había entre todas y, sobre todo, el que le transmitían a ella, fuese mucho más poderoso de lo que era ahora, ya que Equestria las necesitaría pronto.

* * *


Al día siguiente, la carpa volvió a levantarse en las afueras del pueblo, albergando la algarabía propia de los preparativos. Muffled, sin embargo, procuraba alejarse lo más posible de allí, mientras se ocupaba, junto a unos cuantos ponis de tierra, pegasos y unicornios, de engalanar las casas, poniendo aquí y allá unas cuerdas de las que colgaban pequeñas banderas y luces.

Todo el mundo, en el interior del pabellón, estaba ocupado en varias tareas, exceptuando los potrillos más pequeños, que se divertían jugando en una guardería improvisada, bajo la atenta mirada de unas yeguas que habían sido designadas para esa tarea.

—¡Ya vienen! ¡Ya vienen! —gritó de repente Magic, totalmente extasiada, mientras entraba en la carpa—. ¡La comitiva de la alta sociedad de Canterlot ya está aquí!

—¿Tan pronto? —preguntó Wise, acercándose a ella—. Se suponía que iban a venir por la tarde…

Todo en el interior del pabellón se revolucionó aún más. Wise salió de allí, acompañando a la tendero, que rápidamente rodeó la lona y señaló hacia el camino que venía de la encrucijada. Desde allí, una gran séquito de carros se dirigía pesadamente hacia el pueblo.

—No estamos preparados —sentenció Wise—. Hay que entretenerlos como sea… —pensó durante un instante y continuó hablando—. Avisa a Flashing, a Knowledge y a las hermanas Numbers. Que los distraigan como sea… Y que Spoon empiece a hacer suficiente comida como para un regimiento, ya que, viendo el número de carros, parece que viene el Ejército Real al completo …

Rápidamente Magic se giró y entró en la carpa. Wise, a su vez, galopó hacia donde estaba Muffled y, señalando la gran fila de carros, animó al grupo a acelerar el engalanamiento de Northwest Mines Town. De hecho, él se quedó para ayudar y acelerar así el trabajo.

Apenas habían llegado los primeros carros a la entrada, cuando Flashing, Knowledge y las gemelas Numbers ya estaban esperando, en su posición, con la mejor de las sonrisas.

—Al fin tendré un público distinguido para mis trucos mágicos —susurró la pequeña prestidigitadora, sin perder la sonrisa y mirando sin parar hacia el camino.

—¿Acaso nosotros no lo somos? —musitó Knowledge, que mantenía exactamente la misma posición que la potrilla unicornio.

—Callaos las dos —dijo Imaginary, que poco a poco se acercó hacia el primer carro.

>>¡Bienvenidos a Northwest Mines Town! —exclamó a continuación, dirigiéndose hacia el carro más pomposo de todos, mientras se inclinaba ligeramente.

Los tiradores de dicho carro hicieron caso omiso de la yegua y siguieron hacia el interior del pueblo, ante la mirada de perplejidad de Imaginary.

Del interior del lujoso carro, una vez parado, bajó despacio una yegua muy emperifollada que miró hacia todos lados, ilusionada. Era de cuero azulado, con una crin repeinada de color negro y una Cutie Mark de un blanco castillo europeo. A su lado se posicionó un potrillo, aproximadamente de la misma edad que Flashing Hooves. Su cuero era rojizo, con la crin de color pajizo y con dos pequeñas almenas por Cutie Mark. El joven imitó a la yegua y miró también hacia todos lados, pero con un evidente gesto de desagrado.

—¡Shhhh! —dijo la dama, mirando fijamente hacia el potrillo—. Un poco de respeto, Bronze Legs…

—¡Pero madre! —replicó éste, con un tono elevado—. ¡Míralos…! ¡Si van… ¡van desnudos!! —y señaló hacia los habitantes del pueblo.

—Igual que tú, cuando estás en casa… —exclamó la señora.

Esas palabras hicieron que el gesto de desagrado de Bronze fuese más acentuado.

—Además, aquí —la dama señaló hacia su alrededor— es donde vive tu hermano mayor, Look Talker…

—Sí —respondió Bronze—, el tarado de mi hermano…

La mirada de furia que la dama hizo hacia su hijo obligó a que éste reculase.

—No te consiento, bajo ningún concepto, que insultes a tu hermano… —respondió la yegua hablando entre dientes—. Él es tu hermano mayor —le miró con los ojos entrecerrados—. Y, como tal, él es el heredero directo de mi fortuna…

—No serás capaz… —Bronze devolvió la mirada de furia.

—Recuerda quién es la noble de la familia —dijo la dama—. Soy la primogénita y, según la tradición familiar, la que ostenta el título nobiliario. Tu padre es… tu padre… Y tú eres su viva imagen: él no quiso venir y tú te quejas por haberlo hecho.

En ese momento los dos se percataron del acercamiento de Flashing, Knowledge y las hermanas Numbers.

—¡Shhh! —silenció la señora—. Recuerda quiénes somos: descendientes directos de la canciller Pudding Head, una de los fundadores de Equestria. Y como tal, debemos proteger a los habitantes de este país, tal como lo hizo nuestra antepasada… Y ahora, sonríe —entonces la dama dibujó una sonrisa cálida, que dirigió hacia las ponis que se aproximaban.

—¡Bienvenidos a Northwest Mines Town! —dijo Knowledge, devolviendo la sonrisa.

—Muchísimas gracias por la bienvenida —declaró la señora. Entonces se fijó en las hermanas Numbers y continuó hablando—. Siento que mi carruaje no haya parado ante tu saludo —miró alternativamente hacia las dos hermanas, incapaz de distinguir a la que se había acercado a su carro—, acepta mi más sinceras disculpas.

Entonces Imaginary se adelantó un poco y se volvió a inclinar, perdonando la acción transcurrida antes.

Flashing, que había quedado relegada a un segundo plano, se adelantó y se puso el sombrero de prestidigitación, dispuesta a empezar su actuación para divertimento de la dama y el potrillo. En ese momento, la dama abrió los ojos como platos y reculó ligeramente, ante la estupefacción de todos los presentes.

La madre de Look había reconocido a Flashing y rememoró…

Recordó cómo habían llamado a su mansión, hace ya bastantes años. Era una delegación de la Princesa Celestia, que portaban a una pequeña bebé unicornio. Debido a la posición que ostentaba ella, y aprovechando el hecho de que su hijo menor también era un bebé, le habían propuesto amamantar a las dos criaturas a la vez y cuidar de que a la pequeña unicornio no le faltase de nada, a cambio de una salvaguarda para su hijo mayor, y llevarle lejos de todos los peligros que comportaban la Corte para un poni mudo. Ella aceptó con sumo gusto y cuidó a Flashing como si fuera su propia hija. Cuando, meses más tarde, la misma delegación se la llevó de nuevo, un encapuchado, que era el jefe de dicha delegación, nunca le reveló cuál iba a ser el destino de la pequeña potrilla…

Pero ahora volvían a estar frente a frente: la dama y Flashing… la madre adoptiva y la bebé misteriosa... así que las lágrimas afloraron a los ojos de la señora, que abrazó a Flashing con gran cariño mientras todos los presentes, incluyendo la potrilla unicornio, no salían de su asombro.

—Perdona el abrazo —dijo la dama, soltando de repente a Flashing—. Me recuerdas mucho a una gran amiga que tenía cuando era jovencita, y el subconsciente me ha fallado… Por cierto, permitid que me presente: me llamo Pudding Head, Canciller Pudding Head…

* * *


Fancy Pants acababa de bajar de su carro y miró directamente hacia la Canciller. Ésta estaba abrazando a una potrilla unicornio. Fancy entrecerró ligeramente los ojos, preguntándose por qué una de los miembros del Círculo Interno hacía ese gesto con una desconocida…

Fleur de Lis descendió como un resorte del carro, permaneciendo en todo momento detrás del semental, como si fuera una sombra de éste. Fancy sonrió, se ajustó su traje con el casco y se adelantó, caminando hacia la plaza del pueblo, donde estaba situado el grupo de bienvenida.

—… y estoy segura de que le gustará… —terminó de decir la potrilla unicornio cuando Fancy y Fleur llegaron hasta ellos.

—Por supuesto, me encantaría verlo… —declaró Pudding—, aunque antes me gustaría ver a un poni en concreto… —y volvió a mirar a su alrededor. Entonces descubrió a Fancy Pants y su gesto se volvió mohíno.

>>¿Qué haces tú aquí? — preguntó la dama.

—Canciller… —respondió el semental, inclinándose levemente—. He venido en la misma comitiva que vos… Me sorprende que no se haya dado cuenta de tal hecho. Quizás si no hubiese traído tantos carros para el viaje, me hubiese visto subir en Canterlot.

—De acuerdo… —Pudding ignoró a Fancy y, dirigiéndose hacia Flashing, continuó hablando—. Pensándolo mejor, vamos a ver esos trucos tan espectaculares…

Fancy se sintió intrigado. Primero la Canciller abrazaba a esa unicornio y después, cuando él se acercó al grupo, la dama había cambiado de parecer. Sin duda, estaba ocultando algo…

—¿Trucos espectaculares? —preguntó el semental—. Me agradaría verlos también…

Entonces todo el grupo se fue hacia el tenderete que tenía Flashing en la calle. Ésta, totalmente ilusionada, se puso por detrás del mostrador y pensó durante un instante qué trucos serían capaces de impresionar a unos ponis de la alta sociedad. Así que decidió empezar con unos trucos de dificultad media para terminar con los más difíciles.

Mientras iba actuando, los ojos de Pudding y los de Fancy no perdían de vista el cuerpo de la potrilla, en vez de atender a los trucos. Cada uno la estaba escrutando por un motivo diferente: la Canciller quería saber cómo había crecido, mientras que Fancy intentaba elucubrar qué relación podía tener esa pequeña unicornio con Pudding Head. Para disimular, tanto hacia los demás como entre ellos, simulaban sorprenderse cuando los trucos terminaban, acompañando al resto cuando todos aplaudían, ya que el grupo de espectadores se había hecho especialmente voluminoso.

Una vez terminado el espectáculo, Wise se acercó y, con un gesto de asentimiento hacia los presentes, señaló la carpa. Al fin habían terminado los preparativos para la reinauguración.

Poco a poco todos se fueron marchando hacia el pabellón hasta que únicamente quedó Flashing, que se dedicó a recoger los utensilios, totalmente extasiada, pues su actuación había sido un éxito. Estaba imaginándose a sí misma actuando en Canterlot frente a la propia Princesa Celestia cuando una voz la sacó de su ensimismamiento:

—Sé lo que estás intentando, pero no lo vas a conseguir…

Al alzar la vista, descubrió a Fleur de Lis, que la estaba mirando furiosa.

—¿A… a qué te refieres? —la potrilla unicornio estaba sorprendida.

—¿Te crees que soy estúpida? —Fleur exclamó, rabiosa—. He visto cómo te miraba… He visto cómo le mirabas… Y no voy a permitir que me lo robes… ¡Fancy Pants es mío, y pasaré por encima de ti si es necesario para mantenerle a mi lado!

Entonces Fleur, dándose la vuelta, marchó hacia la carpa, con la cabeza elevada, dejando a Flashing estupefacta, con lágrimas en los ojos… ¿Qué había hecho ella para que la vejasen así?

* * *


La Canciller Pudding Head miró hacia todos lados cuando entró en la carpa, buscando a su hijo Look Talker. Cuando le descubrió, miró hacia otro lado: debía mantener el secreto, y más teniendo en cuenta de que le acompañaba otro miembro del Círculo Interno: Fancy Pants.

Este entró también a la carpa y se situó junto a la dama, aunque se fijó únicamente, de soslayo, en la expresión de Pudding.

