El corazón de Sundial dio un vuelco. No porque le alegrara el por fin haber conseguido lo que Rose tanto le había pedido, sino porque eso significaba de que Rose ya no necesitaba de él para algo.
El pegaso decidió dejar de pensar de que Rose solo lo veía como un objeto y hurgó más en el caso de Drink:
-¿Dice que está aquí? ¿En este mismo pueblo?
-Zzí…
-¿Ahora mismo?
-¡¡KCLARRO!!
Sundial, decidió que ya era hora de dejar de indagar y volver con su grupo. Pagó la cuenta (agregando una limonada para él) y salió (por si acaso) por la puerta trasera. Sin ningún obstáculo, el pegaso alzó el vuelo. Estaba casi desesperado por volver con sus colegas y Rose, pero, de pronto, empezó sentirse raro. Sentía que la respiración se le dificultaba y ya estaba teniendo mareos. ¿Qué le pasaba?
El pegaso comenzó a asustarse de que, tal vez, haya volado muy alto sin querer (ya empezaba a tener pensamientos algo absurdos). Ese temor hizo que, por alguna razón, su problema se agravara, pues ahora notaba que, no solo no podía respirar bien, sino que, cuando lograba hacerlo, sus pulmones parecían negarse a recibir el aire y lo expulsaban inmediatamente.
Simplemente, sus pulmones no podían recibir mucho aire. Si respiraba demasiado poco, no le daba el oxígeno necesario, y si respiraba bastante, sus pulmones expulsaban gran parte del aire. Irremediablemente, su cerebro se embotó, empezó a sentir un ardor en los ojos y, finalmente, perdió el conocimiento.
***
Luz…luz. Algo parecía brillar frente a Sundial. Un raro resplandor que se hacía cada vez más claro y nítido a medida recuperaba el conocimiento. Finalmente logró despertar por completo y se fijó que volvía a encontrarse en el claro junto a sus colegas, y el resplandor era el hecho de que, simplemente, la luna ya había salido. El pegaso también se dio cuenta de que algunos de sus compañeros le estaban echando aire:
-*cóuf*…mi cabeza…¿Qué me pasó?
-Te encontramos inconsciente, no sabíamos qué te había pasado.
-Yo tampoco estoy seguro. Iba volando y de pronto, simplemente, mis pulmones no podían tomar suficiente aire.
Sus cuidadores se quedaron callados por un momento. Sus miradas delataban una terrible sospecha. Un pegaso blanco (el mismo que siempre atendía a Force) le preguntó:
-Al terminar tu espionaje en el pueblo ¿Viniste corriendo o haciendo algún esfuerzo físico?
-Vine volando ni bien salí. Supuse que había volado muy alto, pero ahora que tengo la cabeza más despejada, eso es absurdo.
El pegaso blanco (su nombre era Intensive Care, el mismo que también atendía a los heridos) lanzó un suspiro de pesadumbre y susurró “Sabía que esto iba a pasar”. Sundial no entendía a qué se refería ¿Acaso algo en él estaba mal?
Finalmente Intensive habló:
-Uno de los pueblos a los que te mandaron, si no me equivoco el tercero o el cuarto, era el pueblo de Force. Allí debiste pillar su enfermedad.
El pegaso azul sintió que la sangre se le helaba en las venas. ¿Él tenía la misma enfermedad que Blacksmith? ¡Imposible!:
-¡No puede ser! Habría sentido los síntomas antes.
-Esta enfermedad se desarrolla dentro de los pulmones y evoluciona hasta que puede empezar a causar síntomas. Pueden pasar meses antes de que eso pase.
-¡Tiene que ser un error! ¡¿Cómo voy a poder vivir con esto si esta misma vida me pone en tantas situaciones peligrosas?!
-No eres el único. Force siempre encuentra la forma de lidiar con eso.
-¡¡¡No tengo la valentía de Force!!!
Sundial se tomó el pecho. Había vuelto a sentir que éste pesaba demasiado. Intensive tuvo que volver a recostarlo para evitar que sufriera un ataque. El pegaso blanco sabía lo que el azulado debía estar sintiendo. El mismo curandero había tenido que renunciar a sus sueños de ser cirujano por el hecho de que era frecuente en él que los cascos le temblaran por los nervios, cosa que podía poner en riesgo y hasta matar a un paciente. Debido a eso, el pobre pegaso no había podido hacer otra cosa que simplemente unirse a los bandidos, quienes le habían informado que no les vendría mal alguien con conocimientos médicos.
Tras lograr calmar al pegaso azul, éste se levantó (pálido) y, con paso tambaleante, se alejó.
¡El Gran Mal! Él, Sundial, tenía una de las peores enfermedades y, para colmo, sin cura conocida aún. El pegaso se derrumbó y, sin poder evitarlo, escondió su rostro entre sus cascos.
Se oyeron unos sollozos apagados.