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Mucho de...
Y una pizca de...
Y, sin más dilación, aquí tenéis la segunda parte (de tres (error de cálculo)) del capítulo 1x13:
Spoiler:
MY LITTLE PONY
PARALLEL STORIES
Chapter 1x13
Yell, Muffled, Yell
2ª Parte
Magic Sales y Spoon Giddy tuvieron que reconocer que la mina había sobrepasado ampliamente sus expectativas, pues la cantidad de ramajes y bifurcaciones era realmente excesiva para que únicamente dos ponis pudiesen investigar convenientemente. Y aún era más difícil si, tal como era el caso, ninguno de los dos conocía los entresijos de la excavación.
Entonces, abatidos, se dieron la vuelta, para volver sobre sus pisadas. Reconocieron que tenían que pedir ayuda para encontrar a Muffled quien, posiblemente, estaba en peligro. Poco a poco consiguieron volver a los pasillos principales de entrada, que reconocieron. En ese momento ambos sonrieron: la salida de la mina estaba próxima.
Escucharon, un poco más adelante y a la izquierda, un galope incesante, seguido de unos gritos cuyas palabras airadas y llenas de insultos que harían enrojecer de vergüenza a cualquiera. Los dos aceleraron el paso y, al torcer el siguiente recodo, vieron, a lo lejos, la figura de Flashing. Entonces Magic rompió al galope, mientras se preguntaba a sí misma qué hacía la potrilla en el interior de la mina, cuando el Consejo del pueblo y sus amigas se habían ocupado expresamente de que ni siquiera se pudiese acercar a la montaña.
Sin embargo, Spoon, que también había acelerado el paso, se situó delante de Magic y frenó, obligando a ésta a reducir su velocidad.
—¿¡Qué es lo que estás haciendo!? —preguntó la tendero, furiosa.
—Si comprendo bien lo que habéis dicho sobre los sueños de Flashing —Spoon señaló hacia donde había desaparecido la potrilla—, no podemos impedir que los acontecimientos se cumplan...
—¡No si puedo impedirlo! —cortó Magic, echándose hacia un lado para intentar rebasar al cocinero, que hizo lo mismo, volviendo a impedirle el paso.
—¡Créeme, sé lo que hago! —exclamó Spoon, mirando directamente a los ojos de la yegua. Ésta bajó su cabeza, intuyendo que el cocinero sabía algo que ella ignoraba—. ¡Flashing no morirá, te lo aseguro!
Entonces los gritos e insultos, que eran cada vez más desesperados, se acercaron hacia el corredor donde ellos se encontraban. Spoon se apartó y, girándose hacia la salida, empezó a galopar.
—¡Vamos! —dijo—. ¡A él sí que le debemos detener!
Y Magic, sin pensarlo dos veces, empezó a galopar rápida como el rayo, siguiendo la estela del cocinero. Ese malhablado que perseguía a Flashing iba a pagar su frustración.
* * *
Wise Words caminaba despacio hasta la entrada al pueblo, ataviado bajo una túnica enteriza. “Deja que todo siga su camino. Ella sabe cuál es el límite”, fueron las escuetas palabras de la Princesa Celestia cuando él comentó sus descubrimientos con respecto a Gentle. Pero eso no era lo preocupante. Lo peor había sido la conversación con “Número Dos”.
Wise le había pedido a su homólogo que, en el informe del reciente viaje a Canterlot, persiguiendo a la unicornio de dos colores, se ocultasen sus huellas y su velocidad en los posibles testigos, para evitar así preguntas y rumores innecesarios. Pero “Número Dos” le había comentado que ese día no fue detectada una velocidad completamente inusual en el camino que llevaba de Northwest Mines Town a Ponyville, sino dos.
El semental, al girar hacia el pueblo en la encrucijada de caminos, seguía elucubrando: el hechizo de máxima aceleración, prohibido desde hacía décadas, era muy peligroso, pues se descubrió que todo aquel que lo usaba se veía abocado a un envejecimiento prematuro. Por lo tanto, hacía mucho tiempo que no se enseñaba en ninguna Escuela de Magia. Y, por ese mismo motivo, en Equestria eran muy pocos los seres que conocían ese conjuro, y una cantidad mucho menor de criaturas a los que no les importaba sus terribles consecuencias. Y, de ese reducido grupo, solo Gentle Colors vivía en Northwest Mines Town.
“Afortunadamente”, pensó Wise, “cuando yo uso este hechizo, lo hago portando la armadura, por lo que el efecto va dirigido hacia el Elemental atrapado en ella. Un elemental que es prácticamente inmortal”.
Por lo menos el viaje a Canterlot no había sido en vano, pues había logrado convencer al padre de Shiny para que aceptase la generosa oferta de la unicornio de dos colores. Terminó de torcer el recodo tras el cual empezaba el pueblo. Entonces frenó en seco, extrañado: el pueblo estaba más vacío de lo habitual, sin nadie paseando por la calle. Preocupado, aceleró el paso y se dirigió hacia la primera casa, que resultó ser el Hotel de Disarming y llamó a la puerta. Nadie contestó.
