Escapando Del Pasado. 1/47

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Escapando Del Pasado. 1/47

Notapor Santiago Brony MLP » 28 May 2015, 02:06

El ruido de un galope apresurado resonó en el bosque. ¿El responsable? Un poni con una carreta a cuestas. El poni llevaba una capa con capuchón para ocultar su rostro. ¿Por qué? Eso era algo que nadie podría responder.
El poni galopaba a toda prisa no porque llegara tarde a una cita, no porque quisiera llegar cuanto antes a un lugar. Galopaba para huir.
Huir. Pero ¿De qué? Solo el poni lo sabía.
En sus oídos resonaban, no el sonido del viento al pasar por las ramas, no los trinos de los pájaros. Oía su castigo.
Voces del pasado ya olvidadas por otros se encargaban de hacerle recordar al pobre poni como sonaban.

-¡ALÉJENSE!-Gritó, desesperado, el pobre poni, como si las voces fueran a tenerle piedad.

¿Qué decían las voces? Solo el poni a quien perseguían lo sabía, y él era el último ser en el mundo de Equestria al cual uno preguntaría.
Lo que había en su carreta estaba tapado por una manta, de modo que no se veía ni un ápice de lo que podría haber allí. Pero no eran cosas voluminosas.
El pobre poni desde hacía años que no podía considerar algo como “Hogar”, pues hasta donde recordaba, no tenía un lugar fijo para vivir, y en esos momentos su situación era peor.
De los ojos marrones del ser errante surgían lágrimas que mojaban el pelaje azul de sus mejillas.
El bosque dejó lugar a un llano que el poni atravesó para encontrarse con un pueblo. El poni siguió galopando, mas no por mucho tiempo. Sus fuerzas estaban por flaquear.

-¡FUERA DE MI CAMINO!- le gritaba a los ponis, quienes se apartaban.

El desconocido tan solo quería salir cuanto antes del pueblo, pero sus fuerzas no pudieron más.
Sus energías se desvanecieron. Eso combinado con la falta de sueño causaron el desmayo del desconocido. La carreta, debido al ímpetu de la carrera, se volcó y casi aplastó al atormentado ser.
Lo único que el poni oyó que no fueron esas voces siniestras, fue a alguien gritando-¡Por Celestia! ¡Rápido, llévenlo a la enfermería!-luego las voces que lo seguían invadieron sus sentidos.
Continuará.
Perdón si es corto, pero es solo una especie de presentación.
Última edición por Santiago Brony MLP el 08 Ene 2017, 01:36, editado 46 veces en total
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1_ Las Voces.

Notapor Nahyo » 28 May 2015, 07:27

No está mal. Aunque he de decir que como introducción, por así llamarlo, podría haber dado algo más de sí. Espero que pronto traigas más (pero no te meto prisas,tú concentrate en hacer una historia que te guste),

un saludo,

Nahyo.
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1_ Las Voces.

Notapor Santiago Brony MLP » 29 May 2015, 01:16

Gracias Nayho. Si me trado algo es que primero lo escribo en Microsoft, así, si me interrumpen o me falta tiempo, puedo guardar el avance.
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Escapando Del Pasado. Ep 2

Notapor Santiago Brony MLP » 02 Jun 2015, 02:03

El poni abrió los ojos. Se hallaba en una sala con paredes pintadas de blanco y techo de un color rosa pálido, de tal manera que el poni casi queda cegado por la claridad de los colores.
Se enderezó para descubrir que se hallaba en una cama de hospital. Se separó de dicho mueble y se dirigió, con paso tambaleante, a una pared en la cual se podía ver un espejo colgando de un clavo. Al verse en el espejo, un pegaso de pelaje azul y melena marrón, de unos 20 años, le devolvió la mirada. Su costado estaba adornado por una cutie mark en forma de un reloj de sol plateado.
El pegaso vio que le habían puesto una venda en la cabeza, en la cual se veía una mancha de sangre. Sin duda se había golpeado la cabeza de tal modo que se debía haber abierto una herida.
El pegaso sintió una especie de ausencia, como si algo hubiera cuya presencia debería estar allí, pero que, al contrario, estaba faltando. Y lo más curioso era que esa ausencia le daba una especie de calma, una calma que no sentía desde años.
La puerta de la sala se abrió y entró una poni blanca de melena rosa pálido con un gorro del mismo color de su pelaje que tenía dibujado en su centro una cruz roja que también adornaba su flanco. Era la enfermera. Se dirigió a donde estaba el pegaso y sonrió.

-Me alegra de que haya despertado. Estuvo inconsciente por días. Una suerte de que esté vivo. Pocos sobreviven después de que noches enteras sin dormir y una carrera a toda velocidad hagan su efecto.

Con cuidado le quitó la venda de la cabeza.

-Su herida ya curó- le dijo.

El pegaso le agradeció los cuidados y preguntó por sus cosas.

-Ah. La carreta. Es nuevo en el pueblo ¿Verdad.
-Sí. Mi nombre es Santiago, por si es de alguna utilidad.
-Claro, en cuanto a la carreta, la está cuidando una poni de confianza llamada Apple Jack. Es la más honesta del pueblo, así que era la mejor opción.
-¿Me puede decir donde vive Apple Jack?

