Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 11 Feb 2016, 22:11

Capítulo 20

Encontronazo


Applejack trataba de concentrarse, pero entre el ruido ensordecedor de las armas y la balacera que la estaba asediando apenas podía por mucho que lo intentaba; con su arma en alto y cubriéndose tras una roca cercana, el tiroteo no parecía que fuera a detenerse, cosa que la ponía sumamente nerviosa. Disparó a ciegas por encima de la roca sin asomar mucho el brazo para tratar de intimidar un poco, pero apenas sirvió y continuó el asedio. La roca paraba y desviaba las balas, pero aun así ella se inquietaba.

-Agh, maldita sea… ¿cómo me he metido en esto?-pensó ella, un tanto molesta.

Todavía no se terminaba de ubicar del todo, y es que había pasado todo tan rápido que apenas tuvo tiempo de reaccionar. Como cada mañana había ido a "trabajar", Trevor se había ido con la avioneta, ella había cogido el buggy y había puesto camino hacia donde Óscar la dijera que fuera.

Esa vez sus indicaciones la llevaron hasta la granja Braddock, una pequeña y apartada granja situada a las afueras de Grapeseed, comunicada por un estrecho camino de tierra y situada en la falda este del monte Chiliad. En cuanto llegó estaba todo tranquilo, aparentemente no había nadie cerca, y estuvo esperando pacientemente a que llegara la avioneta con la mercancía. Sin embargo la avioneta nunca llegó, y en su lugar llegaron un par de todoterrenos amarillos llenos de Vagos armados hasta los dientes que comenzaron a tirotearla sin mayores contemplaciones. Por su parte, Applejack cogió la radio del coche y se cubrió tras la roca, avisando de seguido a Óscar, el cual exclamó.

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Granja Braddock


-¡Oh, mierda, sal de ahí, es una emboscada!

-¡No puedo, me han acorralado y son muchos, van todos a saco!

-¡Pues ábrete paso, tienes un arma, úsala!

Sin embargo la chica se encontraba en un serio dilema, puesto que aun a pesar de que sabía disparar y había practicado la puntería con su hermano, nunca antes había disparado a nadie ya que jamás se había visto en la necesidad de hacerlo. Por lo que la idea de disparar a alguien la inquietaba bastante, aun a pesar de las circunstancias.

-Maldita sea…

Se asomó brevemente por un lado de la roca y echó un vistazo al panorama; un par de Vagos la tiroteaban desde un pequeño invernadero, mientras que otro par se cubría tras una valla de madera justo al lado de la casa que había junto al invernadero. Desde donde estaba alzó el arma y disparó en dirección hacia los del invernadero, la ráfaga de balas voló por encima de sus cabezas, haciéndoles reaccionar agachándose levemente. Applejack aprovechó ese inciso para moverse y echó a correr en dirección al granero, ya que había dejado el dune buggy justo detrás, cubriéndose tras un palé de tablas de madera. Más balas silbaron en el aire, y una de ellas la llegó a rozar la pierna derecha, haciéndola caer al suelo.

-¡Agh, mierda!-musitó la chica, conteniendo un grito de dolor.

Se arrastró por el suelo, llegando a disparar a ciegas por encima de las tablas, pero no hizo absolutamente nada por detener la trifulca. Applejack se reincorporó de nuevo y vio que otro todoterreno amarillo con más Vagos aparecía en la lejanía por el camino de tierra, dirigiéndose hacia la granja. Hizo mano entonces de la radio y musitó.

-¡Maldita sea, Óscar, vienen más, me van a matar, ayúdame!

Antes de que el aludido contestara la voz de Trevor se entrecruzó, comentando de seguido.

-¡Muy bien, he terminado por aquí, me vuelvo al aeródromo!

-¡Philips, ayúdame, por dios, me van a matar!-exclamó Applejack.

-¿Qué? ¿Por qué, qué pasa?

-¡Los Vagos la han tendido una emboscada en la granja Braddock, otro encargo falso!-explicó Óscar rápidamente.

-¡Vaya por dios! ¡Bueno, no puedo dejar totalmente desatendido a uno de mis socios! ¡Aguanta ahí, Apple, voy para allá!

-¡Date prisa!

Tras eso el tiempo comenzó a pasar mucho más lento, como si lo hiciera a propósito; el tiroteo se intensificaba aún más, los Vagos se agruparon en un solo punto y aunque sólo era una rozadura, la pierna la dolía horrores. Por un momento su mente comenzó a meterse con ella, mostrándola lo que pasaría si consiguieran matarla ahí y ahora; su familia llorando su muerte, consternada, rota de dolor y totalmente desesperada, aunque la visión de su hermana pequeña Apple Bloom más depresiva que nunca fue lo que la hizo reaccionar.

Por un momento no hubo nada, el dolor desapareció y el deseo de sobrevivir se apoderó de ella, dándola de golpe fuerzas renovadas. Alzó el arma en cuanto tuvo la ocasión y disparó al tiempo que chillaba con furia, sin apenas pensar ni apuntar. Dos Vagos cayeron de espaldas en cuanto la ráfaga les golpeó en el pecho, retorciéndose en el suelo de dolor. Palabras apagadas reverberaban en su mente al tiempo que comenzaba a correr hacia otra dirección, buscando una nueva cobertura. Un árbol lo suficientemente grueso la cubrió a tiempo, aunque en cuanto quiso volver a disparar el sonido del cargador vacío la hizo volver a la realidad, agazapándose tras el tronco mientras trataba de recargar el arma con manos temblorosas y tratando de ignorar lo que acababa de hacer.

Aunque en ese preciso instante comenzó a oírse el ruido de una avioneta volando bajo acercándose desde la lejanía; la radio se encendió y se oyó a Trevor exclamar.

-¡Ya estoy aquí, te veo, Apple! ¡Y tienes a todos congregados! ¡Bien, bien, ahora aléjate, aquí van a haber muchos fuegos artificiales!

Applejack alzó la vista y vio la cuban 800 roja y blanca de Trevor aproximándose; por un momento los Vagos dejaron de disparar, lo que Applejack aprovechó para correr en dirección contraria, escondiéndose en una cuenca cercana formada por la erosión de torrentes cuando llueve. Inmediatamente después oyó una súbita explosión un poco más adelante, al tiempo que la avioneta remontaba el vuelo y Trevor exclamaba por radio.

-¡Eso es, así me gusta más! ¡Has tenido suerte, Apple, aún me quedaba una bomba en el compartimento de carga! ¿Estás bien?

-Sí, estoy entera…

-¡Maravilloso! ¡Te espero en el aeródromo!

La avioneta maniobró y se dirigió hacia el sur, al tiempo que Applejack salía de su escondite; un poco más adelante los restos de una explosión habían ennegrecido el suelo, y de los Vagos apenas quedaba poca cosa. La chica se dirigió al dune buggy y se fue de allí rápidamente, dejando el lugar desierto.

El regreso al aeródromo fue mucho más rápido, el dolor de la pierna la hacía acelerar, por lo que llegó enseguida atravesando los campos por los caminos de tierra, evitando así las carreteras; más de una vez el propio Óscar se lo había aconsejado, ya que el ir por las carreteras podría atraer la atención de la policía al ser un vehículo usado para el tráfico de armas.

Entró en el aeródromo por el acceso trasero y aparcó el coche junto al hangar, donde Trevor y Óscar la esperaban.

-¡Ah, aquí está, la heroína invicta, vivita y coleando!-exclamó Trevor.

-Bueno, tampoco te pases, Philips…-masculló ella, cojeando un poco.

-¿Qué pasa, te han dado?-inquirió él, intrigado.

-No, tan solo es un rasguño, pero duele horrores…

-Ah, entonces estás bien. Aunque me temo que hoy no hay pago, lo cual me apena horrores, lo importante aquí es que todos estamos vivos para contarlo. Es parte de la experiencia ¿notas como te haces un poquito más fuerte? Esa es la clave de la supervivencia, recuérdalo siempre, Apple.

-Lo que tú digas, Philips…

-¡Claro que sí! Espero que para mañana la cosa mejore, Óscar…

-Lo intentaré, aunque a veces es difícil estar cien por cien seguro de la veracidad de los encargos.

-Bien, bien, pero sobrevivimos, eso es lo importante. ¡Muy bien, tropa, desplegaos hasta perderos en la distancia!

A su señal los tres se desperdigaron, Applejack se dirigió a su coche y se dirigió de vuelta a su hogar, aún con la pierna palpitando de dolor.

Nada más llegar aparcó en el granero pequeño enfrente de la entrada y, asegurándose de que no había moros en la costa, salió del coche cojeando y dirigiéndose hacia la casa, entrando en ella precipitadamente. Subir las escaleras se hizo un tanto duro, pero finalmente llegó a su habitación, metiéndose directamente en su baño y cerrando la puerta por dentro. Acto seguido se sentó en la taza del váter extendiendo la pierna y observando la herida. La bala había pasado rozando el muslo, trazando un leve pero visible surco en el pantalón y su piel. Se quitó los vaqueros y se trató la herida, la cual era superficial, pero dolía igualmente debido al desgarramiento de la piel. La limpió con un paño mojado, quitándola la sangre coagulada, y luego la desinfectó aplicándose povidona con una gasa, vendándola un poco después.

En cuanto terminó oyó la voz de su hermano mayor llamándola desde el piso de abajo.

-¿Applejack? ¿Estás aquí?

-Ah… ¡sí, sí, ahora bajo!-exclamó ella.

Se puso decente antes de bajar, pensando en los más recientes acontecimientos; aun a pesar del riesgo seguía viva, casi de milagro, y aunque podría haber sido mucho peor, tan solo se había quedado en un mero susto. Por un lado la tranquilizaba, pero eso no quitaba que el riesgo siguiera ahí. Sin embargo sabía que debía seguir, ya que necesitaba el dinero para poder ayudar a su familia. Por lo que, apechugando con las consecuencias, y tratando de no revelar que cojeaba un poco, fue a la planta baja para encontrarse con su hermano. Afuera, el día comenzaba a nublarse por el sur.


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-Bienvenida a la comisaría de Mission Row ¿qué se la ofrece?

-Buenos días, soy la fiscal del distrito Sparkler Glory, he venido por petición de la oficina para analizar la única prueba existente del asesinato de Jock Cranley.

-¿Otra vez? Ya se hizo hará cosa de una semana, se cerró el acta.

-Lo sabemos, pero la fiscalía ha ordenado una revisión del caso y ha sugerido una segunda investigación más a fondo, el ayuntamiento nos ha estado presionando, ya sabe que el suceso ha trascendido bastante.

-Sí, desde luego… está bien, si me permite su documentación, señorita Glory…

Tan solo se requirió de un par de minutos para su identificación, aunque para ella era más que suficiente; entregó su tarjeta de identificación, la cual luego cotejaron en la base de datos mediante el uso del lector, mostrando un resultado positivo en la pantalla.

-Perfecto, está todo en orden, puede pasar, señorita Glory.

-Muchas gracias.

Rarity recogió su tarjeta y se la guardó en el bolso, el cual tuvo que dejar en un casillero de seguridad. Una vez dentro se llevó disimuladamente una mano al oído, haciéndolo pasar por un gesto para arreglarse el pelo, al tiempo que susurraba.

-Estoy dentro.

-Bien, estupendo, al final me han sobrado unos cuantos segundos, pero he conseguido hackear a tiempo el lector para que diera positivo. Vale, el depósito se encuentra en la planta -2, tercera puerta a la derecha, ahora que la han identificado no tendrá problemas para acceder a la cámara donde custodian las pruebas.

-De acuerdo.

Aunque en un principio vio muy arriesgada esa infiltración, al final no había sido tan complicado; dado que la única prueba a la que podían acceder estaba confinada en el depósito de la comisaría del centro, Rarity trazó un plan para acceder a ella, siendo ayudada por Lester en el proceso. Hacerse pasar por fiscal era relativamente sencillo, tan solo había que vestir adecuadamente y actuar con profesionalidad, algo que Rarity sabía hacer particularmente bien. Nada que un vestido típico de funcionaria con blusa blanca, chaqueta negra, falda a juego ajustada hasta las rodillas y gafas de ejecutiva pudiera hacer, y todo ello salido de su propio armario.

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Comisaría de Mission Row


Por otro lado el burlar la seguridad con una identificación falsa era un poco más complicado, aunque para Lester fue de lo más sencillo; conseguir una tarjeta magnética fue mucho más fácil de lo que la propia Rarity supuso, aunque la parte difícil estaba en engañar al sistema de seguridad para que le diera el visto bueno y de esta forma poder entrar. Una opción era hackear el sistema para introducir en él los datos falsos, y otra un poco más sencilla era trastear en sólo una parte del mismo para que la lectura saliera positiva, ignorando el resto del sistema. Lester se explayó a gusto en cuanto a detalles se refería.

-Hay dos formas de hacer esto: a lo loco o bien con cautela. Lo malo de hacerlo a lo loco es que te expones más, pero el ir con cautela te da más margen de maniobra, y en un caso como este ir a lo loco no es quizás la mejor opción. No es lo mismo entrar en un sistema complejo y controlarlo desde fuera que entrar en sólo una parte y controlarlo desde dentro, de hecho se llama menos la atención de esa forma, por lo que en un caso como este aproximarse con cautela es la mejor opción. Dado que no es un golpe como tal y es más pequeño, no es nada que yo no pueda manejar, me meteré en una parte del sistema y lo sabotearé desde dentro, no me tomará mucho tiempo.

La habilidad de Lester no tenía parangón, Rarity nunca había conocido a nadie con tantos recursos, y hasta ella podía ver lo poderoso que era, y lo ventajoso que también era tenerle como aliado. Con él a su lado tendría localizado a los Sanders antes de que se diera cuenta.

-Por cierto ¿qué tal lleva la búsqueda, ha encontrado algo?-inquirió ella en voz baja, mientras bajaba por las escaleras.

-Ah, sí, de hecho era algo que quería comentarla. No sé en qué términos estará ese hombre con usted ni lo que le habrá hecho, pero se me está complicando mucho el localizarle, pensaba que sería algo sencillo, pero lo cierto es que se me está resistiendo.

-¿En serio?

-Sí, anoche estuve registrando un montón de sitios y consultando un buen número de bases de datos, y por ahora no he encontrado nada. Es raro, teniendo en cuenta que se trata de mí…

-Ya veo…

-Pero bueno, yo no soy de los que se achantan, seguiré buscando, en cuanto tenga algo la aviso. Vale, ya debería haber llegado…

-Sí, ya estoy aquí.

-Muy bien, tercera puerta a la derecha, hay cámaras en el pasillo y en una esquina de la habitación, pero no se preocupe, para esa cámara será usted la mujer invisible. La prueba está archivada en el cajón 27, quinta fila contando desde abajo.

Al fondo del todo había un guardia vigilando el lugar, ella lo ignoró y se metió en la sala correspondiente, donde había una serie de ficheros verdes compuestos por pequeños y múltipes cajones donde se guardaban las pruebas de diferentes casos. En medio de la estancia había una mesa de trabajo con una lámpra retráctil incorporada. Desde donde estaba pudo ver de reojo la cámara de vigilancia que Lester la comentó, pero no se preocupó por ella. Se dirigió directamente al cajón 27 y lo abrió con una llave que la facilitaron arriba al pasar, sacando del mismo una bolsita hermética donde se encontraba metido el casquillo de bala.

Aunque había tenido que dejar el bolso arriba, ella había venido preparada, por lo que se sentó en la mesa con porte tranquilo, al tiempo que hacía mano disimuladamente de un casquillo muy similar guardado en su zapato para cambiarlo por el real.

-Vale, antes de dar el cambiazo compruebe de que se trata del casquillo bueno.

-Tiene que serlo, después de todo está aquí guardado.

-Sí, pero también pueden haber tomado precauciones, después de todo es la única prueba de un caso muy importante. Eche un vistazo al número de serie grabado en la parte trasera, tiene que acabar en 7563.

Usando un par de guantes y asiendo la lámpara retráctil, la cual tenía una lupa adosada junto a la bombilla, observó el número de serie grabado en la parte trasera, el cual acababa en el número que Lester indicó.

-Sí, es la auténtica.

-Bien, en ese caso realice el cambio.

Rápidamente metió el casquillo que trajo consigo en la bolsa, cerrándola de seguido, y guardándose el real en su zapato, acomodándolo bien para que no la molestara.

-Hecho.

-Estupendo, salga de allí, no voy a poder congelar la imagen por mucho más tiempo.

Rarity se puso en pie y salió de allí con porte calmado y paso tranquilo para no llamar demasiado la atención. En cuanto regresó a la planta baja recogió sus cosas de la taquilla, devolvió la llave del cajón y salió de la comisaría tranquilamente.