—¿Dónde está tu… perrita faldero? —preguntó la Canciller, una vez había puesto la mirada en Fancy. Éste miró hacia atrás y descubrió que Fleur de Lis no estaba a su lado…

—Al menos “ella” está domesticada, no como tu hijo —respondió el unicornio, entrecerrando los ojos.

La respuesta de la Canciller Pudding fue tajante:

—¿Cómo te atreves a decir eso? —musitó entre dientes.

—Vamos, vamos… —cortó de repente Wise, interponiéndose entre los dos—, se supone que son miembros del Círculo Interno de la alta sociedad… No está bien que se comporten como dos bebés.

—Únicamente me he defendido… —declaró Fancy.

—Tienes razón —dijo Pudding, ignorando completamente a Fancy—, no solo somos de la alta sociedad, sino que debemos aparentarlo.

En ese momento Fleur de Lis entró a la carpa y se situó justo detrás de Fancy, volviéndose a convertir en la sombra de éste.

—Lo siento… —dijo, apenada—, me he retrasado ligeramente… No volverá a ocurrir.

Fancy Pants volvió a sonreir.

Entonces él, Fleur de Lis, Pudding Head y Bronze Legs caminaron parsimoniosamente por el interior la carpa, acompañados por Wise Words, que les iba enseñando a qué se estaban dedicando en cada parte del pabellón, mientras todos los trabajadores aplaudían y explicaban extasiados sus ocupaciones.

Una vez salieron de la carpa, Pudding susurró al oído de Wise:

—Quisiera visitar la tumba… A solas…

Éste asintió y señaló hacia unos guardias, que rápidamente llegaron hasta ellos y acompañaron a Bronze, a Fancy y a Fleur a visitar el pueblo y su engalanamiento. Wise abrió el camino hacia el cementerio, seguido muy de cerca por la Canciller.

Una vez llegaron al camposanto, se dirigieron directamente hacia una sepultura en concreto. En la lápida no había ninguna inscripción, aunque en el suelo, justo delante, alguien había dejado una flor. Wise torció ligeramente el gesto y miró a su alrededor. Las demás tumbas tenían la losa vacía. Únicamente en la que estaban tenía un presente.

—¿Estás seguro que esta es la suya? —preguntó la Canciller, mirando la lápida, cuya forma era completamente irregular, como si hubiera sido obra de un potrillo.

—Completamente —respondió el semental—. Puede corroborarlo usted misma —comentó, señalando hacia el resto de sepulturas—. Esta es la única tumba anterior al pueblo. De hecho, coincide completamente con la datación temporal de su fallecimiento. Tiene que ser la suya.

—Al menos, veo que alguien le rinde homenaje, tal como se merece… —confesó la señora, dando a entender que las palabras de Wise le habían incomodado, mientras señalaba la flor.

El semental se quedó ensimismado por la ofrenda. Sabía la historia que tenía la tumba, y conocía perfectamente quién estaba enterrado allí. Y comprendía la relación que había tenido Gentle Colors en este asunto. Allí, entre él y la Canciller se hallaban los restos del que otrora fuera un prometedor aprendiz de la Princesa Celestia. Un pobre diablo que tuvo la osadía, junto con su maestra, de usar los Elementos de la Armonía contra la unicornio de dos colores. Un inocente unicornio que pereció entre gritos de agonía cuando los Señores Elementales se negaron a atacar a su elegida y le eligieron a él para descargar toda su furia.

Pero la flor era algo que escapaba a su control. ¿Era probable que fuese un regalo de algún alma caritativa del pueblo, ante el desconocimiento de quién moraba en esa tumba? No, de haber alguien así, él sabría quién era. Pero la otra opción le preocupaba aún más. ¿Era posible que fuese una forma de solicitar el perdón del difunto, en forma de ofrendas, de alguien que sí le conociese? Esta segunda opción era más lógica, pero mucho más sobrecogedora, pues, exceptuándole a él y a la Princesa Celestia, el único ser que conocía al finado o estuvo presente en su muerte, era Gentle Colors. Pero para ello, tendría que recordarle. ¿Acaso ella había logrado romper el hechizo de olvido sobre sí misma? Si era así, era algo completamente terrible. Tendría que consultar directamente con la Princesa Celestia los pasos a seguir.

—Una oración por su alma —dijo la Canciller, rompiendo la concentración de Wise, y empezó a murmurar. Entonces el semental miró hacia abajo, acompañando la plegaria.

>>¿Sabes una cosa, “Número Uno”? — preguntó la dama. Éste volteó, con tranquilidad, la mirada hacia ella. Sabía que los miembros del Círculo Interno, descendientes directos de los fundadores de Equestria, conocían de la existencia de los tres espías—. Me niego a creer que White Star sucumbiese ante unos míseros gusanos de las profundidades… Él era amigo de nuestra familia, y su poder era muy grande. De hecho, podía acabar con un dragón con un casco atado a la espalda. Es literalmente imposible que muriese de forma tan… tan penosa, como dijo la Princesa Celestia que ocurrió.

La Canciller miró directamente hacia los ojos de Wise.

—Sé que me ocultáis el verdadero motivo de su muerte —declaró—. Te lo pido humildemente… —agachó la cabeza— ¿Cómo falleció realmente?

Wise volvió a mirar hacia la tumba. No podía explicar a la Canciller cómo ocurrió, pues montaría en cólera y atacaría a Gentle al momento. Y ésta, al defenderse, seguramente mataría a la dama, provocando así un cisma inigualable en el tejido social de toda Equestria, además de poner en peligro la existencia del grupo de seis yeguas de Northwest Mines Town. Definitivamente, no podía revelar ese dato.

—Lo siento mucho, Canciller Pudding Head —musitó el semental—, pero no puedo revelar el verdadero motivo de su muerte. Vuestra vida y la de vuestra familia, así como la de los restantes miembros del Círculo Interno correrían un serio peligro si os lo contase…

—Creo que con eso ya me lo has dicho todo… —declaró la Canciller—, señalemos que lo que ocurrió realmente tiene que ver con, probablemente, la propia Princesa Celestia… En ese caso… —bajó la mirada—, será mejor que no me cuentes nada… No puedo, ni debo enfrentarme a nuestra soberana.

Wise puso una expresión seria, aunque por dentro estaba aliviado: la Canciller era una yegua inteligente, más aún de lo que se esperaría en un miembro de la alta sociedad, cuyas preocupaciones normalmente era relacionarse entre ellos… Pudding Head, sin embargo, había sido instruida en varias artes y, sobre todo, era considerada por muchos ponis como “La Canciller del pueblo”, ya que, al contrario de su antepasada, esta Pudding se preocupaba verdaderamente de los demás, sobre todo si su status social era bajo.

—De todas formas —cortó de repente la dama—, me gustaría saber cómo está mi hijo… Recuerda el trato.

—Sí, lo sé —declaró Wise—. Aunque fue “Número Dos” quien lo firmó, me atengo a él, y lo cumplo a rajatabla.

—¿Está seguro aquí? —preguntó Pudding—. He oído cosas… cosas terribles con respecto a unos robos…

—Seguramente sean cierto los rumores del Círculo Interno, canciller —respondió el semental—. Pero le aseguro que su hijo está seguro aquí. Es más, él también sabe del asunto, al igual que el Consejo del Pueblo, y estamos todos más unidos que nunca. No le pasará nada, se lo aseguro.

—Recuerda el trato —repitió la señora—: yo cuidaba a Flashing Hooves, proporcionándole un techo y todo mi cariño, mientras vosotros os llevabais a mi hijo Look a un sitio seguro…

—Y así ha sido, Canciller —exclamó Wise.

—Mi hijo no está seguro en Canterlot —siguió explicando Pudding—. Los demás, incluyendo mi marido y mi otro hijo, aprovecharían su sordomudez para atacarle, a pesar de que él es el legítimo heredero de mi fortuna…

—¿Fortuna? ¿Qué fortuna? —de repente Fancy Pants apareció en la puerta del cementerio—. Que yo sepa, vos vivís gracias a un mecenas…

—Igual que tú —respondió la Canciller—. ¿Acaso crees que ignoro ese dato? De hecho, ninguno de los tres descendientes de los Fundadores tenemos dinero… Todo lo malgastaron nuestros ancestros, hasta que, en tiempos de nuestros abuelos, ese mecenas apareció y nos ofreció avalarnos anualmente si cambiábamos nuestra forma de administrarlo y pasando a dedicarlo al bien común… y gracias a eso nuestras familias siguen teniendo un nombre en Equestria. Recuerda: dedicarlo al bien común, algo que tú no haces.

Fancy Pants entrecerró los ojos, furioso.

—Sabes perfectamente que mis relaciones con los demás miembros de la alta sociedad es también muy importante —dijo—. Si no se mantiene una estructura estable entre el estrato más alto de Equestria, ésta está condenada a caer… Golden Wings y tú os ocupáis de las otras clases sociales, pero mi trabajo, manteniendo viva la alta sociedad, es extremadamente significativo.

Se hizo un silencio incómodo, que volvió a romper Fancy:

—He venido para avisaros de que van a empezar los eventos —dijo.

Mientras volvían hacia el pueblo, Pudding preguntó, más hacia el aire que hacia Fancy:

—Me gustaría saber por qué has venido tú en vez de Golden Wings.

—Porque esto es un evento social, así que… ¿Quién mejor que yo para un acontecimiento de estas características? —respondió Fancy.

Pudding señaló a la ciudad de nubes que se erigía sobre Northwest Mines Town.

—Por eso debería haber venido él —exclamó—. Además, aquí los únicos de la alta sociedad con los que puedes mezclarte soy yo, mi hijo y tu acompañante… Y te recomiendo no juntarte mucho con mi hijo, os contagiaríais mutuamente la estupidez.

—¿Te refieres al que ha venido contigo o al que vive aquí, lejos de las preocupaciones de Canterlot? —inquirió Fancy, con una malévola sonrisa en la boca.

—El que vive aquí tiene más inteligencia en uno solo de sus cascos que toda tu cohorte de babosos puestos en fila —Pudding miró furiosa al unicornio.

—Por favor, por favor —cortó de repente Wise, con un gesto evidente de furia—, no voy a consentir estúpidas peleas de palacio en el pueblo… U os comportáis como dos buenos... nobles, o me veré obligado a dar parte de vuestro comportamiento a la Princesa Celestia.

Esas palabras espolearon tanto a Pudding como a Fancy, que rápidamente se disculparon entre ellos. Entonces los tres, sonriendo, entraron a la calle principal.

El panorama dentro de la plazoleta de la estatua no era mucho mejor que la que había tenido lugar en el cementerio: Gentle Colors, envuelta en una túnica, estaba gritándole, de forma enloquecida, a Spoon Giddy, ante la mirada de desconcierto de todos los presentes. Magic intentaba alejar al cocinero, mientras Muffled, que estaba delante de la yegua del cuerno roto, sujetaba a ésta por los hombros, impidiéndola avanzar y que pasase de palabras a hechos.

—¿Qué ocurre aquí? —preguntó Wise, mirando inquisitivamente tanto a Gentle como a Spoon.

—¡Este… imbécil se ha entrometido en mis asuntos! —exclamó la unicornio de dos colores, sin dejar de mirar furiosa al cocinero.

Pudding se puso al lado de su hijo y Fancy hizo lo propio con Fleur de Lis, que estaban aterrados por la escena. Look vio a su madre y, armándose de valor, se puso delante de Gentle y la abofeteó. Ésta pestañeó y su mirada se fijó en él.

—“Por favor, Gentle” —explicó Look, mediante movimientos oculares—. “No me humilles delante de mi madre, te lo suplico”.