Entonces, de la casa de al lado, un poni de tierra salió a la puerta y, reconociéndole, le informó que casi todos estaban en la mina. Agradeciendo la información, Wise se ajustó la túnica y se dirigió hacia la gruta.
* * *
Flashing, con la respiración entrecortada, llegó galopando a la entrada de la mina. Aún no se creía la suerte que había tenido al elegir correctamente los distintos caminos del laberíntico interior de la montaña.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó extrañado el minero que guardaba la entrada.
—¡¡¡SOCORRO, ME PERSIGUEN!!! —gritó la pequeña potrilla.
El corrillo que estaba alrededor del minero se apartó, para dejar pasar a la prestiditigadora. El minero cogió el pico que tenía a su lado y, poniéndose en actitud defensiva, indicó mediante un gesto a los demás de que iba a entrar y de que no le siguiesen.
Flashing se paró en la entrada, exhausta. Rápidamente sus amigas la rodearon e intentaron calmarla. Shiny apremió a las demás, con suaves palabras, de que debían alejar a la pequeña unicornio de ese lugar, para que no se cumpliese el fatal desenlace. Todas afirmaron y, con Flashing a la cabeza, procedieron a salir de la mina.
* * *
Los gritos estaban ya muy cerca, por lo que, tanto Spoon como Magic, se apretujaron contra la pared, para esperar pacientemente la llegada del perseguidor de Flashing y caer sobre él.
En cuestión de un instante, una figura encapuchada apareció por el corredor principal. Sin darle tiempo a reaccionar, los dos saltaron encima suyo, inmovilizándole por completo. Sin embargo Spoon tuvo que frenar los ataques de Magic quien, completamente fuera de sí, descargaba una y otra vez sus cascos contra el cuerpo ya inmóvil del encapuchado.
El cocinero, en silencio, alejó como pudo a la tendero del semental que yacía inerte en el suelo, hasta que ésta poco a poco se calmó. Entonces Spoon volvió a acercarse al cuerpo y comprobó que seguía respirando.
—¿Qué es lo que te ha pasado? —preguntó el cocinero, examinando aún al herido—. Por poco le matas.
—Lo… lo siento —se disculpó Magic—. Él es el encapuchado del sueño... El que sin duda matará a Flashing... Y yo... Y yo... Debía defenderla... Es una potrilla tan buena, tan inocente...
—Te comprendo —respondió Spoon—. Yo tampoco quiero que le pase nada a Flashing, pero casi te conviertes en una asesina. Y tampoco quiero eso. Eres una buena yegua, por eso no puedes dejar que la ofuscación y el miedo se apoderen de tu mente.
La yegua empezó a lloriquear, angustiada por lo que había hecho. El cocinero se acercó a ella y la abrazó cariñosamente, logrando así tranquilizarla.
—Venga —dijo Spoon con una sonrisa—, hay a trasladarle fuera de la mina para que reciba atención médica. ¿Me ayudas?
Entonces Magic, secándose las lágrimas, asintió. Y, entre los dos, cargaron el cuerpo del encapuchado.
* * *
Muffled Yell volvió a coger aire y lo exhaló silenciosamente, moviendo su boca. Muzzle Sooty sonrió: al fin esa yegua había accedido a hacer su famoso grito. Y su mujer y su hijo quedarían libres.
—Bueno, ya está —dijo Muffled, desafiante—. Ahora suéltame.
Muzzle se acercó a la jefa de mineros, dispuesto a quitarle las ataduras. Entonces paró, pensativo.
—Casi has logrado engañarme —espetó, enfadado—, pero me he dado cuenta… No has hecho tu grito, solo lo has fingido. Si lo hubieses hecho, ahora estarías abatida, pensando en las posibles repercusiones de tu acto… Pero tu actitud es todo lo contrario.
Cogió la cabeza de Muffled con ambos cascos y acercó su cabeza hasta que las dos quedaron prácticamente juntas.
—No voy a permitir que por tu culpa maten a mi familia —susurró—. Antes destruiré este pueblo, con todos sus habitantes dentro. Así que más te vale no intentar jugármela de nuevo o sufrirás las consecuencias.
Y, soltándola con un gesto de desprecio, volvió a alejarse, hasta ponerse de nuevo al lado de la gema negra. Entonces se giró y miró de forma inquisitiva a la jefa de mineros.
—Ahora grita —exclamó, entrecerrando los ojos.
* * *
Wise Words entró rápidamente a la mina, chocando con Flashing quien, al frente del grupo compuesta por ella y sus amigas, se disponía a salir. La pequeña potrilla se tambaleó y, tropezando, reculó hasta golpearse la cabeza con la pared. Las demás intentaron, sin éxito, sujetarla para evitar el golpe. El semental, quien portaba la armadura bajo de la túnica, no se había dado cuenta del choque. Tampoco se percató de la acción posterior, pues estaba obcecado en buscar información, información que, tras un rápido vistazo, únicamente parecían conocer los mineros que guardaban las diferentes ramificaciones.
—¿Qué es lo que ocurre aquí? —preguntó al minero que guardaba la entrada de la derecha quien, a juzgar por el numeroso grupo que tenía delante, debía ser el que más supiese del asunto.