-Vale, ya estoy fuera.

-Genial, pues ya tiene el casquillo, llévelo al Ammu-Nation que hay en Pillbox Hill, conozco al tipo que lo lleva el cual nos podrá hacer un favor.

-Muy bien, voy para allá… ¡taxi!-exclamó ella, llamando a uno cercano.

Como no quería llamar la atención, ese día prefirió dejar el coche en el garaje en el hotel, moviéndose por la ciudad de forma más desapercibida. Por encima de sus cabezas el día se comenzaba a nublar.


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-¡Harás lo que yo te diga!

-¡Huye, corre, sal de aquí!

-¡Vuelve aquí ahora mismo!

-¡No mires atrás, corre, corre!

-¡Alto!

-¡No la tocarás! ¡Corre, Fluttershy!

El sonido de una detonación reverberó en su mente y la aludida despertó, dejando escapar un grito de puro terror; acto seguido se reincorporó y, asiéndose de las piernas, lloró en silencio, desahogándose y soltando todo lo que sentía. Volver a Los Santos después de tanto tiempo había despertado en ella sentimientos y recuerdos que enterró hace mucho tiempo, los cuales ahora comenzaban a resurgir, atormentándola al mismo tiempo. Apenas había descansado, despertándose cada dos por tres a lo largo de toda la noche, aunque esa vez se había despertado del todo, por lo que desechó la idea de volverse a dormir y se levantó en cuanto consiguió calmarse un poco.

Ese almacén en La Mesa era el único sitio en el que se podía quedar en todo Los Santos, estaba bastante resguardado por lo que era el sitio ideal para esconderse, pero al mismo tiempo el simple hecho de estar ahí la traía de vuelta todos esos dolorosos recuerdos que prefería olvidar. Hizo un esfuerzo para ignorarlos y, tras recoger sus cosas, entre ellas el móvil de su asesino conectado al rastreador, salió del almacén.

El plan era rastrear la frecuencia del número recorriendo toda la ciudad en su furgoneta, aunque antes fue a desayunar a un restaurante cercano que había a la vuelta de la esquina y que Fluttershy conocía bien.

Casey's Diner había estado ahí desde que Fluttershy tenía uso de razón, y era el restaurante predilecto de la gran mayoría de asalariados que trabajaban en esa parte de La Mesa. Su dueña, la señora Casey Williams, había vivido allí desde siempre y conocía a todos o casi todos los pocos vecinos que habitaban en el barrio. Se encontraba situado en Popular Street, haciendo esquina con el extremo superior de Supply Street, por lo que en menos de diez minutos se plantó allí.

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Casey's Diner


Nada más entrar el olorcillo característico del café recién hecho acompañado de panqueques y sirope la dio la bienvenida, aspirando con fuerza y dejándose llevar por los recurdos, esta vez unos más tranquilos y alegres. El interior del restaurante era muy similar al de los típicos diners de carretera, con una serie de mesas dispuestas a lo largo de toda la estancia, rodeadas de sofás y con suelo enmarmolado. No había mucha gente a esa hora de la mañana, y tras la barra una cara familiar se la quedó mirando con gesto atónito, como si no hubiera visto bien.

-Oh, cielo santo ¿estoy viendo bien? Fluttershy, querida, ¿eres tú de verdad?-inquirió una mujer entrada en años, menuda, de facciones redondas y de pelo castaño rizado.

-Hola, señora Casey…-murmuró ella, a media voz, y con gesto feliz.

-¡Oh, de veras eres tú, cuánto tiempo, querida, ven a mis brazos!

La señora Casey salió de detrás de la barra y le dio un gran abrazo a la chica, la cual se dejó hacer con mucho cariño. Para Fluttershy la señora Casey siempre había sido como una segunda madre; alegre, cariñosa y con una atención y dedicación propias de una madre, siempre había sido un gran apoyo para la chica en los momentos más difíciles.

-¡Oh, en serio, cuánto tiempo, pensaba que nunca más volvería a verte! ¿Cuánto ha pasado ya, exactamente? ¿Diez años?

-Eh… sí, por ahí, más o menos…

-Madre mía, se me han hecho eternos. Pero mírate, estás hecha toda una mujercita, aunque un poco flacucha ¿acaso no comes bien, querida?-inquirió ella,

-Bueno, ya sabe que yo nunca he sido de comer mucho…

-Pues muy mal, ya sabes que debes comer bien, cielo. Déjame que te haga un buen desayuno, de esos que te levantan por completo.

-Ah, recuerde que yo no como carne…

-Descuida, cariño, que no me olvido-asintió ella, guiñándola un ojo.

Fluttershy no pudo evitar sonreír, sintiéndose un poco mejor; se sentó junto a la barra mientras esperaba, pensando en sus propias cosas mientras hacía planes en su cabeza. La esperaba un día largo puesto que Los Santos era muy grande, y probablemente precisaría de un día entero si lo que quería era peinar la ciudad por completo, por lo que iba a necesitar mucha paciencia y tener los ojos muy abiertos. El móvil conectado al rastreador permanecía en su bolsa, aún apagado para ahorrar batería.

-Y cuéntame, cielo, ¿dónde has estado durante todo este tiempo?-inquirió la señora Casey en un momento dado, desde la cocina.

-Oh, bueno, me establecí en el condado de Blaine…

-Ah, entonces no te fuiste muy lejos… ¿y qué tal todo por allí?

-Bien, muy bien, bastante tranquila, ya sabe que nunca me gustó demasiado el ajetreo de la ciudad…

-Sí, aunque ¿qué te trae por aquí entonces?

Por un momento Fluttershy dudó, no muy segura de qué contestar al respecto. Lo último que quería era poner en peligro a la señora Casey, por lo que prefirió ir a lo seguro.

-Bueno, tengo unos asuntos pendientes que requieren de mi atención…

-Entiendo…

La señora Casey no dijo nada más, cosa que la chica agradeció ampliamente.

Al cabo de unos pocos minutos de espera en los que la chica se entretuvo leyendo el periódico local, Los Santos Meteor, la señora Casey regresó con el desayuno, el cual consistía en un gran plato lleno de lo que ella mejor sabía hacer: dos huevos a la plancha, panqueques con sirope de maíz y nata, tostadas y fruta, todo ello acompañado de un zumo de naranja y una buena taza de café. Aunque hacía tiempo que Fluttershy no desayunaba tanto, tampoco pretendía hacerle un feo a la señora Casey, por lo que hizo un esfuerzo y se lo comió todo tranquilamente, mientras iban hablando de todo un poco.

-¿Y qué tal todo por aquí, señora Casey?

-Oh, pues como siempre, cielo, mismas caras, mismos días, misma rutina, mismo todo. Pero bueno, al menos me da para vivir, y a estas alturas tampoco voy a estar quejándome.

-Bueno, después de todo este sitio no sería lo mismo sin usted…

-Oh, querida, me halagas, tampoco es para tanto…

-No, en serio, no me imagino el barrio sin este restaurante… y estoy segura de que la gente de por aquí tampoco.

-¿Eso crees? Vamos a ver… ¡hey, Daryl!-exclamó entonces la señora Casey, dirigiéndose al otro lado de la barra, donde un hombre de mediana edad también se encontraba desayunando.

El tal Daryl se volvió hacia ella, mirándola con gesto inquisitivo, a lo que ella comentó.

-¿Verías el barrio sin mí y sin mi diner?

A eso Daryl tan solo se encogió de hombros, al tiempo que decía.

-Meh, tendría que caminar un poco más para ir al siguiente, este es el que más cerca me queda.

Su contestación indignó a Fluttershy, sin embargo la señora Casey apenas se inmutó, incluso llegó a esbozar una indulgente sonrisita, como si se esperara una respuesta así.

-¿Lo ves, querida? En realidad nada cambiaría, pero bueno, aun así sigo aquí. Sí, sigo aquí…

Esa última declaración dejó un poco chocada a Fluttershy, la cual se quedó muy pensativa. Era en momentos como esos cuando más recordaba por qué no le gustaba esa ciudad ni la gente que vivía en ella. La falsedad y condescendencia que caracterizaba a los santinos era algo que ponía enferma a la chica, ya que chocaba mucho con su forma de ser, más simple y sincera. Aunque lo que más la molestaba era el poco cariño y respeto que ese hombre había demostrado tener hacia la señora Casey, que era como la madre que nunca tuvo para ella. Apretó un puño con fuerza, frunciendo el ceño y arrugando los labios, notando cómo la rabia comenzaba a apoderarse de ella y cada vez con más ganas de responder a ese hombre.

Sin embargo en ese momento notó como una mano se posaba en su puño, aflojándose enseguida. Fluttershy levantó la mirada y vio a la señora Casey mirándola como sólo una madre haría, esbozando una sincera sonrisa. La chica no pudo evitar emocionarse, con lágrimas en los ojos, pero la señora Casey negó con la cabeza, al tiempo que posaba una mano en su mejilla, con gesto cariñoso. La chica se recreó en ese momento, dejándose llevar y tranquilizándose enseguida.

El resto del desayuno fue más tranquilo, en cuanto terminó fue a pagar, pero la señora Casey se lo impidió.

-No te preocupes, cielo, esta vez invita la casa.

-Pero…

-Oh, vamos, después de todo hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Vendrás a cenar?

-Oh… sí, claro…

-Vale, en ese caso nos vemos esta tarde.

Se despidió de ella con el estómago lleno y volvió un momento al almacén para ir a recoger la furgoneta, la cual se encontraba aparcada en un callejón justo al lado de la puerta; nada más subir a ella arrancó el motor, el cual renqueó un poco al principio, y una vez que estuvo lista encendió el móvil para comenzar a rastrear la señal. Como la otra noche por allí no daba señal de ningún tipo, por lo que tendría que ponerse en marcha; pensó en descartar el este de Los Santos, pero dado que tenía intención de peinar toda la ciudad desechó la idea y decidió empezar por los barrios aledaños. Miró una vez más el número antes de salir a la carretera, el cual destacaba por ser más largo de lo normal. Normalmente los primeros dígitos solían pertenecer a centralitas y centros de desvío de llamadas, por lo que tuvo en cuenta tan solo los ocho últimos números, los cuales acababan en 8534-9811. Con eso en mente aceleró y se puso en camino, saliendo a Popular Street y comenzando la búsqueda.


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-No me puedo creer que tampoco haya nada aquí… debe de haber algo que se me escapa.

Era en momentos como esos cuando Lester se molestaba, y mucho. No conseguir la información que buscaba en el momento preciso le ponía particularmente nervioso, ya que le daba la sensación de desinformación. De cierta forma se había acostumbrado a saberlo todo gracias a sus habilidades, que le permitían acceder a cualquier sitio y enterase de casi cualquier cosa, pero cuando eso no sucedía, la mente de Lester se alteraba y apenas le dejaba concentrarse.

Hasta ahora la búsqueda de alguna pista que le llevase hasta Seymour Sanders no había dado resultado, y el detalle en sí, aparte de molestarle, le llamaba la atención de cierta forma. Normalmente cualquier criminal corriente norteamericano estaba fichado de alguna u otra forma, ya fuera por la policía local, estatal, o bien el FIB, la IAA o incluso por la Globalpol, en el remoto caso de que hubiera llegado tan lejos. Sin embargo ningún Seymour Sanders estaba fichado en ninguna de esas instituciones, ni siquiera sabían nada de él en un foro de criminales localizado en lo más profundo de la deep web y en el cual Lester solía entrar en ocasiones, sobre todo cuando buscaba a alguien en concreto, como era ese el caso.

-Agh, maldita sea…-masculló el hombre, recolocándose en su silla y dejando escapar un leve quejido doloroso.

Desde hacía años padecía de caquexia, una enfermedad degenerativa la cual le limitaba mucho la movilidad en la gran mayoría de los casos, necesitando de su silla de ruedas para moverse, aunque con periodos de movilidad crónicos en los que precisaba de un bastón para andar a un paso lento y moderado. Al menos no se le había mezclado con anorexia, ya que hubiera sido incluso peor, aunque el comer nunca había sido un problema para él.

Lester se estiró, tratando de encontrar una posición cómoda, pero en ese justo momento un insistente pitido que ya le era familiar comenzó a sonar al otro lado de la estancia.

-Vaya, vaya, ¿otra vez a las andadas? Veamos que andas haciendo, mi escurridizo amigo…

Se puso frente a los teclados y comenzó a observar sus movimientos. Al principio se movía lentamente, dando vueltas por todo el barrio de La Mesa, pero luego comenzó a coger más ritmo. Una vez que terminó en La Mesa se dirigió a Cypress Flats, recorriéndolo de arriba abajo, y acto seguido subó por todo El Burro Heights, recorriendo todo el campo petrolífero de Murrieta y pasando cerca de su casa. Siguió subiendo todo recto pasando por Murrieta Heights, para luego dirigirse hacia Mirror Park, pasando por Vinewood Este, y regresando hacia el sur a través de la autopista Elysian Fields, cogiendo una salida que la llevó directamente al puerto de la ciudad, concretamente a los muelles de carga de Elysian Island.

Para entonces Lester ya estaba lo suficientemente confuso, comenzando a hacer conjeturas en su mente.

-Que comportamiento tan errático, está dando vueltas sin ningún propósito aparente, no parece seguir ningún patrón específico. A no ser que esté buscando algo, eso explicaría por qué no sigue ninguna ruta predefinida.

Aunque aparentemente no parecía ser nada importante, Lester prefirió ir sobre seguro y siguió monitorizando de cerca esa extraña señal que parecía moverse por toda la ciudad. Mientras tanto, continuó con la búsqueda de Seymour Sanders.


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-Mmmh… no parece manufacturado… lo cual es raro puesto que al menos el sesenta por ciento de la munición que se vende en este país suele ser de fabricación extranjera.

-Entonces ¿no podría rastrear el arma que lo disparó?

-Hombre, por poder, se puede, pero sería muy complicado, tenga en cuenta que en todo el estado se vende al menos una media de quinientas armas al mes, junto con sus correspondientes municiones, y existen más de mil clientes listados en nuestra base de datos, al menos aquí en San Andreas.

-Entiendo…

Y no era para menos, ya que Ammu-Nation era una de las franquicias de tiendas de armas más grandes de todo el país. Todo americano amante de las armas la conocía, o bien había comprado allí al menos una vez. Fundada en 1963, Ammu-Nation siempre ha estado ahí, asegurando y protegiendo los derechos de los americanos que desean protegerse a si mismos y a sus familias.

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Ammu-Nation del centro


-Entiendo que sea complicado, pero teniendo en cuenta lo que me ha dicho, en tal caso no es imposible.

-No necesariamente, aunque tendría que tener mucho tiempo y mucha paciencia si lo que quiere es obtener resultados. Puedo usar el número de serie para acotar la búsqueda, pero aun así necesitaría tiempo. Aunque me extraña de por si, esto es algo que Lester sabe y de sobra, si lo que quería era que se lo mirara, con pedírmelo hubiera bastado…

Ese comentario dio que pensar a Rarity, la cual se quedó callada rumiando la situación. Dado que esto era algo que a Lester le parecía urgir lo más rápido sería que, aun a pesar de la muy posible larga espera, el contacto se pusiera a trabajar de inmediato mientras que ellos probaban por otras vías. Después de todo, el propio Lester la llegó admitir que no sería fácil.

-Bueno, no soy yo quien tiene la última palabra, y tampoco quiero hablar por Lester, pero aun así le voy a pedir que lo intente.

-Está bien, si eso es lo que Lester quiere…

Rarity le confió el casquillo para que lo guardara y usara para rastrear el arma y, tras eso, salió de la tienda y comenzó a andar hacia el norte, pensando en sus propias cosas.

A su alrededor los edificios del centro parecían rodearla y observarla, al tiempo que el ruido de la calle componía una caótica sinfonía que hacía cantar a la ciudad, la cual parecía estar extrañamente animada. La gente andaba apresuradamente por las calles, ejecutivos de cuello almidonado hablaban por sus teléfonos, consultaban sus tablets y expresaban sus inseguridades con continuos braceos que trataban de contrarrestar con maletines de cuero o cualquier otra cosa con la que mantener sus manos ocupadas.

Hasta el momento Rarity se había hecho fácilmente al ritmo de la ciudad, aunque de cierta forma echaba en falta al ambiente costero de Vice City; en comparación con su ciudad de residencia, Los Santos era mucho más grande y bulliciosa. Por su parte Vice City era mucho más tranquila, y Rarity llegaba a echar en falta parte de esa tranquilidad. Aunque lo que más echaba en falta era a su hermanita, la cual apenas la había vuelto a hablar desde la decepción de la última vez al saber que no volvería en el periodo de tiempo prometido. La chica dejó escapar un sentido suspiro, aunque a nadie pareció importarle.

