El príncipe arrollador: El casamiento

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El príncipe arrollador: El casamiento

Notapor Volgrand » 22 Ago 2015, 15:05

Esta historia cómica no pienso ni releermela antes de publicar. La escribo directamente en el foro porque me sale por ahí. Desarrollo del one-shot "El príncipe arrollador".

Prólogo
Spoiler:
El apuesto príncipe Blue Blood era conocedor de un hecho científicamente demostrado: todas las yeguas del reino perdían las enaguas al pensar en su persona. Pues tal era la belleza, elegancia, saber hacer y garbo del semental, que a sus encantos no podría resistirse ninguna yegua de recta moral. Damas de alta alcurnia competían por las atenciones del príncipe, e insulsas plebeyas perdían el sentido a su paso. ¡Oh, tal sensualidad arrasaba con su calor, cual arrasador fuego de Nerón!

Y por ello, el príncipe de cabellos dorados como el sol paseaba con el porte de aquel que se sabe victorioso antes del combate. El arte del cortejo era desconocido para él, pues solo requería señalar a la yegua afortunada para sentir el arropador abrazo del amor hasta el alba. ¡Oh, explícame tu secreto, príncipe del amor! ¿Por qué yo, humilde escritor, en el cortejo soy un perdedor?

No se planteó siquiera la posibilidad de que aquella noche fuera diferente. A la gran gala fue invitado, y cual caballero armado, acudió bien ataviado: Elegante esmoquin blanco combinado con un lazo azulado; el cuello de la tela bien recogido y, cual guinda del pastel, un blanco clavel. Arrollador, imponente, imparable, reluciente. Así lucía nuestro don Juan, acudiendo a la gala sin oponente ni rival. Él se llevaría aquella noche los mejores tesoros, y a sus rivales dejaría los despojos.

Pendenciero, pero todo un caballero.

Mas el destino fue aciago, marcando su fama con una mancha de sabor amargo. Aquella noche, Blueblood posó sus ojos en una bella dama: pelaje blanco coronado por una melena de claro color morado. Ojos verdes de apagado reflejo, tan brillantes como del príncipe sus sentimientos. Acercose el semental, dispuesto y capaz, galantes palabras y finas maneras. Una sutil caricia, un disimulado halago, y ella pronto caería presa del engaño.

Einstur era el nombre de la afortunada. Mas esta observó, cual niño ve secarse la pintura, y finalmente se tornó. Blueblood habría esperado ser guiado a los aposentos de la dama, y poner a prueba la resistencia de su cama. Mas, ¡oh, ignominia! ¡Tornose Einstur hacia otro lugar, ignorando al unicornio y su 'bla bla bla'! ¿Cómo era posible, qué había ido mal? ¿Cómo podía existir yegua que no sucumbiera ante tan majestuoso semental? Un murmuro creciente, palabras escondidas tras pezuñas y disimulado carcajeo; Blueblood estaba furibundo por lo ocurrido, mas supo que solo había un camino para acabar con tanto recochineo:

A cualquier precio de esa yegua debía conseguir el amor.
Era una cuestión de honor.

El príncipe aproximose a su amada -o, mejor dicho, a aquella a quien debía conquistar costara lo que costara-.

—¡Cuán bellas están esta noche las estrellas! —declamó—. Mas paresciéreme que un astro perdió su agarre para perderse en el brillo de sus ojos.
—Observasteis mal, Blueblood —respondió ella—, pues es imposible que caiga un astro. Creo debisteis observar un meteoro, una luciérnaga volar, o quizá una estrella fugaz.
—¡Imposible es observar de un meteoro su caída, cuando junto a mi se halla una dama por cuyos deseos está mi alma perdida! La luna se refleja en sus ojos, y no puedo mas que arrepentirme, pues la obra de la princesa de la noche languidece en comparación.
—Creo observa usted la noche en equívoco espejo —respondió Einstur—. Un lago suele ser mejor lugar de observación, mas le recomendaría usar un telescopio. O quizá un catalejo.

Blueblood llevose una elegante pezuña a la faz, mientras cavilaba una forma de conquistar a Einstur con un argumento falaz.