La unicornio de dos colores volvió a pestañear y miró a su alrededor. Retornó su mirada en Look y volvió a pestañear. Entonces bajó la mirada y se disculpó.

Wise se acercó a ella y le volvió a preguntar, más calmadamente:

—¿Qué es lo que ha pasado?

—Verás… —musitó Gentle, denotando que estaba verdaderamente avergonzada—. Había elegido encargarme, entre otras cosas, de la diversión musical… Y quería contratar a una grupo de cámara para que deleitase a los miembros de la alta sociedad, y también iba a contratar a alguien más para que tocase para los demás…

>>Pero Spoon ha creído que mi firma al lado de la tarea era un borrón, y ha firmado también. Ha actuado por su cuenta y no ha dicho nada a nadie del Consejo de que estaba trabajando en esta tarea, mientras que todo el mundo, incluso él, sabía que yo estaba ocupada en este tema.

>>Y, cuando he intentado contratar a la mejor Disk-Jockey de toda Equestria, una tal Vinyl Scratch, ésta me ha dicho que ya tenía un trabajo a la misma hora, por lo que he tenido que pagarle el doble para que viniese al evento de la reinauguración… Pero lo peor de todo es que este estúpido —señaló a Spoon— ya la había contratado. Esa tal Vinyl Scratch iba a venir de todas formas y, gracias a la imbecilidad de “éste” —volvió a señalar al cocinero—, me ha costado el doble… Todo porque el señorito quería que fuese una sorpresa.

—¡Ya te he pedido perdón mil veces! —se quejó Spoon. Muffled y Magic asintieron, corroborando las palabras del cocinero, que siguió hablando—, ¡pero parece que no quieres oírme!

—Venga, venga… —exclamó Wise en tono conciliador, acercándose aún más a Gentle—, te ha pedido perdón… —le puso el casco sobre el hombro, en señal de amistad—. Recuerda que estamos haciendo historia… —le dijo en voz baja—, estamos reinaugurando una ciudad de nubes, de las que hay muy pocas en todo el mundo… Y ésta está aquí arriba, ennobleciéndonos a todos… No te enfades, anda… Que los dos sabemos que tú eres en realidad un cacho de pan.

—Pero es que me enerva —respondió la unicornio de dos colores, con el mismo tono de voz—. Él solo tenía que hacer una cosa y lo ha hecho fatal, empantanando al resto… Pero en fin… —mostró una sonrisa de potrilla buena, que hizo recorrer un escalofrío en la espalda de Wise—, es tu tarea que se adapte mejor al Consejo, ¿verdad?

Wise entrecerró los ojos durante un instante: ¿qué había querido decir la yegua del cuerno roto con esa última frase? ¿Acaso sabía realmente quién era él y cuál era la misión secreta de Spoon Giddy? Tendría que consultarlo con la Princesa Celestia, nada más acabar la celebración.

Gentle también entrecerró los ojos.

—¿Acaso quieres escaquearte de la tarea? —preguntó, manteniendo en todo momento la voz baja—. Tú lo elegiste para entrar en el Consejo, es tu responsabilidad…

Wise suspiró aliviado… Todo había sido una falsa alarma: efectivamente, Wise propuso a Spoon para el Consejo, y ese dato no le había pasado desapercibido a la unicornio de dos colores… Pero, de todas formas, iría a Canterlot para asegurarse.

—Ejem, ejem… —una voz surgió desde detrás del grupo. Era una poni de tierra de cuero gris oscuro, con una preciosa melena color ámbar gris y unos ojos púrpura grisáceos. Su Cutie Mark era una Clave de sol de tonalidad púrpura—. Somos el grupo de cámara Real de Canterlot —dijo, señalando a los demás integrantes del cuarteto: un poni de tierra morado con crin celeste, ojos amarillentos y una lira dorada por Cutie Mark; una poni de tierra cuyo cuero era turquesa, sus ojos morados y su Cutie Mark permanecía oculto, ya que, enrollado a su cuerpo, había un gran trombón. El último miembro era otro poni de tierra gris claro, con el pelo cano y ojos verdosos, y su Cutie Mark eran dos dobles corcheas, uno negro y, por encima de éste, uno blanco más pequeño.

—Perfecto —Gentle se tranquilizó y sonrió—. ¿Habéis traído todo lo que os había pedido?

—Sí, creo —respondió la artista—. Aunque debo reconocer que es un poco… “aberrante” el usar instrumentos eléctricos, pero de todas formas vamos a intentarlo —para reafirmar las palabras expresadas por la poni de cuero gris oscuro, la yegua del trombón señaló, con su pata anterior derecha, una conexión especial que tenía el instrumento, mientras que los otros dos indicaban un pequeño carro que supuestamente habían llevado hasta Northwest Mines Town.

Gentle señaló a su alrededor y, volviendo a mirar al cuarteto, dijo:

—Como podéis comprobar, este pueblo tiene una acústica bastante pobre: casas bajas y la nada alrededor, si exceptuamos la montaña de la mina. Así que hace poco se instaló un sistema de sonido digital para evitarnos este problema en los conciertos. Pero lo malo es que únicamente se pueden usar instrumentos eléctricos… Espero que os hayan dejado un buen precio en la tienda de música al alquilar los equipos…

—No se preocupe —respondió la músico que había tomado la voz cantante—, tal como nos recomendó, dijimos que íbamos de su parte y nos han rebajado el precio.

—¡Octavia, Octavia! —se oyó una voz que venía desde las afueras del pueblo—. Deja de aburrir a mi público…

La grisácea poni de tierra abrió los ojos como platos y lentamente se fue dando la vuelta. Cuando terminó de hacerlo, entrecerró los ojos: acercándose lentamente, hacia donde ella estaba, había una blanca unicornio de crin azul con franjas turquesa. Sus ojos estaban ocultos por unas grandes gafas negras con un cristal reflectante de color púrpura, que a la vez hacía juego con su melena, y su Cutie Mark era una doble corchea negra. Esa extraña unicornio estaba empujando, con sus patas delanteras, una mesa de mezclas digital con dos grandes altavoces acoplados.

—¡Vinyl Scratch! —exclamó Octavia—. Este es el último sitio en que esperaba verte… Nunca… Nunca me libraré de ti… —miró hacia el cielo, apenada.

—Vamos, Octi, vamos… —respondió Vinyl, que se había acercado hasta situarse al lado de la músico—. Digamos que aquí saben apreciar lo bueno, por eso me han llamado…

—Esto… ¿os conocéis? —preguntó Shiny, que se había acercado al revuelo, seguida de las demás amigas.

Vinyl rodeó con su pata el cuello de Octavia y, sonriendo, respondió:

—Por supuesto que la conozco… Es mi compañera de piso, allá en Canterlot.

Octavia bajó la mirada, sin creerse aún que Vinyl estuviese allí, junto a ella, en un lugar tan remoto como era ese pueblo.

—De hecho —siguió diciendo la Disk-Jockey—, es la mejor compañera de piso que jamás he tenido…

Esas palabras hicieron vibrar el corazón de Octavia, que levantó la mirada y la fijó, con ojos titilantes, hacia la unicornio.

—Aunque… —continuó hablando Vinyl—, a decir verdad, al ser la única compañera que he tenido, también es la peor de la historia…

Octavia se enfurruñó y, despacio, se quitó de encima la pata de Vinyl.

—Octi… —dijo la blanca unicornio—. ¿Desde cuándo no aceptas bromas? Sabes perfectamente que no te cambiaría por nada.

Y, para dar más énfasis a sus palabras, se quitó las gafas mediante la magia, poniéndolas por encima de su cuerno.

En ese momento las seis amigas de Northwest Mines Town, exceptuando a Gentle, quedaron petrificadas: esa yegua que tenían delante era exactamente igual a la del cuadro de la vampiresa que vieron la noche anterior. Eso solo podía significar una cosa: esa Disk-Jockey era una chupasangres.

—Es… ¡Es ella! —chilló Flashing, señalando a Vinyl—. ¡Es una vampiresa y nos va a matar a todos!

Todos los que estaban reunidos en la plaza miraron directamente a la blanca unicornio, que empezaba a recular, asustada.

—¿Vampiresa? —preguntó Octavia, perpleja—. Imposible… Ella podrá ser muchas cosas, pero vampiresa… imposible.

—¡Por favor! ¡Escuchadme todos! —empezó a gritar Gentle, poniéndose en medio—. Aquí ha habido un malentendido… Ayer pusieron un documental sobre vampiros y apareció un cuadro que contenía una supuesta vampiresa. Repito: “Supuesta”.

>>Por casualidad, la unicornio que había en el cuadro es una mezcla entre la diseñadora de moda de Ponyville, llamada Rarity, y Vinyl Scratch, aquí presente…

>>Ahora bien, ¿creéis por un momento que, si de verdad fuesen vampiresas, buscarían la fama? Si yo fuese una verdadera vampiresa, intentaría pasar desapercibida… No me dedicaría a diseñar moda de alta costura o convertirme en la mejor Disk-Jockey de toda Equestria.

>>Y, por último, todo esto sobre el mito del vampirismo es perfectamente explicable: Cuando morimos, al ser enterrados, la sangre deja de fluir y se coagula, terminando por salir, al final, por los orificios naturales. Ahora bien, debido a nuestras creencias, enterramos a nuestros fallecidos ataviados con sus mejores galas, por lo que, si había una muerte extraña, en la antigüedad se desenterraba al fallecido anterior, que normalmente tenía la comisura de la boca ensangrentada, por esto que he explicado. Si hubiesen volteado el cuerpo, o lo hubiesen desnudado, habrían sabido la verdad: que todos los orificios estaban sangrientos… Pero como solo veían la boca, pensaban que el fallecido había salido de la tumba sin dejar ninguna huella, se había alimentado y había vuelto a su tumba sin volver a dejar ninguna huella.

>>Estoy segura de que esto fue lo que pasó con la unicornio del cuadro. Todo son supersticiones de ignorantes que prefieren una vida sencilla a la verdad.

—De todos modos —dijo Octavia, sonriendo aliviada—, debo confesar que Vinyl a veces me consume el alma… —y, abrazando a la Disk-Jockey, demostró que lo que acababa de decir había sido una broma—. Pero yo tampoco la cambiaría por nadie.

—Pre… Prefiero que me llamen DJ-Pon3 —replicó Vinyl, más tranquila—. Porque ahora… —su sonrisa se acentuó y sus ojos se entrecerraron—, ¡empieza la verdadera fiesta!

Y todos rieron.

* * *


La fiesta de reinauguración fue un verdadero éxito. Al lado de la entrada a la mina, sobre un escenario, estaba el Cuarteto de Cámara Real de Canterlot. Su ejecución de obras clásicas era realmente bella y perfecta… hasta tal punto que muchas partituras parecían hechas para la interpretación de esos cuatro músicos.

Gentle, Pudding Head, su hijo Bronze Legs, Look Talker, Fancy Pants, Fleur de Lis, Magic Sales, Wise Words y algunos más estaban sentados disfrutando del concierto.

Del otro lado de la calle principal, junto a la entrada de Northwest Mines Town, Dj-Pon3 estaba haciendo vibrar el suelo, las paredes e incluso el aire mismo. Casi todo el pueblo se divertía al ritmo de la música electrónica que creaba esa maravillosa unicornio.

Pero la que más se divertía era Vinyl Scratch. Los ojos de la Disk-Jockey titilaban de placer: su público gozaba y además le habían permitido conectar su mesa de mezclas al sistema multimedia del pueblo, disponiendo de más de 25.000 Watios de potencia. De hecho, nunca antes había podido disfrutar de tal energía. Y lo mejor de todo era que esa yegua con túnica, que parecía mandar mucho en el pueblo, le iba a regalar, como parte pago, el mejor sistema de sonido que había en Equestria: un sistema de sonido a la que ella le había echado el ojo desde hacía tiempo en una tienda exclusiva de Canterlot, y cuya dueña resultaba ser la misma poni que le había contratado. Efectivamente, ese iba a ser uno de los mejores días de su vida.