En ese justo momento su móvil comenzó a sonar, sacándola de sus pensamientos; en cuanto vio que se trataba de Lester lo respondió enseguida para informarle de los últimos acontecimientos.

-Tengo algo.

-Ah, sí, vale, la llamaba por otra cosa, pero cuénteme, cuénteme.

-He hablado con su contacto en el Ammu-Nation del centro y me ha dicho que puede rastrear el número de serie, pero que le llevaría tiempo.

-Sí, bueno, en parte era de esperar…

-Dado que es una pista de por sí he considerado que no perdemos nada intentándolo, así que le he dicho que lo haga igualmente.

-Sí, sabia elección, aunque tarde podremos obtener algo a lo que atenernos. Pero bueno, dejando aparte eso, me gustaría pedirla algo.

-¿De qué se trata?

-Verá, desde ayer por la noche llegué a detectar una extraña señal proveniente de un rastreador que me tiene un poco inquieto. Aparentemente no parece ser nada serio, aunque por otro lado me inquieta ya que no se comporta de manera esperable.

-¿Esperable? ¿Y eso por qué? Es sólo una señal, seguro que hay muchas otras señales emitiéndose todo el día en toda la ciudad…

-Sí, en parte lleva razón, pero la mayoría de señales que se emiten en esta ciudad suelen ser provenientes de radios, televisiones, canales privados de policía, tráfico, organismos públicos y demás servicios especiales. Normalmente este tipo de señales se emiten a cierta frecuencia de alta intensidad no superior a los treinta hertzios por minuto y en un rango amplio aproximado, pero en este caso, esta frecuencia es de baja intensidad pero que supera la media de hertzios por minuto y que además opera a un rango menor. Esas suelen frecuencias propias de un rastreador, uno muy viejo, pero aparentemente todavía operable. El hecho de que alguien quiera ponerse a husmear a baja frecuencia con un equipo tan viejo, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día existen mejores equipos para ello, me inquieta de por sí. Y más aún teniendo en cuenta sus últimos movimientos.

-¿Y eso por qué?

-Está dando vueltas por toda la ciudad, como si buscara algo en concreto. Puede que parezca una banalidad y esté sonando cual conspiracionista paranoico ahora mismo, pero tengo la suficiente experiencia como para saber que algo no anda bien.

-Ya, vale, ¿y qué quiere que haga al respecto? Yo no soy ninguna experta, al contrario que usted…

-No, pero tiene dos dedos de frente, y eso es más que suficiente. La estoy enviando una aplicación para que se le descargue e instale en su móvil, se llama Trackify y sirve para rastrear señales tanto a baja como alta frecuencia. Si escoge la opción de alta frecuencia lo más probable es que la aplicación se vuelva loca porque detectará todas las frecuencias de radio, televisión y demás señales de onda larga, pero si escoge la opción de baja frecuencia, detectará sólo las señales que tan solo operan a baja frecuencia, como el caso de la señal que estoy buscando. Trate de localizarla y descubrir quién está detrás de ella, puedo ir guiándola un poco desde aquí.

-Bueno, está bien ¿dónde está ahora?

-Ha estado remoloneando por el puerto, pero ahora parece estar rezagada en el aeropuerto, vaya a ver si puede localizarla, la mantendré informada si se mueve.

Antes de que Rarity pudiera decir nada más Lester colgó, dejándola con la miel en los labios.

-Pues vale, de paseo por la ciudad, supongo… ¡taxi!

Ante ese cambio de acontecimientos Rarity supo que iba a ser un día muy largo, por lo que hizo de tripas corazón, se armó de paciencia y abordó el primer taxi que se paró. En su móvil la aplicación comenzaba a descargarse para posteriormente instalarse, arrancando de seguido. El día seguía igual de nublado.

(Continúa en el siguiente mensaje)

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 11 Feb 2016, 22:20

(Continúa del anterior mensaje)



Esa misma tarde se perfilaba tranquila, aunque Twilight prefería tocar madera ya que nunca se podía estar lo suficientemente segura. Hasta el momento Sunset no había vuelto a ponerse en contacto con ella, lo que la aliviaba e inquietaba al mismo tiempo. La última vez que fue a hacer su "trabajo" había sido ya hace un par de días, y hasta ahora todo estaba tranquilo. Demasiado tranquilo.

-Bueno, al menos no tengo que ir por ahí intimidando a nadie…-pensó la chica, tumbada en el sofá y leyendo un libro.

Sin embargo había algo que la inquietaba. Que la situación estuviera tranquila ya era raro de por sí, puesto que hasta el momento Sunset siempre había tenido algo para ella. Casi sin darse cuenta sus pensamientos se desviaron por otros derroteros.

Sunset era una chica de lo más fría y misteriosa, apenas sabía nada de ella, y las pocas veces que intentó acercarse y entablar una conversación con la misma, siempre se quedaron en agua de borrajas ante sus gestos evasivos e impasibles para con la chica. Aunque de cierta forma resultaba ser una persona seca y distante, había algo de ella que siempre la llamaba la atención, y la dejaba con las ganas de conocerla más a fondo, aun a pesar de las circunstancias.

Antes de que pudiera pensar en nada más su móvil comenzó a sonar, sobresaltándola. Aún con el susto en el cuerpo se enderezó para cogerlo, viendo de quien se trataba.

-Vaya, hablando del rey de Roma…-murmuró la chica por lo bajo.

Pausó un momento su lectura y lo cogió enseguida.

-¿Sí?-murmuró ella, sin muchas ganas.

-Tenemos que hablar, es urgente, ven a verme donde la última vez.

Antes de que Twilight pudiera decir nada más Sunset colgó, dejándola con la miel en los labios.

-Pues vale, supongo-murmuró ella, con tono resignado.

Sin mayores contemplaciones, y tomándose su tiempo, se cambió, cogió las llaves del coche y se dirigió al garaje, para dirigirse hacia Del Perro Plaza, el último lugar donde quedaron. Durante esos dos días en los que no hizo falta hacer nada, aprovechó para ir al taller de Los Santos Customs del aeropuerto, donde la llegaron a repintar el coche sin ningún gasto adicional, pasando de ser plateado a lavanda, su color preferido.

Dado que Del Perro Plaza no estaba muy lejos llegó enseguida, aparcando cerca de las escaleras y subiendo a la terraza del Up-n-Atom Burger, la cual no estaba muy llena. Para su sorpresa vio que Sunset no había llegado aún, por lo que se sentó en una mesa libre y siguió leyendo su libro, el cual se había traído consigo por si se la presentaba una ocasión así.

No tuvo que esperar mucho, al cabo de unos diez minutos la chica se presentó un poco atacada, sentándose de seguido y mascullando.

-Agh, ya estoy aquí, por fin, qué asco…

Twilight la miró por encima del libro, con gesto inquisitivo, aunque antes de que pudiera decir nada más el móvil de Sunset comenzó a sonar

-¡Maldita sea! Dame un segundo.

Sunset atendió la llamada y Twilight regresó a su lectura, aunque no pudo evitar oír de más puesto que la chica habló con mucha energía.

-¿Y bien, alguna novedad? ¿¡Todavía nada?! ¡Maldita sea, estoy rodeada de inútiles! ¡¿Es que acaso sois incapaces de rastrear nada?! ¡Encontradlo y traédmelo, os doy veinticuatro horas, o si no, ateneos a las consecuencias!

Tras eso colgó de seguido y dejó el móvil en la mesa, mascullando de seguido.

-Dios, me desquician…

Por un momento las dos se quedaron en silencio, Sunset pensando en sus cosas y Twilight enfrascada en su lectura; en un momento dado la chica rojigualda miró a la de pelo violeta con gesto escrutador, murmurando de seguido.

-¿Qué estás leyendo?

Como respuesta Twilight alzó el libro para mostrarla la portada, en la cual se podía leer el título del libro, Una historia de Santos.

-Vaya, así que historia… ¿siempre has sido así de intelectual, Sparkle?-inquirió ella con tono condescendiente.

-Siempre me ha gustado la historia…-contestó la aludida, ignorando sus formas.

-Sí, vale, aunque… ¿de esta ciudad? Dudo que la gente de aquí sepa leer.

-Bueno, pues más para mí.

Otro silencio se instaló entre ellas, Sunset la miró con desdén y murmuró.

-Lo dices como si lo supieras todo… ¿y sabes qué? No soporto eso. Ni un ápice.

-Yo no he dicho que lo sepa todo…

-¿Ah, no? A ver ¿qué sabes entonces de la historia de esta ciudad por lo que has leído?

Esa pregunta la pilló un tanto desprevenida, ya que no se esperaba que se la hiciera, aunque debido a esto no pudo evitar ponerse técnica y, esbozando una alegre sonrisita, comenzó a relatar.

-Pues mira, el territorio que conforma todo el antiguo valle de Los Santos no fue colonizado por nadie, ni siquiera durante la época del descubrimiento, hasta bien entrado el S XVIII, cuando antiguos colonos españoles ya afincados en el territorio que más adelante sería México se asentaron en él durante una misión para tratar de evangelizar a los nativos de la zona. Esta misión trajo consigo a un total de once familias hispanohablantes que hicieron de este su hogar, siendo conocidos como los primeros pobladores de Los Santos. La ciudad como tal fue fundada el cuatro de septiembre de 1781, y por aquel entonces su nombre completo era El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de Los Santos de la Porciúncula. Su nombre proviene de Santa María degli Santi, que se traduce como Santa María de Los Santos, una localidad italiana donde se encuentra la Porciúncula, la capilla donde se originó el movimiento franciscano, y…

Twilight quiso seguir, pero en ese justo momento Sunset la detuvo con un solo seña de su mano, mirándola con un gesto molesto dibujado en su cara.

-Suficiente.

-Pero si me has preguntado tú.

-Lo sé, y me arrepiento profundamente de ello, eres insoportable, Sparkle, que lo sepas.

Esas palabras dolieron especialmente a Twilight, sobre todo después de su explicación, ya que de cierta forma se esperaba que tal vez así se pudiera acercar un poco más a Sunset. Sin embargo, una vez más se había dado de lleno contra el frío muro de piedra que era la chica, haciéndose más daño de lo que ella misma se hubiera esperado.

-Pero bueno, no estamos aquí para hablar de historia, sino de trabajo, así que centrémonos. Supongo que te habrás preguntado que por qué no me he puesto en contacto contigo estos dos últimos días…

-Ah, pues sí…

-Hemos estado muy ocupados, uno de nuestros hombres anda desaparecido desde hace unos cuantos días y lo hemos estado tratando de localizar, pero no aparece por ningún lado, lo que nos ha estado quitando tiempo de atender más deudas, las cuales se nos acumulan por momentos. Por lo que te voy a pedir que te pongas las pilas.

-Está bien.

-Hasta ahora el resto de deudores no han estado dando mucha guerra, tu idea del pago fraccionado, aunque no es muy seria que digamos, da resultado, pero hay alguien en concreto que se ha atrasado más de la cuenta y nos debe ya casi un mes.

-¿De quien se trata?

-De un pastelero afincado aquí, en Del Perro, tiene un establecimiento en el paseo de Prosperity Street con un nombre ridículo, Sugarcube Corner, creo que se llamaba…

Ese nombre cogió por sorpresa a Twilight, la cual trató de ocultar su estupor como medianamente pudo; allí era donde trabajaba Pinkie, cosa que la extrañó y preocupó a partes iguales. ¿Acaso Pinkie tenía algo que ver en cuanto a la deuda se refería? Por su parte lo dudaba ampliamente puesto que, según la llegó a explicar la chica, estaba allí aprendiendo el oficio con los Cake de maestros. Teniendo en cuenta que Sunset se había referido a un pastelero, probablemente ése sería al señor Cake, del cual le habló la propia Pinkie, pero tal y como lo llegó a retratar no parecía el típico hombre que arrastrara deudas, y mucho menos teniendo en cuenta que tenía una familia.

-¡Eh, Sparkle! ¿¡Me estás escuchando?!

Ese llamado hizo reaccionar a la chica, la cual murmuró.

-Ah, sí, sí, perdona…

-Pues a ver si estamos a lo que estamos ¿eh? Odio que me ignoren ¿te lo he dicho ya?

-No, lo siento, es que…

-Agh, es igual, deja de disculparte por todo, me pone de los nervios. Pero bueno, a lo que iba, ese hombre lleva casi un mes sin devolvernos ni un solo dólar, y nuestra paciencia tiene un límite, así que ve allí y recuérdale que todo tiene un precio ¿estamos?

-Está bien…

Hubo un breve silencio en el cual Twilight se quedó callada, un tanto intimidada, aunque en ese momento un cognoscenti totalmente negro y con las ventanillas tintadas se paró a pocos metros de la acerca y tocó al claxon dos veces. Sunset lo vio desde donde estaban y murmuró.

-Espera aquí un momento.

La chica se levantó y se dirigió al encuentro del coche, subiendo a él de seguido; Twilight esperó pacientemente, pensando en cómo encarar al pobre señor Cake, pero en un momento dado vio que el cognoscenti echaba a correr repentinamente, perdiéndose calle abajo. Pensó que estarían ocupados y por eso se habrían tenido que ir, pero entonces vio el móvil de Sunset en la mesa, el cual se había dejado olvidado, y exclamó.

-¡Ah, espera, Sunset!

Se levantó cogiéndolo y se acercó corriendo al borde de la terraza, pero el cognoscenti ya se había perdido en la lejanía; miró el móvil de la chica, el cual era un iFruit 9iX último modelo de color negro.

-Bueno, se lo puedo guardar y devolver en cuanto la vuelva a ver-pensó ella rápidamente.

Se lo guardó en un bolsillo de sus vaqueros y, sin perder más tiempo, volvió a su coche para dirigirse hacia Sugarcube Corner, pensando por el camino cómo abordar el tema en cuestión que la ocupaba, sin poder evitar sentirse un poco peor consigo misma. El cielo cada vez se encapotaba más y más, oscureciendo el ambiente.


Imagen



El día se perfilaba cada vez más y más aburrido, y Fluttershy sentía que lo que estaba haciendo era prácticamente inútil. Hasta ahora había recorrido media ciudad, peinándola y recorriendo de arriba abajo los barrios aledaños, y hasta ahora el rastreador no había dado señal en ningún momento. Tras repasar bien el puerto y el aeropuerto atravesó toda la ciudad hacia el norte, comprobando los barrios del sur de Los Santos, pasando luego por el centro y luego por el norte, poniendo particular énfasis en los de este distrito, entre ellos Hawick, Burton, Alta, Vinewood Centro, Vinewood Oeste, Rockford Hills, Richman y Morningwood. Se esperaba algún tipo de reacción en barrios como esos, ya que eran donde más se concentraban las altas esferas de la ciudad, pero para su mala suerte el rastreador no reaccionó ni una sola vez. Para entonces estaba a punto de rendirse, pero dado que ya estaba cerca del oeste de la ciudad pensó en intentarlo una vez más, entrando en el barrio de Del Perro por el bulevar homónimo, y pensando en una probabilidad.

Al principio no detectó nada, pero en cuanto se acercó al otro lado del bulevar el rastreador reaccionó por primera vez, sorprendiendo gratamente a la chica. Se paró un momento junto al arcén e hizo mano del aparato, tratando de localizar el lugar exacto donde se encontraba la señal, comprobando enseguida que no estaba muy lejos de donde ella se situaba, concretamente al sur de su posición, moviéndose a una velocidad no muy alta. Inmediatamente después ella fue tras él, siguiendo la estela de la señal. Al final el esfuerzo había merecido la pena y Fluttershy comenzó a agradecerlo inmensamente mientras iba tras el rastro de la señal.

-¡Ah, se mueve, se encuentra entrando en el barrio de Del Perro, al sur de donde se encuentra!

-¡Vale! ¡Espere, gire aquí, vayamos a Del Perro!

-¡Señorita, no es que me queje, que también, pero decídase de una maldita vez!

El taxista tenía motivos para estar al menos parcialmente molesto, ya que le había tenido dando vueltas como una noria por toda la ciudad durante varias horas y sin ir a ningún sitio en concreto. Gracias a la aplicación de Trackify había estado rastreando la señal por media ciudad, con alguna que otra indicación por parte de Lester de vez en cuando cada vez que llamaba.

-Sí, sí, descuide, usted lléveme a Del Perro.

-Sí, vale, pero ¿a qué parte?

-Pues a ver, deme un segundo… Lester, cuelgo un momento-murmuró Rarity, algo atacada.