—Observo, bella dama, porta usted un traje de inmaculado corte. ¡Pardiez, debo solicitar me presente usted a su sastre inmediatamente! Admirable es la forma en que remarca su natural belleza, enmarcándola entre suaves telas, haciéndola digna de la realeza.
—Great Cut es su nombre, en la calle principal reside. Mas solo al vestir de yeguas dedica su confección. ¿Acaso, caballero, de encaje de bolillos hace usted colección?
—Un gran sastre debe saber escoger las telas adecuadas para su cliente. Un traje como el suyo sólo se vuelve hermoso al ser portado por usted, haciéndolo no radiante, sino resplandeciente. Damas bellas como usted se observan por aquí, mas debo decir si me lo permite, se ven raramente.
—Caballero, lamento ser tan cortante, mas... ¿acaso intenta usted cortejarme?

Blueblood, finalmente, había logrado lo que quería. Einstur había entendido a qué venía tanta diatriba.

—Sí, bella dama. Es usted hermosa cual pétalo de rosa, y deseo conocerla a fondo. Si usted desea, de un apartado apartamento junto a la playa dispongo.
—Ciertamente siéntome halagada. Mas creo es necesario usted comprenda algo antes de que procedamos a tan apartada cala.

La yegua se acercó al príncipe, y este sintió la alegría de la victoria. Su honor iba a quedar restaurado, su carrera invicta, pues pronto a los amantes la noche arroparía. Mas Einstur dirigiose al oído del blanco unicornio, junto al cual susurró quedas palabras. La cara del príncipe se desencajó, quedando en shock. Einstur se separó y se encaminó hacia la salida con pequeños pasos. Muy a su pesar, a pesar del conocimiento, observó ensimismado de su cadera el bamboleo. La yegua se detuvo, clavando sus ojos verdosos en Blueblood.

—Ha sido un hermoso festejo, mas debo volver pues mañana a primera hora partimos. Espero la próxima vez vengas tú a visitarnos, querido primo.

Einstur salió del edificio, dejando a Blueblood en el sitio, inmovilizado. Los murmuros de aquellos sabedores de lo ocurrido pronto se convirtieron en mal disimulado recochineo.

Aquello iba a dar de lo que hablar durante mucho tiempo.


Capítulo 1: Querida familia
Spoiler:
—¡Malditos sean los ancestros por proveerme de un sino tan funesto!

Y, sin duda, el recochineo había desplegado sus tentáculos, cual siniestro dios primigenio, cuando Einstur hubo demostrado su parentesco con tanta insidia como ingenio. Doce horas habían pasado desde el fin de la celebración, y las burlas todavía sonaban con sorna, sobre todo aquella que disimulaban la burla con fingida admiración. Diantres, ¡qué espanto! ¡Qué ridículo! ¡Qué horrible espectáculo para un semental apolíneo!

Por ello, Blueblood dejose caer sobre la mullida cama de sus aposentos, suspirando para sus adentros. Su prima... ¡quién lo iba a imaginar! ¡Maldita truhán! ¿Cómo pudo atreverse a dejar en evidencia a tan gentil ejemplo de belleza real? Ciertamente no eran raros los casamientos entre primos en las familias nobles, mas estos eran estrategias puramente políticas, nada cercanas a la carnal pasión del que el príncipe era un campeón, o -válgame el cielo-, fruto del amor.

Perdido en sus pensamientos se hallaba el semental de cabellos dorados como el sol cuando una pezuña golpeó la puerta de su habitación. Levantose con una efigie evidentemente indispuesta, pues conocía bien a quien con esas pezuñas se atrevía a llamar. Un sirviente habría golpeado una vez, solicitando su presencia con elegantes palabras; su padre habría entrado directamente y, de tratarse de alguna yegua que en el pasado cortejara, esta ya se hallaría a su lado, con la cabeza sobre la almohada. No, solo una yegua era capaz de llamar dos veces, esperar exactamente dos segundos y setenta y cinco centésimas, y entrar sin pedir permiso.

