[Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 3)

Notapor Pandora » 30 Dic 2014, 20:06

Capítulo 3: Preparativos, preparativos y más preparativos (Continúa en el siguiente post)

Spoiler:
- Capitana, me pica el traje
- Es porque no estás acostumbrado
- Capitana, tengo el pelo pegajoso
- Porque la gomina aun no se ha secado. No te toques más la cabeza o se te estropeará el peinado.
-Capitana…
- ¡Fire Roar! ¡Una queja más y te tiro por la borda!

El unicornio cerró la boca y miró de reojo a su capitana. Con la crin recogida en un moño adornado con plumas, un elegante vestido de color granate y brillantes zapatos de charol negro, nadie diría jamás que aquella era la mismísima Poison Mermaid. Aunque él, con el pelo hacia atrás, las puntas recortadas y con traje, tampoco parecía Fire Roar.

- Capitana, vamos en un carruaje.
- ¡FIRE ROAR!


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-Bueno, capitana, no nos dejes en ascuas, cuéntanos.

Ya de vuelta en La Sirena Mutilada, Poison, Helm Salt y High Tide se encontraban reunidos en el camarote/despacho de la yegua. Ésta, sentada en su sillón, escudriñaba una carta que había tomado de un montón de documentos desperdigados en la mesa.

- El cliente del Manehattanés Errante era nada menos que Posh Patron, el famoso dueño de la ópera de Manehattan. Ha venido hasta aquí por una misión especial que nos ha encargado especialmente a nosotros: protegerle.

El teniente y el contramaestre se miraron, confusos. Las misiones que les solían encargar siempre habían sido de encontrar antiguos tesoros, derrotar tripulaciones enemigas e incluso entregar mercancía muy importante, pero nunca proteger a nadie.

-Capitana, no te estamos entendiendo. ¿Protegerle de qué? Nosotros somos piratas, no guardaespaldas.

Poison cruzó los cascos, mirando a sus sementales con una enigmática sonrisa.

- Si fuera sólo eso, queridos míos, ¿creéis que habría aceptado? –acercó los papeles de la mesa hasta ellos-. Esta misión no es sólo de protección, sino de infiltración. El conde Noble Blood dará una cena de gala la semana que viene en su mansión, y Patron está invitado. Si bien este poni es conocido por sus excéntricas costumbres y por ser bastante paranoico, razón no le falta al creer que podrían ser atacados durante la fiesta, aunque sea en una mínima posibilidad. Y ahí entramos nosotros: debemos infiltrarnos en la fiesta y proteger a los invitados, y más concretamente a Patron, de un posible ataque –Poison terminó la explicación con una sonrisa.

High miraba los papeles, sin comprender. Si su capitana se había vuelto loca, aquello lo confirmaba. No eran precisamente una tripulación grande, pero a pesar de ello era imposible poder infiltrar a todos en una fiesta de gala sin que hubiera un desastre, o peor aún, sin que acabaran siendo descubiertos.

-Poison, creo que esto se te ha ido de los cascos. ¡No podemos pasar todos desapercibidos en una fiesta elegante, arriesgamos demasiado con esto, además ¿acaso has pensado cómo demonios vas a colarte en algo de ese calibre!? –el teniente se levantó de la silla, y golpeó la mesa con sus cascos, perdiendo la paciencia.

-Teniente High Tide, siéntate. No es de buena educación perder los nervios de esa manera, ni siquiera estando en privado –la capitana habló con voz autoritaria, perdiendo la sonrisa-. ¿Acaso crees que no lo sé ya? He pensado en todo, por el amor de Luna. Tómate la molestia de escucharme, ¿quieres? –ambos respiraron hondo, mientras el poni volvía a sentarse, con el ceño fruncido. Poison continuó-. Posh ha dicho que puede colarme en el baile con un acompañante, según me ha dicho tiene pensado inventarse que soy una sobrina lejana en edad de casamiento para explicar qué hago allí, para “presentarme en sociedad”. En cuanto al tema de meteros a vosotros y la tripulación, tampoco hay problema: Posh se va encargar de todo, y vais a estar allí como cocineros, camareros, músicos… Aquello en lo que cada uno esté más cómodo.
-Capitana, ¿crees que funcionará? Quiero decir… Nosotros no tenemos modales tan refinados como tú, y podríamos tener problemas si nos descubren, necesitamos una salvaguardia en caso de problemas –preguntó Helm Salt con cautela.
-Confiad en mí, queridos, lo tengo todo pensado. De momento, levad anclas y preparaos para zarpar, tengo que hacer una pequeña visita.

Ambos, contramaestre y teniente, se levantaron y gritaron las órdenes al resto de la tripulación, que se puso en marcha rápidamente.

- ¿Adónde ponemos rumbo, capitana?
-A River Hills. Allí pueden prestarme la ayuda que necesito.

Saliendo de su camarote, alzó la voz a sus sementales, que la miraban con mezcla de curiosidad y bravura.

- ¡Mis sementales, aún no quiero desvelaros nada del encargo que nos han dado, pero debo deciros que uno de vosotros trabajará codo con codo conmigo, y de ese trabajo en equipo resultará la victoria de nuestra misión! Estaremos en River Hills en tres días; nos quedaremos por un día, dos a lo sumo; y volveremos aquí para llevar a cabo el encargo. ¡Levad anclas, izad velas, y por lo que más queráis, sujetad los barriles de zarzaparrilla, nos vamos!

La Sirena Mutilada partió del puerto rumbo al sur, hacia Horseshoe Bay, con aguas calmadas y viento amigable.

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Salve Mermaid regaba sus petunias mientras contemplaba el horizonte. El mar se recortaba contra el cielo, no se sabía bien dónde acababa uno y terminaba el otro. Las esponjosas nubes paseaban lentamente por el cielo y los pajarillos revoloteaban por doquier. En definitiva, era un día tranquilo.

-Hace un día precioso, ¿verdad, River? –preguntó a su esposa, sonriendo-. Creo que después aprovecharé y leeré un libro aquí fuera.

Observando bien, Salve se fijó en que había algo en el horizonte… Un barco. Pero no parecía un crucero o el yate de alguno de sus vecinos, parecía… Una embarcación clásica, como aquellos barcos que se usaban en expediciones a tierras nuevas y lejanas, o los que se seguían usando para el comercio, aunque era raro verlos. Pero aquel barco tenía algo extraño y familiar…

Salve tiró la regadera al suelo y abandonó la terraza al trote en dirección a su despacho. Su viejo catalejo levantó una pequeña nube de polvo cuando lo recogió del estante en el que se hallaba. Calibrándolo para ajustar el enfoque, se acercó a una ventana, apuntando la mirada al barco. Surcaba las aguas raudo y suave, sin duda llevado por patas expertas. No veía con claridad a los tripulantes, sólo figuras que se movían de un lado a otro y otras que permanecían quietas en su posición. Una cosa era segura: por el color de sus velas, no eran piratas.

Al menos no piratas violentos, pensó Salve.

Una de las figuras llamó su atención. Apareció por lo que parecía una puerta y reunió a las otras figuras, que se separaron instantes después. Salve intentó acercar más la visión, pero sólo consiguió desenfocar el catalejo. El corazón le latía con fuerza en el pecho. Tal vez fuera ella… Tal vez había vuelto a casa de nuevo.

El pegaso no quiso esperar más para averiguarlo. Guardando de nuevo el catalejo, voló al puerto con la esperanza de que el barco atracase y no estuviera simplemente de paso por aquellas aguas. Salve esperó… Y esperó… Y para alivio de su cansada alma, el barco atracó en el puerto. Impaciente y sin perder más tiempo voló hasta subirse a cubierta. Allí, se encaminó a Poison con el ceño fruncido, ignorando cómo el resto de la tripulación le miraba en posición de ataque.

- ¡Poison Mermaid, debería darte vergüenza! –la yegua se giró y miró a su padre, sorprendida, mientras agachaba la cabeza-. ¡Tantos meses sin avisar y te presentas así de improviso! ¿Tanto te costaba avisarme, señorita?
-P-pero papá… -tartamudeó Poison, su voz perdió de repente toda la fuerza que la caracterizaba-, no ha sido tanto tiempo…
- ¿Es que no entiendes que estaba muerto de preocupación? ¡Nadie sabía de ti! Así no te he educado yo, jovencita.
- Papá… -la voz de su hija fue ahora un mohín de potrilla-, delante de mi tripulación no, jo.

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Más tarde, sentada a la regia mesa del comedor con su padre, detallaba el plan que quería llevar a cabo.

-La cosa es que necesito alguno de mis antiguos vestidos, a ser posible alguno que oculte por completo mi cutie mark. Prefiero evitar que me reconozcan. Y también algún raje tuyo que ya no te venga. Tendré que ir con un acompañante para no levantar sospechas.

-Entonces primero tendrás que elegir quién quieres que te acompañe por si fuera necesario que el sastre arreglase el traje.

Poison bebió un sorbo de vino, pensando cómo podía haber sido tan tonta de no haber elegido aún a su acompañante. Las opciones más viables eran Helm Salt y Hide Tide, pero podría despertar habladurías en aquella supuesta “presentación en sociedad” si acudía con alguien de mayor edad que ella, ya que ambos no eran tan mayores como para aparentar ser su padre. Además, como el mismo Helm había dicho, ellos no tenían los mismos modales, lo cual podría resultar inconveniente. Aunque si nos poníamos a pensar, nadie de la tripulación tenía precisamente modales refinados…

-Aún tengo que elegir quién de la tripulación me acompañará. Mañana te daré la respuesta.
-Como prefieras, hija -Salve soltó la servilleta y acarició la pezuña de su hija-. Me alegro de que estés bien y de que hayas vuelto a casa; y estoy seguro de que tu madre también se alegra.

La yegua bajó la cabeza, evitando la mirada de amor incondicional que le dirigía su padre. Sabía que él quería lo mejor para ella, incluso cuando le dijo que quería irse al mar a vivir una vida de verdad. Se sentía mal por no ser la clase de hija que él merecía, la clase de hija que ella debería ser. Pero a veces el corazón es más fuerte que cualquier razón.

-Y yo me alegro de haber vuelto. Siento haberte preocupado, esta última misión me tuvo bastante ocupada.

Su padre rió con socarronería.

- ¿Acaso no son todas tus misiones así? –rió de nuevo, mientras terminaba su copa de vino-. A ver, ¿qué peligros has desvelado esta vez? ¿Algún mapa del tesoro oculto de Tutancolton?
-Mejor aún –sonrió Poison-, el mapa para encontrar el cetro del Alicornio. Resulta que es real, ¡y yo lo he encontrado! Me lo pidió una clienta que no sé cómo consiguió el mapa. A pesar de haberlo tenido entre mis pezuñas, aún me cuesta creer que fuera real.
-Vaya… Eso es… Increíble, ciertamente –el rostro de su padre se había tornado de sonriente a fascinado-. ¿Y dices que no sabes cómo consiguió tu clienta el mapa?
-No me lo dijo, ni tengo ni idea de dónde lo pudo sacar.
-Un misterio que nunca resolveremos –Salve chocó la copa contra la de su hija a modo de brindis y se sirvió un poco más de vino-. ¿Esta noche me concederías el honor de dormir aquí? Tu habitación sigue tal como la dejaste.

Poison sonrió, se levantó y besó a su padre en la mejilla.

- Déjame que primero arregle unos cuántos asuntos en el barco y después vendré a dormir aquí.

La yegua voló por encima de la casa en dirección al barco. La ciudad de River Hills estaba iluminada, algunas de estas luces alcanzaban al puerto, donde las calmadas aguas reflejaban la luz con un brillo casi sobrenatural. Se veía bastante gentío por las calles, sobretodo en la plaza central de la ciudad, donde múltiples ponis paseaban disfrutando del buen tiempo. Poison recordó cuántas veces había ido allí a jugar con otros potrillos o a pasear con sus padres. Al acercarse al puerto, las luces que más resaltaban eran las de las tabernas y algunas embarcaciones. Seguramente los ricachones de turno estarían celebrando algo en sus barcos y yates de lujo. Cuando aterrizó en La Sirena, su tripulación le dio la bienvenida con vítores.

- ¡Queridos míos, me alegro que estéis de buen humor! Vengo a comunicaros los detalles de la misión, así que abrid bien las orejas y estad atentos.
-Capitana, oigo rugir el estómago de Mess Aboard.
-No tan atentos.

Poison relató una vez más sus planes para la misión de infiltración y protección. Los marineros escucharon serios las palabras de su capitana, y ella respondió a las pocas preguntas que le fueron formuladas.

-Para concluir, queridos míos, he de recordaros que uno de vosotros trabajará casco a casco conmigo. Será mi pareja en la cena, y el que me ayudará a tener vigilado de cerca a Posh Patron. Por ello, Helm Salt ha preparado un saco con los nombres de todos vosotros escritos en un papel dentro de él. Aquel nombre que saque será mi acompañante.

Helm se acercó con la bolsa y se la tendió abierta a Poison. Esta metió la cabeza con los ojos cerrado y removió un poco el contenido antes de capturar un trocito de papel con los labios. Lo extendió y…

- ¿¡FIRE ROAR!?

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El silencio se fue expandiendo por el barco, mientras que la tripulación se miraba entre sí. Fire Roar, el benjamín de la tripulación, volvió de la cocina con un vaso de zarzaparrilla flotando junto a él. Más de veinte pares de ojos se posaron junto a él, que parecía ajeno a la situación. Poison tragó saliva, y por primera vez en mucho tiempo no tenía ni idea de qué hacer a continuación.

-Capitana, vamos a ser un equipo brutal, vamos a reventar esa fiesta, yo lo veo –Fire se puso a cabecear de emoción, dando pequeños saltitos inquietos en el sitio.
-Vamos a tener que tomar medidas drásticas –dijo Poison, tras unos minutos de reflexión-. Fire, ven a mi despacho, te explicaré lo que haremos.
-Capitana, ¿estás… bueno… segura de que es buena idea? – Helm Salt se acercó a Poison susurrando.
-Sinceramente, no lo sé. Pero es mi deber como capitana vuestra confiar en todos y cada uno de vosotros –apoyó la pata en el hombro de su contramaestre, sonriendo para insuflarle confianza.

Dicho esto se encaminó a su camarote, seguida por el unicornio amarillo. El benjamín de la tripulación brincaba feliz como si hubiera aprendido un nuevo hechizo, siguiendo de buena gana a su capitana y cerrando la puerta cuando entraron los dos al despacho. La yegua se sentó tras el escritorio.

-Te voy a ser sincera, Fire Roar –dijo tras respirar hondo unas cuantas veces-, no estoy segura de si estás preparado para enfrentarte a esta misión de manera… Cómo podría decirlo… -se mordió el labio, dubitativa.
-Espera, capitana, ya veo por dónde vas. Crees que no soy lo suficientemente serio para esto. Que no soy lo suficientemente elegante para poder ser tu acompañante –de repente se puso totalmente serio-. ¿Y sabes qué te digo, capitana? ¡Que pienso ser el mejor acompañante que hayas tenido nunca en uno de esos bailes pijos que tanto te gustan! Me pondré a tu nivel. Enséñame a hacerlo y lo haré mil veces mejor que esos finolis de alta alcurnia. Sin ofender –después de esto volvió a sonreír como siempre-. Y si no funciona siempre puedo llevar algo de munición escondida y reventar la fiesta. Literalmente.

Poison sonrió también, satisfecha. Aunque le había sorprendido mucho aquella reacción (tal vez fuera la primera vez que veía serio de verdad a Fire), sabía que por cosas así había aceptado al joven semental en la tripulación.

-Está bien. Tu entrenamiento especial empezará mañana, yo misma me encargaré de supervisarte y convertirte en el perfecto caballero infiltrado en una misión. Pero no será un trabajo fácil, he de avisarte. Requiere disciplina, seriedad, concentración, no es un asunto para tomárselo a broma. Tras decirte esto, ¿sigues seguro de querer hacerlo? –Poison preguntó con cautela, tanteando la reacción del artillero. Pero en sus ojos color ocre sólo vio una profunda determinación.
- ¿No te estoy diciendo que sí? No te fallaré, capitana. Lo juro.
-Muy bien, querido. Te espero aquí mañana al alba. Puedes retirarte.

Mientras el unicornio salía, Poison respiró hondo y giró la silla. Aún quedaban muchos asuntos por pulir, pero al menos el plan estaba en marcha. Fire se lo tendría que tomar muy en serio, pues precisamente no tenían demasiado tiempo. Tal vez el entrenamiento de Fire los demorase en la ciudad un par de días más de lo previsto. Debía pensar en qué tenía que enseñarle, tomarle las medidas para el traje y organizar al resto de la tripulación para la infiltración, y eso sin contar con tener que escoger su propio atuendo y manejarlos a todos sin que influyera en su comportamiento. Sería una buena manera conseguir unos micrófonos, o que los unicornios aprendieran algún hechizo de telepatía para poder estar informada en todo momento…

Se frotó las sienes, intentando calmar el dolor de cabeza en aumento. Necesitaba descansar si quería rendir bien en la organización del plan. Y, por Luna, aquel plan saldría bien como que ella se llamaba Poison.