* * *


Las serpentinas que se habían lanzado desde Cirrus Merlon aún seguían cayendo al suelo cuando terminaron los conciertos. Todo el mundo había disfrutado de la fiesta de reinauguración… Pero tocaba el momento de la despedida.

Pudding Head no pudo resistir más el protocolo y, acercándose a Look, le abrazó con cariño, ante la consternación de Bronze Legs y ante la sonrisa de Fancy Pants.

—Hijo mío —dijo la Canciller—, veo que estás seguro aquí y, lo que es más importante, que tienes verdaderos amigos. Mantén esta amistad, pues son un verdadero tesoro, no el dinero, porque lo más transcendental, lo que hace valioso a un poni, está aquí dentro —y señaló el corazón de Look.

—“Gracias, madre” —declaró el semental mudo—. “Y gracias por traerme aquí… Esta gente es maravillosa”.

—Entonces que él se quede con sus amigos —dijo Bronze, con gesto enfurruñado pero a la vez con una sonrisa malévola—, yo me quedaré con la herencia…

Fancy Pants se acercó al potrillo y le propinó un capón.

—Haz caso a tu madre —indicó—. Puedes tener incontables riquezas, pero al final lo que importa es con quién te relacionas y cómo de fuerte es el sentimiento con el que lo haces… —en ese momento se acercó a Pudding Head y, mirándola, continuó hablando—. Por eso hago mis relaciones con el resto de la alta sociedad… y por eso mismo sé que lo que hago yo, lo que haces tú y lo que hace Golden Wings, es necesario para Equestria… —y le tendió una pata hacia la Canciller, que aceptó gustosamente.

Fleur de Lis bajó la mirada y girándose, se dirigió hacia donde estaba Flashing, que aún seguía bailoteando al son de la música de DJ-Pon3, a pesar de que hacía un rato que ésta había terminado.

—Te llamas Flashing, ¿no? —preguntó Fleur, sobresaltando ligeramente a la potrilla.

—Sí, ese es mi nombre —respondió la pequeña prestidigitadora con una sonrisa.

—Qui… Quisiera disculparme por lo ocurrido anteriormente —Fleur se inclinó levemente—. Seguramente pensé cosas que no ocurrieron realmente y lo pagué contigo.

—No te preocupes —la sonrisa de Flashing se acentuó—. No pasa nada… ¿Amigas? —la potrilla extendió una pata hacia la blanca unicornio, que empezó a sonreír, extendiendo su casco hasta apretarlo con el de la prestidigitadora.

Las dos unicornios se dirigieron hacia el grupo pero, antes de llegar, Flashing miró hacia atrás y vio a Vinyl Scratch. Disculpándose ante Fleur, la pequeña unicornio trotó hasta encontrarse con la Disk-Jockey.

—Te llamas Vinyl, ¿no? —preguntó una vez se puso a su lado.

—Prefiero que me llamen por mi nombre profesional —respondió ésta, mientras estaba recogiendo su equipo—, pero sí, mi verdadero nombre es Vinyl.

—Quisiera disculparme, en nombre de todo el pueblo, por el malentendido de antes —Flashing miró hacia el suelo, avergonzada—, y quisiera recompensarte de una forma que de seguro te va a encantar…

Vinyl entrecerró ligeramente los ojos, extrañada.

—Espera un momento, ahora vuelvo —dijo la potrilla, elevando su cara, que esta vez reflejaba una gran sonrisa.

La Disk-Jockey apenas tuvo tiempo de responder… Flashing entró directamente a la casa del Consejo y salió tan rápido como pudo, posicionándose otra vez al lado de DJ-Pon3. Sin esperar contestación, la elevó del suelo y, trotando, la situó sobre una extraña loseta. Mientras Vinyl se preguntaba qué estaba pasando, la prestidigitadora se puso sobre otra loseta cercana y, alzando el mando a distancia que acababa de coger de la casa del Consejo, encendió el sistema de multiproyección.

Muffled vio de soslayo lo que pretendía hacer la pequeña prestidigitadora y, apartando a los demás como pudo, intentó trotar hacia ella para impedir que ésta volviese a hacer el mismo juego que esa mañana.

—¡¡UIIIIIIIIIIIIII!! —gritó Flashing mientras se elevaba poco a poco su loseta.

—¡¡UAAAAA HAHAHA!! —exclamó Vinyl Scratch cuando notó que se elevaba. Esa sensación era maravillosa.

—¡¡NOOOOOOO!! —chilló Muffled mientras, intentando evitar esa travesura, tropezó y se cayó al suelo.

* * *


“Querida abuelita:

Hoy se ha reinaugurado la ciudad de nubes que hay encima de Northwest Mines Town… Sí, ya sé que te conté hace tiempo que iba a hacerse, pero surgieron problemas, que afortunadamente se han solucionado. Al fin Cirrus Merlon (que así se llamaba originalmente) vuelve a brillar en toda su plenitud.

Las celebraciones han sido espectaculares y nos lo hemos pasado genial. El Consejo del Pueblo ha contratado a los mejores músicos y todo ha sido fantástico: las serpentinas, los fuegos artificiales, la comida...

Incluso he conocido a varios miembros de la alta sociedad, cosa que nunca logré hacer cuando estaba en Canterlot. Sí, sé que tú te los encontrarás prácticamente cada día, pero a mí me ha resultado una experiencia muy gratificante.

Por cierto, me ha sorprendido muchísimo una cosa que he descubierto hoy: uno de los habitantes en el pueblo, que se llama Look Talker, resulta que es el hijo mayor de la Canciller Pudding Head (que, por lo que me ha contado el propio Look, es descendiente directa de una de las fundadoras de Equestria. Imagínate… He estado frente a la gran Pudding Head, descendiente de la fundadora Pudding Head… aunque no me extraña que sean familia, teniendo las dos el mismo nombre). Al final voy a estar rodeada de gente aún más maravillosa de lo que yo creía…

¡Ah! Look Talker, al igual que su madre, no es para nada orgulloso… De hecho, él es todo lo contrario a lo que cabría esperarse de un noble, es todo humildad…

Bueno, veo que me estoy extendiendo demasiado, así que te voy a poner lo que he… mejor dicho, lo que hemos aprendido (estamos todas aquí escribiendo) en estos días (siento la tardanza al escribir):

Las cosas del pasado hay que venerarlas en su justa medida, sin que nada sea blanco o negro. Al contrario, todo tiene una gama interminable de colores (más aún que la crin de esa tal Rainbow Dash, dice Knowledge). En poco tiempo Cirrus Merlon ha pasado de ser abucheada a ser vanagloriada, gracias a esa serie de acciones que te dije hace tiempo en otra carta.

Y, poco a poco, todo vuelve a su cauce. Si ha sido algo positivo, volverá a serlo, pero si ha sido negativo, al final saldrá a la luz. Así que lo mejor es observar y no juzgar hasta saberlo todo.

Por cierto, Gentle insiste que ponga lo siguiente: “¿Has leído? Absolutamente todo vuelve a su cauce, ¿no crees que ya va siendo hora?”. No sé a qué se refiere, pero ha sonreído después de que yo lo escribiese.

Un beso y un abrazo de parte de todas: Fast Feather, Flashing Hooves, Gentle Colors, Knowledge Undiying, Shadow Hammer, y mío, por supuesto.

Con cariño, tu nieta Shiny Eyes.”

FIN DEL CHAPTER 1x12


Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. Nos vemos pronto. :D
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x13 - 1ª Parte

Notapor Sr_Atomo » 06 Ene 2014, 15:49

Y llegaron los Reyes Magos a Spaniard Hooves y trajeron muchos regalos... y, a los que se portaron mal, les trajeron carbón y un capítulo nuevo de este fanfic.

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Mucho de...

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Y una pizca de...

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Y, sin más dilación, aquí tenéis la primera parte (de dos) del capítulo 1x13:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x13

Yell, Muffled, Yell

1ª Parte


Wise Words miró hacia atrás. Northwest Mines Town aún no había despertado. Ataviado con la armadura, y oculto bajo una túnica, se ajustó el cinto de las alforjas. Tenía que ir a Canterlot y pedir audiencia con la Princesa Celestia para comentarle y discutir las acciones a seguir, a raíz de los últimos descubrimientos acontecidos con respecto a Gentle Colors.

El libro de magia que la unicornio de dos colores poseía era “nuevo”. Nuevo en el sentido de que nunca antes lo había visto en la excepcional biblioteca que poseía Gentle, pero en realidad ese libro era viejo, muy viejo… tanto, que databa de una época anterior a las aparición de las dos Princesas e incluso de Discord. Y, a juzgar por el lujo del tomo y de los hechizos expuestos (a pesar de que el idioma era totalmente desconocido para Wise), ese grimorio no era precisamente de un mago normal, sino de un Gran Maestre de la magia arcana.

Aparte, también estaba el hecho del comportamiento de Gentle. Wise juraría que ésta había sorteado el hechizo de “olvido” que había impuesto la Princesa Celestia en Northwest Mines Town desde que se creó el pueblo… Y eso era sumamente peligroso, además de horrible. Y más aún teniendo en cuenta la situación en el que estaba sumido esa población, con un posible intento de robo que podría tener lugar en cualquier momento… Y, por eso mismo, Wise decidió llevarse la armadura, pues necesitaba desplazarse lo más rápido posible a Canterlot.

Con gran tristeza enfiló el camino hacia la encrucijada. Temía por la vida de todos y cada uno de los habitantes de Nortwest Mines Town, ya que se veía superado por la situación, a pesar de que contaba con el apoyo de todo el Consejo, e incluso con la ayuda que le había enviado la Gran Yegua, en forma de “cocinero sabelotodo”. Solo esperaba que todo llegase a buen puerto, pues nadie, aparte de ellos, sabía qué objetivo tenían los ladrones, y solo podían esperar y proteger a los demás.

Con un suspiro, se encabritó y comenzó a acelerar, hasta que perdió de vista el pueblo, dirigiéndose, sin frenar, hacia la salida a Ponyville cuando llegó a la encrucijada.

* * *


Gentle Colors observaba por la ventana cómo Wise Words, ataviado con una túnica, se ajustaba los zurrones y salía del pueblo. Perfecto. Dándose la vuelta, entró en la biblioteca y, sacando un libro en concreto, pulsó el botón secreto.

Una vez abajo, entró en la cocina y abrió la nevera y entrecerró los ojos. Lo que más temía en esos momentos se había hecho realidad: se estaba quedando sin comida. Frunciendo el morro, cerró la puerta de la cocina y se dirigió hacia la habitación donde guardaba parte de su fortuna, cogiendo un pequeño saco que previamente había preparado.

Cuando volvió al pasillo principal de la mansión subterránea, sacó de su zurrón una pequeña carta. La observó durante unos segundos y pestañeó lentamente. No le gustaba recurrir a esos subterfugios para conseguir su alimento, pero no quería que nadie ahí fuera supiese en qué consistía su dieta. Solo esperaba que algún día su fisionomía volviese a ser normal para volver a comer simple e insípido heno, pero habían pasado demasiados siglos alimentándose con este tipo de comida como para volver a acostumbrar su cuerpo a una comida apta para un poni normal.

Decidió entrar en la habitación del trono real para enviar la carta, como siguiendo un pequeño “juego” para indicar a sí misma quién era la culpable de su situación… La culpable de todo su sufrimiento.

