CAPITULO 21
Se terminaban los preparativos, los dirigibles estaban inflados, las armas afiladas y las armaduras preparadas. Los cañones estaban cargados y todas las tropas sabían su misión, todos estaban listos para presentar batalla porque estaba anocheciendo…después amanecería y volvería a anochecer, al siguiente amanecer se abriría la nave y comenzaría aquello para lo que se habían preparado todos.
Esa noche iba a hablar el general, que se había asomado al balcón principal del palacio, las tropas no podían estar en la plaza bajo el balcón porque eran demasiadas, pero gracias a un conjuro de las princesas, se provocó que su voz se escuchara por toda la ciudad.
Ryner estaba asomado con ambas princesas a sus lados, contemplaba a aquellos que se habían colocado bajo el balcón para tener el mejor lugar para escuchar, allí estaban Twilight, Spike y el resto de los elementos de la armonía, también estaban los representantes raciales y muchos conocidos del humano, había llegado la hora de dar un último discurso, aunque nadie de los que escuchaban, salvo Celestia, pensaban que de verdad sería el último.
-¡Todos conocéis el plan, las tácticas de combate y todo lo que haréis durante la batalla!- gritó el humano y gracias a la magia, su voz llegó a cada rincón de la capital.
-¡Sin embargo, lo que voy a deciros ahora es lo que vamos a hacer antes de la batalla! ¡Vamos a hacer una fiesta!- gritó con una sonrisa.
Celestia volteó su cabeza y no fue la única, muchos empezaron a preguntarse que tendría eso que ver con la guerra.
-¡Habeís trabajado duro! ¡Todos! ¡Es el momento de festejar lo que deseo que será nuestra victoria! ¡Tenemos las tropas, las armas, el coraje y la determinación! ¡No podríamos estar mejor preparados!-
Hubo varios gritos de ánimo y un murmuro en general de afirmación.
-¡Sin embargo esta fiesta no solo servirá para nosotros!- gritó el general, que se había subido al borde del balcón- ¡Vamos a enviar un mensaje a nuestros invitados, al igual que ellos nos han enviado un mensaje!-
La muchedumbre mantuvo la mirada expectante en Ryner.
-¡Su mensaje es claro! ¡Nos están diciendo que van a tomar lo que quieran, destruir lo que quieran, hacer lo que deseen y que nadie se lo impedirá!-
Hubo más de un gruñido de disgusto entre los oyentes.
-¡Pero nosotros vamos a mandarles otro mensaje! ¡Vamos a decirles que no nos quedarnos quietos viendo como destruyen todo! ¡No nos agacharemos y suplicaremos piedad! ¡No nos rendiremos sin luchar! ¡Estas son nuestras familias, estos son nuestros hogares y este es NUESTRO mundo!-
Gritos de ánimo se alzaron entre las tropas.
-¡Así pues que les llegue nuestro mensaje! ¡Cantad, reíd y gritad tanto como podáis! ¡Que vuestras voces estremezcan la tierra y rasguen el cielo! ¡Que vuestras voces atraviesen madera, carne y hierro! ¡Que se os escuche desde esta ciudad hasta el mismísimo corazón de la nave de los purificadores! ¡Dejémosles muy claro a esos monstruos que este es nuestro mundo, vamos a luchar por él y que NO TENEMOS MIEDO!-
Las tropas se alzaron todas a la vez, relinchos, rugidos y mugidos salieron de cientos de gargantas. Cascos, pezuñas y garras golpeaban con fuerza el suelo. Las voces hicieron retumbar el castillo y sus murallas.