***
-Gracias por cuidar mis cosas- le agradeció Santiago.
-No hay de qué, compañero- le respondió la poni de campo.

Santiago tomó la carreta y se alejó del campo de manzanas.
Entonces volvió a sentir esa ausencia. Esa ausencia que le hacía sentir como si algo malo ya no estuviera allí. No se sentía así de tranquilo desde hace años, de hecho, desde hace años que no sentía la más mínima calma.
Al llegar a la plaza del pueblo en donde había sufrido el accidente se sentó. Sentía que debía irse, que por alguna razón no podía quedarse en el pueblo.
Eso lo sabía por sus experiencias anteriores.
No podía quedarse en el pueblo. A pesar de que éste lucía tan pasivo y tranquilo, Santiago sabía que antes, al quedarse en un pueblo, algo desagradable le pasaba. No podía estar tranquilo con ese pensamiento en mente. Incluso se preguntaba porque le había dado su nombre a la enfermera que lo había cuidado.

-Pero, ¿Qué me impide estar aquí?-se preguntó. Mas, aún sin responderse, tomó su carreta y empezó a alejarse de la plaza.

------Siguiente mensaje escrito en: 02 Jun 2015, 03:03 . Beep!------

Disculpen la tardanza, pero solo puedo escribir de Lunes a Viernes, y tengo estudios.
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1_ Las Voces.

Notapor LloydZelos » 02 Jun 2015, 09:45

Te he unido este tema con el primer capítulo, ya que forman parte del mismo fic. No abras temas nuevos para cada capítulo, no es correcto e inunda el subforo.
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Escapando Del Pasado. Ep 3

Notapor Santiago Brony MLP » 17 Jun 2015, 01:41

Cuando ya prácticamente solo estaba a un paso de perder el pueblo de vista, Santiago volvió a detenerse. Quería ver ese lugar apacible por última vez.
Sintió deseos de volver allá y hacer lo que se con tal de quedarse.

-¿Qué me hace irme?- volvió a preguntarse.

Pensó en esa ausencia que sentía. Esa sensación de que algo había desaparecido, y de que si ese “algo” faltaba, podía estar tranquilo.
¿Y si lo que había desaparecido era, justamente, lo que le impedía estar en un lugar fijo, con un hogar fijo?
Ni siquiera acababa de plantarse esa idea y ya estaba volviendo sobre sus pasos a todo galope.
No lo pudo evitar. Ni bien entró al pueblo y ya volvía a ver su población tranquila, su cielo despejado, su clima cálido, si algo tenía claro, es que ese era lugar agradable para cualquiera que pasara por allí, ¿Cómo no le iba a ser agradable para Santiago?
Pero ahora Santiago no solo creía que era agradable, no, él lo veía como el mejor de todos. Un pueblo donde podía empezar una nueva vida, un lugar que le daba nuevas oportunidades, un nuevo mundo en donde ya no tenía que huir de nada. Un lugar donde él ya no estaba atemorizado.
Para alguien que no hubiera tenido las duras raíces de un árbol como cama, cuyo hogar hubiera sido solo las calles frías, y que de pronto pudiera vivir en la mejor de las mansiones, no hubiera sentido lo que Santiago sintió. Él no había dormido en la calle toda su vida, pero el estarlo por más de 5 años, más un tormento incesable unido al cansancio por no dormir ni parar de galopar por días, le daba una felicidad mucho mayor por saber que ya no debería pasar por eso.
Miró a su alrededor. La sola vista del pueblo lo convenció totalmente. Los ponis sonrientes que conversaban entre sí, los puestos y tiendas en donde nadie discutía por si algo estaba muy caro o no, los colores vivos y brillantes de las casas.
Todo allí era perfecto.
Satiago se acercó a un poni y le preguntó.

-Disculpe, ¿Cómo se llama este pueblo?
-Ponyville, compañero.
-Gracias.

Ponyville.
“Bonito nombre para un bonito pueblo” pensó. Y, de la nada, rió. Rió con una risa agradable y feliz. Se sentía más contento que nunca.

-Ponyville…Ponyville- Canturreó

“Villa Pony”, sí. Tal como Santiago pensó.

-Bonito nombre para un bonito pueblo.

Un hogar es lo más importante para todos, y aunque muchos crean y digan que no lo necesitan, nunca rechazarían la oportunidad de tener uno.
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1 (Ansgt)

Notapor Flippy781 » 18 Jun 2015, 15:06

Procura escribir "poni". Escribir "pony" no es correcto segun la RAE.
Para ser tu primer fanfic no está mal, sigue así.
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1 (Ansgt)

Notapor horwaith » 28 Jun 2015, 20:50

Parece interesante, quiero saber más de Santiago y que ha sucede con él (tanto lo que ha ocurrido antes, como lo que suceda después). Tienes errores, pero pocos y el que más me he fijado es que los diálogos los haces pegados al texto normal, lo digo porque yo hago:

Código: Seleccionar todo
texto explicativo

- Dialogo
-sigue dialogo

texto adicional


así se lee mejor y parece que has escrito más pese a no tener más texto.
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Escapando Del Pasado. Ep 4

Notapor Santiago Brony MLP » 15 Jul 2015, 01:46

2 AÑOS DESPUÉS.
Un cartel colgaba, por un clavo, de la puerta de una casa. Un casco tomó el frío cartón de dicho cartel y le dio la vuelta. Las letras escarlata de la palabra “CERRADO, DISCULPE” fueron reemplazadas por las verdes letras que formaban la palabra “ABIERTO”. Justo encima del clavo que sostenía el cartel se veía una inscripción. “RELOJES DE SOL”.
El día recién empezaba, pues el sol aún estaba elevándose, dándole un espectáculo imperdible a los ojo color café del joven pegaso que se apoyaba en la puerta.
Cuando la esfera ardiente coronó el cielo con el celeste característico del día, Santiago volvió a su casa.
Sobre su mesa de trabajo veía los 4 relojes de sol que le habían encargado fabricar para ese día.
Pensó que a uno de ellos se le había roto la punta hecha de cerámica que formaba la sombra a modo de manecilla, pero solo era su imaginación. Una vez más, su vista le jugaba una mala pasada.
Alguien tocó la puerta.