Se acercó al trono y rozó con su casco el asiento. Deseaba tanto sentarse en ese lugar que habría dado prácticamente cualquier cosa por hacerlo... Pero no debía: no había podido hacerlo en el verdadero trono, por lo que, hacerlo en el de esa habitación no era ni siquiera un símil que la reconfortase. Era un engaño hacia sí misma, y eso no lo soportaba.

Se echó a los pies del trono y, con sus cascos, dibujó unos pequeños símbolos en el aire, como si su intención fuese el rasgarlo, a la vez que recitaba un pequeño salmo. A medida que iba avanzando el hechizo, las runas tomaron forma, quemando el aire con un siseo y permaneciendo suspendidos hasta que, por encima del hechizo materializado, se abrió un pequeño portal ovalado. Gentle colocó la carta delante del portal, cuyo interior era un espiral purpúreo, y la soltó, siendo absorbida por el pórtico mágico, que se apagó al instante, así como las runas, que se desvanecieron con un sonido específico, como el de un metal al rojo vivo sumergiéndose en agua helada.

A continuación sacó un pequeño palo del zurrón y lo mordió con todas sus fuerzas… sabiendo lo que iba a ocurrir en unos instantes. En cuestión de unos pocos segundos, sus ojos se torcieron hasta que sus pupilas desaparecieron por los laterales y su cuerpo empezó a convulsionar, haciendo que cayese a plomo sobre el suelo. Por último, de su boca empezó a surgir una blanquecina espuma, que cayó al piso, empapando la mejilla en su recorrido.

Cuando acabó el ataque epiléptico, Gentle abrió los ojos y, poco a poco, se incorporó. Escupió la pequeña rama y tragó la espesa saliva que aún recorría el interior de su boca. Miró asqueada hacia el lugar donde había hecho el hechizo… Ese tipo de magia era aún peor para ella que la “unicornio”, ya que no estaba hecha para ser manejada por una simple poni, y ya se encargaba su cuerpo de avisarla con efectos secundarios demasiado adversos.

Cada vez que hacía un hechizo de ese tipo de magia, cada fibra de su ser se quejaba. Y su cambio dependía del nivel, siendo un “simple” ataque epiléptico si el hechizo era de bajo nivel, como el que acababa de hacer, pero con consecuencias muchísimo peores si el hechizo era más poderoso, como ocurrió en el viaje a Ponyville cuando portaba a Reddish. En ese caso, al usar el hechizo de aceleración, vomitó sangre. Pero era aún más grave si el hechizo realizado era uno de los de ese libro que había adquirido hace relativamente poco tiempo. Entonces su cuerpo mutaba a un nivel molecular. Prueba de ello era su cuero de dos colores, cambio que tuvo lugar cuando intentó atrapar a la Princesa Celestia, cuando ésta quiso destruirla hacía ya algo más de trescientos años. Y fue en ese momento cuando se enteró de que fueron los mismísimos Señores Elementales los que la habían elegido para algún oscuro propósito. Descubrimiento que pagó con su propia vida el pobre aprendiz que tenía en ese momento su enemiga.

Pero era hora de salir al punto convenido, así que la yegua de dos colores se dirigió a la salida trasera de la mansión y, apretando un botón camuflado en la pared del fondo, accedió al cementerio de Northwest Mines Town. Solo esperaba tardar el menor tiempo posible, pues no quería que nadie advirtiese su ausencia.

* * *


Muffled había permanecido despierta toda la noche. Estaba extrañamente nerviosa. Sabía que algo inminente iba a tener lugar, y algo dentro de ella sabía que era algo horrible.

Posiblemente tuviese relación con el asunto de los robos, o quizás fuese algo más profundo, pero estaba completamente segura que iba a ser algo malo, perverso, cruel...

Pronto despuntaría el alba, y tendría que ir a trabajar a la mina, como casi todos los días. Eso no era vida, o mejor dicho, esa era toda su vida: esa maldita mina que le daba de comer y que a la vez le había hecho tan desdichada. Sabía que nunca lograría salir de esa espiral destructiva, pues sentía que había llegado a lo más alto. ¿Y qué era la cima a la que había accedido? Ser miembro del Consejo de un pequeño pueblo perdido y haber recibido heridas y más heridas en su cuerpo y, lo que era más grave, en su alma.

Estaba enamorada. De Wise Words. Pero ese poni, con su trabajo y su dedicación, era completamente inalcanzable para ella. Ese poni era demasiado importante como para sentirse atraído por una insignificante yegua minera, incluso si ésta era la jefa de la cuadrilla de mineros de Northwest Mines Town. Y todos los mensajes y gestos que había hecho Wise hacia ella seguramente habían sido interpretaciones erróneas. Incluso las palabras dichas por él, cuando volvió de Ponyville con ese colgante, no indicaban nada, pues Wise era experto en subterfugios, y posiblemente lo único que quería ese poni era jugar con ella para que desvelase la verdad sobre la figurilla de cristal.

O quizás no. Quizás Wise había estado enamorado de ella y, por pura cabezonería y estupidez, había dejado escapar la oportunidad. “Tonta, eres una tonta”, pensó mientras se golpeaba la sien con un casco, “Y ahora vuelve a mirar hacia Gentle Colors… Sigue enamorado de ella, y tú no puedes competir, eres demasiado insignificante. Ella es una gran hechicera que ha hecho mucho por el pueblo, e incluso por toda Equestria… Pero tú no eres más que… que… que una mota de polvo”.

No sabía qué hacer, no sabía qué decir y no sabía cómo actuar para que el poni de su vida se volviese a fijar en ella.

* * *


Flashing Hooves se despertó, completamente sobresaltada. Aún no podía creerlo… Había tenido otro de sus sueños, y, cuanto más intentaba analizarlo, más se horrorizaba.

Iba a morir. Iba a morir antes del anochecer. Y no podía impedirlo.

* * *


Una cortina se movió ligeramente, aunque desde fuera no se podía percibir, pues la luz de la casa estaba apagada.

El semental que estaba observando cómo se marchaba Wise sonrió: por fin podía tener lugar la siguiente parte del plan.

* * *


—Buenos días, Shiny —dijo Feather con alegría, mientras le tendía a ésta una carta—. Tienes correo.

—Muchas gracias, Feather —respondió sonriendo la dorada pegaso, mientras recogía su misiva. La abrió inmediatamente y comenzó a leerla, cambiando su sonrisa a un gesto de asombro, para reír de manera acentuada—. Es de mi abuelita —confesó—. Dice que va a venir dentro de poco…

La pegaso-cartero también aumentó su sonrisa. Quería conocer a la abuela de Shiny, y saber todos los detalles acerca de ella y de su relación con su amiga joyero. Pero primero tenía que repartir el correo, así que hizo un gesto de asentimiento y continuó con su tarea, dirigiéndose rápidamente hacia la tienda de Magic

Shiny empezó a bailotear en el sitio, en un gesto en parte alegría, en parte nerviosismo. Su abuela sabía de las demás del grupo únicamente por el contenido de las cartas, pero nada más. Ni ella ni las demás habían descrito sus aptitudes ni sus peculiaridades, por lo que su abuela ignoraba completamente elementos tan importantes como que Flashing no podía usar la magia o que Shadow era la herrero del pueblo. Eso sin hablar de Gentle, cuyas peculiaridades eran demasiado extensas como para relatarlas en una carta… “No hay papel suficiente en el mundo para describirla “, pensó.

Pero tenía que decir la noticia a todas sus amigas. Incluso lo debería comentar a los miembros del Consejo, ya que su abuela, a pesar de no ser de la alta sociedad, trabajaba en el Palacio, y muchos días veía y hablaba con la mismísima Princesa Celestia.

Tenía mucho trabajo que hacer, pues sentía la necesidad de que su abuelita se sintiese orgullosa orgullosa de ella, de sus amigas y del pueblo que tan bien la había acogido.

* * *


Shadow terminó demasiado pronto su tarea del día. Esos nuevos aparatos eran maravillosos, rápidos y eficientes. Por fin podía disponer de tiempo para salir con sus amigas y dejar de ser tan esclava de su trabajo.

Poco a poco fue colocando cada herramienta en su sitio correspondiente. Unos iban en los expositores y otros en su montón… Y, mientras lo hacía, estuvo manteniendo todo el rato una radiante sonrisa.

Ahora solo tenía que esperar a recibir el pedido diario que le hacía llegar Muffled, siempre a la misma hora, como un reloj perfectamente calibrado.

* * *


Knowledge llamó a la puerta de la casa de su amiga prestidigitadora. Del otro lado solo se oían unos ligeros lloriqueos, por lo que la historiadora frunció el ceño y aporreó la puerta.

—Flashing, sé que estás ahí dentro —dijo.

El llanto se hizo cada vez más fuerte, hasta que la puerta se abrió. La pequeña unicornio estaba más abatida que nunca. Knowledge se enterneció y abrazó a su amiga.

—Knowledge… —sollozó Flashing—. He tenido otro sueño… y ha sido peor que nunca.

Entonces se lo contó. Y, según lo iba narrando, la expresión de Knowledge se torció hasta mostrar un rictus de terror.

* * *


Muffled resopló después de entrar en la mina, sabiendo que, como cada día, tenía mucho trabajo por delante. Pero quería acabar lo antes posible, así que comprobó que su casco estaba bien ajustado y cruzó el gran acceso.

—Jefa… buenos días —exclamó un minero grisáceo con crin marrón oscuro.

—Hola, Muzzle Sooty —respondió la yegua, sin mucho entusiasmo.

El nombre del minero correspondía a una gran mancha negruzca que cubría todo su hocico. Muzzle sonrió y se acercó a la jefa de mineros.

—Tengo que enseñarte algo… —dijo en voz baja—, algo que se sale fuera de lo común.

—¿Más aún de lo que ocurre últimamente en la mina? —preguntó Muffled.

El minero se quedó pensativo durante un instante y, mirando fijamente a los ojos de la yegua, exclamó:

—Quizás.

Y señaló un camino en concreto, que siguieron los dos. Después de adentrarse en lo más profundo de la mina, recalaron en un pasillo en concreto. Era la misma gruta en la que había aparecido el huevo de dragón.

Muzzle señaló una gema de la pared. Era la gema negra que iba a conmemorar la entrada número cien a la mina de Gentle.

—Es esa joya —confesó el minero—. Desde que me mandaste cuidarla para que nadie más que Gentle la estrajese, han ocurrido cosas extrañas.

—¿Qué cosas? —Muffled se sorprendió.

—No sé… —Muzzle bajó la mirada, en parte avergonzado por lo que iba a decir, temiendo que su jefa la tratase de mentiroso—. A veces veo cosas ahí dentro… —señaló la gema—, como reflejos difuminados. Reflejos de algo imposible. De un yermo páramo, como si fuese Northwest Mines Town pero sin casas. Es, sin duda, el producto de los sueños de un loco.

—Comprendo —Muffled no sabía si creérselo, pero conocía a Muzzle Sooty desde que los dos eran unos potrillos, y sabía que ese poni de tierra no se amilanaba por tonterías.

—Pero lo peor de todo —continuó hablando el minero— es, sin duda, ese horrible ojo… —al mentarlo, tuvo un escalorfrío.

—¿Ojo? —Muffled entrecerró los suyos. Esa historia era demasiado insólita como para ser mentira.

—Sí, uno completamente aterrador —respondió el semental con un hilo de voz—: de dos tonos, verde oscuro y negro intenso, con una pupila vertical, como de gato —volvió a tiritar—. Afortunadamente parece ser que “mira” de pasada, como si el ser no supiese que es observado. Pero aparece cuando uno menos se lo espera.

Muffled se acercó a la gema, investigándolo. No veía nada.

—Acércate más —dijo Muzzle, posicionándose poco a poco detrás de la jefa de mineros—. Así fue como lo descubrí por primera vez, mirándolo de cerca… En mala hora lo hice.

