CAPITULO 7: LA BATALLA DE MUSTANGIA
Los osos entraron en la ciudad corriendo a cuatro patas, como una avalancha de pelo y colmillos con el enorme Odín a la cabeza.
-¡Tomad las calles! ¡No dejéis que escape ninguno!-
Los cazadores se movieron rápido y se dividieron en escuadras de cinco que se adentraron en las calles. Marchaban a ciegas, pues no podían contar con el apoyo de las rapaces que estaban esperando a que se debilitaran las defensas de la muralla, por lo que los osos se la tendrían que arreglar solos hasta que los lobos acabaran su parte. Pero Odín no estaba tranquilo.
Eran simples ponis, criaturas con pezuñas, pequeñas y que, sin embargo, habían plantado cara de una forma admirable e inesperada. ¿Qué más les tendrían esperando?
Otra cosa que el gran oso notó es que tras atravesar la puerta, no les esperaba ninguna resistencia, se imaginaba tener que enfrentarse a más soldados como los que había en la muralla que les esperarían aterrados e incrédulos por haber perdido su muralla.
Pero no había nadie, y al marchar por las calles no se veía ni un alma tampoco.
-Señor- dijo un oso negro que corría a su lado- Quizás todos huyeran de la ciudad antes de que atacáramos-
-Olfatea el aire, cazador- respondió Odín con tono impaciente- Esta ciudad aún huele fuerte a poni. Además es imposible que pensaran pararnos solo con esas máquinas, puede que esos ponis sean débiles, pero no son idiotas-
Entonces al doblar una esquina, el grupo de Odín se encontró con una poni terrestre azul que galopaba en su dirección, al darse cuenta de los cazadores, dio la vuelta y huyó despavorida con una expresión de terror.
-¡Allí hay una!- gritó uno de los osos-¡Atrapadla!-
El grupo al completo apretó el paso pero la poni era mucho más veloz que cualquiera de ellos, dobló varias esquinas y Odín se percató que cada vez que lo hacía, aguardaba a que los cazadores llegaran a ver hacia donde se dirigía.
-Espera...-murmuró el oso tuerto- Algo no anda bien-
Pero el grupo arrinconó a la poni en un callejón sin salida, la terrestre intentaba trepar el muro vertical presa del pánico.
-No dará para mucho- dijo uno de los cazadores sin poder evitar relamerse.
Odín se quedó un poco atrás, mirando a la pequeño poni…algo no iba bien…pero lo entendió todo cuando su presa sonrió, se llevó un casco a la boca y silbó de forma que todo el callejón lo escuchó.
-¡Retroceded!, ¡Es una trampa!-
Pero ya era tarde y el único ojo de Odín miró asombrado como docenas de ponis terrestres saltaban de los tejados hacia los osos, armados con horcas, hoces y materiales para cultivos. Los osos no se lo esperaban y lo pagaron caro.
El muro norte se había teñido de sangre, a pesar de la poderosa magia de los unicornios que había allí y de la habilidad de los soldados entrenados, los lobos atacaban con demasiado frenesí.
Entonces Twilighr dirigió la vista al cielo y observó un grupo de rapaces que volaban en dirección sur, adentro de la ciudad.
-¡Dash! ¡Detén a esos pajarracos!- gritó la princesa por encima del ruido de la batalla.
La pegaso multicolor no tuvo que escucharlo dos veces, y tras avisar a varios pegasos, batió sus alas y se dirigió veloz hacia los voladores.
Pero un enorme cuerpo emplumado la frenó, y Vore, el águila de cabeza blanca con una enorme cresta, se interpuso ante ella.
-No voy a dejarte, colorida- dijo con sorna.
Dash maldijo y en ese momento una docena de pegasos se colocaron a su lado gracias al aviso que dio previamente.
-¡Id a por el resto, el gallo es mío!- ordenó RD con autoridad.