-¡Pase!- respondió el pegaso, esperando a algún cliente.

La puerta se abrió y un entró poni esmeralda de melena de un color que recordaba al pergamino. En su costado se podía notar una cutie mark en forma de un mapa siendo desenrollado. La melena del poni estaba alborotada, parecida a la de Santiago.

-¡RANGE!- exclamó Santiago al ver a su amigo.
-¡SANTIAGO!-respondió el poni.
Se abrazaron después del tiempo sin verse. Santiago, una vez le hubiera ofrecido a Range una bebida refrescante, le preguntó por su ausencia de 2 semanas.

-Te fuiste hace 13 días para recorrer unos kilómetros. No creo que eso te retrase tanto.
-Verás, A unos tres kilómetros de aquí descubrí unas huellas. Eran recientes, y parecían de ponis, mas no se dirigían a Ponyville, sino se alejaban del pueblo. Las seguí, pues no creía que hubiera alguien que rehuyera de este lugar. Lo rastreé por días, creyendo que se trataría de alguien perdido o que necesitaba ayuda. Hace unos días lo vi, y no parecía querer que me acercara. Todos mis intentos para tratar de comunicarme con él fueron inútiles. Al final me di por vencido y decidí volver.

Range tenía una habilidad para poder ubicarse en zonas donde era fácil perderse. Por eso siempre salía de Ponyville después de cada cierto tiempo para ver si alguien se pierde y poder ayudarlo, pero no siempre tenía éxito. Sin embargo, sus expediciones no solo eran para encontrar ponis perdidos. A veces veía cuando visitas se acercaban al pueblo. Range fue el primero en ver a Santiago acercarse a Ponyville y el quien le ayudó a instalarse allí, convirtiéndose en su más fiel amigo. Además, era un buen guía. Y ahora Range tenía noticias de alguien perdido y que, al ver, no quería tener contacto con nadie. Lamentablemente no se podría hacer nada por el pobre.
Range, por pedido de Santiago, solía ir y buscar ermitaños para ayudarlos con comida y agua para recuperarse. Cuando Range le preguntó el porqué de su pedido él le explicó lo siguiente.

-Antes era un nómada, no paraba en ningún pueblo. Sé lo que se siente estar cansado y muerto de hambre. No puedo evitar pensar que hay ponis allá afuera que se sienten así. No puedo soportarlo. Por eso te pedí que lo hicieras.
Mientras tomaba el fresco con su amigo, Range recordó, repentinamente, algo que había visto y que probablemente era importante.

-Santiago. Al volver al pueblo vi a un grupo de ponis venir para acá. No me agradó su pinta.
-¿Por qué? ¿Qué te hace creer que no sean amables?
-Bueno. Para empezar, estaban vestidos con unos uniformes que seguramente eran de soldado, pues el del frente tenía una placa plateada en el pecho, seguro el general. No creo que unos soldados vengan por acá para decir “Buenos días”. Además, nunca oí que hubiera soldados vestidos así. Por si fuera poco, sus caras no eran de las que se podría decir simpáticas.
-Debo reconocer que sí suena algo preocupante. ¿Cómo a qué distancia se encuentran?
-Tomé un atajo que seguramente ellos no conocía, pues no parecen de por aquí, y llegué antes. Deben estar ahora a unos 2 días de viaje
-Ok. En todo caso solo podemos esperar a que vengan para saber cuáles son sus intenciones.

Los dos días pasaron normales y Santiago ya se había olvidado de los visitantes que se aproximaban hasta que alguien avisó que los había visto entrar al pueblo.
Efectivamente, los soldados no tenían pinta de ser amistosos. Sus rostros mostraban expresiones de enojo y ninguno de ellos parecía siquiera confiar del poni de al lado. Cuando llegaron a la plaza detuvieron su marcha y miraron a su alrededor. El que Range había sospechado que era el general habló. Su voz era tosca y grave.

-Sé que se están preguntando qué hacemos aquí. Tranquilos. No planeamos hacer daño a ningún inocente.

Santiago y Range, quien lo estaba acompañado, suspiraron aliviados. Estaba claro que, a pesar de su aspecto, esos soldados solo eran unos ponis cumpliendo con su deber, cualquiera que fuera.
El general volvió a hablar.

-Ninguno de ustedes nos conoce, pues hemos viajado desde muy lejos. Tan lejos que, de seguro, nadie oyó hablar de los pueblos al otro lado de esas montañas-Al decir esto último señaló con su casco a un punto muy lejano. Todos los ponis fijaron su vista allí y, con algo de esfuerzo, pudieron ver unas montañas apenas visibles. Efectivamente nadie había oído hablar de un pueblo tras esas montañas, pues ni siquiera sabían que esas montañas existieran.
-¿Por qué vienen de tan lejos?-pregunto Range, quien el pensar siquiera en la distancia del pueblo pronunciado por el general y Ponyville casi le daba mareos.
-Seré claro y directo. En nuestro pueblo se ha cometido un sabotaje que le ha costado la vida a cientos de inocentes. Hemos seguido la pista del casi seguro culpable por mucho tiempo, pues escapó casi inmediatamente, pero nos tomaba la delantera y parecía incansable, pues ya lo habíamos seguido muchas leguas. De hecho, hubiéramos desistido si no fuera porque nuestro pueblo ya fue dejado de muy atrás, y no pensamos recorrer de vuelta toda esa distancia para volver sin el culpable.