Muy lejos de Canterlot también había alguien que escuchaba gracias a su gran poder, alguien que nunca dormía, dentro de la nave de los purificadores, en su parte más profunda y en el interior de un enorme tanque cilíndrico había una masa gaseosa de color púrpura, pura energía que tenía consciencia. Era la conocida “Mente”, el dios, creador y dirigente de los purificadores, con millones de años de edad había escuchado todas las voces que habían llegado hasta él, sabía que no eran las tropas las que gritaban, era el mundo el que gritaba a través de sus hijos, unos hijos con un deseo de supervivencia tan fuerte que había llegado a sentirlo en su esencia, un sentimiento tan fuerte que lo había notado muy pocas veces a lo largo de sus purgas por el universo. En esos gritos no había lenguaje ni entonación, no había vocabulario o gramática pero sabía perfectamente lo que estaba gritando el mundo:
“Estoy aquí…estoy preparado…y os estoy esperando”
Por primera vez en millones de años, tras tantas matanzas, tantas purgas y tantas victorias… simplemente por el mero echo de escuchar esas voces… por primera vez en eones…”Mente” pensó que podría perder.
En Canterlot no había silencio, todo era movimiento y música, toda la ciudad parecía haberse convertido en una enorme fiesta, se veía a los guerreros hacer competiciones de fuerza y resistencia, a los trabajadores haciendo pulsos, se bebían jarras de sidra por todas partes y se bailaba al compás de decenas de canciones que se tocaban por toda la ciudad. Ryner veía todo eso y quería participar, pero sabía que no tenía energías para ello ni ánimos. Tenía que hacer varias cosas y ninguna era agradable.
Evadió como pudo a los fans y amigos que insistían en tomar una jarra o a bailar. Veía sus sonrisas y miradas de disfrute de esa gran celebración y sintió envidia. Por el camino vió a RD conversar animadamente con Gilda mientras cada una tenía una jarra de sidra. Vio a Talon y Boulder luchando en un pulso, ambos apoyaban sus codos en una mesa que daba la impresión de que iba a ceder con la presión de los dos colosos. Árbol estaba sentado y tranquilo mientras una docena de potrillos correteaban a su alrededor alegres y subían a sus grandes astas como si se tratasen de meras barras para jugar en un parque.
Tras esquivar a todos los que pudo, Ryner llegó hasta la muralla sur, subió hasta arriba, donde no había nadie que le molestase, entonces se tumbó boca arriba para mirar las estrellas, debido al cansancio que tenía, no tardó en dormirse.
Se volvía a encontrar, como casi siempre que soñaba, en la inmensidad del espacio, con estrellas, planetas e infinidad oscura y cósmica hasta donde alcanzaba la vista. No se sorprendió al escuchar la voz de Luna a sus espaldas.
-Hace tiempo que no me visitabas-
-Ya, no he podido…- Ryner se calló de golpe al darse la vuelta y ver a Luna.
Era Luna, no había duda, pero no era una alicornio.
Era una humana, tenía la piel oscura y un cabello largo y brillante de color azul, unos ojos azules oscuros que parecían como estrellas, era un poco más baja que Ryner, llevaba un vestido largo de color negro con brillantes que parecía que estuviera vistiendo una galaxia entera, unas alas salían de su espalda como si se tratara de un ángel nocturno y una joya pequeña se encontraba en la mitad de su frente como si sustituyera a su cuerno, llevaba brazaletes y una tiara de color azul claro. También destacaba que tenía una cintura delgada y firme, era una verdadera belleza.
Ryner se quedó sin habla, hacía mucho tiempo, tal vez demasiado que no veía a una mujer humana, notó como empezaban a colorearse sus mejillas y como le faltaba el aire. Muchos pensamientos (No muy decentes) pasaban por su mente.
-Por lo que veo.... no me ha quedado mal- sonrió con timidez Luna- he tomado esta forma para que te sintieras más cómodo-
“Has conseguido todo lo contrario” pensó el humano.
Luna se acercó con pasos suaves y moviendo su figura hasta que estuvo justo en frente de Ryner con una sonrisa suave.
-Para lo que quiero decirte…creo que será mejor tener esta forma- susurró sonrojada.
Ryner notó su labio temblar y dio un paso atrás.
-Puede que cuando esto acabe no estemos vivos ninguno- dijo la princesa con tristeza- así que esto es algo que quiero decirte-
Se adelantó y se puso de puntillas, cerró los ojos y acercó su rostro al de Ryner.