La puerta se abrió revelando a una elegante yegua: pelaje blanco como la lecha, adornado por una cabellera pelirroja, recogida en una intrincada y sofisticada permanente. Portaba un traje del mismo color que su crin que conjuntaba perfectamente con la delicada linea de su estilizado cuerpo que, a pesar de la edad, mostraba pocos estragos del paso de los años. Una yegua divina, bella, hermosa, inteligente y brillante, de ojos verdes como esmeraldas y la sonrisa sincera de alguien que jamás había abandonado completamente su potrillez.

Y es que, si algo puede decirse de la familia de Blueblood, es conocía bien un arte que llevaban hasta un extremo que rozaba la falta de lucidez: muchos son capaces de disimular su desagrado frente a otros, e incluso de mostrarse amables y corteses frente al mismo. Sin embargo, Blueblood era capaz de hacer incluso en sus pensamientos, describiendo a la yegua frente a él de forma tan sarcástica que tentado se sentía a creerse sus propios pensamientos.

Jamás, en toda Equestria, se había derramado tanto sarcasmo como el que ocurría en cada encuentro entre Blueblood y su madre.

—Hijo, hállome ciértamente satisfecha de encontrarte sano y salvo. Me han informado de que nuestros familiares han partido esta mañana sin mayores contratiempos.
—Fue una fiesta apacible y sin incidente alguno, madre. Oí que sufrió usted las fiebres de malta; es un auténtico placer ver que las ha superado sin ninguna secuela que haya afectado a su buen entender.


((y ya seguiré escribiéndolo cuando me dé por ahí))
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Re: El príncipe arrollador: El casamiento

Notapor Alas Negras » 22 Ago 2015, 17:05

Owwwww yeahhhhh! Muy buena, debo reconocer que la comedia no es mi género, pero de cuando en cuando se agradece. La historia está bastante graciosa (y la verdad es que Blueblood es un personaje que da mucho juego) y tengo curiosidad por saber que rumbo va a tomar.

En otro orden de cosas, me ha gustado el uso del castellano antiguo y de todas esas rimas, era como estar leyendo algún poema antiguo. Y la ortografía más que correcta, salvo por un par de cosas:

...pelaje blanco como la lecha...

Como la leche

...es conocía bien un arte...

Es que conocía bien un arte

Sin embargo, Blueblood era capaz de hacer incluso en sus pensamientos

capaz de hacerlo

Y luego una anotación que tu mismo hiciste en unos de tus programas de radio; pezuñas no son cascos xD.
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Re: El príncipe arrollador: El casamiento

Notapor Volgrand » 22 Ago 2015, 20:30

Alas Negras escribió en 22 Ago 2015, 17:05:Owwwww yeahhhhh! Muy buena, debo reconocer que la comedia no es mi género, pero de cuando en cuando se agradece. La historia está bastante graciosa (y la verdad es que Blueblood es un personaje que da mucho juego) y tengo curiosidad por saber que rumbo va a tomar.

En otro orden de cosas, me ha gustado el uso del castellano antiguo y de todas esas rimas, era como estar leyendo algún poema antiguo. Y la ortografía más que correcta, salvo por un par de cosas:

...pelaje blanco como la lecha...

Como la leche

...es conocía bien un arte...

Es que conocía bien un arte

Sin embargo, Blueblood era capaz de hacer incluso en sus pensamientos

capaz de hacerlo

Y luego una anotación que tu mismo hiciste en unos de tus programas de radio; pezuñas no son cascos xD.


xDDD cierto. Es gracioso escribir y publicar sin leer dos veces, salen cosas interesantes. Y pezuñazos como los que mencionas xD
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Re: El príncipe arrollador: El casamiento

Notapor Alas Negras » 22 Ago 2015, 20:46

xDDD he despellejado (ligeramente) a Volgrand, me siento como si me hubiesen dado poderes ^w^ que aún así escribes mil veces mejor que yo, si postease mi fanfic sin corregir aparecerían erratas por todas partes.
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Re: El príncipe arrollador: El casamiento

Notapor agustin47 » 22 Ago 2015, 21:23

Me encanta este estilo, muy gracioso y entretenido.
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


-Sayaka Miki
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