Los guardias no discutieron y reanudaron la persecución, Vore se abalanzó sobre uno de ellos pero un rápido golpe de una estela multicolor lo frenó, para cuando se recompuso, los guardias lo habían pasado y se dirigían hacia las rapaces.
Vore arrugó la frente y dirigió la mirada a Dash.
-No eres el único capaz de luchar en el aire, pollo mutante- dijo la pegaso con confianza.
Vore a pesar de la situación no pudo evitar sonreír de emoción, aleteó y se abalanzó sobre la poni con las afiladas garras por delante.
En la entrada sur de la ciudad, aún lejos de toda la acción, Pinkie Pie, Fluttershy y Rarity estaban conversando sobre los planes. Acompañadas de varios ponis voluntarios de la milicia.
-Hemos conseguido que todos salgan- Informó la pegaso de crin rosa.
-Eso significa que solo están dentro aquellos que lucharán- Puntualizó Rarity
-La batalla ya debe haber empezado- dijo Pinkie. Deberíamos ir con el resto de nuestras amigas-
Como si fuera una respuesta a ese comentario, una serie de explosiones se escucharon a lo lejos, entre las calles, parecían estar bastante lejos, pero
-Espero que todo acabe bien- dijo Fluttershy con temor- No tengo ninguna gana de encontrarme con…-
Entonces calló y su expresión se tornó en miedo al ver como un grupo de lobos corría siguiendo la muralla encabezados por una loba blanca con coleta.
-¡Oh cielos, ya vienen!- gritó la pegaso con horror.
-¡Y no vienen solos!- gritó Rarity señalando en la dirección opuesta, pues viniendo de la misma forma, bordeando la muralla, se aproximaba otro grupo de lobos.
-¡Adentro! ¡Hay que cerrar las puertas!- grito la unicornio mientras se adentraba en la ciudad de nuevo.
En la puerta había un puñado de ponis voluntarios, ya que todos los soldados estaban en la muralla norte, pero reaccionaron con rapidez y empujaron las pesadas puertas.
Freya apretó el paso, con todo lo que habían corrido, ninguno de sus lobos tendría las energías suficientes para escalar la muralla, por lo que si llegaban a cerrar la puerta tardarían demasiado en acceder a la ciudad, por lo que los ponis tendrían tiempo suficiente de avisar de la situación y de conseguir refuerzos, por lo que la estrategia de atacar por dos frentes se iría al traste.
Sin embargo, consiguió empujar la puerta lo bastante para frenarla y a su fuerza se le sumó la del resto de los lobos.
Los ponis recibieron el choque, pero siguieron empujando y la puerta permaneció en esa postura, no estaba cerrada pero tampoco estaba lo bastante abierta para que entraran los lobos.
-¡Maldita sea!- gritó Rarity mientras empujaba con todas sus fuerzas junto al resto de equestres- ¡¿Dónde está Applejack cuando hace falta?!-
AJ acababa de dar una coz a otro lobo que trataba de abalanzarse sobre ella, pero el choque en la cara lo mandó salir despedido de la muralla y caer de forma que cuando chocó contra el suelo, no volvió a levantarse.
Pero a la terrestre se le estaban acabando las energías, al igual que al resto de guardias. Los soldados estaban en forma y estaban bien entrenados, pero la sangre equestre vertida superaba por mucho a la de los cazadores.
Applejack busco desesperada a Twilight y la encontró formando un anillo de fuego a su alrededor para mantener a raya a dos lobos que la acosaban.
La alicornio extendió el anillo con un fogonazo de forma que hizo que sus atacantes se retiraran, Applejack aprovechó el momento para acercarse.
-¡Twilight! ¡Tenemos que retroceder! ¡Las tropas están agotadas, nos están haciendo pedazos!-
Entonces la terrestre se dio cuenta de que la princesa también le costaba respirar, estaba sudando a mares y sus patas temblaban ligeramente, amenazando con dejar de soportar su peso.
