MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x18 - Parte 1/?

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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte

Notapor Volgrand » 11 May 2014, 01:12

j*der con Knowledge, cómo se raya...

La broma de Flashing ha sido buenísima.
Volgrand: Junta de Iberbronies, vocal
¿A que soy mono?
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte 3

Notapor Sr_Atomo » 11 May 2014, 21:26

Se acaba el domingo, y con ello el fin de semana, pero no os deprimáis, porque aún queda tiempo para disfrutar...

Empecemos pues...

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Mucho de:

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Y una pizca de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la tercera parte (de seis) del capítulo 1x15:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Visita (in)esperada

Parte 3


Shiny Eyes y Wise Words acudieron rápidamente a casa de la pequeña prestidigitadora, pues el desgarrador grito que habían escuchado, hacía apenas un instante, parecía provenir de ese sitio, hecho que era ratificado por la gran afluencia de ponis que se habían reunido delante de la puerta. Mientras unos preguntaban qué había sido ese horrible sonido, otros indagaban sobre posibles y crueles asesinatos, siendo, en casi todas las versiones, Flashing la víctima, aunque alguno, alzando la voz, declaró que la potrilla había sido, sin duda, la ejecutora del macabro crimen.

Wise se adelantó, dispuesto a llamar a la puerta, desdeñando con un gesto mohíno todas las tétricas teorías que pululaban por el lugar. Pero antes de que su casco golpease la madera, ésta se abrió, saliendo del interior una Flashing nerviosa, que reculó, mientras miraba constantemente hacia dentro, hasta chocar levemente con el semental.

—Por favor, salvadme de ella... —musitó, mirando a la agrupación de ponis presente.

—¿Qué es lo que ha ocurrido? —preguntó Wise, intentando mantener un tono de voz tranquilizador—. ¿De quién te tenemos que proteger?

—De... De Knowledge... —respondió aterrada la pequeña unicornio.

Ante esa contestación, los presentes se lamentaron y, poco a poco, abandonaron el lugar, decepcionados. Al fin y al cabo, lo que había acontecido en el interior de esa casa no había sido un asesinato, ni siquiera un crimen, sino únicamente una estúpida pelea entre dos amigas. Después de unos segundos, los únicos que permanecieron junto a Flashing fueron Wise y Shiny, quienes no podían creer el comportamiento morboso que habían tenido los demás.

—Tranquila —comentó la dorada pegaso, acercándose a su amiga—, seguro que podemos resolver...

—¿¡Qué es lo que ocurre aquí!? —una voz femenina tronó a su espalda, cortando súbitamente la frase de la joyero.

Tanto Shiny como el semental empezaron a girarse, pero pararon cuando notaron un cambio de actitud en Flashing, que era la única que podía ver a la interlocutora. Ésta estaba pasando, con una velocidad vertiginosa, de una expresión amedrentada a una realmente alegre, hasta que, mientras señalaba a la figura que acababa de hablar, se tiró al suelo y arrancó en una sonora carcajada. Extrañados, Wise y Shiny voltearon su cabeza y se fijaron quién era la yegua que había obrado tal cambio en la prestidigitadora. Al hacerlo, la misma sensación que había tenido Flashing les contagió, aunque al menos ellos dos tuvieron la decencia de mirar hacia otro lado mientras se mordían los labios para no estallar de risa.

El motivo de sus burlas no era otra que Gentle Colors, o más bien su crin, que se prolongaba hasta casi llegar al suelo, tal como era antes de su viaje a Canterlot; aunque en esta ocasión, en vez de una cabellera hermosamente tratada y completamente natural, ésta estaba plagada de extensiones burdamente colocadas, como si fuesen una burla hacia el buen gusto.

—¡Oh, ya veo que mis “retoques” de última hora son motivo de chanzas y burlas! —exclamó la unicornio de dos colores, visiblemente contrariada.

—¡¡Maldita sea!! —se oyó otra voz, esta vez desde el interior de la casa—. ¡¡Encima ahora esa mocosa se está riendo de mí!!

Lo que salió por la puerta dejó anonadados a los presentes, pues Shadow, que intentaba por todos los medios tratar de contener a Knowledge, se veía claramente superada por la inusitada fuerza de ésta, y era arrastrada sin poderlo evitar. La historiadora, al salir, miró a todos, buscando a Flashing, pero cuando vio a la yegua del cuerno roto, se quedó petrificada. Eso dio un pequeño respiro a la herrero, quien aprovechó el momento para voltearse y mirar a su vez. Entonces se dejó caer al suelo. Tanto una como la otra empezaron a reír, acompañando a las carcajadas de la prestidigitadora, hasta emitir, entre las tres, un coro de enloquecidas risotadas, ante la evidente incomodidad de Gentle, que no cesó de bufar, desaprobando la actitud de las yeguas.

—¡Ay... ! —la pequeña unicornio intentó parar por un momento—. ¡Lo... Lo siento, “Knowli”! ¡Pe... Pero entiende que has allanado mi casa...!

—¡No... No te preocupes! —la historiadora no podía dejar de reír, lo que dificultaba la correcta vocalización de las palabras—. ¡Si al final me está bien empleado por hacer las cosas a hurtadillas!

Shadow respiró entonces unas grandes bocanadas de aire y, al terminar, sonrió.

—¡Al fin habéis vuelto a hacer las paces! —declaró—. Como las buenas amigas que sois, no deberíais pelear por una ballesta...

—¡¡Su nombre es “Allons-Y” Alonso!! —gritó Flashing, en un tono completamente serio.

—¡¡Se llama “Betty”!! —chilló Knowledge, dirigiéndose de la misma manera a la herrero.

Shadow resopló y volteó los ojos. No podía creer que la pelea estuviese lejos de acabarse.

* * *


—¡Vamos! ¡Aún podemos alcanzarle! —Shining Armor jaleaba a los cuatro blancos pegasos, quienes habían conseguido tal velocidad que, poco a poco, recortaban la distancia con la mancha amarillenta y morada comenzaba a vislumbrarse por delante de ellos.

—Por favor... ¿No podemos ir un poco más despacio? —preguntó Polished Emmerald, quien tenía un evidente gesto de indisposición, producto sin duda del mareo. De hecho, se acercó a la barandilla de un lateral y empezó a vomitar.

El Capitán de la guardia, viendo lo ocurrido, mandó frenar poco a poco a los tiradores, mientras se maldecía a sí mismo por haber faltado al cuidado de la anciana.

—Lo siento —dijo, disculpándose—. Pensé que, como usted era una pegaso, estaría acostumbrada a la velocidad.

—Eso, jovencito, es porque nunca he tenido la necesidad de volar con rapidez... —respondió la yegua cuando se repuso—. El hecho de tener estas alas no significa que deba surcar los cielos al límite. Lo importante no es lo que una es al nacer, sino lo que consigue ser al ir creciendo.

>>He conocido ponis que trascendían sus limitaciones corporales, para lograr hacer maravillas que harían enrojecer de envidia a otros ponis cuya raza, por defecto, sería capaz de realizarlo con algo de esfuerzo. Yo, por ejemplo, por mi experto manejo de la joyería, podría decirse que tengo más de poni terrestre que de pegaso, y es algo por lo que estoy orgullosa.

>>Deberías saber, jovenzuelo, que desde mi ventana en Palacio, he visto cómo Ponyville pasaba de ser una simple granja, a convertirse en el maravilloso pueblo que es ahora, y eso lo han hecho ponis de tierra, pegasos y unicornios por igual. Es la unión entre razas lo que origina no la suma de esfuerzos, sino la multiplicación.

>>Además, la biblioteca-árbol que hay en ese pueblo, para tu información, no fue un diseño de un unicornio, sino de un poni de tierra. Una idea que fue aceptada por la Princesa Celestia, y por el participaron muchos artesanos de las tres razas, tanto de Canterlot como de los pueblos más importantes de Equestria. Incluso yo misma engarcé algunas joyas en bruto en las raíces, de tal forma que, cuando fuesen imbuidas con magia por los maestros unicornios que trabajaron después, éstas recogiesen nutrientes rápidamente y proveyesen al árbol con un mínimo esfuerzo. Todo fue una gran obra que representaba lo que la Naturaleza había dado a los ponis, tanto en forma de comida como de conocimientos, y ese árbol tan especial era nuestra forma de agradecérselo.

>>Por lo tanto, no deberías dar por sentado lo que soy o no capaz de hacer, atribuyéndome mis capacidades únicamente por la forma de mi cuerpo.

Shining Armor estaba realmente sorprendido. No solo había juzgado mal a la pobre anciana, sino que ésta le había dado una gran lección sobre la intrínseca idiosincrasia de los ponis, y de cómo éstos, independientemente de su raza, habían sido capaz de romper las limitaciones y demostrar un potencial realmente inusitado. Y lo que era más importante, su hermana Twilight vivía en un lugar aún más único de lo que cualquiera podría pensar, algo de lo que seguramente ella ignoraba por completo.

* * *


—En teoría —comentó Gentle Colors—, el hecho de que Knowledge haya allanado tu casa, queda invalidada completamente al haber dejado expresamente la ventana abierta.

Flashing iba a responder esa ofensa, pero al mirar a la unicornio de dos colores, y su esperpéntico peinado, no pudo evitar volver a reírse de nuevo.

El gesto mohíno de la yegua del cuerno roto se hacía cada vez más y más patente, hasta el punto de que, tanto de sus ollares como de las orejas, empezaron a salir un humo negruzco.

—¡Basta! —exclamó—. ¡Tus estupideces están empezando a ser molestos!

—¡Ooooohhhh! —respondió burlonamente la prestidigitadora—. ¿Y qué vas a hacerme? ¿Eh?

—Por tu bien, no sigas por ahí... —comentó Gentle, mirando fijamente a la potrilla.

Shadow, quien se había repuesto y estaba completamente seria, se interpuso entre las dos, algo que calmó a la unicornio de dos colores y disgustó levemente a Flashing.

—Gentle —dijo la herrero—, ¿se puede saber por qué estás ataviada de esa forma? La abuela de Shiny no va a venir...

—Eso es lo que tú crees —respondió la yegua del cuerno roto—. Eso es lo que todos creéis. Pero sé que vendrá hoy...

—¿Y por qué lo sabes? —intervino Flashing—. ¿Eh? ¿Eh?

Gentle entrecerró ligeramente los ojos, molesta, tanto consigo misma como con los demás. Simplemente no podía revelar que la anciana vendría por disposición de Celestia o, lo que era lo mismo, para molestarle a ella. Se había metido ella misma en una encerrona, y debía idear rápidamente una forma de salir de ese atolladero. Decidió, finalmente, decir una verdad a medias.

—Muy fácil —contestó—, porque lo envía la Princesa Celestia, y precisamente hoy no me viene muy bien tener una visita de esta índole —entonces, girándose para dar la espalda al resto, continuó hablando—. No sé qué tiene la Gobernante de Equestria contra mí, pero es algo realmente latoso... Debe ser que no ha superado el no poder convertirme de nuevo a la normalidad, y mi mera existencia es una prueba latente de que no es todopoderosa, por lo que lo paga conmigo.

—¡Oye, oye! —Shiny, visiblemente enfadada, se encaró con ella—. ¡Ni la Princesa Celestia es malvada, ni tiene nada contra ti! ¡Y mucho menos mi abuela es una molestia!

—El hecho de que sea tu abuela u otro poni, es algo irrelevante en este asunto —respondió Gentle, sin girarse—. Me refiero en concreto a que...

Entonces la unicornio de dos colores dejó de hablar y se apartó hacia un lado. Los demás, que estaban observándola, elevaron la mirada y vieron a una Feather Fast acercándose a toda velocidad.

>>He aquí la prueba que refuta la llegada de tu abuela, Shiny —dijo Gentle, al tiempo que el resto del grupo se apartaba también del camino de la pegaso-cartero.

Ésta siguió aproximándose sin variar su velocidad hasta que, cuando apenas faltaron escasos metros para llegar a la altura de la cuadrilla, estiró sus cuatro patas y, primero con una serie de pequeños botes parabólicos, y después con una fijación e inmersión de sus cascos sobre la tierra, frenó completamente, quedando a poca distancia de la unicornio de dos colores.

—¡¡Shiny Eyes!! —exclamó la amarillenta pegaso, mientras se quitaba de los ojos las gafas de aviador, que estaban completamente empañadas, y se las ponía sobre la frente—. ¡¡Correo urgente!! —entonces, con rapidez, cogió con la boca el pergamino del zurrón y se lo tendió a la joyero.

Shiny, extrañada, cogió el papiro y, abriéndola con cuidado, empezó a leer. Según lo hacía, su cara se volvía más y más alegre, soltando suspiros de felicidad cuando terminaba un párrafo. Al acabar la carta, todos estaban expectantes, mirándola fijamente.

—¿Y bien? —inquirió Gentle, sabiendo de antemano la respuesta.

—Gentle Colors... —comenzó a decir la dorada yegua, eufórica—. ¡¡¡Eres realmente fantástica!!! ¡¡¡Has acertado de lleno!!!

—¿Acaso lo dudabas? —dijo la unicornio de dos colores, en un gesto de orgullo.

—¡Nunca! —respondió Shiny, completamente decidida—. ¡Nunca he dudado de ti! ¡Ni por un instante!

—¡¡JÁ!! —resonó en la distancia. Cuando todos miraron hacia el origen de la escueta risotada, vieron a Spoon Giddy, quien había salido del restaurante y estaba observándolas, mientras mantenía un paño de cocina sobre el hombro.

Sin embargo, la mirada asesina que Shiny Eyes le dedicó al cocinero fue de tal intensidad que éste, inconscientemente, cambió su semblante y reculó hasta apoyarse en la puerta para empujarla, aunque, a raíz del cambio de orientación por la nueva normativa, tuvo que separarse ligeramente y, sin perder la mirada sobre la de la joyero, tiró de la puerta con su pata trasera, abriéndola y entrando de espaldas al restaurante. Después, a través de la débil protección que otorgaba el cristal, siguió mirando a la dorada pegaso, aunque esta vez con una expresión de súplica por vivir.

—De hecho —Gentle cortó de raíz lo acontecido—, creo que ahí viene tu abuela.

Todos los presentes miraron hacia donde señalaba la unicornio de dos colores: sobre el terroso camino de llegada, volando con rapidez hacia Northwest Mines Town, había un hermoso carruaje, tirado por lo que parecían ser cuatro blancos soldados-pegaso. Por detrás de ellos, sobre la calesa, apenas se distinguía un unicornio también blanco, aunque de porte mucho más distinguido, pues estaba ataviado con lo que parecía ser una casaca rojiza, y una anciana pegaso de color verde esmeralda, quien parecía mirar con ilusión por todos lados.

—¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! —exclamó Shiny, con los ojos como platos—. ¡¡No me he preparado!! ¡¡Debo tener unas crines de bruja!! —con evidentemente nerviosismo, se palpó los mechones con el casco, intentando peinarse.

—Ya es tarde para lamentarse —comentó Shadow, mirando hacia los demás—. Además, todas estamos en la misma situación, excepto Wise, que su crin semi-despeinado es su estado normal, y Gentle, que parece ser que su pálpito ha sido correcto y estaba preparada para la visita.

Los dos aludidos se miraron entre sí a la vez, como si estuviesen completamente compenetrados y, mientras el semental mostraba una gran sonrisa, y la yegua estaba completamente seria, comenzaron a hablar simultáneamente:

—¿Estás pensando lo mismo que yo? —preguntó Wise.

—Es posible —respondió Gentle.

—Quizás sea la mejor opción —añadió el amarronado poni de tierra.

—ES la mejor opción —matizó la unicornio de dos colores.

—Pero Shiny… —comentó el semental.

—Ella deberá sacrificarse por el bien común —dijo la yegua.

—Entonces debería empezar a gestionarlo… —finalizó Wise.

—Lo dejo en tus cascos… —terminó Gentle.

Entonces, ante la estupefacción del resto, el poni de tierra se giró y caminó hacia la tienda de Magic Sales. La unicornio de dos colores, sin embargo, se volteó hacia las demás y, sonriendo ligeramente, se sentó en el suelo, esperando la llegada del carro.

—¿Qué…? ¿Qué ha sido eso? —preguntó Knowledge, quien, como el resto de yeguas, estaba atónita.

—Fácil… —contestó la yegua del cuerno roto—: vamos a daros tiempo a que os preparéis para la visita, convocando una reunión urgente del Consejo y haciendo que la abuela de Shiny acuda a ella, como invitada especial. Por supuesto, Shiny debe permanecer a su lado hasta que comience la reunión, bien enseñándole el pueblo, bien en una reunión íntima en su casa.

—¿Y por qué no la acompañas tú? —inquirió Flashing—. Así Shiny podría prepararse mientras tanto…

Gentle volvió a bufar, contrariada.

—Parece que hablo contra la pared —comentó—. ¿Qué parte de “preparar una reunión del Consejo” no has comprendido?

—¿Entonces ella…? —se preguntó para sí misma la pequeña prestidigitadora.

—Por eso mismo le dije a Wise que debía sacrificarse… —respondió la unicornio de dos colores, mirando alternativamente a la potrilla y a la dorada pegaso.

Ésta última tenía cara de pocos amigos, observando inquisitivamente a Gentle, con un gesto que, si bien era ya mohíno, poco a poco se acentuaba hacia un inminente enfado de grandes proporciones.

—¡¡¡MI… ABUELA… NO… ES… UN… SACRIFICIO!!! —gritó entre dientes.

—Como veas… —objetó la yegua del cuerno roto—, pero modera tu lenguaje, porque ella está a punto de entrar al pueblo.

Como si hubiese recibido un shock, Shiny se relajó y, mirando directamente hacia la entrada del pueblo, sonrió de forma completamente exagerada.

—Por cierto… —la dorada pegaso comentó, sin girarse y sin perder en ningún momento la extravagante mueca—. Os pido una cosa: comportaos como yeguas responsables. Flashing, nada de enseñar trucos de magia. Knowledge, nada de exhibir armas. Shadow, nada de mostrar cosas de la herrería. Feather, nada de alardear de tus proezas de cartero. Y Gentle, nada de realizar… lo que quiera que hagas normalmente.

>>¡Este va a ser un gran día, y no voy a dejar que nada ni nadie lo estropee!

* * *


—¡Capitán, nos estamos aproximando a nuestro destino! —exclamó el pegaso guía.

Shining Armor miró hacia el frente y observó el pueblo que había frente a él. Dicho lugar no solo distaba mucho de ser una hermosa población, como Canterlot o Ponyville, sino que más bien se asemejaba a un asentamiento de un lugar remoto, en el que los ponis debían luchar contra los elementos y contra los seres que pululaban por los alrededores; o como si fuese un campamento de guerra, colocado sobre el terreno de forma temporal. Ese lugar era, a todas luces, un lugar desolador, emplazado en una superficie aún más desoladora. Era la cruz y la contraposición de cualquier otro pueblo que hubiese en Equestria. De hecho, le parecía imposible que tal lugar pudiese existir en el mismo país que sitios como Manehattan, donde la ebullición del progreso llamaba a las puertas de cada uno de sus habitantes, o Fillydelphia, cuna de las artes que embellecían y agradaban a todos aquellos con un mínimo de viveza en sus corazones. Pero, desgraciadamente, la sola visión de aquel yermo lugar arrancaba de cuajo toda esperanza de alcanzar el sueño primario de cualquier poni.

Sin embargo, incluso desde allí se escuchaba la evidente efervescencia de sus habitantes, a quienes también se les podía ver moverse de un lado para otro. Unos entraban o salían de sus casas, y otros charlaban en mitad de la calle, taponando el paso a otros ponis, quienes ni siquiera se sentían molestos por ello. Incluso algunos entraban o salían por una gran abertura excavada en la montaña que había al fondo, al que parecía ser el centro natural de su propia mirada, a juzgar por la disposición de las escuetas y deprimidas casas de colores oscuros, que tomaban la forma, teniendo en cuenta la formación de la propia calle, de un embudo, cuyo extremo mayor era la entrada al pueblo y el extremo más fino era la propia cueva.

Shining Armor volteó su cabeza para observar a la anciana pegaso quien, por primera vez, volteaba su cabeza hacia todos lados, buscando sin duda algo. Entonces, de repente, ésta paró, fijando su mirada en un punto en concreto, exactamente donde estaban reunidas un grupo de jóvenes yeguas. Mientras su sonrisa se acentuaba, la yegua de color esmeralda alzó una pata y, cogiendo aire, gritó con alegría:

—¡¡SHINYYYYYYYYYYYY!!

—No hace falta que grite… —exclamó Shining Armor, mientras intentaba despejar torpemente su oído con el casco—, estoy aquí.

Polished le miró extrañada y, sin apartar la mirada de él, comentó:

—Estoy saludando a mi nieta, jovenzuelo.

El semental volteó la cabeza y se fijó en ese extraño grupo de féminas. Una de ellas, concretamente una pegaso de color dorado, devolvía el saludo.

—Lo siento —declaró finalmente el unicornio—, es que, como mi nombre es Shining Armor, pensaba que…

Pero la anciana no le prestaba atención, sino que estaba ansiosa por bajar del carro y saludar a la joven yegua.

—¡Soldados! —exclamó Shining, tornándose completamente serio—. ¡Desciendan y aterricen!

—¡A sus órdenes, Capitán! —respondió el pegaso-guía.

Entonces, rápidamente, pero con movimientos suaves y precisos, tomaron tierra.

* * *


Gentle Colors sonrió para sus adentros. El carro que se acercaba era lujoso y especial, construido sin duda con intención de generar envidias, y sus ribetes dorados, sus ornamentaciones del mismo color y el piso, ataviado completamente de una moqueta azulada, a juego con el respaldo, eran propios del más recio abolengo. Dicho carruaje tenía, por delante, una especie de pedestal de conferencias de color blanco, coronado con el mismo dibujo que la monarca poseía en sus flancos (a lo que a buen seguro la Princesa Celestia aprovechaba para inducir aún más respeto hacia sus súbditos, utilizando un adminículo que, situado en mitad del frontal, amplificaba antaño su voz, para que, al usar la “Voz Real de Canterlot” pudiese aterrar aún más a los habitantes de Equestria). Más atrás, en el asiento de color añil (que tenía a su alrededor una serie de estrellas doradas), y por encima de éste, justo donde terminaba un esmerado detalle del símbolo que los equestrianos habían construido para conmemorar la salida del sol en el solsticio de verano, sobresalía de los límites del carro una alegoría del poder universal de la alicornio regente, compuesto por una gran estrella, acompañada a su vez por otras dos más pequeñas, situadas a sus costados. “Incluso a día de hoy te yergues orgullosamente sobre tu hermana y tus siervos”, pensó Gentle, atribuyendo la alegoría de la estrella más grande como representación de Celestia, y las dos más pequeñas, con evidente menor importancia, a las simbologías de Luna y las tres razas de ponis, “Sigues siendo un monstruo”. Por encima de las tres estrellas, y sobre un pequeño mástil, un gallardete, del mismo azul que el del piso y el respaldo, ondeaba con suma arrogancia.

Sin embargo, lo que más molestó a la unicornio de dos colores fueron las ruedas, pues, si bien las delanteras poseían radios normales, las traseras presentaban una simbología que, una vez más, demostraban la supremacía de poder y dominación que la Monarca de Equestria tenía sobre su hermana, pues la Cutie Mark de esta última, una luna en cuarto menguante, estaba completamente encerrada entre los límites interiores de un dorado sol. “Definitivamente, tu perdón sobre tu hermana Luna es tan falso como tus palabras hacia Equestria”, reflexionó la unicornio de dos colores.

Incluso, y para recalcar la magnificencia con la que sin duda Celestia quería atosigar a Gentle, el carro estaba tirado por cuatro grandes pegasos blancos, quienes estaban ataviados con una armadura dorada de excelente calidad y unos cascos coronados por una cresta de tipo sagital, del que salían, por arrib, las propias crines de los sacrificados soldados. Por último, comandando el carro, y situado en el piso, junto a la abuela de Shiny Eyes, un joven unicornio miraba con estupefacción hacia el pueblo.

Gentle recordaba perfectamente haber visto antes ese rostro, no hace mucho tiempo atrás. Entonces su sonrisa se acentuó ligeramente: ese semental era el Capitán de la Guardia Real, hermano de la actual aprendiz de Celestia, Twilight Sparkle, y pretendiente de la Princesa Cadance (aunque esto último aún era un secreto a voces entre los círculos más influyentes de Canterlot).

“Perfecto”, elucubró, “Has mostrado tu poder, Celestia, y has ejecutado tu primera baza. Ahora es mi turno de demostrarte que yo también sé jugar”.

* * *


Apenas las ruedas del carro rozaron el suelo, Polished Emerald saltó al suelo, haciendo gala de una inusitada energía y, de tres pequeños saltos, se situó junto a la dorada pegaso, con quien se fundió en un cálido y hermoso abrazo.

—¡¡Querida nietita!! —exclamó la anciana, con lágrimas en los ojos.

—¡¡Abuelita!! —respondió Shiny, también llorosa.

—¡Me alegra tanto estar aquí...! —añadió la vetusta pegaso.

—¡Me alegra tanto que estés aquí...! —contestó la dorada joyera.

Flashing se acercó a Knowledge y, mientras mantenía su perenne sonrisa, susurró:

—Me encanta esta conversación táaaaaan profunda...

—Shhh, calla —chitó la historiadora, aunque no pudo evitar acentuar aún más su sonrisa.

—Callaos las dos —intervino Gentle, ligeramente molesta—. Este es un evento mucho más importante de lo que creéis.

—¡Oh, vamos! —dijo la prestidigitadora—. ¡No seas tan picajosa!

—Ven, te voy a presentar a mis amigas —comentó Shiny, dirigiéndose a su abuela, a quien había terminado ya de abrazar—. Chicas, esta es mi abuela, Polished Emerald.

>>Abuela, ella es Shadow Hammer —continuó relatando, señalando a la poni de tierra—, la herrero del pueblo, que provee de material a los mineros para la extracción de las grandes gemas que hay en el interior de la mina.

—Bienvenida, señora —exclamó la aludida.

—El placer es mío —respondió Polished, mirando con ligero asombro los músculos marcados de la oscura yegua, algo que también hizo Shining, intuyendo de alguna forma que, si alguna hubiese algún problema en Equestria, le encantaría tener la fuerza de esa poni a su lado.

—Esta otra es Fast Feather —señaló a la amarillenta yegua—, una pegaso-cartero. Pero no una cualquiera, sino una tan fantástica que ha sido elegida para participar en las Olimpiadas de Carteros.

—Ya me has contado eso en... la penúltima carta, si mal no recuerdo —habló la anciana de color esmeralda, mirando a su nieta. A continuación, se dirigió hacia Feather—. ¿Has sido tú la que nos has sobrepasado hace un rato, jovencita? Pasaste tan cerca que casi nos matas... —expresó, con tono jovial, quitando hierro al asunto.

Shiny, al escuchar esas palabras, miró hacia su alada amiga con un gesto de sorpresa y de irritación.

—Lo... lo siento —murmuró la amarillenta yegua, mirando alternativamente a Shiny y a Polished—. He tenido un problema con la goma de estancamiento de las gafas, y éstas se han empañado cuando volaba a gran velocidad. Solo podía ver lo que tenía directamente por debajo, así que, como tenía un envío muy urgente para entregar, he preferido, por seguridad, volar a gran altura para minimizar el riesgo... Nunca pensé que, precisamente por hacerlo, estuviese a punto de provocar un accidente... Lo siento muchísimo, de veras.

—¡Maldita sea! —se oyó decir al pegaso-guía del carro, que no intentó por un momento ocultar su voz—. ¡No era más que una cartero!

—¡Perdona! —exclamó Feather, encarándose al blanquecino militar—. ¿Tienes algo en contra de los carteros?

Shining Armor sonrió, aliviado: sabía que, para ese soldado, la posibilidad de poder entrar en batalla era una gloria honorable, pero para él, que debía proteger a la anciana, era un alivio saber que había sido una pegaso-cartero la que había volado tan rápidamente.

—Tranquila, Feather, tranquila —aconsejó Gentle, manteniendo su posición.

—Haz caso a los buenos consejos, jovencita —añadió Polished—. El mal temperamento es la lacra de nuestra tierra...

Con una sonrisa, Shiny señaló a la historiadora y a la prestidigitadora.

—Ellas son Knowledge, nuestra experta en historia, y Flashing, maestra en las artes de la magia —manifestó.

—Luego le enseñaré mi colección... —empezó a decir Knowledge.

—Después le mostraré unos trucos... —comenzó a hablar Flashing.

Pero, tal como comenzaron las dos, callaron. Por detrás de la anciana, Shiny les hacía señales para que no terminasen sus respectivas frases. “Todo debe salir perfecto”, les hizo saber.

—Y, por último —exclamó la dorada pegaso, con un tono de voz más alto de lo normal—, la única, la especial, la increíble... ¡Gentle Colors!

—Esto... —la aludida, observando directamente a Shiny, torció ligeramente el gesto, sin saber si esas palabras significaban que la estaba definiendo como maravillosa o como un mono de feria—, encantada —comentó, mirando a la octogenaria pegaso esmeralda—. Estoy REALMENTE encantada de que usted, una gran e ilustre invitada, nos honre con su presencia.

La expresión conciliadora de Shiny Eyes contrastaba ligeramente con la de su abuela, pero difería completamente con el gesto que tenían tanto Shining Armor como los cuatro soldados, quienes no habían siquiera imaginado que pudiera existir una poni tan extravagante y extraña como la que tenían delante, con unos colores que parecían enfrentarse en una batalla igualada por controlar el cuerpo, un cuerno que ya no tenía mucho de sí mismo y, sobre todo, unos ojos rojos como el fuego, capaz de helar la sangre al más valiente. Todas esas rarezas convivían por igual en una misma yegua, convirtiéndola una criatura realmente inquietante.

—¡Ah, usted es Gentle Colors! —dijo Polished—. No sabe cuántas ganas tenía de conocerla... Y créame, a pesar de haber leído las cartas que mi querida nieta me enviaba, es usted, si me permite decirlo, aún más increíble de lo que jamás habría imaginado.

“Sí, tanto la abuela como la nieta, se referían a mono de feria”, pensó la yegua de dos colores.

—Bien, bien, bien... —comenzó a exponer Shiny, pero la anciana le cortó.

—Querida nieta, quiero presentarte a mi acompañante —señaló al blanco unicornio, que intentaba mirar hacia cualquier otro lado que no fuese el cuerpo de Gentle—. Este jovenzuelo tan apuesto se llama Shining... nosequé.

—Shining Armor —apuntó el Capitán—. Mi nombre es Shining Armor.

—¡¡Jajajá!! —Flashing no pudo evitar soltar una carcajada—. ¡Shiny, se llama casi igual que tú...! —exclamó, ante el evidente gesto de recelo tanto de la joyero como del unicornio—. ¿¡Os puedo llamar “Shiny Uno” y “Shiny Dos”!? ¡No, mejor “Shiny yegua” y “Shiny semental!

Tanto Knowledge como Shadow cogieron aire para hablar y reprender a la potrilla, pero se les adelantaron Gentle y Polished, quienes la riñeron a la vez:

—¡Eso ha sido una falta de respeto, jovencita! —dijo la pegaso de color esmeralda.

—¡Flashing, eso ha sido una gran desconsideración! —espetó la unicornio de dos colores.

Bajando la mirada, la prestidigitadora se dispuso a disculparse, pero una voz a su espalda volvió a cortarla.

—¡Bienvenidos a Northwest Mines Town! —expresó Wise, acercándose al grupo—. Si me permiten, quisiera proponerles, como muestra de hospitalidad, una sesión de relax para los fuertes y valerosos pegasos, así como un refrigerio para el señor unicornio.

—¿Relax? ¿Refrigerio? —Shining estaba extrañado. ¿Quién era ese poni? ¿Y por qué estaba seguro de que le había visto antes?

—Sí, una sesión de relax, expresamente ideada para los cansados pegasos —señaló hacia Cirrus Merlon, la pequeña ciudad de nubes que estaba suspendida sobre el pueblo—. Estoy seguro de que será perfecto para aliviar los tensos músculos de sus alas.

>>En cuanto a usted, señor Capitán, hay un restaurante en el que estaremos perfectamente. Así podrá descansar del viaje, mientras hablamos de cualquier tema para sementales que se nos ocurra...

Los ojos de Shining Armor se entrecerraron ligeramente. ¿Por qué ese poni que le resultaba tan conocido se tomaba esas libertades?

—¿Temas? —acertó a preguntar el blanco unicornio.

—Sí, de cualquiera medianamente interesante... De los Wonderbolts, de Canterlot, de deportes, de política, de Mi Amore Cadenza...

Los ojos de Shining Armor se entrecerraron completamente. ¿Quién era ese poni y cómo podía ser que supiese lo de Cadance?

* * *


—Señoras y señores —exclamó Magic Sales, mientras pulsaba unos botones en la máquina registradora—. Es hora de cerrar por esta mañana. Tengo una reunión del Consejo...

La unicornio de color morado acababa de mirar el reloj expuesto en la pared y, aunque le hubiese gustado aguantar un poco más, el cierre era inevitable. Le dolía dejar en la estacada a todas aquellas clientes que estaban comprando ingredientes de última hora para la comida o utensilios esenciales para el hogar, pero el deber era el deber. Aún recordaba cómo, apenas hacía unos minutos, Wise había entrado avasallando el lugar y, saltándose la cola (e ignorando las quejas de los clientes), le dijo “En veinte minutos, reunión del Consejo. Avisa a los demás”, marchándose a continuación con la misma rapidez con la que había llegado.

—¡Joooo! —comentó una pegaso de color blanco y crines azules, que estaba mirando una de las estanterías de artículos de droguería—. ¡Es que no me puedo decidir entre qué dos escobas comprarme...!

—Pues escoge la más barata... —respondió la tendero, torneando los ojos—. O vuelve luego... Pero en serio, debo asistir a la reunión....

Cerrando los ojos, la pegaso dio dos vueltas sobre sí misma y cogió una de las dos escobas al azar y, sin mirarlo, la llevó hasta el mostrador.

—¡Ésta, quiero ésta! —expresó, mientras alzaba el objeto para que Magic la validase.

—Veo que al final has decidido llevarte... —la unicornio miró el palo, extrañada—... un recogedor de mango largo...

La blanca yegua miró entonces hacia el objeto y observó, para su decepción, que, en la parte donde debía estar el cepillo de la escoba, había una pala.

—¡Por Celestia! —dijo, soltando el artilugio—. Mejor vengo esta tarde, ¿de acuerdo?

La respuesta de Magic fue volver a toquetear los botones de la caja registradora, mientras sonreía. A continuación, cuando la cliente abandonó la tienda, miró rápidamente a través de los estantes, para asegurarse de que no quedaba nadie y, saliendo del lugar, bajó mágicamente la puerta metálica y las aseguró con unos candados.

* * *


—Abuelita —comentó Shiny—, creo que lo mejor es que, mientras mis amigas se preparan, te enseñe un poco el pueblo, ¿de acuerdo?

—Ay, nietita —exclamó la anciana—, me mimas demasiado...

Wise aprovechó el momento para hacer una señal hacia la ciudad de nubes, del que descendieron dos yeguas pegaso, una rojiza y la otra azulada.

—Por favor —dijo—, llevad a estos cuatro valientes soldados a una sesión especial de nuestro nuevo Spa flotante.