Santiago pensó, horrorizado, en como un simple sabotaje podría causar la muerte de tantos ponis.

-¿Qué pinta tiene el culpable?-preguntó un poni curioso.

El general lo vio y suspiró.

-Aunque sabemos su trayectoria, su identidad es casi incógnita. Solo sabemos algunas cosas de él por algunos datos. Si quieren ayudar en algo, recuerden que el culpable tiene las siguientes características.
Puede volar. Puede ser un o una pegaso, pues tampoco sabemos su sexo.
Cuando escapó, varios pueblos cercanos nos dijeron como vestía.
El culpable lleva una capa con capuchón. Sabemos que galopa velozmente y, al ver, no se detiene en ningún pueblo. Parece que se encarga de dejarlos atrás tan pronto como pueda.

El corazón de Santiago dio un brinco. Los pocos datos que había dado el general se ajustaban a él... a la perfección, pero trató de calmarse. ¿Cómo iba a ser él el culpable? Sin embargo, cuando habló lo hizo con la voz temblorosa.

-¿Algo más?

El general se quedó pensativo por un momento y habló.

-Sí. Lleva una carreta a cuestas.
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Escapando Del Pasado. Ep 5

Notapor Santiago Brony MLP » 19 Ago 2015, 00:59

Santiago sintió como si el piso se desvaneciera bajo sus cascos. En su cabeza todos los datos dados por el general se unían para formar una imagen con un rostro. El suyo.
Ante él danzaron diversas imágenes, y todas inculpándolo.
En unas salía con el viejo capuchón que él ya conocía, a su lado, varios ponis yacían tumbados. En otras visiones se veía a él paseando junto a ponis asustados mientras él soltaba una risotada malvada, pero una de las visiones fue la más realista, pero también la más extraña.
En ella, se veía observando unos escombros, de las cuales algunas estaban impregnadas con sangre. Santiago se vio dar la vuelta y correr. Esa visión fue la más desconcertante qué vio antes de volver a la realidad.
Agitó la cabeza disimuladamente para asegurarse de que ya no alucinaba y se apegó como pudo al mundo real. Fue entonces cuando se dio cuenta de que muchos lo miraban de reojo.
El general no se dio cuenta de detalle de que Santiago había estado soñando, pero sí de que muchos lo estaban mirando disimuladamente. Esa fue la razón por la que le preguntó.

-¿Pasa algo con usted, señor?-con una voz de sospecha que dejaba bien claro lo que pensaba del pegaso azulado.

Santiago, habiendo detectado las intenciones del general, se apresuró a contestar, algo nervioso.

-N-No. Solo que yo llegué a este pueblo hace solo un par de años y es común de que algunos desconfíen un poco de mí.

Eso calmó al general un poco, aunque no por completo, pero les dijo.

-Bien. No podemos retrasarnos aquí. Debemos seguir nuestro camino. Dudo que a ese bellaco le queden muchas energías.

El general reunió a sus soldados y les explicó que ya se iban a marchar, los soldados asintieron con una seca cabezada.
El general les dijo a los testigos de su marcha de que ayudarían mucho viendo si llegaba al pueblo algún ser que respondiera a las características que les había dado.
Santiago no pudo evitar sentirse aliviado cuando lo vio marchar y recordó de que nadie de Ponyville había dicho de que la pobre descripción dada por el general correspondía a él en su totalidad. Por un momento estuvo tentado de gritar dándoles las gracias a todos, pero al darse la vuelta enmudeció.
Los ponis lo miraban con una expresión que a Santiago no le fue difícil adivinar. Era una mezcla entre sorpresa…y miedo. Habían callado porque habían temido lo que él haría si hablaran.
Santiago apenas podía articular palabra. No sabía qué hacer. Todos los que habían oído al general lo miraban con pavor, y él se sentía como alguien víctima de una injusticia. Le echó un vistazo a Range, que seguía a su lado, y se alivió al ver que su cara solo reflejaba desconcierto. Al menos tenía la certeza de que podía seguir contando con su amigo.
Range , al ver, ya recuperado de su confusión, le dijo.

-Oye, eso…tú no hiciste eso…¿Verdad?
-No. Lo juro. Tú me crees, ¿Cierto?-respondió el pegaso.
-Claro que te creo, pero dudo que el general me hubiera escuchado si supiera como su descripción encajaba casi a la perfección contigo.

Santiago volvió a pensar en lo que había acabado de presenciar, y sintió una sensación insoportable que le envolvía como un manto viscoso y repugnante. El pánico.
De la nada empezó a oír cuchicheos y murmullos. Vio a su alrededor, pero ningún poni se atrevía a abrir la boca. Ninguno estaba hablando y, sin embargo, seguía captando susurros. Range se dio cuenta de que algo raro le pasaba a su amigo y le preguntó.

-¿Sucede algo?
-No. No es nada-mintió el pegaso-Solo debo descansar.