El minero, completamente pálido, miraba alternativamente a Wise y al grupo, sin saber qué hacer. Pero la mirada inquisitoria del semental, con la cabeza escondida dentro de la capucha, fue determinante para atraer la atención del minero. Después de unos simples gestos, éste se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el interior de la mina, seguido por Wise quien, mediante otro gesto, señaló a los demás que permaneciesen allí.
Apenas habían recorrido unos pocos metros cuando se encontraron con Magic y con Spoon, que portaban entre los dos, como podían, un encapuchado.
Magic, al ver a Wise bajo la túnica, se asustó, comprendiendo que el encapuchado que ellos portaban podía no ser el causante de la muerte de Flashing, sino Wise. De hecho, era más probable que fuese él, pues, según el sueño, el asesino de la pequeña potrilla provenía del exterior de la mina. Rápidamente dejó en el suelo al encapuchado, obligando a Spoon a hacer lo mismo, y galopó, tan rápido como pudo, hacia la entrada.
—¿Qué es lo que ocurre aquí? —preguntó Wise, molesto.
Spoon le miró inquisitoriamente.
—Flashing ha visto, en sueños, su muerte… A cascos de un encapuchado —dijo—. Dime, ¿la has golpeado al entrar a la mina? ¿O siquiera la has visto? Porque es probable que tú seas el encapuchado que haya acabado con su vida…
Wise reculó. No se esperaba eso.
—No… no recuerdo haberla empujado —comentó, inseguro, sabiendo que, con la armadura que portaba bajo la túnica, no habría notado el choque ni aunque Flashing hubiese cargado contra él—. Aunque debería ir a mirar para asegurarme.
—Es mejor que no lo hagas —replicó el cocinero—. Si ha ocurrido algo con Flashing y te ven, es posible que intenten vengarse, al no saber que eres tú. Recuerda el cariño que tienen todos hacia esa potrilla. Es mejor que vaya yo a investigar, mientras vosotros buscáis a Muffled.
—¿Le ha pasado algo a Muffled? —preguntó Wise, rabioso por lo ocurrido y por la falta de información.
—No ha aparecido en la reunión que hemos tenido hoy en el Consejo, precisamente por el asunto de Flashing, y nadie la ha visto en todo el día —respondió Spoon—. Creemos que está en el interior de la mina y que puede estar en peligro.
Wise se sentó en el sitio, pensativo. Entonces decidió que la mejor decisión era que Spoon y el minero llevasen al otro encapuchado a la entrada, para que después volviese el minero, acompañado de Shiny Eyes, que conocía bastante bien la mina y, para el gusto de Wise, era, de todo el pueblo, la poni en quien más podía confiar en esos momentos. Aunque se guardó muy mucho de comentar para qué iba a necesitar a la dorada pegaso.
El cocinero y el minero cargaron entonces, con cuidado, el cuerpo del encapuchado y se dirigieron, con la máxima rapidez posible, a la entrada de la mina, donde se podría atender mucho mejor al herido. Wise permaneció en el sitio, impaciente por recibir ayuda.
* * *
Knowledge fue la primera en llegar hasta Flashing. Estaba aterrada, pues sabía a ciencia cierta que el sueño de su amiga se estaba cumpliendo hasta las últimas consecuencias… y el precio era demasiado alto.
Con sumo cuidado situó su pata delantera izquierda bajo la cabeza de Flashing, incorporándola. Era un peso inerte. Volteó el cuerpo de su amiga hacia un lado para dejarla descansar. Debía comprobar que seguía viva. Necesitaba comprobarlo. Deseaba con todo su ser que lo estuviese. E incluso rogó, para sí misma, cambiarse por ella. Porque Flashing no merecía acabar así.
Magic llegó como un suspiro al corro donde Knowledge se ocupaba de su mejor amiga. Abriendo los ojos, maldijo en voz baja a Wise, para luego agachar la cabeza y empezar a llorar en silencio, como estaba haciendo el resto de los espectadores, sobre todo las amigas de Flashing.
Knowledge agitó suavemente la cabeza de Flashing para intentar despertarla, pero ésta no se movió. Los ojos de la historiadora empezaron a humedecerse.
Miró hacia arriba, cruzando su mirada, de forma alternativa, con la de Shiny, la de Feather y la de Shadow. Todas deseaban que esto no hubiese ocurrido jamás.
—¡No puedo creerlo! ¡Ha ocurrido! ¡Ha… ha muerto! —exclamó Knowledge entre sollozos.Suavemente dejó la cabeza de su mejor amiga en el suelo—. ¿Por qué no me llevaste a mí? ¿Por qué a ella? ¿Por qué…? —entonces lloró amargamente.
Magic Sales se mordía el labio, impotente. Lentamente se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la tercera bifurcación. Iba a vengarse. Poco le importaba que Wise fuese un espía entrenado. Poco le importaba que él trabajase para la Princesa Celestia. Wise era un asesino. E iba a pagarlo con su vida.
Sin embargo, Spoon y el minero, que transportaban al encapuchado inocente, le cortaron el paso. Magic hizo ademán de rodearlos, pero Spoon le paró con un gesto.
—Llévame ante Flashing —comentó, dejando al encapuchado en el suelo.