Se levantó y salió a cubierta, donde algunos de sus sementales se mantenían ocupados limpiando la cubierta, jugando a las cartas o contando estrellas mientras filosofaban sobre la inmensidad del universo.

-Mis sementales, por esta noche he de ausentarme del barco. Otros asuntos requieren mi presencia, pero volveré aquí mañana al amanecer. Descansad bien y tomaos una ronda de zarzaparrilla a mi salud. Contramaestre, quedas al cargo.

Mientras hablaba abrió las alas y flotó a pocos palmos del suelo, para después remontar el vuelo de vuelva a casa. Tras explicarle a su padre la situación, éste le ayudó a planificar un entrenamiento para Fire que se realizaría allí mismo, en la casa.

-Gracias por ayudarme con esto, papá.
-Será divertido enseñar modales a ese grumetillo tuyo, sin duda. Me vendrá bien para hacer algo nuevo, ya sabes que la monotonía me aburre con facilidad. Además lo consideraré como un reto personal… Nunca tuve que enseñarte modales masculinos a ti, por suerte –bromeó Salve-. Tú vete a la cama, querida, y yo lo prepararé todo para mañana.

Bostezando, Poison se levantó de la silla en el despacho de su padre, donde se habían reunido, y rodeó el escritorio para darle un beso antes de marcharse a su cuarto.

- ¿La señorita marchará a su habitación?

Fuera del despacho esperaba Alfred Service, el mayordomo de la familia Mermaid desde que entró al servicio del abuelo de Poison. Un unicornio anciano, con un espeso mostacho blanco, al igual que sus crines, que peinaba con las puntas hacia arriba. En su hocico descansaban unos anteojos sin montura que enfocaban unos ojos cariñosos y dulces.

-Creo que tomaré un tentempié antes de dormir –sonrió la yegua-. ¿Hay alguno de tus deliciosos postres en la nevera?
-Esta mañana hice brownies, señorita –dijo orgullosamente Alfred-. Si me acompaña, le serviré un trozo con té de rosas en el comedor.
-Con unas condiciones, si no te importa.

El viejo mayordomo alzó una ceja, mesándose el bigote a la espera de las condiciones.

-La primera, no me trates de señorita. Que lleve mucho tiempo fuera no significa que debas tratarme de manera formal. Sigo siendo yo –sonrió con dulzura-, por favor, llámame como siempre lo has hecho, aunque ya no sea una potrilla. Lo segundo, quiero que comas conmigo. No me sentiría cómoda si te quedas de pie mirando como un pasmarote. Y tercero, quiero que me cuentes cómo ha ido todo en mi ausencia. Y si esto no te convence… Te he traído un regalito de uno de mis viajes.

El unicornio alzó las cejas, sorprendido.

-P-pero señorita, no es necesario que se moleste en eso…
-No digas tonterías. Lo compré la última vez que estuve en Manehattan por mis “negocios de ultramar”. Al verlo, supe que tenía que ser para ti.

Se encaminó a una de las cómodas que había en la entrada y sacó un pequeño estuche envuelto en papel de regalo plateado de aspecto caro y refinado de uno de los cajones.

-Ábrelo.

El unicornio tomó el paquetito con su magia y lo abrió con cuidado, sin doblar ni romper el papel. Era un pequeño estuche negro de la mejor joyería de Manehattan que contenía un alfiler de oro para la corbata con su inicial grabada y una pequeña gema azul.

-Poison, esto es… -el mayordomo se quedó sin palabras, emocionado-. No sé qué decir.
-Espera, vamos a ver cómo te queda puesto.

Con cuidado, Poison sacó el pequeño alfiler del estuche y lo clavó en la corbata negra de Alfred con cuidado.

-Como pensaba, te queda genial. Estoy muy contenta.
-Señorita, muchísimas gracias, no sé cómo compensároslo, yo…
- ¡Claro que lo sabes! Comiendo brownies y té conmigo será agradecimiento suficiente.
- ¡Marchando!

El servicial mayordomo trotó rápidamente en dirección a la cocina, mientras que Poison se dirigía riendo al comedor. Aquel poni la había cuidado desde su nacimiento, siendo para ella uno más de la familia y alguien en quien siempre confiaría. Aquel pequeño detalle apenas mostraba todo el cariño que le tenía al viejo mayordomo.

La yegua paseó por los pasillos que conocía bien, pasando a través de elegantes mesitas auxiliares y retratos. Antes de llegar al comedor se detuvo en uno en especial. Se encontraba justo encima de la chimenea del salón. Mucho más grande que los demás, retrataba a tres pegasos. Un poni mayor que estaba vestido de manera muy elegante posaba la pata en el respaldo de un sillón donde se sentaba una yegua de cabello violeta y ojos azules lánguidos y sonrisa tranquila, llevando un vestido con una cola larga que arrastraba por el suelo y un colgante con una gema rosa. Al lado de ambos, con una pata levemente levantada, otra yegua, adolescente, miraba al frente con sus ojos de pupilas e iris azules de largas pestañas y corta melena lisa de color turquesa, con algunos mechones de color azul oscuro. Portaba un vestido aguamarina y zapatos del mismo color.

Aquel viejo retrato familiar mostraba a una Poison aún sin cutie mark, una mirada con un resquicio de aburrimiento, y en general, un aspecto muy distinto al que lucía actualmente. En aquella imagen su pelo era liso y apenas se veían los mechones oscuros; la vida en alta mar había rizado y encrespado su melena de manera natural y casi permanente. A veces le costaba creer que aquella potrilla fuera ella… O que lo hubiera sido. Se alegraba de la vida que tenía ahora. Era feliz y tenía una familia propia en forma de su amada tripulación. Apenas necesitaba más.

Alzó el vuelo y acarició levemente el rostro retratado de su madre y después se dirigió al comedor, donde Alfred Service entró a la misma vez que ella con una bandeja de plata que contenía una tetera, dos tazas y dos platos con sendos trozos de brownie con nata y chocolate que olía divinamente. Le ayudó a servir el té con rapidez y ambos se sentaron a la mesa.

-Brindemos por la familia unida de nuevo, el hogar, y los ricachones excéntricos que me encargan misiones extrañas.

Ambos chocaron las tazas de porcelana y comieron mientras charlaban sobre la casa, su padre, la ciudad…

Por un momento, Poison recordó la cantidad de horas que había pasado juntos al mayordomo. Él era quien jugaba con ella de pequeña al escondite por toda la mansión, quien le enseñó modales en la mesa y la acompañaba a la escuela, quien le ayudaba a leer y levantaba cuando se caía al aprender a andar. Para Poison era como su segundo padre, alguien que la había criado y sabía cómo era realmente. Y sabía que si algo le pasara sería capaz de drenar el mar entero para salvarle.

Porque eso es lo que se hace por la familia.

Tras terminar el té, Poison se retiró a su habitación. Aquel amplio cuarto de color lavanda seguía igual que la última vez que había estado allí. Antiguas muñecas y juguetes, vestidos de cuando era potrilla y de adolescente, algunos de su vida adulta, heredados de su madre…

-Ah, cierto, los vestidos.

Poison abrió las puertas del enorme armario, dejando todos los vestidos a la vista. Pasó las pezuñas por las diferentes telas, rememorando las ocasiones en las que se los había puesto, buscando alguno que pudiera usar de nuevo. Dudaba si usar alguno de su madre, cada cual más hermoso que el anterior. Cabía la posibilidad de que la reconocieran llevando alguno de esos vestidos…

Poison sacudió exhausta la cabeza. En aquel momento, poco le importaba. Sólo quería dormir.

Apenas se metió entre las sábanas y apoyó la cabeza en la mullida almohada se durmió profundamente.

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Antes de que el gallo cantase Poison Mermaid estaba volando camino a su barco, pues debía recoger a Fire y guiar al resto de la tripulación en el avance de los planes. La mañana era perezosa en la ciudad, en la que pocas casas parecían tener vida en su interior. Se veían algunos ponis paseando o abriendo las tiendas, y un delicioso olor a pan recién hecho se elevaba hacia Poison. Por un momento deseó poder desayunar con su padre, pero eso aún tendría que esperar.

- ¡Buenos días, mis sementales! Id abriendo los ojos porque nos espera un día movidito.

Subiendo por la cubierta apareció Fire Roar, con la crin aún más despeinada de lo normal y una alegre cara de sueño.

- ¡Estoy listo, capitana! ¿Cuál será la primera lección, saber con qué cucharilla se toma el postre? –bromeó.

Poison alzó una ceja, sin entender del todo la broma, pero sonrió, pues efectivamente aquella era una de las lecciones.

-Ahora lo verás. En principio, la lección no será aquí. Quédate conmigo un segundo y en seguida nos vamos. Contramaestre Helm Salt, a mi despacho, por favor.

Unicornio y yegua se reunieron en el camarote durante media hora para seguir planificando el resto del día. Mientras ella estaba con Fire, él se quedaría en el barco para hacer una criba de toda la tripulación y averiguar en qué parte de la fiesta podrían ser colados. Después tendría que enviar un mensajero para Posh, él se encargaría del resto. Poison rezaba para que el mensaje llegara a tiempo mientras iba con Fire hasta su casa.

- ¿Adónde vamos, capitana? Seguro que es algún lugar súper secreto donde te vas a convertir en una femme fatale para enseñarme a ser elegante como James Colt, ¿verdad?

La capitana no hizo más que reír ante la ocurrencia del artillero mientras este seguía augurando su destino. Finalmente llegaron a la lujosa casa.
-Seguro que esto lo ganaste en una partida de póker en la que te habías infiltrado para desbaratar los planes de la mafia de Canterlot, ¿a que sí?
-Me temo que en ningún momento he sido espía internacional, querido. Pero sí que soy bastante buena al póker. Aquí es donde yo vivo… O al menos vivía antes de echarme a la mar como pirata.

Mientras entraba, pudo oír a Fire Roar contener el aliento ante el cambio de aires. Aquel joven semental sería de los pocos en su tripulación en conocer sus orígenes, la verdad de su trato elegante y refinado.

Detrás de ella, dejó de oír las pisadas del unicornio. Al darse la vuelta, Fire Roar estaba inclinado en una torpe reverencia ante ella, con el rostro serio y expresión admirada.

-Nunca creí que mi capitana fuera un miembro casi de la nobleza de Equestria. Vale, eres elegante y refinada, pero siempre creí que era casualidad. Por favor, no llames a los guardias, te prometo que no volveré a explotar una bomba en el barco a pesar de que me hayas ordenado expresamente que no lo haga, ni haré trampas cuando jugamos a las cartas, y no volveré a beberme tu jarra de zarzaparrilla creyendo que es la mía ¡te lo suplico, no llames a los guardias! ¡Son peores que tú cuando te cabreas! -Fire se puso de rodillas melodramáticamente, y por un momento la capitana no supo si hablaba en serio o en broma.

Poison se acercó y se arrodilló frente a él, alzando su cabeza para que le mirase.

-Escucha, Fire Roar. No soy de la nobleza equestriana, simplemente procedo de buena familia. No voy a llamar a los guardias por eso, ¿de acuerdo? -Alzó una ceja-. Así que haces trampa a las cartas, ¿eh?

Los ojos de Fire volvieron a chispear con su alegría habitual, sonriendo burlonamente.

-Sólo cuando voy perdiendo -guiñó un ojo y sonrió de oreja a oreja-. Ya sabía yo que tenías que ser alguien importante, capitana. Nunca he conocido a nadie tan elegante como tú. Y también eres muy hermosa, pero estoy seguro de que ya te han dicho esto muchas veces.

Algo ruborizada, Poison murmuró algo ininteligible mientras se dirigía al despacho de su padre y Fire la seguía, mirando a todas partes con gran interés, a veces preguntando por distintos objetos o ponis en retratos. Al abrir las puertas del despacho, Salve Mermaid estaba sentado tras su escritorio.

-Papá, este es Fire Roar.

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Tres horas después, un cansado Fire estaba sacando a bailar a Poison por enésima vez, el esfuerzo que hacía el unicornio para no pisarle los cascos a su capitana era evidente.

-Ahora mueve la pata trasera izquierda atrás… No, la otra pata. Eso es, ahora gira a la derecha y sujeta a Poison con la pezuña… Muy bien –Salve, que se encargaba de poner la música, iba dictando los pasos con paciencia, corrigiendo cuando era necesario.

Al terminar la canción, Fire hizo una reverencia casi perfecta a la pegaso y adoptó una pose firme y relajada de manera casi natural.

-Estamos avanzando, por suerte. Ya casi te sale el baile perfecto y adoptas una posición elegante sin que se te vea forzado. Esta tarde veremos los modales a la mesa; por ahora hemos terminado –el pegaso se acercó a los bailarines con una jarra de agua y un par de vasos, y les sirvió mientras continuaba-. Estaría bien que ahora te quedases un momento para poder tomarte las medidas para el traje, y tú, Poison, para elegir tu vestido. Seguro que alguno de tu madre te quedaría fantástico.

Llamaron a la puerta y Alfred Service entró con un metro de costura, unos cuántos trajes y una pelota con forma de tomate con múltiples alfileres clavados.

- No me pincharás con eso, ¿verdad? Si la artillería y las armas de fuego es lo mío es porque no me gustan las cosas que pinchan. ¡Vade retro con eso, he dicho!
¡NI SE TE OCURRA ACERCARME ESO O TENDREMOS UN PROBLEMA! –La cara de Fire se descompuso en una mueca de horror a medida que el mayordomo se acercaba.
-No se preocupe, señorito Fire, ni siquiera los verá. Por favor, pruébese esto.
- ¡Capitana, si muero, recuérdame como un héroe valiente y atractivo al que perseguían las yeguas!

Poniendo los ojos en blanco con una sonrisa, Poison abandonó el despacho de su padre y se dirigió a su propio dormitorio. A la luz del día los vestidos parecían tener vida propia. Tras mucho mirar, probar y ajustar, se decidió por un ajustado vestido granate que no recordaba cuándo se había puesto, pero le quedaba fantástico. La falda a capas le llegaba a los tobillos y tenía una abertura lateral que dejaba a la vista una de sus patas traseras; y el torso quedaba rodeado por una cinta negra que acababa en un lazo en su hombro izquierdo.

-Una cosa menos, quedan los accesorios.

Sentándose frente a su tocador, comenzó a peinar la enredada melena, echándolo hacia atrás y dejando sólo un mechón en su rostro. Después hurgó en su joyero y fue probando distintos adornos hasta que eligió un broche redondo con plumas y pequeñas piedras preciosas. Recogió su melena en un moño y colocó el adorno a la derecha, de manera que las plumas ocultaran un poco su oreja rota.

-Pues no me queda tan mal… -murmuró para sí.

Poison caminó unas cuántas veces por la habitación, acostumbrándose rápidamente a la sensación de la tela y al roce de la falda. Al menos agradecía la libertad que le proporcionaba la abertura.

Contemplándose en el espejo, se dio cuenta de que no había perdido aquella hermosura por la que siempre había sido alabada en su adolescencia. Su padre siempre le había dicho que era tan hermosa como su madre.

-Capitana, mírame, estoy hecho un figu… Wow.

Fire entró de sopetón en la habitación, ataviado con uno de los trajes antiguos de su padre, pero se quedó de piedra al ver a su capitana. Por primera vez desde que empezó a formar parte de La Sirena Mutilada, miró a la pegaso no como su capitana, sino como yegua.

-Santa Luna, cómo está la capitana –balbuceó.
- ¿Cómo dices, querido? –Poison se acercó a él, caminando con elegancia y cuidado, la falda del vestido se bamboleaba suavemente a los lados con cada paso, acentuando la forma de sus caderas.
-Que qué buena estás, capit… Que te queda muy bien esa cosa redonda en la cabe… -Fire se sonrojó de repente, sin poder apartar la vista de la pata trasera de su capitana-. ¡Que me han arreglado el traje!
-Alfred ha hecho un buen trabajo, como siempre. Te queda como un guante, pero una flor en el ojal de la camisa daría el toque perfecto, ¿no te parece? –Poison dio una vuelta alrededor del artillero, observando el traje desde todos los ángulos-. Pero me temo que vamos a tener que hacer un cambio bastante importante en tu pelo… O al menos recortar las puntas quemadas.

Poison se acercó al joven semental y le pasó la pezuña por la cabeza, echando la crin hacia atrás

-Es importante que se vean los ojos. Para evitar tener que cortarte mucho, te lo echaremos hacia atrás como ahora. Estás muy guapo así, querido, y te favorece mucho –la yegua sonrió satisfecha y le soltó el pelo.

Fire se quedó helado mientras sentía el casco de la pegaso rozándole, y no escuchó lo que le decía con una cálida sonrisa. Pensó en lo bonitos que eran sus ojos azules y lo bien que le quedaba esa cosa redonda del pelo y…

- ¿Fire? ¿Querido? Será mejor que le devuelvas el traje a Alfred para que pueda arreglarlo a tiempo, ¿de acuerdo? Mientras tanto nosotros iremos a comer a La Sirena y volveremos aquí después. Además, te vendrá bien un descanso -la yegua esbozó una misteriosa sonrisa-, estás como ido desde hace un rato.

