1x01
Desolate Street
Una pegaso con una sola ala, de crines y pelaje blancos y ojos azules claros, cubierta por una capa negra, y tirando de un carro, llegaba a una encrucijada de caminos. Gruñó y escogió un camino al azar, algo más allá del cual se veía un pequeño pueblo, el lugar perfecto para alejarse de todo. La pegaso no caminó mucho rato hasta llegar a la entrada del pueblo . Aquel lugar era una calle rodeada de casas y con algún callejón sin salida. Más allá había una mina y entre ella y el pueblo, dos huertos separados entre sí por un camino de entrada a la mina.La pegaso sonrió bajo la túnica y se adentró en el pueblo.
-¡Yeguas y sementales! -aclamaba una poni de crines color crema, de pelaje rosado y ojos rojizos. -¡Prepárense para una función mágica!
Entonces todos los ponis allí presentes comenzaron a acercarse al puesto que había montado la poni a un lado de la calle, sorprendidos. "¿Cómo puede dar una función mágica si no es unicornio?", se preguntó la blanquecina pegaso, acercándose al puesto.
-¡Primero necesitaré que un voluntario elija un objeto cualquiera! -dijo la maga mientras dejaba un sombrero de copa negro sobre la mesa de su puesto y cogía una vara. Entonces alguien lanzó un peina-crines al puesto, que cayó en la mesa. -¡Perfecto, ya tenemos objeto! -continuó hablando la rosada poni, metiendo el peina-crines en el sombrero y mostrándoselo a los allí presentes. -¡Nada por aquí! ¡Nada por allá! ¡ALAKAZAM! -golpeó con la vara el alero del sombrero y puso este boca abajo, no cayó nada. -¿Qué creéis que ha pasado? -mostró el sombrero a sus espectadores, que vieron que estaba vacío. -¡Nada por aquí! ¡Nada por allá! ¡ALAKAZAM!-golpeó el alero del sombrero con su vara y metió el casco en él, en cuestión de segundos lo sacó con el peina-crines. Los allí presentes comenzaron a golpear el suelo a modo de aplausos y a vitorear a la maga. -¡Gracias, muchas gracias! -agradeció la pony a gritos. -¡Ahora, si el dueño del peina crines es tan amable de venir a por su objeto, podremos darle las gracias!
Los allí presentes dejaron paso a una poni con una capa negra que tiraba de un carro, que se acercó a la mesa del puesto y recogió su peina-crines, que guardó en un compartimento del carro.
-Gracias por prestar tu peina-crines para la función -le susurró la maga, mientras la poni del carro se limitó a encogerse de hombros. -Si necesitas algo, no dudes en pedirme ayuda -añadió cuando la pegaso de la capa comenzó a darse la vuelta.
La pegaso estaba alejándose cuando una potrilla pegaso de crines verdosas a franjas amarillas, pelaje cyan y ojos verdes esmeralda le arrebató la capucha de la capa.
-¡¡¡DEVUÉLVEME ESO!!! -gruñó la poni del carro.
-Primero tendrás que cogerme -dijo la potrilla antes justo de salir volando a toda velocidad.
-Maldita mocosa... -masculló la pegaso de la capa mientras continuaba su camino.
La blanquecina pegaso había retomado su rumbo, pero paró en seco al darse cuenta de que no iba hacía ninguna parte. Miró a su alrededor, buscando algo que la incitase a quedarse en el pueblo o a abandonarlo rápidamente. Entonces se percató de la felicidad que los habitantes del lugar hacían denotar en sus rostros. "¿Qué les hace tan felices?", se preguntó la poni del carro, "Tal vez hay algo en los ponis de por aquí... O tal vez en el pueblo... O soy yo la rara, que nunca es feliz...", continuó pensando, pero chocar con algo la sacó de sus profundos pensamientos.
-¡Au! -exclamó una unicornio de crines doradas, pelaje plateado, y ojos casi completamente violetas.
-¡Ay! -exclamó la blanquecina pegaso también.
-No puedo creer que he chocado con algo de nuevo -comentó la unicornio, que se levantaba a duras penas del golpe.
-De con algo nada, con alguien -replicó la pegaso, que se sentía como una roca cualquiera de las desperdigadas por la calle del pueblo. -Y bien podrías disculparte.
-¡¡¡HERMANiTA!!! -gritó la potrilla que antes le había quitado la capucha a la blanquecina pegaso. -¿Te ha hecho algo esa tonta? -preguntó la potrilla señalando a la poni del carro.
-¿¡Tonta!? -exclamó la blanquecina pegaso, furiosa. -Aquí la única tonta eres tú, mocosa.
-¡¡¡A mí nadie me llama mocosa!!! -gritó la potrilla.
-¡¡¡Hanny!!! -exclamó la unicornio que por fin estaba en pie. -¿Qué modales son esos de los que haces alarde? Te he dicho ya muchas veces que no te insultarían si no lo merecieras.
-Pe-pero... -la potrilla trató de quejarse.
-De pero nada -interrumpió la unicornio. -Lo siento mucho, tanto por lo que ha hecho mi hermana como por haber chocado, ha sido culpa mía por no haberte visto...
-¡De eso nada! -exclamó la potrilla. -La culpa la tiene ella, tú no tienes una vista como para preocuparte por chocar con una cualquiera.
-Yo no me llamo una cualquiera, pequeña, mi nombre es Blanca -dijo la pegaso del carro.
-Y a mí me importa un comino como te llames -comentó la potrilla.
-¡¡¡Hanny!!! -exclamó la unicornio. -Lo siento mucho... Es que mi hermana es tonta. ¡¿Dónde se han ido mis modales?! Yo soy Crystal Yara, aunque me puedes llamar solo Yara, y ella es Splash Hannai, pero la puedes llamar solo Hannai.
-Encantada -dijo Blanca, sonriendo.
-Pues yo no lo estoy -masculló la potrilla, gruñendo a la blanquecina pegaso.
-Vamos, Hanny, no te enfurruñes de esa forma -la calmó su hermana, frotándole con su casco tras las orejas. -Se amable con Blanca, y así ya de paso haces una amiga.
-Está bien... -aceptó la potrilla. -Encantada.
Mientras Blanca y Yara sonrieron, Hannai se enfurruñó más y, gruñendo, se alejó volando de allí.
-Bueno, yo también me tengo que ir, espero que no te importe -dijo Yara.
-Sin problema -respondió Blanca.
-Nos vemos -dijeron las dos a la vez, tomando distintos caminos, cuando Blanca escuchó un golpe de alguien caer al suelo, seguido de un quejido proveniente de su amiga unicornio.
La pegaso no pudo evitar soltar una carcajada mientras continuaba su camino sin rumbo fijo por el pueblo, al que ya le explicaba parte de la felicidad.
Continuará...