-No, no, un segundo, lo tengo localizado, está yendo todo recto por Prosperity Street, a no ser que lo rodee va directo hacia el paseo. Qué raro…

Rarity no respondió a eso y optó por colgar la llamada. Por un momento pensó en posibilidades, indicando al taxista de seguido.

-Lléveme al paseo de Prosperity Street.

-Por fin, un destino, genial-masculló el taxista, aliviado.

Para suerte de la chica la señal se paró a pocos metros de donde se encontraba y el taxi se detuvo junto al acceso norte del paseo.

-Ya estamos aquí, al fin.

-Pues muchas gracias, siento haberle mareado así…

-No, descuide, si después de todo me ha salido hasta rentable, son ochenta y cinco con cincuenta dólares, por favor.

Por un momento Rarity se quedó un tanto muda ante semejante cantidad, pero al final lo comprendió puesto que habían estado casi una hora dando vueltas por la ciudad. Hizo mano rápidamente de su cartera para pagar, sacando un billete de cien y entregándoselo.

-Tenga, quédese con el cambio.

-Muchas gracias, señorita, dios se lo page con un buen novio-murmuró el taxista, de lo más animado.

-No, por favor, que la última vez fue un desastre.

Una vez que salió del taxi hizo mano de su móvil de nuevo y, usando una vez más la aplicación, se dejó guiar por la misma hasta que acabó justo delante de una pastelería con una decoración de lo más peculiar. La señal parpadeaba con más rapidez que nunca.

-¿Sugarcube Corner? Curioso nombre… aunque me extraña ¿por qué me llevaría hasta aquí?

Llena de curiosidad, la chica entró en el establecimiento, el cual se encontraba considerablemente lleno de gente, con una buena cola esperando ante el mostrador.

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 11 Feb 2016, 22:38

(Continúa del anterior mensaje)



Twilight no se esperaba encontrar el Sugarcube Corner tan lleno, cosa que en parte la chocó; nada más llegar pudo ver a Pinkie tras la barra moviéndose con una energía y una velocidad pasmosas, incluso la dio tiempo a verla entrar y saludarla desde la lejanía. La chica la devolvió el saludo y, en cuanto vio una mesa libre, no lo dudó y se sentó en ella a esperar. Mientras pensaba en lo que le diría al señor Cake, en un momento dado vio a Pinkie pasar a su lado con una bandeja llena de dulces y tazas, sirviendo a una mesa cercana, y luego pasando a su lado y dirigiéndose a ella con una rapidez mareante.

-¡Hola, Twi, ahora te atiendo! ¿Vale?

-Ah… sí, tranquila, ve con calma, Pinkie.

-¡Okey, dokey, loki!

Desde donde estaba pudo ver al señor Cake atendiendo en la barra, siendo ayudado por Pinkie, al mismo tiempo que también servía. De dónde sacaba sus energías esa chica era uno de los mayores misterios para ella, aunque en ese momento ese misterio era la menor de sus preocupaciones.

Sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos por la puerta abriéndose por enésima vez; al principio pensó que se había abierto sola, puesto que por un momento no la pareció ver a nadie entrando por ella, pero justo después entró una pareja joven, lo cual la calmó en parte.

-Qué raro, me ha parecido ver a alguien pasar…-pensó ella, extrañada.

Había sido una visión muy fugaz, como si hubiese sido una persona invisible la que había abierto la puerta, pero enseguida rechazó esa idea al ser del todo irreal y fantasiosa.

Siguió esperando un poco más, notándose cada vez más y más nerviosa, pero al cabo de varios minutos la puerta se abrió de nuevo y esta vez vio entrar a una chica de pelo violeta muy bien peinado y de ojos azules de lo más atractiva y cautivadora. Vestía con un elegante traje de ejecutiva y llevaba consigo un móvil entre sus manos. Por un momento se quedó quieta en medio del pasillo, escudriñando el interior, como si estuviera buscando a alguien pero no viera a ese alguien entre la multitud. En ese momento entró más gente, encontrándose de frente con ella.

-¿Quiere hacer el favor de apartarse?

-Oh, lo siento, no me he dado cuenta…

La chica se hizo a un lado y buscó un sitio donde meterse, viendo entonces la mesa donde Twilight se encontraba; se acercó a ella e inquirió con mucha educación.

-Hola, perdona que te interrumpa ¿puedo sentarme aquí?

-Ah, claro, adelante.

-Oh, muchas gracias, querida, no me esperaba que esto estuviera tan lleno…

-Ya, ni yo…

-Bof, madre mía, la verdad es que nunca me han gustado las aglomeraciones, son carne de cañón para los carteristas…

-Sí, bueno, es un riesgo siempre presente en las calles y los establecimientos más concurridos, el sesenta por ciento de los hurtos se producen en este tipo de ambientes-murmuró Twilight, sin poder evitar ponerse técnica.

-Caramba, querida, cómo controlas, se nota que eres toda una cerebrito… en el buen sentido, por supuesto.

-Oh, tranquila, no pasa nada, me lo dicen mucho.

-Bueno, pero eso no tiene por qué ser malo per se, aunque hoy en día se tiende a cargarlo todo de connotaciones negativas…

-Ya, la presión social es la que más influye, hasta en el habla.

-Y si a eso le sumamos que se trata de esta ciudad, las posibilidades se disparan. Llevo aquí poco menos de una semana y he podido comprobar por mí misma el carácter de esta alegre ciudad.

-Desde luego, no la llaman la ciudad de silicona por nada. Es como si necesitara terapia…

-¿Sólo terapia? Yo la internaría, directamente.

Por un momento las dos se miraron mutuamente durante unos breves segundos, hasta que finalmente se rieron tontamente, con una confidencia que hasta a ellas las chocó.

-Caramba, qué sinergia ¿no?-murmuró la chica de pelo violeta, anonadada.

-Desde luego, ha sido casi instantáneo, como si… hubiera tenido que ser así.

Las palabras de Twilight se quedaron flotando en el aire, al tiempo que ambas chicas se cruzaban las miradas con un gesto difícil de discernir. Al cabo de unos breves pero intensos segundos, la chica retomó la palabra murmurando.

-Pero bueno, dejando los comentarios casuísticos aparte, yo soy Twilight Sparkle, encantada.

-Igualmente, querida, yo soy…

Por un momento la chica se quedó callada, como si dudara. Twilight la miró con gesto extrañado, mezclado con una ligera mueca inquisitiva. Finalmente la chica se presentó de seguido.

-Rarity… Rarity Belle.

-Ah… pues encantada de conocerte, Rarity-murmuró Twilight, esbozando una sonrisa.

-Lo mismo te digo, Twilight.

De esa manera, y de forma casi natural, las dos comenzaron a hablar de todo un poco en poco menos de cinco minutos. Twilight todavía estaba un tanto chocada de lo bien que habían conectado en apenas unas pocas palabras, jamás le había pasado nada parecido en toda su vida. Nunca se había considerado una chica a la que le gustara lo esotérico, ni mucho menos, pero la forma con la que había conectado con Rarity parecía propia de magia, como si de alguna forma estuvieran destinadas a conocerse de alguna u otra forma.

-Y cuéntame ¿eres de por aquí?-inquirió Rarity en un momento dado.

-No, tan solo estoy viviendo aquí temporalmente, soy de Liberty City.

-Oh, ya veo, yo también estoy aquí por asuntos de negocios, normalmente paro en Vice City.

-Ah, así que de la costa este también…

-Sí, parece ser que las dos hemos cambiado de costa, menuda coincidencia…

-Desde luego, aunque de por sí conocerte ha sido casi como una coincidencia.

-Ya ves que sí, aun estoy que no me lo creo, nunca pensé que llegaría a conectar así con nadie…-murmuró Rarity, un tanto chocada.

-Sí, no eres la única, es que ha sido tan casual, como si estuviéramos destinadas o algo así… y que yo diga esto es de por sí raro, o sea…

-¿No eres de las que crees en el destino, Twilight?

-No, bueno, quizás ahora sí, aunque en realidad no lo sé, es que ha sido tan… agh, no sé cómo explicarlo, y eso que normalmente yo tengo una explicación para todo…-masculló la chica, algo turbada.

Ante eso Rarity tan solo se rió tontamente, comentando de seguido.

-Bueno, después de todo se nota que eres una persona racional, aunque por mi parte sí que lo creo. Y teniendo en cuenta lo bien que hemos conectado, estoy más que segura que ha sido cosa del destino.

-¿De veras? ¿Así sin más?-inquirió Twilight, ceñuda.

-Sí ¿por qué no? Los acontecimientos más recientes bien lo atestiguan ¿no crees?

Ante esa deducción Twilight se quedó un tanto callada, pensando en lo que Rarity había dicho. Inmediatamente después la puerta se volvió a abrir y un grupo de cinco hombres vestidos como si fueran guiris y con gafas de sol entró en el establecimiento; Twilight no los vio puesto que estaba enfrascada pensando en sus cosas, pero Rarity se percató enseguida de su presencia y los siguió con la mirada, intrigada. Uno de ellos llevaba consigo una especie de dispositivo parecido a una tablet, el cual miraba con gran interés, y los otros miraban alrededor de todo el establecimiento, como si buscaron algo o alguien. Uno de ellos se acercó al que sostenía la tablet y le susurró algo al oído, al tiempo que este asentía rápidamente con la cabeza. Para entonces Rarity sabía que algo no iba bien, dado que de por sí esos tipos parecían ser bastante sospechosos, por lo que decidió comentárselo a Twilight.

-Twilight…

-Ah ¿sí?

-No mires hacia atrás, escucha.

-¿Qué pasa?

-Acaban de entrar unos tipos que son de lo más sospechosos, parecen estar buscando algo o a alguien, creo que van a intentar hacer algo, puede que atracar la tienda.

-¿¡Qué?!

-Tranquila, no te pongas nerviosa, actúa con naturalidad, a ver qué hacen.

Aunque Rarity parecía tomárselo con más calma, Twilight no pudo evitar ponerse nerviosa, ya que una situación así tan solo la obligaría a sacar su arma para defenderse, cosa que no la hacía ninguna gracia. Los siguientes minutos fueron un suplicio para la chica, Rarity la fue informando mientras tanto de sus movimientos.

-¿Qué hacen?

-Parece que están buscando a alguien, están mirando a todo el mundo, y el de la tablet parece muy concentrado en algo… si lo que pretenden es atacar, no tiene pinta de que lo vayan a hacer enseguida.

-¿Y qué te dicen que quieren atacar?

-No tienen precisamente cara de buenos amigos…

-Pero eso no nos asegura que vayan a hacer algo malo ¿Qué te hace estar tan segura?

-Una corazonada.

-¿Una corazonada? Pero…

-Tranquila, Twilight, confía en mí, sé de lo que hablo…

Esa frase dejó un tanto extrañada a la chica, pero de cierta forma supo que podía confiar en ella, por lo que la dejó conjeturar. Por su parte Rarity les siguió mirando con una cara de póker envidiable, vigilando todos y cada uno de sus movimientos. La gente de alrededor no parecía darse cuenta de la presencia de esos tipos, lo que les daba cierta ventaja y margen de maniobra en el caso de que llegaran a atacar.

-¿Dices que buscan a alguien?-inquirió Twilight en un momento dado.

-Eso parece, sin embargo no parecen que vean a ese alguien, aunque…

-¿Aunque?

-Si supieran con certeza que no está aquí, ya se hubieran marchado, sin embargo no lo han hecho, por lo que asumo que saben que está aquí. Sin embargo no veo a nadie que se salga fuera de lo común aquí dentro.

-Quizás esté oculto…

-Quizás, hay la suficiente gente aquí dentro como para poder pasar desapercibido…

Sin embargo Rarity vio algo que la hizo sospechar aún más. El tipo que sostenía la tablet parecía estar observando algo en la pantalla de la misma, como si se estuviera guiando por lo que veía en ella. Por un momento miró a su móvil, el cual había dejado en su mesa, y comprendió entonces lo que estaba haciendo.

-Pues claro…

Inmediatamente después hizo mano de su móvil y volvió a abrir la aplicación de Trackify, confirmando así sus sospechas. La señal tras la que iba seguía ahí, sin moverse, y con toda seguridad, ese tipo también la estaba rastreando.

-Un momento, si esos tipos van tras ella eso significa que…

Antes de que pudiera suponer nada más, varios de ellos sacaron sendas armas, dispuestos a disparar a algún punto en concreto. Antes de que se desatara el caos Rarity se puso en pie, haciendo mano de su pistola vintage, y, apuntando a las manos de los tipos que más cerca tenía, disparó inmediatamente después. Los disparos resonaron por toda la pastelería, dando en el blanco y desarmando a sus objetivos, al tiempo que la gente comenzó a chillar y a salir corriendo despavorida.

-¡Maldicion, a por ella, a por ella, junto a la barra!-masculló el tipo de la tablet.

Esas palabras alteraron tanto a Twilight como a Rarity, aunque fue Twilight la primera en reaccionar, pensando en otra cosa completamente distinta.

-¡No, Pinkie!

Sin pensar la chica salió disparada en dirección hacia la barra, siendo seguida de cerca por Rarity, la cual estuvo atenta por si llegaban a verlas. La multitud que se agolpaba hacia la salida las sirvió para cubrirse, avanzando pegadas a la pared.

-¡Twilight, espera!-la llamó Rarity.

-¡No puedo esperar, he de ir a por Pinkie, me necesita!-exclamó Twilight.

Antes de lo previsto llegaron hasta la barra, tras la cual se ocultaban muertos de miedo tanto el señor Cake como la propia Pinkie; Twilight se acercó a ella.

-¡Twilight!-exclamó la chica de pelo rosado nada más verla.

-¡Pinkie, tenemos que marcharnos de aquí, creo que vienen a por ti!

-¿Qué? ¿Por qué?

-¡No lo sé, pero he de sacarte de aquí, ahora!

-¡Espera, querida, no creo que vayan a por tu amiga!-anunció Rarity, mirando su móvil.

-¿Ah, no? ¿Y entonces a qué han venido?

Rarity desechó las palabras y la enseñó la pantalla de su móvil, la cual mostraba a la señal alejándose de allí rápidamente. El ceño de Twilight se frunció, como si no lo entendiera del todo, pero en ese momento el estruendo de varios microsubfusiles disparando a la vez hizo reaccionar a todos. Pinkie y el señor Cake se pegaron a la barra, al tiempo que Rarity se enderezaba un poco para ver mejor el panorama por encima del mostrador.

-¡Tengo tres a tiro! ¡Hay que distraerles, Twilight, ayúdame!

-¿Qué? Pero yo no…

-¡Oh, venga ya, querida, o tienes una Hawk & Little en el bolsillo o es que te alegras de verme!

Eso hizo que la chica enrojeciera ante la evidencia, sacando su arma con gesto inseguro. En cuanto la balacera cesó por un instante, Rarity se reincorporó y, en un visto y no visto, disparó tres veces a los que tenía más a tiro, haciéndoles caer de espaldas al suelo debido al impacto. Uno de ellos fue el que sostenía la tablet, la cual cayó al suelo y Rarity aprovechó para dispararla, destruyendo su pantalla.

-¡Ahora, llévatela de aquí, yo te cubro!

-¡Vale! ¡Póngase a salvo, señor Cake!-indicó Twilight, mientras cogía del brazo a Pinkie.

El señor Cake se arrastró en dirección hacia la cocina, encerrándose allí junto con su mujer, mientras que Twilight y Pinkie se dirigían hacia la puerta trasera; Rarity fue tras ellas rodando por el suelo para esquivar las balas, cubriéndose tras una columna con forma de barra de caramelo. El resto de hombres tirotearon la columna, y en cuanto se detuvieron para recargar la chica se asomó por un lado, disparando una vez más hasta vaciar el cargador.

-Agh, tengo que ampliarla el cargador-pensó ella, recargando de seguido.

Quiso seguir disparando, pero en ese momento oyó la voz de Twilight llamándola desde el otro lado de la puerta trasera.

-¡Rarity, vámonos!

Antes de retirarse disparó un poco más, a modo de fuego de supresión, y se escabulló por la puerta en dirección hacia la salida en cuanto tuvo la ocasión; echó un rápido vistazo a su móvil y vio que la señal se alejaba por momentos, siendo para entonces complicado el seguirla. Además, en esa situación el seguirla ya no era una opción.

-¡Tengo el coche aquí al lado, vamos!-exclamó Twilight, sosteniendo a Pinkie.

Las tres corrieron hacia el otro lado del callejón, donde el premier de la chica se encontraba estacionado; Twilight se puso al volante, mientras que Rarity abordaba el asiento del copiloto y Pinkie se echaba sobre los asientos traseros de un saltito.