Fire sacudió la cabeza con fuerza y se marchó, mientras que Poison dejaba el vestido sobra la cama, con cuidado de no arrugarlo más. Era realmente bonito, y se sentía contenta de haberlo elegido.

Cuando Fire y Poison llegaron al barco, Helm Salt esperaba con una lista en el casco. Poison la leyó atentamente. Todos los nombres de los ponis que conformaban la tripulación estaban apuntados en una lista de cuatro columnas: cocina, camareros, músicos y artistas; y en cada columna estaba señalado aquel que se encargaría de vigilar cada sección.

-Perfecto, contramaestre. No esperaba menos de ti. Que los de cocina preparen los más deliciosos manjares, los músicos practiquen canciones que inviten a bailar, los camareros practiquen el equilibrio y los artistas preparen un buen número. Yo enviaré esta lista y las instrucciones pertinentes a Posh Patron. Si necesitáis algo yo os lo proporcionaré; pero por ahora comamos todos juntos. Fire, descansa.

Poison voló nuevamente a puerto, donde en poco rato se encargó de enviar un mensajero personal a Posh. Después, en su camarote, rebuscó entre antiguos libros y tratados de magia que poseía gracias a recompensas. Necesitaba encontrar algo, cualquier cosa, que la ayudase a mantenerse informada y en contacto con el resto de la tripulación mientras ella estaba en el baile. Recurrir a la tecnología parecía lo más adecuado y sencillo, sí… Pero era incluso más arriesgado en caso de que los pillaran.

-Sólo necesito un hechizo, una poción, un ungüento, algo… -susurró la pegaso con la cabeza metida en viejos pergaminos-. Cualquier cosa me vale.

Por fin, un párrafo llamó su atención. Se trataba de un hechizo que podía encantar objetos para enviar la voz a largas distancias. De alguna manera, aquello podía ser lo que ella estaba buscando. Guardó el resto de pergaminos y se dirigió con el resto de su tripulación a comer.

-¡Mis queridos sementales, siento el retraso! Esta misión no hace más que darme dolores de cabeza, ¡pero todo está marchando conforme al plan! Os agradezco el enorme esfuerzo que estáis haciendo todos por esta misión y por mí, y prometo compensaros de manera generosa –los vítores se elevaron por encima de su voz-. ¡Y ahora todos a comer!

Las risas, voces, ruidos de platos y cubiertos y el correr de la zarzaparrilla fue todo cuánto se oyó durante la cena. Sin embargo, la cabeza de Poison seguía bullendo ideas. Necesitaba encontrar un plan B por si acaso aquel hechizo era demasiado complejo para sus unicornios…

- ¿Capitana? ¿Estás bien?

En su rango de visión aparecieron los ojos alegres de Fire, que bebía zarzaparrilla sin apartar la vista de la pegaso.

- ¿Eh? -Poison sacudió la cabeza y se obligó a sonreír-. Sí, estoy bien, querido. Es sólo… un asuntito que me trae de cabeza.
-Oh, vamos, capitana, no tienes de qué preocuparte. Todo lo que haces te sale genial, verás como esto… ehm… lo que sea que te preocupe también saldrá redondo.
-Sí… Creo que tienes razón, Fire. A veces me preocupo demasiado –la yegua sacudió la cabeza de nuevo y sonrió, esta vez sinceramente-. ¿Alguien me pasa más tarta de frambuesa?

El resto de la comida continuó con calma. Poison se relajó un poco y puso atención a lo que el resto de su tripulación le contaba. Cada cuál le fue contando pequeñas anécdotas que habían ido surgiendo durante los ensayos, le preguntaron a Fire si la capitana había sido muy cruel con él, recitaron unas cuantas escenas de la obra… Y por supuesto acabaron la comida cantando todos juntos antiguas canciones pirata.

Horas después Poison estaba reunida con su contramaestre. Había mandado a Fire a su casa para seguir con las lecciones, mientras ella se centraría en el asunto del hechizo. Helm Salt leía el pergamino donde estaba escrito el hechizo y Poison buscaba entre sus propias notas alguna ayuda para usar en esa situación. Si bien los venenos eran su especialidad, había aprendido muchas pociones y brebajes a lo largo de sus viajes.

-Creo que podría hacer el hechizo… Pero si sólo soy yo el que lo realiza, no sé cuánto tiempo podría mantenerlo, y no podría hacerlo durante mucho tiempo, de todas formas -el unicornio agachó la cabeza-. Es un hechizo avanzado, si yo puedo realizarlo es porque estuve al servicio de aquella organización que… Bueno, ya lo sabéis.
-Sí, lo sé. Pero tú no tenías la culpa de hacer mal con tu magia, no eras consciente. Y te arrepentiste a tiempo, ¿verdad? -Poison miró a su contramaestre y sonrió-. Son nuestros actos presentes los que valen y deben hablar por nosotros, y tú eres un excelente contramaestre. Continuemos pues. Necesito saber si funciona el hechizo, pero no pienso forzarte a hacerlo si te es demasiado agotador. ¿Serías tan amable, entonces, de realizarlo?
-Sí, capitana, pero el hechizo requiere dos objetos para ser conjurado.

La yegua puso frente a él una estilográfica y un matraz que cogió del escritorio y se mantuvo a una distancia prudente. El cuerno de Helm SAlt empezó a iluminarse suavemente con un brillo de color beige, brillo que se fue intensificando cada vez más. Una chispa salió de la punta del cuerno y Helm la disparó a la pluma y el matraz. Los objetos absorbieron el brillo y lo reflejaron suavemente, tras lo cual todo quedó en calma de nuevo.

-No tengo una magia demasiado poderosa, así que no durará mucho -dijo el unicornio frotándose el cuerno y la cabeza.

Poison cogió la pluma y salió del camarote, volando hasta el puesto de vigía.

-¿Funciona? ¿Puedes oírme? -susurró la pegaso a la pluma, no sin sentirse un poco estúpida.

Pero, para su sorpresa y alivio, a sus oídos llegó la voz del contramaestre desde la pluma, muy suave pero de manera clara.

-Alto y claro, capitana. Aunque debo reconocer que me siento un poco tonto hablándole a un matraz.
-Ya, yo también siento lo mismo -Poison rió suavemente mientras bajaba del puesto de vigía y caminaba hacia el despacho-. Perfecto, entonces. Ya tenemos parte del problema solucionado. Sólo queda averiguar cómo mantener el hechizo. Y creo que tengo una idea.

Despejando la mesa de cartas y mapas, la capitana procedió a abrir sus cofres, sacando distintos objetos de aquí y allá, dejándolos sobre la mesa. Cogió una pequeña olla de barro, encendió unas cuantas velas y luego comenzó a verter polvos, ingredientes de aspecto extraño y algún que otro líquido que olía a rayos. Mientras removía, esperando a que aquello empezara a burbujear, explicó:

-Esta receta hace que aquel objeto sobre el que sea vertido conserve sus propiedades intactas durante doce horas. Es una receta antigua que usan las cebras para mantener frescos alimentos y objetos perecederos, como flores, por ejemplo. Tal vez funcione con un objeto hechizado, pero no puedo asegurar el éxito completo o parcial.

Tras remover a izquierda y derecha dos veces cuando las burbujas empezaron a aparecer en la superficie, Poison sopló las velas y dejó la olla en la mesa, esperando que la superficie color verde oscuro de la poción se tornase naranja, señal de que estaba lista. Cuando lo estuvo, tomó la pluma con el encantamiento aún vigente y la metió en la olla hasta que quedó cubierta por el mejunje, sacándola pocos segundos después. Al instante la pluma pareció quedar cubierta por una fina película que no se apreciaba a simple vista.

-Vamos a probar si durante el día de hoy funciona el hechizo junto con la poción. De ser así, sólo tendremos que encontrar cuatro objetos que pasen desapercibidos y hechizarlos. Y puede que todo salga bien y sin problemas.
-De eso puedo encargarme yo, capitana.
-Perfecto, contramaestre. Quedas al cargo. Mientras tanto estaremos en contacto mediantes estos… -Poison miró la pluma, buscando un nombre apropiado para la nueva condición que había adquirido-, cachivaches.

Poison salió del camarote esperanzada, pues aquello solucionaba el problema más grave que debía averiguar. Ahora quedaba esperar.

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Fire Roar paseaba por el puerto en dirección al barco con aire distraído. Tenía la cabeza en mil sitios, se sentía confuso por su reacción ante su capitana, pero no podía evitar suspirar cuando evocaba su rostro sonriente, o aquella mirada amorosa que les dirigía a todos cuando comían juntos; por no hablar de lo que sentía cuando la imaginaba otra vez con aquel vestido… Necesitaba contarle a alguien, saber qué le ocurría. Y el poni que necesitaba se encontraba en las cocinas de La Sirena Mutilada.

- ¿Qué te ocurre, chaval?

Mess Aboard, el cocinero, era un poni terrestre bonachón y forzudo, siempre ataviado con un delantal y un gorro de chef; y el semental en quien Fire más confiaba.

-Es… Bueno… Vale, se trata de una yegua, Mess.

Éste dejó de remover una enorme olla de sopa de setas y miró al unicornio, riéndose, mientras éste se iba poniendo cada vez más colorado.

-Déjame adivinar… Sientes mariposas en el estómago, o en tu caso sería más correcto decir que sientes cañones disparándose en tu estómago. Cosquilleo extraño en la nuca, la cabeza en las nubes… ¿Me equivoco? -Fire negó con la cabeza-. No eres el primero ni el último que se siente así… ¿Por qué no me hablas de ella?
-Es… -calló un momento, buscando las palabras adecuadas-, muy hermosa. Pero no sólo que esté buena, es que es muy hermosa. Mucho carácter, la cabeza bien amueblada, unos ojos enormes, unas alas preciosas…

Fire se sonrojó ante aquel despliegue de romanticismo que había tenido; y agradeció en silencio que Mess estuviera de espaldas a él.

-Vaya, vaya, has perdido totalmente el culo por ella, chaval –tras remover la sopa y ponerle una tapa a la olla, soltó-. Es Poison, ¿verdad?
- ¡¿Qué!? ¡N-no! E-esto… -Fire suspiró. No tenía sentido mentir, de todas formas, ya era imposible disimular-. Está bien… Sí, es Poison.
-Chico, eres bueno con los cañones, pero pésimo intentando mentir. ¿Crees que no sabía que te referías a ella? Vamos a ver, ¿a cuántas yeguas conoces aparte de ella? ¿Cinco, seis tal vez? ¿Y cuántas de ellas tienen alas? –Mess miró al unicornio, que tenía la cara del mismo color que su crin-. No se lo voy a contar a nadie, y menos a Poison. Pero aun así… Lo llevas claro, Fire. Nuestra capitana nos ve a todos como a hermanos, y jamás la he visto interesada en otro poni desde que la conozco, que ya son unos cuántos años. Mi consejo es que te asegures de que ella también está interesada en ti, o te llevarás un palmo de narices. Porque, conociéndote como te conozco, la sugerencia de que te olvides de ella te la pasarás por el forro.

Fire se frotó la cara con los cascos. Mess tenía toda la razón: ni siquiera se había parado a pensar que él pudiera gustarle a Poison. ¡Si hasta hacía unos minutos no había sido capaz de admitir que estaba colado por ella!

En menudo lío se había metido.

-Gracias, Mess, ahora tengo las cosas mucho más claras –el unicornio, ya más animado, salió de las cocinas al trote.
- ¡De nada, chaval! ¡Nos vemos en la cena!

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A medida que pasaba el tiempo, la tripulación de La Sirena Mutilada se convirtió en una amalgama de ultimación de detalles. Poison, tras comprobar que la poción funcionaba con el hechizo, había pasado dos días de prueba comunicándose con su contramaestre a través de los objetos. Habían acordado que los objetos que se hechizarían serían el adorno del pelo de Poison, una de las máscaras que se usarían en la actuación, el arco de un violín y un reloj; y serían hechizados antes de ir al baile. Fire ya se comportaba prácticamente como un joven caballero, sus modales eran casi impecables. Poison estaba gratamente sorprendida por la rapidez y el esfuerzo que había mostrado el joven semental.

Dos días antes de partir Salve decidió que sería adecuado ensayar una última vez con los trajes puestos. Fire tragó saliva pesadamente mientras era ayudado por Alfred a ponerse el smoking. No contaba con tener que ver otra vez a su capitana con el vestido hasta el baile. No quería fallarle ni a ella ni a Salve, pero no tenía idea de cómo reaccionaría ante aquella visión casi divina de Poison con el vestido.

-Que Luna me proteja –susurró cuando la puerta se abrió tras él y un suave taconeo inundó la sala.
-Oh, querido, estás irreconocible, ese traje parece que nació para ti –después se dirigió al mayordomo-. Tu destreza con la aguja no tiene rival, Alfred.
-Usted también está arrebatadora, señorita. Ese vestido es sensacional –respondió el mayordomo.

Fire se giró y ante él encontró una versión mejorada de la Poison que había visto días antes. El vestido, ahora planchado, se ceñía totalmente al cuerpo de la yegua. Su pelo lucía un complejo recogido con el adorno en el lado izquierdo, y su cola tenía hechas pequeñas trenzas que se entreveían entre la tela del vestido. El unicornio se quedó sin aliento unos segundos, tras lo cual sacudió la cabeza, se adelantó y ofreció su pezuña a Poison.

- ¿Le apetece bailar, señorita? –preguntó educadamente mientras comenzaba a sonar la música.

El resto del ensayo fue como la seda. Fire consiguió relajarse y concentrarse en hacer los pasos correctamente, en inclinarse tras el baile y practicar unas cuantas conversaciones interesantes que podrían serle de utilidad si se relacionaban con otros asistentes a la fiesta, como las exportaciones de Equestria al extranjero.

Cuando dieron por acabado el ensayo, Salve aplaudió con entusiasmo.

-Bravo, Fire, lo has hecho perfecto, ¡estás más que preparado!
-Es cierto, querido –coincidió Poison-. Pero esto aún no ha acabado. Tenemos que hacer un ensayo general con toda la tripulación. Aunque lo mejor sería hacerlo aquí en el salón, no quiero darte problemas, papá. Lo haremos en el barco, podemos improvisar un baile sin problemas.
- ¿Como cuando hicimos aquella fiesta de cumpleaños para Mess en cubierta? ¡Esa fiesta fue la hostia! Más de uno acabó como una cuba.
-Sí, más o menos. Pero algo más elegante que aquella fiesta. Espero por Luna que todo salga bien… -Poison se mordió el labio, un leve atisbo de preocupación se reflejó en sus ojos.
- ¿Bien? Capitana, este ensayo, y el baile, serán la bomba, un éxito asegurado –una chispa de emoción brilló en los ojos del unicornio, emocionado por haber conseguido superar la prueba.
-De acuerdo entonces… Esta noche haremos el ensayo y mañana por la mañana volveremos a Manehattan, papá. Patron aún nos tiene que dar la planificación de la fiesta y debemos ponerlo todo a punto. Un fallo significaría descubrirnos y no cumplir con el encargo, ¡y no me he roto la cabeza para no cumplir con el encargo ahora! –la yegua se frotó la cabeza mientras fruncía el ceño.

Fire y Poison salieron de la casa para volver al barco. La yegua aún mantenía el ceño fruncido, y Fire pensó que sería buena idea intentar animarla.

-Capitana, ¿quieres que te enseñe un truco de magia que me han enseñado a hacer?
-Claro, querido. Enséñame.

Fire se colocó frente a Poison y creó una pequeña bola de chispas amarillas con el cuerno. Las chispas, bajo su orden, fueron cambiando de forma hasta adquirir la de una flor. Luego formó un barco, después un cañón y por último un barril, lo que consiguió que Poison sonriera, maravillada ante el pequeño espectáculo. Impulsado por aquella sonrisa, Fire volvió a cambiar la forma de las chispas hasta que consiguió reproducir el rostro alegre de la yegua, pero no duró mucho, y tuvo que hacer desaparecer las chipas antes de resoplar, algo agotado por el esfuerzo.

- ¡Ha sido maravilloso, Fire! Muchas gracias –la capitana se le acercó y le dio un suave beso en la mejilla. El unicornio se puso del mismo color que el vestido de Poison, pero, por suerte, no había tanta luz como para que ella se percatase-. Vamos, tenemos que preparar el barco para el ensayo.

Mientras paseaban de vuelta, pudieron comprobar el bullicio de la noche en River Hills. Se veían muchos ponis arreglados descansando en la plaza mayor o tomando un aperitivo en uno de los muchos restaurantes y bares que había por la zona. Se oía música desde uno de los balcones por los que pasaron, y muchos jóvenes se dirigían al puerto a darse un baño nocturno o dar una vuelta en yate.

Al llegar, la capitana comunicó los planes a la tripulación, que rápidamente procedió a despejar la cubierta de aparejos, barriles y distintos objetos esparcidos aquí y allá, colocando la parafernalia necesaria para montar un improvisado escenario y con la cocina a punto para cocinar deliciosos platos en pequeñas cantidades.