Las dos yeguas, con cara de picardía, se acercaron a los cuatro sementales, que se habían despojado de las correas del carro y, mientras los guardias elucubraban mediante miradas entre sí sobre lo que significaba “sesión especial”, los seis pegasos alzaron el vuelo, perdiéndose por entre las nubes que componían Cirrus Merlon.

Cuando las demás se quisieron dar cuenta, tanto Wise como Shining Armor se dirigían al restaurante. El primero tenía una sonrisa de oreja a oreja, y el segundo, que iba algo más atrás, un gesto escrutador.

—Bueno, creo que es hora de prepararnos, ¿verdad? —comentó Shadow quien, con una sonrisa, espoleó a las demás a que hicieran lo mismo.

—Esta tarde, como a las cinco, haré una sesión de té en mi casa —explicó Shiny—. No faltéis...

—Yo voy a terminar de arreglar lo de la reunión del Consejo... —declaró Gentle—, ¡porque veo que aquí nadie ha movido una pata para hacerlo! —exclamó en alto, asegurándose de que Wise se diese por enterado.

En cuestión de unos pocos segundos, Shiny y su abuela fueron las únicas que se quedaron en el lugar. La primera se acercó a la anciana e, instándole a que la siguiera, dijo:

—Voy a enseñarte el pueblo...

* * *


—¿Quién va a avisar a Muffled? —preguntó una de las hermanas Number, en concreto Reale.

—“Está dentro de la mina” —añadió Look Talker, a través de rápidos movimientos oculares.

—Yo no pienso ir allí —declaró Disarming Smile, mirándole con desagrado—. Y menos después de me hiciste la última vez...

—Podríamos intentar nuestra táctica —dijo Imaginary—, aunque tardaríamos mucho tiempo.

Magic Sales volteó los ojos, pensando en por qué nunca obtenía ayuda. Entonces se acercó a un minero que acababa de salir de la gruta y le abordó. Después de hablar con él durante un momento, el obrero se giró y volvió a dirigirse hacia la montaña.

—Pues ya está —dijo—, van a buscarla. Yo voy a ir abriendo la casa de reunión. Y que alguien avise a Spoon Giddy, que es el único que no sabe de la asamblea.

* * *


—¡Lo de siempre para mí! —exclamó Wise, mientras entraba en el restaurante—. ¡Y, para mi amigo, lo que quiera! ¡Cárgalo en mi cuenta!

El cocinero giró su cabeza hacia los recién llegados.

—Primero deberías empezar a pagarme algo —contestó—. No vivo del aire, ¿sabes? Lo que hiciste esta mañana podría ser un buen comienzo, en vez de algo esporádico. A ver si lo repites.

El aludido ignoró el comentario, y señaló una mesa situada al fondo, donde se aseguró de que no serían molestados, aunque no habían nadie más en el restaurante. El Capitán de la Guardia Real, mientras tomaba asiento, seguía escrutando a Wise, incapaz de decidirse si era un amigo o enemigo.

—Antes que nada —dijo el amarronado poni de tierra—, reitero la bienvenida a Northwest Mines Town.

—¿Quién eres? —preguntó Shining, que se había cansado ya de andar con rodeos.

—¿Acaso no te has dado cuenta aún? —inquirió a su vez el espía, dando un aire de misterio a sus palabras.

—Es Wise Words —comentó Spoon, trayendo, sobre una bandeja en equilibrio sobre su pata, una cerveza de Germaneigh y un licor suave de miel, que situó en mitad de la mesa—, también conocido como “Número Uno”.

Al oír esas palabras, los ojos de Shining se iluminaron de rabia. “Número Uno”, pensó, “Al fin te conozco... sabandija”.

—¡Muchas gracias! —exclamó Wise, mirando directamente al camarero—. ¡Acabas de estropear todo el clímax que llevaba preparando desde hace un buen rato...!

—Si pagases tus deudas —respondió Spoon—, estas cosas no ocurrirían...

Shining Armor respiró hondamente, intentando calmar su airado ímpetu, algo que logró hacer hasta que el camarero se situó de nuevo por detrás de la barra. Entonces, inclinándose hacia delante, y cogiendo el licor de miel, espetó:

—Me preguntaba por qué conocías la existencia de Cadance, pero el camarero ha despejado mis dudas.

—No pasa nada —respondió Wise—. De todas formas, tu relación con Mi Amore Cadenza es una comidilla que fluye sin control por ciertos círculos de Palacio. Por lo tanto, por mi “trabajo”, no me es ajeno.

El semental unicornio volvió a recostarse en el asiento y bebió un largo sorbo de la bebida.

—¿Sabes una cosa? —preguntó—. Me… “molestó” —acompañó esa palabra con un gesto que enfatizaba el entrecomillado— el que ordenases la retirada en la estación de tren de Canterlot. Para un Capitán de la Guardia Real, retirarse es lo mismo que declarar una derrota.

—Lo que hice —contestó Wise, sonriendo— fue salvaros la vida. A ti y a tus soldados —entonces volvió a tornar su gesto serio—. Lo que iba en ese tren os habría despedazado con facilidad.

Los ojos de Shining Armor se entrecerraron.

—Mis soldados no son potrillos —comentó—, sino parte de la fuerza de élite de defensa de Canterlot. Cada uno de ellos está entrenado para enfrentarse y derrotar a enemigos muy poderosos.

—Y habrían sido despedazados fácilmente por lo que viajaba en ese tren —reiteró el semental de tierra.

El blanco unicornio resopló, contrariado. Ese estúpido que tenía delante no solo dudaba de su ejército, sino que además parecía regodearse de ello.

—No te creo —espetó—. Una criatura tan poderosa como describes, viajando por Equestria, sería avistada por los destacamentos fronterizos desde mucho antes incluso de entrar a este país.

—Es que no entró en Equestria, sino que siempre ha estado aquí —respondió Wise.

—Además —siguió hablando Shining—, ¿por qué razón nos atacaría a nosotros y no lo hizo con los viajeros del tren?

—Porque ellos no suponían una amenaza —contestó el amarronado poni—. Vosotros sí.

El unicornio bufó de nuevo.

—Tranquilícese, señor Shining Armor —dijo Spoon, que se había acercado a la mesa de nuevo, para retirar los vasos, que estaban vacíos. Shining se sorprendió ligeramente… ¿Cuándo se había terminado su bebida?—, cuando él se emborracha, se convierte en alguien aún más insoportable —comentó con sorna.

—¡Yo no estoy borracho! —exclamó Wise, enfadado. Sabía que, si Celestia se enteraba que bebía alcohol en horas de servicio, podría castigarle severamente, aunque la ingesta fuese insuficiente como para mermar sus facultades—. ¡Métete tus falsos comentarios por el cul…!

En ese momento se abrió la puerta, haciendo que los tres mirasen hacia allí. Imaginary Numbers, con gesto temeroso, se encontraba en el umbral.

—Ha… —empezó a decir. Entonces cerró los ojos, tragó saliva y arrancó en una parrafada— Hay una reunión del Consejo, al que debéis asistir sin falta, pues los temas que se van a tratar son de suma importancia y deberíamos estar todos para poder aportar nuestros respectivos puntos de vista, pues estos son de vital importancia para el bien común, porque de lo que se decida en dicha reunión, dependerá el bienestar o no de Northwest Mines Town, y para que todos los habitantes estén representados, debemos asistir todos y debatir concienzudamente sobre cada punto del día, que son esenciales…

—Lo hemos entendido, Imaginary —respondió Wise, cortándola—, pero yo no puedo asistir, pues debo acompañar a este apuesto semental, para evitar que sea acosado por las jóvenes yeguas en celo que hay en este pueblo.

Tanto Shining como Imaginary miraron al amarronado poni de tierra con una mirada inquisitoria.

—Lo siento —cortó Spoon—, pero, como podrás ver —dijo, señalando a los dos ponis que estaban sentados en la mesa—, yo tampoco podré asistir.

Bajando la mirada, producto de la decepción, Imaginary se dio la vuelta y salió por la puerta.

—Os parecerá bonito —exclamó el cocinero—, ahora la pobre se sentirá culpable porque no vamos.

—Tienes razón —Wise bajó la mirada—. Es una gran pena... ¡Pero las penas se van con el alcohol! —gritó, elevando de nuevo la cabeza y mostrando una gran sonrisa—. ¡¡Otra ronda!!

* * *


—Y esto de aquí es la tienda —expresó Shiny con una gran sonrisa, mientras mostraba un edificio, exactamente igual que los que tenía al lado pero, a diferencia del resto de casas del pueblo, ésta tenía un gran portón metálico que estaba bajado, imposibilitando la entrada.

—Ya veo... —dijo una aburrida Polished Emerald—. Es una pena que esté cerrado, me apetecía comprar algún producto típico del lugar...

—Es que la dueña de este establecimiento es una de los miembros del Consejo de Northwest Mines Town —respondió la dorada pegaso—, y está preparando, junto con los demás integrantes, una reunión urgente, por ti.

—Comprendo… —comentó la anciana—: para que tenga lugar una aburrida reunión, deben cerrarse todos los sitios donde una pobre vieja como yo podría divertirse —entonces señaló hacia el fondo del pueblo, donde estaba la montaña—. ¿Y qué me dices de eso? —preguntó.

Shiny miró hacia el lugar al que reseñaba su abuela.

—¿El sistema de proyección? —inquirió—. ¡Muy buena idea! —exclamó, sonriendo—. Es una auténtica maravilla de aparato, y creo que no hay nada parecido en ningún otro lado de Equestria… Lo malo es que el mando a distancia está en el edificio donde el Consejo celebra las reuniones, y están preparándolo todo, por lo que habría que molestarles para…

—No, no… —cortó Polished—. Digo más abajo, a la entrada de la mina. Me has contado tanto sobre ella, que quisiera ver cómo trabajas allí…

Shiny rememoró entonces, mediante una sucesión rápida de evocaciones, todo lo malo que había acontecido en el interior de la mina. Primero con respecto a ella, como su miedo inicial de no poder recomponer su primera gran gema; el derrumbamiento en el que quedó atrapada junto a Gentle y, sobre todo, el aterrador secuestro del que había sido víctima. Después a su mente llegaron imágenes de desgracias ajenas, como el sufrimiento de Muffled cuando fue obligada a gritarle a la gema negra, pendiendo su vida de un hilo demasiado fino; o del rapto exprés de Flashing y la posterior tentativa real de su muerte. Por lo tanto, no quería, bajo ningún concepto, que su abuela se enterase de esos hechos, pues no deseaba que se preocupara. De hecho, no le había enviado una carta sobre esta última experiencia y, de las otras dos anteriores, había sido muy escueta al relatar lo acontecido. Sin embargo, había algo que sabía que sí le gustaría a su querida abuela...

—Ven —dijo—, quiero mostrarte algo…

Con un paso renqueante por parte de la anciana, y un avanzar mediante saltitos por parte de la joven, las dos yeguas se dirigieron a la entrada de la mina. Una vez allí, Shiny se acercó a Muffled Yell, que salía en ese momento, junto a un minero.

—Hola, Muffled —exclamó la dorada pegaso—, permíteme un momento —entonces se acercó al minero que la acompañaba. La rojiza yegua miró hacia ella, extrañada, pero la dejó hacer—. Me gustaría, por favor, que llamaras a los “pequeñines” —solicitó al semental.

Este no tuvo ningún problema en acceder a la petición, por lo que volvió a adentrarse al interior de la gruta, perdiéndose tras un recoveco.

—Muffled —volvió a decir Shiny, una vez estuvieron solas las tres—, quisiera presentarte a mi abuela —señaló a la susodicha—. Ella es Polished, la joyera oficial de la Princesa Celestia, y quien me enseñó la técnica de restauración de joyas…

La jefa de mineros miró entonces hacia la anciana, con un evidente gesto de admiración.

—Es un auténtico placer conocerla —declaró, con una gran sonrisa.

—Y ella —expresó la dorada pegaso, señalando esta vez hacia la rojiza poni de tierra— es Muffled, la jefa de mineros.

—El placer es todo mío —contestó Polished, sonriendo también.

—Lo siento mucho —contó la yegua de mediana edad—, pero debo ayudar a preparar una reunión urgente del Consejo… aunque ya me supongo cuál es el motivo de la convocatoria, por lo que… Hasta luego, señora. Ha sido breve, pero encantador.

—Hasta luego —respondió la anciana, justo a tiempo para ver a la jefa de mineros avanzar hasta una casa en la medianía del pueblo.

Poco tuvieron que esperar Shiny y Polished, pues, de repente, empezaron a oír un múltiple deslizamiento. Para alegría de la dorada pegaso, y para sorpresa de la anciana de color esmeralda, unos grandes gusanos, algunos del tamaño de un semental adulto, aparecieron girando la esquina.

—Querida abuelita —exclamó Shiny—, estos son unos seres asombrosos...

—Ya veo... —contestó su abuela, con una expresión entre admiración y miedo.

—No son peligrosos, no te preocupes... —aconsejó la joven yegua—. Pero espera un momento...

Shiny se acercó a la pequeña comitiva. Reconoció a su líder, el Príncipe Rorgoon y, en voz baja, le susurró:

—Bienvenido, Su Alteza.

—Es un honor estar con una de las habitantes de la superficie —respondió el gran gusano, con el mismo tono de voz—, en concreto, con nuestra gran Paladina...

—Quisiera pedirle un favor —dijo, inclinándose en señal de respeto.

—Debería ser yo... —empezó a comentar Rorgoon—. Tendríamos que ser nosotros quienes nos inclinásemos ante ti.

—Por favor, ella es mi abuela... —explicó la joyero—. No le digáis nada de que estuve secuestrada ni nada parecido. Os lo suplico...

—Es una pretensión que, con gusto, acataremos —contestó el monarca.

Con una señal de asentimiento y agradecimiento, Shiny volvió con su abuela, seguida de cerca por la comitiva de gusanos.

—Abuela —exclamó—, él es el Príncipe Rorgoon, hermano menor del Rey Sargon, cuyo reino se halla en el interior de esta montaña, un reino formado por miembros de su raza, los gusanos de las profundidades… y también es un gran amigo.

Polished abrió ligeramente los ojos, sorprendida. Le parecía imposible que en un lugar tan remoto como era ese pueblo pudiera existir un reino, y más aún que éste estuviese formado por unos seres tan extraños como esos. Entonces volvió a recomponer su gesto habitual y sonrió: antiguamente pensaba que su nieta podía sentirse algo desdichada porque, a diferencia de ella misma, la joven pegaso no conocía a ningún miembro de la nobleza del país, y menos aún a la mismísima Princesa Celestia, pues, a pesar de que ella era la joyero real, su nieta nunca había podido siquiera acercarse a la monarca de Equestria. Pero ahora todo había cambiado. Sus temores a este respecto se habían disuelto completamente, pues su querida nieta conocía a un auténtico príncipe, aunque este fuese un gusano (literalmente) y su reino fuese un minúsculo pedazo de tierra en el interior de un gran país.

—Estoy realmente encantada de conocerle —comentó la anciana—. Y dígame, ¿cómo conoció usted a mi nieta?

Rorgoon y Shiny se miraron, alarmados. Ninguno de los dos se esperaba esa pregunta. Con un evidente gesto de nerviosismo, la dorada pegaso se adelantó y expresó:

—Le conocí hace poco, cuando me adentré a lo más hondo de la mina para buscar grandes gemas. Y nos encontramos. Él estaba comiendo una piedra al lado de una gema gigantesca, y yo me acerqué a esa gema, porque era la joya más grande que había visto en mi vida, y estaba extasiada, y estaba maravillada, y estaba completamente absorta en la gran gema. Y por poco le piso, porque estaba distraída. Y me llamó la atención. Y me extrañé mucho, porque nunca había visto un gran gusano, y menos aún uno que fuese capaz de hablar mi idioma. Y mi sorpresa fue aún más grande cuando otros gusanos aparecieron y le rodearon para protegerle. Entonces él me dijo que era el Príncipe de su pueblo, y yo le dije quién era yo. Y nos hicimos amigos… Porque la amistad es maravillosa, es algo increíble, es algo especial… Podría decirse que incluso es algo mágico, ¿verdad? —dijo de forma atropellada. Entonces sonrió de oreja a oreja, con un gesto completamente infantil.

Rorgoon respondió con una señal de asentimiento, al igual que había hecho después de cada frase de Shiny, como intentando acentuar la historia. Polished entrecerró los ojos y miró, alternativamente, a los dos.

—Vaaaleee… —comentó—. Es una historia realmente impresionante, que además fomenta la amistad. De hecho, es tan fantástica que me extraña no haber recibido una carta al respecto…

Shiny abrió los ojos como platos. El príncipe bajó la cabeza, sabiendo que no había funcionado.

—Abuela… —comenzó a decir la dorada yegua.

—Querida nieta —exclamó la anciana, cortándola—, es momento de que me digáis los dos lo que ocurrió realmente…

CONTINUARÁ...


Ahora bien, he de decir que en esta parte se describe el Carro Real de la Princesa Celestia, aunque vista a través de los ojos de Gentle Colors. Pero está un poco lioso, así que procedo a poner una imagen de dicho carro. Es del capítulo 1x10 (el de los parasprites):

Spoiler:
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Atentos al flanco interno de la Princesa Celestia... ¡Error de animación powa!


Y esto es todo por el momento. Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte 4

Notapor Sr_Atomo » 14 May 2014, 18:35

Pues sin darnos cuenta ya hemos pasado la mitad de la semana (laborable al menos). Ya queda poco para el sábado. Y, para celebrarlo, otra parte del fanfic.

Recordemos entonces...

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Mucho de:

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Y una pizca de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la cuarta parte (de seis) del capítulo 1x15:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Visita (in)esperada

Parte 4


—Esto es muy extraño… —murmuró Magic, dirigiéndose a los demás miembros del Consejo.

—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Muffled cuando llegó al grupo, que estaba delante de la casa de reuniones.

—La puerta está abierta —susurró, mirando esta vez hacia la jefa de mineros.

—Alguien se habrá adelantado —respondió la rojiza yegua de tierra—. Veo que faltan varios miembros del Consejo…

En ese momento se acercó Imaginary, con la cabeza gacha.

—¿No pueden venir? —inquirió su hermana, Reale.

—Es culpa mía —expresó la primera gemela Numbers—. No logré convencerles para que vinieran… Ni a Wise, ni a Spoon… Soy una inútil, una completa inútil.

—Sabes bien que tú no tienes culpa de nada —exclamó Muffled—. Conozco a Wise muy bien, y puedo asegurarte que, si le apetece estar en un sitio, ya puede haber un terremoto que amenace el lugar, porque él no moverá ni un músculo.

—Entonces, si de los que faltan, dos sabemos que no pueden venir… ¿Quién está ahí dentro? —inquirió la tendero.

—Solo puede ser Gentle —comentó la jefa de mineros, después de echar un rápido vistazo a quiénes estaban en el grupo.

—Pero todos aquí sabemos que ella siempre es la última en llegar a las reuniones del Consejo —explicó Magic—. Bueno, todos los que llevamos mucho tiempo siendo miembro —tomó aire de nuevo y siguió hablando—. Entonces, si de los que faltan, dos sabemos que no pueden venir, y la que queda siempre llega tarde a las reuniones… ¿Quién está ahí dentro?

—Es momento de averiguarlo —contestó la rojiza poni de tierra, adelantándose y asiendo el picaporte.

Con gran fuerza, intentando sorprender a quien había allanado el lugar, Muffled abrió de sopetón la puerta. Dentro, sentada de forma inusual en su silla, Gentle las miraba con gesto serio.

—Al fin os habéis decidido a pasar —exclamó—, me estaba aburriendo de tanto murmullo incoherente.

Todo el grupo cruzó el umbral, sorprendido. No solo por el extraño aspecto que tenía la yegua, con esas extensiones infantiles que tenía por toda su crin, y no solo porque, por primera vez, la unicornio de dos colores había acudido antes que nadie, sino porque todo el interior del edificio estaba completamente impoluto.

—Gentle —dijo Magic—, ¿has limpiado?

—Por supuesto —afirmó la yegua de dos colores—. Tardabais tanto que me dispuse a adecentar esto yo sola.

—Pero si la limpieza la tenemos que hacerla conjuntamente, porque no damos abasto —expresó Muffled—. Mientras uno barre, otra tiene que fregar, y otro más limpiar el polvo… ¿Me estás diciendo que has hecho tú todo esto en un tiempo récord?

—Creo que lo he dicho antes… —contestó la poni del cuerno roto—. Me aburría.

—Pero es literalmente imposible que pudieses ir tan rápido sin usar tu magia —intervino Disarming, añadiendo un oscuro énfasis a sus palabras, sabiéndose protegido de la ira de Gentle gracias a la presencia de los demás—, porque no están tus amigas por aquí, ¿verdad?

Tanto Muffled, como Magic, así como Look, Reale e Imaginary, dieron un pequeño golpe al semental, cada uno desde un lado distinto, haciendo que éste pegase un gran respingo. Debían evitar, por cualquier medio, que Disarming revelara excesiva información sobre lo que los demás miembros del Consejo sabían del pasado y características de la unicornio de dos colores. Solo esperaban que, a pesar de que la suma de cada toque había sido mucho mayor de lo deseado, Gentle se hubiese vuelto directamente catatónica y no se hubiese dado cuenta de nada.

—El aburrimiento hace maravillas, os lo aseguro —fue la respuesta de la yegua del cuerno roto—. Ahora bien, supongo que los dos que faltan no van a venir, ¿verdad? Pues que alguien avise a nuestra invitada. La reunión está a punto de comenzar.

* * *


Polished miró alternativamente a su nieta Shiny y al Príncipe Rorgoon. Acababa de escuchar lo que realmente había ocurrido hacía apenas unas semanas en el interior de la mina. Deseó, con todas sus fuerzas, no haber sabido la verdad. Pero no debía dejar que el temor se reflejase en su rostro, por lo que, esbozando una ligera sonrisa, comentó:

—¿Ves cómo la más cruda de las verdades es más satisfactoria que la más liviana de las mentiras? Afortunadamente tienes buenas amigas, que no dudaron ni un instante en adentrarse en la montaña para rescatarte, incluso cuando sabían que seguramente se perderían.

—Yo… —comenzó a decir Shiny.

—En cuanto a ti —la anciana miró esta vez directamente al Príncipe gusano—, te agradezco enormemente que liberaras a mi querida nieta. Has demostrado que la bondad reside en los corazones, independientemente del aspecto de la coraza que lo recubre.

>>Lamentablemente, no puedo decir lo mismo de tu hermano. Un gran odio hiede su alma, y es el miedo hacia lo desconocido. Pero también temió otra cosa… perderte. Pensó erróneamente que, si eliminaba aquello que te alejaba de él, recapacitarías y volverías a su lado. Lo reprochable de su actitud fue que, en vez de intentar convencerte mediante palabras y hechos bondadosos que inclinasen la balanza a su favor, intentase destruir a seres inocentes para conseguir, con crueldad, sus pretensiones.

>>Sin embargo, su intención global, al ordenar la destrucción de mi nieta y sus amigas, era protegerte. Y eso es encomiable.

>>Así que dime, Príncipe… ¿Ha cambiado tu hermano, el Rey, de actitud? ¿Ha permitido que vuelvas junto a él?

—Sí, lo ha hecho —respondió Rorgoon—. Fue reticente al principio, pero le mostramos lo que los habitantes de la superficie había hecho con nosotros, y también lo que podían hacer por nuestro pueblo. Y, poco a poco, está cambiando. De hecho, los seguidores de la Segunda Vertiente están abandonando sus ideales, para aceptar los nuestros.

—Me alegra mucho oír eso —respondió Shiny. Polished asintió, satisfecha.

—Ejem, ejem… —la inconfundible voz de Magic se oyó a sus espaldas—. Si no es inconveniente, la reunión extraordinaria del Consejo va a comenzar. Agradecería a nuestra invitada que nos honrase con su presencia.

—Creo que me llaman —contestó la anciana—. ¿Vendrás, Príncipe?

—Lo siento —declaró el aludido—. Tengo deberes reales que atender. Solo el hecho de venir aquí ha supuesto un esfuerzo, aunque lo he hecho con gusto, para hablar con grandes amigos; pero debo atender mis obligaciones.

—¿Y tú, querida nieta? —volvió a preguntar la pegaso de color esmeralda, mirando esta vez a Shiny.

—Ten… Tengo que prepararme… —dijo la aludida—. Pero estaré cuando salgas, te lo prometo.

—No te preocupes —expresó Polished—. Entonces te veré luego.

Y, junto a Magic, que le enseñaba el camino, la anciana pegaso se encaminó hacia la casa del Consejo.

* * *


—¡Entonces este lugar es muy peligroso! —comentó Shining Armor, alzando su cuerpo para levantarse—. ¡Debería estar junto a la anciana para protegerla!

—Al contrario —exclamó Wise, tendiendo su pata para frenar al blanco unicornio—. Estamos en uno de los sitios más seguros de toda Equestria.

—¡Pero esa criatura que has mencionado está ahí fuera! —explicó el Capitán—. ¡En cualquier momento puede atacar a Polished, y más teniendo en cuenta de que, por mi presencia y por la de los tiradores del carro, puede sentirse amenazada!

—Créeme, no solo no se siente amenazada —añadió el poni de tierra—, sino que lo que va a hacer es proteger a la abuela de Shiny y, por extensión, a ti y a los cuatro pegasos que descansan ahí arriba —señaló a Cirrus Merlon.

—Permíteme que lo dude —dijo Shining—. O mejor dicho, que lo especifique. Este lugar parece pacífico, sin que haya visos de que nada peligroso pueda ocurrir. Si lo que dices es cierto, el único elemento peligroso de los alrededores es, sin duda, esa criatura. Si ella no existiese...

—Si ella no existiese —cortó Wise—, estaríamos expuestos a peligros reales. Es gracias a su presencia que estamos a salvo. No sé si te has fijado, pero por detrás de esas montañas está Gildedale —señaló una cordillera algo lejana que se veía a través del cristal—. Debo suponer que has estudiado mínimamente la historia militar, por lo que seguramente sabrás que ese país está formado por guerreros. Para sus habitantes les supondría un juego de potrillos atacar este pueblo, a pesar de que su armamento y sus tácticas son extremadamente básicos, para saquearla en un ataque relámpago. Ni siquiera la creación de Cirrus Merlon —volvió a señalar la acumulación de nubes—, que no es más que una atalaya de vigilancia, les hubiese frenado. En ese caso, la Princesa Celestia no podría hacer mucho, porque entrar en su país para recuperar lo nuestro supondría un ataque directo hacia un país vecino, algo que usarían muchos otros países como escusa para lanzar una ofensiva global.

>>Pero esto que he comentado es algo que ni siquiera el gildedaliano más valiente osaría hacer, precisamente porque ese ser está aquí… Una criatura que no dudaría ni un instante en perseguirle hasta su hogar y arrasarlo completamente. Además, ni el Rey de Gildedale, ni los monarcas de los diferentes países podrían actuar como represalia pues, de hacerlo, revelarían a los demás el tener conocimiento del secreto de Northwest Mines Town, algo que solo sabrían si hubiesen infiltrado en Equestria una red de espionaje, convirtiéndose en sospechosos de hacer lo mismo en los demás países poderosos.

>>Como ves, no hay lugar más seguro en todo el reino que este pueblo.

—Comprendo... —Shining Armor sonrió. Al fin entendía lo que ocurría en ese lugar. Aunque no fuese de su agrado la existencia de una criatura tan peligrosa, extrañamente notaba una sensación de seguridad y tranquilidad. Pero, analizando aún más la situación, descubrió que se sentía atontado, y no era por la explicación, sino por otra cosa. Entonces entrecerró los ojos y miró la copa que tenía delante—. ¡Perdone! —exclamó, dirigiéndose al camarero—. ¿¡Esto tiene mucho alcohol!?

—Bastante —respondió Spoon, estirándose ligeramente y cogiendo la botella de licor de miel que había bajo el mostrador, para escrutarla—. Concretamente, doce grados.

—¡¡Doce grados!! —gritó el Capitán—. ¡¡La Princesa Celestia me va a matar!!

—No te preocupes —respondió Wise—. Este “desliz” no saldrá de aquí... ¿Verdad, Spoon?

—Si fueses tú el afectado, me lo pensaría, pero con él... —empezó a decir el aludido—, mi boca será una tumba.

* * *


Cuando Polished entró a la casa del Consejo, seguida de Magic, Gentle señaló, mientras miraba a la anciana, una silla situada en mitad de la gran sala. La tendero se dispuso entonces a ocupar su asiento, colocada, como las que ya estaban ocupadas por el resto de miembros, detrás de una mesa.

—Bienvenida a Northwest Mines Town, señora… —empezó a decir Reale.

—Gracias. Mi nombre es… —intentó añadir la pegaso de color esmeralda.

—Polished Emerald —matizó Gentle—, joyera oficial del Palacio Real, bajo las órdenes de la Princesa Celestia desde hace más de...

—Gracias, jovenzuela —zanjó la anciana—, pero no era necesario dar tantos datos.

—Bien, empecemos… —añadió Disarming—, tengo muchos asuntos importantes que hacer.

—“¿Y cuándo no?” —respondió irónicamente Look, con movimientos oculares.

—Al menos yo tengo una vida ajetreada, no como otros… —contestó el hotelero.

—¡Por favor, por favor! —intervino de nuevo Gentle—. Nuestra invitada no tiene por qué sufrir nuestras rencillas internas, así que dejemos aparcados esos asuntos propios.

—Tiene razón —comentó Muffled. Entonces hizo una señal a Reale para que retomara el saludo.

Ésta tosió y, con una sonrisa, volvió a recitar:

—Bienvenida a Nortwest Mines Town, señora Polished Emerald. Es un placer para todos nosotros que nos honre usted con esta visita.

—Pipiola —exclamó la vetusta pegaso—, no es necesaria tanta parafernalia. Soy una yegua sencilla, y me resulta un tanto extraño un recibimiento tan oficial.

—¡Oh, vamos! —se quejó Gentle—. ¡Usted es, con diferencia, la visita más importante que ha habido en este pueblo en muchos años! ¡Déjenos que la agasajemos como se merece!

—“¿¡Y mi familia no es importante!?” —manifestó Look mediante rápidas agitaciones oculares, completamente enfadado. De hecho, para matizar el tono de su voz, el semental se había levantado y golpeaba el suelo con sus cascos delanteros.

—Por supuesto que tu familia, al igual que Fancy Pants y Fleur de Lis, son altamente importantes —respondió la unicornio de dos colores, que aún estaba observando a Polished, e ignorando prácticamente al mudo semental—. Pero son de la alta sociedad, por lo que no deberían tomarse en cuenta tanto o más que ella —señaló a la anciana. Entonces giró su cabeza, hasta mirar por primera vez a Look—. Los nobles equestrianos están más ocupados por mantener vigentes sus conceptos triviales que por el bien común, buscando cómo destinar la menor cantidad posible de riquezas para impuestos y obras sociales, mientras mantienen impolutos sus status y, a la vez, se mantienen bajo el beneplácito de la Princesa Celestia, quien seguramente ignora las conspiraciones que ellos practican entre sí, contra ella o hacia lo que denominan “seres inferiores”.

>>Por lo tanto, todos los nobles en Equestria son, en mayor o menor medida, una lacra para el bienestar y la protección de los habitantes de este país. Y casi todos han sido “bendecidos” con unas riquezas y un modo de vida exclusivo solo por derecho de nacimiento, malográndose precisamente por ello.

>>Sin embargo, algunos de esos nobles, y aquí incluyo a los de tu familia, Look, afortunadamente no adolecen de esa existencia fútil y vacía de contenido, sino que dedican una ínfima parte de sus riquezas para estimular la prosperidad del pueblo equestriano. Son, digamos, la oveja negra del rebaño de los nobles. Por último, deberías saber que la única diferencia que marca la existencia de un noble y la de un poni adinerado, es un título. Es decir, un legajo cuyo fin es expresar quién es el señor de un territorio, el cual está contenido en un territorio mucho mayor perteneciente a otro señor mucho más poderoso, que a su vez tiene un título de mayor valía. Pero, por supuesto, los títulos se pueden comprar y vender, poniendo la misma importancia al poseedor, independientemente de si éste es el enésimo miembro de una familia de condes o un mercader recién llegado al país.

>>Pero ella es distinta —volvió a señalar a Polished—. Ella no adolece de esa carga. No tiene esa obsesión por el poder, sino que es una trabajadora, una cortesana y, por lo tanto, no se ve cegada por aparentar un nivel de apariencia y status ficticio, sino que es libre para hablar, para callar y para moverse con libertad, sin importarle el “qué dirán”, ni sentir un constante temor por su vida —“Y, por supuesto, es poseedora de los secretos más íntimos de aquellos a los que sirven”, pensó—. Por eso mismo, yo considero que ella es el huésped más importante que jamás ha pisado Northwest Mines Town.

—Veo que eres muy observadora —comentó la anciana pegaso—. Me gusta que haya ponis que no pierdan el tiempo.

—¿Qué... Qué es lo que acaba de decir? —preguntó Disarming, acercándose a Reale.

Ésta señaló a la vetusta yegua, indicando si el hotelero se refería a ella. Ante la negativa del semental, mediante un gesto de cabeza, la poni de tierra simplemente se encogió de hombros. Probablemente nadie en esa sala había entendido lo que acababa de comentar Gentle.

—“¿Cómo es que sabes lo del Círculo Interno, Gentle?” —inquirió de nuevo Look, con su acostumbrado movimiento de ojos, dirigiéndose hacia la unicornio de dos colores, quien seguía escrutando a Polished.

—Cualquiera que haya leído un poco los temas convenientes en la Biblioteca de Canterlot —respondió la yegua del cuerno roto, sin desviar la vista de la anciana—, sabrá que, a lo largo de la historia, los descendientes de los Fundadores de Equestria han constituido un selecto grupo muy cercano a la Princesa Celestia. Un pequeño conjunto en el que, tomando a la monarca de Equestria como el mismo centro del poder de este país, tiene como deseo rodear lo más estrechamente posible dicha soberanía, para así poder actuar, bajo la influencia directa de Celestia, en todos los ámbitos de la sociedad.

>>Fancy Pants, el actual descendiente directo de la Princesa Platinum, se preocupa, por su condición de unicornio, de atender al nivel más alto de la población, compuesto por altos nobles y eruditos; Golden Wings, heredero del Comandante Hurricane, como pegaso que es, actúa sobre la casta guerrera; y tu madre Pudding Head, sucesora de Pudding Head, al ser una poni de tierra, desempeña su función sobre los trabajadores y el pueblo llano en general.

>>De esa forma, todos los estamentos sociales se ven cubiertos por estos tres ponis, aliviando así el trabajo de la Princesa Celestia quien, de esa forma, se ocupará de cosas verdaderamente importantes para el país, ya que todas las peticiones, ruegos y exigencias destinados a Su Alteza pasarán primero por cada uno de los miembros del Círculo Interno, quienes analizarán minuciosamente cada caso y procederán a resolverlo ellos mismos o a darlo de paso para que la monarca de Equestria juzgue únicamente los casos más importantes o apremiantes.

>>Por lo tanto, los miembros del Círculo Interno son, quizás, los únicos nobles que merecen la pena conservar. Aunque también es verdad que sus ocupaciones para con Equestria es algo reciente, pues antiguamente eran tan frívolos y desdeñosos como el resto de la aristocracia.

—¿Qué ha vuelto a decir? —susurró Disarming a Reale.

—No sé —musitó ésta—. Pero fíjate bien: Look Talker ha hecho una pregunta usando su forma de hablar y Gentle, sin mirarle, ha respondido correctamente. ¿Cómo puede haber hecho eso?