-¡Tenemos que salir de aquí!-exclamó Rarity.

-¡Vale! ¿Pero a dónde?

-¡Lo suficientemente lejos!

Ante esa tesitura Twilight arrancó y aceleró de golpe, alejándose de allí por Bay City Avenue en dirección hacia el barrio de Vespucci. Por un momento pareció que estaban a salvo, pero en ese instante apareció una ranchera negra y con las ventanillas tintadas que comenzó a perseguirlas.

-¡Tenemos compañía!-exclamó Rarity, mirando hacia atrás.

-¡Normalmente me gusta la compañía, pero de esta clase de compañía no se la deseo a nadie!-hizo lo propio Pinkie, aún asustada.

Twilight la miró por el retrovisor con el ceño fruncido; y no era para menos, puesto que de cierta forma esa ranchera la era un tanto familiar. Aceleró para dejarla atrás, pero la ranchera la imitó y se acercó a ella, dispuesta a sobrepasarla. Un par de ventanillas se abrieron y dos tipos se asomaron por ellas, con sus armas en alto y dispuestos a dispararles.

-¡Oh, mierda! ¡Agacha la cabeza, querida, yo me encargo! ¡Y tú también!-añadió Rarity, dirigiéndose a Pinkie.

-¡Okey, dokey, loki!-exclamó la chica rosada, tumbándose de seguido y cubriéndose la cabeza.

Acto seguido Rarity les imitó, abriendo la ventanilla, y asomándose levemente por ella, comenzando a tirotearles con gran precisión. De hecho incluso llegó a hacer que el que estaba a punto de dispararlas soltara el arma, perdiéndola por el camino, y el otro se cubriera tras la puerta. Una vez que tuvo vía libre fue a por las ruedas traseras, que eran las que más a tiro tenían. Tan solo necesitó el resto del cargador para reventar la rueda trasera derecha, haciendo que la ranchera diera un bandazo hacia atrás para luego volcar hacia su respectivo lado con una facilidad pasmosa. La ranchera dio una vuelta completa sobre el aire y cayó al suelo de la siguiente intersección, bloqueando el tráfico.

-¡Ahora, acelera, a la izquierda por aquí!

Twilight se desvió a tiempo por Palomino Avenue y continuó todo recto, sin un destino fijo en mente. Huyendo y alejándose de allí todo lo posible acabaron en el barrio de La Puerta, escondiéndose en el centro de chatarra y reciclado Rogers, el cual se situaba justo debajo de uno de los tramos de la autopista de La Puerta, siendo el lugar ideal para esconderse y pasar desapercibidos.

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Centro de chatarra y reciclado Rogers


Casi sin darse cuenta el resto de la tarde se pasó volando y anocheció rápidamente, siendo rodeados por la brillante luz de Los Santos mientras hablaban de los acontecimientos más recientes.

-Vale, a ver, tiempo muerto, ahora que todo ha pasado me gustaría hacer una pequeña e indiscreta pregunta… ¿¡qué diantres ha sido todo eso?!-masculló Pinkie, aún un poco nerviosa.

-¡No lo sé! ¡Por un momento pensé que iban a por ti y me puse nerviosa!-exclamó Twilight, igual de atacada.

-¿¡Y por qué iban a ir a por mí?!

-¡No lo sé, les oí decir tras la barra, y pensé que tal vez…!

-No, no iban a por tu amiga, de eso puedes estar segura-murmuró Rarity, con gesto más calmado.

-¿Ah, no? ¿Y por qué? Y es más, Twilight ¿Por qué tienes un arma? ¿Y quien es ella, y por qué tiene un arma también, por qué, por qué?

-A ver, vayamos por partes, queridas. Me presento, yo soy Rarity Belle.

-Ah, vale, encantada de conocerte Rarity, yo soy Pinkie Pie-saludó ella, cambiando de golpe su tono a uno más alegre.

-Rarity ¿puedo hacerte una pregunta?-inquirió Twilight en ese momento.

-Claro, querida…

La chica la miró por un momento, como si le diera reparo decirlo, hasta que finalmente murmuró.

-Antes me enseñaste tu móvil y vi algo que me descolocó un poco, según tú no iban a por Pinkie, sino a por alguien más, pero ¿quién?

Rarity supo al instante a qué se refería exactamente Twilight, lo cual la dejó un tanto cortada; por un momento pensó en algún subterfugio que contarla, pero a esas alturas sabía que no serviría de nada, por lo que, tras dejar escapar un hondo suspiro, comentó.

-Verás, es complicado… en realidad yo…

Sin embargo, antes de que pudiera decir nada más, comenzó a sonar una melodía que la cortó abruptamente; Twilight se percató de que se trataba del móvil de Sunset y lo cogió con un poco de vacilación.

-¿Sí?

-Sparkle…-masculló una voz familiar al otro lado.

-Ah, Sunset, eres tú, te dejaste tu…

-Lo sé, lo sé todo, y cuando digo todo, me refiero a todo. Y tú sabes de lo que te estoy hablando-musitó la chica con furia.

-Ah, en realidad no…

-¡No me mientas, Sparkle, sé lo que ha pasado, sé lo de la pastelería, sé la que se ha montado, y sé que tú y tus amiguitas habéis atacado a nuestros hombres!

-¡No, espera, fueron ellos los que…!

-¡No! ¡No, no, en realidad no sabes nada! ¡Agh, maldita sea!

Los gritos de Sunset eran tan fuertes que se podían oir sin necesidad de activar el altavoz; tanto Pinkie como Rarity miraban con gesto inquisitivo a Twilight, la cual apechugaba como podía y aguantaba con toda la compostura posible el chaparrón que la estaba cayendo.

-Pero… pero espera, si esos eran tus hombres, eso significa…

-¡Oh, vaya, si resulta que no es tan tonta como aparenta! ¡Menos mal, empezaba a pensar que tendría que dártelo todo con una cuchara! ¡Lo que tenemos entre manos es gordo, Sparkle, y me temo que no sólo te atañe a ti ahora!

-¿¡Qué?! ¡No, espera, no puedes…!

-¡Sí que puedo! ¡Tenemos que hablar, ven a verme a la N de Vinewood, y trae a esas dos contigo!

Antes de que la chica pudiera decir nada más Sunset colgó, dejándola del todo abatida. Se sentó en los restos de una furgoneta cercana y se lamentó de su existencia.

-Lo siento, chicas, os he metido en esto sin ni siquiera darme cuenta…

-¿Qué? ¿Por qué dices eso? No lo entiendo, no fue culpa tuya que esos tipos atacaran…-murmuró Pinkie, tratando de animarla.

-En cierta forma sí… veréis, mi situación es complicada, yo…

Sin embargo la fue imposible seguir, interrumpiéndose a sí misma con lágrimas en los ojos. Fue entonces cuando Rarity supo de cierta forma que su propia situación no era tan distinta a la de Twilight y, comprendiéndola, se agachó ante ella y la animó cogiéndola de las mejillas.

-Eh, vamos, querida, sé que apenas nos conocemos, pero puedo ver cuando algo coincide, y de la misma forma algo me dice que ambas pasamos por una situación que, de por sí, parece estar relacionada. Puedes confiar en mí, querida, de verdad.

-¡Y en mi! ¡Después de todo me has salvado la vida, Twi, y siempre te estaré eternamente agradecida!-añadió Pinkie, con una sonrisa.

Fue en un momento como ese cuando supo que realmente podía confiar en ellas. De alguna forma, y desafiando toda lógica para ella, podía notar cómo su destino estaba ligado al de esas chicas, y muy en el fondo de su corazón podía sentir que de cierta forma estaban conectadas. Y, ante esa cálida sensación, la chica se abrió a ellas y las contó absolutamente todo. Su situación, su verdadera razón por la que estaba allí, y todo lo que había hecho hasta el momento.

Pinkie se quedó un tanto chocada en cuanto supo a lo que verdaderamente había venido a hacer, pero aun así no se lo tomó en cuenta, sobre todo después de semejante confesión y sinceridad por su parte. Rarity por su parte entendió mejor muchas cosas, aunque había algo que la inquietaba.

-Un momento, dices que esa jefa tuya, esa tal Sunset, sabe que existimos…

-Sí, no sé cómo, pero sabía que estabais allí, aunque supongo que será porque los tipos esos se lo habrán contado. Lo siento, de verdad…

-No, no te disculpes, cielo, nada de esto es culpa tuya realmente…

-Pero aun así lo es, es decir, he sido yo quien os ha involucrado en esto…

-¡Bueno, técnicamente sí, pero lo hicistes obligada y bajo amenazas, lo que, técnicamente de nuevo, te convierte en una víctima más!-razonó Pinkie acertadamente y con un inusual tono alegre.

Twilight no pudo evitar reírse tontamente frente a eso, y Rarity tampoco, dejándose llevar por la actitud alegre de la chica.

-Pero bueno, en todo caso tenemos que ir allí… ¿dónde dijo que era, querida?

-Sunset me dijo que en la N de Vinewood, pero no entiendo a lo que se refiere exactamente, ni que fuera un acertijo…-murmuró ella, un tanto confusa.

Por un momento las tres se quedaron pensativas, aunque justo entonces Pinkie levantó la vista, mirando hacia el norte, y exclamó.

-¡O bien puede referirse a eso!

Rarity y Twilight miraron a donde ella señalaba y entonces vieron entre los edificios del centro un cartel familiar brillando en la noche.

-Sí, vale, eso tiene más sentido…-murmuró Twilight, sintiéndose un poco tonta por no haberse dado cuenta antes.

Las tres se montaron en el coche y se dirigieron hacia allí a no más tardar.

El cartel de Vinewood era, con toda seguridad, el símbolo más reconocido de toda la ciudad; situado en lo más alto del monte Haan, una de las elevaciones más altas de Vinewood Hills, era su mayor atractivo turístico, recibiendo continuas visitas todos los días. Construido en 1923, se utilizó como gancho publicitario para la urbanización que se estaba construyendo en las colinas, y por aquel entonces se podía leer en él Vinewoodland. En un principio tan solo se tenía intención de dejarlo ahí durante un año y medio, pero en cuanto comenzó la era dorada de Vinewood ésta lo convirtió en el símbolo que es ahora, decidiéndose dejarlo allí permanentemente. A lo largo de los siguientes cincuenta años el cartel sufrió un deterioro progresivo que lo dejó en un estado deplorable, además de otros trágicos sucesos acaecidos en sus inmediaciones, como el suicidio de una poco conocida actriz que se tiró desde la V. Aun a pesar de una primera restauración en 1949, en la cual se decidió retirar el sufijo land, el cartel alcanzó su estado más ruinoso en la década de los setenta, y no fue hasta 1979 cuando se acometió la reforma que lo dejaría como nuevo, siendo además financiada por famosos varios que contribuyeron con un poco de sus fortunas para que el cartel volviera a brillar de nuevo.

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Cartel de Vinewood


El viaje hasta el cartel no les tomó mucho tiempo, llegando allí en poco menos de quince minutos; la noche había despejado un poco y la luz de la luna se colaba entre finas nubes, al tiempo que las letras del cartel eran iluminadas por una serie de focos, un par por cada letra. La carretera que subía hasta la antena de radio que había detrás del cartel se desviaba a través de un camino de tierra que daba directamente hacia el propio cartel. Aparcaron al lado de la N y salieron del coche; Sunset aún no había llegado y desde allí arriba las vistas de Los Santos iluminada en la noche eran espectaculares. Las letras eran muy altas, de quince metros de altura cada una y nueve de anchura.

-¡Vaya, nunca lo había visto tan de cerca, es enorme!-exclamó Pinkie, admirando el tamaño del cartel.

-Desde luego, aunque las vistas desde aquí son divinas…-murmuró Rarity, admirándolas.

Twilight no dijo nada, tan solo se acercó a las vigas que sostenían la letra donde habían quedado y se apoyó en una de ellas, contemplando Los Santos en la distancia con gesto anodino. Rarity se acercó a ella para hablar un rato.

-Qué bien se ve desde aquí ¿no? Y pensar que es en esa ciudad donde todo sucede… lo pienso y no puedo evitar deprimirme un poco.

-Oh, vamos querida, sé que es una situación complicada, pero no dejes que algo así te hunda tan fácilmente…

-Lo sé, lo intento, pero no es tan fácil, Rarity…

La chica quiso decir algo, pero en ese momento oyeron el ruido de un coche acercándose y se giraron, viendo entonces el jackal rojo de Sunset parándose detrás del premier de Twilight. La chica rojigualda bajó del coche y se dirigió a ellas con gesto molesto.

-Muy bien, antes de nada mi móvil, por favor.

Twilight se lo entregó sin decir nada y Sunset se lo guardó, comentando de seguido.

-Vale, ahora vamos a empezar a aclarar algunos puntos. Me parece que algunas de las aquí presentes buscamos lo mismo.

-¿Y me mira a mi?-inquirió Rarity, ceñuda.

-Sí, la miro a usted, señora mía, no es la única que usa Trackify ¿sabe usted?

La chica de pelo violeta se hizo la remolona, pero Twilight intercedió enseguida por ella murmurando.

-Un momento, no sabes si realmente ella buscaba lo mismo…

-Sí que lo sé, sabelotodo, de hecho sé mucho más que tú, que por algo soy quien manda aquí.

-¡Eh, oye, tampoco es para hablarla así!-la reprendió Pinkie, molesta por su actitud.

-Contigo también tengo que hablar, pero luego, primero quiero saber a quién estaba buscando aquí la señora rulos.

-¿Perdona? ¿Señora rulos?-repitió Rarity, atacada.

-Sí, señora rulos, ahora dime lo que quiero saber, mis hombres buscaban a alguien que tenía algo que no debía tener, y por consecuente usted también buscaba a ese alguien.

-¿Es sobre aquel hombre desaparecido del que me hablaste esta tarde?-inquirió Twilight.

-Sí, tenía un trabajo pendiente en el condado de Blaine y perdimos el contacto hará cosa de una semana, un trabajo importante, y del que usted, señorita Belle, debe haber oído sí o sí-la espetó Sunset, molesta.

-No sé nada de eso…

-¡No me mienta! ¡A no ser que quiera que envíe alguien a Vice City, concretamente a Starfish Island, para que hagan una visita a esa encantadora hermanita que usted tiene!

Ante semejante declaración Rarity no pudo evitar abrir mucho los ojos en un gesto asustado, sintiéndose entonces acorralada. Lo sabía. Lo sabía todo sobre ella.

-¿Rarity?-inquirió Twilight en ese momento, sin entender a lo que Sunset se refería.

-¡Vamos, sabe a lo que se arriesga, reina de las nieves, así que dígame lo que quiero saber!

-¿Reina de las nieves?-repitió Pinkie, extrañada.

-¡Sí, claro, la misma nieve que la gente de plástico de esta ensimismada ciudad se esnifa todos los días!

Ante esa frase tanto Twilight como Pinkie comprendieron al instante lo que Sunset insinuaba, mirando a Rarity con la sorpresa dibujada en sus caras; por su parte la chica esbozó una triste mirada, totalmente derrotada en todos y cada uno de sus sentidos. No tuvo más remedio que contarla lo que quería saber, aunque omitiendo el nombre de Lester para protegerle y no involucrarle a él también.

-Vale, ya veo, eso tiene más sentido… sin embargo me temo que esto no puede quedarse así, como bien comprenderás. No sé quien sería tu contacto, ni me interesa saberlo, pero ahora teniendo en cuenta todo esto, creo que no está de más una retribución de tu parte, sobre todo después de todos los daños y prejuicios que nos has causado.

Rarity quiso decir algo, pero Sunset la cortó comentando.

-A no ser que quieras que hagan una visita a tu hermanita…

La chica requirió de todo su autocontrol para no estallar, llegando a apretar con fuerza un puño y mordiéndose la lengua, sintiéndose más impotente que nunca.

-Encuentra a esa persona para nosotros y estaremos en paz.

Ante eso Rarity tan solo asintió brevemente, sin ni siquiera mirarla. Sunset esbozó una satisfecha sonrisita y, tras eso, se dirigió a Pinkie.

-Y en cuanto a ti… ¿sabías que tus queridos mentores nos deben la friolera de cinco mil dólares?

-¿Qué? No, no lo sabía…

-Pues sí, una cantidad nada desdeñable, y más aún teniendo en cuenta que llevan casi un mes de retraso en el pago ¿Segura que no sabías nada al respecto?