Haciendo honor a su comentario, Santiago se encaminó hacia su casa.
Justo antes de llegar volvió a escuchar los cuchicheos salidos de ninguna parte. Entró a su casa y cerró la puerta de un portazo. Entonces los sonidos de los susurros se amplificaron hasta tal punto que Santiago supo con certeza de dónde salían. De su mente.
Las voces amplificadas, sin embargo, no sonaban nítidas. Eran como un altavoz malogrado.
Santiago. Totalmente confundido, llegó hacia su cuarto y se tumbó en la cama. Estaba desconcertado…y asustado. Cada poni del pueblo, a excepción de Range, creía que él, Santiago, era peligroso. Un asesino.
Y la verdad era de que hasta el mismo pegaso azul estaba sorprendido por lo que había pasado.
Entre esos pensamientos confusos se quedó dormido. Al despertar tardó un momento en recordar porque se sentía tan mal, y los acontecimientos del día anterior volvieron a su cabeza. En su interior albergaba la infantil esperanza de que todo haya sido solo un sueño, mas al salir de su casa y ver que el primer poni que encontraba rehuía de él, entendió que todo lo pasado el día anterior era real. Entonces, solo para entretenerse y alejarse de la realidad, trató de recordar en lo que había soñado antes de despertarse. Había sido un sueño un tanto inquietante.
Entró en su casa, pues no tenía ganas de ver a los demás ponis huir de él, y se puso a tratar de recordar en el sueño. Había sido tan…real. Ya estaba por pensar que no podía recordar bien el sueño si no vagamente, cuando las imágenes casi estallaron en sus ojos.
Un encapuchado frente a él le decía algo. Eran casi susurros y no entendía mucho, pero él asentía. Ahora se veía frente a una casa, daba la vuelta y se alejaba. Luego una niebla tan blanca que casi lo cegaba, pero su respiración alterada se oía claramente, delatando su miedo. Luego a un encapuchado de espaldas. ¿Qué veía el encapuchado. Solo algo en el horizonte, y se marchaba de un pueblo. ¡¡¡SE MARCHABA!!! ¡Él era el culpable! Santiago deseó haberle visto el rostro. Entonces surgió una nueva escena. El encapuchado corría y llevaba una carreta a cuestas. Unas ramas se engancharon en su capuchón y revelaron su cara por unos segundos. Un poni de pelaje azul, ojos marrones y melena café.
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1 (Ansgt)

Notapor Alas Negras » 22 Ago 2015, 11:08

No es mal fic, pero has cometido un gran y terrible error, a menos que se aclare luego en la trama. Si Santiago hubiera cometido los crímenes de los que se le acusan, no es posible que tarden dos años en ir tras él, es una ilogicidad. O en todo caso, el soldado no hablaría de esos hechos como si hubiesen ocurrido recientemente. La única explicación es algún tipo de desajuste temporal, pero queda muy forzado.

Y no estaría de más que siguieses el consejo de horwaith, la disposición de párrafos que haces es visualmente incómoda. Con su método sería más fácil de leer.
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Respuesta a -Alas Negras-

Notapor Santiago Brony MLP » 27 Ago 2015, 00:47

Es curioso que lo menciones, pues ese pequeño detalle también será mencionado en el Fic. Ya estaba previsto.
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Re: Escapando Del Pasado. Ep.1 (Ansgt)

Notapor Santiago Brony MLP » 18 Oct 2015, 01:30

He modificado y editado los capítulos siguiendo el consejo de horwaith. El siguiente capítulo no tardará mucho ;-)
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Escapando Del Pasado. Ep 6

Notapor Santiago Brony MLP » 31 Oct 2015, 02:58

Santiago enterró la cabeza entre los cascos. No quería creerlo, pero el realismo de las imágenes vistas lo convencía en el fondo. Era un criminal, y de los peores. Pero algo le intrigaba. ¿Quién era el encapuchado que le hablaba? En su mente solo le veía con dos posibles funciones. Un aliado suyo o alguien que trataba de persuadirlo, en caso de ser este último, probablemente quien luego le señaló a sus perseguidores su culpabilidad. Santiago pensó entonces en su futuro en Ponyville. Sabía que los ponis no ignorarían su sospecha por siempre. Tarde o temprano alguno se hartaría, lo denunciaría, ya sea a los guardias reales o con algún otro medio, y Santiago estaría perdido. En su confusa mente solo veía dos opciones. O rendirse y esperar a que el destino decida por él, o huir, y ninguna le parecía tentadora.
Pero no podía quedarse de cascos cruzados. Tenía que hacer algo. Sabía que él no podía haber saboteado lo que fuera que hubiera saboteado solo por matar. Él no era así. Debía saber la verdad. Y solo la encontraría en un lugar. En el pueblo del cual había huido y perseguido los guardias.
Pero no podía irse así por así. Antes debía hacer algo más. Empacar las pocas cosas que le servirían. Además…
Range, en su casa, revisaba los mapas que él mismo había trazado sobre las afueras de Ponyville. En él se veían atajos y senderos que él mismo había descubierto.
Range dio un respingo al oír unos fuertes golpes en su puerta.

-¡Ya voy! ¡Ya voy!

Maldiciendo por lo bajo a quienes apenas podían esperar, se encaminó hacia la puerta y la abrió. Cuál no sería su sorpresa al ver que quien aporreaba la puerta era su amigo con una larga capa y capuchón, vestimenta que, si mal no recordaba, el mismo Santiago le había mostrado, diciéndole que con esa prenda había llegado a Ponyville.