La expresión que tenía el cocinero hizo que Magic dudase. Algo dentro de ella le indicaba que él tenía la sartén por el mango y que dominaba la situación. Bufó como contestación y le acompañó hasta donde estaba la pequeña unicornio, que seguía rodeada de sus amigas, completamente plañideras.
Con amabilidad, Spoon pidió a las demás que se apartasen y se acercó a Flashing. Todas le hicieron caso, excepto Knowledge, que miró hacia él como si se tratase de la Parca y llegase para recoger a su amiga y llevársela a un lugar lejano. Instintivamente abrazó a la potrilla unicornio con fuerza, atrayéndola hacia sí.
Entonces Knowledge abrió los ojos como platos y, separando levemente a Flashing de su cuerpo, la miró sorprendida.
—Es… ¡Está respirando! —gimió—. ¡Está viva!... ¡Estás viva!
Y volvió a abrazarla, mientras lloraba. Pero esta vez eran lágrimas de felicidad. Las demás sonrieron, a pesar de que aún caían lágrimas por sus mejillas.
—Y, como suponía, no podía estar muerta —comentó Spoon mientras se levantaba y caminaba hacia Magic.
—¿Cómo habías estado tan seguro de que no iba a morir? —preguntó ésta.
—Muy fácil —respondió el cocinero—. Recuerda sus palabras… “Lo último que oigo es a Knowledge llorando a mi lado gritando ‘¡No puedo creerlo! ¡Ha ocurrido! ¡Ha… ha muerto!’. Entonces desperté”.
—Sí, lo recuerdo —comentó la tendero, extrañada.
—¿No lo ves? —inquirió irónicamente Spoon—. Si realmente hubiese muerto, no habría podido oír esas palabras. Por lo tanto, debía de estar inconsciente. Aunque no lo viese nadie, en su sueño no moría, sino que el golpe le dejaba sin sentido.
Magic se acercó a Spoon y le golpeó con su casco en el hombro.
—¿Por qué no lo has dicho antes? —dijo, enfadada—. He sufrido mucho… Todas hemos sufrido mucho.
—No lo he hecho porque entonces no sería real —comentó Spoon—. Es decir, si te lo hubiese contado, habrías estado alegre por dentro, y eso lo notarían los demás, que te juzgarían como alguien insensible… Igual que como me has juzgado antes ahí dentro —señaló el interior de la mina—. Habéis expresado todas el cariño que le tenéis a Flashing… Y no quería estropearos esa sensación, aunque os hayáis sentido mal.
>>Sin embargo, yo soy “nuevo” en el pueblo, y aún no os conozco mucho, pero me habéis demostrado mucho hoy… Y he visto que es algo tan hermoso que quiero participar…
Se acercó hacia el encapuchado y le miró.
—Shiny —dijo—, acompaña a este minero —señaló al semental que le había acompañado a la salida— dentro de la mina. Allí te espera Wise, que precisa tu ayuda. Vosotras —señaló a Knowledge, a Feather y a Shadow—, llevad a Flashing a su casa y cuidadla… Cuando despierte, es mejor que lo haga junto a sus amigas. Magic, ayúdame con él —miró hacia el encapuchado—, vamos a trasladarlo al restaurante y allí le trataré…
—¿Le tratarás? —preguntó la vendedora.
—Por supuesto… —respondió Spoon—. Aparte de cocinero, tengo nociones de medicina. Tenemos que estabilizarle para que aguante el viaje hasta el hospital de Ponyville.
Poco a poco la entrada a la mina se fue despejando. Spoon y Magic trasladaban al encapuchado hacia el restaurante. Knowledge llevaba sobre su espalda a Flashing, rumbo a su casa, acompañadas por Feather y Shadow. Shiny y el minero entraron a la tercera bifurcación, en busca de Wise. Y el resto de ponis se fueron desperdigando poco a poco.
* * *
Wise se alegró de ver a Shiny y al azulado minero. Shiny, cuando le divisó, galopó directamente hacia él y, con la fuerza de su carga, le empujó tan fuerte como pudo, pillándole desprevenido y haciéndole trastabillar. Shiny, a su vez, se vio empujada hacia atrás, debido a la resistencia de la armadura que portaba el semental bajo la túnica.
—¡¡Cómo has podido!! —gritó la dorada pegaso, aún en el suelo—. Casi matas a Flashing… Eres horrible… —y empezó a sollozar.
—Pero está bien —declaró el minero—. Solo está inconsciente, y ahora está bien atendida.
Wise suspiró aliviado. Se acercó a Shiny y le tendió el casco, que esta rechazó, levantándose sin su ayuda.
—Vamos, Shiny —dijo Wise—. Me disculparé por lo ocurrido, pero lo haré luego. Ahora es urgente que encontremos a Muffled. Ella aún sigue en peligro… Lo sé.
—¿Y cómo quieres que te ayude? —preguntó Shiny, ya más tranquila—. No conozco tan bien la mina como él —señaló al minero.
—Pero tú fuiste testigo del acontecimiento más insólito que ha habido aquí en los últimos años —respondió el semental—. En concreto, fuisteis tú, Muffled y Gentle. Muffled es la que ha desaparecido y, entre tú y Gentle, te he encontrado a ti primero.