Twilight alzó la cabeza y sus ojos se encontraron con la desesperada mirada de Applejack, miró el resto de la muralla y contempló como el resto de los guardias acababa cediendo ante los cazadores. Entonces fue consciente de su error.
La princesa tomó aire y con una docena de destellos que agotaron todas sus fuerzas, teletransportó a Applejack, a sí misma y a los supervivientes de la muralla hasta el interior, concretamente en el ayuntamiento, situado en el centro de toda la ciudad.
Todos aparecieron de golpe en una gras sala con un escenario de telón rojo donde se realizaban los actos de reuniones o debates.
AJ parpadeó aturdida y confusa, miró a su alrededor y observó que los guardias (aproximadamente la mitad de los que había antes de que comenzara la batalla) o reaccionaban de la misma forma que ella o caían agotados en el suelo.
Aj también se sentó a recuperar el aliento, pero en poco rato trotó hasta Twilight con una mirada cargada de odio.
-¡¿Estás satisfecha, verdad?!-gritó la terrestre-¡Mira lo que has conseguido con tu odio y deseos de venganza! ¡Más muerte, más destrucción y una ciudad invadida! ¡Debistes haber escuchado, debiste haber dialogado, debiste…!-
Twilight no se dio la vuelta, no se movió ni hizo el menor gesto, parecía que no había escuchado a su amiga.
-¡Eh! ¡Te estoy hablando! ¡¿Es que ya no puedes ni siquiera…?!-
Pero la terrestre se calló al ver a la princesa desplomarse ante sus ojos como un saco de patatas, con los ojos cerrados, empapada en sudor y respirando entrecortadamente.
-¿Twilight?- preguntó la terrestre con todo su odio convertido en preocupación -¡TWILIGHT!-
Odín corría por las calles cuanto podía junto con el cazador que le quedaba.
Tras la feroz emboscada del callejón, los osos habían acabado con muchos ponis pero también habían perdido a bastantes más cazadores de lo esperado. Los ponis atacaban desde cualquier esquina o rincón, armados con orcas, azadas y una voluntad de hierro, y en cuanto veían una inminente derrota, desaparecían entre las callejuelas y edificios, algunos incluso usaban las alcantarillas.
Pronto las calles se tiñeron de rojo, tanto por parte de los ponis como de los cazadores.
-¡No lo entiendo!- gritaba el superviviente con una clara huella de miedo-¡Aparecen y desaparecen sin más, como si fueran espectros!-
Pero calló cuando al doblar una esquina se encontraron de golpe con otros tres osos con aspecto de estar furiosos.
-¡Señor Odín!-exclamó uno de ellos.
-Informa- dijo el oso tuerto sin perder la calma
-¡Esos ponis malnacidos desaparecen entre la calles en un parpadeo, han puesto trampas y tienden emboscadas!-
-¿Qué sabéis del resto?-
-¡Todos los grupos han perdido al menos a un cazador! ¡Hemos visto trampas, redes, lazos, pilas de cajas cayéndonos encima…! ¡Antes hemos perseguido a un grupo y nos han tirado barriles de aceite en llamas, las explosiones han acabado con toda mi escuadra!-
-Juegan en su terreno y aprovechan lo que pueden, desde luego son ingeniosos- dijo Odín con un leve tono de admiración- Podemos irrumpir en las casas pero se mueven por los tejados también, nosotros no somos lo bastante rápidos-
-Quizás los lobos puedan- sugirió uno de los osos.
-Tal vez, pero la mayoría de ellos tienen ya un objetivo prioritario-
Odín se alzó sobre dos patas y olfateó el aire.
-Puede que si presionamos como hasta ahora los derrotemos, pero tendremos demasiadas bajas, agrupad a todos los cazadores que podáis y manteneos juntos-
-Necesitamos un mensajero, ¿Dónde están las rapaces?- preguntó otro oso.