-Sí, claro que sí, además, eso no es algo que les preguntaría así sin más…

-Ah, no sé, como has estado trabajando con ellos desde hace un tiempo me extraña que tengan para pagarte a ti pero sin embargo no tengan para devolver lo que nos deben…

-¡Pero a mi no me pagan nada, tan solo estoy con ellos aprendiendo acerca del negocio, nada más!

-Ya, pero sin embargo contribuyes a su economía proporcionándoles beneficios, beneficios que no se molestan en usar para pagarnos…

-¡Pero eso ya es decisión suya, no mía!-exclamó Pinkie, cada vez más molesta.

-Oh, bueno, en ese caso podemos ir tú y yo a preguntarles ¿no te parece? Así aclaramos las cosas entre los cuatro ¿qué me dices? ¿Les hacemos una visita?

Por un momento las dos se miraron fijamente, sin decirse nada. Pinkie no era tonta y entendía a la perfección la insinuación y verdaderas intenciones de Sunset, lo cual asustaba mucho a la chica. La estaba coaccionando a vender de cierta forma a los Cake, a esa adorable pareja de reposteros que tanto la habían enseñado sobre la profesión. Pinkie sabía que no podía hacerlo, ya que traicionaría su confianza, y además sentía que debía de protegerlos a toda costa. Por lo que, tras unos breves segundos de silencio, habló.

-¡No! ¡No, espera, no hace falta! Yo… ¡yo me haré cargo de su deuda!

El sorpresivo anuncio tomó por sorpresa tanto a Rarity como a Twilight, pero Sunset tan solo esbozó una zalamera y satisfecha sonrisita.

-Bien… sabía que serías lo suficientemente lista.

Por su parte la chica no dijo nada, tan solo se quedó callada mirando al suelo con gesto mohíno y preocupado. Por su parte Sunset se dirigió a todas en su conjunto.

-Muy bien, pues ahora que hemos aclarado los puntos más importantes, creo que por ahora lo vamos a dejar aquí. Estaremos en contacto, tendréis noticias mías muy pronto.

Tras ese seco apunte Sunset se despidió, volvió a su coche y se fue por donde había venido; las tres se quedaron allí solas, en silencio y dejando pasar el tiempo. En un momento dado Twilight tomó la palabra comentando.

-Ya sé que lo hemos hablado antes, pero… lo siento, de verdad. En buena os he metido a las dos…

-No lo pienses más, querida, ya sabes que no es culpa tuya.

-Sí, aquí la única culpable es esa buena para nada chica que se acaba de ir…

-En fin, por ahora no queda más remedio que acatar lo que nos diga, y pasar desapercibidas también, sobre todo después de lo de la pastelería. Twilight ¿podrias acercarme a mi hotel, por favor?-pidió en ese momento Rarity.

-Claro, subid, os llevo.

El viaje de vuelta al hotel de Rarity pasó rápidamente, aunque Pinkie hizo el ambiente más distendido comenzando a hablar de todo un poco, consiguiendo que las demás se olvidaran un poco de los acontecimientos más recientes. En cuanto pasó al lado del hotel Richman Rarity se despidió de ellas, compartiendo su número con sus nuevas amigas antes de meterse en el hotel, y tras eso Twilight acercó a Pinkie hasta el extremo norte del paseo de Prosperity Street.

-Gracias por acercarme, Twi.

-Ah, no ha sido nada, era lo menos que podía hacer después de meteros en todo esto.

-Oh, vamos, no seas tonta, ya te hemos dicho que no ha sido culpa tuya…

Twilight sin embargo no dijo nada, apartando la mirada con gesto mohíno. Por su parte Pinkie se quedó pensativa, como si buscara las palabras adecuadas, hasta que finalmente dijo.

-Bueno, probablemente no podamos abrir la tienda mañana, aunque… ¡ya sé, me pasaré mañana por tu casa y te prepararé un super mega cupcake especial para ti que de seguro te levantará el ánimo! ¿Qué me dices?

Tal era la predisposición y alegría de la chica que la fue imposible negarse, riéndose tontamente al tiempo que aceptaba.

-Está bien, te esperaré.

-¡Genial! ¡Ya verás, nos lo pasaremos bien horneando juntas!

Tras eso la chica se despidió de ella, al tiempo que Twilight se dirigió de vuelta a su apartamento, pensando en todo lo que había ocurrido. Aunque de cierta forma todo se había torcido un poco más, involucrando a más personas en el proceso, el propio hecho de conocer a una nueva amiga y sentirse un poco más completa en ese sentido no dejaba de llamarla la atención, como si realmente así hubiera tenido que ser. Las palabras de Rarity acerca del destino seguían reverberando en su memoria.

Los acontecimientos más recientes bien lo atestiguan ¿no crees?


Twilight suspiró con fuerza, pensando si de verdad estaba destinada a ser amiga de esas chicas. Mientras tanto, la ciudad brillaba en la noche.


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Aún la costaba creer que hubiera podido salir de allí sin que nadie la hubiera visto. Estaba más que claro que la habían localizado principalmente por haber usado el rastreador acoplado al móvil, ya que era la única conclusión lógica a la que había podido llegar teniendo en cuenta todo lo que había sucedido. Ella misma había estado guiando a los que habían intentado matarla hoy sin éxito, y ni siquiera se había dado cuenta hasta que fue demasiado tarde. Era en momentos como esos cuando Fluttershy llegaba a cuestionar hasta sus propios métodos y habilidades. Aun a pesar de todas las precauciones que había tomado, se había quedado expuesta, y todo por culpa de su imprudente forma de proceder.

Volver a usar el móvil ya no era una opción, lo cual la molestaba, ya que hasta el momento era su única pista. Pero lo más probable era que, si lo volvía a encender, los que la habían estado persiguiendo la volverían a localizar y haría que encontraran el almacén, cosa que debía de evitar a toda costa. Ese lugar era el único sitio al donde podía ir, y no se podía permitir perderlo bajo ningún concepto. Por lo que, sin ninguna otra posibilidad, decidió enseguida. Cogió la paleta de albañil que encontró rebuscando entre los restos, la alzó y, con un golpe seco, destruyó el móvil. Tras eso soltó la paleta, la cual cayó al suelo con gran estrépito, resonando por todo el almacén.

Una vez que el móvil fue destruido la chica se dirigió de vuelta a la sala, tumbándose en la vieja cama y haciéndose una bolita sobre él, pensando en muchas cosas, todas nada alentadoras. Cerró los ojos con tal de olvidarlo todo, llegando a dormirse casi sin darse cuenta. Afuera, Los Santos trasnochaba.


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-¿Ya está todo atado y bien atado?

-Así es, señor, hemos asegurado a esas chicas, las tenemos bajo nuestro control total.

-Ah, bien, muy bien, así me gusta. Me gustaría formar cuanto antes ese grupo especial de operaciones del que te hablé, aunque necesitaremos a unas cuantas más.

-Descuide, señor, lo tendrá enseguida.

-Maravilloso. Si eso es todo, puede retirarse.

-Señor.

Una vez solo, el hombre se levantó de su mesa y se dio la vuelta, encarando la ancha cristalera que había a sus espaldas; desde lo alto de las colinas de Palomino Highlands la vista de Los Santos era magnífica, pudiéndose ver en su totalidad y brillando bajo un manto de infinitas estrellas. Su casa era la única en toda la zona, y así tuvo que ser por deseo expreso suyo, nada que unas cuantas expropiaciones no pudieran hacer.

-Ah, qué hermosa vista, puedo verte perfectamente, querida. Por ahora no eres más que mi nuevo patio de juegos, pero pronto, muy pronto serás toda mía. Las posiblidades son infinitas, y tu vasto territorio inexplorado es una delicia comparado con todo cuanto ya poseo. Pero no es suficiente, nunca es suficiente, no para mí. Te iré conquistando poco a poco, barrio a barrio, distrito a distrito, hasta que mi influencia se extienda más allá del sur de San Andreas. Y será entonces cuando me podré coronar como el hombre más poderoso de la costa oeste. Y tú, querida mía, serás la joya de mi corona. Ah, sí, qué bella visión.

Tras ese corto pero intenso monólogo el hombre siguió contemplando un poco más las vistas que la ciudad le ofrecía y finalmente se retiró, apagando la luz y dejando el despacho desierto. La luz que proyectaba Los Santos se colaba por el ancho ventanal, dando una fría sensación de vacío, como si la propia ciudad le hubiera contestado sin hacerlo. Una luna decreciente coronaba la bóveda celeste, iluminando débilmente las nubes que la rodeaban.

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Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor serch248 » 21 Feb 2016, 22:56

Me ha gustado mucho el capitulo, la parte que más me ha gustado ha sido la del tiroteo en el Sugarcube Corner y esta frase:

-¡Oh, venga ya, querida, o tienes una Hawk & Little en el bolsillo o es que te alegras de verme!


Solo hacía falta que Rarity tuviera la "habilidad" que tiene Michael de hacer ralentizar el tiempo, su buen manejo con las armas le pega mucho xD.

En el párrafo final, he jugado lo suficiente al GTA V y Online para hacerme una idea de quién es ese desconocido.

Esperaré al siguiente capítulo con ansia xD, las cosas se están empezando a poner interesantes.
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 29 Mar 2016, 21:59

Capítulo 21

Mitad y mitad


Esa mañana a Big Mac no le había dado tiempo a llevar a Apple Bloom al colegio, por lo que le tocó a Applejack acercarla rápidamente, aunque eso mismo hiciera que llegara tarde a "trabajar". Aunque en parte no la preocupaba, puesto que se trataba de Trevor Philips, sintiendo en ese sentido cero prisas por llegar a tiempo.

-¿Qué tal todo por allí, dulzura? ¿Ya te tratan mejor?-inquirió la chica en un momento dado, de camino hacia allí.

-Sí, bueno, algo…

-No suenas muy convencida… si te siguen atosigando dímelo y vuelvo a hablar con el director, ya sabes que no tengo ningún problema en volver a hacerlo.

-No, a ver, ya apenas se meten conmigo, es solo que sigue siendo igual de aburrido, eso es todo.

-¿Y eso por qué? ¿No has hecho ningún amigo?

-Bueno, está Mary-Beth, una niña de mi edad que vive allí, en Harmony, pero a veces la da por hablarme y otras veces no…

-Anda ¿y eso por qué?

-No lo sé, la verdad es que es un poco rara, pero al menos me habla… cuando la da, claro.

Ante eso Applejack frunció el ceño con gesto preocupado. Era en momentos como ese cuando más se preguntaba si el mudarse allí había merecido la pena; ella quería creer que sí, pero teniendo en cuenta todo lo que había pasado, su situación y la de su familia, cada vez le costaba más y más pensar que el cambio había servido de algo. Incluso a veces la hubiera gustado desear que nada hubiese cambiado. Al menos así su abuela seguiría viva.

Una vez en Harmony dejó a Apple Bloom junto a la puerta de la escuela, despidiéndose de ella y poniendo rumbo en dirección hacia el aeródromo de McKenzie, donde seguramente Trevor y Óscar la estuvieran esperando. En cuanto llegó aparcó junto al hangar y salió del coche, aunque nada más doblar la esquina pudo ver que ni Trevor ni Óscar se encontraban allí. Sin embargo la cuban 800 blanca y roja se encontraba en el mismo hangar, solitaria y sin nadie por allí cerca que la pilotara. El ceño de la chica se frunció en un gesto extrañado, al tiempo que llamaba a los dos aludidos.

-¡Hey, Philips, Óscar, ya estoy aquí!

Sin embargo la nada respondió en su lugar, dejando un extraño vacío que se extendió por todo el aeródromo. Applejack les volvió a llamar, sin resultados.

-Qué raro ¿dónde estarán?-se preguntó ella, comprobando el lugar.

En un momento dado decidió llamar a Trevor al móvil para preguntarle dónde estaba, aunque tras unos breves minutos esperando a que cogiera el teléfono la línea se cortó por falta de respuesta. Lo intentó también con Óscar, dando los mismos resultados.

-¿Por qué no contestan?

Cada vez más y más extrañada se acercó a la caravana de Óscar y llamó a la puerta al tiempo que exclamaba.

-¡Eh, Óscar! ¿Estás ahí?

Lo intentó de nuevo en cuanto vio que no la respondía, pero llegó a tocar tan fuerte que la puerta se llegó a abrir ligeramente, quedándose levemente entornada. Extrañada por no recibir contestación la chica decidió entrar un momento para comprobar el interior, encontrándose la caravana vacía ya que Óscar no estaba allí, aunque en cuanto vio lo que había allí, prefirió no haber entrado. Casi toda la caravana se encontraba empantanada y patas arriba, con un montón de cosas esparcidas por el suelo, la mesa, la encimera de la cocina y el pasillo hacia la habitación; lo que más primaba eran cajas llenas de armas, aunque también había un buen montón de carpetas llenas de papeles debajo de la mesa, bolsas llenas de munición y algún que otro montón de latas de cerveza. Encima de la misma había un equipo de radio junto con un radar portátil, por el cual Óscar monitoreaba la actividad del espacio aéreo.

Estuvo a punto de irse cuando, en un momento dado, llegó a ver una hoja de papel y un boli junto a la radio, con algo en ella escrito, y se acercó por curiosidad. Pudo ver entonces que Óscar había dejado algo escrito en ella, pudiéndose leer: entrega especial, canal cifrado, distribuidor desconocido, posible gran cacho. Lugar: playa de Procopio a las once y media de la mañana.

-¿Procopio? Eso está al norte… ¿por qué tan lejos?-se preguntó la chica, extrañada.

Acto seguido consultó su reloj y vio que aún quedaba un cuarto de hora para esa entrega, lo cual la dio que pensar. Si Óscar lo había dejado apuntado es que era, de cierta forma, relevante para el negocio. No especificaba cuanto, pero el posible gran cacho que mencionaba parecía prometer un pago generoso, lo cual llamaba su atención, ya que un mayor pago nunca estaba de más. La extrañaba un poco la lejanía de la entrega, sobre todo teniendo en cuenta que hasta el momento no había tenido que irse muy lejos para recoger otras, pero aun así la posibilidad de pasarse por allí seguía rondando por su mente.

Aunque, aún algo insegura, decidió volver a llamar por un casual a Óscar una vez más, saltando de nuevo el contestador al cabo de unos breves minutos.

-Agh, está claro que estos no vienen hoy…-pensó ella, algo molesta.

Ante esa tesitura, y teniendo en cuenta que el otro día no llegaron a cobrar, Applejack decidió realizar ella misma ese recado, poniéndose en marcha enseguida. Antes de salir de la caravana comprobó su pistola perforante, cogiendo otro cargador lleno prestado a Óscar por si las moscas. Teniendo en cuenta que se dedicaban a lo que se dedicaban, supuso que a Óscar no le importaría que se llevara un poco de munición.

Arrancó el dune buggy y, sin mayor dilación, se dirigió hacia la playa de Procopio, la cual se situaba en la parte más norteña del estado. Como no podía ir con el buggy por carreteras secundarias ni autopistas, ya que llamaría la atención de la policía, decidió ir por una ruta alternativa que la haría dar algo más de vuelta pero que la haría llegar igualmente.

Yendo todo recto por Calafia North Way, el camino de tierra que bordeaba por el norte al mar de Álamo, había un desvío que subía por un cerro y que llevaba hasta un largo túnel que cruzaba parte del monte Chiliad y que desembocaba en pleno parque natural del monte Chiliad; decidió ir por ese túnel puesto que dejaba bastante cerca de la costa, pudiendo atravesar la autopista por debajo utilizando unos sumideros que allí había, saliendo al bosque y bordeando toda esa parte de la costa, cruzando luego Paleto Bay y llegando a la citada playa sin dejar de bordear la costa. A todo gas tardó poco menos de quince minutos, yendo con el tiempo algo justo, pero con el suficiente para ver la avioneta acercándose desde el norte.

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Playa de Procopio


Por suerte no había nadie en la playa a esas horas, por lo que ella fue la única que vio llegar a la avioneta, la cual era completamente negra; volaba a pocos metros de altura, aunque en cuanto se acercó a la costa se elevó un poco, para luego describir una cerrada curva en cuanto sobrevoló parte de la playa, dejando caer el paquete, el cual planeó suavemente hasta posarse en la arena, a pocos metros de donde ella estaba. Acto seguido la avioneta se enderezó y continuó su viaje, esta vez hacia el este, hasta que finalmente se perdió en la lejanía.

Por su parte Applejack se acercó a la caja, quitando el paracaídas y llevándosela hasta el buggy; antes de arrancar sacó su pistola perforante y la dejó a su lado, por si tuviera que defenderse en caso de que alguien la asaltara, cosa que la hizo ponerse alerta incluso antes de salir de la playa. Sin embargo, y para su sorpresa, no se encontró con nadie a lo largo de todo el trayecto de vuelta, que fue el mismo por el que había venido. En todo momento estuvo alerta y con el arma a mano por si había que liarse a tiros, pero nadie le salió al paso en ningún momento ni lugar, cosa que la extrañó bastante, puesto que lo usual hubiera sido todo lo contrario.