Ryner veía los labios suaves y los cabellos olían muy bien, estaba cada vez más cerca y él quería que estuviera aún más cerca, se acercaba más, los labios estaban a un centímetro.
-¡NO!- gritó Ryner y agarró a Luna de los hombros para alejarla de él.
Luna parecía confusa y miró con tristeza al general.
-¿Qué ocurre?-
-Esto no funcionará, Luna- dijo el humano soltándola con tristeza- esto es solo ensueño, una ilusión-
-Pero…-
-Eres una pony…y yo un humano- dijo Ryner dándose la vuelta- simplemente somos demasiado diferentes.
Luna quería hablar, quería gritar pero sabía que Ryner no era de los que retiraban sus palabras, lo conocía demasiado bien.
-Entonces…¿nunca podremos…?-
-No- cortó el humano con tristeza- Lo siento, Luna-
-¡Pero nunca había conocido a nadie que me comprendiera tan bien!- exclamó la princesa- ¡Es posible que mañana todos estemos muertos y aún así…!-
-Si mañana vamos a morir, no dejaré que mis últimas palabras sean mentiras, Luna-
-¡Sé que somos de razas distintas, pero aún así…! ¡Mira a Spike y Rarity!
-El amor es ciego para muchos, alteza, pero me temo que no para mi- Dijo el humano sin darse la vuelta y mirando sus pies- Lo siento-
Luna sintió como sus lágrimas estaban a punto de emerger.
-Ya no puedes volver a tu mundo…tu vida ahora está aquí-
-Está la mayor parte de mi vida- corrigió Ryner- Algunas partes se quedaron en mi mundo natal, como mi capacidad de amar-
Luna no pudo evitarlo y unas silenciosas lágrimas emergieron de sus ojos.
-¿Por qué no puede ser?-
Ryner no contestó inmediatamente.
-Por instinto-
Ryner escuchó el llanto silencioso de la princesa pero siguió sin moverse.
La oscuridad llenó el sueño pero no se convirtió en pesadilla, Ryner se quedó solo, flotando en la oscuridad dejándose llevar por el sueño cerró los ojos y los abrió en el mundo real.
Era cerca del medio día y la mayoría aún dormía por la fiesta de la noche, seguramente se despertarían en un par de horas y entonces marcharían a la nave. Ryner por su parte ya había olvidado lo ocurrido con Luna y pensaba en otra cosa.
La muerte, Ryner tendría que morir por un bien mayor, por el bien de todos, era lo correcto y lo sabía pero eso no lo hacía menos doloroso. Este tipo de cosas se las contaba a Luna pero ella ya había sufrido un gran golpe…tendría que afrontarlo solo pues sabía que ese plan no debía saberse. El humano se alzó en la muralla y cerró los ojos, sintió el sudor en su piel y el viento en sus cabellos, sintió la piedra bajo sus pies y escuchó el mundo a su alrededor, inhaló aire y olió aromas distintos…sentía la vida en su cuerpo y supo que nunca más volvería a sentir nada.
No hubo nadie que lo viera. Nadie vio al general poner su gran mano sobre su rostro, nadie vio como apretaba los dientes y dejaba caer gruesas lagrimas de pena, nadie vio a aquel hombre hincar la rodilla en el suelo y derrumbarse mientras sollozaba en silencio. Nadie escuchó las palabras llenas de pena, llanto y amargura.
-No…no quiero morir de esta manera…por favor….no quiero morir-
En el palacio, Luna sollozaba bajo el ala de su hermana mayor, Celestia la mirada con pena mientras frotaba su cabeza con la de su hermana para darle ánimos “Ya va una vez…queda otra” pensó la yegua del sol con pesar.
Luna dejaba caer lagrimas llenas de pena por su corazón roto, después de ese gran dolor ya no le importaba nada…solo quería dejar de sufrir de cualquier forma. Solo Celestia escuchó la voz llena de dolor de la princesa de la noche.
-No…no quiero vivir con esta pena…no, por favor…no quiero vivir-