-¿Santiago? ¿Qué te pasa?

El pegaso lo abrazó y luego, una vez lo soltó, le dijo al confundido Range.

-Sé que quieres una explicación. Pero no te la puedo dar en persona- y echó un vistazo a la cantidad de ponis que lo miraban extrañados.

-Pero, ¿Por qué tienes ese capuchón ¿Y si no me lo dirás personalmente, quien lo hará?

-Solo ve a mi casa. Allí encontrarás una explicación a todo. Yo debo…irme a un lugar. Es urgente.

Con estas enigmáticas palabras, Santiago dio la vuelta y galopó hasta perderse de vista.
Range se quedó paralizado por unos segundos. Lo que acababa de suceder había sido tan rápido y confuso que se quedó en el umbral de su puerta por un buen tiempo. Finalmente, cuando asimiló las palabras que su amigo le había dicho apresuradamente.
Lo primero que entendió era de que Santiago tenía bastante prisa por irse. Recordó como había visto para todos lados mientras le hablaba. Recordó que le dijo que no le explicaría el porqué de su salida tan precipitada personalmente. Si no podía hacerlo frente a frente, seguro que era porque pasaría bastante tiempo afuera, de lo contrario le explicaría cuando volviera. Por si fuera poco, Range tenía la sospecha de que esa precipitada salida tuviera que ver con esos soldados y las noticias que habían traído.
No se dio mucha prisa en ir a la casa de su amigo. No sabía si realmente quería ver lo que lo esperaba. Al llegar y preguntarse como era que iba a entrar, descubrió que la puerta estaba entreabierta. Preguntándose si era coincidencia o solo un terrible descuido de su amigo, entró.
Todo parecía estar normal, al menos hasta que exploró un poco más. Cuando Range entró al lugar donde Santiago guardaba su carreta de cuando llegó, notó, no sin asombro, de que había desaparecido.
Range no había visto partir a Santiago sin su carreta. ¿La habría sacado alguien? Pero eso no era lo único que faltaba, notó Range. Faltaban también el primer reloj de sol bien fabricadp que había hecho el pegaso (según le contó Santiago, lo había hecho cuando solo tenía ocho años. Los demás le salían chuecos, y ese reloj le era muy preciado), si viejo chaleco (Santiago solía llevar un chaleco los días en que el clima de Ponyville era templado) y la sudadera color azul marino (para los días fríos).
También vio que se había llevado su vieja armónica (Santiago no la tocaba muy bien, pero se la había regalado su padre, o al menos eso solía decir, siempre la mantenía en buen estado y la reparaba cuando se malograba) a la cual también tenía aprecio.
Range no sabía que pensar. Todo parecía indicarle de que Santiago parecía no querer volver. Range, por un momento, no supo si seguir buscando algo que le diga lo que podría haber pasado o rendirse, cuando recordó de que Santiago le dijo que no le explicaría las cosas PERSONALMENTE, pero nunca de que no lo haría. Algo debía de haber dejado, como una nota. Range decidió de que lo mejor sería buscar unos minutos más y, si no encontraba nada, esperar a que su amigo volviera. No debió buscar mucho. Santiago debió suponer de que el primer lugar en el cual Range buscaría sería la habitación en el cual siempre lo recibía, pues el poni de tierra encontró una nota allí con la caligrafía de Santiago. Y, tal como había prometido Santiago, le explicaba lo que pasaba. Se notaba de quien lo había escrito estaba muy apresurado, pero se había esforzado para que su letra sea legible.
La nota decía lo siguiente.

«Range. Sé de que debes estar algo confundido debido a que me voy a air del pueblo. Me duele mucho hacerlo, pero lo haré por obligación. Sé que crees que la descripción dada por ese coronel solo es pura coincidencia de que se compare conmigo, pero no es así. Tengo razones ahora para creer de que debo irme de Ponyville. Todos me ven con miedo, y ahora hasta yo temo por mi cordura. Soy inestable, por así decirlo. Y lo peor es de que estoy seguro de que cualquiera en este pueblo fuera capaz de delatarme si yo no estoy allí. Callan por mi presencia. Range, siempre estuviste allí para mí, y siempre te lo agradeceré. Al salir de Ponyville espero, no solo huir, sino desentrañar un misterio. Estoy seguro de que, si hice tremenda atrocidad, debería haber tenido un motivo. No te molestes en esperarme. Puede que nunca vuelva. No digo adiós, pues aún puede que decida regresar.
Hasta que la suerte lo decida, amigo mío.
Afectuosamente tuyo:
Santiago»

Tras leer esa nota, Range se quedó paralizado. No podía mover un solo músculo. Su amigo se había marchado por un crimen que él creía haber hecho. Range estaba seguro de que Santiago no podía haber matado una mosca. Releyó la nota.
“Desentrañar un misterio”
Eso solo significaba de que Santiagov estaba seguro de que había algo más, aparte de un simple sabotaje.

“Estoy seguro de que, si hice tremenda atrocidad, debería haber tenido un motivo.”

Sonaba como si estuviera seguro de haber cometido el crimen, y a lo mejor lo estaba.

“No te molestes en esperarme”

Eso sonaba a…

“Puede que nunca vuelva.”

Que nunca vuelva.