Regresó al aeródromo tranquilamente, lo que la dio una extraña sensación, como si faltase algo; aun así agradeció ampliamente que no hubiera tenido que disparar ni un solo tiro, por lo que sin pensarlo mucho más se bajó del coche y descargó la caja para comprobar su contenido. Hizo mano de una palanca que encontró en el hangar y la usó para abrir la caja, la cual se encontraba llena de bolitas blancas de corcho de embalaje, sacando de entre ellas un arma que nunca había visto.

-¿Pero qué se supone que es esto?-pensó Applejack, extrañadísima.

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Arma extraña


Nunca había visto nada igual en toda su vida, en cuanto a forma se refería recordaba vagamente a un fusil, pero tenía un diseño tan moderno que a su vez difería mucho de un arma de asalto. Poseía un largo cañón que parecía dividirse en dos y con una especie de canal electromagnético de color rojo entre medias, el cargador parecía una batería y una pequeña luz LED verde parpadeaba en la parte superior junto a un pequeño interruptor. Applejack lo pulsó y el canal electromagnético pasó de ser rojo a verde, notando como el arma zumbaba en sus manos.

-¿Pero qué…?

Antes de que pudiera decir nada más, uno de sus dedos resbaló entre el hueco del gatillo, pulsándolo accidentalmente y disparando el arma en el proceso; al segundo siguiente hubo una súbita detonación que sonó como si se hubiera activado un electroimán gigante, seguido de un destello azulado que rasgó el aire y que luego impactó en un pequeño y delgado árbol cercano, partiéndolo en dos.

Para entonces la cara de Applejack era un poema, soltando el arma por inercia, la cual siguió brillando y zumbando en el suelo. Sin duda alguna el poder de esa arma era devastador, y en manos equivocadas podría convertirse en algo muy peligroso. Sin embargo, por otro lado pensó que tal vez Óscar se podría referir a eso mismo en sus anotaciones. Un arma así tendría que valer mucho dinero, y en el caso de venderla les podría dar muchos beneficios, lo que podría subsanar de cierta forma su ya de por si ahogada situación económica. Cierto era que le daba miedo lo que podrían hacer con ella, pero por otro lado no pudo evitar pensar en cómo podría ayudar a su familia si la vendiera al mejor postor.

Aun algo atacada debido al susto, Applejack entró en la caravana de Óscar y empezó a buscar entre sus papeles algo que la pudiera dar alguna idea sobre a quién vender algo así. Desde el primer momento Óscar reiteró por activa y por pasiva la constante demanda de armas por parte de los mexicanos, por lo que pensó en tirar por ahí, llegando a encontrar un número de teléfono al que llamó para obtener algo de información. Respondieron al poco rato y tras unos breves segundos de espera.

-Bueno ¿Quién es?

-Hola, buenos días, llamo de parte de Óscar Guzmán…

-¿Óscar Guzmán? ¿Ese p*to? Pinche pendejo de mierda, así le chingen su madre ¿qué tiene usted con ese?

-Ah, bueno, soy una compañera, trabajo con él como asociados de Trevor Philips Industries, o Enterprises, o como diablos sea…

-¿Trevor Philips, dice? Conozco a ese güey, tengo entendido que provee buenas armas ¿dice usted que está asociada con él?

-Así es, tengo entendido que ustedes siempre tienen una gran demanda, y he pensado que podría ofrecerles algo que les podría interesar…

-Bueno, todo es platicarlo ¿de qué se trata?

-De algo completamente nuevo que no tiene nada que ver con las armas convencionales, es quizás lo más potente que he conocido en toda mi vida.

-¿Oh? Suena chido, desde luego, aunque… ¿qué me dice que no me está tratando de tranzar?

-No, para nada, de hecho le puedo mandar una foto para que la vea…

-¡Chale, mándemela pues, así salimos de dudas!

-Está bien…

Tuvieron que cortar un momento la llamada para poder hacerle una foto al arma y mandársela al contacto, retomando la conversación poco después.

-¡Órale, se ve asombrosa, nunca había visto nada igual! ¡Nos interesa mucho, sí! ¿Cuánto piden por ella?

En ese momento la mente de Applejack bulló en posibilidades, tratándole de ponerle un precio que satisficiera sus circunstancias económicas, y recordando además que iba a mitad y mitad con Trevor. Finalmente, y tras una rápida deliberación, murmuró.

-Dado que es un arma muy rara y exclusiva, no pasa de treinta mil dólares.

-¡Treinta mil dólares! ¡Ay, chale, qué cara es esa madre!

-Ya, bueno, pero tiene que comprender que nos ha costado lo suyo conseguirla, después de todo se trata de oferta y demanda…

-Sí, claro, se entiende. Está bien, aceptamos el trato, pero sólo porque nos interesa.

Rápidamente acordaron un sitio y una hora para entregarla ese mismo día, el contacto la explicó que había una pequeña avanzadilla cubriendo la costa oeste del estado, a pocos metros de distancia del litoral y cerca del puente de Cassidy Creek. Una vez que estuvo situada, Applejack metió el arma de nuevo en la caja, volviéndola a cerrar usando varios clavos y poniéndola rápidamente otro paracaídas, metiéndola en el compartimento de carga de la cuban 800. En cuanto estuvo todo listo Applejack abordó la avioneta y arrancó el motor, comenzando a rotar las dos hélices a ambos lados de las alas. Dado que sabía cómo pilotar una avioneta fumigadora, esta tampoco difería tanto, por lo que fue capaz de salir del hangar y alzar el vuelo en cuanto llegó al otro extremo de la pista, poniendo rumbo hacia el oeste.

Las vistas desde el aire eran brillantes, sobre todo a primera hora de la mañana; los vientos no eran muy fuertes, asegurando un vuelo tranquilo y relajado. Sobrevoló todo el mar de Álamo, con la imponente figura del monte Chiliad alzándose a su diestra y la más pequeña silueta del monte Josiah recortándose en la distancia, con la luz del sol incidiendo tras él. Para evitar deslumbrarse se puso unas gafas de aviador ensombrecidas que allí había, pudiendo ver mejor lo que había delante de ella. Viró ligeramente a la derecha para rodear el monte Josiah y enfiló el estrecho cañón de Raton Canyon, pudiendo ver al fondo la figura del puente de Cassidy Creek, estando cada vez más cerca de su objetivo. En poco menos de diez minutos palió el resto de metros volando, saliendo al ancho y basto océano pacífico.

Para poder ubicar sin problemas la avanzadilla voló a baja altura, llegando a localizar una serie de botes a pocas millas de distancia de la costa, estando señalizados mediante una estela de humo amarillo que salía de unos de ellos. Applejack se preparó para abrir el compartimento y, en cuanto sobrevoló los botes, soltó la carga, la cual planeó suavemente hasta caer en el agua, siendo recogida por los ocupantes de los botes. Por su parte Applejack dio media vuelta y regresó por donde había venido, dejando atrás la avanzadilla y adentrándose de nuevo en tierra firme.

El vuelo de vuelta al aeródromo fue mucho más rápido puesto que tenía el viento en cola y a su favor, volando más rápido y llegando a aterrizar en poco menos de diez minutos, metiendo la avioneta en el hangar y saliendo de ella sintiéndose un tanto mal consigo misma. Había vendido a los mexicanos un arma de la cual no sabía nada por un buen montón de dinero, pero no lo hizo sólo por el dinero, sino por todo lo que podría hacer por su familia con ese dinero. En todo momento había tenido en cuenta este hecho en sí, siendo con toda seguridad lo más importante para ella en ese sentido. Necesitaban ese dinero, por lo que la chica no lo consideraba un acto de egoísmo como tal, sino de simple supervivencia. Después de todo es lo que siempre había hecho, ahora más que nunca.

Una vez que el trabajo estuvo hecho era necesario esperar para recibir el pago, suponiendo que vendría adjunto en la siguiente recogida, por lo que sin más que hacer Applejack regresó a su casa en su coche, dejando el aeródromo desierto. Leves vientos a ras de suelo levantaron la arena de la pista, revolviéndola un poco.

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-Entonces… ¿participarás dentro de poco en eso?-jadeó Rainbow Dash, tratando de recuperar el resuello.

-Sí, el triatlón Coyote se dará dentro de una semana, por lo que tengo que estar preparada… no te veo yo muy puesta en estas cosas, Dash…

-¡Y no lo estoy! Sigo pensando que esa cosa es criminal… ¿cómo puedes aguantarlo?

-Bueno, es cuestión de acostumbrarse, ya he participado en otros antes, hubo uno en los canales de Vespucci hará cosa de varios meses atrás, antes de irme de visita a la costa este.

-Y participaste, supongo… ¿cómo fue?

-Quedé segunda sólo por unos ínfimos minutos, me jodió mucho, la verdad, por lo que esta vez pienso superarme, aunque para eso necesito estar a punto.

-Entiendo…

Esa misma mañana Rainbow había ido a visitar a Lightning, a la cual apenas había visto desde la última vez puesto que había estado bastante ocupada entrenándose. Debido a esto no había podido participar en las últimas carreras, en las que Rainbow había conseguido ganar en su mayoría, comenzando a hacerse cierto nombre en la ciudad. Aprovechó que ese día no tenía clase y la estuvo acompañando durante su entrenamiento, ejercitándose con ella, ya que también la venía bien.

-Pero bueno, suficiente de mí ¿y qué hay de ti, como lo llevas?-inquirió Lightning en un momento dado, mientras descansaban en un banco en Mirror Park.

-Bien, no me quejo, hemos podido retomar las clases en la escuela de vuelo de aquí, el instructor es un capullo, pero se sobrellevan más o menos bien.

-Ya veo… ¿y qué tal está tu pseudo novio?

Ante esa pregunta Rainbow se atragantó cuando estaba bebiendo un poco de agua de la botella de la chica, tosiendo con fuerza y tratando de recuperar el resuello, al tiempo que mascullaba.

-¿Pseudo novio? ¿Pero qué dices?

-Vamos, vamos, sabes de lo que te hablo…-murmuró Lightning, divertida.

-Espera, espera… ¿Thunderlane? ¡Ya te he dicho que no es mi novio!

-Sí, claro, por eso digo lo de pseudo novio, ya sabes, por lo de las apariencias y tal…

-¡No digas gilipolleces, no es mi novio, punto!

-Si tú lo dices, aunque me llama la atención cómo reaccionas cada vez que te lo menciono ¿segura que no hay nada ahí?-inquirió la chica, con gesto zalamero.

Por unos ínfimos segundos Rainbow se quedó momentáneamente callada, para finalmente contestar de seguido.

-¡Que no! ¡Además, está saliendo con una chica de la escuela, chica que además me pidió previamente permiso creyendo que teníamos algo, así que por favor, Lightning, déjalo ya!

-Vale, vale, de acuerdo… aunque la verdad es que hacéis buena pareja…

-¡Agh, Lighting!

La rubia tan solo se rió socarronamente, dejándolo correr de seguido y cambiando de tema rápidamente.

Retomaron el entrenamiento y estuvieron el resto de la mañana haciendo actividades hasta que finalmente Lightning dijo basta.

-Bueno, lo voy a dejar por ahora, aunque esta tarde lo retomaré ¿tienes algún plan para entonces?

-No, ninguno, aunque tal vez me pase a ver a Scootaloo…

-¿Hablas de la cría de aquella vez? ¿Me tengo que preocupar por ti, Dash?-inquirió Lightning, con una mezcla entre preocupación y chanza a partes iguales.

-¡No es nada de eso, malpensada!

-Vale, vale, caramba, Dash, qué irritable estás…

-¿Irritable yo? Sí, claro…

-Hombre, tú me dirás, te pones de los nervios cada vez que menciono a tu pseudo hombre con el que vives, y ahora con esa niña… ¿acaso Dash tiene una faceta que yo desconozco?

-Muy graciosa… yo estaré irritable, pero tú estás de lo más vacilona…

-De eso nada, yo tan solo comento porque te estás saliendo de lo meramente común…

-Y sigues… ¿no ibas a irte o tenías cosas que hacer?-inquirió la chica.

-Bueno, vale, está bien, hablamos en otro momento, veo que te he pillado sensible… ¿estás con la regla?

Ante eso Rainbow la dedicó un rápido corte de mangas y Lightning se rió tontamente, despidiéndose de ella y saliendo del parque, yéndose calle arriba en dirección a su casa. Por su parte Rainbow regresó a su coche y comenzó a conducir sin ningún objetivo en mente, remoloneando por allí mientras pensaba en sus cosas.

Lo cierto era que el comentario de Lightning la había dado que pensar, sobre todo en cuanto a lo ser sensible se refería; Rainbow nunca se había considerado ninguna blandengue, ni mucho menos, y no era propio de alguien como ella ponerse sentimental o moñas, como lo solía llamar. Sin embargo sí había algo que, en parte, la daba que pensar, y esa no era otra más que Scootaloo.

Desde que conoció a esa niña lo cierto era que no había podido evitar cogerla cierto cariño, sobre todo teniendo en cuenta cuales eran sus circunstancias; además, en parte la recordaba en algunos aspectos a ella cuando tenía su edad. Apasionada, decidida, particularmente lanzada y muy frenética en todo lo que hacía, no podía evitar verse reflejada en ella de cierta forma, lo cual la hacía sentirse de alguna forma atada a la niña.

No obstante por otro lado también la preocupaba, sobre todo por su situación actual y el ambiente en el que se encontraba, el cual no era nada apropiado para una niña de su edad, aunque ella parecía estar del todo acostumbrada. Aun así a Rainbow no la convencía para nada, sobre todo esos Ballas, la banda que controlaba el barrio. Por muy cordiales que fueran con los niños del orfanato y por mucho que los ayudaran, no quitaba que fueran unos burdos y simples pandilleros, siendo además en ese sentido una influencia nefasta para ellos.

Su mente seguía divagando por esos derroteros cuando, en un momento dado, y mientras esperaba a que un semáforo se pusiera en verde en una intersección cercana, vio un buccaneer descapotable de lo más vistoso que la llamó la atención. Era de color morado, con sus bajos pintados de dorado y motivos plateados angulados pintados en su carrocería, siendo una personalización bastante más marcada que en otros coches; entre varios de los elementos que pudo ver destacaba sobre todo una toma de aire triple en el capó, unos dados colgados del retrovisor, una tapicería de cuero color morada que combinaba con la carrocería y una placa trasera colocada en la parte anterior del maletero en la que se podía leer Davis Los Santos. Llevaba además puesta la música de la radio a todo trapo, sonando por toda la calle.

Aunque en un momento dado, y para su infinita sorpresa, el coche dio un bote, literalmente hablando, al tiempo que también se balanceaba hacia los lados, siguiendo el ritmo de la música. Fue entonces cuando los ocupantes del coche llegaron a realizar ciertos signos que la eran familiares, lo que hizo reaccionar de seguido a Rainbow.

-¡Son Ballas!

En uno de los tantos botes y bamboleos pudo verlos un poco mejor, confirmando lo evidente, ya que uno llevaba una camiseta morada de Los Santos Panic y otro una gorra del mismo color pero con motivos blancos, junto con una bandana a juego atada al cuello.

Inmediatamente después el semáforo se puso en verde y el coche de los Ballas se puso en movimiento, aunque con el eje trasero levantado, llamando ampliamente la atención de los viandantes. Por su parte Rainbow no se lo pensó ni dos veces y se dispuso a seguirlos, sacándoles dos coches de distancia y sin perderles la pista en ningún momento. Fueron todo recto por Mirror Park Boulevard hasta llegar a un amplio recinto amurallado al otro lado del bulevar y que hacía esquina con Vinewood Park Drive, justo al lado del hipódromo y el casino de la ciudad. El coche se metió en el recinto, pero Rainbow paró a pocos metros del mismo, no muy segura de si meterse ella también o no. Al cabo de unos breves minutos vio entonces salir a dos moteros montados en sendas chopper, con un logo en sus chaquetas de cuero que le resultaba terriblemente familiar.

-¿¡Qué?! ¡¿Hay Lost aquí?! ¡Vamos no me jodas!-pensó la chica, en lo más hondo de su ser.

Y no era para menos, puesto que si por algo estaba ahora ahí en Los Santos era por ellos, ya que ya la intentaron matar aquella vez en Liberty City. Por un instante quiso dejarlo y huir de allí antes de que la vieran, sin embargo se paró momentáneamente, rumiando la situación.