- ¡Bien, mis sementales! –la voz de Poison resonó en la noche calmada-. Veo que está todo preparado. Que cada poni se agrupe donde haya sido asignado y se vaya preparando.

Un pequeño alboroto se formó mientras cada miembro de la tripulación se iba agrupando con su respectivo equipo. Cocineros y camareros marcharon a las cocinas del barco, los músicos afinaron sus instrumentos y comenzaron a tocar una alegre melodía que invitaba al baile.

Fire sacó a su capitana a la improvisada pista de baile, donde no erró ni un paso, e incluso se permitió el lujo de ejecutar unos cuantos pasos de tango que Salve le había enseñado “por si acaso”. Observaron la actuación que parte de la tripulación había creado, una obra cómica sobre una princesa y un dragón. La gracia era que High Tide era la princesa.

- ¡Oh, señor dragón, no me comáis, os lo suplico! –High Tide fingía estar aterrorizado ante un dragón de papel maché con los ojos bizcos-. ¡Tengo la piel dura y soy todo huesos!

Había que admitirlo: High Tide ponía voz de yegua de una manera increíblemente graciosa. Tal vez podría haberse dedicado a la comedia.

Alrededor de dos horas después, Poison dio por terminado el ensayo, argumentando que la misión sería un éxito si el baile salía como en el ensayo.

-Como ha sobrado comida, que todo el mundo baje a comer; y después de recoger a dormir, mañana saldremos al alba a Manehattan. Habéis estado fantásticos, mis sementales, os merecéis un buen descanso ahora.

Mientras la tripulación se dirigía al comedor, Poison se deshizo del vestido con cuidado y bajó al puerto, donde su padre y el mayordomo estaban esperando.

-Papá, no hacía falta que vinieras, iba a ir a informarte personalmente… -cuando vio que el pegaso negaba con la cabeza, restándole importancia, carraspeó-. El ensayo ha sido un éxito. Con toda probabilidad la misión irá sobre ruedas. Pero mañana saldremos al alba si queremos llegar a tiempo.
-Tarde o temprano tenías que irte, es algo que ya sabía –dijo Salve tras unos segundos cabizbajo-. Me da pena que te vayas tan temprano, pero sé que no puedo, ni quiero, retenerte. Siempre has sido un espíritu libre –el pegaso abrazó a su hija-. Cuídate mucho, pequeña. Escribe de vez en cuando, y ten cuidado, ¿vale?

Procurando mantener un rictus alegre, Poison abrazó a su padre con fuerza, conteniendo las lágrimas como pudo. Despedirse de él siempre le resultaba duro. Tras abrazar al mayordomo, Poison subió de nuevo al barco, con la cabeza gacha. Siempre había tenido buena relación con su padre, incluso a pesar de haber tomado la decisión de dejar el hogar e irse a la mar. Él la ayudó en todo cuánto pudo: le enseñó a hacer medicinas y recetas para ungüentos, a orientarse con brújula, a botar un barco… De no haber sido por él, no habría podido cumplir su sueño.

- ¿Estás bien, capitana? –Fire esperaba frente a ella en el barco, mordisqueando una manzana.

La yegua se apresuró en secarse los ojos y sonrió suavemente. Se oían las voces de la tripulación a través del suelo.

-Vaya, pensé que habías bajado a cenar, querido. Estaba despidiéndome de mi padre, no te preocupes.

El unicornio le ofreció la manzana a su capitana, que mordió de manera distraída, mientras ambos caminaban en dirección al despacho. Fire observó cómo una gota de zumo resbalaba por la comisura de la yegua, y contuvo con dificultad las ganas de lanzarse a besar de una vez aquellos labios. Respirando hondo, se alentó a sí mismo.

-Ehm… c-capitana… yo… -tragó saliva, buscando las palabras adecuadas-. Ha-hay algo que q-quiero preguntarte.
-Dime, querido.
- ¿Tú tienes… b-bueno… ya sabes… un poni especial? ¿Un semental que… t-te acompañe por las noches?

Poison rió alegremente, sorprendida por la pregunta. Abrió la puerta de su camarote y entraron.

-Me temo que no, Fire. Los únicos sementales de mi vida sois vosotros. ¿Por qué lo preguntas?
-P-Porque tú…C-capitana, tú… me…
- ¡Capitana, ya hemos terminado! Estamos recogiendo para dejarlo todo listo para mañana –Helm Salt apareció en el umbral del camarote, tras él se veían a unos cuántos ponis cargando abultados fardos.
-Muy bien, contramaestre, puedes retirarte. Los que queden en la ronda nocturna, pasad buena noche. Y tú, Fire, también deberías acostarte ya, debes descansar bien. Dicho esto, ¡buenas noches, mis sementales!
- ¡Buenas noches, capitana!

Fire, maldiciendo su suerte, se despidió de la capitana entre dientes y corrió a su cama, con el corazón a mil por hora. Su confesión tendría que esperar.
Última edición por Pandora el 31 Dic 2014, 00:59, editado 3 veces en total
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 3)

Notapor Pandora » 30 Dic 2014, 21:16

Spoiler:
A la mañana siguiente La Sirena Mutilada surcaba de nuevo los mares. Poison gritaba órdenes a su tripulación; Fire sacaba brillo a los cañones; Hawkeye, el vigía, rastreaba con su catalejo el horizonte; High Tide informaba de la situación a bordo y la tripulación estaba de aquí para allá acatando órdenes o se distraía como podía.

-Capitana, creo que veo algo por el norte, parece un buque.

Poison subió al puesto de vigía y tomó el catalejo. Una nave se dibujaba como un punto a lo lejos, pero no quedaba claro qué clase de barco era. Si Hawkeye creía que era un buque, lo sería con toda probabilidad. No por nada la cutie mark del vigía era un brillante catalejo dorado.

-Procura no perderlo de vista y avísame si ocurre algo más. ¡Timonel, dale caña!

Poison se sonrojó y tapó la boca con el casco, ocultando una suave sonrisa. “Pasar tanto tiempo con Fire me está pegando sus expresiones… Si me oyera papá…”

Las velas se estiraron al máximo y la nave surcó las aguas a gran velocidad. Aunque estaba nuboso no había amenaza de lluvia, lo cual proporcionaba una brisa idónea si quería llegar con antelación a Manehattan. Cuantas más cosas estuvieran arregladas antes del baile, mejor.

Al día siguiente llegaron a la gran ciudad del lujo y la moda. Poison recordaba las veces que había viajado allí con sus padres y haber visto algunas pasarelas siendo una potranca, e incluso durante su adolescencia soñó con ser modelo. Por suerte, aquellos sueños frívolos desaparecieron en cuanto puso un casco en el mar.

-Contramaestre, busca un mensajero para comunicarle a Patron que hemos llegado –el unicornio asintió y bajó al puerto al trote-. El resto, aseguraos de que todo lo que necesitáis está empaquetado, Posh os vendrá a recoger mañana por la mañana, antes del baile. Es muy importante que hagáis todo lo que él os diga, el éxito depende de ello. Y más os vale comportaros correctamente si no queréis desatar mi furia, queridos.

La tripulación salió corriendo a prepararlo todo, aunque ya estuviera más que preparado. Aunque por lo general Poison era una yegua tranquila, todo aquel que la hubiera visto combatir sabía que era mejor no tocarle mucho las narices, y menos desafiarla. La capitana se quedó con Fire repasando –otra vez- el plan durante el baile.

Helm Salt llegó un rato después con Posh Patron. El poni, con su habitual carácter desconfiado y nervioso, no accedió a subir al barco hasta que vio a Poison. Ya en su despacho, discutieron el plan de acción y la planificación del baile. Posh se había tomado la molestia de conseguir un plano del palacio donde se iba a celebrar la fiesta, con lo cual fue mucho más sencillo hacerse a una idea de cómo sería la localización de la tripulación una vez dentro.

-Muchas gracias por esto, Dama Venenosa…
-Llámame Poison, por favor –interrumpió la yegua-, La Dama Venenosa es el nombre por el que se me conoce en el mar, nada más.
-D-de acuerdo, P-Poison –Posh respiró hondo-. T-tengo fuentes que me han avisado de un posible ataque violento debido a los ponis allí reunidos, todos de importante repercusión mediática… ¡incluso han contratado a Photo Finish para fotografiar el evento! Y se rumorea que tal vez actúe Sapphire Shores. Por eso yo no quería únicamente el equipo de guardias de Noble Blood, yo necesitaba a alguien curtido en esto de lucha contra maleantes cuerpo a cuerpo, ya sabes… Y me hablaron de ti y tu tripulación.
-No tienes por qué preocuparte. Si ocurre algo, mis sementales estarán preparados para entrar en acción. Irán armados en caso de emergencia, pero con armas ocultas, al igual que yo y Fire. Si alguien intentase siquiera soplarte en el pelo, nos tendría a todos encima.

Acordaron el pago tras el viaje, una suma el triple de alta de lo inicialmente acordado, “por las molestias ante el escaso tiempo del que has dispuesto”, y que Posh pasaría a buscar a la tripulación a la hora del almuerzo y a las 20h a Fire y a ella en carruaje para llevarles al baile. Hechizarían los objetos antes de salir y se mantendrían en comunicación en caso de que no se vieran.

Tras despedirse de Posh, Poison volvió a su camarote para poner en orden su cabeza, rezándole a Luna para que todo quedase en un mero baile y nadie saliera herido. Llevaría una diminuta botellita con unos polvos especiales que, en caso de ataque, crearían una nube de humo que serviría de distracción y para poner en guardia a la tripulación.

Un ataque en un baile… Poison no pudo evitar recordar aquel suceso acaecido años atrás…

Poison bajó las escaleras de la mansión a paso lento. Ya se oía la música y animadas conversaciones, pero la joven yegua sólo quería volver a su habitación.
Al entrar en el salón sus padres la recibieron sonriendo, su padre le presentó a un montón de ponis cuyo nombre Poison olvidó enseguida. Simplemente quería un libro y un lugar tranquilo.

Una hora después, Poison observaba bailar a sus padres cuando las luces se apagaron súbitamente. La pegaso supo que aquello no formaba parte de la fiesta al notar la sorpresa de sus padres.

Un súbito grito de terror fue acompañado de un ruido de cristales rotos. Varias siluetas se veían a contraluz en la ahora destrozada ventana.

-Sentimos la intromisión, pero no encontrábamos nuestra entrada…

Un sonoro disparo al aire desató el pánico entre los presentes, que intentaron huir a ciegas. Poison, paralizada, sólo podía pensar en sus padres. No podía permitir que les hicieran daño. Mientras los intrusos saqueaban los objetos de valor y conseguían algunos prisioneros, Poison encontró a sus padres a ciegas y los condujo hasta el laboratorio de su padre, en el sótano.

- ¿Estáis bien? ¿Os han hecho daño?

-Nosotros sí, pero hay que hacer algo con los invitados. Los ruidos no habrán pasado desapercibido entre los vecinos, espero que hayan avisado a la guardia.

Poison se acercó a la mesa llena de químicos que usaba su padre para las medicinas. Cogió varias botellas y empezó a mezclar líquidos y elementos entre sí, con una extraña convicción en su interior, hasta que consiguió un líquido de color verde y aspecto viscoso.

-Yo me encargo, papá.


Unos pasos cerca del camarote despertaron a la yegua de su ensoñación.

-Capitana, todo listo para marchar –el teniente High Tide apareció en el umbral del despacho de Poison-. Traigo las cosas para el hechizo.
-Perfecto. Trae a Helm y terminemos esto.

Una vez reunidos, colocaron los objetos sobre la mesa y el contramaestre formuló el hechizo, luego la yegua fue sumergiéndolos en la pócima, preparada de antemano.

-Listo. Id avisándome de vuestra posición de vez en cuando, llegaré con Fire esta noche y también os iré informando. Recordad que si me veis tenéis que disimular, nada de saludos ni miradas, y si tenéis algo que comunicar, procurad hacerlo de manera disimulada. Hablo sobre todo por los camareros, pero sé que todos tenéis claro esto.

-Sí, capitana –ambos sementales salieron del camarote.

Tras comer todos juntos, Posh, pasó a recoger a la tripulación, varios mensajeros cargaron los bártulos y baúles en un carromato y todos marcharon a la lujosa mansión de Noble Blood.

-Capitana, ¿me recibes? –la voz de Helm sonó a través del adorno del pelo-. Estoy comprobando que esto funciona correctamente.
-Todo correcto, contramaestre. Avísame si hay novedades.

Tras esto, Poison bajó a las cocinas y recogió una manzana de la despensa, que se fue comiendo tranquilamente mientras paseaba por el barco. Le resultaba muy extraño no ver a nadie, en pocas ocasiones el barco había estado así de vacío.

-¿Se han ido ya todos, capitana? –Fire, que se había echado una siesta, mostraba una alegre cara de sueño y la marca de su hamaca en la cara, subió a cubierta-. Vaya, esto parece un barco fantasma, está súper solitario.
-Pues aprovechemos la intimidad que se nos ha dado –sonrió Poison, acercándose de manera sugerente al joven unicornio-. Nos queda una cosita por hacer tú y yo.

Cuando Fire quiso darse cuenta estaba sentado en una silla con el pelo húmedo, siendo peinado por Poison.

-Hay que cortarte las puntas quemadas antes de vestirte –la yegua le tendió unas tijeras-. Yo te indico y tú cortas.

Con cuidado, el unicornio fue cortando las puntas y mechones carbonizados de su rebelde melena, siguiendo la guía de su capitana a desgana. Aquello no era lo que él esperaba cuando ella había dicho de “aprovechar la intimidad”. Su melena era la parte más preciada de su cuerpo, la idea de perderlo no le gustaba en absoluto, pero lo hacía por el éxito de la misión… Y por la yegua.

Tras un buen rato cortando, Poison dio el visto bueno. Cepillando una vez más, le aplicó una pasta pegajosa y blancuzca que fijó el peinado hacia atrás.

-Ya estás listo, querido. Procura no tocarte la cabeza hasta que se seque la gomina, ¿de acuerdo? –Poison sonrió-. Ahora ve a ponerte el traje, nos recogerán dentro de poco.

Fire asintió e hizo un amago de bajar a su camarote, pero en el último momento se quedó embobado mirando cómo Poison sacaba el vestido de uno de sus cofres.

-Es bonito, ¿verdad? –susurró sin mirarle, casi como si estuviera hablando para sí misma.
-Mucho, pero es más bonito cuando te lo pones tú, capitana. Te queda como un guante con ese cuerpazo que tienes.

Poison rió dulcemente mientras con cuidado metía patas y cabeza por el vestido con destreza. Apenas unos tirones hicieron falta para que el vestido se ajustase completamente. Fire observaba sin pestañear, aguantando la respiración. Jamás había visto vestirse a una yegua, y encima era Poison aquella que se estaba vistiendo… El joven semental salió corriendo a su camarote, con la cara ardiendo de vergüenza. Aquella noche le iba a costar reprimir las ganas de besar a su capitana.

-Vamos, Fire, tío, ¿¡qué co*o te pasa!? –se dijo a sí mismo mientras se ponía el traje-. Te mola Poison, ¿y qué? ¿Vas a comportarte como un potrillo cada vez que la veas o vas a ligártela como un auténtico semental? –se miró al espejo-. No, sigue sin convencerme el peinado.

Con más confianza, salió de su camarote compartido y volvió con la capitana con paso seguro. Ella, asomada a proa, vigilaba con semblante serio el puerto. Fire se fijó en que se había pintado los párpados y había tapado disimuladamente su oreja rota con un mechón de pelo.

-Uau, capitana, estás hecha un pibón –Fire se colocó junto a ella, mirando como el agua se oscurecía a medida que avanzaba la tarde.
-Anda, calla, adulador, no te voy a dejar usar tu armamento a bordo por mucho que me hagas la pelota –bromeó Poison.
-Oh, vamos, capitana, lo digo en serio. Y si quisiera usar mi armamento a bordo ya lo habría hecho (y lo hago) –sentenció el unicornio-. Lo que quiero decir es que realmente pienso que eres un pibón, porque tú me…

Un elegante carruaje apareció girando la esquina del puerto. Mientras Poison bajaba del barco para recibir a Posh, Fire maldijo -otra vez- la interrupción.

Luego, creó una barrera de protección mágica alrededor del barco, hechizo que todos los unicornios de la tripulación conocían. Nunca se sabía cuándo podía quedarse el bajo sin vigilancia.

-Oh, Poison, estás encantadora, y tu acompañante también. V-vamos, e-entrad, es mejor que no se nos haga tarde –tartamudeó Posh, abriendo la puerta del carruaje y ayudándoles a subir; tras lo cual se pusieron en marcha.

-Contramaestre, ¿me recibes?
-Sí, capitana -tras unos instantes de silencio, la voz de Helm Salt se escuchó suavemente a través del tocado, amortiguada por el ruido de voces-. Los invitados empezaron a llegar hace un rato, nosotros hemos empezado a servir.
-Recibido. Nosotros acabamos de salir para allá, llegaremos en unos 45 minutos.

Tras el informe de situación, los tres ponis charlaron sobre los últimos detalles de la misión.