—¿Tú también te has dado cuenta? —inquirió Muffled, en voz baja.

—Creo que aquí todos nos hemos dado cuenta —cuchicheó Magic—. Es algo que da repelús, ¿verdad?

—¡Por favor! —intervino Gentle—. ¡Basta de murmullos! ¡Estáis molestando a nuestra invitada!

—No… —respondió Polished—, no te preocupes. Aunque quisiera saber si va a durar mucho tiempo esta reunión, pues creo ver a mi nieta ahí fuera.

Todos, excepto la unicornio de dos colores, giraron la cabeza para mirar por la ventana. Efectivamente, tanto Shiny Eyes como sus amigas estaban en la calle hablando entre sí, aunque de vez en cuando miraban hacia la casa del Consejo.

—De acuerdo —expresó Gentle—. Se levanta la sesión extraordinaria. Señora Polished Emerald, sea usted bienvenida a Northwest Mines Town, al igual que el Capitán de la Guardia Real, el Señor Shining Armor, y los cuatro soldados que descansan ahora mismo en Cirrus Merlon. Esperamos que pase una agradable estancia en este lugar

* * *


La puerta de la casa del Consejo se abrió parsimoniosamente, saliendo de su interior los miembros que estaban en su interior, y también una anciana pegaso de color esmeralda. Con un paso suave pero a la vez animoso, Shiny Eyes se adelantó y se situó delante de ella, abrazándola.

—¡Al fin has salido, abuelita! —exclamó la dorada yegua.

—Pero si solo he estado un rato… —expresó Polished.

—Llevo aquí… Llevamos aquí esperando más de media hora... —explicó Shiny.

—¿Pero cómo…? —empezó a preguntarse la anciana.

—Ahí dentro —intervino Muffled, señalando la casa que acababan de abandonar— el tiempo es relativo. Transcurre de forma diferente al del resto del pueblo, de tal forma que un minuto allí es como una hora fuera —entonces sonrió—. Tranquila, es broma, pero la verdad es que todos los que hemos entrado en ese edificio hemos tenido la sensación de que así es. Y algo parecido ocurre con la mina. Es como si el tiempo transcurriese de distintas formas según en qué zona se halle uno.

—Este pueblo es harto curioso —comentó la vetusta yegua—. Muy, muy curioso.

—Abuela —dijo Shiny—, ¿te vienes a comer? Vamos a ir todas… —al decir esas palabras, el resto de amigas de la dorada pegaso pegaron un respingo, preparándose instintivamente para acompañarles.

—Ay, querida nieta… —respondió Polished—. Deseaba pasar un tiempo a solas contigo, pues hace tanto que no nos vemos… Pero ya no importa, es igual… Quizás esta fuese la última vez que estuviésemos juntas, ya que mi cuerpo está achacoso y no aguantará mucho más… Pero ya no importa, es igual… —las lágrimas empezaron a aflorar en los ojos de la anciana.

Shiny, preocupada por su ascendiente, miró a las demás con un gesto tristón. Éstas, que habían comprendido la situación, asintieron.

—Abuelita —contestó la dorada pegaso, sonriendo ligeramente—, ¿qué te parece si tú y yo, a solas, vamos a comer al restaurante?

Súbitamente, el rostro de Polished cambió y mostró una gran expresión de alegría.

—Muchas gracias, nietecita —comentó—. Eres realmente adorable.

Y, marcando el paso con rapidez, la vetusta pegaso esmeralda comenzó a dirigirse directamente hacia el restaurante.

—Chicas, quedamos esta tarde a las seis, para tomar una merienda de amistad, ¿de acuerdo? —exclamó Shiny. Las demás volvieron a asentir.

Con una sonrisa, la dorada pegaso arrancó en una galopada, para alcanzar a su abuela.

* * *


—¡Sujétale bien la cabeza! —exclamó Wise—. ¡Eso es, tiene que estar más bajo que el resto del cuerpo!

—¿¡Quién se iba a imaginar que en realidad el licor no tenía doce grados, sino cuarenta y dos!? —respondió Spoon, mientras bajaba con cuidado la testa de un inconsciente Shining Armor, hasta situarla a una altura menor—.¡Maldito pegote de pegamento! ¡En buen sitio tuvo que quedarse adherido!

—¡Pues tenemos que arreglar este desaguisado lo antes posible! —dijo el espía—. Si nos pillan, puede que a él Celestia le mate, pero a nosotros nos despellejará vivos...

—Quizá si... —comenzó a decir el cocinero—. ¡Eso es! Hace tiempo, en la academia de cocina y restaurantes, nos enseñaron que las dos mejores formas de quitar una borrachera es, o bien meterle en el cuerpo un mejunje tan fuerte que le haga vomitar, o bien provocarle una impresión tan grande que se le elimine directamente el alcohol del cuerpo.

—¡Estás tardando en preparar algo para reanimarle! —comentó Wise, completamente nervioso.

Spoon fue raudo a la parte trasera del mostrador y empezó a buscar las botellas de destilados de más alta graduación, que fue sacando y poniéndolos sobre el tablero.

—De todas formas —expresó—, para ser un fornido guerrero con experiencia, tiene muy poco aguante... Apenas ha tomado una copa y ya está groggy.

—Eso es porque es un soldado —contestó el espía—. No están acostumbrados a beber alcohol.

—¿Y tú? —preguntó el cocinero—. Tú también lo eres, y bien que aguantas todo lo que te sirvo...

—Eso es porque no soy un guerrero corriente, sino un espía —manifestó el aludido—. Estoy entrenado para infiltrarme en campo enemigo e interactuar como si fuese uno de ellos; y para ello debo entrenar mi capacidad de resistencia.

—Sí, claro... —el camarero le observó con gesto de incredulidad—, entrenar...

—Afortunadamente —dijo Wise, cambiando de tema—, estamos solos, por lo que, si logramos que vuelva en sí antes de que entre alguien, este problema será algo que no saldrá de aquí.

—¡¡Oh, no!! —el cocinero miraba hacia la puerta de cristal—. ¡¡Vienen Shiny y una anciana!!

—¡¡Maldita sea!! —gritó el amarronado semental—. ¡¡Rápido, trae lo que hayas hecho y hagamos que se lo trague!! ¡¡Quizá, con un poco de suerte, podamos hacer que...!! ¡¡Déjalo, no hay tiempo!!

—¡¡Sí que lo hay!! —exclamó Spoon, vertiendo el contenido de varias botellas en una gran copa.

Entonces, con rapidez, Wise se acercó al oído de Shining Armor y susurró:

—Mira, ahí está Cadance... ¡Quién se podría imaginar que iba a quedarse embarazada de quintillizos!

Apenas le dio tiempo al espía de apartarse, pues, como si le hubiesen puesto un muelle en la espalda, el Capitán de la Guardia Real se incorporó. Con los ojos como platos, miró hacia todos lados, mientras sudaba grandes goterones.

Tanto Wise como Spoon resoplaron de alivio.

* * *


Cuando Gentle Colors cerró la puerta de su casa, sonrió. Había logrado engañar totalmente a la abuela de Shiny, dándole a entender que, al centrarse únicamente en lo positivo de sus ocupaciones, trasladando las elucubraciones y acciones ocultas a los nobles equestrianos, ella era completamente ignorante de las verdaderas funciones -y peligrosidad- de los cortesanos de Palacio. De esa manera, le daba a la anciana espacio para actuar de forma confiada, para que, tarde o temprano, ésta cometiese un error. Y, en ese momento, ella aplastaría sin piedad a Polished y, por extensión, la Princesa Celestia.

Pero para ello debía estar a solas con la joyero real, y para ello debía evitar que Knowledge, Flashing, Shadow y Feather estuviesen en la merienda de amistad. Hizo una panorámica del salón de su casa, donde se encontraba, y su mirada recaló en el pequeño televisor que compraron sus amigas por catálogo y que ella cambió por el sistema de proyección. Este estaba situado sobre el mueble que coronaba una de las paredes largas de la habitación.

Cogió de un cajón un destornillador y, desenchufando de la corriente el aparato, le dio la vuelta y separó la tapa trasera. Localizó el transformador interno y paró durante un instante, debido a la indecisión. Se preguntó a sí misma qué debía seccionar por seguridad, si los cables de entrada al convertidor de corriente o los de salida. Entonces se dio cuenta de que el aparato sería tratado por expertos en la materia, quienes tomarían las debidas precauciones, por lo que procedió a separar, con la pequeña herramienta, los cables que salían del transformador. Una vez que estos estuvieron fuera de su sitio, la unicornio de dos colores se dispuso a colocar de nuevo la tapa trasera y ajustó con cuidado los tornillos.

A continuación buscó una caja de más o menos el mismo tamaño que el televisor y metió éste en su interior, poniendo a su alrededor, de forma descuidada, unos trozos de poliespán, cerrando la tapa de cartón justo después. Puso en la parte superior de ésta, con tinta y pluma, la dirección del Palacio Real de Cánterlot como destino, aunque procuró minuciosamente emborronar ligeramente los datos, y así hacer más dificultosa la labor de Feather para determinar el franqueo exacto de ese envío.

La primera parte de su plan ya estaba lista, así que amarró la caja y, situándola sobre su lomo mediante unas correas, salió a la calle, para dirigirse directamente hacia la casa de la pegaso-cartero.

* * *


Shadow, Knowledge, Flashing y Feather aún seguían sentadas en mitad de la calle, decidiendo entre ellas qué hacer para perder el tiempo hasta la hora de la merienda de la amistad, cuando Gentle, que había aparecido de la nada, se situó delante de ellas.

—Feather, necesito que realices un pedido urgente —exclamó—. El televisor que me regalásteis ha dejado de funcionar, por lo que tengo que enviarlo al servicio técnico para que me lo arreglen…

—¿No puede esperar un poco? —comentó Knowledge—. Feather es la que está dando mejores ideas sobre qué hacer esta tarde...

—Estoy enganchada a la serie “Amor de ponis” —respondió la unicornio de dos colores—. Y no quiero perderme ni un solo capítulo. Solo de pensar en lo que pueden tardar en arreglarlo se me pone el pelaje de gallina... ¡Brrrr! —tembló de impaciencia, para reafirmar sus palabras.

—¿Por qué no lo ves mientras tanto en el sistema de proyección? —preguntó Flashing.

—Porque no quiero que todo el mundo se entere de que yo, una yegua joven, está embelesada por una telenovela —contestó Gentle—. Así que, por favor, Feather, te agradecería que tratases con urgencia este envío —señaló a su grupa, donde descansaba una gran caja—. Por cierto, como no sé las tarifas de Correos, creo que lo mejor es acompañarte para dejar el paquete en tu casa y después me dices cuánto te debo, ¿de acuerdo?

La pegaso-cartero asintió, abrumada. Entonces, levantándose, marcó el camino a la unicornio de dos colores hacia su hogar, que también era la recepción de Correos de Equestria.

—¡Genial! —exclamó Flashing—. ¡Y ahora se nos va la única que nos salvaba del hastío más profundo!

—Yo voy a aprovechar para poner en orden la herrería —dijo Shadow, levantándose—. Luego nos vemos, ¿de acuerdo? —y con paso cansino, se dirigió hacia la forja.

—De acuerdo —dijeron a la vez Knowledge y Flashing.

Gentle, quien apenas se había alejado unos pocos metros, se detuvo al escuchar esa conversación y sonrió. Girándose, volvió sobre sus pasos, hasta situarse al lado de la historiadora.

—Knowledge —comentó—. ¿Te acuerdas, hace unos tres años, el revuelo que montaste porque Shadow perdió una daga ceremonial de no sé dónde? Estoy segura de que si la ayudas con la limpieza, tarde o temprano encontraréis esa arma.

—Oye, pues no es mala idea —declaró la blanca poni de tierra—. Total, no tengo nada mejor que hacer…

—Y llévate a Flashing —añadió la unicornio de dos colores—. Seis ojos ven mejor que cuatro…

—¿¡Y por qué no vas tú!? —chilló la potrilla, malhumorada.

Gentle se acercó entonces a la prestidigitadora y le susurró al oído:

—Tal vez, si la ayudas, ella “olvide” lo de la ballesta.

Una gran sonrisa apareció en el rostro de la pequeña unicornio, quien, levantándose rápidamente, se dirigió hacia la herrería, no sin antes coger de la pata a Knowledge y tirar de ella para apremiar a la historiadora, que se quejaba de que ella podía caminar por sí misma.

Gentle volvió a sonreír. La segunda parte de su plan para estar a solas en la merienda de amistad ya estaba lista.

—¿Vienes o qué? —preguntó Feather, quien estaba situada frente a la puerta de su casa.

—¡Voy, voy! —exclamó la unicornio de dos colores. Entonces, con un resoplido, trotó lo más rápido posible hasta el edificio.

* * *


—Es un restaurante bastante bueno —comentó Shiny—. De hecho, hace no mucho, aquí ocurrió algo realmente hermoso... Shadow y su hermano se reconciliaron.

Mientras decía esas palabras, la dorada pegaso empujó la puerta de entrada al local. Súbitamente, un gran revuelo se produjo en el interior del local, en el que, como si fuera un desquiciante sueño de un poni loco, tres estelas parecieron recorrer el lugar en direcciones diferentes, hasta situarse en varios lugares concretos, tomando entonces la forma de tres sementales que correspondían la llegada de las dos con unas exageradas sonrisas.

—Esto... —musitó la joyero—. ¿Qué es lo que ha pasado?

Wise, Shining y Spoon se miraron durante un instante, para después girar su cabeza en dirección a Shiny.

—No ha ocurrido nada —exclamó el Capitán.

—Nada de nada —añadió Wise.

—Pero nada de nada, en serio —agregó el cocinero.

—Es que me ha parecido ver... No sé... Como si estuvieseis galopando erráticamente de un lado para otro, como si ocultaseis algo... —Shiny se llevó un casco a la cabeza.

—No has sido tú sola... —explicó Polished—. Yo también lo he visto. Y, aunque mis ojos están cansado por la edad, estoy acostumbrada a percibir mejor los detalles: ese mozalbete —señaló a Wise— ha ayudado a Shining a colocarse al lado de la mesa, ya que estaba en el suelo, sentado de forma extraña. Y ese otro —apuntó hacia Spoon— ha trotado hasta la barra y ha quitado rápidamente las botellas que había sobre el mostrador.

—Muchas gracias, abuelita —comentó Shiny, mirándola. Entonces se dirigió hacia los tres sementales—. ¿Podríais decirnos por qué habéis hecho eso? —preguntó.

Wise, Spoon y Shining se miraron de nuevo, aunque esta vez estaban sudorosos por el nerviosismo.

—En serio… —exclamó el primero—, no ha ocurrido nada de interés. Solo estábamos hablando y hemos visto que veníais al restaurante, por lo que Spoon ha decidido adecentar un poco la barra, ya que antes le ha enseñado a Shining la colección de botellas que tiene, demostrando que incluso en este pueblo tan apartado, se sirven bebidas muy apreciadas y difíciles de conseguir. Pero, desafortunadamente, al salir tan atropelladamente de la mesa, ha empujado a nuestro invitado y le ha hecho caer. Entonces yo me he levantado de mi asiento y le he ayudado a incorporarse, ya que se le veía un poco mareado, y nos hemos vuelto a sentar. Eso es todo lo que ha pasado.

Tanto Shining como Spoon asintieron, mientras respiraban más aliviados. Había sido algo impresionante cómo Wise había elaborado una excusa tan creíble en apenas unos pocos segundos. Sin duda, “Número Uno” era un espía con muchos recursos.

—Bueno, no sé si creeros, pero estoy demasiado cansada como para discutir —expuso Shiny—. Spoon, vamos a comer, ¿hay alguna mesa disponible? —inquirió, con una sonrisa.

El camarero miró a su alrededor con una ceja elevada, fruto de la incredulidad: exceptuando la mesa donde estaban el espía y el Capitán, el resto del restaurante estaba completamente vacío. Volvió a mirar a la joyero, y entonces sonrió: lo que ésta le quería decir, entre líneas, no era disponer de una mesa cualquiera, sino que deseaba una en concreto. Marcando el camino, condujo a las dos yeguas a un lugar específico, exactamente al mismo rincón que, semanas antes, ocuparon Shadow Hammer y Plush Padding en su reconciliación.

—Muchas gracias, joven —declaró la anciana, cuando se hubo sentado a la mesa.

—No hay por qué darlas —respondió el aludido—. De hecho, debería disculparme por no poder asistir a la reunión del Consejo.

—¡Ah! —exclamó Polished—. ¿Es usted miembro de ese grupo?

—Sí, lo soy —dijo Spoon con un ligero tono de orgullo—. Y él también —comentó, señalando a Wise, quien saludó a modo de respuesta, mientras sonreía de forma estúpida.

—¿Y no hay nadie más? —inquirió la pegaso de color esmeralda.

—No, nadie más... —respondió el camarero.

—Comprendo... —expresó la vetusta yegua—. Es una pena que en este pueblo haya una dejadez tan grande...

—¿A qué se refiere? —preguntó Wise, acercándose.

—¿No es obvio? —contestó irónicamente Polished—. En ese consejo hay ponis de tierra y unicornios, pero no pegasos. ¿Por qué?

El semental carcajeó con fuerza.

—Esa es una larga historia —respondió—. Concretamente, un acontecimiento que se remonta cien años atrás. Una suceso que, gracias en gran parte a su nieta, tiene un final feliz.

—¿No te estarás refiriendo a...? —empezó a decir Shiny.

—¿A qué se refiere? —cuestionó la anciana, mirando a la joven pegaso.

—Sí, a eso mismo —argumentó el amarronado poni de tierra, mientras señalaba hacia arriba con una de sus patas delanteras.

Shiny sonrió y, mirando a su antecesora, exclamó:

—Abuelita, te voy a contar una aventura fantástica.

* * *


—¿Dónde quieres que te deje esto? —preguntó Gentle, una vez estuvo en el interior de la casa de Feather.

—¡Oh, ahí mismo está bien! —respondió la pegaso-cartero.

Mientras la unicornio de dos colores se despojaba del pesado y voluminoso bulto, Feather se acercó a una mesa y abrió un gran libro.

—Bien —comentó esta última—, ¿a qué dirección va destinado el envío?

—Míralo tú —soltó Gentle, señalando la parte superior de la caja—. Yo tengo que seguir haciendo mis tareas...

—¿Acaso yo no? —espetó la amarillenta pegaso, pero, al girarse, observó que la yegua del cuerno roto había salido ya del edificio.

Soltando un bufido de rabia contenida, Fast Feather, llevando consigo el libro, se acercó al gran paquete, y apoyó el tomo sobre la parte superior de éste, al lado de la dirección de destino. Abrió el volumen por el índice y buscó el apartado “Direcciones de Canterlot”.

Cuando estuvo a punto de terminar la verificación de direcciones, dejó de comparar y entrecerró los ojos, extrañada: la numeración de la calle de destino no concordaba con ninguna escrita en el libro de direcciones. Según estaba equiparando los datos, descubrió que, o bien la dirección de destino del paquete señalaba una dirección inexistente, o bien apuntaba directamente al Palacio Real, algo completamente imposible, pues, al menos que ella supiese, allí no existía ningún taller de reparación de electrodomésticos.

Cerró el libro y suspiró. Debía ir a casa de Gentle y explicarle a ésta el problema, por lo que seguramente la unicornio de dos colores tendría que rehacer la envoltura del paquete y escribir correctamente los datos de destino, mientras seguramente le echaría la culpa a ella por no prever una equivocación así, o directamente arremetería contra Correos de Equestria o incluso insultaría a la Princesa Celestia, algo que le encantaba hacer a la yegua del cuerno roto.

En ese momento, un recuerdo surgió en su mente. En él, vio cómo su profesor-examinador le comentaba, mientras le enseñaba en la Oficina de Correos de Canterlot, la siguiente frase: “Al cliente hay que molestarle lo menos posible. Si hay alguna tara en la información que hay expuesto en el envío, primero debemos intentar subsanarlo nosotros” ¡Eso era! Decidió que buscaría por sí misma todas y cada una de las tiendas de Canterlot, y enviaría el paquete al taller de electrodomésticos más cercano al Palacio Real, pues sin duda esa debía ser la dirección correcta.

Mientras sacaba de una estantería un libro aún más voluminoso que el de que había manejado hasta el momento, deseó que esa operación no le llevase demasiado tiempo. No quería, bajo ningún concepto, llegar tarde a la merienda de amistad de Shiny y su abuela.

* * *


Al llegar a su casa, Gentle se dirigió directamente hacia la cómoda de su habitación. Abrió un cajón y sacó de su interior un viejo reloj de pared. Sujetándola con la pata, lo llevó hasta el salón y, cogiendo el mismo destornillador que usó para abrir el televisor, introdujo la punta de la herramienta en un minúsculo agujero y apretó una presilla.

Una vez abierto el acceso a los engranajes internos del reloj, situó éste sobre la mesita de té y observó con sumo cuidado el corazón del pequeño aparato. Sabía que el reloj que tenía Shadow en la pared de la herrería era un modelo idéntico a ese, pues había sido un regalo que ella misma había hecho al padre de su amiga, como celebración precisamente del nacimiento de la oscura yegua.

Sin embargo, el aparato que tenía ella delante, aunque hacía mucho tiempo que había dejado de funcionar, era idóneo para comprender el mecanismo, y así poder avanzar en su objetivo de estar a solas con Shiny y su abuela. Con una ligera sonrisa, repasó de nuevo toda el conjunto de engranajes y correas y, levantando la mirada, se giró hasta enfocar la herrería.

Levantó la pata y empezó a dibujar en el aire un círculo y, en el interior de éste, unos extraños grafos. Según realizaba el hechizo, los símbolos empezaron a tomar forma, rasgando con un siseo el aire. Volvió a mirar el reloj, que aún reposaba sobre la pequeña mesa y, posando la parte inferior del casco sobre el emblema superior, giró su extremidad ligeramente hacia la izquierda.

De esa forma, alteraba el reloj de la herrería para que su funcionamiento fuese exactamente a la mitad de velocidad. Por fortuna, había descubierto el engranaje concreto sobre el que debía actuar, convirtiendo la dificultad del conjuro en algo nimio y, por ende, el efecto secundario sería ridículo... Probablemente, y con suerte, solo sería un arranque de vómitos. Aunque era algo nada agradable, refería eso a un ataque de inconsciencia. No debía llegar tarde a la reunión con Shiny y su abuela.

Mientras esperaba el comienzo de las adversas consecuencias de usar un hechizo marelantiano, empezó a elucubrar sobre la ironía de la magia que acababa de realizar: actuar sobre un pequeño engranaje mecánico requería de un hechizo de nivel bajo, mientras que hacerlo sobre un elemento biológico elevaba la dificultad hasta niveles ridículamente disparatados, de tal forma que resultaba mucho más viable desbancar una gran máquina de guerra, si se sabía dónde actuar; que pulverizar una simple célula. Era, sin duda, una especie de sistema “de control” ideado por los marelantianos, para evitar que hechiceros dementes masacrasen fácilmente a sus semejantes.

Dejó de pensar en ello cuando la primera arcada oprimió su garganta. Con gran esfuerzo, sonrió de forma acentuada, haciendo que sus belfos se contrajeran: llegaría a tiempo a la merienda de amistad.

* * *


—¡Repítelo de nuevo, Flashing! —exclamó eufórica Knowledge.

—¿¡No crees que te estás pasando un poco!? —comentó la pequeña unicornio, en un tono malhumorado.

—Solo quiero oírlo una vez más... —respondió la historiadora, con una sonrisa en su rostro.

—Ya te lo he dicho tres veces... —añadió la potrilla.

—Solo una vez más, por favor... —repitió la blanca poni de tierra.

Flashing suspiró, cogió aire de nuevo y dijo:

—“Knowli”, siento mucho lo que ha ocurrido antes. Te pido perdón de corazón y deseo ayudarte a encontrar el objeto que anhelas desde hace mucho tiempo y que se perdió aquí, en la herrería. Y, de paso, también ayudaré a Shadow en las tareas de limpieza.

—¡Yay! —gritó Knowledge, de forma exultante—. ¿Ves cómo cuando quieres eres una potrilla realmente adorable? Pero, por desgracia, creo que esta vez tampoco lo has dicho de forma convincente, así que empieza desde el principio...

—¿¡Me vais a ayudar o vais a estar hablando todo el rato!? —intervino Shadow, mientras colocaba con cuidado unos picos en un pequeño carrito de perfil bajo—. Además, Knowledge, estás abusando de la pobre Flashing. Al final vas a hacer que se enfade.

—Es que me encanta... —comenzó a decir la historiadora.

—Sí, te encanta ver cómo me arrastro suplicando tu perdón —cortó la prestidigitadora—. Ni que fuese tu peor enemiga...

—Te ensañas con ella —continuó hablando Shadow—, y demuestras que no sabes comportarte cuando ganas.

—¡Oh, cállate! —refunfuñó Knowledge.

—Entonces ayudadme —respondió la herrero—. Necesito que llevéis estas herramientas a esa esquina y ponedlas en el suelo, haciendo la misma figura de colocación que las palas que están a su lado.

Tanto Knowledge como Flashing miraron hacia donde señalaba la oscura poni de tierra y vieron una pequeña montaña de palas colocadas de forma alternada, mirando en cada piso hacia distintos lugares, hasta formar un entramado que imposibilitaba la caída accidental, pero a la vez, esa disposición facilitaba la extracción de las herramientas de la fila superior.

Con un suspiro de refunfuño por parte de la historiadora, y con un suspiro de alivio por parte de la prestidigitadora, las dos yeguas se apresuraron a comenzar el trabajo.

—No te preocupes, Knowledge —comentó Shadow, mientras seguía recogiendo artículos—. Verás cómo al final encontramos tu arma.

* * *


Cuando Shiny terminó la historia, Polished estaba completamente aterrada. Ese relato que acababa de escuchar no era, ni mucho menos, una historia maravillosa, sino algo realmente horrible y tétrico.

—¿Verdad que ha sido alucinante? —preguntó la joven pegaso, con una media sonrisa.

—Sí, lo ha sido, sin duda... —respondió la anciana. Entonces volteó su cabeza hasta mirar a Wise—. Veo que en este pueblo la “moda” es secuestrar a mi querida nieta —exclamó, entrecerrando los ojos.

—No, abuela... —dijo la dorada poni—. Normalmente aquí todo es muy tranquilo...

—Hasta que te secuestran —exclamó Polished, sin dejar de mirar al semental—. Tú —le señaló—, ¿qué tienes que decir a eso?

El aludido retrocedió ligeramente, inquieto. Entonces Spoon se interpuso entre él y la anciana.

—No llevo mucho tiempo aquí —declaró—, pero puedo asegurar que este lugar es, con diferencia, el sitio más tranquilo y amigable que jamás he visitado. De todas formas, su nieta no ha sido la única que ha sufrido un secuestro... Hable con Muffled Yell o con Flashing Hooves, por ejemplo…

—¡Ah! —exclamó la vetusta pegaso—. ¡Entonces ese tipo de acciones es algo común por aquí! ¡Querida Shiny, tenemos que hablar largo y tendido de esto! ¡Probablemente te lleve conmigo a Palacio, donde estarás mucho más segura que aquí!

—¡¡NO!! —chilló Shiny—. ¡¡No voy a abandonar a mis amigas!!

—No es tu decisión, jovencita —respondió Polished—. No estás preparada para vivir en un lugar tan peligroso. Nadie debería estarlo.

—¡No pienso dejar este pueblo! —continuó diciendo la dorada joyero.

—La joven pegaso tiene razón —intervino Shining—. Por lo que he podido ver, este pueblo no parece peligroso.

—¡Qué sabrás tú, mozalbete! —espetó la anciana.

—Llegamos aquí cuatro soldados pegaso, usted y yo —contestó el blanco unicornio—, y nos hemos separado. Los tiradores del Carro Real están ahí arriba —señaló hacia Cirrus Merlon—, descansando del viaje. Yo estoy aquí, beb... —rápidamente se rehízo y rectificó— tomando un refrigerio con la buena gente del lugar. Y usted está hablando tranquilamente con su nieta. Nadie nos ha venido a atacar. Nadie nos ha venido a agredir. Nadie nos ha venido siquiera a molestar. Por lo tanto, o bien se trata de una trampa muy bien planificada o, lo que es más seguro, no va a ocurrir absolutamente nada.

—¡Está bien, está bien! —comentó Polished, calmándose. Entonces, dirigiéndose hacia Shiny, continuó hablando—. Vamos a darle una oportunidad a tus amigas: si ellas me convencen de que éste es un sitio seguro, me tragaré mis palabras y dejaré que te quedes... Pero si no lo hacen, te vendrás conmigo a Canterlot.

Shiny tragó saliva. Sabía que lo que acababa de escuchar era un ultimátum de su abuela encabezonada y, por mucho que se negase, tenía que obedecerla sí o sí. Por lo tanto, la merienda de amistad se había convertido, en un instante, en un auténtico duelo en el que se jugaba su estancia en Northwest Mines Town y, por extensión, en la configuración de la misma existencia del grupo de amistad que se había creado entre ella y las demás del grupo. Solo esperaba que sus amigas comprendiesen la situación y consiguiesen persuadir a su abuela.

* * *


A la hora convenida para la merienda de amistad, Gentle Colors salió de su casa. Debía reconocer que estaba ligeramente inquieta. No tanto por la reunión con la abuela de Shiny, sino por si las demás habían descubierto lo que ella estaba haciendo. ¿O quizás era al revés lo que más le preocupaba?

Moviendo con rapidez su cabeza, despejó toda duda de su mente y, decidida, se dirigió directamente hacia la casa de la dorada pegaso.

CONTINUARÁ...


Y esto es todo por el momento. Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte 5

Notapor Sr_Atomo » 22 May 2014, 21:56

Y, al fin, quinta parte...

Recordemos entonces...

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Y una pizca de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la quinta parte (de seis) del capítulo 1x15:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Visita (in)esperada

Parte 5


—No sé, parece que está muy escondida —exclamó Flashing—. Suponiendo, por supuesto, que aún permanezca en esta dimensión.

—¿A qué te refieres? —preguntó Shadow.

—¿A qué va a ser? —respondió la potrilla—. ¡Al arma de “Knowli” que se perdió aquí!

—¡SSSHHHH! —chitó la historiadora.

—¡Ah! —exclamó la herrero—. ¡Así que por eso habéis venido! Ya me parecía a mí demasiada generosidad por vuestra parte el ayudarme de forma altruista.

—Yo creía que lo sabías —comentó Flashing—. Por eso vine, para ayudar a encontrarla y, de esa forma, demostrar a Knowledge que me estoy disculpando, porque quiero que volvamos a ser amigas...

—¡Pues has metido la pata hasta el fondo! —chilló la aludida.

—Vamos, vamos... —intervino Shadow—. Está claro que ella —señaló a la pequeña prestidigitadora— está actuando de buena fe. Y, aunque tú no lo estás haciendo, por lo menos me estáis echando un casco, cosa que es de agradecer. Por lo tanto, busquemos pues esa arma que se perdió...

Tanto Knowledge como Flashing sonrieron.

>>¿Alguien se acuerda de cómo era físicamente? —preguntó la herrero, después de unos segundos de silencio.

Tanto Knowledge como Flashing dejaron de sonreír.

* * *


Feather seguía escrutando minuciosamente la dirección escrita en el paquete. Para ello, ya no se ayudaba de un libro, ni de dos, sino que tres grandes volúmenes, situados cada uno en una parte diferente de la habitación, estaban siendo escrutados por la amarillenta yegua.

Pero ninguno de ellos le era de utilidad en esos momentos. Esas señas era directamente un galimatías. Sin embargo, había logrado estrechar el círculo de posibles destinos a apenas una veintena de tiendas. Desgraciadamente, todos los negocios de venta y reparación de electrodomésticos estaban directamente fuera de Canterlot, demostrando, una vez más, que la capital del Reino era única y llanamente de recreo para los visitantes.

La pegaso-cartero volvió a despeinarse la crin, esta vez con ambos cascos a la vez, totalmente frustrada. A pesar de haberse jurado a sí misma que resolvería ella este entuerto, tenía que reconocer que, a raíz de la urgencia del envío, debía molestar a la unicornio de dos colores para que le aclarase esa gran duda.

Estaba segura de que quizás en la Central de Ponyville podrían ayudarle, pero tampoco tenía medio de contactar con ellos. “¡Espera!”, pensó de repente, “Y si quizás...”.

Con suma rapidez, abrió un cajón y sacó el avisador, que puso sobre la mesa. También cogió un papel y un pequeño librito. El papel lo colocó al lado del aparato y, sentándose, abrió el pequeño tomo, que resultó ser las instrucciones de la máquina. Buscó, primero a través del índice y después por cada capítulo, una forma de comunicarse con la Central, pero en el minúsculo volumen no había nada medianamente parecido a lo que pretendía lograr.

Con un suspiro, volvió a dejar el libro y el papel en el cajón, dejando el aparato sobre la mesa, para acordarse de llevarlo cuando terminase la tarea. Volvió a mirar el paquete y entonces una idea pasó por su mente: “¿Y si está cifrado?”, elucubró. Sonriendo, abrió el mismo cajón de antes y, rebuscando sin piedad en su interior, cogió un libro de claves.

Costase lo que costase, resolvería ese enigma...

* * *


Shiny salió pesadamente del restaurante. No sabía qué podría hacer para convencer a su abuela de que Northwest Mines Town era un sitio seguro. O, al menos, tan seguro como podía ser Ponyville, Manehattan o la mismísima Canterlot. Pero su antepasada seguía en sus trece. De eso estaba segura la dorada pegaso, pues durante toda la comida la anciana yegua no había articulado palabra alguna. Únicamente había esgrimido miradas fulgurantes de desprecio, sobre todo hacia Wise, Spoon y Shining Armor, aunque a ella también le había dedicado alguna que otra ojeada. Miradas llenas de rencor y de dolor. Miradas llenas de incomprensión e ira. Miradas llenas de angustia y hastío.

—Por lo que veo, ninguna de tus... “amigas” se ha dignado a presentarse —exclamó Polished, de forma despreocupada.

—Es muy pronto, abuela... —respondió Shiny—. De hecho, aún falta más de media hora. Cuando comience la merienda, estarán todas, te lo aseguro.

—Eso espero, querida nieta... —comentó la anciana—. Eso espero...

* * *


—Pues no me acuerdo ahora mismo... —confesó Knowledge, refiriéndose al arma extraviada—. Aunque lo que sí sé es que era una daga ceremonial, en el que los antiguos grifos sacrificaban antaño a su pueblo, en pro de un dios, perteneciente a una religión ya olvidada...

—¡Eso es muy cruel! —espetó Flashing, horrorizada.

—Pero es historia —contestó la blanca poni de tierra—. Además, que no se te olvide que ese puñal pertenece a un pueblo distinto al nuestro. A un pueblo que, desde siempre, ha sido guerrero.

—¡Aún así! —chilló la prestidigitadora—. ¡No deberías tener esos objetos en tu casa, como si los venerases! ¡Da repelús!

—¡Habló la que posee objetos de trucos mágicos con un peligro tal que harían enrojecer de vergüenza al ser más sanguinario del universo! —replicó la historiadora.

—Por favor... —tranquilizó Shadow—. No estamos llegando a nada. Calmaos un poco las dos.

—Tienes razón —abdicó Knowledge.

Flashing, sin embargo, se enfurruñó aún más y, sentándose en el sitio, miró con ojos entrecerrados a las otras dos yeguas.