-Ya habrán derrotado suficiente a los guardias de la muralla como para que se adentren, no deberíamos tardar en recibir información-
Por capricho del destino, un enorme halcón cayó girando en todas direcciones y parecía aturdido. Los osos se fijaron en él y trataron de llamar su atención, pero el ave se estrelló en uno de los edificios a través de una ventana al final de la calle.
-¡Necesito a dos conmigo!- gritó Odín en cuanto acabó la escena- ¡El resto haced lo que os he dicho y reagrupad a los cazadores! ¡Si esto continúa así perderemos a más de los previstos!-
Los osos asintieron y se dirigieron a cumplir sus órdenes.
Odín avanzó por la calle en dirección al edificio donde se había estrellado la rapaz, de pronto dos terrestres y dos pegasos los rodearon saltando desde una de los callejones perpendiculares. Los osos por norma general se habrían abalanzado ante presas tan pequeñas y débiles, pero en vista de lo ocurrido, formaron un círculo espalda contra espada y adoptaron una posición defensiva.
Uno de los terrestres, armado con una pala y en un claro gesto de miedo e impaciencia, se abalanzó sobre Odín de una forma precipitada, el gigantesco oso se movió a un lado a una velocidad impropia para alguien de su tamaño y se alzó sobre dos patas, el poni terrestre, de color verde claro no pudo frenar a tiempo por el impulso que llevaba y sin proponérselo acabó delante del oso justo cuando éste dejaba caer todo su peso en sus zarpas delanteras en un golpe descendente. El golpe aplastó al poni en el suelo con tanta fuerza que le partió la columna, no se volvió a levantar.
Los demás ponis se acobardaron ante aquella visión y vacilaron, Odín aprovechó el factor del miedo y lanzó un rugido como señal de ataque, sus dos compañeros respondieron con un rugido similar y se abalanzaron sobre los ponis. Los milicianos se paralizaron de miedo durante un segundo, tiempo suficiente para que Odín diera a una un zarpazo en la cara al terrestre restante de forma que salpicó los adoquines con la sangre del equino.
Los pegasos intentaron volar pero uno estaba tan nerviosos que no podía aletear bien, cuando se pudo levantar un metro del suelo uno de los cazadores úrsidos lo agarró y lo estampó en el suelo, a pesar de los movimientos desesperados para escapar y defenderse, no pudo hacer nada ante los colmillos que aprisionaron su cuello.
-¡Vamos! Quizás en la siguiente emboscada sean más valientes- exclamó Odín.
Los osos se adentraron en la casa y subieron al segundo piso, no encontraron resistencia y hallaron al ave estrellada entre una pila de escombros.
-Vamos cazador, necesitamos información- dijo Odín mientras sujetaba a la lechuza y la agitaba ligeramente para que volviera en sí.
El halcón abrió sus grandes ojos y miró aturdida a su alrededor, pero pronto fue consciente de la situación y se levan´to por su propio pie.
-Necesitamos que nos describas el entorno y la posición de…-
-No hemos podido- interrumpió la rapaz.
Los osos quedaron un instante en silencio.
-El entorno es demasiado complejo, es mucho más enrevesado que las formaciones que estamos acostumbrados a reconocer- dijo despacio el halcón- Además no nos han dejado reconocer el terreno-
-¿Qué?- Exclamó el oso tuerto.
-Los pegasos nos lo han impedido, son mucho más débiles pero nos superan en velocidad y maniobrabilidad-todas las rapaces están demasiado ocupadas enfrentándose a ellos y no podrán dar apoyo. Ni siquiera podemos descender pues los ponis tienen hondas y arcos -
Odín soltó una maldición.
-No esperaba que esta caza diera tantos problemas. Escúchame cazador, tienes que llevar un mensaje a Frost, él sabrá que hacer, vuela bajo para que no te detecten-
Frost y sus lobos aún se encontraban sobre la muralla, al haber presenciado como todos sus rivales habían desaparecido se alarmaron esperando un ataque sorpresa, pero en vista de que no recibían ningún ataque decidieron recuperar fuerzas.