-He pensado, Posh, que creo que es mejor que usemos nombres distintos, en el caso de que alguien pudiera reconocernos. Durante el baile seré Poisson Maremaid*. Pequeña diferencia, gran cambio. Y tú, Fire, pasarás a llamarte Royal Roar, creo que es adecuado para ti.
- ¡Me mola! ¿Soy un miembro de la realeza? ¿Tal vez un elegante duque? Oh, tío, ¡esto de tener otra identidad es brutal! Creo que voy a necesitar un bigote postizo.
-Si os p-parece, p-podemos decir que os c-conocisteis en un crucero por Equestria y que tu padre es el dueño de una importante empresa de compraventa al extranjero de artículos de lujo –sugirió Posh tímidamente-. Y, p-por favor F-fire, procura mo-moderar tu lenguaje… ¡Si tienes dudas, m-mejor deja que hable Poison! S-si se descubre algo sería t-terrible… -el poni se secó el sudor de la frente con un pañuelo de seda que sacó de su chaqueta.
-No te preocupes, querido. Estoy segura de que Fire lo hará muy bien.

Poison cambió suavemente de tema para tranquilizar a Posh, y siguieron hablando de temas triviales hasta que llegaron a la mansión de Noble Blood; un edificio antiguo y elegante con hermosos parterres de flores de todos los colores y una fuente en la entrada. Se veían muchos carruajes y mozos corriendo de aquí para allá.

-Mis sementales.

Los ponis al cargo de los objetos hechizados fueron respondiendo al poco.

-Diga, capitana.
- ¿Sí?
-Alto y claro, capitana.


-Que empiece la fiesta.

----------------------------------------------------------------------------------------------


• Bueno, bueno, mejor tarde que nunca, ¡aquí traigo el tercer capítulo de nuestra capitana favorita! Siento mucho haber tardado tantísimo en escribirlo, pero entre pasar el verano estudiando y las clases del nuevo curso, apenas tenía tiempo para escribir. Y también pido perdón por ser un capítulo condenadamente largo, pero tenía que ser así :S (Ha sido tan largo que he superado el límite de caracteres por post y he tenido que cortarlo y todo :/ No me esperaba eso, pero ha sido divertido XDD)

• De nuevo, dar las gracias a Volgrand y a su inconmensurable ayuda, el pobre ha tenido que soportarme todo este tiempo pidiéndole ayuda :maredrid3:

• El mes pasado empecé con el cuarto capítulo, y puedo asegurar que ahí va a comenzar la acción a raudales, sólo puedo decir que viene de camino algo muy gordo A Poison y su tripulación :uh:

• Se agradecen críticas y reviews :3
Última edición por Pandora el 31 Dic 2014, 00:59, editado 1 vez en total
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor Volgrand » 30 Dic 2014, 23:16

Un gran capitulo... y yo ya se lo que le viene a poisoooon. Pero no hare spoilers, os aguantais >P
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor edgareo » 31 Dic 2014, 01:07

¿Que mejor cosa hay que pasar una aburrida noche de invierno leyendo las fantabulosas aventuras de Poison?

Buen trabajo X3
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor horwaith » 01 Ene 2015, 11:45

me ha encantado, haciendo que aprendan todos y como se desarrollan las historias, aunque sean "cotidianas" no desmerecen. Espero con ganas el siguiente
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor agustin47 » 01 Ene 2015, 21:56

Oh, me ha encantado. Como siempre digo, el salseo es lo mejor de las historias, de cualquier tipo, excepto si es una peli normal. Bueno, que me voy por las ramas... Genial, como siempre.
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor Joypad_Console » 28 Ene 2015, 20:25

Una historia de piratas mola, aunque el pasado acomodado de Poison le facilita mucho las cosas, lo que quita algo de emocion a ver como resuelve la planificacion. Y creo que las insinuaciones románticas han sido algo apresuradas, el baile es la ocasión perfecta para hacerlas en detalle.

Aparte de eso, buen fic, has empezado bien, y eso suele ser una parte difícil.
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor Nahyo » 30 Ene 2015, 10:17

No está nada mal, aunque, para que la lectura me dure y me entretenga más, solo me he leído el capítulo 1, pero de todas formas está genial. Continúa así,

Un saludo,

Nahyo.
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor McDohl » 30 Ene 2015, 11:10

Por fin me puse al día! Buah, me ha encantado :D te entiendo perfectamente cuando dices q el capítulo es largo pero q tiene q ser así: los capítulos de puesta en escena a menudo se hacen mas largos de lo q uno querría, pero este lo has,sabido llevar muy bien y que los personajes molen ayuda a q la lectura se haga agradable y amena.

Also, pobre Fire :sisi1:
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor Sunchild » 07 Feb 2015, 21:43

Chulipup.
-> viewtopic.php?f=7&t=3116 <- Lee aquí mi cómic pony MLP:LIE


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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor zelgadis » 12 Oct 2015, 22:54

genial fic, me encanta poison mermaid y su tripulación, sobretodo cierto enamorado unicornio xDD Espero que no nos hagas esperar demasiado señorita pandi xD
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor Pandora » 10 Dic 2015, 03:58

Capítulo 4: En el baile

Spoiler:
El salón donde se celebraba el baile era el más grande que Poison había visto nunca. Totalmente iluminado con enormes candelabros dorados y una araña de cristal gigantesca, el salón se desplegaba tras una escalinata de subida. Las paredes estaban ricamente decoradas con espejos, cuadros de recargados marcos y apliques de aspecto delicado y caro. Cuando todos llegaron ya había bastantes invitados muy ricamente vestidos, bebiendo sidra de la más cara en finas copas de cristal. Incluso a Poison le hicieron chiribitas los ojos ante tanto lujo. Fire, por primera vez, estaba sin palabras.

–C-caramba, chicos, cerrad la boca o s-se os caerá la m-mandíbula –río entrecortadamente Posh Patron. El poni llevaba un elegante traje negro a medida de corte impecable, con un pañuelo de color borgoña en el bolsillo; y la peluca bien repeinada hacia atrás, a la que le había añadido una buena cantidad de gel fijador.

“Estos ricachones excéntricos…” pensó Poison.

–Hacía mucho que no venía a un baile… No recordaba el lujo que hay en estos sitios…
–A-aquí hay bastante m-más lujo del habitual… -dijo Posh mientras se acercaba a un poni que portaba una lista-. Posh Patron y sus invitados: Poisson Maremaid y Royal Roar –le tendió las invitaciones al poni, que comprobó los nombres en la lista. Tras ello, asintió y los acompañó a la escalinata.
– ¡El señor Posh Patron y sus acompañantes la señorita Poisson Maremaid y el señorito Royal Roar!
–Bien, Fire, como hemos ensayado. Respira hondo y mantén la cabeza alta –susurró Poison cuando la gran mayoría de ponis de la sala se giraron para mirarles.
–Capitana… ¡me han llamado señorito! Esto es un golpe para mi autoestima… –respondió el unicornio en un hilo de voz, ofendido.

La yegua alzó la cabeza, mirando a los presentes, observando las caras por si algunas le resultaban familiares, pero no hubo éxito. Con paso calmado y elegante bajó las escaleras, manteniendo una distancia adecuada entre ella y Fire y siguiendo a Posh. Muchos de los invitados murmuraban, mirando a los recién llegados.

Un unicornio celeste tan arreglado como Posh se les acercó sonriendo. Llevaba un corto bigote bien arreglado y el flequillo color crema peinado hacia un lado. Tenía aspecto remilgado y era bastante flaco. En la cola almidonada llevaba un lazo que hacía juego con sus ojos grises.

–Querido Posh Patron, ya pensé que no vendrías –dijo con una enorme y forzada sonrisa–. Eres como las grandes estrellas, siempre llegando tarde.
–Hemos salido con un poco de retraso, n-nada más. Y-ya sabes que soy muy p-puntal –respondió Posh, levemente molesto por el comentario.
– ¿No me vas a presentar a tus invitados?
–S-sí, claro –Patron se giró, encarando a Poison y Fire–. E-esta es mi sobrina nieta Poisson Maremaid y este es el j-joven Royal Roar, futuro heredero de la compañía de su p-padre. Chicos, e-este es False Modesty, d-director del exitoso musical Hinny of the hills, al m-menos de la versión m-moderna.
–Mucho gusto en conocerle, señor Modesty –dijeron Poison y Fire casi a la vez, haciendo una suave reverencia a la que el unicornio correspondió.
–Oh, por favor, querida, no me llames señor. El señor Modesty es mi padre. Tú puedes llamarme False –el unicornio levantó el casco de Poison y lo besó.

La yegua aguantó con todas sus fuerzas una mueva de asco; en lugar de eso esbozó una pequeña sonrisa. Aquello seguía sin gustarle nada: el tedio de las presentaciones a gente a la que no le importaba nada la vida de los demás y que no dudarían en ponerte a caldo a tus espaldas.

–Vi su espectáculo hace unos años, False. Me pareció sencillamente maravilloso.
–Oh, querida, vas a hacer que me sonroje. Está mal que yo lo diga, pero, entre nosotros, yo también creo que me ha salido una obra fantástica. No fue fácil elegir a los actores y…

Fire observaba la conversación como si se encontrase en otro planeta. No sabía demasiado sobre comportarse en sociedad, pero algo que sí sabía era que ese flacucho le estaba intentando quitar a su chica Y eso sí que no pensaba permitirlo. Sin embargo, la pata de Posh se interpuso entre él y la pareja nada más dar un paso.

–Y-yo que tú no haría eso –dijo Posh en un suave murmullo–. Es m-mejor no interponerse entre False Modesty y su objetivo. En el mundo de los n-negocios se le conoce por ser implacable a la hora de conseguir lo que quiere, ya sea un c-contrato, un actor o un lugar para representar su obra, y no dudará en arrollarte si te cruzas en su camino... T-tu capitana no dejará de tener en mente esta misión, y desde luego tiene buen g-gusto en cuestión de compañías… –el semental cogió una copa de sidra que le ofreció un camarero y bebió un sorbo-. R-relájate y todo irá bien.
– ¿De qué habláis, mi querido Posh? No he podido evitar oír mi nombre –False Modesty se unió a la conversación mirando a Fire con ojos analizadores.
–L-le estaba explicando a R-royal el é-éxito de tu obra, False. D-debido a los viajes de su padre Royal aún no ha tenido oportunidad de ver Hinny of the hills.
- ¿Ah, sí? Vaya, eso es una lástima. ¿En qué trabaja tu padre, Royal? No me suena el apellido Roar –preguntó una enorme y falsa sonrisa.
–Mi padre… Mi padre se dedica a la compraventa de objetos de lujo por el extranjero, tal vez por eso no te suene. Le comentaba a Posh que me encantaría ir a ver la obra, soy un gran aficionado a los musicales –dijo con tono firme.

Fire miró de reojo como Poison se colocaba a su lado, sonriendo suavemente. El artillero la conocía lo suficiente como para saber que aquella era una sonrisa satisfecha por la respuesta.

-Podríamos ir juntos alguna vez, no me importaría volver a verla –sugirió la yegua.
-Perteneciendo a la familia de Posh no me sorprende que te guste la música, Poisson. ¿Me equivoco al pensar que sabes tocar algún instrumento?
–Así es, False. De pequeña aprendí piano y canto, pero acabé dejando ambas cosas porque…
–¿Canto? ¡Oh, por favor, querida, te ruego que nos deleites con tu hermosa voz! No me dejes sin escucharte, tal vez te incluya en la obra si me gusta lo que oigo… –interrumpió False, adelantándose hasta quedar a menos de un paso de Poison.
–Me temo que no puedo, false. Llevo muchos años sin practicar, mi voz no es tan bonita como en aquella época –se negó educadamente Poison, cada vez más cansada de aquel insistente poni.

Fire y Posh les miraban ansioso, cada uno por una razón distinta. Fire estaba nervioso por la posibilidad de escuchar a su capitana cantando. Posh lo estaba porque, si Poison se seguía negando, acabaría enfadando al unicornio. Y eso sí que no sería bueno para nadie.

–Va-vamos, Poisson, no seas t-testaruda y canta u-un poco –dijo Posh, cuya frente empezaba a perlarse de sudor.

La yegua, al ver el nerviosismo creciente, decidió claudicar. Respiró hondo, intentando recordar alguna de las canciones que le enseñaron de pequeña. Sin embargo, cuando abrió la boca, las notas que cantó no eran las que había pensado previamente.

Era una melodía que no recordaba haber oído nunca, pero sin embargo parecía conocer a la perfección, como si siempre la hubiera cantado. Cantó las suaves notas sin letra lo suficientemente bajito para que sólo lo oyeran los tres ponis que la rodeaban, sólo deseando acabar para que False los dejase en paz…
De repente, apenas terminó la melodía, se dio cuenta de que los tres estaban mirándola, pero no la estaban viendo. Tenían las pupilas dilatadas, como si se hubieran quedado embobados mirando algo. Poison, extrañada, los llamó y sacudió la pata ante sus ojos, buscando una reacción. Antes de que parpadeasen y volvieran a la normalidad, la yegua juraría que un extraño brillo azulado había surcado los ojos de los tres ponis.

–Oh, eso ha sido maravilloso, simplemente maravilloso –dijo False tras unos segundos–. Me vais a disculpar, chicos, pero voy a seguir saludando, ha sido un placer conoceros a los dos, y a ti ya te veré luego, Posh. ¡Chao a todos!

El unicornio se alejó ante la extrañada mirada del trío, que contempló cómo saludaba a otro asistente a la fiesta.

–E-es increíble esa re-reacción… -dijo Posh, incrédulo–. Nunca se ha comportado así, y menos después de escuchar una voz tan buena…
–No entiendo qué ha pasado… Os habéis quedado como en trance…
–Creo que preparar la misión te ha debido de agotar más de la cuenta, capitana –susurró Fire.
–Tal vez sea eso… Oh, mirad, allí está Noble Blood.

Bajando la escalinata altivamente apareció un majestuoso poni de tierra. Vestía un traje que parecía haber sido creado para él, su rostro era fuerte y delicado a la vez, sus ojos verdosos miraban a la multitud allí reunida con agradecimiento y bondad. Su larga cabellera rubia estaba peinada y en la cola rizada lucía un sencillo lazo. Según había leído Poison, Noble tenía sólo dos años menos que ella, sin embargo se encontraba entre los jóvenes más ricos e influyentes de Equestria. Se decía que, a pesar de su fortuna, era humilde y generoso, siempre colaboraba en obras de caridad y, por supuesto, celebraba fiestas ostentosas para que toda la ciudad disfrutase de una agradable velada. Poison quedó impresionada por la belleza y porte del semental. No se veía a un poni de tan alta alcurnia todos los días, y menos en alta mar.

–Bienvenidos todos, y gracias por venir –habló con un tono profundo y claro–. Me alegra veros a todos una vez más. La comida se servirá en breves; mi querido amigo Posh Patron ha contratado al servicio de catering, y por el olor que sale de la cocina no dudo de que es un equipo de cocina magnífico. Después de la cena habrá una pequeña obra de teatro cortesía de una compañía que acaba de empezar a la que Posh le ha echado el ojo. Dicho esto, ¡que os divirtáis!

Con un gesto de su cabeza, parte de la tripulación salió desde puertas situadas a la izquierda de la escaleras, todos elegantemente vestidos con smoking y portando bandejas enormes llenas de aperitivos, canapés y copas con bebidas burbujeantes. Poison, sin embargo, no apartó la mirada del joven Noble, que bajó las escaleras y acabó rodeado de yeguas en su mayoría jóvenes. No entendía qué tenía aquel semental para llamar tanto su atención, pero no podía evitar tener los ojos clavados en él.

– ¿P-Poisson? ¿E-estás ahí? –dijo Posh, entrando en el campo visual de la yegua–. Prueba estos canapés de queso, están deliciosos.
–Oh, no pasa nada. Sólo… nunca había visto a Noble Blood, y me ha sorprendido un poco cómo es, simplemente.
– ¿Quieres que te lo p-presente? De t-todas formas quiero s-saludarle…

Poison se sonrojó de repente. Se sintió como una adolescente cuando se confiesa al potro que le gusta. Tras ese pensamiento, se sintió ridícula y se reprochó a sí misma.

–Claro, será un honor conocer al anfitrión, después de todo… ¿Verdad, Royal? –dijo Poison, acercándose al artillero.

Fire miró a su capitana, receloso. Nunca había visto aquella mirada en los ojos de la yegua, aunque podía confundirse con la mirada que ponía cuando se presentaba batalla si no la conocías bien. Siguiendo sus ojos se fijó en el poni pijo que había bajado las escaleras. Tendría su edad, como mucho; se veía en forma y con la crin cuidada y peinada.

“Bah, no es para tanto” pensó Fire, “los nudos en el pelo no influyen en el atractivo…” Sin embargo, el unicornio se forzaba a creer aquello sin mucha convicción. Si aquel pijo guaperas se creía que podía robarle a su chica a la primera de cambio es que no le conocía. Se iba a enterar.