—Gentle no está —añadió Shiny—. También ha desparecido. Antes he llamado a su casa y no ha contestado nadie.
—¿Falta Gentle también? —Wise se preocupó—. La situación es mucho peor de lo que esperaba… —dijo más bien para sí mismo que para el resto—. Rápido: dime dónde encontrasteis el huevo de dragón.
—¿El huevo de dragón? —inquirió Shiny—. Está bien, te llevaré… Pero que conste que lo hago por Muffled, no por ti —y empezó a trotar hacia el interior de la mina, seguido por los dos sementales.
Apenas llevaban recorridos unos pocos metros cuando Shiny cortó el silencio:
—Encontramos el huevo justo delante del regalo que tenía preparado para Gentle —dijo—: una hermosa gema negra, que sigue esperándola para que la marque…
Wise paró súbitamente, obligando a los demás a hacer lo mismo.
—Una… ¿Una gema negra? —preguntó, sobresaltado—. No puede ser… ¡¡Eso es lo que buscan!! —y arrancó en un fiero trote, esta vez más rápido que antes, seguido del minero y de Shiny quien, con un gran esfuerzo, se puso por delante para señalar el camino.
—¿Qué tiene de importante una gema negra? —preguntó el minero.
—Muffled me dijo que eran raras de encontrar —respondió Shiny—, incluso únicas.
—Es mucho peor que eso —dijo Wise—. Las gemas negras son acumulaciones de magia…
—¿Acumulaciones? —volvió a preguntar el minero.
—La magia no es estática —empezó a explicar el semental—, sino ondas que recorren el mundo, atravesando prácticamente toda la materia, incluyendo a los seres vivos que lo pueblan, y siguiendo un patrón establecido, tanto de dirección como de fuerza.
—Aham —replicó Shiny.
—Sin embargo —continuó Wise—, a veces hay fallos en ese entramado de ondas, dando lugar a “nexos”, “nudos” o “acumulaciones”, en algunos puntos del planeta. Dependiendo de dónde ocurra, el objeto más importante que quede atrapado en el ámbito de acción de ese nudo cambiará, almacenando esa magia y convirtiéndose en una mutación extraordinaria: la madera se vuelve blanca, los espejos empiezan a reflejar la verdadera realidad y las gemas se tornan negras.
—Entonces lo que ha ocurrido en la mina es uno de esos nudos, ¿verdad? —preguntó Shiny.
—Exacto —respondió Wise—. Shiny, ¿recuerdas si el negro de la gema era apagado o brillante?
—Creo que apagado —comentó ésta.
—Entonces nos hallamos ante la acumulación máxima de magia —definió Wise, acelerando aún más—: una mutación tan potente que ha absorbido el propio brillo de la gema… Esa joya es, posiblemente, el objeto natural con más poder mágico que exista en Equestria, y puede que incluso en todo el mundo.
>>Estoy seguro de que la existencia de esa gema habrá llegado a oídos de seres capaces de hacer absolutamente cualquier cosa por obtenerla… Muffled puede estar en un peligro verdaderamente mortal.
Entonces los tres ponis aceleraron su trote hasta convertirlo en un galope.
* * *
—Aquí está bien —dijo Spoon mientras señalaba una mesa del restaurante.
Magic accedió y juntos dejaron cuidadosamente al encapuchado sobre la mesa.
—Cuida de que no se mueva, voy a por el instrumental —señaló el cocinero.
Al poco rato volvió sujetando un pequeño maletín con la boca. Lo dejó al lado de la mesa y lo abrió, sacando material para la estabilización del malherido. Poco a poco fue usándolos, mientras Magic seguía atentamente cada movimiento, sin dejar de sujetar al encapuchado quien, de vez en cuando, se agitaba por el dolor.
* * *
Muffled rabiaba por dentro. Por una parte, comprendía lo que ocurría si no hacía su grito, pero por otra, se imaginaba lo que podría pasar si gritaba. Era una decisión demasiado difícil de tomar.
Unos golpes a su lado le hizo volver a la realidad. Muzzle había aporreado la pared a escasos centímetros de su cabeza. Ella le miró con gesto triste, pero él seguía furioso, y comenzaba a estar impaciente. Solo había una opción. Muffled pensó durante un instante en qué ocurriría si, después de gritar, ese minero no cumplía con su parte del trato, matándola a continuación o, lo que era peor, abandonándola en ese lugar tan profundo y apartado de la mina.
Pero que más le extrañaba de esta situación era que nadie se había acercado a esa zona, a excepción de los dos galopes que se habían alejado, hecho ocurrido ya hace demasiado rato. Estaba sola, muy sola.
Con lágrimas en los ojos, empezó a aspirar lentamente… Entonces paró. Oía ruido no muy lejos. Quizás fuesen mineros que estaban allí por casualidad, o quizás en el pueblo habían advertido su ausencia y estaban buscándola, pues el tiempo que había permanecido allí secuestrada era una incógnita, pudiendo ser minutos, horas o incluso días.