“No digo adiós, pues aún puede que decida regresar”

Range sabía de que su amigo se había embarcado en una búsqueda sinfín. A lo mejor Santiago se daba cuenta de eso. A lo mejor volvía y hacía que nada había pasado. En todo caso, Range esperaría a su amigo volviera, pues confiaba en que no se hiciera de esperar mucho.

***

La lluvia caía. Las gotas salpicaban y erosionaban, lentamente, las rocas componentes de una pequeña cueva. Dentro de la cueva se hallaba una sombra. En un rincón oscuro se podía ver una carreta. Frente a la salida de la cueva, viendo como las gotas de lluvia caían, se hallaba el pegaso encapuchado. Santiago apartó si vista de las gotas de lluvia. Había galopado por hora y media, eso lo sabía porque su experiencia con los relojes de sol le había dado facilidad para adivinar la hora según la posición del sol y las sombras, pero en ese momento, con las nubes tapando el astro ardiente y con un frío de los demonios, solo podía buscar un refugio, y eso había hecho. Había logrado encontrar esa cueva y, aunque no era muy grande, podía protegerlo del terrible diluvio que se había desatado. Había dejado sus cosas en un apartado rincón y se había echado a esperar a que las cosas calmaran, en especial el clima. Mientras lo hacía, se entretenía tratando de ordenar los acontecimiento que le habían ocurrido hace menos de dos horas. Mientras más lo meditaba, más pensaba de que había hecho una completa estupidez.
Había huido de su hogar sin llevar comida, su equipaje era pobre, y en ese momento se hallaba refugiado en una cueva. Pero entonces recordaba su objetivo. Descubrir la causa que había logrado que, a muchos kilómetros de allí, tras unas montañas, su propio casco hubiera cometido un terrible delito.

-Si es que lo he hecho- se dijo.

Pero se engañaba. Él recordaba todo. A cada paso por el camino en donde dos años antes había llegado a Ponyville, recordaba las cosas claramente, como si aún estuviera allí.
Lamentaba no haber llevado nada ara abrigarse del frío además de ese anticuado capuchón, pero estaba ocupado pensando en otras cosas en ese momento.

-¿Volveré a este lugar?- se preguntó -¿Volveré a pisar el suelo de mi hogar, ver a los pobladores dirigirme sonrisas amigables y poder descansar en mi acogedor lecho? No lo sé. Puede que nunca vuelva a ver esta cueva, ni por dentro ni por fuera.

Santiago dejó a un lado sus cavilaciones, se adentró en la pequeña cueva que conformaba su guarida, y se entregó a un profundo sueño, pues, aunque no podía ver el sol, el que no se filtrara ni un solo rayo demostraba de que su astro horario ya se había ocultado.

-Eso o es que esas nubes son realmente admirables- pensó para sus adentros –pues deben estar echas de algodón puro para cubrirlo todo con oscuridad.

Ya, al despertar, si el cielo se despejaba, reemprendería la marcha hacia el camino que lo guiaba a más allá de las montañas.
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Escapando Del Pasado. Ep 7

Notapor Santiago Brony MLP » 12 Dic 2015, 02:47

El repentino calor en los miembros de Santiago al empezar a recuperar el tacto fue lo que le dio ese despertar agradable. Se levantó, aún algo soñoliento, y se desperezó estirando sus miembros delanteros mientras soltaba un bostezo. De una rápida ojeada a su refugio localizó sus cosas. Sonrió al pensar que esa carreta que desde hacía tiempo que no quería ni ver ahora lo acompañaba como un instrumento fundamental para él. Recordó su accidental caída dos años antes, donde había recibido tal impacto en su cabeza que lo había mantenido en cama por días y con una fea herida en su frente. No le cabía dudas sobre de que eso había sido, justamente, lo que le había impedido recordar las atrocidades hechas por él.
Antes de coger su carreta pegó su oído al suelo para poder escuchar si había algún ser vivo cerca.
El silencio, acompañado por algún que otro trino pajaril, fue lo único que leyeron sus oídos.
Convencido de que nada ni nadie lo había seguido, Santiago se enganchó a su carreta, no sin antes taparse con su capuchón, y salió al galope hacia los prados. Mas apenas había cubierto una distancia de pocos metros cuando se detuvo, incómodo por la oleada de calor que sentía, y, de un tirón, se separó de la capucha.
Aspiró una gran bocanada de aire fresco y lo dejó salir lentamente por sus orificios nasales antes de sentarse sobre sus ancas y secarse el sudor que corría por su frente.

-Vaya calor. A ver si el sol hubiera brillado así de fuerte ayer- dijo sonriente, recordando el frío que había pasado el día anterior, bajo el aguacero que lo había dejado hecho una sopa.

Una vez hubo descansado y menguado la terrible calentura que lo asediaba, se levantó y marchó por el calmado paisaje, pero a paso lento.
Observó el hermoso horizonte, sintió la agradable calidez solar, oyó los musicales trinos de los pájaros, y sonrió. Después de todo, las afueras de los pueblos también eran espectáculos dignos de verse con admiración.

-Range. Amigo mío. ¿Sabías tú de estas hermosas cosas y no me las contabas?- dijo, más para aliviar su soledad que para reprochar a su amigo ausente.