—Entonces continúa describiendo la daga —comentó la herrero, ignorando a la pequeña unicornio.

—Bueno... —la blanca poni de tierra se quedó pensativa durante un instante. Entonces, sin dejar de mirar al techo con gesto abstraído, fue describiendo las actitudes del puñal—. Lógicamente, si lo usaban los grifos, que poseen garras en vez de cascos, su empuñadura debe tener un relieve para que su agarre se ajuste perfectamente, para que, de esa manera, pudieran imprimir la mayor fuerza posible a la cuchillada sacrificadora.

—Eso está mucho mejor —Shadow sonrió—. ¿Algún dato más que sea de interés?

—Sí... —Knowledge miró directamente a los ojos de la oscura yegua—. Por la idiosincrasia de lo que representaba esa religión, pues era una consecuencia directa del hartazgo de la tiranía sufrida que ejercían los reyes grifos y altos nobles sobre el pueblo llano, los integrantes de la orden, nacidos del estrato más bajo y desfavorecido de la sociedad, definieron a los opresores del Imperio como encarnaciones del mal. Mediante bandos y homilías lograron calar en los corazones de los demás, quienes centraron su odio hacia los nobles, y oficiaron el sacrificio de muchos de ellos. Los creyentes primero actuaron en rituales secretos y más tarde, cuando habían convertido pueblos enteros, desplazando de esos lugares a la religión oficial, procedieron a hacer ritos de forma descubierta.

>>Eso supuso su final, porque la alta sociedad, que no había estado de patas cruzadas, lograron infiltrar espías entre las filas de dicha orden, logrando descubrir quiénes eran los miembros más importantes de la congregación, quienes apresaron y ejecutaron de forma ejemplar y hermosamente dolorosa —entonces, dándose cuenta de las expresiones que habían surgido en los rostros de la herrero y la prestidigitadora por sus últimas palabras, Knowledge paró durante un instante, para seguir hablando—. Esto último es una cita textual que había en el libro del que saqué el dibujo.

>>Pero creo que me he desviado ligeramente del tema, así que, volviendo a él de nuevo… —tosió para centrarse otra vez en el argumento y continuó explicando—: por la idiosincrasia de esa religión, el arma debía tener una hoja de aproximadamente sesenta centímetros de longitud, hecho de un asta retorcida y pintada de blanco, porque es el color que representa la pureza. De hecho, tenía que ser obligatoriamente el cuerno derecho de la cabeza de cabra de una quimera, por lo que solamente los miembros más elevados de la orden religiosa podían disponer de una daga ceremonial de esas características. El resto, es decir, los sacerdotes de menor rango, se debían contentar con una daga cuya hoja estaba formada por el cuerno de una cabra normal, de menor envergadura.

>>Pero, lógicamente, al ser mi petición una recreación con tintes meramente decorativos, el puñal que habías fabricado estaba hecha enteramente de metal, que luego yo pintaría de blanco hueso.

—Vamos, una historia para no dormir... —alegó Shadow.

—¿Por qué crees que me he quejado? —preguntó Flashing, de forma burlona.

—En definitiva —Knowledge ignoró el comentario de la potrilla unicornio, y siguió exponiendo—, estamos hablando de una daga de metal, con una empuñadura en relieve para reposar las garras, de hoja retorcida como si fuera un sacacorchos y de un tamaño bastante largo, cuyo objetivo era alcanzar las entrañas de un grifo.

—¿En... Entrañas? —volvió a preguntar la prestidigitadora, con un halo de temor en sus palabras.

—¡Por supuesto! —contestó la historiadora—. Como bien he dicho antes, la daga tenía forma de sacacorchos. Eso era para que, una vez clavado en la zona ventral, enganchase el intestino delgado de la víctima y lo sacase fuera. Recuerda que los grifos son un pueblo guerrero, aguerridos y curtidos en el combate, por lo que una muerte así de lamentable y dolorosa era una manera idónea de acabar con la vida de un combatiente, si lo que se pretendía era menospreciar la existencia y estilo de vida del desgraciado, mediante un sacrificio lo más alejado posible de lo que debía ser un final honorable para un soldado.

—Voy a vomitar... —alegó la pequeña unicornio.

—¡El servicio está pasada la oficina! —explicó la herrero, de forma atropellada—. ¡Rápido, ve antes de que sea tarde! —entonces miró hacia Knowledge—. Muchas gracias por la detallada explicación —dijo.

—No me has entendido, Shadow —comentó Flashing—. Lo que quería decir es que, para decirnos cómo era el arma, no hacía falta una descripción tan explícita de su uso.

—De todas formas —prosiguió la oscura poni de tierra, después de soltar un suspiro de alivio—, parece ser que es un objeto voluminoso, por lo que no debería haber problema en encontrarlo. Seguramente esté debajo de uno de esos montones… —señaló hacia unos montículos repletos de metálicas herramientas de toda índole.

Las otras dos yeguas miraron hacia donde señalaba la herrero para, a continuación, emitir una serie de gruñidos de desaprobación: aunque el montón apenas tenía la altura idónea para coger el contenido de la parte superior sin esfuerzo, para Knowledge y para Flashing eran como si fuesen montañas de cumbres inalcanzables.

—Nunca vamos a terminar… —se lamentó la historiadora.

—¡Espera, espera! —la prestidigitadora empezó a saltar, en un súbito arranque de euforia—. Shadow, ¿recuerdas si envolviste la daga con el pergamino que contenía el dibujo?

—Bueno… —la herrero se quedó pensativa durante un instante—. Creo recordar que sí… Al menos, ese suele ser mi modus operandi cuando realizo un encargo de Knowledge.

—¿Me prometes que me perdonarás? —preguntó la pequeña unicornio, mirando esta vez a la blanca poni de tierra.

—¿A qué te refieres? —inquirió la historiadora, sin saber exactamente a qué se estaba refiriendo la potrilla con eso. Podría ser que estuviese hablando del asunto de la ballesta, o quizás fuese por algo peligroso que ella quisiera hacer a continuación. De todas formas, decidió salir de dudas—. ¡De acuerdo! —terminó comentando.

—Entonces… —sin dejar de saltar, Flashing cogió aire y, con una sonrisa de oreja a oreja, exclamó—: ¡¡¡NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ!!! ¡¡¡ALAKAZAM!!!

Tanto Shadow como Knowledge estaban intrigadas y temerosas por lo que podría pasar, y aún más acentuaron su sorpresa cuando, desde detrás del lateral más alejado de la pequeña unicornio, y haciendo un gran estruendo metálico pero levemente amortiguado, un voluminoso objeto cilíndrico cayó al suelo.

—¡¡No me digas que eso es…!! —la historiadora no se atrevió a continuar. Rápidamente comenzó a rodear a la prestidigitadora, sin perder en ningún instante la pieza de vista. Y, cuanto más avanzaba en el giro, más y más se abrían sus ojos—. ¡¡Santa Celestia!! ¡¡Es… Es la daga!! —exclamó, una vez se posicionó junto al objeto.

—¿Cómo lo has hecho? —preguntó Shadow, completamente extrañada.

—¡Ah! Los trucos no se reve… —comenzó a decir Flashing.

—¡NO! —prorrumpió Knowledge, poniendo una pata sobre el hombro de la potrilla—. ¿¡Cómo lo has hecho!?

La pequeña unicornio, sin perder la sonrisa, se encogió de hombros y contestó la pregunta:

—La verdad es que sentía que la daga se encontraba en este lugar, pero no podía visualizarla… hasta que descubrí el porqué gracias a Shadow: el arma estaba envuelta en el pergamino, por lo que tuve que pensar en sentir algo cilíndrico pero cubierto por un papel. Entonces, simplemente he usado un truco mágico para transportarlo a un lugar visible.

—Es… Es increíble —fue lo único que la historiadora fue capaz de decir.

—Pero… —Shadow seguía dudando—, ¿no se supone que habías logrado realizar tus trucos sin decir las palabras?

—¡Es porque en realidad he tenido que hacer dos trucos! —objetó la prestidigitadora, sacando la lengua a la herrero—. Uno para llevar la daga al mundo mágico y otra para traerla de vuelta… y solo tenía preparado el tratamiento vocal para el primer artificio —entonces se giró hacia Knowledge—. Prometiste que me perdonarías… ¿Amigas? —expresó, levantando la pata delantera derecha, en señal de chocar los cascos, algo que esperaba que hiciese la blanca poni de tierra.

La historiadora, con una sonrisa, levantó una pata y, con un sonido seco, golpeó la punta de su extremidad con la de Flashing. A continuación, con la otra pata cogió el gran puñal y se dispuso a marchar, seguida por la prestidigitadora, quien también estaba eufórica.

—¡¡Eh, eh, eh!! —se oyó una voz a sus espaldas—. ¿Dónde os creéis que vais? Aún no se ha terminado de colocar, que es a lo que habíais venido, ¿verdad?

En ese momento, como si alguien estuviese rebobinando a cámara lenta una cinta de vídeo, los movimientos de Knowledge y de Flashing fueron retrocediendo poco a poco, hasta que se posicionaron en el momento en que la historiadora cogió la daga. Entonces, volviendo a dejarla, la blanca poni de tierra se quejó amargamente, algo que también hizo la potrilla unicornio.

—No os quejéis tanto —expresó la herrero—. Aún falta mucho tiempo para la reunión —comentó, señalando el reloj, que apenas había avanzado poco más de media hora.

Los lamentos de la historiadora y de la pequeña unicornio se acentuaron hasta tal punto, que Shadow tuvo que taparse los oídos.

* * *


—Parece mentira cómo se ha puesto… —comentó Spoon—. Y parecía una ancianita tan inocente…

—Las apariencias engañan —respondió Shining Armor—. Ya me advirtió la Princesa Celestia de que debía tener cuidado con ella, porque es una cabezota.

—Y encima quiere llevarse con ella a Shiny Eyes —se lamentó el cocinero.

—No os preocupéis por eso —añadió Wise, con una sonrisa en la boca—. Se va a tener que enfrentar a... “ella”. Nuestra dorada pegaso no se marchará de aquí.

Spoon también sonrió, aunque su expresión denotaba también un ligero temor.

—¿A qué te refieres? —preguntó el Capitán de la Guardia Real—. ¿No será esa tal “ella” la misma de la que has estado hablando antes?

—Exactamente —contestó el amarronado poni de tierra, acentuando aún más su sonrisa.

—¡Pero si has dicho que es muy peligrosa! —exclamó Shining Armor, empezando a incorporarse—. ¡Debo impedir que Polished reciba el más mínimo daño!

—No te preocupes por eso —dijo Wise—. Está todo controlado... Ella no hará absolutamente nada que podamos lamentar, aunque sí ejecutará todo lo posible para desarbolar y destruir toda oposición, sea por acción o por omisión. Pero, por respeto a sus amigas presentes, seguramente se porte como una potrilla buena.

—Si es la que tú y yo pensamos —añadió Spoon, mirando por la ventana—, que sepas que acaba de entrar en la casa de Shiny... sola.

—¿Sola? —Wise miró también a través de la ventana—. Entonces todo lo que he dicho cambia drásticamente... Interesante...

* * *


Gentle terminó de adecentar la habitación y procedió a hacer lo mismo con su aspecto. Sin embargo, mantuvo en todo momento su esperpéntico peinado lleno de extensiones infantiles. Con un bufido, se dirigió a la puerta de la casa, decidida a dar la puntilla a esa estúpida anciana que representaba la fuerza y pensamientos de Celestia. De hecho, estaba resuelta a barrer el suelo con la yegua de color esmeralda, porque no debía ni podía ser de otra forma.

Celestia. Otra vez Celestia. Esa estúpida princesita del tres al cuarto había osado atacarla en su propio terreno, y para ello había enviado a una poni, sabiendo que ella no la atacaría abiertamente. Sin embargo, eso hacía el juego ligeramente más interesante, pero con una resolución que no variaría ni un ápice. Es más, como gesto de buena voluntad, ella misma se encargaría de devolver de la forma más impoluta posible los restos de la expedición, para que Celestia, así como todo aquel que supiera mínimamente lo que Gentle era y representaba, se diesen por enterados de que ningún subterfugio encubierto daría resultado.

Con otro bufido, abrió la puerta. De todas formas, debía ser indulgente con Polished Emerald, pues era posible que ni siquiera ella supiese que en realidad no era más que una moneda sin valor a punto de ser pisoteada. Por lo tanto, primero debía tantear el terreno, para saber qué conocía esa anciana de la verdad de Northwest Mines Town. Aunque también debía desconfiar de las respuestas, porque, si de algo podía tener en cuenta de los cortesanos de Palacio, eran las elucubraciones y los secretos con los que contaban, jugaban y extorsionaban. Si bien antiguamente, cuando ella era aprendiz de ese monstruo en forma de blanca alicornio, las confabulaciones que manejaban los trabajadores de Palacio eran mayores que en la actualidad, por la peculiaridad del estado por la creación reciente de un país atormentado, la aparente paz que había por toda Equestria, y que se reflejaba con toda su opulencia en Canterlot, no era más que otro tipo de caldo de cultivo para cavilaciones de distinta índole, como mostrar, manejar y extorsionar los trapos sucios de las Princesas, de nobles o incluso de otros cortesanos.

Según se dirigía a casa de Shiny, la yegua del cuerno roto observó la herrería y el edificio de Correos. Ambos lugares parecían estar en calma. Por primera vez desde hacía horas, sonrió. La consecución de la batalla tendría lugar con un único testigo, en vez de cinco, lo cual era ideal para lograr sus fines, pues las posibilidades de ser interrumpida eran mínimas y, a la vez, el riesgo de un daño colateral se veían notablemente reducidas.

Llamó a la puerta del hogar de la joyero y esperó pacientemente. Cuando Shiny abrió, ésta mostró un gesto cansado y preocupado.

—¿Estás tú sola? —preguntó la dorada pegaso—. ¿Y las demás?

—No sé —respondió la unicornio de dos colores—. Deben estar ocupadas... Seguramente lleguen cuando terminen sus tareas, lo cual es desidioso... —criticó con un tono exageradamente falso, mientras hacía aspavientos con su pata delantera derecha—. Hay una merienda de amistad en ciernes y se preocupan más de sus propios quehaceres que de fomentar una amistad, y más apatía demuestran si tenemos en cuenta la importancia que tiene el hecho de que tu abuela haya venido desde Canterlot hasta este humilde pueblo para visitarte. A veces éstas me defraudan enormemente.

—En fin... —exclamó la joyero—, hablaré con ellas después. Al menos tú llegas justo a tiempo. Muchas gracias.

—Es un auténtico placer cumplir tus expectativas —comentó Gentle con una exagerada sonrisa, mientras entraba al interior de la casa.

* * *


Con un grito desesperado, Feather dio por finalizada la contienda. Había perdido la batalla contra la escueta dirección. Simplemente se rendía, acogotada y apesadumbrada por la incapacidad de lograr su objetivo.

—Debo aclarar mis ideas... —dijo en alto—. Tendré que molestar a Gentle y decirle que el destino que me ha proporcionado es incorrecto. Sin duda, es un momento aciago para el prestigio de Correos de Equestria.

Agachando la cabeza, salió de casa y se dirigió hacia la de la unicornio de dos colores. Llamó, pero nadie contestó. “Debe estar meditando”, pensó.

Permaneció largo rato delante de la puerta, sin saber qué hacer, hasta que giró sobre sí misma y se fijó, por primera vez, que el sistema de proyección estaba en funcionamiento, con apenas tres o cuatro ponis mirando atentamente los distintos canales, los cuales se exponían sobre la gran lona que estaba situada por encima de la entrada a la mina.

—Quizá, si me despejo viendo algún programa, logre alejarme lo suficiente del problema y descubrir la solución —comentó.

Se acercó al semental que en ese momento tenía el mando y, cogiendo el pequeño aparato, apuntó directamente a la torre donde estaba situado el receptor y pulsó un botón al azar. El poni, al igual que el resto de espectadores, se quejaron ligeramente al descubrir que sus canales habían desaparecido, pero se apaciguaron instantáneamente al descubrir que sus espacios televisivos únicamente se habían trasladado un recuadro más a la derecha, por lo que solo tuvieron que moverse ligeramente hacia los altavoces que emitían el sonido correspondiente a las películas y documentales que estaban visionando.

Feather miró hacia todos y cada uno de los canales expuestos en la gran pantalla de lona. Desgraciadamente, ninguno era especialmente interesante o embriagador, por lo que decidió finalmente visionar la que había elegido ella. Resultó ser un noticiario local de Manehattan, donde emitían en ese momento informes de índole social.

“Manehattan”, pensó la pegaso-cartero. Entonces, sin que pudiera, ni quisiera, impedirlo, se retrotrajo atrás en el tiempo, exactamente poco más de dos años, al preciso momento donde estaba rellenando la solicitud de traslado en la oficina de Correos de Canterlot. En ese cuestionario, recordó, estaba a punto de elegir, como destino, la gran ciudad de los rascacielos y el lujo. Sin embargo, como si una fuerza irresistible dominase de repente tanto su casco como su mente, separó la pluma de esa opción y, marcando “Otros”, escribió sobre la línea de puntos que había al lado, y con letra altamente elaborada, “Northwest Mines Town”.

Siguió meditando sobre la singularidad de su elección pues, que ella supiese, no había ninguna población en Equestria con ese nombre. Bien pensado, era como si alguien ajena a ella se hubiese apoderado de su cuerpo durante un breve instante, únicamente para escribir esas tres palabras.

“Buah, tonterías mías”, volvió a deliberar la amarillenta pegaso, “¿Cómo puedo incluso creer en algo así? Ni yo soy importante, ni hay nada significativo aquí. Y menos algo capaz de alterar o influir los designios y futuro de Equestria”. “Sin embargo”, siguió discurriendo, “¿Por qué solo yo tengo el avisador?”. Miró entonces al zurrón, donde descansaba el aparato de emergencias. “Hay algo muy, pero que muy extraño en este lugar...”.

Sin embargo, unos airados gritos le sacó de su ensimismamiento. Un poco más adelante, dos ponis, un semental azulado y una yegua rosácea, discutían sobre quién era el asesino de la película que estaban visionando. Feather, instintivamente, miró hacia la parte de la lona donde se proyectaba ese largometraje. Empezó a levantarse para calmar la discusión, pero los dos equinos lo hicieron por sí mismos, sin darle a ella apenas tiempo a reaccionar.

—Y ahora, el tiempo —se oyó en el altavoz que la pegaso-cartero tenía al lado. Al observar más fijamente a su zona de la pantalla, una yegua verdosa, de crines del mismo color pero de tono más oscuro, permanecía impasible pero con una sonrisa a un lado de la pantalla, mientras por detrás de ella se veía una fotografía de la gran ciudad enfocando el cielo, aunque desde el nivel de la calle—: Nuestra habitual lluvia de limpieza de ambiente, que ha tenido lugar a las dieciocho horas, no ha tenido contratiempo alguno en todo su transcurso de media hora de duración. Con respecto al resto del día, hemos sido bendecidos por un radiante sol. Eso ha sido todo por hoy. Les ha hablado Sprinkle Medley. Muchas gracias. Ahora les dejamos con los deportes”.

—¡¡No puede ser!! —chilló de repente Feather, abriendo los ojos como platos—. ¡¡Hace más de una hora que empezó la merienda de amistad!!

Levantándose tan rápido como pudo, solo pudo implorar a Celestia para que la merienda de amistad todavía estuviese celebrándose, mientras que a la vez se maldecía a sí misma por llegar tan tarde.

* * *


Tanto Shadow como Knowledge se afanaban en adecentar la herrería. Flashing, sin embargo, permaneció inmóvil durante largo tiempo.

—¡Flashing, vamos! —apremió la historiadora—. ¡Ni se te ocurra dejarme todo el trabajo a mí sola!

Shadow, sin embargo, se acercó a la potrilla unicornio y, mirándola con extrañeza, preguntó:

—¿Ocurre algo?

De repente, como si esa pregunta le sacase de las garras de una ensoñación, la prestidigitadora volteó su cabeza hasta mirar a la herrero.

—Fijaos bien… —comentó, señalando hacia la pared del fondo.

Las dos aludidas observaron hacia el lugar donde apuntaba Flashing. El muro estaba completamente limpio, a excepción de unas pequeños acumulaciones de herramientas que descansaban sobre la parte baja de éste, y del escueto reloj, que descansaba tranquilamente a tres cuartas partes del tabique.

—¿A qué te refieres? —inquirió Knowledge, que también había cesado toda actividad y se había acercado a su amiga.

—¿A qué va a ser? —dijo irónicamente la pequeña unicornio—. ¡Al reloj!

—¿Le pasa algo al reloj? —indagó Shadow, aún más extrañada.

En ese momento, la manecilla del minutero avanzó, demostrando que el aparato estaba en funcionamiento.

—Veréis… —comentó Flashing—: Uno, dos, tres… —empezó a contar, pausando el conteo durante aproximadamente un segundo entre cifra y cifra.

Las dos ponis de tierra se miraron entre sí, completamente anonadadas, sin saber a qué se refería exactamente la prestidigitadora.

—…Cincuenta y nueve, y sesenta… —exclamó la pequeña unicornio, manteniendo la misma cadencia del principio—, sesenta y uno, sesenta y dos…

Tanto Shadow como Knowledge abrieron entonces los ojos como platos, y miraron alternativamente a Flashing y al reloj.

—…Ochenta y siete, ochenta y ocho… —siguió numerando esta última—, ochenta y nueve… y noventa —cuando terminó de decir la última palabra, la manecilla del minutero se movió ligeramente, señalando que había avanzado un minuto—. Y lleva así desde que lo miré, hace cinco minutos… ¡De SUS minutos!

—¡¡No puede ser!! —chilló la historiadora—. ¡Shadow, ¿cómo puedes usar un reloj tan estropeado?!

—¡Es imposible! —clamó la aludida—. ¡Esta mañana funcionaba perfectamente!

—¡Pues ya ves que ahora no lo hace! —gritó Knowledge, pero la herrero no la estaba escuchando, pues estaba trotando directamente hacia el pequeño cuarto del fondo y entró al interior, saliendo instantes después, completamente ojiplática.

—¡¡Son las seis y media pasadas!! —profirió—. ¡¡Llegamos tarde a la merienda de Shiny y su abuela!!

Con gran celeridad, las tres yeguas abandonaron la herrería y tomaron rumbo a la casa de la dorada pegaso. Sin embargo, mientras trotaban, vieron que Feather estaba dirigiéndose al mismo lugar. Con un grito, la avisaron de que esperase a que ellas llegasen, para así poder entrar todas juntas.

* * *


—Buenas tardes, señora —exclamó cortésmente Gentle, mientras se inclinaba ligeramente delante de Polished Emerald.

Ésta correspondió el gesto con una reverencia aún más escueta.

—¿Solo vienes tú? —preguntó la anciana, con un tono de voz que, si bien pretendía ser conciliador, no resultó ser más que un bufido.

—¡Abuela, por favor! —se quejó Shiny Eyes, interponiéndose entre ambas—. Tengamos paz, os lo suplico —pidió, mirando alternativamente a las dos yeguas.

Gentle entrecerró ligeramente los ojos, extrañada. Algo ocurría en ese lugar. Una indicación que, si bien no era tétrica, sí podía clasificarse de preocupante. Por un momento se maldijo a sí misma por hacer que Feather, Flashing, Knowledge y Shadow estuviesen ocupadas y sin la correcta percepción del tiempo, pues intuía que necesitaba la presencia de todas para reparar la falla que se sentía en el aire. Entonces, con sumo cuidado de no incomodar a nadie más, la unicornio de dos colores se sentó en un extremo del sofá que le señalaba la dorada pegaso.

Polished, que se sentó en el sillón más confortable, se dedicó a escrutar alternativamente y en completo silencio, a Shiny, a Gentle, y al reloj que había sobre la pared.

La joven joyero, que se acomodó en el otro lado del sofá, sonrió forzadamente mientras su vista se perdía en el vacío.

La unicornio de dos colores bufó entonces para sus adentros. Estaba contrariada por esa espesa hostilidad que, generada por las otras dos féminas, la empezaba a aprisionar, cercenando completamente sus ánimos y sentimientos positivos. Cuando estaba a punto de incorporarse y darle dos fuertes y sonoros bofetones tanto a Polished como a Shiny, ésta última se levantó y, sin perder la estúpida sonrisa, comentó:

—Como veo que las demás se retrasan ligeramente, voy a terminar de preparar los dulces de sobremesa y a calentar el café.

En ese momento Polished murmuró algo ininteligible. Gentle, sin embargo, bajó la mirada, preocupada: tenía que pensar cuidadosamente su siguiente paso, y debía ser rápida en hacerlo. Cuando volvió a elevar los ojos, una ligera sonrisa se apreciaba en su cara.

En el momento en que Shiny se perdió de vista y empezó a cacharrear en la cocina, la anciana de color esmeralda empezó a hablar, sabiendo que su nieta no oiría nada:

—He oído cosas en Palacio... —comentó—. Cosas que no me han gustado nada.

—En Palacio se dicen tantas cosas... —respondió la yegua del cuerno roto.

—Sé que no eres trigo limpio... —aclaró Polished.

—¿Y quién lo es? —contestó Gentle.

—De hecho, tú eres un trigo muy sucio... —especificó la pegaso.

—También lo es quien menos lo esperamos, ¿verdad? —dijo la unicornio de dos colores.

—¡Un respeto a las canas! —espetó la anciana.

Gentle, con gesto serio, alzó una ceja: la blanca crin que ladeaba a ambos lados de su cabeza era símbolo suficiente de la estupidez que acababa de soltar la vetusta yegua.

—Puede hacerlo mejor... —terminó diciendo.

—¡¡Un respeto a la edad!! —Polished estaba completamente irritada. No iba a dejar que una jovenzuela inexperta e ignorante le ganase en su juego.

Gentle, por primera vez, soltó una leve risotada.

—Por lo visto —explicó—, las cosas que ha escuchado no son más que una sarta de mentiras, o bien la información es incompleta... De cualquier manera, no es algo preocupante para mí.

—¡No consiento que una niñata como tú se ría de mí, y menos aún de lo que yo creo! —soltó la vetusta yegua.

—Tiene toda la razón —declaró la unicornio de dos colores—. Me disculpo.

—Eso está mejor… —dijo la abuela, tranquilizándose ligeramente—. De todas formas, la verdad es que estoy preocupada por mi nieta —señaló hacia la cocina—. Aquí no está segura.

Gentle comprendió, en ese momento, cuál era la raíz del ambiente enrarecido que su dorada amiga y esa anciana habían generado y que tanto la oprimía.

—Nadie lo está —confesó.

—¡Entonces este es un lugar muy peligroso…! —añadió Polished—. Cuando acabe esta “merienda de amistad”, voy a llevármela a Canterlot.

—No me refería a este pueblo, sino a toda Equestria —declaró la yegua del cuerno roto.

—Eso no me inquieta, porque la Princesa Celestia nos protege de todo mal —dijo la pegaso de color esmeralda—, como siempre ha hecho.

—¿Está segura de eso? —preguntó Gentle.

—¡Completamente! —volvió a espetar la anciana.

—En este mundo, la verdad más cruel está oculta bajo gruesas capas de apariencia, de sentimientos positivos, de brillantina y de colores chillones —explicó la unicornio de dos colores—, esperando su oportunidad para atacar a presas indefensas y confiadas. Mi crin, por ejemplo… —en ese momento se pasó un casco por debajo de un mechón de su melena, separándola ligeramente del resto—, tiene una apariencia hermosa, apacible, e incluso infantil… —entonces, con un gesto rápido, tiró del mechón y el broche de la extensión saltó, cayendo el tirabuzón de pelo al suelo. Con la misma celeridad, se fue arrancando todas las falsas prolongaciones y arrancándolas hasta que, poco a poco, fueron llenando el piso, al mismo tiempo que su pelo se despejaba como algo irregular y caótico—, pero oculta una verdad incuestionable: mi verdadera crin es producto de un arrebato de salvajismo, de destrucción y de ferocidad.

>>Esa es la realidad de Equestria. Una realidad que espera pacientemente a que nos creamos a salvo y bajemos la guardia para eliminarnos. Una realidad que ni siquiera la Princesa Celestia es capaz de aplacar.

—Interesante justificación… —comentó Polished—, pero eso no cambia absolutamente nada. Mi nieta ha sufrido mucho en este pueblo, y mi deber es protegerla.

—Créame, yo misma me ocuparé de que no le ocurra absolutamente nada —dijo Gentle—. Y debería saber que soy muy meticulosa en muchos aspectos.

—Pues para ser tan concienzuda, te has “dejado” escapar varios secuestros, y a saber qué otras cosas peligrosas que aún no he descubierto... —replicó la anciana.

—Si ha ocurrido, es porque es completamente imposible prever con anterioridad las acciones de absolutamente todo —respondió la unicornio de dos colores—. Aquí, al igual que en el resto de Equestria, así como en cualquier parte del mundo, actuamos según la consecución de las acciones transcurridas.

Polished entrecerró ligeramente los ojos, intentando entender el galimatías que había dicho esa yegua del cuerno roto.

>>Me explicaré mejor —contestó Gentle, que había comprendido las dudas de la yegua de color esmeralda—: Para que yo actúe, o cualquiera de las otras amigas de su nieta, o cualquier otro ser de este planeta, debe ocurrir, de forma invariable, una acción que genere dicha consecuencia. Es decir, para que podamos liberar a Shiny de un secuestro, ésta primero debe ser secuestrada.

—Entonces estamos en las mismas —interrumpió Polished—. ¿Y si la próxima vez que le secuestren sale malparada? Por mucho que vosotras, o cualquier otro actuase, el mal ya estaría hecho, y mi nieta tendría que convivir con las secuelas de ese horrible acto.

—¡Pero es que eso es inevitable! —por primera vez, la unicornio de dos colores alzó la voz—. Es un riesgo que corre ella —señaló hacia la cocina—, independientemente del lugar en el que estuviese. Por supuesto, también está incluido el Palacio Real de Canterlot, donde supongo que usted la encerraría bajo mil llaves. Y es porque la posibilidad del peligro es un añadido inherente al libre albedrío y a la libertad.

>>La diferencia es que, mientras en Canterlot todo parece estar mejor protegido, en realidad la búsqueda y salvación de su nieta sería mucho más lenta, pues usted tendría que informar del hecho a la Princesa Celestia, algo que, supongo que conoce, es bastante laborioso e intrincado. No se puede simplemente irrumpir en la habitación del trono y molestar a “nuestra querida” Celestia con algo tan “nimio” como un secuestro, o un hecho igualmente grave. Todo en ese lugar tiene sus propios canales de movimientos, y usted tendría que atenerse a ellos. En definitiva, es seguro que la búsqueda de su nieta comenzase pasado un tiempo precioso, en el que podría pasar de todo.

>>Sin embargo, aunque aquí no disponemos de una capacidad tan poderosa y exuberante como la que tienen nuestras regentes alicornios, ni tampoco contamos con un ejército de soldados fuertemente entrenados, sí que podríamos actuar con mucha más celeridad, porque en estos asuntos lo que prima es la velocidad, antes que la burocracia.

—Pero estamos en la mismas... —respondió la anciana—. Sea aquí o en Canterlot, se actuaría una vez haya ocurrido, es decir, demasiado tarde. Y eso es lo último que deseo, porque, no sé si te has enterado de lo que va el asunto, pero no quiero que le pase absolutamente nada a mi querida nieta. El resto me da igual.

—Entonces, con más razón, debería dejarla aquí... —comentó Gentle—. Porque precisamente lo que le pueda pasar aquí será menos peligroso.

—¿A qué te refieres? —preguntó Polished—. Las amenazas que la acechen aquí serán igual de graves que las que pudiesen tener lugar en Canterlot.

—Eso es falso —exclamó la unicornio de dos colores—. Al ser el Palacio Real un fortín prácticamente inexpugnable, sea lo que sea lo que lograse rebasar esa defensa y hacerle daño a Shiny, será sin duda algo muy poderoso, por lo que sus acciones conllevarían consecuencias realmente considerables. Sin embargo, cualquier cosa que pudiese ocurrir aquí, en un humilde pueblo minero, sería, con toda probabilidad, algo mucho más tenue.

>>Es un concepto similar al de un adulto enfermo —siguió explicando la yegua del cuerno roto—: Cuando un poni adulto sufre una enfermedad de carácter infantil, es completamente desaconsejable que se acerque a un potrillo, pues los virus que han provocado su enfermedad se han enfrentado a unas defensas fuertes y en plena forma, mientras que la protección de un infante es mucho más débil. Por lo tanto, las características de una enfermedad de un adulto pueden ser incluso mortales para un pequeño. Sin embargo, hacerlo al revés, es decir, reunir a un adulto que no haya pasado una enfermedad con un potrillo que esté enfermo, es una práctica común, pues la cepa del virus que afecta al pequeño es menos fuerte.

—Entonces me estás dando la razón... —matizó la anciana—. El problema, repito, es que, tanto aquí como en Canterlot, un enemigo muy poderoso puede atacar. La diferencia es que, al menos en la capital, está la Princesa Celestia para solventar ese problema. Algo de lo que aquí se carece.

—Pero entonces tenemos lo que he dicho antes —replicó Gentle—. A la pésima burocracia de Palacio habría que añadir el exasperante tratamiento de Celestia en estos asuntos.

—¿Acaso estás arremetiendo contra nuestra amada monarca? —inquirió Polished, de mala gana.

—Veamos... —intentó explicar la unicornio—. Supongo que usted, como cortesana de Palacio, habrá estado en alguna sesión de audiencias reales, ¿verdad? —la yegua de dos colores no esperó respuesta alguna para seguir hablando—. Ya sabe... un pequeño grupo de ciudadanos de toda Equestria exponen sus grandes problemas, para que nuestra “querida” Princesa, aposentada en el trono, los resuelva.

>>Debería saber que esos asuntos que llegan a componer la audiencia son rigurosamente seleccionados por los secretarios reales, y anunciados por el chambelán, en medio de un rimbombante teatro de pomposidad, creado sin duda para engrandecer la importancia del evento. De todas formas, como bien acabo de decir, las cuestiones seleccionadas son las de índole más apremiantes y cruciales, para que todos los presentes vean, o al menos crean, que Celestia se preocupa verdaderamente de los problemas de los habitantes de Equestria.

>>Pero la verdad es bien distinta. Los auténticos asuntos que conciernen a la mayoría de los equestrianos ni siquiera llegan al Salón del trono, sino que los resuelven los secretarios, en nombre de la Princesa. Es decir, son ellos quienes verdaderamente resuelven los conflictos del pueblo, si hablamos de cantidad.

>>Pero incluso si nos referimos a peligros que afectan al país, la Princesa suele delegar las funciones de defensa a sus súbditos, mientras ella reposa tranquilamente en su suntuosa poltrona —mientras la unicornio seguía narrando, notaba cómo la vetusta yegua se enfurecía por momentos al escuchar ese menosprecio hacia la soberana de Equestria—. Pongamos el caso de la venida de Nightmare Moon —al oír eso, la anciana instintivamente se asustó—. A pesar de que Celestia sabía perfectamente que su hermana pequeña volvería, y que lo haría con no muy buenas intenciones, en vez de ocuparse ella misma del problema, ordenó a su aprendiz Twilight Sparkle que hiciese amigas; para así fomentar, sin que ella lo supiese, una relación entre todas tan fuerte que lograse retornar a los Elementos de la Armonía el poder que antaño tenían.