La yegua seguía sin ver nada, así que determinó que probablemente Muzzle había sido presa de malas visiones… algo normal, viendo el opresivo pasillo en el que se encontraban, capaz de jugar malas pasadas a todo aquel que permaneciese mucho tiempo. Entonces emitió un chasquido con la lengua, sabiendo que ella había sido la culpable de que ese minero estuviese transtornado.

Decidió entonces cambiar de tema, sin dejar de mirar la gema, cada vez más extrañada, pues ésta parecía cambiar ligeramente de tonalidad.

—¿Qué tal tu familia, Muzzle? —preguntó—. ¿Siguen en Manehattan? Espero que estén bien…

El reflejo que ahora se veía en la gema era distinto. Muffled entrecerró los ojos y observó detenidamente el interior de la joya. Lo que se veía parecía una explanada distorsionada, con cosas fugaces moviéndose de aquí para allá.

—Lo están —dijo Muzzle, con un tono de rabia—. Al menos, ahora lo estarán…

Y, a continuación, golpeó con su casco la cabeza de Muffled, con tal fiereza que ésta chocó violentamente contra la gema y fue resbalando por toda la pared, hasta quedar inconsciente en el suelo.

Había empezado…

* * *


—Shadow, tienes correo —dijo Feather, entrando en la herrería—. Algo muy raro, la verdad…

La herrero se levantó del asiento, que estaba junto al fuelle eléctrico y se acercó a la pegaso-cartero. Sonriendo, cogió la carta y la volteó, intentando leer el remitente. No había nada escrito. Volvió a sentarse y, torciendo ligeramente el gesto, abrió el sobre.

—¿Ocurre algo? —preguntó Feather.

—Estoy extrañada —respondió Shadow—. Muffled no ha venido a traerme el pedido diario. Si no sé qué debo hacer y, sin la intromisión de Knowledge, estoy parada ahora mismo.

—Se habrá retrasado, seguro —la pegaso-cartero sonrió y, a continuación, salió de la herrería a seguir repartiendo.

—Sí, seguramente eso habrá sido —susurró Shadow. Pero sabía que algo andaba mal. Muffled siempre acudía exactamente a la misma hora, como si fuese un reloj perfectamente calibrado.

* * *


—Creo que deberíamos pedir ayuda —dijo Knowledge—. Esto nos viene demasiado grande…

—No quiero morir… —exclamó Flashing, volviendo a llorar.

—Vamos a convocar una reunión del Consejo —la historiadora tuvo una idea—. Aunque no seamos miembros, creo que éste es un asunto de vital importancia…

—¿Vital…? —gimió la potrilla, llorando a continuación aún más fuerte.

—¡Lo siento!, ¡lo siento! —Knowledge se disculpó y volvió a abrazar a la pequeña unicornio.

Poco a poco las dos salieron a la calle. El miembro del Consejo más cercano era Magic Sales, así que se dirigieron hacia la tienda para convocar una reunión.

* * *


Shiny estaba esperando junto a la entrada a la mina. Supuestamente Muffled tenía que haber salido del interior para conducirla a una gruta en la que ella debía escoger unas cuantas gemas para su restauración, pero la jefa de mineros se estaba retrasando...

* * *


Shadow abrió la carta, cansada de esperar. Era de Plush Padding, su hermano. Empezó a leer y entrecerró los ojos, confundida. No entendía absolutamente nada:

Saludos, hermanita:

Te felicito enormemente por tu incorporación al Grupo C. Es una gran alegría descubrir que nuestra familia es aún más importante de lo que yo pensaba, pues deberías saber que yo pertenezco al Grupo B.

Sí, tu hermano es miembro importante de otro Grupo, aquí en Detrot. No dije nada cuando te visité porque no quería desvelar este secreto, pero “Número Tres” me ha comentado que vuestro Grupo ya está formado, así que la información de los Grupos ya lo sabrá todo el pueblo.

Aquí en Detrot apenas somos conocidos, ya que aún no hemos actuado de forma “oficial”, aunque sí hemos entrenado para nuestro cometido. Pero, cuando sea el momento, seremos famosos en toda Equestria, te lo aseguro… Y me encantaría pasar a la acción junto a ti y a las demás del grupo C.

Por cierto, deberías cuidarte muy mucho de Gentle Colors… Digamos que no es trigo limpio. Aunque “Número Tres” nos ha comentado de pasada que ella es el corazón del grupo, yo no me fío. Pero bueno, si la Princesa Celestia confía en ella, yo no soy quién para oponerme… Sí, ya sé que fue Gentle la que me ayudó a salir de la espiral destructiva en el que yo estaba inmerso, pero hace poco “Número Tres” me ha contado la verdad sobre ella… En un monstruo.

Mantén tu espalda vigilada y, sobre todo, no la perdáis de vista ni un solo instante. Estoy seguro de que, en el momento en que Gentle recupere suficiente poder, será capaz de hacer cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa.

Un abrazo muy grande, Plush Padding.

Shadow volteó la hoja, esperando encontrar una explicación al texto… ¿Grupo C? ¿Número Tres? ¿Qué significaba todo eso? Debía ser una broma, sin duda. Una broma de muy mal gusto. Pero lo peor de todo, sin duda alguna, era el ataque gratuito a Gentle. Shadow tuvo que reconocer que lo único del pasado de su amiga que conocía era lo que le había contado ella, pero Gentle, a pesar de ser muy orgullosa, era la primera en ayudar a todo aquel habitante de Northwest Mines Town que tuviese algún problema. Incluso a ella le había salvado la vida en Cirrus Merlon.

Lo había decidido: Entre su hermano, que aún era prácticamente un desconocido, y Gentle, ella elegiría, sin dudar, a su amiga.

Se acercó a un cuartito al fondo y sacó un papel, tinta y una pluma y escribió una escueta carta:

Querido hermano:

¡Vete a la mierda!

Con cariño, Shadow Hammer.

—¡Reunión urgente del Consejo! —oyó una voz que venía de fuera—. ¡También deben acudir las amigas de Flashing Hooves!

Extrañada, dejó la carta sobre la mesa y se dirigió hacia la casa del Consejo, no sin antes cerrar rápidamente la herrería.

* * *


Poco a poco Muffled recuperó la consciencia y, de la misma manera, abrió los ojos. Miró lentamente a su alrededor. Seguía en la mina e incluso, a juzgar por lo que veía, estaba en el mismo lugar, delante de la gema negra. Intentó alcanzarla, esperando comprender qué había pasado, pero no pudo, pues sus patas delanteras estaban atadas a su espalda.

—Ah, al fin has despertado —exclamó Muzzle, que estaba a su lado, mirándola fijamente.

—¿Qué…? ¿Qué has hecho? —la yegua estaba confundida.

—Grita —espetó el minero.

Muffled miró hacia él, primero sorprendida, pero después con un gesto rabioso.

—Suéltame —dijo, desafiando la mirada de Muzzle, hasta que éste bajó la cabeza.

—Tienes que gritar, Muffled —comentó el minero, señalando la gema negra—. Solo tienes que usar tu grito especial, después te soltaré.

—¿Por qué quieres que grite? —preguntó la rojiza poni.

—Tú solo hazlo —respondió Muzzle—. Grita y te soltaré.

Muffled comprendió que ahora tenía, por así decirlo, la sartén sujeta por el mango, pero tenía miedo… miedo de la situación y miedo de lo que podría pasar si accedía a los planes de Muzzle.

—Por favor, debes hacerlo… —suplicó el minero—. No quiero hacerte daño. Es lo último que quiero hacer…

—Entonces dime por qué lo has hecho —replicó la jefa de mineros—. No quieres hacerme daño, pero estoy aquí atada y con un golpe en la cabeza… Todavía siento brotar la sangre en la herida.

Muzzle se acercó despacio a la yegua y, alzando una pata en señal de que no iba a hacer nada, sacó un pañuelo de su zurrón de minero y empezó a limpiar la herida.

—Deberías saber que lo que te he dicho antes es verdad —dijo mientras aplicaba con suavidad el pañuelo—. Esa gema no es… natural. He visto cosas a través de él… Cosas capaces de sobrecoger el alma a cualquiera.

—Te creo… —Muffled percibió que la intención de ese minero no era malvado. Era como si se hubiese visto obligado a actuar de esa forma… Y él se resistía, como podía, ante esa decisión—. Creo que he visto algo antes… Antes de que me golpeases a traición.

—¡Por fin alguien me cree! —exclamó el minero, alzando la vista al cielo—. Eres fantástica, Muffled.

—Pues si lo soy, ¿por qué no me sueltas? —replicó ésta.

—No sin antes hacer tu grito —Muzzle volvió a señalar la gema.

—¿Pero por qué voy a hacerlo? —preguntó la jefa de mineros, reincidiendo en el tema. Necesitaba ganar tiempo, ya que estaba segura de que en esos momentos ya la estaban buscando.

—¿Quieres saber por qué? —inquirió irónicamente el semental—. Hazlo y te lo diré.

—¿Y por qué no lo haces al revés? —interrogó Muffled—. Es decir, primero me dices por qué lo haces y luego, si me convence el motivo, gritaré. Incluso lo haré de buena gana.

—¿Y si no lo haces? —preguntó Muzzle—. ¿Qué gano yo con eso?

—Estaríamos exactamente en la misma situación que estamos ahora —respondió la rojiza yegua—, así que peor no vamos a estar, ¿verdad?

El minero quedó pensativo durante un instante para, al final, afirmar con la cabeza, sin hacer nada más.

—Espera… —cortó Muffled—. Primero desátame… Me duelen las patas.

Entonces el minero montó en cólera. La jefa de mineros se apenó… Había estirado demasiado el hilo y éste acababa de romperse.

* * *


—¿Empezamos ya o qué? —preguntó Disarming, que se aferraba con sus cascos a los bordes de la mesa, producto sin duda de la impaciencia.

Todos los miembros del Consejo estaban reunidos y sentados en sus respectivos asientos, excepto Wise, Gentle y Muffled. También faltaba Magic, que había salido urgentemente para llamar a los tres ausentes.

Mientras tanto, Flashing miraba al suelo, sin saber qué decir. Knowledge le había dicho que esta reunión era una buena idea ya que, si por alguna casualidad se podía impedir el resultado final, sería con la ayuda de los ponis más sabios de Northwest Mines Town, aunque Flashing sentía que no era suficiente… De hecho, estaba segura que ni siquiera la propia Princesa Celestia podría impedir lo que iba a acontecer, ya que todos sus sueños hasta ese momento se habían cumplido palabra por palabra.

Magic abrió la puerta de la casa del Consejo y negó con la cabeza.

—No están por ningún lado —dijo, resignándose—. He preguntado a todo el mundo y es como si se hubiesen desvanecido.

—Entonces propongo empezar ahora —resolvió Disarming—, y si se presentan después, hacerles un resumen. ¿Votos a favor?

—Tú no tienes potestad para decidir los votos —exclamó Magic mientras se sentaba en su sitio, mirando directamente al hotelero.

—¿Y quiénes lo tienen? —preguntó irónicamente el aludido—. ¡Ah, sí! Wise, Muffled y Gentle… que son precisamente los que no están. Así que repito: ¿votos a favor?

Todos los miembros presentes alzaron sus cascos.

—Perfecto —Disarming se recostó hacia atrás, dejando la silla en equilibrio sobre sus patas traseras, exactamente igual que solía hacer Gentle en las reuniones.

—Comencemos pues —expuso Magic, mirando directamente a Flashing y a sus amigas—. ¿Cuál es el motivo de que hayáis pedido esta reunión urgente?

Tímidamente Flashing se adelantó, así como Knowledge, aunque esta última lo hizo para que la potrilla unicornio no se sintiese sola.