—Quédate aquí —dijo Muzzle—, y, sobre todo, no grites —se giró y, sonriendo, cogió un trozo de trapo que había en el suelo—. Para asegurarme de que estarás quietecita, te voy a amordazar.
Muffled intentó en vano zafarse del agarre que le estaba haciendo el minero, pero éste logró, con bastante esfuerzo, colocarle el trapo sobre la boca, metiéndole una gran parte en el interior de la cavidad bucal, para evitar que ella usase la lengua para liberarse. Seguidamente salió hacia el pasillo principal para despistar a los recién llegados.
* * *
Knowledge dejó a Flashing sobre su cama, ayudada por Feather y Shadow. La pequeña unicornio dejó escapar un pequeño suspiro mientras era acomodada. Knowledge sonrió, aún con los ojos llorosos.
—Gracias a Celestia que aún sigues viva —exclamó y miró hacia las otras dos—. ¿Cómo supo Spoon que…?
—Por lo visto —cortó Feather—, el hecho de que Flashing despertase prematuramente del sueño le impidió saber que únicamente quedaba inconsciente… Pero tú también has oído a Spoon: “Si escuchó tus palabras, eso significaba que seguía viva”.
—Menos mal que acertó… —dijo la historiadora, volviendo a mirar a la pequeña unicornio.
—Tranquila —comentó Feather, acercándose a Knowledge y poniéndola un casco en el hombro—, estaremos aquí hasta que despierte, sea cuando sea.
Shadow asintió reafirmando esas palabras. Knowledge empezó a llorar de nuevo.
—Muchas gracias —dijo—. Sois las mejores amigas del mundo…
* * *
Muffled intentó, por todos los medios aflojar el trapo que le aprisionaba la lengua. Tenía que alertar al grupo que se acercaba, ya que, a juzgar por la cantidad de voces distintas que hablaba airadamente con Muzzle, debían ser tres. Suficientes como para reducir convenientemente a su secuestrador y liberarla. Incluso podría jurar que, por su tono de voz, Muzzle estaba aterrado.
Pero el trapo no se aflojaba. Intentó cambiar de táctica. Empezó, poco a poco, a mover sus doloridos cascos para debilitar los nudos que tenía en sus muñecas. Sonrió para sus adentros: debido a la cantidad de horas (¿o eran ya días?) que había permanecido secuestrada, y gracias al sudor y a que Muzzle no se había preocupado de comprobar de nuevo los nudos, éstos estaban bastante más flojos de lo que cabría esperar.
Dándose toda la prisa que pudo, pues evitar que los miembros del grupo se marchasen, retorció sus muñecas y sus cascos hasta el máximo punto de dolor permitido y logró liberarse. Entonces se quitó el paño de la boca y cogió aire para hacer su famoso grito… Pero paró y miró hacia la gema negra. Si gritaba ahora, todos sus avances se perderían, así que echó un vistazo a su alrededor.
En una esquina, oculto debajo de una pequeña manta, estaban las herramientas de Muzzle, quien, como tenía como misión proteger la gema hasta que Gentle lo sacase, las había llevado hasta allí para tenerlas cerca. Muffled cogió el pico y, asiéndola con fuerza, se posicionó delante de la gema negra y, con toda su furia, descargó el golpe, partiendo a la vez el pico y la joya, cuyos pedazos quedaron esparcidos por la zona.
Cansada pero satisfecha, la jefa de mineros cogió aire y, finalmente, hizo su famoso grito. Y gritó como nunca, pues era el sonido de la libertad.
* * *
—Estamos cerca —indicó Shiny.
Wise y el minero la seguían de cerca, ansiosos por llegar a la gema negra. Wise estaba seguro de que esa joya era la clave de la desaparición de Muffled. El minero, sin embargo, estaba apático, como si no le importase la crucialidad del tema, pero aun así, se le notaba dispuesto a ayudar hasta las últimas consecuencias.
—Luego me explicarás cómo sabes tantas cosas sobre la magia, Wise —la dorada pegaso volvió a cortar el silencio.
—Estudiando, Shiny, estudiando… —respondió éste—. Siempre que tenía tiempo libre, visitaba la Biblioteca de Canterlot.
Llegaron hasta un pasillo del que salían, hacia la izquierda, de forma paralela, varios pequeños pasillos. Shiny paró y los demás también.
—Está al torcer aquella esquina —susurró la joyera, mientras señalaba uno de los pasillos laterales.
—De acuerdo, vamos entonces —respondió Wise con el mismo tono de voz, y empezó a avanzar.
Sin embargo, de repente paró, extrañado. Notaba cómo, debajo de la túnica, su armadura se estremecía. El gran Elemental de Tierra atrapado en su interior estaba gimiendo de terror, suplicando alejarse del lugar. El semental entrecerró los ojos, preocupado: ¿qué clase de poder tenía en realidad esa gema negra, para hacer que un Capitán de los Ejércitos del Señor Elemental de Tierra, un ser con un poder equivalente al de Discord, estuviese completamente atemorizado?
—¿Qué hacéis en esta parte de la mina? —un minero surgió del pasillo lateral que acababa de señalar Shiny —. ¿Ocurre algo?
—Venimos a ver la… —empezó a decir la dorada pegaso.