>>¿Pero por qué no actuó directamente nuestra soberana? ¿Por qué traspasó la responsabilidad de algo tan crucial, como derrotar a un ser tan poderoso, a su inexperta aprendiz? La respuesta es muy fácil: Porque está acostumbrada a actuar de esa forma.

—¡Pareces olvidar que nuestra Princesa fue secuestrada! —bufó Polished.

—¿Acaso lo estuvo realmente? —inquirió Gentle—. ¿O fue una pantomima?

—¿De verdad importa la diferencia? —respondió la anciana con otra pregunta.

—¡Completamente! —contestó la unicornio de dos colores—. En el primer caso, se demostraría que Celestia no es tan poderosa como todo el mundo cree que es. En el segundo, sería reprochable el hecho de que, al “desaparecer”, obligaba a su alumna a enfrentarse a una fuerza muy superior, poniendo en peligro la vida no solo de su pupilo, sino de las cinco amigas que le acompañaban.

>>De cualquier forma, la actuación de “nuestra” soberana fue, a todas luces, peligrosa, desmesurada y errónea. En vez de enfrentarse ella misma a los problemas que acucian Equestria, como debería hacer, según su posición, siempre pasa el testigo a los demás.

—Estás repitiendo lo mismo una y otra vez —dijo Polished—, como si fueras un loro tartamudo.

—Lo hago así, para que hasta usted lo pueda entender… —exclamó la yegua de dos colores—. Porque es necesario que comprenda que, si se lleva a Shiny a Canterlot, cuando le ocurra algo, tenga por seguro que el atacante será alguien muy poderoso; también deberá seguir los cauces designados por la burocracia, al estilo audiencia real; y tendrá que esperar a que Celestia delegue el rescate en algún subordinado…

>>O también puede dejar que Shiny continúe su vida aquí, donde ya está establecida; en cuyo caso, aunque el número de ataques que pudiese sufrir sería mayor, éstas serían de índole mucho más liviano; además de que la creación de un grupo de búsqueda y salvación para liberarla, a pesar de que estuviese formado por ponis menos poderosos que los que pudiesen surgir en la capital de Equestria, sí serían mucho más rápido en actuar.

La anciana pegaso únicamente entrecerró los ojos, hastiada de que la yegua que tenía delante estuviese menospreciando a la sagrada Princesa Celestia. Sin embargo, había algo en las palabras de esa unicornio que debía tener en cuenta: una defensa tan acérrima para mantener a Shiny en ese lugar, incluso llegando al nivel de atacar a lo más divino de Equestria, era algo realmente encomiable.

—¡Os he dicho que despejaseis la mesilla! —comentó Shiny, que estaba en el umbral de la puerta, mientras sujetaba, con una de sus patas delanteras, una bandeja llena de pequeñas tazas, dos termos metálicos y una pequeña montaña de muffins.

—¡Ay, querida nieta! —respondió Polished, quien había empezado a limpiar la pequeña mesa que coronaba el centro mismo de la habitación—. Te juro que no te hemos oído.

—Estábamos muy ocupadas hablando... —añadió Gentle, ayudando a la anciana en la retirada de objetos.

—Pues os he dicho desde la cocina, al menos dos veces, que estaba terminando... —se quejó la dorada pegaso. Entonces dejó la fuente sobre el tablero acristalado y se sentó al otro lado del sofá—. Y... ¿Se puede saber de qué hablabais?

Tanto la octogenaria como la unicornio de dos colores se miraron entre sí durante un instante.

—De varias cosas... —indicó la yegua de color esmeralda—: tu situación, Canterlot, la paz en Equestria, la Princesa Celestia...

Al oír la última parte, los ojos de Shiny se abrieron de par en par.

—¿Ce... Celestia? —se atrevió a preguntar, temerosa de que su amiga hubiese dicho algo poco agradable y desafortunado de la monarca, como tenía acostumbrado hacerlo.

Polished miró de nuevo a Gentle y después a su nieta.

—Sí, nuestra querida Princesa... —dijo finalmente—. De hecho, tu amiga me estaba hablando de lo fantástica y maravillosa que es... y de que estarías a salvo en Canterlot, junto a ella y a mí.

Tanto Shiny como Gentle elevaron una ceja.

>>Pero también me ha mostrado que aquí estarías mucho mejor, porque hay muchos más ponis que te quieren y que se preocupan por ti. Ponis que harían todo lo posible y parte de lo imposible por evitar que nada malo te ocurriese.

>>Por lo tanto, me temo que volveré sola a la capital. He decidido no llevarte conmigo.

Al escuchar esas palabras, Shiny se levantó y, mientras sus ojos empezaron a humedecerse, una sonrisa afloró en su rostro, a la vez que miraba alternativamente a su abuela y a Gentle. Entonces, en un arranque sentimental, abrazó con gran fuerza a esta última, que era la más cercana.

—¡¡Gra... Gracias!! —sollozó—. ¡Eres la mejor amiga que se puede tener!

La unicornio de dos colores, sorprendida por la acción, se dedicó a pasar levemente su pata por detrás de la dorada pegaso, apretándola ligeramente hacia sí misma en un patético intento de devolver el saludo, mientras se preguntaba a sí misma por qué esa anciana, que sonreía de forma cálida desde el sillón, se había rendido tan pronto, sin ofrecer apenas resistencia.

La dorada pegaso se levantó y abrazó con igual efusividad a su abuela.

“Gracias por todo, Shiny”, pensó la yegua del cuerno roto, al observar la escena con una medio sonrisa, “Eres fantástica. Eres maravillosa. Eres increíble. Eres especial...”

—Por cierto, Gentle —dijo la dorada joyero—. Me alegro mucho de que te hayas quitado esas extensiones. Hacía mucho que no veía nada tan horrible como esos mechones. Te quedaban fatal.

“Eres... Eres odiosa”.

* * *


—O sea, que Gentle también te la ha jugado, ¿no? —inquirió Knowledge.

—Eso parece —respondió Feather—. No me esperaba eso de ella...

—Entonces lo del reloj ha tenido que ser también obra suya, sin duda —espetó Shadow.

—¿Y por qué ella haría eso? —preguntó Flashing, pensativa. Entonces, como si la respuesta hubiese llamado a su mente, entrado dentro e instalado todos los muebles para vivir allí, la potrilla sonrió ligeramente—. ¡¡Claro!! ¡¡No puede haber otra explicación posible!!

—¿Qué estás ideando? —cuestionó la blanca historiadora, con un gesto de temor en su rostro.

—¡¡Nada!! ¡¡Absolutamente nada!! —contestó la pequeña unicornio—. Hasta que no esté completamente segura de mi teoría, no es más que una tonta idea... Y solo podré confirmar mi hipótesis si pregunto directamente a Gentle.

—¿Entonces entramos o no? —expresó Knowledge.

—¡Hagámoslo! —comentó Feather—. ¡Quiero decirle cuatro palabritas a Gentle! ¡Nadie se burla de esa forma de Correos de Equestria!

Pero, en cuanto Shadow, que se había adelantado hasta situarse a la altura de la entrada, alzó el casco para llamar, la puerta se abrió.

Tanto las yeguas que estaban fuera de la casa, como las de su interior, sonrieron de forma totalmente desmesurada, como si estuvieran haciendo un concurso sobre quién era capaz de deformar más su expresión.

CONTINUARÁ...


Y esto es todo por el momento. Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte 6

Notapor Sr_Atomo » 27 May 2014, 22:01

Y esto se acabó, señores... (Me refiero, por supuesto, al capítulo, no al fanfic)

Recordemos entonces...

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Mucho de:

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Y una pizca de:

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Y, sin más preámbulos, he aquí la sexta parte (de seis) del capítulo 1x15:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Visita (in)esperada

Parte 6


—Bueno, ¿qué te parece nuestro pequeño pueblo? —preguntó Spoon, mientras cogía, de una bandeja que reposaba en perfecto equilibrio sobre su casco delantero izquierdo, un vaso de agua, que puso finalmente sobre la mesa, justo delante del blanco unicornio.

—Debo reconocer que el sitio no está nada mal, la verdad —contestó Shining, asiendo el recipiente y bebiendo parte del líquido de su interior—, pero por desgracia algunos de sus habitantes no son muy... “agradables”.

—¿A qué te refieres? —inquirió Wise, extrañado.

—A ti, por supuesto... —dijo el Capitán de la Guardia Real—. Lo que le dijiste antes a esa pobre yegua fue horrible.

—¿A Imaginary? —expresó el espía—. Lo superará, no te preocupes.

—De todas formas —intervino Spoon, a la vez que ponía otra cerveza en la mesa, delante de amarronado poni de tierra—, me sorprendió su comportamiento... Es la primera vez que la veo de esa forma... Parecía tan retraída, tan tímida...

—Porque Imaginary realmente es así —explicó Wise—. Aunque Reale es muy extrovertida, su hermana menor es todo lo contrario. A veces esa yegua se comporta como si el mundo externo le aterrase, hasta el punto de retraerse sobre sí misma y viajar, como válvula de escape, a un mundo idílico creado por su mente.

>>Sin embargo, tú siempre le has visto acompañada de Reale. Y, cuando están las dos juntas, ese universo sale de su cabeza y se sitúa en la hermana mayor, de tal forma que Imaginary adquiere una confianza que prácticamente iguala a la de su gemela.

—¡Eso es muy cruel! —espetó Shining Armor, mirando al espía con los ojos entrecerrados—. ¡Cuando entró aquí, estaba sola! ¡Y tú le has atacado de una forma exageradamente brutal, sabiendo que es tan frágil! ¡Me das asco!

Spoon, sin embargo, sin perder su sonrisa, alegó:

—Bueno, creo que la cerveza de abadía de Germaneich acaba de triplicar su precio. Tendré que apuntar el cambio para que los señores clientes lo sepan...

El espía miró al camarero con cara de pocos amigos.

>>La ley de la oferta y la demanda, “querido amigo” —siguió hablando el cocinero—. Últimamente me piden mucho esa bebida, y debo ajustar el precio a las pocas unidades que dispongo en este momento.

* * *


Shiny miró el reloj una vez más, mientras degustaba lentamente un muffin.

—En cualquier momento las demás llegarán —dijo al aire—. Estoy segura de ello.

—De todas formas —comentó Polished, después de dar un pequeño sorbo de café—, es ya muy tarde. Debo emprender la vuelta a Canterlot.

—Pero abuela... —se quejó la joyero—. Todavía es de día —señaló la ventana, donde la luz del sol del atardecer penetraba en la estancia.

—Tu abuela tiene razón —respondió Gentle—. Los caminos de Equestria se vuelven más peligrosos por la noche y, aunque ella irá en el Carro Real, protegido por el Capitán de la Guardia Real y por cuatro valerosos soldados pegaso, ninguna de nosotras quiere hacer que la Princesa Celestia se preocupe, ¿verdad?

—Tú también tienes razón, amiga mía… —expresó la anciana yegua.

Tanto Gentle como Polished sonrieron.

—¡Está bien, está bien! —declaró Shiny—. No quiero ser yo la que haga que nuestra monarca se inquiete. En fin, es una pena que las demás no hayan podido disfrutar de esta agradable merienda de amistad...

—Otra vez será, querida nieta —dijo la pegaso de avanzada edad—. Porque habrá más veces, te lo aseguro... Esta visita me ha hecho rejuvenecer, al ver la gran unión que tienes con las demás. Incluso las que no han venido han demostrado que no les importa las apariencias, sino los hechos. Es muy probable que, cuando salgamos, estés esperando en la calle para despedirnos.

—Eso espero —la dorada joyero se levantó y empezó a recoger, con tristeza, los restos de la merienda de amistad, saliendo de la sala a continuación.

Con igual sentimiento de abatimiento, tanto Polished como Gentle se incorporaron de sus respectivos asientos y esperaron a que Shiny volviese de la cocina.

—Has ganado esta vez —susurró la anciana de repente, mirando de forma inquisitiva a la unicornio de dos colores—. Pero a la próxima no seré tan benevolente, te lo aseguro...

—Estaré esperando ansiosa el momento de volver a humillarla —musitó la yegua del cuerno roto.

—¿Salimos o qué? —preguntó Shiny, quien estaba regresando al salón.

—¡Por supuesto! —respondió la abuela, adelantándose hacia la salida, aunque fue fácilmente rebasada por las otras dos yeguas, debido a la lenta cadencia de movimientos que ejercían sus huesos gastados por la edad.

En cuanto la joyero abrió la puerta, vieron que Feather, Flashing, Knowledge y Shadow estaban en la entrada, con la herrero a punto de llamar. En ese momento, las yeguas del exterior empezaron a sonreír de forma exagerada.

Shiny forzó también una sonrisa, intentando esconder lo molesta que estaba por la ausencia de las cuatro en la merienda de amistad. Gentle retrajo los belfos, pretendiendo ocultar lo preocupada que estaba por la inminente venganza de las demás, quienes, por su gesticulación excesiva para mostrar una expresión alegre, sin duda sabían de su argucia y debían estar preparando una represalia de igual magnitud. Polished, sin embargo, sonrió de forma natural, disfrutando de su acierto sobre las demás amigas de su nieta, en un pequeño pero vital triunfo.

* * *


—¡De acuerdo, de acuerdo! —exclamó Wise, irritado—. ¡Le pediré perdón!

—Más te vale —respondió Shining, que aún le seguía mirando fijamente—, o tendré que reportar a la Princesa tu desagradable acción.

—Opino igual que el señor Capitán —añadió Spoon, desde detrás de la barra, mientras limpiaba unos vasos de tubo.

—Lo difícil va a ser separarla de su hermana para disculparme —se lamentó el espía—, porque ya no confiará en mí.

—Será algo difícil, pero te lo has buscado… —comentó el blanco unicornio, dando otro trago de agua.

—Sigo opinando igual que el señor Capitán —dijo el camarero, a la vez que metía en un aparato metálico los platos y vasos sucios. Entonces, cerrando la puertecita, un sonido acuoso resonó en el interior de la máquina.

Hubo un pequeño silencio, que rompió Spoon:

—Es una lástima, la verdad... —se quejó—. Por lo visto, tener a un ilustre invitado en este establecimiento hace que nadie se atreva a entrar.

Extrañados, tanto Wise como Shining miraron hacia fuera, a través de los ventanales. En la calle, con evidente gesto de nerviosismo, un gran número de yeguas y sementales intentaban dejar pasar el tiempo, bien moviéndose de forma errática, bien permaneciendo estáticos. Pero todos ellos, en un momento u otro, exhibían miradas rápidas y fulgurantes hacia el restaurante, con expresión seria e incluso, en alguno, irritadas.

—Al menos, veo que la bestia ha sido domada... —expresó Wise, señalando a un lugar concreto de la calle—. Por fin una buena noticia...

El camarero y el Capitán observaron al lugar que el espía indicaba. Allí, pudieron vislumbrar cómo seis yeguas jóvenes y una anciana caminaban juntas, dirigiéndose hacia el restaurante. De todas ellas, la única que mostraba una gran sonrisa sincera era la poni de más edad, siendo la expresión de las demás una falsa y enmascarada mueca.

Shining se fijó entonces en las acompañantes de Polished Emerald. Si había entendido bien las palabras que había dicho antes “Número Uno”, una de ellas era en realidad no una inocente y joven yegua, sino una poderosa fuerza capaz de poner en aprietos a la mismísima Princesa Celestia. De todas ellas, la que tenía más posibilidades de serlo era esa extraña unicornio cuyo cuerpo estaba cubierto por un pelaje bicolor, aunque, atendiendo a lo que había aprendido en la escuela militar, el enemigo casi nunca se mostraba de manera tan evidente, por lo que seguramente la peligrosa criatura fuese una de las otras féminas. Según esas enseñanzas, la poni con más papeletas de ser a quien se refería Wise era la otra unicornio, que parecía ser, con diferencia, la más débil del grupo. Decidió vigilarla hasta perder de vista el pueblo, por si acaso.

Los habitantes del pueblo que estaban en la calle dejaron pasar a la pequeña comitiva y se dispersaron rápidamente, como si no quisiesen tener problemas, lo que reforzó las sospechas del blanco unicornio. La anciana y la dorada pegaso se acercaron finalmente a la puerta del restaurante y, después de que esta última dirigiese una palabra a las demás ponis, entró junto a su abuela al establecimiento, quedándose las demás fuera.

* * *


—Ahora que estamos solas... —dijo Knowledge, una vez la puerta del restaurante se cerró, después de que, tanto Shiny como Polished entrasen. Entonces giró su cabeza hasta enfocar a Gentle—. ¿Por qué lo has hecho?

Ésta tragó saliva.

—Sabemos que ha sido tú —espetó Feather, que se había elevado ligeramente del suelo y señalaba a la unicornio de dos colores con gesto acusador.

La yegua del cuerno roto volvió a tragar saliva.

—La dirección que le has proporcionado a Feather era errónea, haciendo que se tirase horas buscando el destino... —indicó Shadow—. Y también, no sé cómo, has alterado el reloj de la herrería, para que las demás llegásemos tarde.

Esta vez la yegua bicolor bajó la cabeza.

—¡Yo sé por qué lo ha hecho! —exclamó eufórica Flashing, dando pequeños saltitos—. ¡¡A Gentle le gusta Shiny!!

Todas las demás, incluyendo la aludida, miraron a la potrilla con ojos como platos. Entonces, adelantándose ligeramente, la pequeña prestidigitadora siguió saltando, esta vez alrededor de la unicornio, mientras entonaba una cantinela infantil, pero con la letra alterada.

—¡Gentle y Shiny se quieren! ¡DU-DA, DU-DA!
¡Y se van a besar! ¡DU-DA, DU-DA, HEY!
¡Y pronto se van a casar! ¡DU-DA, DU-DA!
¡Y un potrillo van a tener! ¡DU-DA, DU-DA, HEY!

En ese momento dejó de danzar y, llevándose el casco a la barbilla, exclamó:

>>Bueno, eso último solo si adoptáis...

Gentle se sintió molesta ante esas palabras. No porque fuesen estrictamente ciertas, sino porque no eran completamente falsas. Era verdad que, desde lo ocurrido en la mina, veía a Shiny con otros ojos, pasando de ser poco menos que una molesta yegua a algo parecido a una amiga íntima. Pero de ahí a sentirse enamorada por ella iba un mundo. Sin embargo, lo que más le irritaba del asunto era que la prestidigitadora hubiese leído su actuación como si de un libro abierto se tratara. Eso era, sin duda, un golpe muy bajo. Un asunto que tendría que voltear hasta salir victoriosa o, al menos, devolverlo a un nivel inofensivo para ella.

Knowledge era quizá la más sorprendida... No se esperaba para nada que su amiga tuviese esos gustos amorosos, aunque tampoco era el fin del mundo para la unicornio el reconocerlo. Afortunadamente, estaban en un momento de la Historia en el que declararse abiertamente homosexual no era perseguido por los regímenes más extremistas de Equestria.

Feather simplemente sonrió. Aunque ella prefería a los sementales, provenía de una familia en el que su querida hermana mayor había optado por esa tendencia sexual, aunque sería más correcto decir que había nacido con ella. Para su desgracia, su hermana había sido educada en la preferencia contraria (más común), por lo que se había visto obligada a ocultar su condición a ojos de los demás, excepto de ella, con quien nunca había tenido secretos. Por lo tanto, era plenamente consciente de la dificultad que conllevaba una orientación diferente al resto de Equestria, desde el día a día hasta el ámbito más íntimo.

Shadow, sin embargo, entrecerró ligeramente los ojos. No porque le pareciese mala la noticia, sino que, aunque ella era de índole más clasista, instintivamente recordó la carta que su hermano le envió hacía ya meses. “¿Y si quizás a lo que él se refería con “algo horrible” era precisamente que a Gentle le gustan las yeguas?”, pensó, “Eso es muy triste, Plush. Pensé que, al vivir en Detrot, tendrías la mente más abierta”.

Sin embargo, a pesar de la diferencia de ideales, lo que decidieron cada una de las tres fue que, pasase lo que pasase, apoyarían a la yegua del cuerno roto.

—¡No digas tonterías! —espetó finalmente la unicornio de dos colores, furiosa—. ¡Si he hecho lo he hecho, es porque quería saber qué está ocurriendo exactamente en Canterlot! Es algo crucial para mí el saber cómo están todos y cada uno de los amigos que dejé atrás, al volver a este insulso pueblo. Y, por supuesto, no podía dejar que interrumpieseis constantemente esa información vital con vuestras tonterías.

Las demás, excepto Shadow, cambiaron su actitud, defraudadas por la ilusión rota. La herrero únicamente entrecerró aún más sus ojos.

>>Además, deberíais saber que, gracias a mí, Shiny se queda en el pueblo.

En ese momento, todas se sorprendieron.

—¿Cómo que “se queda”? —preguntó Knowledge.

—Como lo oyes —sentenció la unicornio de dos colores—. Por lo visto, en realidad la visita de la abuela no era para pasar un buen rato en familia, sino para comprobar si nuestra amiga estaba protegida aquí o no. Y, como últimamente lo ocurrido en este pueblo podía catalogarse como “movidito y aventuresco” —expresó estas dos últimas palabras con un tono irónico y burlesco—, la anciana había llegado a la conclusión de que Shiny estaba en peligro. Así que decidió llevársela con ella.

>>Por fortuna, he logrado convencerla de que todas nosotras —señaló con su casco, mediante un círculo, a todas, incluyéndose a sí misma— velaremos por su seguridad.

>>Por lo tanto, lo más sensato es dejar esta discusión para cuando Polished abandone Northwest Mines Town —entonces miró directamente hacia Flashing—. Por supuesto, eso incluye la estupidez de que estoy enamorada de Shiny. Esa anciana no tiene por qué enterarse de estas tonterías, pues convencería a su nieta de que no somos “buena compañía”.

Las demás cambiaron completamente su actitud, primero sorprendiéndose y luego relajaron sus expresiones, sabiendo que la unicornio de dos colores tenía razón en lo que respectaba a su alada y dorada amiga. Sin embargo, no era justo que, para explicar esa situación, ellas hubiesen sido menospreciadas de esa forma. Simplemente tenían derecho a defender a Shiny, y demostrar a su abuela que ellas también cuidarían de su nieta.

* * *


—Mozalbete… —comentó Polished, nada más entrar al restaurante—, estoy lista para volver.

—Aún es pronto... —respondió Shiny, mirando de soslayo el cristal—. Además, los tiradores del carro aún no han bajado.

—Pues habrá que hostigarlos para que vengan —declaró la anciana—. No es de buen caballero hacer esperar a una dama...

“Já, a una dama”, pensó el Capitán, “Como si ella lo fuese...”

—De cualquier manera —intervino Spoon—, les invito a tomar un refrigerio —señaló dos asientos al lado de la barra—. Cortesía de Northwest Mines Town.

—No, gracias... —dijo Shiny—. Están esperándonos fuera...

El camarero miró hacia la puerta y vio a las cinco amigas de la dorada pegaso. Con una sonrisa, volvió a mirar hacia la joyero y contestó:

—No hay problema. Ellas también pueden consumir lo que quieran...

—Debo declinar la amable invitación —cortó Polished—. Necesito volver lo antes posible a Canterlot... Noto cómo mis huesos se resienten de tanto ajetreo.

—Es una pena que se tenga que ir tan pronto —terció Wise—. Espero al menos que su estancia en este pueblo haya sido de su agrado.

—Oh, sí, mozalbete —respondió la anciana pegaso—. Ha sido bastante... “productivo”. Incluso he visto que, a pesar de lo que pueda parecer, es un lugar bastante acogedor y seguro. Por eso, mi querida nieta podrá seguir permaneciendo aquí, algo que podéis agradecérselo a sus amigas. Solo espero que no me hagáis arrepentirme de esta decisión.

Tanto Spoon como Wise sonrieron ante aquellas palabras. Definitivamente, la bestia había sido domada.

>>Con respecto a ti, jovenzuelo... —señaló a Shining—, debo tener unas palabras muy serias. No creas que se me pasó por alto el estado de embriaguez que tenías esta mañana. Un soldado no debería descuidar su mente ni su cuerpo dejándose de esa manera. Lo que hagan ellos —apuntó hacia Wise, sin dejar de mirar al Capitán de la Guardia Real— me da igual, pero un soldado de la Guardia Real de su majestad no debería actuar de la misma forma que esta calaña...

>>Así que... deberías intentar convencerme durante el viaje de vuelta, para que nuestra querida Princesa Celestia no se entere de este... “desliz”. ¿O quieres que vuelva a darte “un serio correctivo”? —comentó, llevándose a continuación el casco a la boca y sacándose la dentadura, que empezó a castañetear, como si de un artículo de broma se tratase.

El aludido tragó saliva, sabiendo que el regreso a Canterlot no iba a ser precisamente tranquilo. Y, por supuesto, adiós a hacer una rápida parada en Ponyville para visitar a su hermana Twilight. Aunque, por otra parte, acababa de descubrir cómo había hecho esa octogenaria pegaso para “pellizcarle” al subir al Carro en Canterlot.

* * *


—¡Shhh! —chitó Shadow—. Ya salen...

Cuando Shiny, Polished y Shining Armor abrieron la puerta, fueron recibidos por un conjunto de sonrisas.

—Veo que no habéis perdido el tiempo... —comentó la anciana—. Parece ser que la charla que ha tenido lugar aquí fuera os ha sentado muy bien.

—¡Ah, creo que los tiradores están bajando! —exclamó el Capitán de la Guardia Real, mirando al cielo.

Al observar las demás al mismo lugar del firmamento, descubrieron a los cuatro blancos pegasos, quienes estaban descendiendo rápidamente, mientras tiraban del carro, que traqueteaba debido a la gran velocidad.

—¡Buenas, Señor! —dijo el pegaso-guía, nada más aterrizar, cuadrándose para acompañar el movimiento—. ¡Estamos listos para el viaje de regreso!

—¿Ha ido todo bien, soldado? —preguntó Shining Armor, respondiendo el gesto con otro similar.

—¡Sí, Señor! —contestó el mismo pegaso—. ¡De hecho, tengo relajados músculos que no sabía ni que existían!

—Perfecto... —añadió el Capitán—. ¿Estáis listos entonces para volver?

—¡Señor, tan listo como se podría estar! —fue la respuesta que recibió—. ¡Incluso podría llevar yo solo el Carro Real!

—¿Entonces por qué no lo haces? —comentó otro de los pegasos.

El soldado-guía volteó la cabeza hasta mirarle, con evidente gesto de irritación por haber faltado el respeto al mando superior.

—¡Vamos, vamos! —Shining sonrió—. Recordad que ésta ha sido una misión “de recreo”. No hacen falta tantos formalismos. Al fin y al cabo, estamos entre amigos... ¿verdad? —exclamó, mirando directamente hacia Wise, quien asintió sin perder la sonrisa.

Polished aprovechó el momento para despedirse convenientemente de su nieta y de las amigas de ésta. A la primera le dedicó un gran abrazo, con un “Cuídate” susurrado. Con respecto a las demás, las miró durante unos segundos y, con un tono triste, declaró lo siguiente:

—Siempre es una pena despedirse, pero el hacerlo implica la posibilidad de un encuentro futuro y esperanzador.

>>Me hubiera gustado haber estado más tiempo con vosotras, y descubrir qué os hace tan especiales para mi querida nieta —se acercó a Knowledge y siguió hablando—. Ojalá hubiese podido visionar tu colección de libros y de armas; y que me hubieses narrado las hazañas de nuestros antepasados —ante el gesto de consternación de la blanca poni de tierra, la anciana enfiló a Shadow—. Un oficio tan duro y hermoso como el tuyo merece ser contemplado y admirado a partes iguales. Es una lástima que no haya logrado ser testigo de tus maravillosas y duraderas creaciones —se acercó entonces a Feather, mientras la herrero torcía el gesto—. Cartas, mensajes y misivas; pero sobre todo emociones; son objetos y valores unidos entre sí, que viajan juntos a través de Equestria, para conectar dos almas y convertirlas en una sola. Los carteros sois los que hacéis eso posible. Sois como el gran Cupido. No puedo menos que inclinarme y apreciar vuestra gloriosa función —después se colocó delante de Flashing, a la vez que la amarillenta pegaso apretaba los dientes—. ¿Quién necesita magia cuando puede crear prodigios de la nada, usando lo que vulgarmente se conoce como “trucos de prestidigitación”? Es encomiable descubrir un corazón tan fuerte dentro del cuerpo tan pequeño. Eres realmente valiente y única. Sigue así —por último, cuando los ojos de la pequeña unicornio se abrieron como platos, la anciana se posicionó enfrente de Gentle. Tras unos segundos de tenso silencio, Polished sonrió y siguió hablando—. No sé cuál es tu trabajo o función aquí pero, sea lo que sea, continúa haciéndolo.

La anciana comenzó a dirigirse hacia el Carro Real, pero una voz hizo que se girase.

—¡Espere, espere! —gritó Flashing—. ¡Si quiere trucos mágicos, trucos mágicos es lo que tendrá!

Llevándose los cascos a la cara e, inflando los mofletes, poco a poco fue sacando una pequeña sábana blanca de la boca. Cuando terminó de hacerlo, tiró la manta al aire y, mostrando los flancos, exclamó:

—¡Nada por aquí, nada por allá! ¡Alakazam!

De la tela, que por efecto de la gravedad tenía su centro curvado hacia arriba, empezaron a caer una serie de pequeños objetos, tales como cuadernos, redomas de tinta, algunos libros, una cesta de manzanas y un cojín. Por último, y con gran estruendo, una ballesta de metal descendió al plomo sobre la pequeña almohada, dejando sonar un apagado sonido metálico.

—¡Ay, no! —se lamentó la pequeña unicornio—. ¡Esto último no debería haber salido!

—¡Ajajá! —gritó Knowledge, adelantándose al resto del grupo—. ¡Al fin es mía! —comentó, mientras asía el arma—. ¡Ahora es el momento de tu destrucción!

—¡Eh, “Knowli”! —dijo la prestidigitadora, torciendo el gesto—. ¡Antes me prometiste que ibas a perdonar lo ocurrido!

Dándose la vuelta hasta mirarla, la historiadora sonrió de forma malévola.

—Dije que te perdonaba a ti —expresó—, no a “ella”.

Entonces las dos yeguas se alejaron del lugar, una irguiéndose orgullosa con la ballesta bien amarrada con su pata delantera derecha, mientras la otra imploraba y suplicaba misericordia para el arma.

—Adiós, querida nieta —habló Polished, desde el Carro Real. Situado junto a ella, Shining Armor musitaba lo que parecían ser órdenes a los tiradores del Carro Real, siendo respondido, a su vez, por una serie de continuos asentimientos por parte del pegaso-guía—. Deseo que me visites pronto… Prometo enseñarte a ti y a tus amigas el interior del Palacio Real.

Sin dejar tiempo para responder, el carruaje se elevó por el aire y, con determinación, se alejó del lugar, tomando rumbo directo hacia Canterlot.

Shiny Eyes bajó entonces la mirada, apenada. No había podido disfrutar más que unos breves segundos de la compañía de su amada abuela. Ni siquiera había indagado sobre las acciones y vivencias de su vida diaria, como joyero oficial de la Princesa Celestia. Ni siquiera había preguntado por el resto de su familia. Ni siquiera había…

—¿Cómo era…? —preguntó irónicamente Feather, sacando a la dorada pegaso de sus pensamientos—. ¡Ah, sí! “Nada de enseñar trucos, armas, herramientas, o actitudes”. Te has lucido, Shiny…

La aludida bajó aún más su mirada.

—Lo… Lo siento… —musitó.

—Venga, venga, tranquilas… —comentó Shadow—. Al menos hemos ordenado nuestras cosas, ¿no?

—Opina por ti misma —respondió la cartero—, ya que has tenido dos diligentes ayudantes. Otras no hemos tenido tanta suerte…

—¡Por favor! —intervino la unicornio de dos colores—. ¿¡No os da vergüenza!? Nuestra dorada amiga ha tenido un día muy ajetreado, así que démosle un pequeño descanso.

—Gracias, Gentle —dijo Shiny. Entonces, levantando su cabeza, enfocó a las otras dos con gesto furioso—. Por cierto… ¿¡Se puede saber por qué no habéis venido a la merienda de amistad!? ¡Era algo muy importante para mí!

Tanto la herrero como Feather señalaron instantáneamente, con sus cascos, hacia la yegua del cuerno roto.

>>¡Ah, con que tú has sido la causante de todo! —exclamó la dorada pegaso—. ¿¡Por qué no me extraña en absoluto!?

—¡¡Quedamos en que no ibais a decir nada!! —la unicornio de dos colores se encaró hacia las dos yeguas que la habían acusado.

—Y no lo hemos hecho —comentó Shadow, sonriendo de forma maliciosa. Gesto que imitó Feather a continuación.

—El caso, Gentle, es que… ¿Por qué lo has hecho? —inquirió Shiny, acercándose a la yegua del cuerno roto, mientras la miraba irritada.

—Ponte a pensar un momento, Shiny —respondió ésta—. ¿Qué habría pasado si, para salir en tu defensa, Flashing, Knowledge y estas dos hubiesen actuado como suelen hacerlo? No hace falta que respondas, lo haré yo por ti: ahora estarías en ese carruaje —señaló hacia la encrucijada de caminos, donde apenas se veía ya la Carroza Real—, llorando sin parar.

La mirada inquisitoria de la dorada pegaso siguió encontrándose con la de Gentle, cuyos ojos expresaban tranquilidad. Poco a poco, la expresión de la joyero se fue calmando, hasta acabar en una escueta y pequeña sonrisa.

—Tienes razón —comentó—. Gracias por estar en la merienda de amistad. Y gracias por evitar que el resto estuviese…

—¡¡Eh!! —gritó Feather, molesta. Shadow, sin embargo, soltó una gran risotada.

—¿Qué? —preguntó Shiny—. Todas sabemos que Flashing y Knowledge terminarían liándola, y vosotras dos perderíais el tiempo inútilmente intentando remediar la situación.

—Hablando de estas dos… —intervino la herrero—. Es mejor que no las dejemos solas, y menos en estas circunstancias.

—Tienes razón —añadió Gentle—. Es mejor que las alcancemos y calmemos la situación, para evitar un desastre.

Todas asintieron y, preparándose, salieron al galope hacia la casa de la historiadora, donde acababan de entrar ésta y Flashing.

* * *


Apenas terminó de elevarse el Carro Real del suelo cuando, tanto Spoon como Wise, se giraron para entrar al restaurante y comentar entre ellos lo ocurrido.

—Bueno, bien está lo que bien acaba —comentó el espía.

—Ha sido un día muy largo —respondió el cocinero—. ¡Venga! Te invito a una cerveza de las tuyas.

—Muy agradecido —Wise sonrió.

—Pero eso sí —Spoon miró directamente a los ojos de “Número Uno” —, debes disculparte con Imaginary.

—¡Lo haré, lo haré! —expresó el amarronado poni—. Por cierto, muchas gracias por darle a nuestro “amigo” ese trago de licor con adormidera. Habría sido engorroso que se hubiese entrometido en la pelea entre Gentle y Polished.

—No hay de qué… —contestó el hostelero—. Además, yo tampoco tenía muchas ganas de que el pueblo se convirtiera en una batalla campal, cosa que de seguro ocurriría si Shining Armor ponía el hocico donde no debía. Aunque debo reconocer que esa idea tuya de convertir Cirrus Merlon en un spa improvisado ha sido fantástica. Y pensar que lo has hecho en cuestión de horas… ¿Se puede saber cómo lo has conseguido?