—He… He tenido otro sueño —balbuceó la prestidigitadora—. Y… y… Y voy a morir hoy.

Todo el mundo se sorprendió. Knowledge abrazó entonces a su pequeña amiga. Shadow y Feather se acercaron a su vez y también abrazaron a Flashing. Shiny bajó la mirada, imaginándose horrorizada mil posibles muertes y, alzando la vista de nuevo, empezó a llorar.

—Esperad —cortó Spoon—, ¿qué significa esto? ¿Sueños?

Rápidamente las hermanas Numbers, que estaban a su lado, le contaron al cocinero en qué consistía los sueños de la potrilla y su incapacidad para usar la magia. A lo segundo Spoon comentó que lo sabía desde la anterior reunión.

—De acuerdo —dijo finalmente el cocinero, mirando fijamente a Flashing—, entonces danos los detalles.

—¿Detalles? —preguntó Knowledge.

—Sí, detalles —respondió el cocinero—. Si hay alguna forma de impedirlo, habrá que conocer los pormenores y actuar para que el hecho no ocurra…

Flashing miró directamente a Spoon, con ojos titilantes. Decidió contar, con puntos y comas, todo el sueño.

—Me encuentro en la entrada a la mina, rodeado de muchos ponis —relató—, mirando hacia el interior. Algo está ocurriendo, pues todos están… todos estamos alterados. A mi lado están mis amigas —las señaló—, excepto Gentle. Vosotros —señaló a los miembros del Consejo— habíais entrado buscando algo… o a alguien. Bueno, esto lo sé por los comentarios que dicen los demás. Yo estoy muy asustada por algo que sé que ocurrirá. Aunque en el momento de soñarlo no sabía por qué temblaba… ahora lo sé: estaba aterrada porque iba a morir y no podía impedirlo.

>>Entonces, un encapuchado, totalmente enloquecido, entra en la mina y me aparta de un empujón. Ni siquiera se da cuenta de lo que ha hecho, pues constantemente grita un nombre… un nombre que ignoro, porque tropiezo y me golpeo la cabeza contra una de las piedras del lateral. Entonces todo se vuelve oscuro.

>>Lo último que noto es a Knowledge llorando a mi lado, mientras grita “¡No puedo creerlo! ¡Ha ocurrido! ¡Ha… Ha muerto!”. Eso es todo...

Flashing volvió a bajar la mirada, apenada. A pesar de haber contado su sueño, no se sentía en absoluto mejor. De hecho tenía la sensación de que las piezas que no habían encajado en el sueño ahora lo hacían de forma perfecta. Instantáneamente supo que el haberlo contado en el Consejo no hacía más que confirmar los acontecimientos de su premonición.

* * *


—Lo siento, lo siento —Muffled sonrió levemente, intentando tranquilizar a Muzzle—. Nada de desatarme, lo comprendo…

—No juegues conmigo —amenazó el minero—, sabes que me caes muy bien, pero no me hagas elegir…

—Si tan bien te caigo... —dijo la rojiza yegua—, ¿por qué me has atado?

—Porque no puedo permitir que te escapes… —respondió Muzzle—. Hay demasiado en juego.

—Es hora de que me expliques por qué actúas así —indicó Muffled—, ya que estamos en un punto muerto… Me necesitas para que grite y, hasta que no sepa los detalles, no accederé a tus pretensiones, aunque ello conlleve que te enfades.

El semental se derrumbó, sabiendo que la jefa de mineros tenía razón, así que se echó en el suelo a su lado, apenado.

—Hace unos días —explicó—, empecé a ver los horrores de la gema y se lo comenté a Legs Bent… Ya sabes, mi compañero de cuadrilla base. Hablamos de ello en el restaurante. Él no me creyó, pero por lo visto alguien que me oyó sí lo hizo…

>>Al día siguiente, en mi taquilla encontré un mensaje… Mi familia… —bajó la mirada—, mi familia había sido secuestrada. No quería creerlo, pero, para asegurarme que estaban bien, me fui a mi casa, en Manehattan. Pero no estaban allí. De hecho, no había absolutamente nada, ni siquiera los muebles. Únicamente habían dejado un papel, que indicaba que solo los liberarían si tú hacías tu grito ante esta gema. De otra forma… De otra forma… No puedo… No puedo continuar…

Muffled comprendió la situación en el que se encontraba el minero, pero a la vez comprendió que ella misma estaba en una gran encrucijada. Si gritaba, salvaría la vida de la mujer y del hijo de Muzzle Sooty… pero el hecho de que los hubiesen secuestrado significaba que lo que querían hacer los secuestradores con esa gema era algo muchísimo peor, y que podía morir muchos más ponis…

Era una cuestión de elegir entre dos muertes seguras o entre decenas, o incluso miles, de posibles víctimas. A esto era lo que se refería Wise Words cuando le preguntó, en la estación de tren de Canterlot, si iba a defender Equestria incluso si eso significaba muertes de por medio.

—Lo… lo siento, no puedo hacerlo… —se lamentó finalmente, sabiendo que ella podía ser la siguiente en sufrir a cascos de ese minero que empezaba a incorporarse con evidente ira—. Compréndelo… Si grito, ¿cuántos ponis sufrirán por haberlo hecho? No quiero ser la iniciadora de una masacre.

—¡¡¡Pero mi mujer y mi hijo morirán!!! —gritó desesperado Muzzle— ¡¡¡Si no gritas serás la responsable de sus muertes!!!

Muffled bajó la mirada. Dos muertes seguras contra un numero indeterminado, pero mayor, de posibles asesinatos. Se imaginó una gigantesca balanza dorada en cuyo plato izquierdo reposaban, sangrientos, dos cabezas de poni: una yegua y un pequeño potrillo; mientras que en el otro platillo varias cabezas traslúcidas de diversos seres se acumulaban, hasta formar una pequeña montaña. ¿Cuál pesaba más? Incluso se veía a sí misma ensartada en la flecha que había entre los platos, de tal forma que, si la balanza se inclinaba hacia un lado, su cuerpo se rajaría dolorosamente, matándola.

Y pensó en Wise. ¿Qué haría él en este caso? Seguramente recurriría a una de sus famosas frases, pero ¿cuál de ellas usaría? Muffled no sabía mucho de refranes, pero sí conocía una que le había dicho muchas veces el espía: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¡Esa era la respuesta!

—De acuerdo, lo haré —dijo, levantando la cabeza y mirando directamente a los ojos de Muzzle—. Solo espero no tener que arrepentirme por esta decisión.

El minero sonrió aliviado.

* * *


—Lo siento, pero tendrás que permanecer todo el día en tu casa —exclamó Disarming—. Es la decisión que toma el Consejo de Northwest Mines Town.

Los demás miembros del Consejo afirmaron con la cabeza, al igual que las amigas de Flashing. Ésta miró hacia todos y cada uno de los demás y, entrecerrando los ojos, exclamó:

—Os lo agradezco, pero no va a servir de nada… Va a ocurrir, es algo que no se puede evitar… —entonces empezó a llorar—. Y quiero deciros que mi vida aquí ha sido maravillosa.. Os quiero, y os echaré mucho de menos.

Se abrazó a Knowledge y lloró tan desconsoladamente como pudo. Ésta miró hacia los miembros del Consejo con furia. No había servido de nada el haberles pedido ayuda. Rodeó con una pata a la pequeña potrilla y las dos se marcharon de allí, seguido por Shadow, Feather y Shiny.

Los miembros del Consejo estaban abatidos. No podían hacer nada más.

—Si al menos hubiesen estado Wise o Gentle, podrían haber ideado algo mucho mejor... —se lamentó Magic.

—Incluso Muffled habría pensado algo mucho mejor —replicó Disarming.

—“Por cierto” —dijo Look con movimientos oculares—, “¿dónde están?”

—Wise salió hacia Canterlot… —respondió Spoon—, al menos eso me dijo él ayer. Pero no sé dónde pueden estar las otras dos.

—¡¡¡Esperad!!! —gritó Magic, sobresaltada—. ¡¡¡Recordad lo que nos dijo Wise el otro día!!! ¡¡¡Y lo que ha explicado Flashing ahora!!!

—¿A qué te refieres? —preguntó Reale.

—¿Es que no lo veis? —inquirió Magic—. Corremos un gran peligro con el asunto de los robos… Y ahora, en su sueño, Flashing ha mencionado la mina, ¿y quién suele estar en la mina? Precisamente alguien que no ha venido a la reunión… —se levantó y empezó a dirigirse hacia la puerta.

—¿Estás diciendo que Muffled puede estar en peligro? —preguntó Disarming.

—¡Eso es! —dijo Spoon, levantándose—. ¡Magic, eres brillante! Tenemos que buscar a Muffled. Seguramente esté en problemas.

—Pero recordad el sueño de Flashing —explicó Disarming—: “estábamos buscando algo o a alguien dentro de la mina…” Todo está ocurriendo, tal como predijo ella.

Magic se puso delante de Disarming y le miró fijamente.

—Entonces sabes que vamos a entrar a buscarla todos —exclamó, haciendo una panorámica con su pata, señalando a todos los miembros del Consejo—. Además, sus amigas estarán con ella en la entrada, así que les diremos que la protejan… Aunque Flashing ahora está encerrada en su casa, y sin muchas ganas de acercarse a la mina. No creo que su sueño se termine cumpliendo…

Magic se dirigió, completamente decidida, a la puerta de la casa del Consejo, seguida por los demás. Iban a encontrar a Muffled costase lo que costase.

* * *


—Y recuerda, no salgas —Knowledge advirtió a Flashing, acompañando sus palabras con una mirada fija.

—Como si yo quisiera hacerlo —se quejó la pequeña unicornio—. Pero las dos sabemos que al final, de una forma u otra, voy a terminar en la mina.

—Tranquila —respondió la historiadora, con ojos maternales —, si quieres me quedo aquí para acompañarte.

—No hace falta, en serio —Flashing sonrió ligeramente —. Creo que me echaré en la cama y me taparé con las sábanas…

Knowledge sonrió. Reconocía que Flashing era una gran poni, mucho más fuerte de lo que cualquier otra sería jamás. Incluso en la hora más oscura, esa potrilla seguía animosa en su sentido. Instintivamente la cogió con las dos patas delanteras y la abrazó tan fuerte y tan cariñosamente como pudo, sabiendo, en parte, que era un abrazo de despedida. Y la besó en la frente, mientras sus lágrimas resbalaban por las mejillas.

—Por favor —dijo Flashing, sollozando—, no hagas esto más difícil…

Poco a poco, con movimientos suaves, Knowledge se apartó. La potrilla entró entonces en su casa y cerró la puerta. Una vez dentro, se paró. No podía creerlo. Acababa de despedirse de su mejor amiga y había sido tan fría… Entonces volvió a abrir la puerta y, de un salto, se situó al lado de la historiadora. Y la abrazó con todas sus ganas.

Cuando Flashing volvió a entrar, se enjugó las lágrimas. Tenía en mente una convicción: no volvería a salir, bajo ningún concepto, hasta el día siguiente. En ese momento notó una pequeña brisa en su cara y se extrañó… El poco viento que ese día había en Northwest Mines Town entraba por alguna ventana, pero estaba segura que las había cerrado todas antes de salir.

Se acercó a la habitación y atrancó la ventana. Se relajó al instante, pensando que probablemente, con todo el ajetreo sufrido, se le había olvidado cerrarla. Cuando se dio la vuelta, dispuesta a echarse en la cama, una sombra se acercó rápidamente a ella.

Lo último que vio Flashing Hooves, antes de caer en redondo, fue la plancha de una pala minera impactando directamente en su cara.