–Oye, Posh –dijo Fire mientras los tres se acercaban a hablar con Noble Blood–. ¿El estirado ese tiene novia, o está comprometido, o algo así?
–Ha-hace unos años estuvo prometido por conveniencia, pero rompió el compromiso porque quería enamorarse de verdad. Fue un hecho m-muy hablado y criticado por aquel entonces. Ha tenido varias novias (c-confirmadas, al menos), p-pero en este momento está s-soltero… ¿P-por qué me preguntas?
–Simple curiosidad –mintió el unicornio.
–Mi querido Posh Patron, no sabes la alegría que embarga mi corazón al tenerte aquí –Noble Blood clavó sus ojos verdes en Posh mientras se acercaba.
–Oh, Noble, ya sabes que v-vengo encantado a tus fiestas. G-gracias a ti por haberme permitido contratar el catering y el e-entretenimiento.
–No tienes que darlas, sabía que viniendo de ti serían buenas elecciones –de repente pareció darse cuenta de la presencia de Poison y Fire a cada lado de Posh y su sonrisa fue sustituida por una mueca de sorpresa–. Oh, por Celestia, dónde he dejado mis modales… Permitid que me presente correctamente: soy Noble Blood, anfitrión de la fiesta, como ya habéis visto. ¿Con quién tengo el honor de hablar?
–Soy Royal Roar –respondió rápidamente Fire, adelantándose.
–Encantado de conocerte, Royal. Creo que no te he visto antes, pero espero verte en más fiestas a partir de ahora –Noble inclinó la cabeza a modo de reverencia y se giró hacia Poison–. ¿Y esta hermosa señorita es…? No me suena de haberos visto antes, my lady.
–Soy Poisson Maremaid. Soy sobrina segunda de Posh, pero no vivo en Equestria. Muchas gracias por invitar a mi tío esta fiesta y permitirnos asistir, es todo un honor poder participar en esta maravillosa celebración.
–El honor es mío, por conocer a una señorita tan especial como usted esta noche –inclinándose ante ella, recogió una de sus patas y besó el casco ante la mirada sonrojada de la yegua.

Fire nunca se arrepintió más de estar lejos de sus cañones. Sintió cómo le hervía la sangre por aquel comportamiento del que ahora consideraba un rival directo. Sigilosamente la banda de música se colocó en un ornamentado escenario, afinó brevemente sus instrumentos y comenzó a tocar un suave vals.

–Oh, adoro esta canción –dijo Noble embelesado con la música–. Poisson, ¿me concederíais el honor de ser mi primera pareja de baile esta noche?

El joven se inclinó ante ella, con la pata estirada, esperando a que aceptase o rechazase la invitación. A su alrededor la multitud formó un expectante corro. Se decía que, si aceptabas la invitación de baile de Noble, él te acompañaría toda la noche… Por lo cuál muchas yeguas matarían por conseguir ese baile.
Poison, sabiendo las connotaciones sociales que ocultaba ese baile, se encontraba entre la espada y la pared. Por un lado quería bailar y olvidarse por un momento de todas las preocupaciones que la acosaban diariamente. Por otro, si hubiera un ataque, ella estaría indefensa y en el punto de mira durante un breve periodo de tiempo; y era algo a lo que no debía arriesgarse en exceso. Y también le parecía de muy mala educación rechazar la invitación de un noble. Así que, tomando la pata de Noble comenzaron a bailar suavemente, y tras ellos otras parejas se unieron al baile.

Un coro de yeguas asesinaban con la mirada a Poison desde un rincón, criticando a la yegua y su aspecto y comentando que sólo había tenido suerte de haber estado cerca de Noble en el momento en el que había empezado a sonar la música. Fire Roar, en cambio, se sentía derrotado. Aquel pijo le había robado su baile con Poison, aquel baile ensayado y practicado hasta la saciedad. Todo aquel esfuerzo para nada. Ella ahora bailaría y se quedaría con aquel ricachón mientras él quedaría relegado, en un segundo plano, velando por la seguridad de la misión.

Alejándose de la multitud que bailaba y se divertía, fue a la mesa donde reposaban las bebidas, y buscó algo con lo que poder achisparse para, al menos, soportar un poco aquella situación.

–Bebiendo mientras yo no miro, ¿eh? –Poison apareció un rato después sonriendo a su lado, sola.
–Parecías estar divirtiéndote mucho bailando con el finolis ese, capitana, así que vine a ver si me divertía un poco yo también –respondió el artillero sin mirarla y con una pizca de rencor en su voz.
–Lo he hecho porque no tenía más remedio. Eran más los pros que los contras. Si me negaba, habría puesto más atención sobre mí que al aceptar. Tenemos que intentar no llamar demasiado la atención –explicó con paciencia la yegua–. Lamento haberte dejado solo y hacer que la misión peligre por mi culpa así que… –con un rápido movimiento encaró al unicornio y clavó sus ojos en los de él–. ¿Podrías perdonar a tu capitana y bailar con ella ahora?

Fire miró aquellos brillantes ojos azules, a los que no podía negarse ni apartarle la mirada, ni siquiera fue capaz de abrir la boca para responder; sólo pudo sonreír y asentir como el bobo enamorado que era. Ella le guió hasta la pista de baile y se inclinó ante él en una elegante reverencia, a la que él respondió. Cogió una de las patas de Poison y colocó la otra cerca de su cintura; tras lo cual arrancó a bailar animadamente con ella. Ambos llevaban perfectamente el ritmo, la sincronización era perfecta. Por un momento Fire olvidó dónde se encontraban, que estaban en una misión y que no debía perder la vista Posh Patron. Sólo veía a Poison, bailando con él con una enorme sonrisa en los labios, orgullosa.

–Capitana
–Dime, High Tide –repentinamente la yegua se puso seria, inclinando la cabeza levemente hacia el lado del adorno de su pelo.
–Hay algo raro ahí fuera… Veo algunos ponis reunidos, pero no parecen invitados ni guardias… Más bien parece que están vigilando algo…
–De acuerdo, estaremos pegados a Posh. Seguid informándome si…

Súbitamente se apagaron las luces del salón. Un coro de expresiones de sorpresa inundaron la estancia. Poison escudriñó en la oscuridad, alerta, buscando a Posh Patron.

–Fire, alúmbranos

El unicornio creó pequeñas bolitas de luz y fuego con su cuerno. Otros unicornios invitados también alumbraron poco a poco la estancia.

– ¡No se preocupen, resolveremos este problema en breves! Mantengan la calma –Noble Blood alzó la voz entre las exclamaciones, algunas de pánico e histerismo.

Poison encontró rápidamente a Posh tras unos instantes observando a la nerviosa multitud correteando de un lado a otro. Tras unos minutos intentando tranquilizarle, sin demasiado éxito, la luz volvió de nuevo, para alerta inmediata de Poison. Sus patas adquirieron una posición de ataque de manera natural, lo cual no pasó desapercibido para los ponis que tenía alrededor. La yegua, sonrojada, volvió a erguirse, mientras carraspeaba.

–Creo que estoy demasiado tensa… Sólo ha sido un apagón… –murmuró para sí misma–, ¿verdad?
–Sentimos este pequeño momento de desasosiego, damas y caballeros. Por suerte, el problema ya está arreglado, ¡así que siga la fiesta! –Noble Blood, visiblemente agotado, intentó esbozar una sonrisa tranquilizadora. Poison sintió cierta pena por él.

Poco a poco los invitados volvieron a tranquilizarse, la música se reanudó pocos minutos después y continuó la fiesta. El único intranquilo, casi al borde del desmayo, era Posh Patron.

–¿Ves? ¿Ves? Te lo dije, te dije que nos atacarían, este apagón ha sido el principio, no me extrañaría que ahora empezáramos a morir todos -exclamó Posh, estrujando su pañuelo entre las patas, totalmente histérico. Hablaba tan rápido que su constante tartamudeo había desaparecido.
–Posh, cálmate, por favor, sólo ha sido un apagón sin importancia –trató de tranquilizarle Poison, sin resultado-. El perímetro ha sido asegurado, no me han avisado de peligro, no nos hemos separado de ti en ningún momento y no ha sido atacado nadie. Así que, por favor, mantén la calma y baja el tono. Fire, acompáñalo al baño, necesita refrescarse un poco y tranquilizarse.

Casi a rastras Fire se llevó a Posh a los lavabos, mientras Poison suspiraba. Su cliente ya estaba lo suficientemente escamado con el asunto de un ataque en el baile para que encima sucedieran cosas como aquella. Era como intentar tranquilizar a un potrillo antes de su primera vacuna y después enseñarle la aguja más grande.

Al reanudarse la música también lo hicieron los bailes. La yegua se retiró de la pista de baile y se ocultó tras una columna.

–Teniente
– ¿Sí, capitana?
–Informe de situación en todos los equipos, por favor.
–Nada relevante, capitana. Sólo un poco de alboroto y algunos platos rotos en la cocina. Nos han vuelto a poner comida en las bandejas y enseguida saldremos otra vez. También han avisado a los del teatro para que se vayan preparando, con lo cuál los músicos tendrán su descanso. Eso es todo, capitana.
–Bien, gracias, teniente.

Poison respiró hondo varias veces, expulsando el aire lentamente, notando como la intensidad de los latidos de su agitado corazón iban ralentizándose. Lo único que conseguía estando alterada era alterar aún más a Posh, y prefería tener que pasar tres meses en alta mar sin zarzaparrilla antes que aguantar más ataques de histeria de su cliente.

–Una noche encantadora para una fiesta, ¿no le parece?

A su lado apareció un unicornio color plata, con unos llamativos ojos azul pálido que casi parecían brillar solos. Poison sintió un extraño escalofrío en la nuca cuando aquellos ojos se clavaron en los suyos.

-Ciertamente, caballero. Hace una noche estupenda.
-Siento ser tan descarado, hermosa dama, pero me sentiría muy honrado si me concedierais el próximo baile –Poison comprobó que le desconocido tenía un suave acento extranjero y modales impecables. ¿Un joven noble de fuera de Equestria, tal vez? -. La he visto bailar con el anfitrión y me ha parecido usted una criatura fascinante.

La yegua se sintió halagada de manera misteriosa y volvió a sentir un escalofrío en la nuca. Algo dentro le decía que aquel poni no era del todo trigo limpio…

-Vaya, sois muy amable, pero debo declinar vuestra petición… Estoy esperando a mis acompañantes.
-¿Y tenéis que esperarles aquí sola en un rincón aburrida, en vez de divertirse un poco mientras esperáis, señorita? Tenéis derecho a divertiros un poco, esto es una fiesta, al fin y al cabo.

El desconocido le tendió una pata y la miró cándidamente, con sus ojos azules chispeando de anticipación. Poison dudó de nuevo, pues su instinto la avisaba de que aquello estaba mal, había algo extraño en aquel unicornio.

En su cabeza comenzó a resonar una fuerte melodía, la misma que había cantado antes, sólo que esta vez la voz era otra, una que Poison conocía bien y llevaba años sin escuchar.

La voz de su madre.

La impresión y sorpresa causadas por el sobresalto la hicieron tambalearse y perder el equilibrio, buscando instintivamente apoyo en el unicornio. La voz de su cabeza se intensificó con el contacto unos instantes antes de desvanecerse. Se frotó la frente, mirando confusa a su alrededor y después al desconocido. ¿Por qué había escuchado la voz de su madre?

-Creo que… será mejor que me siente… He tenido un vahído –murmuró, pálida.
-Por supuesto, mi querida dama. Permitirme que os lleve a un sitio más tranquilo.

El desconocido la acompañó al fondo de la sala, donde una gran agrupación de mesas redondas con fina mantelería bordada con motivos florales, finas y delicadas copas brillaban alrededor de la mesa, con jarras de diversas bebidas dispersadas alrededor. Las sillas, a juego con las mesas, rodeaban las mesas y servían como descanso para ponis agotados de bailar. Ambos se sentaron en una mesa que estaba libre en ese momento.

- ¿Os encontráis mejor, dama Maremaid?
-Un poco mejor, sí –Poison asintió, aún sin recuperarse del todo de lo que acababa de pasar-. Muchas gracias por traerme hasta aquí, no me habría gustado causar un drama después del apagón…
-Eso quiere decir que me debéis un favor –el desconocido sonrió de oreja a oreja-. Y creo que un baile con usted saldará ese favor.

La yegua sonrió ante la tenacidad e ingenio del unicornio. No sabía por qué había tenido la sensación de que no era de fiar…

-Está bien, pero… -Poison recuperó su porte habitual-. Antes necesito avisar a mis acompañantes y, por supuesto, saber el nombre de aquel con el que voy a bailar.
-Mi nombre es Silver Dusk, hermosa dama. Es un honor conoceros al fin en persona… -la sonrisa que ahora mostró resultó extrañamente inquietante-. No se hace usted a la idea.

Poison no pudo pasar por alto aquella sonrisa, sin embargo algo en su cabeza le decía que lo dejara estar. Con la mirada buscó y encontró rápidamente a Fire con cara de fastidio, seguido de Posh Patron, con la cara colorada y humedecida.

-Disculpadme un momento, Silver, vuelvo en seguida.

Alisando su vestido, la yegua caminó despacio hacia donde se encontraban sus acompañantes. Ahora sentía un zumbido en sus oídos, constante pero fácil de obviar. Aquella misión la había agotado más de lo que creía… Incluso había creído escuchar la voz de su madre… Imposible.

Fire Roar cambió totalmente el gesto de hastío a embobado apenas vio a Poison. Se acercó a ella con un rápido trote.

-Capit… quiero decir, Poisson, ¿dónde estabas? Estás pálida… ¿Te encuentras bien? –el joven semental la miró preocupado, preparado para salir corriendo clamando por un médico de ser necesario.
-No te preocupes, Royal, estoy bien. Sufrí un pequeño mareo, pero un amable poni me ayudó. Venía a informaros a los dos de ello.
- ¡Mi Poisson! ¡Mi p-pobre niña! –Posh escrutó su cara, buscando signos de cualquier enfermedad contagiosa-. Últimamente h-he oído so-sobre un v-virus que ronda p-por las c-ciudades superpobladas, n-no me sorprendería que lo hu-hubieras cogido…

Mientras Posh enumeraba síntomas de aquella enfermedad, Poison informó a Fire sobre la situación.

-Querido, te dejo al cargo un momento. Le he prometido a SIlver Dusk un baile por haberme ayudado. Ha insistido mucho y no puedo negarme.

Fire puso los ojos en blanco. ¿Otro pijo que le intentaba robar a la capitana? ¿Es que no había más yeguas en la sala? A ver, ninguna era tan atractiva y hermosa como Poison, pero aun así…

-¿Entonces tengo que salvarte de una explosión en un edificio en llamas o algo así para poder bailar contigo? -preguntó frustrado.

Poison rió dulcemente, tapándose los labios con el casco, mientras Fire se extasiaba con aquel sonido. De repente olvidó por qué estaba tan cabreado.

Estúpida y sensual Poison.

El casco de la yegua le acarició la mejilla, y el unicornio sintió fuego recorriendo su rostro. Su corazón se desbocó cuando su capitana se acercó a él y le besó tiernamente en la frente.

-El último baile es siempre el más lento… No se puede bailar con cualquiera, debe ser con la pareja especial. Ten un poco de paciencia en esta misión, mi querido Fire; te prometo que el último baile será todo tuyo.

Fire sintió que se derretía ante aquella promesa. La capitana, sólo para él… Notó un escalofrío cruzando todo su cuerpo ante el solo pensamiento de esa idea; y de nuevo le ardió la cara. Lo único que pudo responder fue un parco “de acuerdo”.

-Volveré en un rato. Procuraré no perderos de vista, pero sé que con Fire aquí el peligro no querrá acercarse a vosotros. No tienes nada de qué preocuparte, Posh, tienes al mejor de mis sementales protegiéndote la grupa -Poison le dirigió una mirada cómplice a Fire y le guiñó un ojo, para sonrojo de este.

La yegua aún se sentía mareada y la palidez no había abandonado su rostro, pero les habló con su calma y seguridad características. “Profesionalidad ante todo, Poison”, se repitió a sí misma. Se encaminó despacio a la mesa donde Silver Dusk le esperaba con los ojos brillantes. De nuevo sintió intensificarse el zumbido de su cabeza conforme se acercaba, como una especie de… aviso. Era confuso y familiar a la vez, algo dentro de ella, profundo y que creía olvidado… Como si alguien la estuviera llamando…

- ¿Algún problema, señorita? -preguntó sonriente Silver-. ¿No estará usted intentando librarse de nuestro baile?
-Una dama siempre cumple lo que promete -contestó altiva la yegua-. Simplemente me ha dado la impresión de escuchar mi nombre…

El unicornio esbozó una extraña sonrisa, que Poison no supo interpretar, y le tendió un casco. Ella se sujetó y caminaron juntos hasta la pista de baile, donde una animada canción acababa de finalizar. Tras los aplausos se reanudó la música, esta vez en una canción más lenta. Ambos se unieron a las danzantes parejas de baile, y Poison se sorprendió ante la maestría del unicornio.