—¡Oh, muy fácil! —Wise sonrió—. Solo he trastocado un poco el hechizo de olvido que hay en este pueblo para que, en vez de borrar de la memoria, enseñase técnicas avanzadas de masaje, y lo he enfocado y lanzado sobre nuestra querida acumulación de nubes.

—¿Me estás diciendo que has hecho que todos los pegasos que estaban sobre Cirrus Merlon, de repente hayan aprendido técnicas de relajación? —Spoon se paró y miró al espía con los ojos entrecerrados. Entonces, después de un segundo, sonrió—. Ya sé a quién llamar cuando tenga que hacer un examen…

Abrieron la puerta del restaurante y, para su sorpresa, no había ni un asiento libre. Los clientes que los ocupaban, como si tuviesen un resorte en el cuello, giraron a la vez su cabeza hacia la entrada para mirarles. Y, al ver que el cocinero al fin había llegado, cogieron los cubiertos y empezaron a golpear con ellos, de forma rítmica, los platos, los vasos e incluso las mesas, demostrando así la impaciencia y el hambre que sentían.

Mientras Spoon trotó para situarse detrás de la barra y empezar a coger pedidos, Wise se lamentó: la cerveza prometida iba a tardar un mundo en ser servida.

* * *


La noche hacía su aparición cuando Knowledge dejó de cavar. Las demás yeguas del grupo miraban hacia el hoyo, exceptuando a Flashing, que tenía prohibido el hacerlo y Shadow quien, junto a la blanca poni de tierra, también estaba excavando.

—¿En serio quieres hacer esto? —preguntó Gentle.

—¡Por supuesto! —declaró la historiadora, mientras descansaba del duro esfuerzo.

—¿Y quieres que yo “oficie” la “ceremonia”? —inquirió la unicornio de dos colores, remarcando las palabras.

—No veo por qué no —intervino Shadow—. Tienes un montón de libros en casa, por lo que seguramente alguno debe ser de ritos y actos fúnebres.

—Knowledge también tiene muchos volúmenes —comentó la yegua del cuerno roto—, y los suyos son más adecuados para estas cosas, pues los rituales, bien sean oficiales o paganos, entran dentro del ámbito de la Historia, ¿no?

—Pero yo estoy cavando —exclamó, retomando su trabajo y dando otra palada para reforzar sus palabras.

—¿Podéis bajar la voz? —dijo Shiny, mientras apretaba aún más su abrazo sobre Flashing, que estaba sollozando—. La estáis asustando.

—Shiny tiene razón —añadió Feather—. Esto es muy duro para la pobre. Está perdiendo algo muy apreciado por ella y encima tiene que verlo.

—¡¡Callaos las dos!! —espetó Knowledge—. ¡También es duro para mí, pero lo que ha de hacerse, ha de hacerse! ¡Gentle, vamos!

—¡Está bien, está bien! —abdicó ésta.

Acercándose aún más al borde de la fosa, la unicornio de dos colores tosió y, con voz ceremoniosa, habló:

—Hermanas… Amigas… Nos hallamos hoy aquí para dar un último adiós a “Allons-Y” Alonso, el cual…

—¡Se llama “Betty”! —rugió la historiadora.

—Flashing es la que más está perdiendo con esto —respondió Gentle—. Dejemos, por tanto, que la ballesta obtenga el nombre que ella ha elegido.

La contestación de la blanca poni de tierra fue un bufido de molestia, pero no dijo nada más, por lo que la unicornio de dos colores continuó sin más.

—… El cual reposará al fondo de un hoyo de… —siguió diciendo la yegua del cuerno roto. Entonces, acercándose de nuevo al borde de la tumba, miró hacia abajo y continuó, mientras levantaba una ceja en señal de extrañeza y admiración— unos tres metros de profundidad y…

—¿Te molesta acaso? —gruñó Knowledge.

—En absoluto —respondió Gentle—. Solo estoy constatando el hecho de que es, a mi parecer, una tumba demasiado profunda para un objeto tan “pequeño”. Es como si quisieras no solo enterrar el arma, sino olvidarla para siempre.

—¡Y eso es lo que quiero! —replicó la historiadora—. ¡Ha hecho demasiado daño y debe pagar por ello! —entonces fijó su mirada en la herrero y siguió hablando—. ¡Shadow, tirémosla aquí mismo y ocultémosla bajo toneladas de tierra!

La yegua de pelaje oscuro subió a la superficie usando un cabo y, cogiendo la ballesta con la boca, bajó de nuevo, dejándola a continuación, con sumo cuidado, sobre el suelo.

Según iban cayendo paladas de arena sobre el arma, y según ésta iba siendo cubierta, los sollozos de Flashing fueron convirtiéndose en llantos cada vez más lastimeros. Tanto Shiny como Feather la abrazaron con fuerza, pero a la vez con cariño, para acompañarla en el aciago momento, mientras intentaban, por todos los medios, contener ellas mismas los lloriqueos.

- - -


Cuando Knowledge y Shadow terminaron de asentar la tumba, descubrieron que las demás se habían marchado hacía bastante rato. Sabían que la joyero, la pegaso-cartero y la prestidigitadora no habían podido aguantar el llanto, por lo que probablemente estarían en casa de Shiny, en una merienda íntima para consolar a la pobre potrilla. Y también comprendían que Gentle se había marchado porque seguramente no aguantaba los lamentos de las otras tres.

Poco a poco la historiadora y la herrero se dirigieron a sus respectivos hogares, no sin antes recoger Shadow las dos palas, mientras despotricaban en silencio a la unicornio de dos colores por su falta de asertividad, aunque a la vez sentían envidia por esa misma carencia sentimental pues, aunque no querían reconocerlo, las dos estaban destrozadas por dentro.

* * *


Feather se despojó de las alforjas y se echó directamente sobre la cama. Acababa de volver de casa de Shiny y, aunque ni ella ni la joyero habían conseguido animar a Flashing, la habían acompañado hasta su hogar, prometiéndole que al día siguiente estarían a su lado desde primera hasta última hora.

Afortunadamente para las tres, disfrutaron de unos muffins y un café que, aún recalentados, supieron divinamente, y parecieron consolar ligeramente a la pequeña unicornio, que había dado buena cuenta de casi todos los dulces.

Se giró sobre sí misma, hasta mirar hacia arriba. Un pensamiento cubrió su mente por completo… La misma reflexión que, horas antes, la había atosigado en la calle, mientras veía el canal de noticias de Manehattan: Alguien había hecho algo para “obligarla” a elegir Northwest Mines Town como lugar de destino en su traslado.

Sin embargo, sintió que debía analizar ese hecho por partes. Concretamente, tenía que elucubrar sobre el “quién” y el “por qué” del acto en sí. Sobre el primero, tenía una ligera idea de su autor o autores. Pensando con lógica, pudo analizar el contexto: había sido “controlada” por una fuerza externa para elegir ese pueblo y, tan pronto como lo había firmado, esa extraña influencia desapareció tan rápido como había llegado. Ya tenía el “cómo”. Y, que supiese ella, una maniobra de esa índole solo lo podía hacer un unicornio. Ya tenía algo parecido al “quién”.

Pero faltaba lo más importante: el “por qué”. Y es que no había nada, absolutamente nada, que fuese de interés en Northwest Mines Town. Miró entonces en dirección a la puerta de la casa, donde, en una percha al lado de ésta, reposaba el zurrón. También estaba el avisador. Ella era la única cartero, en toda Equestria, que tenía ese aparato. Y ese hecho era otra cosa que conectaba con su estancia en el pueblo.

Por tanto, la única resolución sensata, única e inevitable para explicarlo, era porque, para ese mismo unicornio, o para el ser que le hubiese ordenado realizar la misión, ella era una elegida para algo extremadamente importante. “’Por qué’ ”, volvió a resonar en su mente. “¿Por qué estoy aquí?”, pensó, “¿¡Por qué!?”.

Incapaz de encontrar una respuesta, se acomodó para dormirse, intentando olvidar lo que le acuciaba. Pero, cuando empezó a caer en el mundo onírico bajo el cuidado de la Princesa Luna, abrió los ojos como platos y se incorporó con toda la rapidez de la que fue capaz.

—¡¡Look Talker!! —gritó—. ¡Solo puede ser por él! ¡Como primogénito de la Canciller Pudding Head, es el heredero de la inmensa fortuna de una de las familias más importantes de Equestria! ¡Si él cae, todo el Reino también lo hará!

Con una gran sonrisa en su boca, producto de haber descubierto al fin el gran enigma, se volvió a recostar y cerró los ojos, hasta dormirse completamente.

Pero aún quedaba el “quién”.

* * *


Knowledge se sentía culpable. Ahora que estaba en la cama, más tranquila, podía visionar todo lo ocurrido desde un enfoque más lejano y global. Y había comprendido que su acción había sido totalmente desorbitada.

Sentía que tenía que arreglarlo de una u otra forma, y decidió que lo mejor era darle a Flashing la daga ritual de los grifos que habían encontrado esa tarde y que, debido al descubrimiento del malfuncionamiento mágico del reloj, había quedado en la herrería.

Sí, ese regalo sería lo mejor que podía hacer para volver a ganarse la amistad de la pequeña unicornio, acompañado, por supuesto, por una serie de sinceras disculpas.

* * *


Shadow miró hacia la ventana que daba hacia la herrería, extrañada. Estaba segura que había cerrado la herrería justo después de que salieran ella, Knowledge y Flashing esa tarde, y de hecho estaba así cuando, momentos antes, había metido las palas en el taller, teniendo de nuevo que levantar y bajar la verja.

Sin embargo, el gran puñal de hoja en espiral, que tanto la historiadora como la prestidigitadora habían buscado con ahínco, no estaba por ninguna parte.

Resoplando de indignación, se dispuso a echarse en la cama. Fuese lo que fuese lo que había ocurrido, estaba demasiado cansada como para intentar solucionarlo.

* * *


Bajo las sábanas, Shiny se revolvía. Quería dormir. Necesitaba hacerlo, para descansar y, sobre todo, para olvidar. Quería que ese día se desvaneciese de su memoria, como si nunca hubiese pasado. Todo lo ocurrido, desde que salió de casa por la mañana hasta que había vuelto por la noche, no había sido más que una acumulación de errores.

“Ojalá pudiese volver atrás en el tiempo”, pensó.

Pero lo que más le irritaba; más aún que la decisión de su abuela de llevarla con ella a Canterlot, más aún que las peleas entre Knowledge y Flashing, y más aún que el entierro del arma; fue la actitud de Gentle. De hecho, daba la impresión de que, para la unicornio de dos colores, todo había sido únicamente un juego para salvar cada obstáculo, sin importar pisotear a los demás para vencer a toda costa.

“Debo tener unas palabras con ella mañana”, volvió a pensar.

Entonces, sin poder ni quererlo evitar, el sueño se apoderó de ella.

* * *


—¿No dices nada? —preguntó Gentle, mirando fijamente al gran maniquí de Celestia, el cual estaba sentado en el trono—. Sin duda, mi aplastante victoria te ha dejado sin habla.

Con una media sonrisa, la unicornio de dos colores recogió con la boca un gran saco de cuero negro situado a su lado, y se dispuso a marcharse de la gran sala. A medio camino, paró y volteó su cabeza.

>>Ah, ¿ahora te dignas a contestarme? —preguntó a media voz, sin dejar caer las dos puntas del fardo.

Con gran parsimonia, volvió sobre sus pasos hasta situarse otra vez delante del gran sillón. Entonces abrió ligeramente la boca y dejó que el saco cayese a plomo sobre el suelo, produciendo al contacto un apagado sonido metálico.

>>Sí, hoy he aprendido algo nuevo relacionado con la amistad —declaró, haciendo con sus patas exagerados aspavientos—: Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, la amistad es sagrada...

>>Y, por eso mismo, esa imbécil que has enviado para provocarme sigue viva. Lo está porque es la abuela de Shiny.

>>¿Cómo? ¿Que eso no es lo que esperabas oír? —la yegua del cuerno roto volvió a sonreír—. Pues esto es todo lo que tendrás de mí.

>>¿El trato? ¡Por supuesto que recuerdo el trato! —Gentle elevó la voz—. ¡Tú me dejabas en paz y yo, a cambio, no te destruiría! —entonces se acercó al maniquí hasta rozar el hocico con el suyo—. ¡Tú has sido la que lo ha roto, no yo!

Hubo un momento de tenso silencio, que volvió a romper la unicornio de dos colores, algo más calmada.

>>Por supuesto que siempre quedan cabos sueltos, pero ellas son listas, y acabarán por descubrir la gran y única verdad: que tú eres una traidora y una manipuladora.

>>¿Flashing? —su sonrisa se acentuó—. Sin duda volverá a por la ballesta esta noche, antes de que se termine de asentar el terreno.

>>¡Ja! Sus lágrimas en la ceremonia de inhumación eran de cocodrilo. Sé que ha contado los pasos desde el pueblo y, por lo tanto, ha determinado la posición a la que está la tumba. De hecho, yo misma me he asegurado de que conociese la profundidad a la que está enterrado, para que, incluso con un hechizo tan simple como los que usa ella, sea capaz de desenterrarlo. Aunque, por si acaso, seguiré con la transcripción del libro de trucos mágicos de...

Entonces Gentle bajó la cabeza, furiosa.

>>¡¡Por supuesto que voy a acompañar a Feather y a las demás a Canterlot!! ¡¡Porque es lo que esperan de mí, en aras de lo que significa la amistad!! ¡¡No me importa romper el exilio de nuevo!! ¡¡Y no me importa las represalias que puedas hacerme!! —en ese momento, se llevó los cascos a los oídos, como queriendo desdeñar las palabras que escuchaba—. ¡¡NO!! ¡¡Deja a Feather en paz!! ¡¡No voy a dejar que te la lleves de nuevo!! ¡¡Demostrará en las Olimpiadas de Carteros de lo que es capaz!! ¡¡Y estaré a su lado para protegerla!!

Cerró los ojos y respiró hondo para calmarse.

>>Lo sé, lo sé... No depende de mí. Siempre dependerá de ti... O, mejor dicho, de tu verdadera tú. Al igual que ocurre con las demás del grupo...

De repente, con gran rapidez, se volvió a situar justo delante del maniquí, rozando por segunda vez su hocico con el del muñeco.

>>¡¡Ni se te ocurra pensar en eso!! —gritó—. ¡¡Nunca permitiré que toques un solo pelo de la crin de Shiny!! ¡¡Si las demás son esenciales para mí, ella lo es aún más!!

Apretando los dientes y entrecerrando los ojos, Gentle siguió hablando.

>>¡Sí, ella es diferente, lo sé! ¡No, no es por lo que dices! ¡No! ¡No estoy enamorada de ella, sino que, de alguna forma, presiento que es la única poni que, si viese lo que soy realmente... lo que somos realmente, no me abandonaría!

Volvió a agachar la cabeza y se alejó ligeramente del trono, hasta situarse al lado del saco de cuero negro.

>>Ya lo sé —exclamó—a veces me excedo. Pero sinceramente, ya estoy harta de ti.

Empezó a abrir ligeramente las puntas del fardo, pero de repente paró y giró su cabeza para mirar al muñeco.

>>Si, ha habido riesgos —comentó—. No tenía que haber usado mi “don” para adecentar la sala del Consejo. Afortunadamente, prefirieron cuchichear fuera. Si hubiesen entrado, o mirado por alguna ventana... —bajó los ojos, que empezaron a titilar—. ¿Tú también te has dado cuenta? Todos los demás miembros del Consejo saben lo que soy... Seguramente “Número Uno” se haya ido de la lengua. Tanto mejor, prefiero esta situación. Sí, porque, en el temor de mi posible respuesta, se volverán dóciles, y se terminarán alejando de su propia destrucción. ¡No, juré que no volvería a matar a nadie más! Solo a ti... y a tu otro tú.

En ese momento sonrió de forma cruel.

>>¡Por supuesto que tú también estás incluida! —dijo, con tono frío—. ¿Sabes una cosa? —la inflexión de su voz se hizo cada vez era más y más evidente, hasta llegar a una entonación completamente helada—. Hoy he usado mi “don” dos veces. La primera ya lo viste esta mañana, la segunda, hace un rato, para coger esto...

Entonces terminó de abrir el saco y sacó una daga metálica con filo en espiral. Mientras lo sopesaba, se aproximó de nuevo hacia el maniquí y, poniéndose sobre las patas traseras, susurró al oído del muñeco:

>>Según creo recordar, este arma fue diseñada por los grifos para matar de forma dolorosa y con deshonor. Es ideal para ti...

>>No... No llores... Tranquila... Solo quiero un poco de calma... Necesito terminar la transcripción del libro de Star Swirl The Bearder, y no puedo dejar que veas esos hechizos tan jugosos para ti...

>>¿Sabes una cosa? Creo que aprovecharé para hacerle una visita a nuestro “querido” Mulberry. Estoy preocupada por él. No, tampoco estoy enamorada de él... Tienes una extraña fijación con saber quién me corteja o no... ¿O acaso pretendes saberlo para intentar hacerme daño acabando con su vida? Da igual, lo único que quiero saber es si sigue con vida en la cima de Mountain Peak, aunque, si hay algo que he logrado enseñarle durante todos estos años, es a ser paciente, y a protegerse debidamente de esas insidiosas fatas. Pero la resolución de estas dudas, desgraciadamente, no las sabrás...

Bajando de nuevo al suelo, sopesó el mango del puñal con uno de los cascos y, poniendo la punta del extraño estilete sobre el pecho y entre las patas del maniquí, ejecutó un rápido movimiento circular con el otro casco, e introdujo todo el filo en el interior del muñeco con gran facilidad.

>>Con mis mejores deseos, Celestia Cabeza Hueca... Muere...

Y tiró con fuerza del mango, para sacarlo del interior del maniquí, haciendo que el relleno de espuma, enganchado al filo, saliese a borbotones, en un bello espectáculo del que la unicornio de dos colores se recreó visualmente.

>>¡¡VAMOS, MALDITA PUT*, CHILLA!! —gritó, fuera de sí—. ¡¡ESO ES, INSÚLTAME, MALDÍCEME, GIME, LLORA!! ¡¡NO ME IMPORTA LO MUCHO QUE ME SUPLIQUES PIEDAD, ESTA VEZ NO LA TENDRÁS!!

Bajó la mirada al arma, que aún sostenía entre sus patas, y sonrió de forma enloquecida... Esa daga era perfecta. Era lo que llevaba buscando desde hacía muchos, muchos años: un artilugio que le hiciese sentir a la verdadera Celestia, durante sus agónicos últimos segundos de vida, una versión acelerada y salvaje de lo que ella había sufrido durante tantos y tantos siglos. Definitivamente, empezaría a dedicar tiempo a crear una versión mágica e indestructible de esa hermosa y fantástica daga.

Y, al ritmo de una enloquecida canción de muerte, que solo la unicornio podía oír en su cabeza, clavó la daga una y otra vez en el maniquí, a la vez que sus pupilas se hacían cada vez más y más pequeñas, y su boca se contraía en una mueca demoníaca que, aberrantemente, pretendía convertirse en una sonrisa.

* * *


Con la seguridad que le daba la oscuridad de la noche, Flashing Hooves se fue deslizando, casa por casa, hasta salir a las inmediaciones de Northwest Mines Town. Orientándose por la posición de la luna, y aprovechando la luminosidad de ésta, se dirigió al terreno donde “Allons-Y” Alonso había sido enterrado.

Se acercó al lugar y miró, en silencio, el suelo. Debía estar segura de querer hacerlo, aunque aún podía retroceder, con la seguridad de que, por si acaso estaba siendo observada, sería perdonada de inmediato. O bien podía seguir adelante hasta el final.

Pero tenía que hacerlo. Debía hacerlo. Algo en su interior le instaba a continuar. Sin embargo, también debía reconocer que las consecuencias de ser descubierta serían terribles, sobre todo por parte de Undying Knowledge.

Bajó la mirada por segunda vez. Tenía que estar completamente convencida de lo que iba a hacer. Afortunadamente para ella, a Gentle se le escapó la posición vertical del lugar donde estaba exactamente enterrada la ballesta.

Cuando volvió a levantar los ojos, sonrió. Había descubierto, o mejor dicho, había aflorado a su consciente la razón principal que la llevaría a lograr su objetivo: “Allons-Y” Alonso no era una simple ballesta, sino algo más. Era un objeto insustituible. Era un elemento especial. Era, incluso podría decirse, como un ser vivo, como una mascota... como un amigo. Y ella, a los amigos, nunca los abandonaba.

Con un tintineo en su mirada, se movió para mostrar los flancos y exclamó a media voz:

—¡Nada por aquí! ¡Nada por allá! ¡Alakazam!

La única respuesta que obtuvo fue un ligero movimiento de tierra, para asentar el terreno ante la súbita aparición de espacio allí donde, instantes antes, la ballesta reposaba.

A partir de ese momento, Flashing supo que había rebasado una línea roja. Pero, pasase lo que pasase, debía asegurarse de que, ni Knowledge, ni ninguna de las demás, descubriese lo que había hecho.

* * *


Cansada, jadeante y con la consciencia vuelta en sí, Gentle bajó la pequeña escalinata e introdujo la daga, que aún tenía pedazos de relleno clavados, en el saco. Mientras cerraba las puntas del fardo, giró la cabeza y, mirando al despojo inerte y deforme que una vez fue un impoluto maniquí, declaró:

—Sé que mañana volverás para seguir atormentarme, Celestia Cabeza Hueca, pero esta noche... Al menos esta noche, seré libre...

FIN DEL CHAPTER 1X15


En memoria de mi gata Venus. La más señorita, la más cariñosa, la que más mimos pedía (y también exigía). Junto a Luna, a Ray y a Iris, ocupas un lugar privilegiado en mi corazón. Allá donde estés, diviértete, compañera.



Por cierto...

Spoiler:
El semental del que habla Gentle Colors, hacia el final del capítulo, es uno de los protagonistas de la trilogía "Hermanas de la tormenta" - "Los peligros de la civilización" - "La maldición de Mountain Peak", de Volgrand & Unade. Tres fanfics altamente recomendables.

Volgrand, aquí tienes un "punto intermedio" (cronológicamente hablando) del crossover :D2

Y esto es todo por el momento. Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.

Nota de editado: Me he dado cuenta de que, con este capítulo, he sobrepasado la barrera de las 200.000 palabras, teniendo ahora mismo el fanfic 237.449 palabras (esto lo pongo para ayudar a Dark cuando actualice el tema pertinente), y 552 páginas (con letra estilo "Times New Roman", tamaño 12). Y digamos que esto está empezando. No podía haberlo logrado sin vosotros, queridos lectores. Os merecéis todos un :brohoof: y una fiesta de Pinkie en el Sugar Cube Corner.
Última edición por Sr_Atomo el 08 Jun 2014, 22:21, editado 2 veces en total
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte

Notapor Volgrand » 29 May 2014, 00:11

La madre que te trajo, me he quedado con la boca abierta al leer el nombre "Mulberry" seguido de "fatas". Grande átomo.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x15 - Parte

Notapor Sr_Atomo » 09 Jun 2014, 18:29

K.I.T.T.2000 escribió:y he aqui mi analisis....
editado 8) 8)
Spoiler:
:number1: :number1: APROBADO......

Spoiler:


Spoiler:
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I... I can't speak... (iba a poner un emoticono de una poni llorando de alegría pero no hay, así que imagináoslo)
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MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x16 - Parte 1/2

Notapor Sr_Atomo » 13 Jun 2014, 09:34

Bueno, pues recién terminada la revisión del capítulo 1x16, aquí os la ofrezco.

Debo decir que este capítulo es, para mí, una parte crucial que en la serie original pasaron por alto, teniendo en cuenta la forma de ser de Twilight Sparkle, y su afán por analizar todas las situaciones que escapan a su control.

Cronológicamente, este capítulo se sitúa justo después del capítulo 1x16 de la serie original (Sonic Rainboom).

TAGS (esta vez es muy difícil encuadrar el capítulo en sí, pero vamos a ello):

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Y, sin más dilación, he aquí el capítulo 1x16. Primera parte de dos:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Consecuencias imprevistas

Parte 1


Derpy Hooves acababa de salir de la Central de Correos de Ponyville, ataviada con un par de pesados zurrones, señal de que ese día el reparto iba a ser especialmente abundante. Se dispuso a alzar el vuelo, pero trastabilló. Era demasiado peso para ella. Decidida, se apoyó en la pared del edificio y comenzó a mover sus alas hacia arriba y hacia abajo, cada vez más rápido, hasta que notó cómo empezaba a elevarse… la mitad de su cuerpo. La parte trasera se negaba en redondo a despegar del suelo, como si ésta quisiera quejarse del excesivo peso. La grisácea pegaso dejó escapar un suspiro. Tendría que dejar la mitad de los envíos en la casilla de Correos para repartirla después.

Volvió a entrar, cabizbaja, a la Central. Llegó con dificultad al mostrador y, poniéndose de espaldas al empleado que la miraba consternado, dijo con tristeza:

—Lo de chiempre.

El aspecto de Derpy contrastaba completamente con el de la pegaso-cartero que estaba al lado. Esa yegua se movía con rapidez, seguramente porque estaba impaciente por recibir el correo diario. Mientras el empleado empezaba a vaciar poco a poco los zurrones de Derpy, ésta observó a la poni.

Ésta tenía las gafas puestas sobre la visera del casco, por lo que se podían ver sus ojos, que quizás eran lo único que, en ese momento, la diferenciaba de esa pegaso amiga de los animales que vivía cerca del Everfree Forest. De hecho, parecían dos gotas de agua, y más con el casco tapando la crin, con las gafas semiopacas puestas sobre los ojos y con los zurrones que cubrían la Cutie Mark. Con otro rápido vistazo, descubrió otra diferencia palpable: la cola. La de esa yegua era corta y morada, mientras que la de la pegaso que moraba en Ponyville era larga y rosada. Pero, aparte de esas dos pequeñas diferencias, esas dos yeguas eran como dos gotas de agua, sin ninguna otra discrepancia. Por supuesto, eso sería así si la pegaso-cartero estuviese callada, pues la voz que tenía era muy diferente de la de Fluttershy.

—Vamos, vamos… —reclamó la yegua, totalmente impaciente—. Hoy quiero batir mi propio récord.

—¿Qué, vas a competir en las Olimpiadas de Carteros de este año, Fast Feather? —la empleada acababa de volver cargada con dos zurrones, que se veían aún más pesadas que las que portaba Derpy.

—Por supuesto, siempre es un honor ser seleccionada para participar… Y esta vez me estoy entrenando muy duro. Puede ser que incluso opte a medalla.

—Eso sería maravilloso. Una pegaso-cartero de… —la empleada bajó un poco el tono de admiración, al notar que era de otro pueblo—, bueno, de Northwest Mines Town, consiguiendo una medalla en las Olimpiadas de Carteros.

—No te preocupes, si consigo medalla, haré mención especial a Ponyville… —contestó la amarillenta yegua, con una media sonrisa—. Al fin y al cabo, últimamente paso casi más tiempo aquí que allá.

—Por cierto, nosotros también tenemos representación —dijo la poni del mostrador—. Y la elegida es ella. —señaló a Derpy.

Feather miró hacia la grisácea pegaso, primero sorprendida, aunque en seguida cambió su expresión a una de alegría.

—Buena elección. —comentó. Y, dirigiéndose a Derpy, continuó hablando, con una gran sonrisa en su boca—. Verás cuando se entere Flashing de que su prima también compite en las Olimpiadas.

Mientras la grisácea pegaso abrió los ojos como platos, la empleada sonrió y, poniendo los zurrones sobre la grupa de la amarillenta cartero, declaró:

—Derpy Hooves ha mejorado mucho su rendimiento últimamente, y esta es su recompensa. Y aunque acabe la última…

—Que no va a hacerlo… —cortó Feather—. Seguro que estará concentrada en la competición, y conseguirá un buen puesto.

Por primera vez en esa mañana, Derpy sonrió. Al fin alguien confiaba en ella, y también lo hacía en su determinación de dejar a Ponyville en buen lugar en las Olimpiadas.

—Ese es su problema —continuó diciendo la empleada—, la concentración. Ella es muy inconstante en ese aspecto.

Feather se acercó a Derpy y le dijo al oído: “Las dos sabemos que no es así, no le hagas caso”.

—Listo, ya tienes encima todo el correo de Northwest Mines Town —declaró la dependiente.

—De acuerdo —Feather se puso en posición de salida explosiva. Miró a la grisácea yegua y dijo—. Da recuerdos a todos de mi parte.

—Igualmente, chaluda a Flaching y a las demás.

Feather se bajó las gafas y se las puso sobre los ojos. “Ahora sí”, pensó Derpy, que la miraba con admiración, “excepto la cola, no hay nada que la diferencie de Fluttershy”. De hecho, eran tan iguales que no le habría parecido para nada extraño si, de repente, de la nada hubieran aparecido mariposas y conejos alrededor de esa amarillenta pegaso-cartero, para animarla.

—¡Atención, atención! —gritó la empleada, sacando a la grisácea yegua de su ensimismamiento—. ¡Salida urgente! ¡Despejen el camino!

Todos se apartaron rápidamente. Entonces la dependiente se apoyó sobre el mostrador y, acercándose a la amarillenta pegaso, dijo a media voz.

—¡Preparados…! ¡Listos…! ¡¡YA!!

Feather salió como una exhalación de la Central de Correos, dejando únicamente detrás de sí una estela amarillenta y morada. Al abandonar el edificio, se elevó hasta quedar a media altura, pues no quería zigzaguear para esquivar a todos los ponis que le saliesen al paso, algo que suponía un peligro para todos, sin contar, por supuesto, que además desharía toda posibilidad de superar su récord de surcar la distancia entre Ponyville y Northwest Mines Town en el menor tiempo posible.

- - -


Apple Bloom y Sweetie Belle estaban sentadas, impacientes, en el pequeño carro del que tiraba el patín de Scootaloo, quien, usando la fuerza que le proporcionaban sus pequeñas alas, imprimía una gran velocidad al patinete. Las tres se sentían animadas: acababa de empezar el día, y eso suponía una nueva oportunidad de conseguir sus ansiadas Cutie Marks. Para ello, tenían preparadas varias pruebas en mente: volar en globo, hacer puenting, cavar un hoyo y, si daba tiempo antes de la hora de comer, provocar hipo a los demás.

De repente, vieron pasar una sombra amarillenta y morada sobre sus cabezas, dejando tras de sí una estela de los mismos colores. Entonces Scootaloo paró su patín para que las tres pudieran mirar mejor al autor de ese rastro.

—Vaya, eso es volar rápido —dijo Apple Bloom.

—Es… incluso peligroso —respondió Sweetie Belle.

—Bleh, Rainbow Dash vuela mucho más rápido y mejor —sentenció Scootaloo, mirando a las otras dos. En ese momento, bajó la vista, hasta enfocar el carrito—. Ey, ¿no habíamos quedado en traer las cuerdas?

- - -


26 segundos. No estaba mal, nada mal. Feather acababa de salir de Ponyville, con rumbo directo a Northwest Mines Town. Lamentablemente, no había logrado superar su propio récord, posiblemente por el excesivo peso de los zurrones, pero no iba muy descentrada en el tiempo. Decidió bajar de altitud para evitar excesivo rozamiento del aire, y así poder recuperar unos segundos preciosos.

Sin embargo, al sobrepasar una loma, descubrió algo que le sobresaltó. Dos ponis estaban en mitad del camino. Una era esa pegaso con la que le habían confundido muchas veces, y la otra era esa yegua de tierra rosácea tan alegre. Esta última estaba dibujando algo en un cartel. Pero estaban en mitad del camino. Tenía que esquivarlas.

—¿Por qué estás dibujando el letrero? —Fluttershy preguntó con un hilo de voz. No quería molestar a Pinkie Pie.

—El cartel que ha puesto Twilight es taaan aburrido —respondió ésta—, que me sentía obligada a mejorarlo un poco. Globos, caramelos, ponis felices… ¿Sabes una cosa? Si hago un poni muuuuuuy grande, podría usar esta pancarta para jugar a “Poner la cola al poni”. Sí, creo que haré eso cuando Twilight termine la prueba. Hmmm… ¿De qué color dibujaré al poni? ¿Azul? ¿Amarillo? ¿Blanco? ¡Rosa! Dibujaré un gran poni rosa, y será el mejor cartel de toda Equestria. Pero noto que le falta algo… —Pinkie se alejó un poco del cartel—. ¡Ya sé! ¡Serpentinas, le faltan serpentinas! —cogió unas pinturas de colores que tenía al lado y empezó a dibujar tiras de tonos alegres por todo el cartel.

—Deberíamos estar vigilando, para que nadie entre en la zona de pruebas —Fluttershy miró alrededor, temiendo cualquier cosa.

Entonces lo vio: una gran estela amarilla y morada, que venía por el camino que salía de Ponyville, se dirigía directa e inexorablemente hacia ellas. La tímida pegaso puso los ojos como platos, y se tumbó en el suelo, con los cascos delanteros cubriendo su cabeza. Sin embargo, Pinkie Pie seguía ensimismada en el adecentamiento del cartel, ignorando el peligro que se les aproximaba.

—Cuidado —intentó gritar la amarillenta yegua, pero de su boca solo pudo salir un hilo de voz apenas perceptible.

Por fortuna, la estela se giró en el último momento. Pero lo hizo hacia la derecha, desapareciendo en la distancia tan rápidamente como había llegado.

—Oh, no… —se lamentó Fluttershy—. Creo que Twilight se va a enfadar.

—¡Ahora está perfecto! —exclamó Pinkie Pie, mientras se separaba de la señal, en el que podía leerse, junto al dibujo de una gran flecha que apuntaba a la derecha “¡Peligro! Zona de pruebas. No pasar”—. ¡Sí, ahora es una señal más feliz y alegre, como debe ser!

- - -


“¡Maldita sea!”, se lamentó Feather, hablando consigo misma. El intento de mejorar el récord se había ido al traste, pues ahora tendría que dar un rodeo y, con ello, perdería unos preciosos segundos. Poco le importaba que nunca antes hubiese estado en ese lugar; lo único que le interesaba era seguir con ese ritmo de vuelo, pues esa velocidad de crucero sería extremadamente difícil de volver a igualar. Por lo tanto, era mejor y más rápido hacer el desvío y entrar en el camino correcto más adelante.

- - -


—¡¡Todo está listo, Rainbow Dash!! —gritó Twilight Sparkle, mientras aún seguía revisando unos extraños y grandes aparatos, en mitad de un claro.

Rainbow Dash, que aún estaba calentando sus músculos, marcó una sonrisa en su rostro. Rarity y Applejack estaban situadas un poco más atrás de la unicornio lavanda, ajustándose unas gafas protectoras. A juzgar por los continuos movimientos de morro que hacía Applejack, y a las miradas de desprecio que hacía Rarity hacia sus lentes, que sostenía delante suya, no se sentían muy cómodas con ese accesorio tan estrafalario.

>>Repasemos una vez más —explicó la bibliotecaria—: Cuando estés preparada, deberás bajar en picado, hasta llegar a esas dos nubes que forman una “X”, y que, a su vez, están colocados encima del sensor-lector-acumulador de presión —señaló un Twilight estaba señalando una gran máquina que emitía pitidos rítmicos—. En ese momento, y solo en ese momento, es cuando debes ejecutar el 'Sonic Rainboom'.

>>Entonces estos aparatos se encargarán de analizar cada dato que registren, y así tendremos todos los datos posibles para conocer mejor tu... habilidad —en ese momento la sonrisa de Twilight cubrió por completo su cara—. Por supuesto, cuando llegues a la “X”, no olvides subir de nuevo.