—Nos hemos perdido —cortó Wise—. ¿Podrías indicarnos la salida, por favor?
—Tenéis con vosotros a Shovel Sky —respondió Muzzle, impaciente, mientras señalaba al minero que les acompañaba—. Que os indique él por dónde podéis salir de la mina —empezaba a girarse para marcharse cuando Wise se puso por delante de él, cortándole el paso.
—Muy nervioso te veo, la verdad... —comentó éste último—. Como si no quisieses que estuviésemos por aquí… Creo que escondes algo, algo muy grande.
Muzzle Sooty empezó a recular, pero chocó con Shiny y Shovel Sky. Entonces se supo perdido, por lo que bajó la mirada y empezó a lloriquear.
—Habéis matado a mi esposa y a mi hijo… —susurró, abatido.
En ese momento tronó un grito. Muffled estaba pidiendo ayuda, indicando que se encontraba junto a la gema y que acaba de destruirla.
Muzzle se derrumbó completamente al escuchar la última parte.
—Vosotros dos —dijo Wise, ignorando las palabras de Muzzle—, id a sacar a Muffled. Yo me quedaré vigilándole… —señaló al minero.
Shiny y Shovel avanzaron hacia el pasillo donde estaba la gema, esperando encontrar allí a Muffled, mientras Wise les seguía con la vista. Muzzle empezó, poco a poco, a recular, pero el semental marrón se volteó, mirándole fijamente, haciendo que el minero frenase, aterrado.
—Espero que, por tu bien, Muffled esté perfectamente —susurró Wise en un tono entre serio y furioso—, porque, si no es así… —levantó su pata izquierda y golpeó la pared, que literalmente se convirtió en polvo. Wise se dio cuenta de que el Elemental atrapado en la armadura, imposibilitado para huir del lugar, había cambiado su terror por rabia… Pero no le importó, sino más bien al contrario, pues si ese minero había hecho algo a Muffled, lo pagaría con su vida.
* * *
—Bienvenida al mundo de los vivos —exclamó feliz Knowledge.
Flashing acababa de abrir los ojos y lo primero que había visto era el rostro alegre de la historiadora. Extrañada, volvió a cerrarlos y, al abrirlos de nuevo, su amiga seguía allí, con su agradable sonrisa, pero esta vez Shadow y Feather habían aparecido por detrás de ella, también con un semblante alegre.
—¿Es… Estoy viva? —dijo la pequeña unicornio.
—¡Por supuesto que lo estás! —comentó Knowledge, al tiempo que la abrazaba.
—No puedo creerlo… —Flashing seguía asombrada—. ¿Cómo ha podido fracasar el sueño? Nunca lo ha hecho hasta ahora…
—Y no lo ha hecho —aclaró Feather.
—De hecho, todo ha ocurrido exactamente igual que como lo soñaste —añadió Shadow.
—Pero… pero… —Flashing seguía confusa.
—Pero en el sueño tú no morías —exclamó Knowledge—, sino que únicamente te desmayabas. Verás… Te despertaste del sueño antes de que se terminase y no te diste cuenta de que, cuando yo pensaba que morías, estaba equivocada… —bajó levemente la mirada y continuó hablando—. Y dije lo que dije porque tu sueño me hizo creer que estabas…
—De hecho, todas lo creímos... —cortó Shadow.
—Todos, excepto Spoon —aclaró Feather—. Él fue el único que miró más allá de lo evidente y descubrió la verdad… Seguramente lo logró porque no está tan integrado en el pueblo y, como no te conoce tanto como el resto, no tenía esa “barrera” que impedía atar los cabos… Y los ató.
—Comprendo… —comentó Flashing, más animada—, pero aún tengo una pequeña duda: ¿dónde están Shiny y Gentle?
—Shiny ha ido con Wise y Shovel a ver si encuentran a Muffled —respondió Knowledge—. Gentle, sin embargo, no ha aparecido en todo el día.
—¿No te basta con nosotras tres para cuidarte? —inquirió irónicamente Shadow.
—No es eso —declaró Flashing—. Cuando me desperté, dentro de la mina, aparte de angustia, sentí terror... Necesitaba salir de allí urgentemente, alejarme del lugar… Y quiero avisaros a todas de que, bajo ningún concepto, vayáis al fondo de la mina.
—No me extraña —comentó Knowledge—, estuviste secuestrada, sin saber qué podía pasar. Cualquiera estaría nervioso en esa situación.
—No me estás entendiendo —Flashing se puso muy seria—: en lo más hondo de la mina, donde estuve, hay algo horrible, malvado, cruel… Lo sentí dentro de mí y me asusté… me asusté mucho… y, por eso, necesito avisaros de que no os acerquéis allí... La maldad y el odio en estado puro se encuentra en ese lugar, listo para atacar.
Knowledge, Feather y Shadow se miraron preocupadas. Shiny, Wise y Shovel se habían adentrado en lo más profundo de la mina buscando a Muffled. Si lo que decía la pequeña unicornio era cierto, todos ellos estaban en peligro.