* * *


Cuando los miembros del Consejo entraron en la mina, muchos ponis, extrañados, se acercaron a la entrada. Shadow, Feather, Shiny y Knowledge también lo hicieron, sabiendo que lo que iba a acontecer era parte del sueño de Flashing, pues la búsqueda que iban a hacer dichos miembros era un engranaje más de la máquina diabólica cuyo resultado sabían ya de antemano.

Magic se paró justo antes de las bifurcaciones que penetraban al interior de la montaña y decidió, en silencio, los grupos: Las hermanas Numbers irían por la salida de la izquierda, Look y Disarming irían por la del centro y ella, junto a Spoon, marcharían por la de la derecha. Todos los demás asintieron y, sin hacer ruido, como si estuviesen preparados para lo peor, se separaron.

Shadow se acercó entonces a Knowledge, seguida de Feather y de Shiny.

—Has dejado a Flashing en su casa, ¿no? —preguntó la herrero en voz baja.

—Por supuesto —declaró la historiadora—. No creo que vaya a salir por su propia casco… Ella tampoco quiere que el sueño se cumpla.

—¡Paso! ¡Paso, por favor! —un minero de cuero negro como la pez entraba en la mina, portando un pequeño carrito.

—Hola, Legs … —dijo otro minero, de color azulado, que estaba en el fondo, taponando la entrada de la derecha para evitar que los curiosos entrasen en la mina y se perdiesen.

—¡Tengo prisa! ¡Apartáos! —cortó el minero del carrito. Su grisáceo crin pareció encresparse, como si quisiera atacar a todos los presentes.

—Tengo órdenes de no dejar pasar a nadie —respondió el segundo minero.

—Me da exactamente igual —Legs miró fijamente a los ojos del azulado minero—. Tengo mucho trabajo que hacer y voy retrasado. Déjame pasar.

Los dos mineros se habían convertido en el centro de atención. Sin embargo Shiny, totalmente nerviosa, se fijó en el carrito. Este era muy corriente, ligeramente parecido al que ella tenía y portó antes de llegar a Northwest Mines Town. De hecho, el de Shiny era un carrito de carga básico, que era más barato y resistente que uno especial para muestrario, pero menos reforzado que el de una carreta especial de minería.

Del carrito que la joyero observaba sobresalían herramientas de minería, mientras que el fondo estaba cubierto por una especie de manta, seguramente para cubrir la carga y para evitar que ésta se cayese al salir de la mina con el carro lleno. Curiosamente, la manta no estaba reposando al fondo, sino que estaba a media altura, tapando cuidadosamente algo. Seguramente serían unos útiles bastante valiosos.

El segundo minero dejó finalmente pasar al minero del carro, que aceleró el paso. Shiny se quedó mirando, de forma involuntaria, la manta, mientras pensaba qué podía hacer para ayudar al Consejo o a Flashing. Debido a la prisa con la que iba Legs, el carrito traqueteó y se movió con los desniveles y baches que había en la entrada a la mina.

Una vez el minero se perdió de vista por la entrada de la derecha, Shiny salió de su ensimismamiento y entrecerró los ojos. Había algo que no cuadraba, pero ¿qué era? Y aún más importante, ¿por qué no encajaba? Sin embargo, sabía que, para descubrirlo, tenía que ver toda la situación desde un prisma más amplio, y para ello tenía que alejarse de la escena.

Salió a hurtadillas de la entrada a la mina y se dirigió lentamente hacia su casa, mientras analizaba los detalles: el sueño de Flashing que llevaba hacia su muerte, la caótica reunión del Consejo en el que faltaban casi la mitad de sus miembros, la repentina marcha al interior de la mina de todos los asistentes una vez acabada la reunión, el encierro de Flashing a su casa… “Pero”, pensó entonces, “si yo fuese Flashing, me alejaría del peligro tanto como me fuese posible… Así que me iría del pueblo”.

Volvió a entrecerrar los ojos y, cambiando de dirección, aceleró el paso. Pero esta vez se dirigía hacia la casa de la prestiditadora. Llamó a la puerta, con la intención de llevarse a la pequeña potrilla a la encrucijada de caminos y, de allí, hasta Ponyville, o a Manehattan, o a cualquier otro sitio. Pero, en cualquier caso, trasladarla lejos de Northwest Mines Town.

Nadie respondió. Shiny volvió a llamar, cada vez más fuerte, cada vez más desesperada, hasta que paró. “Quizás Flashing ha tenido la misma idea y ya se ha ido”. Galopó hasta la salida del pueblo, pero no la encontró. Preguntó por aquí y por allá a todos los ponis que se cruzaron en su camino, pero nadie la había visto. Era como si se hubiese esfumado.

Cerró los ojos intentando pensar. Algo seguía sin cuadrar. ¿Qué haría Gentle en esa situación? ¡Gentle! Si alguien sabía qué hacer era sin duda ella. Galopó hacia la casa de la unicornio de dos colores y llamó apresuradamente a la puerta, aunque tampoco obtuvo respuesta. Volvió a llamar más fuerte, pero nadie abrió. Eso era muy raro: aunque estuviese meditando, Gentle habría abierto la puerta, por lo que era probable que ella se había marchado, aunque también cabía la posibilidad de... Abriendo los ojos como platos, recorrió los alrededores de la casa, buscando alguna ventana rota o abierta. Pero todas estaban enteras y cerradas por dentro.

Desesperada, volvió a dirigirse a la mina, mientras seguía pensando qué haría Gentle en esa situación. Cerró los ojos y, de repente, la cabeza de la unicornio de dos colores apareció. Estaba furiosa. “Shiny, qué vergüenza…”, exclamó con un bufido, “Flashing ha dado todas las pistas necesarias para salvarla. Tienes que ir a la mina y vigilar el acceso. Si divisas una figura encapuchada, solo tienes que apartar a nuestra amiga… Pareces tonta a veces”. ¡Esa era la solución! Rápidamente Shiny abrió los ojos y galopó, tan rápido como pudo, hasta la entrada de la mina.

Pero aún había una pieza que no encajaba.

* * *


Entrecerrando los ojos, Legs Bent frenó de repente, haciendo que toda la carga del carrito se desplazase hacia delante. El motivo de su repentina parada era porque, a juzgar por las voces que se oían desde el recodo, había alguien un poco más adelante. Con un gesto de evidente disgusto, lentamente se dio la vuelta y volvió a tirar del carrito, hasta situarse en un corredor paralelo.

Una vez desenganchado del carro, levantó levemente la manta. Al fondo de la caja, aún inconsciente, se encontraba Flashing Hooves. Entonces sonrió ligeramente: la misión aún podía hacerse y, lo que era más importante, todavía podía salvar la vida de su compañero. Las órdenes que había recibido en el interior de su mente habían sido tajantes: “Lleva a Flashing Hooves delante de la gema negra o Muzzle Sooty morirá”.

Miró a la potrilla con tristeza. Ella no se merecía en absoluto esto, pero la vida de su compañero era más importante que la de una estúpida potrilla que únicamente hacía juegos malabares para ganarse el pan. De todas formas, Legs se sentía mal por haberla secuestrado y traído hasta ahí, pero ahora que estaba atada y amordazada, la trataría con respeto en la medida de lo posible. Solo tenía que llevarla delante de la gema negra y esperar a los acontecimientos. Al menos, esas eran sus órdenes.

Se acercó al carrito y levantó a Flashing, poniéndola cuidadosamente en el suelo. Entonces, con la manta con la que la había cubierto en el viaje, el minero se tapó su propio cuerpo, sabiendo que no debía ser reconocido por la prestiditadora. En ese momento, la potrilla despertó y miró a su alrededor asustada.

—Tranquila —dijo Legs, con un tono de voz que invitaba a no ponerla nerviosa—. Tienes que hacer algo por mí, algo crucial.

Los ojos de la potrilla miraron furiosos hacia el encapuchado. Ese estúpido ser la había traído, contra su voluntad, al interior de la mina, forzando los acontecimientos de su sueño y acercándola irremediablemente al momento de su muerte. Entonces forcejeó, intentando soltarse de los amarres que sujetaban sus patas entre sí.

—Hmmmm… Hmmmm… —la prestidigitadora intentó quejarse, pero el trapo que cubría su boca impedía el habla.

—Si me prometes no gritar, te quitaré la mordaza —señaló Legs Bent, acercándose a Flashing lentamente. Esta afirmó lentamente con la cabeza. Entonces el minero deslizó hacia abajo el paño, liberando la boca de la potrilla.

—Eres un ser horrendo… —susurró Flashing, con una mezcla de rabia y tristeza—. Me has condenado.

—¿Por qué dices eso? —preguntó el minero, extrañado.

—No, por… NADA… —Flashing sonrió malévolamente— POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ…¡¡¡ALAKAZAM!!! —gritó, moviendo ligeramente sus flancos.

Entonces separó sus patas, libres ya de las cuerdas, y empujó a un sorprendido Legs Bent. A continuación se incorporó y empezó a galopar tan rápido como pudo hacia una de las salidas, perseguida por el minero, que se había recuperado de la sorpresa.

* * *


Shiny entró a la mina, aún insegura sobre lo que ocurría. Entonces empezó a trotetear en el sitio, nerviosa. ¿Qué era lo que fallaba?

Hasta que al final se dio cuenta: el contenido del carro que había entrado antes se había movido, durante el traqueteo, de forma demasiado uniforme. Eso solo significaba que debajo de la manta había un objeto enterizo.

Shiny rápidamente hizo unos cálculos mentales y abrió los ojos como platos… el tamaño del objeto era equivalente al de un poni.

—¡Se lleva a Flashing! —gritó la joyero, presa del pánico—. ¡Detenedle!

—¿Qué es lo que ocurre? —Knowledge también estaba nerviosa.

—Ese minero de antes… —intentó explicar Shiny—, Flashing…

“¡Explícate bien, maldita sea! ¡El tiempo apremia!”, fue lo que dijo la imagen de Gentle Colors en la cabeza de Shiny. Como siempre, la unicornio de dos colores tenía razón, así que la joyero tomó aire y continuó hablando.

—El minero de antes llevaba algo en el carro, algo tapado. Pensaba que eran útiles de minería, pero acabo de darme cuenta de que en realidad solo llevaba un objeto. No me había dado cuenta hasta que he ido a casa de Flashing, pues ésta no estaba, y nadie la ha visto salir del pueblo…

—¿Nos estás diciendo que ese minero llevaba a Flashing en el carro? —Knowledge preguntó, sobresaltada.

Shiny asintió.

En ese momento todos los que habían oído la conversación se abalanzaron sobre la salida de la derecha, para interrogar al minero que guardaba esa gruta sobre el otro minero del carro, y pidiendo que le localizasen y le parasen.

* * *


Muffled cogió aire para usar su grito. Cerró los ojos, pues no quería ver lo que ocurriría justo después. En ese momento, de un pasillo cercano, empezó a oírse un grito. Un grito que, a juzgar por las palabras, que se escuchaban claramente, solo podía provenir de una potrilla… “NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ… ¡¡ALAKAZAM!!”.

Muffled sonrió, sabiendo que la salvación podía estar cerca, ya que Flashing parecía no estar sola y, si acudían en su ayuda, podrían reducir a su secuestrador y liberarla. Volvió a coger aire para emitir un grito normal, pero Muzzle Sooty le tapó la boca con su casco.

Entonces los sonidos comenzaron a alejarse. Flashing galopaba hacia la salida y alguien visiblemente enfadado, a juzgar por las expresiones que usaba, la perseguía. Muffled miró, apenada, al suelo, esperando que por lo menos la pequeña unicornio se salvase, ya que ella volvía a estar atrapada.

CONTINUARÁ...


Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. Esta tarde subiré... digo... los Reyes Magos traerán la segunda parte.
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Sr_Atomo
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