-Contadme algo sobre usted, caballero. ¿De dónde venís? No soy capaz de reconocer vuestro acento… -preguntó cortésmente la yegua, sinceramente curiosa por aquel desconocido.
-Como se suele decir, mi querida dama, soy de todas partes y de ningún lugar a la vez. He vivido en distintos países durante los últimos años, de ahí que se me haya pegado un poco el acento. He estado los últimos cinco años en Zebrania… ¿Habéis estado allí alguna vez?
-No, nunca, pero he leído mucho sobre ese país -mintió. Una de sus últimas expediciones había sido cerca de Zebrania, incluso habían atracado allí unos días antes de continuar el viaje. Se preguntó, alarmada, si aquel poni habría podido verla.
-Algún día podría llevaros de viaje conmigo, mi querida dama. Al fin y al cabo, ya estáis acostumbrada a los viajes en barco -pausó y clavó sus ojos azul pálido en los de ella-. ¿No es cierto, Poison Mermaid?

La capitana se congeló al instante, a la vez que la canción cesaba y los demás bailarines aplaudían de nuevo. ¿Quién era aquel poni y qué sabía de ella? ¿Acaso era una emboscada para secuestrar a Posh? Antes de perder la calma, se dijo a sí misma que debía mantener la compostura, así que fingió una mirada extrañada al unicornio, que hacía una reverencia para la siguiente canción.

-Creo que has pronunciado mal mi nombre, querido* -dijo Poison tranquilamente, mostrándose confusa-. Además, no estoy para nada acostumbrada a viajar en barco, sólo lo hago cuando tengo que volver a casa…
-No lo he pronunciado mal, preciosa -el tono de voz del unicornio cambió, volviéndose más bajo e íntimo-. Sé perfectamente quién sois y qué hacéis aquí -al notar que Poison se ponía en guardia, sonrió tranquilizadoramente-. No, no, tranquila, por favor. No he venido aquí para haceros daño… En realidad, necesito vuestra ayuda.
- ¿Y por qué debería creerte? -preguntó la yegua, precavida.
-Porque vuestra madre desea veros.

Poison perdió la compostura totalmente por la impresión, y al perder el equilibrio Silver la agarró con fuerza, improvisando un giro que pasó desapercbido entre los bailarines.

Era imposible, su madre… Su madre…

-Mi madre está muerta -respondió con firmeza la yegua.
-No, no lo está. Tuvo que fingir su muerte. Pero ahora ella os necesita para volver a casa, a usted y a sus… camaradas.
-Más te vale demostrarlo en este mismo instante o toda mi tripulación se echará sobre ti antes de que te des cuenta -gruñó Poison, perdiendo sus modales de dama.

Con tranquilidad, el unicornio sacó, con ayuda de su magia, un pequeño objeto de sus bolsillos, situándolo ante los ojos de Poison. La yegua palideció al reconocer el objeto, pues era el colgante con la gema rosa que su madre había llevado siempre. A su alrededor hubo exclamaciones de sorpresa y algún que otro aplauso por parte de los bailarines que observaban de manera errónea la escena.

El sencillo colgante, compuesto de una cinta de terciopelo negro y una gema rosa tallada en ocho caras parecía haber perdido su lustre con el tiempo pero era, indudablemente, el colgante de su madre.

-He creído muerta a mi madre durante muchos años, y ahora vienes tú, un completo desconocido, diciéndome que sabes quién soy y que mi madre me busca -recapituló Poison, luchando por controlar el cúmulo de sentimientos que pugnaban por salir de ella en forma de grito, llanto, coces; o todo a la vez-. Este es su colgante, ¿por qué lo tienes tú?
-Vuestra madre fue secuestrada hace años. No ha podido contactar con usted hasta ahora, y necesita vuestra ayuda para escapar.
- ¿Quién… quién la mantiene cautiva? -por la cabeza de Poison no dejaban de pasar cruentas imágenes sobre las atrocidades que le habrían podido hacer a su madre… Lo que le hacía hervir la sangre hasta límites que nunca habría creído ser capaz de alcanzar.
-Eso no importa en este momento. Ella os necesita ahora, mi querida dama. Según las cortas instrucciones que pudo darme, debéis romper el sello que hay en este colgante.

Poison le miró, incrédula, temblando de rabia. ¿Que los captores no importaban? ¿Que tenía que romper un sello que había en el colgante? Para ella todo aquello le estaba empezando a oler a quemado… Sin embargo, si su madre estaba realmente viva… Drenaría el océano para encontrarla.

-No confío en ti, Silver Dusk. Necesito más pruebas de que lo que dices es cierto. De lo contrario, serás capturado.
-De acuerdo, pero no aquí. No es seguro -el unicornio miró a su alrededor, por lo que Poison intuyó que no sabía que su tripulación también estaba en el ajo, Curioso, había dado por hecho que iría sola… Mejor así-. Como muestra de que vengo en son de paz, tomad esto.

Ante la mirada estupefacta y emocionada de los ponis alrededor, Silver colocó el colgante alrededor del cuello de la yegua. Poison sintió una súbita corriente de energía fluyendo a través de ella. Se sentía cálido como un abrazo e instintivamente lo acarició, como solía hacer cuando era su madre quien lo llevaba.

-Os queda como hecho a medida, igual que a vuestra madre.
- ¿Dónde se encuentra mi madre? -la pegaso ignoró el comentario.
-A salvo, de momento.
- ¿De qué la conoces? ¿Cómo contactó contigo?
-El cómo es lo de menos, querida mía… Lo importante es que ella llegó a mis oídos y pude contactar con ella el tiempo suficiente para que me dijera quién eres. Os necesito, vuestra madre os necesita.
- ¿Y qué tengo que hacer? ¿Cómo rompo el… sello, que dices que está en el colgante? -la yegua acarició de nuevo la gema.
-Para ello debéis reuniros conmigo esta noche, tras la fiesta. Os lo explicaré todo sobre vos y por qué vuestra madre fue secuestrada. Vos no tendríais que moveros de la ciudad siquiera, es una tarea sencilla, hasta un potrillo podría llevarlo a cabo.

La yegua miró hacia atrás, observando a Fire preocupada. Aquello no era algo que pudiera contarle a él, ni a nadie de la tripulación. Tendría que salvar a su madre por su propio casco.

-Y si es tan sencillo... ¿Por qué no puedes hacerlo tú?

-Al parecer el ritual necesita que sea realizado por alguien con la misma sangre que aquel al que se desea liberar... Y vos sois la única que puede hacerlo.

-Y cómo sé... ¿Cómo sé que mi madre no está muerta? -Poison tragó saliva al pronunciar aquellas palabras.

-Eso es algo os incumbe a vos descubrir... ¿Os arriesgaréis a perder definitivamente a vuestra madre por no creer en mis palabras? ¿Te arriesgarás a no hacer nada si digo la verdad? -Silver Dusk esbozó una sonrisa indiferente, como si estuviera hablando del tiempo en vez de determinando la vida de un poni.

-Está bien. Lo haré -Poison suspiró. Aquel condenado tenía razón: podía ser una trampa muy clara pero, en el caso de que su madre estuviera realmente viva... Estaría perdiendo la oportunidad de salvarla.

La sonrisa satisfecha de Silver Dusk le pareció más condescendiente que alividada.

-Muy bien, señorita Maremaid. Nos veremos tras la fiesta, en su barco, cuando estén todos dormidos. Podéis venir acompañada o no… Es irrelevante -volvió a sonreír ampliamente al tiempo que su cuerno brillaba y hacía aparecer una rosa azul marino de la nada, prendiéndola a la crin de la pegaso-. Estáis aún más hermosa así, de ser posible.

Sin mediar palabra la tomó de uno de los cascos y arrancaron a bailar de nuevo unas canciones más.

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Mientras tanto, Fire Roar había estado observando a la pareja, sin quitar el ojo de encima al unicornio. Todavía sentía su piel arder en la zona donde su capitana le había besado. Los labios de la yegua eran suaves y cálidos, y Fire lamentó no haberlos podido disfrutar un poco más.

Sus ojos siguieron cada paso de la yegua, observando cómo entablaba conversación con el pijo. Ella estaba en su salsa, con un compañero de baile ideal para ella, manteniendo una conversación interesante en la que no tendría que fingir interés ni corregirle si fallaba… ¿Y si intentaba ligar con ella? ¿Y si ella dejaba de ser capitana y dejaba la vida marina para volver a la vida acomodada?

-Fire, e-estás respirando muy f-fuerte, ¿qué te ocurre? ¿Ha-has visto peligro? -Posh Patron empezó a ponerse pálido, dando un largo sorbo a su copa de vino.
-No, Posh… Es sólo que… Me pone enfermo que baile con cualquiera que pase y a mí me deje abandonado…

Posh le miró paternalmente y dio vueltas al vino que aún quedaba en la copa.

- Poison sólo c-cumple con el protocolo, no se lo t-tengas en cuenta... ¿Me equivoco al decir que estás e-enamorado de ella?

Fire se frotó la cara con el casco, conteniendo un grito de frustración. ¿En serio se estaba dando cuenta todo el mundo de que Poison le gustaba? ¿Se habría dado cuenta ella también?

-Yo no tengo la culpa de que esté tan buena y sea tan perfecta y además sepa pelear, y sea tan inteligente y tan elegante… -el unicornio se calló, pues sentía que había hablado demasiado-. Pillas la idea, ¿no?
-Lo dices c-como si creyeras que nunca he sido j-joven ni he estado enamorado -rió Posh en respuesta-. Sí, te… “pillo”. C-ciertamente Poison es una yegua única, noble y fiel a la causa que defiende y a su t-tripulación. Serías muy afortunado si ella llegase a c-corresponderte. No e-encontrarás otra igual, te lo aseguro.
-Ese es el problema… He intentado decírselo ya dos veces y siempre pasa algo. Ella es amable conmigo, y a veces consigue volverme loco cuando habla… ¿Sabes lo que me ha costado contenerme de comerle la boca cuando me ha besado en la frente? Por cierto, olía muy bien…
-Sigue i-intentándolo, joven Fire. Dos veces f-frustradas es como no haberlo intentando. Prueba otra vez esta n-noche, tras la fiesta. Tendréis un buen rato a solas hasta que os lleve al r-resto de la tripulación.

Al joven semental se le iluminaron los ojos de la emoción, tanto que casi parecía que se fuera a convertir en un candelabro. Su oportunidad se presentaría en ese momento, sin más interrupciones, solos él y su capitana. Empezó a imaginar la escena: Poison, con aquel hermoso vestido, en la cubierta del barco; y él acercándose a ella, tomándola del casco y bailando con ella hasta quedar uno muy cerca del otro. Acercarse a esa preciosa oreja rota y susurrarle lo que sentía, para después plantarle el beso que llevaba semanas esperando darle.

Estaba en esas ensoñaciones cuando se fijó de nuevo en su capitana bailando con el desconocido. Tenía el rostro serio y muy pálido, y parecía estar hablando algo importante. Sin embargo el unicornio estaba muy tranquilo, incluso sonreía. Del bolsillo de su traje hecho a medida sacó lo que parecía un collar. La capitana palideció nuevamente e intercambió unas cuantas palabras antes de que el pijo le pusiera el colgante en el cuello, todo esto sin apenas dejar de bailar.

En aquel momento un montón de preguntas y sentimientos se agolparon en el pecho de Fire. Ira, rabia, pero sobretodo, preocupación. Su capitana estaba muy pálida y seria, no parecía en absoluto que estuviera disfrutando el baile; y aunque el collar le quedara perfecto no parecía estar agradecida por el regalo. De repente ella miró hacia atrás, directamente donde él se encontraba.

La intensidad de su mirada, preocupada y frágil, se clavó en la ya de por sí enamorada alma de Fire Roar. Sintió la necesidad de lanzarse a salvarla, a protegerla de cualquier peligro que la acechase, arriesgando su propia vida de ser necesario. Nunca había visto aquella mirada en la yegua, una mirada en la que casi podía ver el alma de su capitana.

Poison y el desconocido comenzaron a bailar de nuevo, mientras el pijo creaba una rosa casi negra y se la ponía en la crin. Algo pasaba entre aquellos dos y parecía peligroso. Fire palpó suavemente el bolsillo del traje, donde la capitana le había dado un vial explosivo para usarlo en caso de problemas. Se sintió tentado a usarlo cuando vio al desconocido susurrarle algo directamente al oído, situándose demasiado cerca de la capitana para su gusto. Luego bailaron una última canción antes de que se despidiera de ella, desapareciendo entre el gentío. La capitana se dirigió primero al baño a paso apresurado. Fire corrió tras ella, olvidando a Posh, que charlaba animadamente con unos invitados.

La esperó en la puerta del baño, paseando intranquilo mientras, en la sala de la fiesta, oyó como Noble Blood presentaba a la actuación especial de la noche, el teatro que parte de la tripulación había preparado. La capitana salió del baño con rostro sereno apenas empezó la actuación.

-Capitana, ¿qué ha ocurrido? -Fire abordó a Poison de manera que no pudiera escaparse.
-Nada, querido Fire -Poison ni se molestó en mentir bien, lo cual alarmó aún más al joven semental.
- ¿Nada? Te he visto más pálida que la espuma de mar mientras bailabas con ese pijo.
-Sólo estaba mareada, nada más -la yegua entornó los ojos, que al instante se llenaron de tristeza.
-No me mientas, Poison -Fire se sorprendió encarando a la yegua, poniéndose muy serio-. Pasa algo gordo, y como tu compañero en esta misión exijo que me lo digas. No pienso permitir que te hagan daño estando yo delante.

Poison sonrió con dulzura, desarmando completamente al unicornio, y le acarició lentamente la mejilla. Fire sintió que su sonrojo iluminaba el pasillo. Intentó mantener la seriedad, sin conseguirlo demasiado.

- ¿Me protegerías del peligro, Fire? -éste asintió-. ¿Vigilarías que no me ocurriera nada? -volvió a asentir, sintiendo que perdía la cabeza con cada segundo que ella pasaba mirándole.

La yegua asintió, como si estuviera procesando aquella información, y después besó a Fire en la frente y después en la mejilla y el hocico.

-Vamos, te lo contaré todo cuando volvamos con Posh -la yegua se encaminó por el pasillo hasta la sala de baile. Fire Roar apenas podía reaccionar, sólo oía su corazón retumbando en su pecho, sus patas se habían convertido en gelatina y una sonrisa boba se extendió por su cara. Qué bien olía su capitana…

Sacudió la cabeza al darse cuenta de que estaba solo en el corredor y a punto de babear. Corrió hasta la sala, donde los miembros del teatro recibían los vítores del público. Poison comentaba la actuación con Posh cuando el eufórico unicornio se unió a ellos.

-... tiendo a p-preferir obras originales a adaptaciones y… ¡Oh, ahí e-estás, Royal! -sonrió Posh-. Me encanta v-veros a los dos tan contentos, y a ti verte mejor cara, q-querida -comentó dirigiéndose a Poison.
-Nosotros estamos contentos si tú lo estás, Posh -sonrió Poison, que iba recuperando poco a poco su color natural-. Sin embargo, ¿nos permitirías dejarte un ratito solo? -la yegua miró sugerente a Fire-. Le debo a este caballero un último baile.
Posh sonrió, guiñándole un ojo a Fire sin que Poison se diera cuenta.
-Os m-merecéis un descanso de tanto v-vigilarme, sin duda. Toda esta… m-misión está saliendo a pedir de b-boca, y creo que os vendría bien p-pasar un rato de ocio juntos para que… evaluéis la m-misión.

Poison le miró, algo confundida, pero sonrió. Si el cliente lo pedía, el cliente lo tendría.

-De acuerdo entonces… ¿Vamos, Royal, querido? La pista de baile está casi vacía -la yegua ofreció su pata al unicornio, que se la besó mientras la miraba a los ojos.

Ambos se dirigieron a la pista, donde apenas quedaban un par de parejas bailando torpemente, visiblemente afectados por el vino y el licor. Los demás invitados daban buena cuenta de la cena; la fiesta poco a poco iba tocando a su fin.

Con una reverencia, comenzaron una lenta danza que cumplió con lo que Fire esperaba: estar cerca del oído de su capitana.

- ¿Por qué me has besado, capitana?

La pegaso colocó su mejilla sobre la de él, en un tierno gesto, para después sentir el aliento femenino en la oreja.

-Era mi manera de compensar mi comportamiento. Tienes razón, eres mi compañero y debes saber qué ha ocurrido. Ese poni, Silver Dusk, es un cliente. Su petición es la más rara que he recibido jamás, pues sólo me requiere a mí en vez de al resto de la tripulación -Poison se retiró de su mejilla para mirar los ojos dorados del unicornio-. Por eso estaba pálida, no concibo una misión sin vosotros, pero ha insistido mucho en que le ayude.
- ¿Y el colgante? ¿Por qué te lo ha regalado?
-Según me ha contado, de allí de donde viene es señal de buena suerte hacer un regalo adelantado al pago final. Hay que respetar las costumbres de cada cual, ¿no?
-No me ha dado buena espina, capitana… No me parece de fiar.
-Shh, calla, querido, todo ha ido bien. Es una misión sencilla, no tienes que preocuparte. Si te portas bien, te daré otro beso en la frente -la yegua sonrió alegremente, sabedora de que Fire no se negaría a ello.
- ¿Y por qué no me lo das ahora y así estoy tranquilo durante la fiesta? -se aventuró el joven semental, intentando parecer seguro en vez de ansioso de más besos.