—Ya, ya lo sé —respondió Rainbow Dash, torciendo ligeramente el gesto—. ¿Podemos terminar cuanto antes? Quiero descansar un poco.

—Dime, Twilight. ¿Por qué tengo que estar yo aquí? —intervino Rarity—. Tengo que terminar un pedido que me han encargado, y voy justa de tiempo. Además, estas gafas no combinan con nada de lo que tengo... ¿Cómo esperas que me las ponga? ¿Y si aparece el príncipe de mis sueños y me ve con ellas puestas? —el rictus de terror de la diseñadora se hizo completamente evidente.

—Rarity… —Twilight volteó los ojos y centró la mirada en la blanca unicornio—. Esta es una ocasión muy especial. Nunca nadie había conseguido registrar tan exhaustivamente una 'Sonic Rainboom', y quiero que todas seáis testigo de ello.

—Eso es porque nadie antes ha logrado hacer una 'Sonic Rainbow' —comentó la pegaso de color celeste, mientras comenzaba a elevarse hacia el cielo, para situarse en la posición de salida—. ¡Nadie... excepto yo! —chilló.

Las tres que estaban en tierra se echaron hacia atrás, hasta cruzar unas líneas marcadas que representaban la distancia mínima de seguridad, mientras miraban al cielo, sin perder de vista el punto en el que se había convertido su alada amiga. Mientras Rainbow Dash empezaba a hacer cabriolas para coger velocidad, Rarity se puso a regañadientes las gafas, sabiendo que, de no hacerlo, su aspecto correría aún más peligro que sin ellas.

Una vez lograda el impulso necesario, la pegaso celeste se dirigió otra vez al punto del que debía salir, en lo alto de una nube, atravesándola sin dudar y bajando a continuación, directamente hacia la “X”.

El aire por delante de ella empezó a hacerse más y más sólido, como consecuencia de su velocidad. Tenía que romper esa barrera de aire para lograr el 'Sonic Rainboom', pero a la vez debía ser paciente, pues necesitaba realizar esa explosión en el momento justo. De no ser así, tendría que intentarlo otra vez, y no quería alargar innecesariamente esta sesión, ya que quería estar descansando en cualquier otro sitio antes que dejar que Twilight analizase minuciosamente su mayor hazaña. Definitivamente, aún no comprendía cómo la unicornio de color lavanda había logrado convencerla para llevar a cabo esto.

El aire delante de ella era ahora pegajoso. La pegaso celeste sonrió como pudo. Estaba a punto de lograrlo, y en el momento justo. Aceleró ligeramente. La “X” estaba tan cerca. Tan sumamente cerca… Y, cuando la rozó con sus cascos traseros, cambiando de posición para elevarse otra vez, ocurrió.

- - -


Feather siguió volando a la misma velocidad, pero sin salirse del camino. Estaba segura de que, tarde o temprano, podría volver a la carretera que llevaba a Northwest Mines Town, y, aunque fuese un poco más tarde, empezar a repartir el correo.

Entonces entró en un claro. Por el rabillo del ojo vio a tres yeguas, de las cuales dos eran unicornios, una color púrpura y la otra blanca; y la tercera era una poni de tierra de color naranja. Las tres miraban constantemente al cielo. Allí, una pegaso azul hacía giros en el cielo, probablemente para coger velocidad. Feather notó un cosquilleo en la espalda. Sentía que estaba en peligro, por lo que decidió salir de allí lo más rápidamente posible.

Después de unos rápidos vistazos, determinó que la escapatoria más rápida era atravesando el claro, para salir por el otro lado, Y eso hizo Feather, acercándose a lo que parecían unas extrañas máquinas y una nube estática. Se elevó ligeramente para sortear ese cúmulo, y entonces la vio: la pegaso celeste, de crines multicolor, se dirigía directamente hacia ella. Iban a chocar. Tenía que evitarlo a toda costa. No podía girar a los lados, pues la cantidad de aparatos dispuestos justo a su alrededor imposibilitaba esa opción, convirtiéndola casi un suicidio. Tampoco podía ir hacia abajo, ni hacia arriba, ni frenar. Así que la única opción era acelerar. Acelerar como nunca lo había hecho antes, y pasar el punto antes de que llegase la otra pegaso.

Apretó los dientes y aceleró. Aceleró tanto como pudo. Tenía que lograrlo, pues un choque a esa velocidad podría ser fatal para ambas yeguas. Entrecerró los ojos, mientras una mueca, que pretendía ser una sonrisa, se dibujó en su rostro. Lo iba a conseguir. Sabía que lo iba a hacer. Porque era una cartero-pegaso de Equestria. Porque era Fast Feather… Y porque era la única opción.

Y lo logró. Pasó unas milésimas de segundo antes de la otra poni. Entonces, de repente, perdió el sentido.

- - -


¡¡¡BBBBOOOOMMMM!!!

Rainbow Dash volvió a elevarse: había conseguido otra maravillosa ‘Sonic Rainboom’. La pegaso de color celeste se sentía inmensamente feliz. Esa velocidad era maravillosa y excitante, cuya porción de aire penetraba por cada poro de su piel, hasta notarla dentro de ella misma. Era la mejor sensación del mundo. Su crin y su cola se habían fundido en una estela multicolor, de todos los matices del arcoíris.

Y miró hacia atrás. Quería ver su magnífica obra. Esa circunferencia perfecta formada con maravillosas tonalidades. Pero algo andaba mal. No había tal circunferencia sino que, justo por la parte de atrás, se veía extraña. Era como si algún ser gigantesco hubiese cogido ese fragmento y tirado de él con todas sus fuerzas, deformando el resultado. Rainbow Dash entrecerró los ojos e hizo un amplio giro para volver, dejando tras de sí un hermoso arcoíris en el cielo.

Entonces, fijándose mejor, lo descubrió: una estela amarillenta y morada se veía en mitad de la zona de pruebas, dirigiéndose directamente hacia donde había tenido lugar la ‘Sonic Rainbow’. Miró hacia donde estaba Twilight y las demás, quienes, a su vez, acababan de percatarse de que había algo mal. Volteó su cabeza hacia el otro lado y la vio. Había una pegaso dando vueltas sobre sí misma, rebotando en el suelo. Los colores de esa yegua coincidían con los de la estela, que curiosamente aún permanecía en el aire aunque, según se iba deshaciendo la ‘Sonic Rainboom’, también lo hacía esa estela.

La pegaso continuó rebotando hasta que se perdió en el interior de unos matorrales. Rainbow torció el gesto: definitivamente eso debía ser muy doloroso. Aunque algo dentro de ella le indicaba que esa yegua aún estaba viva. Efectivamente, cuando descendió hasta los matorrales, descubrió que esa pegaso únicamente estaba inconsciente, aunque, a juzgar por la posición de sus extremidades, iba a necesitar una larga estancia en el hospital.

* * *


Feather despertó, abriendo los ojos poco a poco, para aclimatarse a la luz que le llegaba desde la izquierda. Rápidamente se percató de dónde estaba: era una sala grisácea y, a juzgar por el mobiliario, parecía tratarse de una habitación de hospital. A su izquierda había una gran ventana, por el que entraba la luz de la mañana. Giró la cabeza para mirar su cuerpo, y descubrió que tenía dos de sus patas entablilladas y sujetas, a través de unos finos hilos, a unos plomos que hacían de contrapeso, quedándole libres su pata posterior derecha y la anterior izquierda.

Su cuerpo descansaba sobre una cama, en la que se apretujó con cuidado. “Al menos es cómoda”, se dijo. Pero esas dos patas entablilladas suponían un gran problema. “¿Qué ha pasado?”, pensó, “No me acuerdo de nada...”. Intentó rememorar el motivo de su accidente, pero lo único que surgió en su mente fue a sí misma intentado acelerar más allá de sus límites para evitar una catástrofe. Sin embargo, supo que no había logrado esquivar el peligro, a juzgar por el lugar donde estaba en ese momento.

Intentó amoldarse mejor al colchón, para volver a dormir, pero un fuerte dolor surgió en su espalda, lo que la hizo incorporarse con la mayor rapidez del que fue capaz. Con su casco delantero que tenía libre se palpó la espalda, notando sus alas vendadas. No podía creérselo. El golpe, sin duda, debió haber sido brutal. Aunque, afortunadamente, al menos podía contarlo. ¿Pero qué había pasado con la otra pegaso? Esperaba que al menos estuviese en mejor estado que ella.

Volvió a tumbarse, esta vez poco a poco, introduciendo lentamente las alas entre unas almohadas que habían dispuesto para tal efecto, en la vertical de la cama, evitando así que dichas extremidades llegaran a doblarse. Al terminar, Feather bufó. Estaba furiosa por los acontecimientos. Seguramente todo lo ocurrido había sido culpa suya. Solo esperaba que no hubiese creado más problemas, aunque sabía que no podía hacer nada por remediarlo en ese momento. Y para más inri, un fuerte dolor de cabeza le empezaba a golpear rítmicamente, como si su testa fuese el arpa metálica de un piano, de tal forma que cualquier tecla que se pulsase imprimiese su esperado efecto sobre su maltrecho cerebro. Necesitaba dormir, y para ello se terminó de acomodar en la cama.

Quizá cuando volviese a despertar se encontraría con Shiny y las demás amigas a su alrededor, intentando animarla. En ese momento, un escalofrío recorrió completamente su espalda: algo estaba mal... Notaba un peligro acechándola, pero no podía determinar su origen. Entonces miró hacia su izquierda, a la otra cama. Ésta estaba vacía. Supo entonces que se encontraba sola en la habitación. Estaba sola, muy sola… hasta el punto de sentirse totalmente alejada del mundo. En ese momento cerró los ojos, que empezaban a lagrimear, y se durmió.

* * *


Oyó una voz lejana, una voz difusa y distorsionada, como si surgiese de algún lugar más allá de su comprensión. Era como si estuviese bajo el agua y alguien, en la orilla, le hablase. Poco a poco, Feather empezó a espabilarse y abrió los ojos.

—No me lo puedo creer. Eres tú, Fluttershy —la voz entonces se hizo más reconocible. Era Pinkie Pie, que estaba, junto con la tímida pegaso, al lado de la cama.

—No soy yo, se parece a mí, pero yo estoy aquí —comentó la aludida, en un tono bastante alto para ser ella.

—¡Eso tiene fácil solución! —la rosácea yegua se acercó a Feather y empezó a hacerle algo al pelo, con una velocidad increíble—. ¿Ves? —dijo al terminar de trastear con la crin—. ¡Ahora eres tú! —miró entonces a Fluttershy y se acercó a ella rápidamente, como si fuese un rayo—. ¡Fluttershy, estás curada! —exclamó, con una sonrisa en la boca. Seguidamente se acercó, con idéntica velocidad, a Feather—. ¡Fluttershy, estás enferma! —expresó, con una cara triste. Volvió a situarse al lado de la tímida pegaso—. ¡Fluttershy, estás curada! —y, acercándose de nuevo a la cama, se entristeció de nuevo—. ¡Fluttershy, estás enferma! —y volvió a repetir una y otra vez las mismas acciones.

—Por favor, ¿podéis hablar un poco más bajo? —interrumpió Feather—. Me duele un poco la cabeza.

Entonces, tanto la rosácea poni de tierra como la tímida pegaso ignoraron sus palabras, hasta que, de repente la miraron, con estupefacción la primera, y con gran alegría por parte de la segunda.

—¡¡Ha despertado, ha despertado!! —Pinkie Pie se puso aún más contenta, y empezó a saltar por toda la habitación—. ¡¡Fluttershy ha despertado!!

—Hola… Fast Feather, ¿no? —susurró Fluttershy, completamente insegura, como si no quisiera incomodar a la convaleciente—. Queremos pedirte disculpas. Nos sentimos responsables de lo ocurrido. Y queremos que te recuperes lo más rápido posible.

—¡Eso, eso! —Pinkie Pie seguía saltando por la habitación—. Recupérate pronto. Y cuando lo hagas, te haré una fiesta para animarte. Una fiesta en la que habrá de todo: globos, ponche, serpentinas, un montón de amigos, tarta y… —en ese momento paró y, mientras sus ojos se empequeñecieron, dejó ahogar un suspiro, como si acabase de tener una genial idea—. ¡Sí! También jugaremos a “Ponle la cola al poni”. Será maravilloso. Lo estoy viendo: una gran pancarta que ponga “Fiesta para Fast Feather” —estiró las patas, indicando cómo sería el cartel del bienvenida al evento—. Hmmmm... Creo que no he hecho aún ninguna fiesta contigo. Será muy divertido, ya lo verás.

—Estoy segura de ello —respondió Feather, con una sonrisa. A pesar del dolor de cabeza, esa bulla que había en la habitación era incluso reconfortante—. Me encantará estar allí para disfrutar y divertirme —matizó.

En ese momento una voz resonó en el pasillo, bastante contrariada:

—¿Por qué tengo que ir yo también? Ni siquiera estaba ahí.

—Spike —se escuchó otra voz, completamente diferente—, me siento responsable de lo ocurrido, y además, no quiero dejarte solo en casa. Aún eres un bebé.

—Solo soy un bebé cuando te interesa, Twilight —replicó la primera voz—. Para ayudarte con las tareas soy lo suficientemente mayor, pero cuando se trata de… ¡Ah, claro! Lo que pasa es que no quieres enfrentarte sola a esta situación.

—No es eso, Spike… Mira, ahí vienen Rainbow Dash y Applejack.

—Entonces te espero en casa. Esta mañana me has hecho levantarme muy pronto y tengo que dormir.

—¡Spike! Ya que estamos aquí, vamos a entrar todos.

—Opino igual que Spike —se oyó una tercera voz que, como la segunda, era femenina.

—¿Tú también tienes ganas de dormir, Rainbow Dash? —una cuarta voz se sumó a la conversación.

—Muy graciosa, Applejack. Me refiero a que por qué tengo que disculparme. No he sido yo la que no ha visto el cartel de aviso —respondió Rainbow Dash.

—Ya te lo dije ayer, Rainbow —contestó Twilight—. Ella tampoco lo vio…

—¿No vamos a esperar a Rarity? —intervino Applejack, cortando de raíz una posible pelea.

—Está trabajando en un gran pedido de varios vestidos, no va a poder venir —respondió Twilight—. Y ahora, sonreid, vamos a entrar.

Y entraron a la habitación. Todas estaban sonriendo, pero la única que no expresaba una mueca forzada era Applejack, quien además portaba unas cestas, una a cada lado de su grupa, completamente llenas de ricas y hermosas manzanas. Pinkie Pie aprovechó la ocasión para devolver el peinado de Fast Feather a su estado original.

—Hola, ehhh… —Twilight estaba un poco perdida.

—Fast Feather —Applejack le susurró al oído—, se llama Fast Feather.

—Sí. Hola Fast Feather —continuó la unicornio de color lavanda—. Quisiéramos disculparnos por lo ocurrido. No fue nuestra intención que... sucediese lo que ha pasado.

—Déjalo, no te está escuchando —cortó Rainbow Dash—. Fíjate en su mirada perdida.

—Por supuesto —Twilight ignoró la objeción de la pegaso celeste—, después le pediré explicaciones a Pinkie y a Fluttershy por lo ocurrido, y actuaré en consecuencia.

“Estoy segura de ello”, se oyó en la habitación, “Me encantará estar allí para disfrutar y divertirme“. Era la voz de Feather, sin duda, pero ella no había dicho absolutamente nada.

—Qué desconsideración —intentó decir Applejack en voz baja, pero Feather lo oyó perfectamente—, y encima lo dice sonriendo.

—¡Yo no he dicho eso! —Feather intentó explicarse.

Pero ya era tarde. Pinkie Pie había parado de saltar, Fluttershy estaba triste, y Rainbow Dash estaba enfurruñada. Twilight alzó entonces un casco, queriendo frenar lo ocurrido.

—Vamos, chicas —dijo, acercándose al resto y susurrándoles—. Según me ha dicho el doctor, esta pegaso no es para nada malhumorada. Lo que ha pasado debe ser, sin duda alguna, producto del golpe. Además, el hecho de estar aquí, sin poder hacer nada, debe hastiarle mucho, hasta el punto de decir lo que acabamos de oír.

A pesar de que eran susurros, Feather estaba escuchando perfectamente toda la conversación, como si estuviesen hablando en voz alta a su lado.

—No sé qué está pasando, pero no he dicho eso. No he sido yo, os lo aseguro —intentó explicarse.

—Quizá tengas razón —Rainbow Dash miró a Fast Feather de soslayo y siguió cuchicheando, ignorando completamente su aclaración—. Solo hay que verla. Tiene esa típica mirada de alguien que no sabe ni dónde está.

—¡De verdad que no he sido yo! —Feather aprovechó el momento en que la pegaso de crines multicolor había mirado hacia ella, para hablar en alto y agitar sus cascos libres. Pero todo fue en vano, nadie se giró.

Spike, aburrido de la conversación, se había bajado de la grupa de Twilight y, sacando una gema azul del zurrón que portaba la unicornio, se acercó a la cama, mientras empezaba a mordisquear la piedra preciosa. Feather, que no le había perdido la vista de encima, aprovechó su distracción para intentar algo: si las demás no le hacían caso alguno cuando ella decía algo, quizá lanzando esa joya hacia donde estaban ellas, lograría que se girasen todas y le prestasen atención... Y, de esa manera, pudiera disculparse por el malentendido.

Rápidamente, o por lo menos con la máxima rapidez de la que fue capaz, cogió la gema que portaba el pequeño dragón. Éste realmente debía estar muy distraído, porque ni siquiera se dio cuenta del robo. Feather sonrió mientras sujetaba la azulada joya, a la que le faltaba una esquina, y la lanzó, sin mucha fuerza, hacia el grupo. Logró que la gema impactase de lleno en el costado de Pinkie Pie, pero ni ella, ni ninguna otra se giró.

—Yo creo que lo mejor es dejarla tranquila mientras se recupera —sentenció Twilight, mientras miraba de soslayo a la convaleciente pegaso—, y observar su evolución... No quiero que ocurra nada inesperado, por lo que no la perderé de vista —en ese momento fijó su mirada en Rainbow Dash—. Además, estuvo muy cerca de tu Sonic Rainboom, por lo que alteró la prueba, al convertirse ella misma en parte del experimento... En una variable que no estaba prevista...

—¡Genial! —respondió Rainbow Dash, eufórica. Entonces, mirando la expresión de circunstancias que expresaba la unicornio, la pegaso celeste torció su gesto—. Espera, ¿eso significa que hay que repetir la prueba?

—Eso mismo —contestó la unicornio—. Vamos a darle los regalos y a dejarla descansar.

Feather se alegró. Al fin iban a hacerle caso. Se aclaró la garganta, pues debía hablar bastante alto, ya que el sonido que emitía Spike, al mordisquear la gema era bastante considerable… “Un momento…”, pensó, “¿El dragón sigue comiendo la joya?”. Observó al pequeño asistente. Éste aún estaba degustando la gema azul, y se había comido prácticamente la mitad. Miró entonces a la gema que había lanzado contra el grupo de yeguas, para descubrir que estaba desapareciendo poco a poco, como si un dragón invisible estuviese royéndolo.

“¡De verdad que no he sido yo!”, sonó en alto en la habitación. Feather se extrañó. Era su voz, pero eso lo había dicho hace ya bastante tiempo.

—No, de verdad sabemos que no eres tú —respondió Rainbow Dash, sin abandonar el círculo donde conversaba con las demás. Seguidamente, y prácticamente a escondidas, se puso el casco al lado de la sien y empezó a moverlo en círculos, girando los ojos y alzando los labios.

“No, no estoy loca… os lo aseguro”, pensó Feather, “Aquí está pasando algo raro”.

—Vamos. Portaos bien —terminó diciendo Twilight—. Y recordad: sobre todo, tranquilidad.

Entonces, seguida de las demás, la unicornio se acercó a la cama, sonriendo.

—¡Eh! ¿Por qué me quitas mi comida? —se quejó Spike, intentando sin éxito recuperar la gema, que estaba flotando hacia Feather, haciendo exactamente la misma parábola que como antes la había agarrado. Entonces la joya se quedó estática durante un instante, y se dirigió, con fuerza, directamente hacia Applejack, impactándole de lleno en la cabeza.

—¡Hasta ahí podíamos llegar, señorita! —la granjera se veía visiblemente enfadada—. ¡Pues bien, alguien se ha quedado sin las ricas manzanas de mi granja!

—Y la fiesta en tu honor… se hará sin ti —añadió Pinkie Pie, completamente decepcionada.

Y se marchó, seguida por las demás, que también estaban bastante irritadas por el desprecio del que habían sido testigos. Spike las siguió, no sin antes recoger la gema azul que estaba en el suelo. Feather, sin poderse creer lo que había pasado, se fijó en el sitio donde había lanzado la primera joya. Allí no había nada.

La única que se quedó fue Twilight, que miraba a la pegaso-cartero con curiosidad.

—Me parece que aquí ocurre algo muy raro —dijo, pensativa—. Y quiero saber lo que es.

Pero lo único que veía Twilight era a una Fast Feather con la mirada perdida.

* * *


Feather aún le daba vueltas a la cabeza. Efectivamente, algo muy raro estaba pasando, pero no sabía qué hacer para solucionarlo, pero sí conocía quién podía hacerlo: Twilight Sparkle.

Pero la unicornio de color lavanda ya no estaba ahí. Recordaba lo que ella le había dicho a la bibliotecaria, mientras sollozaba por la impotencia: “Por favor... No sé qué está pasando, pero... Pero yo hago algo y no ocurre nada, y más tarde realmente sucede, aunque yo no lo he hecho...”. Sin embargo, cuando se escuchó a sí misma diciendo esas palabras, Twilight ya se había marchado hacía rato.

Empezó a llorar, desesperada. Estaba perdida y sola. Y la única yegua en ese pueblo que podía salvarla, se había ido sin saber nada de su situación. Y ella, en esa situación, no podía hacer nada por remediar esa circunstancia por sí sola. Necesitaba llamar a esa unicornio.

Entonces, en el umbral de la puerta, apareció poco a poco una cabeza amarilla con crines rojos y portando un gran lazo rosa. A continuación, al lado de ésta, surgió una cabeza blanca con melena púrpura y rosa, y un pequeño pero bonito cuerno. Y, seguidamente, una tercera cabeza se asomó también, ésta anaranjada y con un pelo morado. Eran tres pequeñas potrillas, que entraron sonriendo a la habitación.

—¿Eres tú…? —empezó a preguntar la potranca amarillenta, que tenía unos lindos ojos rojizos—. ¿Eres tú la pegaso que ha tenido el accidente ayer?

—¿No lo ves, Apple Bloom? —exclamó la pequeña del pelo morado, que resultaba ser una pegaso—. No creo que eso se lo hiciese jugando —comentó, mientras señalaba las patas en cabestrillo que tenía Feather, a la que miraba de forma desafiante, con sus azules ojos.

—Queríamos preguntarle —comenzó a decir la blanca unicornio de ojos verdes—, si nos podría dar algún consejo…

—¡Por supuesto! —respondió Feather, más animada—. ¿Qué es lo que queréis saber?

—Esto es una pérdida de tiempo... —expresó la anaranjada pegaso, con un gesto mohíno.

—Scotaloo, quizás está esperando a que nos presentemos... —respondió Apple Bloom, sin perder la sonrisa—. Verá, somos tres pequeñas ponis que queremos conseguir nuestra Cutie Mark, y para ello hemos creado una...

—Creo que sería mejor decir primero nuestros nombres... —cortó la unicornio.

—Es verdad —respondió Apple Bloom, acentuando aún más su sonrisa—. Me llamo Apple Bloom.

—Y yo soy Sweetie Belle —dijo la blanca potrilla.

—Y mi nombre es Scootaloo —siguió la pegaso.

—¡¡Y juntas somos... ¡“The Cutie Mark Crusaders”!!! —gritaron las tres a la vez.

—Encantada, yo soy Fast Feather —respondió ésta, sonriendo de nuevo.

—Y ahora que nos hemos presentado —continuó diciendo Apple Bloom—, nos gustaría pedirle algún consejo.

—Hemos probado casi de todo para conseguir nuestras ansiadas Cutie Marks —intervino Sweetie Belle—, pero nos hemos enterado de que usted es cartero... Y nos gustaría que nos enseñase a repartir el correo, para ver si así conseguimos nuestras marcas...

“¡¡No!!”, pensó en ese momento Feather, “¡¡Las cartas!!”. ¿Qué había pasado con las misivas que portaba cuando ocurrió el accidente? Empezó a mirar alrededor, pero no encontró nada. Recostándose de nuevo, bufó: esperaba que no hubiesen sido destruidas con el golpe pues, aparte del inenarrable acto en sí, tendría un gran problema ante la central de Correos de Equestria.

—Por lo tanto... ¿Nos dejaría acompañarla cuando se recupere, y dejarnos repartir algunas cartas? —Apple Bloom estaba completamente emocionada.

—¡Y seguro que conseguiríamos nuestras Cutie Mark! —continuó Sweetie Belle, con ojos titilantes.

—¡¡¡“The Cutie Mark Crusaders” al poder!!! —respondieron las tres al unísono—. ¿¡Nos dejarás, nos dejarás, nos dejarás!? —empezaron a poner ojos tiernos— ¿¡Por favooooor!?

—¡Jajaja! Por supuesto que sí —respondió Feather, radiante—. Eso sí, sabed que estaré muy cerca, por si acaso necesitáis ayuda...

Pero, en vez de sonar esa contestación, lo que se escuchó fue un llanto desesperado. “¡No puede ser!”, pensó inmediatamente Feather, cambiando al instante su expresión, “¡Pero si el lamento de antes! ¡No, por favor...! ¡Con ellas no...!”.

Las tres pequeñas potrillas alteraron lentamente su semblante. Tanto Apple Bloom como Sweetie Belle, estaban a punto de llorar. Sin embargo, Scootaloo miraba fijamente a Feather, con una expresión de rabia contenida. Dándose la vuelta, las tres se marcharon, en completo silencio, de la habitación, aunque, en el umbral de la puerta, Scootaloo giró de nuevo la cabeza, hasta mirar a Feather y, entrecerrando ligeramente los ojos, le sacó con desdén la lengua.

CONTINUARÁ...


Y, por el momento, ésto es todo. Espero que disfrutéis tanto en su lectura como yo lo hice en su escritura.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Sr_Atomo
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Notapor Sr_Atomo » 13 Jun 2014, 11:47

Dobleposteo para publicar la segunda, y última parte, del capítulo 1x16. Ahora viene lo mismo que en el anterior mensaje...

Debo decir que este capítulo es, para mí, una parte crucial que en la serie original pasaron por alto, teniendo en cuenta la forma de ser de Twilight Sparkle, y su afán por analizar todas las situaciones que escapan a su control.

Cronológicamente, este capítulo se sitúa justo después del capítulo 1x16 de la serie original (Sonic Rainboom).

TAGS (esta vez es muy difícil encuadrar el capítulo en sí, pero vamos a ello):

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Ahora es cuando cambia el copy/paste del anterior post.

Y, sin más dilación, he aquí el capítulo 1x16. Segunda parte de dos:

Spoiler:
MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Consecuencias imprevistas

Parte 2


Feather cerró los ojos, furiosa por lo ocurrido. Al menos el dolor de cabeza había desaparecido hacía rato. Y no solo eso, sino que sus músculos también estaban menos doloridos. De hecho, tenía la impresión de estar flotando dentro de su cuerpo. Ignorando esas sensaciones, se quedó pensando. Lo más prioritario en esos momentos era idear un plan para comunicarse con Twilight, pues esa unicornio había sido la única, aparte de ella, que había notado que algo extraño ocurría. Afortunadamente, también era la única que quizá podría ayudarla.

—Hola Feather —Shiny Eyes estaba en el umbral de la puerta. Entonces, torciendo la cabeza hacia el pasillo, siguió hablando—. ¡Chicas, está aquí!

Feather empezó a sentirse mejor. Por fin venían sus amigas. Cerró los ojos y sonrió.

—Perdona la tardanza —continuó hablando Shiny, aún sola—, pero es que nos hemos enterado hoy de lo que te ha ocurrido, y hemos venido lo antes posible.

—No te preocupes —respondió Feather, instantes antes de darse cuenta de que no podía oírle.

Las cuatro yeguas que faltaban llegaron al umbral y entraron, siguiendo a Shiny, que había penetrado en la habitación, sin esperarlas. Feather echó un vistazo a todas, parándose en Gentle Colors, pues ésta tenía puesta una capa con capucha, de tal forma que la prenda la tapaba completamente, a excepción de las cascos. Para ocultarlas, la unicornio de dos colores las había ataviado con unos calcetines desparejados. “Normal”, pensó Feather, “no querrá que le incomoden por su aspecto...”. Todas mostraban unas sonrisas incómodas, pero Flashing, al situarse junto a la cama, dejó denotar una tristeza exageradamente falsa.

—Pobre Feather... —comentó la potrilla—. Quiero que te recuperes lo antes posible. Sé que lo vas a lograr.

—Lo sé, eres un cielo, Flashing —respondió Feather, sabiendo que la pequeña prestidigitadora no lo oiría... al menos en ese contexto.

—Tranquila, Flashing —comentó Knowledge, mirándola—. Lo peor ya ha pasado, ahora solo tiene que recuperarse.

—¿Pero no lo ves? —Flashing señaló hacia las patas de Feather—. Está muy mal —entonces se acercó a la cama y, sonriendo de forma pícara, guiñó un ojo a la pegaso-cartero—. No quiero que te mueras, ¿vale? —declaró—. Y no te conviertas en un fantasma, por favor...

“¡Jajaja! Por supuesto que sí”, resonó en la habitación, “Eso sí, sabed que estaré muy cerca, por si acaso necesitáis ayuda...”.

Feather se echó hacia atrás, ignorando el escueto dolor que recorrió su espalda, y empezó a reírse con todas sus fuerzas, en un deje irónico e incluso perversamente demente. Debía ser una broma, una broma cruel. Simplemente era demasiada casualidad que lo que había dicho durante una conversación anterior se escuchase en la siguiente, y que, además, en el nuevo diálogo, la frase tuviese completo sentido en el actual contexto.

—No digas eso —respondió Flashing, sin perder la sonrisa—. Sé que te vas a recuperar, y que lo harás en el último momento...

—Todas sabemos que vas a recuperarte —añadió Knowledge, contagiada por la animosidad de la potrilla unicornio.

—Y estarás a punto para las Olimpiadas de Carteros —matizó Shadow.

—Y te veremos ganar, porque sabemos que no tienes rival —Shiny afirmó muy seriamente.

—Creo que deberíamos dejarla descansar —sentenció Gentle—. Se la ve muy cansada.

Y, con una sonrisa, poco a poco todas se marcharon. Sin embargo, Shiny se paró en el umbral de la puerta y, girándose hasta mirar a Feather, exclamó:

—Por cierto, tranquila. Las cartas están bien, y han sido repartidas por un cartero suplente de aquí, de Ponyville. Y así seguirá haciéndose hasta que te recuperes.

Y desapareció por el pasillo.

Feather suspiró de alivio. ¡Por fin había tenido una buena noticia! Seguramente los zurrones habían logrado proteger las cartas en el choque. Definitivamente, eran unas magníficas alforjas las que hacían para la red de Correos de Equestria.

Miró entonces por la ventana. Ya se estaba haciendo de noche, por lo que probablemente el horario de visitas había terminado, así que decidió dormir, pues poco más podía hacer.

Desafortunadamente, no podía conciliar el sueño, por lo que empezó a mirar la habitación, en un intento obsesivo de encontrar por ella misma la solución al problema que tenía. Descubrió en la pared, justo encima de la cortina separadora de las camas, un reloj. Se incorporó y miró la hora.

—Son las diez y veinte —dijo en alto.

Quería saber cuánto desfase había entre ella y su propio cuerpo. Y se echó, con los ojos abiertos, esperando la respuesta. Cuando ésta llegase, se incorporaría y volvería a mirar el reloj, sabiendo así cuántos minutos de demora habría, porque esperaba que fuesen minutos…

Pero primero escuchó una risa histérica. “Y he aquí la carcajada de antes”, pensó, “En breves instantes me escucharé diciendo la hora”.

De repente se abrió la puerta. Era una enfermera que, con el casco puesto justo delante de la boca, ordenaba silencio. “Son las diez y veinte”, se oyó en la habitación. La enfermera miró el reloj, negó con la cabeza y se marchó.

Feather se incorporó y volvió a mirar el reloj. Eran casi las once de la noche. El desfase era de más de media hora de retraso. Pero entonces comenzó a sonreír: acababa de descubrir la forma de comunicarse con Twilight.

Se aclaró la garganta y volvió a reír de igual manera que antes. Entonces esperó unos pocos segundos y empezó a repetir una y otra vez “Por favor, necesito que llamen a Twilight Sparkle. Y también requeriré una pizarra pequeña y una tiza. Es muy urgente”.

Aunque, a causa del ajetreo del día, unido a la dificultad de su situación, hizo que se quedase dormida de inmediato.

* * *


Cuando Feather despertó, a la mañana siguiente, descubrió que Twilight Sparkle estaba en la habitación, durmiendo sobre el sillón de visita, con una columna de libros junto a ella. Y, sobre una silla situada al lado de la cama, había una pequeña pizarra, una tiza blanca y un borrador. Feather sonrió, aliviada. Por fin le habían hecho caso. Seguramente habían escuchado el mensaje y, con celeridad, habían avisado a Twilight y traído el material para escribir.

Cogió como pudo la pizarra, poniéndola finalmente frente a su cara, apoyando la parte trasera del encerado sobre sobre sus patas delanteras. Sabía que en esa incómoda posición iba a tener que escribir las notas con la boca, pero la única pata delantera que tenía libre era la izquierda, justamente la parte de su cuerpo que podía calificar de 'torpe'. Tendría que empezar a ejercitar su lado zurdo para las Olimpiadas de Carteros; pero por el momento tendría que usar la boca.

Escribió con la máxima claridad de la que fue capaz, sin preocuparse demasiado del tiempo, pues presentía que disponía de todo el que necesitaba y mucho más. Una vez terminado, dio la vuelta a la pizarra para mostrar el mensaje a Twilight, y esperó.

Afortunadamente, esta vez los acontecimientos tardaron poco en suceder. “SCRATCH SCRATCH”, era el sonido de la tiza deslizándose lentamente sobre la pizarra. Al escucharlo, Twilight se despertó. Entonces, medio adormilada, miró primero a la pegaso y después a la pizarra.

—No te preocupes, tómate tu tiempo —dijo la unicornio, viendo que Feather escribía lentamente, usando la boca.

>>¿Sabes? —continuó hablando—. Estoy preocupada, desde ayer, por tu situación, hasta el punto de no poder dormir. Entonces pensé que quizá podría descubrir algo si te observaba. No sé... un gesto, un ademán… cualquier cosa que me pudiese... situar en el contexto del problema. Y decidí venir al hospital. Y me alegro de haberlo hecho, pues, al entrar, te oí pedir la pizarra y la tiza. No te hicieron caso, pero yo lo pedí por ti —Twilight sonrió—, y veo que, efectivamente, mi intuición era correcta.

Feather seguía escribiendo. Twilight, que la miraba atentamente, se preguntó a sí misma por qué la pegaso no usaba su pata izquierda para escribir, algo que debería ser lógico.