Pensó entonces en el objetivo que lo había sacado de Ponyville. Saber el porqué de sus actos. Ir hasta más allá de las montañas. Volver a lo que posiblemente era su pueblo natal. No debía perder ese objetivo de vista. Y también ver quienes más estaban implicados. La imagen del encapuchado de su sueño lo seguía intrigando. ¿Quién era? ¿Alguien que lo había arrastrado hacia el acto criminal, o alguien que ÉL mismo había engañado? ¿Era un familiar suyo, un amigo, un conocido? Pensamiento como esos se le agolpaban en la cabeza y no lo dejaban tranquilo.
Santiago siguió caminando por el paisaje que separaba a Ponyville del resto del mundo. Santiago tenía ideado ir por diversos pueblos preguntando por el trayecto que lo llevaría a su destino, pero el comienzo fue un fiasco.
Santiago había andado por tres días son encontrar rastro de civilización antes de dar con un pueblo. No preguntó el nombre del pueblo, pues se dijo que, yendo allí solo por noticias, no tenía por qué darse a conocer. Lo primero que pensó fue de que quien sepa de un objetivo tan lejano sean los historiadores y los geógrafos del pueblo, así que pidió información y nombres de algunos de ellos. Lamentablemente, muchos no los conocían y algunos lo miraban extraño de que un desconocido con capuchón y carreta llena de cachivaches haga un pedido tan raro. Eso nomás debió indicarle a Santiago de que su técnica no funcionaba, pero él pensaba de que, con paciencia, lograría sacar algo en claro. Lamentablemente, lo único que sí sacó en claro era de que en ese pueblo no lograría nada. Después de eso, Santiago volvió a los caminos de la naturaleza y no quiso saber más de pueblos. Ya encontraría él el camino por sus propios medios, que no eran muchos, pero tampoco eran escasos.
Después de la incómoda situación del primer pueblo, Santiago había decidido salir de él rápidamente, por lo que muy pronto se encontró de nuevo a la intemperie de la naturaleza y sus secuaces. Sin embargo, Santiago hubiera preferido mil veces tener que deslomarse yendo por caminos largos y sin ninguna guía que volver a un pueblo y no sacar nada más que miradas extrañas y burlas.
Tras sacar unos frutos silvestres maduros que había encontrado colgando desde unos árboles y ponerlos cuidadosamente en la carreta, a salvo dentro de una pequeña caja cerrada que había llevado justamente para eso, Santiago siguió caminando y alejándose de ese “Pueblo de Mala Muerte” por el resto del día, siempre yendo a la dirección que, si sus ojos no lo engañaban, lo llevaba camino a las montañas.
A las pocas horas de haber perdido el pueblo de vista sintió que sus cascos eran asediados por un dolor que impedía que pudiera ponerlos en tierra una vez los levantaba, así que buscó un buen lugar oculto de miradas curiosas para poder echarse a descansar. Después de buscar a paso lento, encontró un buen espacio entre unos matorrales y arbustos. Un árbol se hallaba caído a un lado y(seguramente por un rayo) de la suerte había querido de que su copa se hallara suspendida por una roca, mostrando un refugio casi perfecto. Los matorrales eran más suficientes como para tapar a un poni y el árbol caído se mostraba como una especia de techo en casos de lluvia. Además, los arbustos podían tapar su carreta. Claro que habría podido poner su carreta en dichos arbustos y dormir en una nube ya que, siendo un poni volador no le habría sido difícil. Pero no le hubiera agradado de que ese hubiera sido su lecho en casos de que se produjera una tormenta eléctrica. De modo que Santiago simplemente ocultó su carreta y se acurrucó bajo el cobijo de los matorrales.
A diferencia de la primera vez, no llovió, pero Santiago aún podía sentir el terrible frío que le entumecía los miembros y le doblaba las patas, casi contra su voluntad, para juntarlas en su pecho y tratar de transmitirse calor a sí mismo. Una vez más, el frío de la noche azotó, sin piedad, el refugio del pobre pegaso.
Esa noche, bajo el nocturno abrazo de las ventiscas y el entumecimiento de sus miembros, le pareció, a Santiago, eterna.
Cuando volvieron a resplandecer los rayos del sol, Santiago abrió los ojos para recibir el nuevo día.
El sonido de un pequeño riachuelo cercano (cuyo sonido no había sido captado la noche anterior debido al cansancio del único poni que había llegado) le hizo acercarse a mojar la garganta y hacer desaparecer la saliva pegajosa que se le estaba cumulando en el paladar.
Tras refrescar su garganta volvió a sentir la tibieza del día, pues la sed que sentía le ofuscaba la mente de tal modo que no pensaba más que en beber.
Tras volver a engancharse a su carreta, Santiago siguió su camino. El sol le daba en la cara y lo cegaba, pero hacía demasiado calor como para ponerse su capuchón. Siguió caminando por lugares sombreados hasta que llegó a un nuevo pueblo. No tenía nada raro, o al menos eso parecía hasta que, dando rodeos para evadirlo, vio algo que lo dejó petrificado del asco y el horror.
Decenas de árboles tenían colgados de sus ramas, como si fueran frutos, cadáveres con una soga al cuello. Era el escenario de linchamientos. Si no se equivocaba Santiago, solo en algunos pueblos recurrían a cosas como esas para castigar a los bandidos.
Aún con más repulsión hacia el pueblo y sus habitantes, Santiago empezó a trotar a paso ligero para alejarse de tan inmundo lugar, pero entonces todo pasó rápidamente.
Un crujido de ramas rotas, unas fugaces figuras borrosas, unos bramidos de ira, un golpe en la cabeza, y luego la inconsciencia.
Última edición por Santiago Brony MLP el 25 Abr 2016, 00:46, editado 6 veces en total
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