* * *
Muffled dejó caer el pico al suelo mientras jadeaba. Había decidido salvar a Equestria. Pero, a cambio, había condenado a la mujer y al hijo de Muzzle Sooty. Se sentó en el suelo y miró hacia abajo, abatida… Dos vidas a cambio de cientos, o quizás, miles de ellas… O, mejor dicho, dos vidas a los que podía poner nombre y apellidos, a cambio de cientos, o quizás, miles de vidas completamente anónimas.
Escuchó ruidos acercándose y levantó de nuevo la mirada, fijándola hacia el recodo donde se había ido antes Muzzle. Su gesto apenas cambió al ver aparecer a Shiny y a Shovel. Al fin había venido la ayuda. Al fin estaría a salvo. Pero ya no le importaba.
Rápidamente, y apabullándola a preguntas, Shiny se puso a su derecha, mientras que el minero, totalmente silencioso, se puso a la izquierda. Entre los dos la ayudaron a levantar, aunque Shovel perdió el equilibrio y trastabilló, cayendo un poco más atrás, junto a un montículo de tierra. Frustrado, el minero se levantó y se volvió a posicionar al lado de Muffled para asistirla.
—Los he matado —susurró la jefa de mineros—. Soy una asesina… Una asesina… Los he matado —empezó a repetir una y otra vez.
—Cálmate, Muffled —dijo Shovel—. Estás a salvo, y entre amigos.
—Te vamos a ayudar a levantar y saldremos todos juntos —añadió Shiny—. Wise también está aquí, aunque está vigilando a… “ese”.
Muffled miró primero a Shovel y después a Shiny y, con los ojos llorosos, esbozó una ligera sonrisa.
—Gra... Gracias… —fue lo único que dijo.
A pesar de los intentos de la jefa de mineros, Shovel y Shiny tuvieron que usar bastante fuerza para incorporarla, ya que era poco menos que un peso muerto. Sin duda, lo ocurrido había hecho mella en la mente de la jefa de mineros.
Una vez levantada, Shovel se aseguró de que Muffled estuviese equilibrada y se apartó, cogió el pico roto y sacó los restos de la gema rota de la pared, guardando los pedazos en su zurrón lateral. Después hizo lo mismo con los trozos del suelo y, por último, tiró el pico al suelo con desgana.
—Si esta gema es lo que ha ocasionado esta situación —dijo—, lo mejor será que nos lo llevemos a un lugar mucho más seguro.
Poco a poco fueron saliendo de la gruta y llegaron hasta Wise y Muzzle. La jefa de mineros entonces se desapoyó y se acercó dubitativa hacia el espía quien, como aún seguía vigilando seriamente a Muzzle, estaba ajeno a todo. Y, poniéndose a su lado, Muffled le sujetó de las mejillas y le besó en la boca. Muzzle intentó aprovechar la situación para escapar, pero Shovel se interpuso en su camino.
Un hilillo de saliva se mantuvo durante unos instantes cuando los labios de la yegua se separaron de los de Wise. Éste miró perplejo a la jefa de mineros y, cogiéndola suavemente de la nuca, esta vez fue él el que la besó.
Shiny miró alternativamente al techo, al suelo y a Shovel, ruborizada por la situación. El minero, sin embargo, vigilaba constantemente a Muzzle.
Un respingo del elemental contenido en la armadura hizo que la magia del momento terminase repentinamente. El ser estaba rabioso y aterrado a partes iguales. Wise miró hacia los demás y dijo:
—Debo ir a por la gema.
—No te preocupes —dijo Shovel, señalando su zurrón—, la tengo aquí. Aunque debo decir que ya no está completa. Fuese lo que fuese antes, no parece que sirva ya para nada.
Wise no se conformaba con esa respuesta: aún notaba cómo el elemental se retorcía, e incluso él mismo sentía la poderosa fuerza que emanaba de esa gema maldita.
* * *
—Ya está —dijo Spoon de repente—. No puedo hacer más. Aunque he logrado estabilizarle, debemos llevarle a un hospital.
—Entonces te ayudaré a llevarle al de Ponyville, que es el más cercano —comentó Magic—. Aunque tendremos que hacer el viaje de noche, ya está oscureciendo.
—Muchas gracias… no esperaba menos de ti —exclamó Spoon, con una sonrisa en la boca. Magic torció el gesto, sin saber cómo tomarse esa frase.
Levantaron meticulosamente al enfermo para su traslado, pero este abrió los ojos, miró alternativamente a los dos y empezó a musitar. Spoon acercó su oído a la boca del minero y escuchó atentamente. Al terminar de hablar, el minero volvió a desmayarse, mientras que la expresión de Spoon, al mirar a la yegua, era una mezcla de perplejidad y preocupación.
—¿Qué ha dicho? —preguntó Magic, alarmada.
—¿Conoces a un tal “Shovel Sky”? —inquirió Spoon, preocupado—. Ha dicho que es el culpable de todo lo ocurrido… Que él reconoció su voz, a pesar de que intentaba aparentar tener una distinta.
—Déjame pensar… —Magic cerró los ojos, para abrirlas como platos al instante siguiente—. ¡¡Es el minero que guardaba la entrada por el que fuimos!! ¡¡Tenemos que avisarles!!
CONTINUARÁ...
Espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. En una hora os traigo la tercera parte.