A la vez, el unicornio la inclinó hacia delante en una ensayada coreografía, sujetando con firmeza su espalda, impidiendo que cayera.

-Vaya, vaya, querido… Espero que no estés pensando en robarme un beso, no estaría bien visto aquí -la yegua sonrió, sin duda divertida por la osadía de su compañero.
-Soy un pirata, capitana. Robo lo que me gusta. Y ahora mismo estoy viendo algo que me gusta mucho.
- ¿A una vieja dama como yo?
-Vamos, capitana, no exageres. ¿Tú, vieja? ¡Qué vas a ser tú vieja! Aunque realmente no sé tu edad... -murmuró el unicornio.
- ¡Ni la vas a saber! ¡Una dama nunca revela su edad! -Poison se sonrojó, mostrándose indignada, aunque una suave sonrisa cosquilleaba en las comisuras de sus labios.
-Jooo, capitana... -lloriqueó de broma el unicornio-. No te enfades...

La pareja bromeó y rió hasta que la música cesó, y ambos se separaron con una reverencia, aplaudiendo a la orquesta, que tras unos instantes volvió a tocar una canción más animada y moderna. Poison comenzó a bailar alrededor de Fire, sonriendo. El unicornio la siguió, bailando al mismo son, y de nuevo sintió como si estuvieran ellos solos allí. “Al infierno con todos esos pijos”, pensó, “ella me prefiere a mí.”

-Capit… quiero decir, Poisson, ¿no te da la impresión de que hay menos invitados ahora? -preguntó educadamente Fire tras un rato bailando.
-No me extraña, querido. La fiesta ya está terminando y muchos invitados se han marchado ya.
- ¡¿Ya ha acabado la fiesta!? -gritó, tras lo que automáticamente se tapó la boca-. Pero si apenas llevamos aquí un par de horas…
-La p-percepción del tiempo es diferente cuando nos lo pasamos b-bien, Royal -Posh Patron se les acercó, con migas en la boca que delataban que había estado degustando la cena-. Hacéis una p-pareja de baile maravillosa los d-dos, os compenetráis a la perfección. Y en cuanto a la fiesta, sí, oficialmente ha acabado ya, de hecho me he estado despidiendo de Noble Blood… Os veía tan f-felices bailando que me ha dado pena interrumpiros, así que le he dado las gracias de v-vuestra parte.
-No queda decoroso irnos sin despedirnos directamente…
-A Noble no le ha importado, q-querida. Ha dicho que Royal es un s-semental afortunado de tener tal compañía esta noche -contestó Posh.
-Entonces sólo podemos dar por concluida esta misión de manera satisfactoria -la yegua sonrió satisfecha por un trabajo bien hecho-. ¿Me recibes, teniente? Misión cumplida.

Poison se apartó de los sementales, dando breves instrucciones a los equipos a través de su adorno/intercomunicador. Posh se acercó disimuladamente a Fire, aprovechando el momento a solas.

-V-vamos, Fire, t-tu momento e-está al caer. ¿T-tienes pensado qué d-decirle?
-Aún no, Posh. Pero sé lo que siento y se me da bien improvisar -el unicornio esbozó una enorme sonrisa de seguridad.
-C-como quieras -Posh sonrió en respuesta-. Voy a llamar al cochero, id saliendo a la puerta, os recogeré allí.
Fire asintió y vio como su cliente se iba alejando. Le debía una muy grande por toda aquella misión, pues gracias a ello había podido probar su valía en una misión importante delante de la capitana. Por no mencionar… Que había descubierto a su capitana. Cuando se unió a la tripulación nunca pensó que podía divertirse tanto.

Pero aún le quedaba por hacer su misión más importante y difícil, aquella que marcaría un antes y un después en su vida, aquella que lo convertiría de joven en un semental hecho y derecho: confesarse a Poison.

Ya se había confesado a otras yeguas antes… Con resultados nefastos en todas, pero eso no había minado la confianza de Fire. Era un lobo de mar, esas cosas no le afectaban. Pero Poison era distinta, Poison era toda una yegua hecha y derecha, una yegua de carácter, de modales impecables y una fiera en la lucha. ¿Cómo no se iba a enamorar de ella?

-Voy a echar de menos este salón -la capitana se acercó a él silenciosamente con una expresión feliz y cansada-. Es realmente bonito, ¿verdad?
-Es muy bonito, sí -coincidió Fire-. Sobretodo cuando todas estas luces se reflejan en tus ojos, capitana.
-Adulador -rió Poison-. ¿Dónde está Posh?
-Ha ido a por el cochero y también me ha dicho que vayamos a la puerta -ofreciendo su casco, esperó hasta que ella se agarró y caminaron tranquilamente hasta las puertas principales hasta las puertas principales, donde los últimos invitados se montaban en sus lujosos carruajes. Tras unos instantes el carruaje de Posh apareció doblando la plazoleta de entrada.

El cochero abrió las puertas y, tras ayudar a subirse a Poison y Fire, se puso en camino.

-Poison, he de a-admitirlo, tu fama es bien m-merecida. Un trabajo i-impecable.
-No ha sido nada, Posh, aunque ciertamente nunca hemos recibido un encargo como este.
-Si alguna vez vuelvo a necesitar ayuda, recurriré a ti sin dudar. Y cuenta conmigo si necesitas de mi ayuda alguna vez.

Poison sonrió, satisfecha. Tener aliados era imprescindible, y tener a alguien como Posh como aliado suponía tener contactos en las altas esferas… Lo cual siempre suponía una gran ventaja a la hora de pedir favores.

-Te lo agradezco, Posh. Te haré llegar el total de mis honorarios por mensajero mañana. Y no te preocupes, te haré descuento por la primera misión -bromeó la capitana.

Fire, ajeno a la conversación de negocios, miraba por la ventana intentando calmar los latidos de su agitado corazón. No era sólo porque se quedaría a solas con Poison, sino que se confesaría a ella. Totalmente a solas los dos…

Pronto llegaron al puerto, que permanecía desierto y en calma. Las aguas estaban cristalinas y brillantes; y podías verte reflejado en ellas. El cochero aparcó frente a La Sirena Mutilada, que descansaba tranquila sin tantos ponis a bordo. Resultaba extraño ver el navío que era su hogar desde fuera. El toque majestuoso y regio del barco contrastaba con su aspecto fiero y peligroso. “Como Poison”, pensó Fire mientras el cochero abría las puertas del carruaje y los ayudaba a bajar.

-Dentro de un rato traeré al resto, querida -Posh Patron se asomó a la ventana y después instó al cochero a arrancar de nuevo.

Fire levantó el hechizo de seguridad del barco. La capitana voló a él y con la ayuda de la magia del unicornio desplegaron la pasarela. Ambos subieron al barco, visiblemente agotados. La yegua se quitó el adorno de la crin, aunque dejó la rosa que había creado Silver, y deshizo el recogido, sacudiendo la cabeza con un mohín cansado, mientras se dirigían a su camarote. Fire se aflojó el nudo de la corbata, ligeramente alterado.

- ¿Te apetece beber la última copa de la noche conmigo, querido? -preguntó Poison tras quitarse los zapatos y sentarse en su escritorio.

De uno de los cajones sacó dos copas y una botella azul bellamente ornamentada, con motivos marinos en relieve sobre el vidrio. Al descorchar la botella un delicioso aroma se esparció por la habitación. Sin esperar respuesta la yegua sirvió dos copas del oscuro líquido, que parecía alguna clase de vino especiado, y la levantó, esperando que su compañero hiciera lo mismo.

-Por nosotros, mi querido Fire, y por nuestra tripulación -dijo la capitana antes de brindar.
-Salud, Poison -sonrojado, Fire bebió de un sorbo el contenido de la copa. Tenía un intenso sabor afrutado y un toque que Fire no supo reconocer-
-Se me hace raro oírte decir mi nombre -sonrió la pegaso, que acariciaba el borde de su copa-. Siempre me llamas capitana.
-Yo… Pensé que, después de haber sido tu compañero podía… Llamarte por tu nombre. Me ha salido solo, en realidad.
-Es cierto… Aunque en realidad no prohíbo a nadie llamarme por mi nombre -bromeó-. Cuestiones de respeto, rango y esas cosas. Cuesta ganarse el título de capitán, ¿lo sabías? Sobretodo siendo una yegua.
- ¿Por qué? Tú molas más que cualquier estúpido capitán pirata.
-Se dice que llevar una yegua a bordo de un barco trae mala suerte. Aparte de que en esta… profesión, las yeguas somos poco más que un premio que espera en tierra, una recompensa. E pocas tripulaciones verás que lleven a una mujer…. Y en ninguna verás a una capitana. Por eso molo más que cualquier estúpido capitán pirata -sonrió, divertida, sacándole la lengua a Fire.

Terminando su copa Poison se levantó, rodeó la mesa y se acercó al unicornio, que daba la impresión de estar a punto de tirarse por la ventana.

- ¿Me ayudas a quitarme el vestido? La cremallera se ha enganchado y no puedo llegar bien.

La piel anaranjada del joven semental se tiñó carmesí ante la petición de la capitana. Respirando con dificultad, desatascó la cremallera con su magia, bajándola mientras el vestido resbalaba por el cuerpo femenino. La yegua lo recogió rápidamente del suelo y lo guardó en uno de los arcones, junto con los zapatos. Fire no supo si era por culpa de la atractiva yegua, del vino, o de la tensión de las últimas semanas, el caso es que de repente se sintió muy mareado. Comenzó a sentir un calor que nacía en su estómago y subía hasta instalarse en su cabeza.

Estaba borracho. En el momento más inoportuno.

Notaba que sus nervios desaparecían para dar paso a una sensación cálida en sus mejillas y un zumbido en sus oídos. No era la primera vez que se emborrachaba, ni mucho menos. pero ciertamente esa vez le había subido rápido. tenía que darse prisa o se pondría a cantar canciones regionales en cualquier momento.

-Capitana, yo no sé qué llevaba eso, pero menudo pelotazo me ha subido -dijo Fire mientras la yegua se sentaba de nuevo. Sentía la lengua pesada-. Estaba muy rico.
-Vaya… Debí imaginar que este licor tal vez fuera demasiado fuerte para ti… -Poison observó la botella y después la guardó-. Será mejor que vayas a dormir pronto antes de que te pongas peor.
- ¡N-no! Antes hay algo que debo decirte -el unicornio se puso en pie, tambaleándose un poco antes de estabilizarse.

La yegua le miró en silencio, interesada. Sus ojos de iris y pupilas azules brillaban casi con luz propia a la luz de las velas que iluminaban el camarote.

-Poison, llevo días queriendo decirte esto. He podido trabajar codo con codo contigo estas últimas semanas, y he descubierto cosas de ti en las que no me había fijado nunca -se acercó a ella, bordeando el escritorio-. Me he dado cuenta de tu elegancia, amabilidad y cariño; y a la vez la seriedad con la que lo haces todo. Incluso has tenido paciencia con un patán como yo. Y llevo días queriendo decirte que… -Fire respiró hondo y gritó-. ¡Que me gustas, j*der!

Poison sonrió con dulzura, acariándose distraídamente el colgante.

-Lo sé, querido. Me di cuenta hace tiempo… -Poison intentó sonar lo más dulce que pudo para no herir los sentimientos el unicornio.

Fire se quiso morir allí mismo. Ella ya lo sabía. Se había dado cuenta. Y no le había dicho nada hasta este momento. ¿Acaso se había estado burlando de él? ¿Acaso ella… había estado jugando con él?

No. Poison no era así. Sin embargo aquella revelación lo había mareado aún más.

-Yo… Yo… Tengo que irme -trastabillando, el unicornio corrió a su camarote ante la preocupada mirada de su capitana.
-Fire, no… -Poison le llamó, en vano.

La yegua se dejó caer sobre su silla y bebió de un trago lo que quedaba en su copa. Aquella noche estaba siendo dura, y lo mejor es que aún no había terminado. Debía esperar a que volviera a su tripulación, y cuando todos estuvieran dormidos se reuniría con Silver Dusk para liberar a su madre. Aquello debía hacerlo sola, esa había sido la única condición del misterioso unicornio. Le haría llegar las instrucciones para llegar a él, pero ¿cómo? Él sólo le había dicho que las encontraría por mí misma.

Esperaba no haber herido los sentimientos de Fire. Parecía afectado, pero bien podía ser por el efecto del licor. Ella… Tenía demasiadas cosas en la cabeza en ese momento como para averiguar qué decirle al unicornio. Ese tema tendría que esperar por el momento.

"Aun así es bastante mono" pensó con una sonrisa.

Media hora después la tripulación volvió al barco, todos con caras cansadas y satisfechas. Tras darles la bienvenida la capitana los mandó a dormir a todos menos a su contramaestre y teniente. Ambos parecían preocupados, pero Poison asumió que era por la misión.

-No os preocupéis, queridos míos, todo ha salido bien. Ahora nada de caras largas, mañana ya evaluaremos la misión en profundidad, ¿de acuerdo?

High Tide y Helm Salt se miraron, como si dudaran al retirarse, pero finalmente lo hicieron, hablando entre ellos por lo bajo mientras se dirigían a sus camarotes.

- ¿Por qué esta noche todo el mundo está tan raro? -musitó Poison, frotándose las sienes.

Suspirando, esperó unos minutos hasta que dejó de oír ruidos en la planta inferior del navío y se puso en marcha. Cogió sus alforjas y en ellas metió un puñal y varios viales de distintos líquidos de colores en su interior. Luego, al ponerse una capa, se dio cuenta de que la rosa que había creado Silver Dusk aún estaba enredada en su pelo. Intentó quitársela, sin éxito, consiguiendo un punzante dolor de cabeza por los tirones; así que decidió dejarla donde estaba. A fin de cuentas, no le molestaba.

Ligeramente inquieta, se tocó el colgante. Era posible que aquella noche volviera a ver a su madre… Y no sólo eso, sino que sería ella quien la salvaría. Aquel pensamiento le insufló el coraje que necesitaba para salir silenciosamente del camarote.

Lo único que se oía en el barco eran las suaves olas que lamían el casco del navío, el crujir de la madera bajo sus patas y los ronquidos de sus sementales retumbando por las paredes. Abrió las alas y directamente voló a tierra, tras lo cual salió corriendo.

Sin embargo, Poison no se dio cuenta de que otra figura, la de un unicornio anaranjado, había bajado del barco poco después de ella.


*Entre los nombres de Poison Mermaid y Poisson Maremaid hay un juego de palabras. Mientras que Mermaid y Maremaid suenan prácticamente igual, Poison y Poisson se pronuncian distinto (Poison significa veneno en inglés y Poisson pez en francés)


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Notas de la autora:

-¡AL FIN! Después de casi un año, por fin he publicado el cuarto capítulo. Ha sido bastante complicado porque sufrí un bloqueo bastante inorportuno en verano, pero por suerte, y gracias a la inestimable ayuda de mi siempre servicial y adorado Volgrand :brohoof: :abrazo:, pude reconducir lo escrito
-No os preocupéis, pues ya tengo pensados los próximos capítulos e intentaré ir subiéndolos sin que pase un año de por medio :roto2rie:
-Eso sí... ¡Lo que tengo preparado para Poison y su tripulación es algo muy grande! Así que vale la pena la espera :D
Última edición por Pandora el 10 Dic 2015, 21:49, editado 1 vez en total
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor agustin47 » 10 Dic 2015, 11:01

Creo que ya me estoy repitiendo, pero... HA VUELTO. ¡HA VUELTO! Vale, no es tan sorpresivo porque ya habías avisado, pero eso no cambia que este supermegaencantado con ello. No es la primera vez que digo esto, pero es que este fic me supermegaencanta. Como siempre, el personaje de Poison está muy bien escrito y desarrollado, se nota que es un personaje que te gusta y la has mimado y creado con delicadeza. Y es que te ha quedado genial. Fire como el perfecto bobo enamorado en una fiesta de alta clase ha sido el toque de humor personal de este capítulo, y te ha quedado genial. La trama avanza rápidamente, pero no se siente forzado. La historia se dirige sin duda a buen puerto (ja, chiste náutico), y me deja con un hype más que grande. Me alegra mucho saber que tienes ya los capítulos pensados, pero meter prisa no es mi estilo, así que tómate tu tiempo y sigue disfrutando el escribir este fic, que es lo que sin duda ha dado lugar a que sea tan bueno.
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La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 1)

Notapor horwaith » 10 Dic 2015, 20:03

¿Toda la agitación, la preparación para que suceda eso? Muy bueno y bonitos los problemas que me veo en la historia (porque no creo que se resuelva en un solo capítulo).


PD: ¿porque me suena el nombre de ese unicornio? Como si lo hubieses preguntado en alguna parte, pero no estoy segura.
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor zelgadis » 11 Dic 2015, 00:47

capitulo leido, me ha gustado muchisimo, solo he hechado de falta algo de acción en el capitulo, pero veo que vamos a tener de sobra en los proximos, con lo que se te perdona. Eso si, nada de hacernos esperar otro año xDDDD
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