>>Tus amigas están ahí fuera —siguió diciendo la unicornio—. Un grupo curioso, si me permites decirlo… —entonces se inclinó ligeramente hacia la cama, dando a entender que lo que iba a narrar era un secreto—. Pero bueno, entre nosotras, ¿quién no tiene peculiaridades?. Además, una de tus amigas, la que va completamente tapada, me ha pedido un autógrafo. ¿Te lo puedes creer? ¡Tengo un grupo de fans! —Twilight estaba que no cabía en sí de gozo. Entonces, de repente, recuperó la compostura y se puso seria—. Pero se lo daré cuando acabe con este asunto... ¡El deber es el deber!

Cuando Feather terminó de garabatear en la pizarra, la volteó hacia el sillón de visita donde, hasta un momento antes, la unicornio de color lavanda había estado. Twilight se movió hasta situarse delante del encerado y miró el mensaje, que rezaba “Algo raro está pasando. Hago, o digo alguna cosa, y no ocurre nada hasta media hora después”.

—¿Estás diciendo que piensas algo y hasta que lo logras hacer pasa media hora, o te refieres a que haces algo en el momento y no tiene consecuencias hasta después de media hora? —preguntó Twilight. Entonces se sentó, sabiendo que la respuesta a dicha pregunta tardaría 30 minutos.

De repente, Feather giró la pizarra, borró lo escrito y escribió “Lo segundo”, mostrándolo a Twilight.

—Mal asunto entonces... —contestó la unicornio—. Muy malo. Tengo que investigar sobre este asunto. En la biblioteca. Lo siento —miró a Feather—, pero tengo que dejarte sola, aunque esta tarde a primera hora volveré… Y, por favor, come algo. Llevas dos días sin probar bocado —dijo, señalando la mesilla que estaba al lado de la cabecera de la cama.

Feather giró la cabeza hacia ese lugar: sobre el mueble había una bandeja repleta de comida, lista para ella. Twilight se despidió y se marchó. Feather, mirando aún el almuerzo, se extrañó aún más: a pesar de haber pasado dos días postrada en la cama, no tenía hambre. De hecho, no sentía ninguna apetencia, ni hecho corporal alguno. Era como si su cuerpo y su mente se hubiesen desunido, a pesar de que aún podía moverse.

Volvió a centrarse en la pizarra y, borrando la frase anterior, escribió “Llevo dos días sin alimentarme y no tengo apetito”. Entonces se echó a dormir, puesto que era lo único que podía hacer hasta la tarde, Quizá, con suerte, podría empezar a ver la luz al final del túnel de su problema… si éste tenía solución, por supuesto.

* * *


—¡Buenas tardes, dormilona! —la voz eufórica de Twilight despertó a Feather—. ¡Creo que tengo la explicación a lo que te ocurre!

La amarillenta pegaso se incorporó para mirar el reloj. Eran las 16:20. Aunque ya había pasado la hora de comer, seguía sin tener ningún apetito.

—Hola, Twilight —respondió Feather, instintivamente—. Llegas tarde, son las 16:20.

Ésta, mientras esperaba una contestación, leyó el mensaje la pizarra y asintió.

—Y esto que has escrito confirma mi teoría —exclamó la unicornio, mientras se sentaba en la silla de visitas. A continuación, empezó a explicar—: Lo que te ocurre es una consecuencia imprevista y, por el momento desconocida, del Sonic Rainboom. O, mejor dicho, es una consecuencia imprevista y, por el momento desconocida, generada por la unión de dos factores: el primero, el simple hecho de estar volando, con gran aceleración, en trayectoria convergente y directa hacia el punto donde la prueba debía ejecutarse; el segundo: el acto de estar en esa misma localización, en el preciso instante en el que Rainbow Dash logró realizar su Sonic Rainboom —en ese momento Twilight se llevó un casco a la barbilla, pensativa—. Lo siento, creo que ha sido demasiado técnico. Intentaré explicártelo mejor...

La unicornio cogió aire, mientras ideaba cómo podía expresar su teoría hacia alguien en el estado en el que, sin duda, debía estar la pegaso.

>>Es decir, la velocidad con la que ibas, unido al hecho de estar justo en el lugar donde se produjo la Sonic Raimboom, ha producido un desfase entre tu cuerpo y tu mente.

A continuación, Twilight cogió mágicamente la pizarra y usó el trapo para borrarla, denotando, durante todo el proceso, una ligera sonrisa, en señal de que, aunque estaba preocupada por la situación de Fast Feather, también se sentía excitada por poder explicar su hallazgo. Cuando el encerado estuvo limpio, dibujó en él una raya horizontal.

—Ésta es —dijo, señalando la recta— la línea que representa nuestra realidad, definida según la normalidad del tiempo transcurrido.

Trazó una línea paralela por encima de la anterior, empezando aproximadamente por la mitad del encerado y, desde el inicio de la primera raya, marcó una curva ascendente que unió con el principio de la segunda recta.

—Y esta otra línea es tu realidad ahora mismo —marcó la recta superior—. La aceleración que llevabas en el momento de ocurrir la Sonic Rainboom, sumado a tu posición en el instante clave, sumado a la energía expulsada por el Sonic Raimboom en forma de círculo de colores, ha dado como resultado el hecho de que tu conciencia se traslade de esta realidad —la unicornio señaló entonces la primera línea—, a esta otra —expresó, remarcando la unión ascendente, hasta situarse en la segunda recta—. Por supuesto, esto que he explicado no se aplica a Rainbow Dash, pues ella es la creadora del Sonic Raimboom y, en el momento de lanzarlo, lo que hace es expulsar ese poder, por lo que ese término de la ecuación, al ser cero, o negativo, convierte al resultado en algo completamente diferente e inocuo para ella.

>>Por supuesto, toda realidad tiene actos y consecuencias —dijo, dibujando unas ondas de amplitud constante, partiendo desde la primera línea y cruzando los picos exteriores por encima de la segunda raya—. Los actos de ésta realidad —apuntó a la primera recta—, al que llamaré “mi línea temporal”, aún son efectivas en tu realidad —señaló al segundo trazo—; de ahí que aún puedas coger objetos y hablar. Sin embargo, las necesidades físicas más básicas tienen un rango de acción más bajo —delineó, a lo largo de la primera línea, unas frecuencias de amplitud constante de extremos más bajos— y, por eso, no sientes necesidad de comer ni beber. De igual forma, toda acción que dependa de la mente, como hablar, ver, escuchar, o incluso caminar estando lisiada, aumentará exponencialmente, debido a esa misma separación pero, con el tiempo, también se terminarán perdiendo.

>>Ahora bien, ¿por qué tienes la percepción de que las cosas ocurren más tarde de lo que realmente debería pasar? La respuesta es increíblemente fácil: es por la relación que hay aún entre mi realidad y la tuya —pintó una diagonal ascendente entre la primera línea y la segunda—. Ésta posición —señaló el punto de unión que había entre la parte inicial de la diagonal y la primera recta—, representa la realización de un suceso en mi línea temporal —entonces apuntó a la intersección entre el final de la diagonal y la segunda recta—, y este otro punto señala el momento en el que dicho suceso es accesible para ti, pudiendo entonces convertirlo en una consecuencia.

La unicornio volvió a dibujar otra diagonal entre las dos líneas, pero ésta vez descendente, empezando desde el punto de unión entre la raya superior y la primera diagonal, y terminando en la recta inferior.

>>Y esa consecuencia que tú haces en tu línea temporal, volverá como un eco hacia mi línea temporal. Sin embargo, ese suceso inicial y la consecuencia de retorno conlleva un desfase de tiempo —trazó una vertical, desde el punto de unión de las dos diagonales con la línea superior, hasta unirla con la raya inferior, remarcando a continuación, sobre la misma línea, la distancia entre el nuevo punto de unión surgido por la intersección entre la vertical y la primera recta, y el anterior punto convergente entre la diagonal descendente y la línea inferior—, por lo que dicho resultado de regreso desde tu línea temporal puede variar completamente, si se altera el suceso inicial que lo produjo desde mi línea temporal.

>>Seguramente, lo ocurrido con la gema que impactó en la cara de Applejack, llegaría a tu línea temporal como un lanzamiento distinto, de tal forma que, para ti, probablemente golpearía en la pared del fondo, o quizás en la silla. Y fue nuestro cambio en el escenario lo que originó que esa joya chocase contra mi amiga… cambio que se produjo en el lapso de tiempo transcurrido entre tu acción en tu línea temporal, y la consecuencia que ésta tuvo en la mía.

>>Sin embargo, de la misma forma que entre la acción que realizas en tu línea temporal, se refleja más tarde en la mía —señaló el punto de inicio entre la línea inferior y la vertical, siguiendo la primera hasta llegar al lugar donde la diagonal descendente la cruzaba—, lo que sucede originalmente desde mi línea temporal tarda el mismo tiempo en reflejarse en la tuya —recalcó entonces la distancia, sobre la recta inferior, entre la diagonal ascendente y la vertical, haciendo hincapié en su explicación, y remarcando que las dos trazas se veían aparentemente iguales—. Es decir, lo que para ti ocurre en media hora, en realidad ha transcurrido una hora entera, que es la suma entre el desfase que hay entre mi línea temporal hasta la tuya, junto con la de retorno, entre tu línea temporal y la mía.

La unicornio volvió a sentarse en la silla de visitas, con gesto ligeramente abatido.

>>De todas formas —comentó—, he estudiado todos los libros sobre este tema que tengo en la biblioteca; incluso he repasado volúmenes de contenidos parecidos, pero todo lo que he contado no es más que una hipótesis sin resolución, por lo que, por el momento, estamos en un callejón sin salida. Pero no te preocupes, he enviado un pergamino urgente a mi mentora, la Princesa Celestia, pidiéndole ayuda. Si hay alguien en Equestria capaz de ayudarte, sin duda, es ella.

Feather aún estaba asimilando la larga explicación que le había dado la bibliotecaria. Si había entendido bien, el accidente que había sufrido le había sacado de la mismísima realidad, y por eso le estaba pasando toda esa serie de situaciones.

>>De hecho —continuó diciendo Twilight—, quiero que estés presente para la respuesta, por lo que voy a llamar a Spike para que venga. Sí, Spike es el pequeño dragón al que le quitaste la gema… Está en la sala de espera, presenciando unos trucos de magia que está haciendo una de tus amigas. “Por favor, Twilight…” —puso voz de falsete, en un intento de imitar la voz de su pequeño asistente— “Déjame ver esto. Parece interesante”. Por favor… —exclamó, con gesto mohíno—, vive con la discípulo de la Princesa Celestia, y se siente atraído por unos simples juegos de cascos…

La unicornio de color lavanda se acercó entonces a la puerta de la habitación.

—¡Spike! —dijo, alzando un poco la voz—. ¡Necesito que vengas!

Volvió a colocarse en el sillón de visitas, esperando impaciente la llegada de su asistente, por lo que alternaba las miradas desde la cama hasta la puerta, y viceversa.

—Por cierto —comentó, para distraerse, y así poder calmarse ligeramente—, me he enterado que Applejack y Rarity están muy enfadadas contigo. Por lo visto, has hecho llorar a sus hermanas pequeñas y, aunque tienen sus diferencias, son familia, y ya se sabe que la sangre es más espesa que el agua, por lo que van a exigir explicaciones a tu comportamiento.

Spike llegó, completamente frustrado.

—¿Por qué me haces venir? —se quejó—. Con lo bien que me lo estaba pasando… La prestidigitadora iba a sacar un espejo del sombrero. Un espejo muy, muy grande —estiró sus garras, cada una hacia un lado de su cuerpo, para dar a entender el tamaño del objeto—, de un sombrero muy, muy pequeño —y redujo la separación entre sus extremidades a un número reducido de centímetros.

—No hay tiempo, Spike —declaró Twilight—. Necesito que estés cerca para cuando llegue la respuesta de la Princesa Celestia.

—¡Pero eso lo puedo hacer viendo a la poni maga actuar! —el pequeño asistente intentó excusarse—. Cuando llegue el pergamino, te prometo que vendré aquí lo más rápido posible. Por favor… —dijo, poniendo cara de bebé dragón bueno.

—De acuerdo, de acuerdo —abdicó la bibliotecaria—. ¡Pero ven lo más rápido posible cuando te llegue! Ésta yegua —señaló a Feather— está atrapada dentro de su cuerpo, incapaz de interactuar con nosotros. Y lo está pasando bastante mal. Por lo que no quiero que…

“Hola Twilight”, resonó en ese momento por toda la habitación. “Llegas tarde, son las 16:20”.

—Pues para estar atrapada en el interior de su cuerpo —respondió Spike—, interactúa muy bien conmigo… Acabo de oír, bien alto y bien claro, cómo ha dado la hora. Eso es, para mí, estar perfectamente. Y ahora, si no tienes inconveniente, voy a ir a ver cómo continúa el espectáculo…

Twilight miró el reloj. Eran pasadas las 17:30. Echó unos rápidos cálculos y se asustó.

—¡¡No puede ser, no puede ser!! —chilló, mientras se llevaba los cascos a las mejillas—. ¡¡Esto es malo, muy malo!! ¡¡De hecho, es peor de lo que me temía!! ¡¡¡Spike!!! ¡¡¡Spike!!! ¡¡¡Necesito que vuelvas de inmediato!!!

Mientras esperaba a que el pequeño dragón volviese, la unicornio cogió mágicamente la pizarra y, emborronando bastamente la línea que representaba la línea temporal de Feather, explicó atropelladamente, manteniendo todo el rato una expresión ojiplática:

—¡Me he equivocado completamente! Tu línea temporal no solo está alterada con respecto a la mía, sino que… —dibujó de nuevo la misma recta que acababa de eliminar, pero esta vez no mantuvo la paralela con respecto a la raya inferior, sino que la hizo ascendente— cada vez te alejas más y más de esta realidad… hasta llegar a un instante en el que romperás toda la relación que hubiese tenido con ella. En otras palabras: tu mente se perderá para siempre, mientras que tu cuerpo se convertirá en una cáscara vacía…

Al escuchar esas palabras, Feather quedó aún más aterrada de lo que ya estaba. ¿Acaso todo iba a terminar? ¿Así? Empezó a reflexionar en todo lo que había logrado, en todo lo que iba a perder, en todo lo que podía haber conseguido, y en todo lo que no podría siquiera intentar. Seguidamente, pensó en sus amigas… en todo lo que había hecho con ellas, en todo lo que temía hacer, en las risas, en las lágrimas y en las emociones, tanto suyas como de las demás. ¿Qué iba a ser de ellas? Y, por último, se centró en sí misma. ¿Hacia dónde iba a ir su alma? ¿Y qué iba a pasar con su cuerpo?

Empezó a llorar. Su visión se volvió borrosa, a causa de las lágrimas que inundaban sus ojos. ¿Esas lágrimas eran reales o eran producto de su imaginación? Parecían ser auténticas. Entonces... ¿por qué los bordes de su visión empezaban a oscurecerse? Se fijó en esa singularidad, pues era demasiado extraña, incluso para la situación en el que se encontraba. ¿Y si, quizás, ese oscurecimiento era el primer paso que señalaba el abandono definitivo entre la línea temporal en el que estaba su mente, y la línea temporal en la que aún permanecía su cuerpo?

En ese momento, Spike entró en la habitación, refunfuñando.

—¡Rápido, Spike! —exclamó Twilight, con evidente nerviosismo—. Toma nota: “Querida Princesa Celestia…”

—Esto... —el pequeño asistente empezó a frotarse las manos, un tanto inquieto—. Twilight, los pergaminos están en casa…

—¿¡Qué!? —preguntó la unicornio de color lavanda, consternada—. ¡No puedo creerlo! —saltando de la silla de visitas, enfiló su cuerpo hasta enfocar la dirección hacia su casa-árbol—. Voy a ir a por uno. Creo que con dos saltos mágicos, quizá tres, serán suficientes. Solo espero llegar a tiempo.

A continuación, la bibliotecaria se concentró tan rápido como pudo. Su cuerno comenzó a brillar durante un instante, hasta que, de repente, la yegua desapareció, con una explosión de luz. Al poco tiempo volvió, portando consigo un zurrón, en el que podían verse unos cuantos pergaminos, así como una pluma y un bote de tinta.

—¡Rápido, Spike! —urgió, pasándole a su asistente el contenido de la alforja, usando una múltiple levitación mágica—. Escribe: “Querida Princesa Celestia: Con respecto a lo que hablamos esta mañana, necesito una solución urgente. La distancia entre líneas temporales de la paciente es cada vez mayor, por lo que la separación definitiva es cuestión de tiempo”.

—“… es cada vez mayor…” — recitó Spike, declarando lo que estaba transcribiendo. En ese momento, el pequeño dragón notó un nudo en la garganta, por lo que dejó de caligrafiar el mensaje. Sus mejillas se hincharon y, cerrando los ojos, se preparó para lo que iba a seguir. De repente, abrió la boca y soltó un potente eructo. Gesto que fue acompañado de un humo verdoso, que terminó transformándose en un pergamino.

Feather notó cómo la parte oscurecida de su visión se hacía más y más extensa.

Rápidamente, el verdoso asistente cogió al vuelo el nuevo papiro, lo desenrolló y comenzó a leer:

—Querida Twilight: Tu petición ha sido sumamente extraña, por lo que yo misma me he ocupado de buscar una solución, sabiendo que, dada la gravedad del asunto, no había tiempo que perder. Afortunadamente, he encontrado un hechizo que puede servir, aunque he de advertirte de que se trata de un hechizo prohibido, relegado desde hace siglos a una sala especial de la Biblioteca de Canterlot con acceso muy restringido.

La visión de Feather ahora mismo se reducía a una gran circunferencia, dejando la parte externa de ésta en una zona aterradoramente negruzca.

>>El hechizo en concreto —continuó leyendo Spike— se llama “Trasvase de almas”. Como su propio nombre indica, consiste en atrapar un espíritu errante e introducirlo en un cuerpo. Se prohibió, entre otras cosas, porque si el sujeto ya poseía un ánima, ésta quedaba destruida. Pero, por tu mensaje, creo que no es el caso. De todas formas, para asegurarme de que este encantamiento no caiga en malos cascos, he provisto este pergamino de un elemento de seguridad, que hará que se destruya una vez hayas terminado de leer el hechizo.

Spike dejó de leer y, estirando la garra que sujetaba el pergamino hacia Twilight, se lo ofreció, sabiendo que el hechizo únicamente lo podía entender ella. Además, no podía arriesgarse a leerlo él, pues sólo había una oportunidad.

La región oscura de la visión de Feather empezaba a superar, en extensión, a la zona visible.

Twilight tomó mágicamente el pergamino y comenzó a leer despacio, empapándose del contenido de cada palabra. Sin duda quería grabar en su mente el hechizo.

Feather apenas podía ver. De hecho, la velocidad de crecimiento de la parte oscura se incrementaba más, a cada segundo que pasaba.

De repente, la carta quedó cubierta en una lengua de fuego, haciéndose cenizas instantáneamente.

—Bien, empecemos... —comentó Twilight, decidida.

La abertura por la que Feather podía visionar el mundo que le rodeaba era ya del tamaño de un botón. De hecho, apenas podía distinguir lo que, a través de esa minúscula rendija, le llegaba del exterior. La pegaso centró su mirada en ese lugar, para fijarse y memorizar lo que, sin duda, eran los últimos instantes de su propia existencia. De repente, un fulgor mágico llenó todo el borde exterior del orificio, frenando ligeramente el empequeñecimiento de éste. La amarillenta yegua volvió a concentrarse en el hueco, buscando la fuente del hechizo. El origen resultó ser el cuerno de Twilight, pues de éste surgía un brillo púrpura, similar al que estaba actuando sobre la abertura. Los ojos de la unicornio estaban cerrados fuertemente por el esfuerzo, algo que también se reflejaba tanto en su cara como en el resto de su cuerpo.

Pero quizá ya era tarde.

Feather, con un último esfuerzo, estiró sus patas delanteras, que no eran más que una proyección purpúrea de sus verdaderas extremidades, para alcanzar el hueco, que ya era apenas tan grande como un cookie, para intentar retrasar lo que, sin duda, era algo inevitable. Quería intentar aferrarse a esa realidad que se alejaba de ella de forma inexorable. El aro menguó, hasta ser del tamaño de un guisante. Las extremidades de la pegaso estaban a mitad de camino de una distancia que, ni ella ni nadie, podría precisar con exactitud. Instantes después, la envergadura del punto era equivalente al de una lenteja. Y, cuando éste era tan minúsculo como un grano de arena, Feather logró rozarlo con sus cascos.

Y todo desapareció.

* * *


—¡Shhh! Creo que ya despierta —se escuchó de repente.

Feather, poco a poco, abrió los ojos y miró a su alrededor. Ahí estaban todas: sus amigas Shiny Eyes, Flashing Hooves, Undying Knowledge, Shadow Hammer y Gentle Colors. También estaban Twilight Sparkle, Applejack, Rainbow Dash, Pinkie Pie, Fluttershy y Rarity. Y las tres pequeñas potrillas: Apple Bloom, Sweetie Belle y Scootaloo. Incluso Spike permanecía cerca, royendo otra gema.

—Bienvenida de nuevo a nuestra línea temporal —exclamó Twilight, con una gran sonrisa en la cara—. Ahora también es la tuya.

—Quisiera disculparme —Applejack deslizaba su casco sobre el suelo, avergonzada—. Twilight nos contó todo lo ocurrido, y comprendí que nunca fue tu intención hacer ninguna de las cosas que ocurrieron.

Hubo un pequeño silencio incómodo. Applejack miró a Rarity y después a Pinkie Pie.

—¡De acuerdo, de acuerdo! —Rarity se sintió incómoda ante esa mirada inquisitoria—. Acepta mis disculpas también… No debí enfadarme al enterarme de que habías hecho llorar a Sweetie Belle.

—¿Sabes? —cortó Pinkie Pie—. La fiesta en tu honor fue tan maravillosa…

Todas las amigas de la rosácea poni la miraron con ojos muy abiertos, e hicieron señales para que dejase de hablar.

—… Pero hubiese sido más maravillosa contigo —continuó diciendo Pinkie Pie, ignorando las advertencias—. Y hemos decidido entre todas —señaló en general, incluyendo a las amigas de la pegaso-cartero— que, cuando te recuperes completamente, haremos otra fiesta para ti. Y participaremos todas. Y será la mejor fiesta de toda Equestria.

—Feather —se adelantó Shiny Eyes—, me alegro… Todas nos alegramos de que estés sana y salva. Pronto estarás perfectamente, y a tiempo de participar en las Olimpiadas de Carteros.

—¿Sabes una cosa, Feather? —dijo Rainbow Dash—. Pocas veces he visto una pegaso más rápida que tú.

—Como diga “Pero siempre la veo cuando me miro al espejo” se va a enterar —comentó Applejack en voz baja a Twilight, que respondió con una sonrisa de complicidad.

—Me encantaría echar una carrera contigo —siguió hablando la pegaso de crin multicolor—. Hace tiempo que buscaba un contrincante digno y que estuviese a mi altura, para mejorar mi estilo y velocidad.

—Feather —se acercó Apple Bloom—. Querríamos preguntarte de nuevo si aún te apetece enseñarnos a ser cartero.

—¡Por supuesto, me encantaría! —respondió por primera vez la amarillenta pegaso, denotando un cansancio evidente—. Y si no os gusta, podríais probar otra cosa… como aprender trucos mágicos con Flashing, por ejemplo.

—Buah —Scootaloo torció el gesto—. Los trucos mágicos son para potrillos pequeños. Es mucho mejor la magia normal.

—¡Ah! —intervino Flashing, frunciendo el ceño—. ¿Acaso puede hacer esto la magia normal?

A continuación, la prestidigitadora cogió una sábana de la cama, la estiró ligeramente y la lanzó al aire delante suya, de tal forma que la potrilla unicornio quedó oculta durante uno o dos segundos. Cuando la tela cayó al suelo, Flashing estaba ataviada con un chaqué de mago y un sombrero de copa, y su crin había cambiado completamente de estilo.

—¡¡¡Mooola!!! —Scootaloo, Sweetie Belle y Apple Bloom respondieron al unísono.

—Bueno —dijo en voz baja Twilight, más bien hablando consigo misma—, en realidad esto sí que puede hacerse con magia normal.

—Muchísimas gracias… —respondió Feather, sonriendo—. Sois realmente fantásticas. Todas.

—Yeguas —comentó Twilight—, creo que lo mejor es dejarla descansar. Además, tiene que comer algo, cosa que no ha hecho en días.

Tenía razón. Feather estaba hambrienta. Miró hacia la bandeja que había en la mesilla, a su izquierda, y, con una sonrisa a las presentes, movió la pata que tenía libre hacia el mueble, cogiendo la bandeja y acercándosela hacia sí misma, hasta apoyarla sobre su pecho. Todas empezaron a marchar de la habitación, hablando en pequeños grupos.

—Alguien no se ha disculpado aún… —mientras se dirigía hacia la puerta, Twilight exclamó, mirando a Rainbow Dash.

—¿Qué? Sí que lo he hecho. Alabar a alguien es “pedir perdón” en mi lenguaje —respondió la yegua de color celeste.

—Por cierto, Twilight —Gentle Colors se adelantó un poco, hasta ponerse a su altura—. ¿Es buen momento para ese autógrafo?

—Es verdad… ¡Spike, papel y pluma!

Y todas abandonaron la habitación. Todas excepto Flashing, ya que Feather le había pedido, mediante un gesto disimulado, que esperase.

—Flashing, tengo una duda —comentó la pegaso-cartero.

—Dime, Feather —Flashing se puso seria por un momento.

—Todas las demás dudaban de que me pusiese bien… —explicó la yegua amarillenta—, pero tú, curiosamente, no has llorado. Incluso has hecho trucos mágicos fuera, según he oído. Eso… Eso no es propio de ti. ¿Por qué…?

—Eso es porque… —cortó Flashing, acercándose a la cama— he tenido otro sueño: Yo era tú. Estaba en tu mente… y también en la de Twilight —eso último lo dijo en un susurro, como si no quisiera que Feather se enterase—. Y vivía exactamente lo que has pasado. Absolutamente todo. Y, por una vez, llegué al final, porque necesitaba hacerlo. “En el momento justo mejorarás”, te dije. Y así ha sido… Porque sabía con antelación lo que iba a pasar.

—Flashing, ¿vienes? —dijo Knowledge, asomándose al umbral de la puerta.

—Sí, ahora mismo voy —respondió la potrilla unicornio, arrancando en un trote para salir de la sala. Entonces, al llegar a la entrada, giró su cabeza para mirar a su amiga convaleciente, y sonrió.

A excepción de Feather, la habitación quedó completamente vacía… Pero, por primera vez en días, la amarillenta pegaso-cartero sabía que no estaba sola. De hecho, nunca lo había estado. Y, con una gran sonrisa, empezó a comer.

FIN DEL CHAPTER 1X16


Y esto es todo por el momento. Espero que os haya sido tan grato el leerlo que para mí el escribirlo.

Desgraciadamente, el siguiente capítulo tendrá una escena que no puede ser incluida en este foro, por lo que, cuando sea completado y revisado, lo publicaré en fanfiction, y aquí pondré un enlace a mi cuenta, junto a un aviso pertinente de que solo debería verlo los mayores de edad.

Nota de editado: Se me olvidaban las impresiones...

Spoiler:
Solo tengo una impresión, y es aclarar que Fast Feather, tanto en la salida de Ponyville, como en el accidente, va muy rápida, algo que se nota en la estela que deja. Esta estela es la "normal", no la que sale de Rainbow Dash cuando logra su Sonic Rainbow. La estela "normal" es la que se ha visto bastantes veces en la serie (por parte de Rainbow Dash, por parte de Pinkie Pie, por parte de Lightning Bolt, etc). Como mucho, cuando Feather nota que debe esquivar a Rainbow y acelera aún más, lo que siente delante de sus patas, yendo a una velocidad que nunca ha logrado, es el primer paso para conseguir una Sonic Rainbow. Sí, tal como lo he puesto, parece algo muy "OP", pero nada más lejos de la realidad. Desde el primer paso (el ligero endurecimiento del aire) hasta la explosión hay un mundo de distancia (algo que se ve en el capítulo). Es como querer comparar a uno que se acaba de sacar el carnet de conducir, con Fernando Alonso. Rainbow Dash está hecha de otra pasta. Es una atleta profesional, capaz de despejar el cielo sobre Ponyville en unos segundos, mientras que Feather es una cartero, quienes no deben ejercitanse tanto, pues es una profesión con menos aptitud física pura.


Por cierto, muchas gracias a McDohl por permitirme usar esa voz característica de Derpy Hooves.

Capítulo dedicado a LloydZelos, por ser un tío tan de P.M. Ánimo.


Nota de editado 2: Dos cosas que se me habían olvidado, una de este capítulo y otra del anterior:

De éste:

Spoiler:
El título es un homenaje al segundo capítulo de Half-Life.


Del anterior:

Spoiler:
La yegua que da el tiempo de Manehattan está sacado de las blindbags. A esa yegua, según pone en la tarjeta, es amante del tiempo. Gracias Even-IV por enseñarme esa tarjeta.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01

Notapor Ruderfordio » 30 Jun 2014, 19:19

Después de terminar el primer capitulo

bueno no hace mucho he terminado el capitulo uno de este fanfic, el cual a conseguido engancharme y e de decir que es de los mas lagos que he visto en mucho tiempo.

Lo único que diré es que tiene una muy buena historia que sin duda seguiré leyendo.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x02 - Parte

Notapor Ruderfordio » 01 Ago 2014, 21:18

bien hace un tiempo que termine el cap 2 de este Fanfic de excelente calidad, en el cuan me a encantado tanto en sus elementos como la ciudad de las nubes o la supuesta amenaza.

solo e visto un fallo, a que tanta hostilidad por parte de esa criatura? pues no hay respuesta.

por lo demás me a encantado :D
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x02 - Parte

Notapor Sr_Atomo » 01 Ago 2014, 21:52

Ruderfordio escribió en 01 Ago 2014, 21:18:bien hace un tiempo que termine el cap 2 de este Fanfic de excelente calidad, en el cuan me a encantado tanto en sus elementos como la ciudad de las nubes o la supuesta amenaza.

solo e visto un fallo, a que tanta hostilidad por parte de esa criatura? pues no hay respuesta.

por lo demás me a encantado :D


Bueno, ese es un fallo que me gustaría subsanar en un futuro próximo. Se supone que la araña de las nubes no puede dejar escapar al grupo porque éstas avisarían a "los de abajo" y éstos la echarían de la ciudad de nubes, y eso supondría dejarla sin comida, algo preocupante para ella, y más teniendo en cuenta de que ha crecido bastante debido a la gran acumulación de alimento y a la ausencia tanto de competencia como de depredadores.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x16 - Parte

Notapor Angelus-Y » 14 Ago 2014, 19:28

Buah, que decir...me he leído por fin el capitulo 11. Y casi no tengo palabras para expresar la emoción de esta lectura.

Ha sido increíble. Una forma de expresión, fluidísima, diálogos con información bastante comodos, una historia increíble en si, lleno de misterios, un pasado lleno de acontecimientos...madre mia, menuda obra este capitulo, sin duda de los mejores de los que he leído hasta ahora y con razón. Por supuesto un vocabulario exquisito, unas descripciones variadas, sentimientos puramente reflejados...Que maravilla, de verdad.

Y he visto facetas de los personajes que han aparecido, que la verdad no me esperaba para nada, incluso hasta el final me he ido sorprendiendo párrafo a párrafo, dejándome envolver por la dulzura de las palabras escritas. Y por supuesto...emoción, un sentimiento tan profundo que ha llegado a mi corazón. Es muy difícil llegar a tocar a un lector, pero a mi me has derrumbado de sentimiento, de hecho casi lloro y mira que no soy de los que se emociona fácilmente al leer algo (en triste me refiero) y que decir, has logrado saltar estos sentimientos por todo lo alto, y mezclando acción, misterio y diálogos de lo mas intrigantes en muchas partes.

Ha sido sinceramente una delicia recién sacada para mi, agradezco este escrito que has hecho, porque la verdad has hecho algo complicadísimo para un escritor y lo has levado PERFECTO casi. Me cuesta decir "mejorable" porque lo veo fenomenal, honestamente.

Sin faltas, ni palabras repetidas, con una trama increíble, emociones a porrón, objetos y usos que jamás imagine...y una forma original sobre todo de describir algunas cosas en los escenarios como
Spoiler:
Reddish tocando el espejo creyendo que hay dos gente, aunque parezca tonto, son detalles que en el contexto te enamoran al imaginarlo y la reacción de la princesa Celestia, no me la esperaba, la verdad, al igual que la escena con la princesa Luna y toda la confesión y la relación entre Muffled, Wise y Gentle. Increíble, simplemente increíble.


Siempre dije que aquí teníamos una gran obra que se convertirá en un gran acontecimiento, eso sin duda, pero al leer este capitulo y volviendo a inundarme en tu magia de escribir me has reforzado aun mas lo que dije.

Lo recomiendo altamente, es una lectura para bocas ávidas y yo puedo decir que perfectamente se merece lo que llevo hasta ahora un rango de nota entre 9 y 10. Con toda la verdad por delante. Enhorabuena Sr Atomo, ha hecho un trabajo formidable y espero poder seguir leyendo tu fic pronto y a los que no se hayan animado, podeis engancharos, que os enamorara como a mi, en especial si os gustan los fics polivalentes.

Nada mas que decir. Un cordial saludo y mis felicitaciones al señor escritor. FORMIDABLE. MAGISTRAL Y ESPLENDOROSO.

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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x16 - Parte

Notapor Sr_Atomo » 14 Ago 2014, 20:56

Me ha llegado al alma, Angelus... pero del todo...

Muchísimas gracias, tengo el ánimo por los cielos, la verdad.
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Re: MLP FIM: "Parallel Stories" [ALL] - 1x01 a 1x16 - Parte

Notapor Sr_Atomo » 19 Ago 2014, 00:22

Bueno, dobleposteo porque han llegado hasta mí información de que hay capítulos cortados (gracias, Horwaith). La verdad es que desde casi el principio del hilo he tenido un problema curioso: A la hora de abrir el spoiler que contenía la parte del capítulo, éste aparecía cortado, pero cuando le daba al botón de editar me salía completo. Pensaba que era un problema de mi ordenador, por lo que no le di mucha importancia, pero Horwaith me ha comentado que a ella también le pasa.

Para saber si véis el capítulo entero o no, debéis fijaros en el final del spoiler. Si aparece un "Continuará" o un "End of chapter" en grande, está bien, si no, está recortado. Por lo visto tiene que ver con el número de caracteres que permite el post, algo que en principio no sobrepasa el spoiler estando "cerrado", pero que sí lo hace cuando se abre, por lo que se recorta.

Por este motivo, voy a subir los capítulos en pdf a Dropbox y a Mega, poniendo los links pertinentes, y también un link a fanfiction, que estoy publicándolos también allí. Por cierto, en los capítulos que no sean muy adecuados para este foro, solo pondré el link a fanfiction, que será el mío como fanficnero, no el del capítulo del fanfic en sí, y acompañado por una advertencia de que es para mayores de 18 años.

Ahora mismo procederé a poner los links de Dropbox (Mega está pejiguero ahora mismo, lo subiré mañana).

Otra opción aparte sería quedar con Carre para que pusiese posts entremedias de capítulos (en los que me diese el problema del corte) y poner las partes que no se vean en principio (vamos, lo que hay después del corte).... pero seguiría manteniendo los links a Dropbox, a Mega y a Fanfiction.

Muchísimas gracias y perdón por las molestias.
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