-Señor, esos ponis eran mucho más duros de lo que esperábamos- dijo uno de los lobos jadeando.
-Así es el deseo de sobrevivir de una raza razonable- Respondió Frost.
Mientras recuperaban el aliento la mente de Frost se llenó de dudas de que hacer, había escuchado explosiones mientras luchaba y estaba seguro de que no eran originadas por los osos y también tenía que conocer el estado de Freya pero las rapaces estaban ocupadas luchando en el cielo y no podían cumplir con su función de mensajeras.
El jefe lobo estaba asombrado y una parte de él pensó que no debió haberles dicho nada a los equestres y que debían haber atacado por sorpresa, pero lo descartó inmediatamente. Ahora ellos se defendían, contraatacaban…era así como debían luchar, no como cazadores y presas, sino como iguales.
Sin embargo las cosas no iban bien, Frost sabía que esta batalla acabaría con la victoria de los cazadores, después de todo habían conseguido irrumpir en la ciudad, pero estaba costando más de lo esperado, los lobos habían perdido a varios en la batalla de la muralla y estaba seguro que visto lo ocurrido aquí, los osos no lo tendrían fácil tampoco.
Frost se sentó y contempló la ciudad, ya se levantaban algunas columnas de humo debido al caos producido, también se dio cuenta de que no conocía la situación de Freya.
-Mi señor- dijo uno de los lobos- Ya nos hemos recuperado suficiente ¿Deberíamos unirnos a la caza del señor Odín?-
-No- dijo despacio Frost- Subestimar a estos equestres nos ha salido muy caro. Necesitamos información y ser conscientes de la situación-
Entonces, para sorpresa de todos, un halcón apareció planeando entre los edificios, aleteó y se posó en la muralla junto a los lobos, inclinó la cabeza a modo de saludo para el jefe lobo.
-Traigo un mensaje importante para el jefe Frost- dijo serio.
-Informa-
-Los equestres han iniciado estrategias de emboscadas, ocultamiento y trampas- comenzó el halcón- He conseguido ponerme en contacto con el jefe Odín, pero las rapaces no podemos descender con esos pegasos presionándonos-
Frost no dijo nada pero su mirada tembló ligeramente.
-¿Emboscadas?- preguntó uno de los lobos confuso.
-El jefe Odín me ha informado de que los osos han perdido muchos más cazadores de lo esperado. Esos ponis conocen esta ciudad mucho mejor que cualquiera de nosotros y son capaces de aparecer y desaparecer en cualquier momento-
Frost se volteó y volvió a mirar a la ciudad.
-El señor Odín informa de que la batalla se ganará de cualquier forma, pero que los daños en nuestras tropas serán mucho más graves-
-¿Qué hacemos entonces, mi señor?- pregunto con cierta preocupación uno de los lobos.
Frost mantuvo la mirada en la ciudad y respiró hondo.
-Los lobos han sufrido pérdidas y si los osos continúan así perderán a demasiados como para continuar la campaña, las rapaces también sufren problemas…nunca pensé que tendría que recurrir a ellos tan pronto-
Frost se volteó a sus tropas con una expresión clara de irritación.
-Haced sonar el cuerno y tocad retirada, que los cazadores se retiren al extremo de la muralla más cercano en el que se encuentren-
-¿Nos retiramos?- Preguntó incrédulo uno de los lobos- ¡Pero señor, usted dijo que no podemos permitirnos perder esta batalla!-
-No vamos a retirarnos- dijo Frost con decisión- vamos a cercarlos para asegurarnos de que no escapen-
Los lobos se miraron algo confusos.
-¿Escapar de qué, señor?-
-Han demostrado que son capaces de enfrentarse a criaturas racionales-
Frost volvió a clavar su mirada en la ciudad.
-Traed a los yetis, veamos si pueden luchar tan bien contra los depredadores del norte-