Dudaba de que se hubieran pateado los más de cinco mil kilómetros que había entre costa y costa partiendo desde Liberty hasta Los Santos, eso de primeras. Era posible, sí, pero llevaría mucho tiempo, y ella llevaba viviendo en esa ciudad poco menos de tres semanas, por lo que dudaba que fueran los mismos Lost que intentaron liquidarla.

Por otro lado había ciertos detalles que evidenciaban que no se trataban de los mismos moteros, al menos en cuanto a dentro de la banda se refería; y es que, un poco más adelante del muro, llegó a ver un grafiti a todo color en el cual se podía ver el logo de los Lost, un águila con las alas alzadas, pero con el título de Los Santos debajo de la misma. Si mal no recordaba de su encontronazo con ellos en Liberty City, los moteros que la atacaron no tenían ningún distintivo en sus logos, cosa que le dio más motivos para pensar que no se trataban de los mismos moteros. Con toda seguridad estos eran de otra división distinta a la de Liberty, por lo que en teoría no tenía nada que temer.

Dejó el coche aparcado cerca de allí y se acercó para husmear un poco, ya que desde que entraron los Ballas no habían vuelto a salir del recinto; rodeó el muro y se dirigió a la parte trasera, subiendo a él de forma sibilina y sin que la vieran, llegando a observar el interior. Todo el lugar parecía ser una especie de cuartel de banda donde los Lost paraban, ya que allí donde miraba no veía más que moteros dispuestos en grupitos y pasando el rato; vio una especie de garito que hacía las veces de casa club, con bar incorporado y una zona de talleres y garajes donde había un montón de choppers dispuestas en fila y siendo revisadas por una serie de moteros. Buscó también con la mirada al coche saltarín de los Ballas, llegando a ubicarlo detrás de la casa club.

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Cuartel de los Lost


-Ahí está… ¿qué estarán haciendo aquí?-se preguntó la chica, intrigada.

Se agazapó un poco para evitar que la detectaran y, al cabo de unos pocos minutos, los dos Ballas salieron por una puerta de servicio acompañados por un par de moteros a los que dieron la mano efusivamente, para luego subir a su coche y salir de allí rápidamente. Los dos moteros se volvieron a meter en la casa club y no los volvió a ver, trató de seguir con la mirada a los Ballas, pero estos se perdieron en la distancia en cuanto doblaron la esquina en dirección oeste.

-Agh, mierda, ¿de qué habrán hablado?

La chica se reincorporó un poco para tratar de salir de allí, pero en ese momento dio un traspié y cayó del muro desde el lado de dentro, aunque un contenedor lleno de escombros frenó en parte la caída. Algo magullada por el golpe, Rainbow salió del contenedor y trató de escabullirse, pero en ese momento oyó una voz que exclamó.

-¡Hey, tú!

Alzó la vista y vio entonces a un chico joven de pelo moreno, corto, de mirada dura y ensutado en una chupa de cuero negro y unos vaqueros raídos dirigiéndose a ella con cara de pocos amigos.

-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Nos estabas espiando?

-Ay, para el carro un momento, machote, no tan deprisa…

-¡No te me pongas chula y responde a mi pregunta! ¡Aquí sólo entran miembros de los Lost! ¡Y tú no pareces ser tal cosa!

En ese momento algo se encendió en la cabeza de Rainbow, viendo una oportunidad para acercarse a ellos y averiguar qué estaban haciendo allí esos Ballas por lo que, decidiendo sobre la marcha e improvisando al mismo tiempo, murmuró.

-Perdón por haberme colado así sin más, pero es que quería saber un poco más de vosotros, he oído hablar de vuestro club y he pensado que podría unirme…

Ante eso la cara del chico cambió completamente, murmurando de seguido.

-Ah, ya veo ¿y por qué no lo has dicho antes? En ese caso ven conmigo…

Siguió al chico por el recinto mientras iba hablando un poco con él.

-Así que quieres ser una hermana ¿eh?

-Eh… sí, me gustaría comprobar la dura vida de motero y disfrutar de la carretera…

-Bueno, no hay muchas mujeres moteras, normalmente las chicas suelen acompañar a los miembros más veteranos, pero con toda esa mierda del progreso y la liberación de la mujer últimamente se está dando más cancha al hecho de ver a una tía montada en una burra… sin ofender.

-Ya, bueno, es lo que tiene ser mujer, supongo, aunque eso no me para…

-¡Ese es el espíritu! ¡Hermanos de por vida, Lost para siempre! Pero bueno, vamos a lo más importante ¿dónde está tu burra?-inquirió el chico, interesado.

-Ah, bueno, verás, el caso es que… no tengo.

Pensó en mentir diciendo que sí tenía, pero al final decidió ir por lo seguro, ya que en el caso de que la hubiera pedido que se la enseñara hubiera estado en problemas. Ante esa tesitura el chico la miró ceñudo, inquiriendo de seguido.

-¿Que no tienes? ¿Y cómo pretendes unirte a nosotros sin una moto siquiera?

-Bueno, visto así suena un poco tonto, lo sé, pero ya te digo que me gustaría ser parte de vuestra banda…

El chico la miró largo y tendido durante unos breves pero largos segundos, hasta que finalmente murmuró.

-Bueno, está bien, quizás podamos subsanarlo de alguna forma…

Los dos entraron en la casa club, donde muchos otros miembros se encontraban pasando el rato bebiendo unas cervezas, charlando entre sí, retándose entre ellos echando pulsos, jugando al billar o viendo la tele. El ambiente era algo lúgubre y estaba lleno de humo, ya que muchos se encontraban fumando. Al fondo del todo una chica vestida en cuero negro y con el logo de la banda en una parte de su pecho bailaba alrededor de una desgastada barra de metal, siendo observada por más miembros del garito, animándola en el proceso.

-Ven conmigo, te llevaré con Al, él lleva los trámites para admitir a los nuevos.

-¿Al?-repitió ella.

-Sí, es uno de los cabecillas de la banda después del incidente en el condado de Blaine… ¿te enteraste de lo que pasó?

Rainbow tan solo negó con la cabeza, a lo que el chico contestó rápidamente.

-Llegaron a descabezarnos hace cosa de varios meses, el que entonces era el líder, Johnny Klebitz, fue apaleado hasta la muerte por un p*to paleto loco de mierda que responde al nombre de Trevor Philips. Por su culpa nos quedamos muy desperdigados, pero ahora nos hemos reorganizado y hemos tirado por un mandato más amplio, habiendo una serie de cabecillas por territorio que se coordinan entre sí.

-Ya veo…

-Pero eso sí, ahora que sabes lo que pasó debes ser consecuente, si ves a Philips o te enteras de donde puede estar, avísanos de inmediato y vamos a por ese cabronazo, tiene cuentas pendientes con nosotros. Y recuerda, Dios perdona, pero los Lost no.

Rainbow se quedó un tanto chocada por tan contundente lema, pero lo dejó estar y siguió al chico hasta una oscura habitación, la cual se encontraba débilmente iluminada por una desnuda bombilla colgada del techo; un hombre de mediana edad, piel morena y poblada barba se encontraba contando dinero sentado tras una mesa. Aunque su aspecto la sonaba, viendo enseguida que se trataba de uno de los moteros que llegó a despedir a los Ballas de antes.

-Al, tenemos aquí a una chica que quiere unirse a nosotros-anunció él, nada más entrar.

-¿De veras? No estoy en contra de aceptar a mujeres aunque ¿tienes lo que hay que tener, muchacha?-inquirió el tal Al, mirándola de arriba abajo.

-Sí, desde luego, quiero ser una Lost y aprender de su filosofía.

-Ya, claro, aunque déjame decirte una cosa. No somos precisamente hermanitas de la caridad. Aquí hacemos de todo, y no es precisamente bonito, pero lo que más valor damos es a los hermanos. Todos aquí somos como si fuéramos uno solo, y debemos permanecer todos juntos. Porque si algo hemos aprendido después de todos estos años es que una banda unida es lo más importante. Respeto, honor, pero sobre todo hermandad. ¿Lo has entendido?

-Sí, claro-murmuró Rainbow, tratando de sonar convincente.

-Bien, aunque antes de nada debes pasar por una prueba de iniciación para comprobar tu destreza manejando tu moto-anunció Al, para desgracia suya.

-Ah, sí, sobre eso, el caso es que la chica no tiene una burra-comentó el chico en ese momento.

-¿Qué? ¿En serio?-inquirió Al, con gesto incrédulo.

Ante eso Rainbow rió nerviosamente, sin saber muy bien qué decir, aunque el chico la sacó del apuro explicando los motivos; ante esa tesitura Al decidió rápidamente.

-Bueno, en ese caso supongo que podremos hacer una excepción. Jolly, llévala al taller, mirad a ver si Angus tiene algo que la pueda servir.

-Vale.

Rainbow se dio la vuelta para dirigirse a la salida, pero en ese momento Al la paró.

-Ah, espera un momento, ahora que vas a ser uno de los nuestros tienes que llevar algo que así lo atestigüe.

Se dirigió entonces a unos casilleros y sacó de uno una chaqueta de cuero negra con el logo de los Lost a su espalda.

-Toma, pruébatela.

Aceptándola de buen grado Rainbow se la probó y, aunque no la pegaba mucho con su conjunto deportivo que llevaba puesto en ese momento, no la quedaba tan mal.

-No está mal, luce bien-opinó Jolly.

-Sí, aunque el pelo desentona un poco, pero bueno, tiene un pase-asintió Al.

Con su nueva chaqueta de cuero puesta, los dos salieron del antro y se dirigieron directamente a la zona de talleres, entrando en un garaje abierto cercano, donde otro miembro Lost se encontraba, aunque este en concreto se encontraba postrado en una silla de ruedas. Era un hombre de mediana edad, de pelo castaño claro, cortado por ambos lados de la cabeza y en forma de pequeño y poco abultado tupé. Llevaba además un piercing con forma de aro en la nariz.

-¡Hey, Angus!-le llamó Jolly.

El aludido se dio la vuelta y le saludó.

-Ah, hola Jolly ¿querías algo? Estoy ocupado con estas válvulas de aquí…

-Nos envía Al, venimos a ver si tienes alguna burra de sobra, aquí la chica quiere unirse a nosotros pero no tiene una.

-¿Así que una nueva, eh? Perdona que no me levante, pero no me queda otra. Soy Angus Martin, el mecánico, encantado.

-Hola, soy Rainbow Dash.

-Angus es todo un veterano, estuvo varios años en la división de Liberty City en la costa este, y ahora está en ésta ayudándonos como mecánico. Si quieres saber más sobre la historia de los Lost, él es tu hombre-explicó Jolly.

-Bueno, tengo buenos recuerdos, y un montón de historias que contarte. También conocí al viejo Johnny K, que en paz descanse; dios, como le echo de menos.

-Sí, todos lo hacemos-asintió Jolly, algo abatido.

Por un momento ambos hombres guardaron un sentido minuto de silencio que Rainbow respetó, aunque no pudo evitar sentir curiosidad por saber más acerca de ese tal Johnny Klebitz. Angus retomó la palabra poco después, comentando.

-Así que buscáis una burra… bueno, quizás tenga algo para ti, vamos a la parte de atrás.

Los dos siguieron a Angus hasta la parte trasera del garaje, donde había un buen montón de cajas de embalaje llenas de piezas y partes de moto sin usar; aunque en una esquina apartada había una vieja moto chopper de manillar alto, cadenera cubierta y con dos bolsas de cuero a ambos lados de las llantas de la rueda trasera, además de un pequeño respaldo para el acompañante. La pequeña carrocería que cubría el depósito de gasolina y parte del cuerpo trasero de la moto era blanca y roja, aunque parte del motor y los cilindros eran visibles bajo el asiento.

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Ángel


-Ahí está, la vieja Ángel de Chad, que en paz descanse también. Ya tiene unos años pero el motor está en condiciones, aun así pruébala un poco y dala rodaje, si ves que no tira bien o la pasa algo tráemela y te la apañaré un poco.

-Vale, gracias Angus.

-De nada, y bienvenida a los Lost.

Una vez con su nueva moto Rainbow la arrancó y el motor ronroneó, sintiendo su traqueteo debajo del asiento; aunque ella nunca se había considerado una motorista y prefería las cuatro ruedas a las dos, de vez en cuando había conducido alguna que otra moto, por lo que en ese sentido no la era desconocida para nada. En un momento dado Jolly se dirigió a ella.

-Dado que es la primera vez con tu nueva burra te daremos un día para que te aclimates un poco a ella y luego pasarás la prueba de iniciación ¿vale?

-Está bien.

-Consistirá en una carrera por la ciudad, así que familiarízate con las calles de por aquí.

-No te preocupes, lo tengo controlado.

Una vez que estuvo todo hablado Rainbow se despidió de ellos y se fue de allí, regresando a su coche, el cual no había dejado muy lejos de allí. Como primer acercamiento no había estado mal y, con algo de tiempo, probablemente podría acercarse a Al lo suficiente como para que le pudiera revelar qué había estado hablando con esos Ballas. Aunque lo cierto era que nunca se hubiera imaginado ese mismo acercamiento como tal, encontrándose vestida de cuero y a lomos de una moto chopper de lo más antigua, aunque a su favor tenía que admitir que tiraba bien, eso por descontado.

Tuvo que llamar al mecánico para que fuera a recoger su coche y, tras eso, se dirigió de vuelta a su apartamento en Del Perro con su nueva moto. Si algo bueno tenían las motos era que se podían colar entre el tráfico y salvar muchos obstáculos que, para un coche, serían infranqueables, y aunque la sensación de libertad era mayor, seguía prefiriendo a sus cuatro ruedas de toda la vida.

Nada más llegar aparcó justo al lado de su plaza habitual de garaje y se dirigió a casa; nada más entrar pudo oír las risitas divertidas de Lindsay acompañadas de las risotadas de Thunderlane provenientes del salón. Con gesto agrio entró en el mismo, haciendo callar a la parejita en cuanto la vieron, aunque el chico fue el primero en hablar.

-¡Ah, hola Rainbow, ya has vuelto! Espera… ¿de dónde vienes con esas pintas?

-De donde no te importa, Thunderlane…

-Vale-murmuró el chico, sin darle mayor importancia.

Sin embargo a Lindsay no le pareció tan bien, comentando de seguido.

-Bueno, no hacía falta ser tan tosca…

-Ah, no, Lindsay, cuando está de morros mejor no hacerla mucho caso.

-¿Porque si no se enfurruña aún más?

-Sí, mismamente.

La parejita se rió confidentemente, aunque a Rainbow no le hizo tanta gracia.

-Ja, ja, me parto con vosotros dos… ¿no tenéis mejores cosas que hacer?

-No realmente… ¿verdad que no, nena?

-No, a no ser que sea algo relacionado con los achuches…

Sin comerlo ni beberlo los dos se pusieron tiernos con Rainbow delante, la cual agrió un poco más el gesto, visiblemente molesta.

-Agh, sois tan dulces que empalagáis… iros a un hotel o algo…

-¿Para qué ir a un hotel pudiendo quedarnos aquí?-inquirió ella, con tonito obvio.

-Ciertamente ¿te importa irte a dar una vuelta un rato, Rainbow?-la sugirió el chico, con tonito.

-¿¡Qué?! ¡Acabo de llegar!

-Bueno, vale, quédate… a no ser que prefieras ver o escuchar…

-A mí no me importa que se quede…-añadió Lindsay, con sonrisita zalamera.

Ante esa tesitura la cara de Rainbow se torció en un gesto asqueado, mascullando de seguido.

-Está bien, vosotros ganáis, me largo, no quiero estar aquí cuando eso pase.

-Envidiosa…

-Deberías hacerte mirar esos celos, Dash, son malos para la salud y el cutis.

A eso la chica quiso contestar, especialmente molesta, pero antes de que pudiera decir nada más los dos desaparecieron escaleras arriba y ella salió de la casa particularmente quemada. Regresó entonces a su moto, la arrancó y se perdió por la ciudad, dejando que el viento la azotara la cara mientras corría por las calles, haciéndose a tan intensa sensación. Por un momento pensó que podría acostumbrarse, e incluso entendió un poco mejor a los moteros, sintiéndose ella un poco más motera también. Mientras tanto, Los Santos bullía más animada que nunca.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 29 Mar 2016, 22:05

(Continúa del anterior mensaje)


Esa misma mañana Fluttershy se levantó especialmente cansada y con los ánimos por los suelos; apenas había dormido, despertándose cada dos por tres en toda la noche, y podía notar como el cansancio acumulado hacía mella en ella, lo cual no la ayudaba para nada a pensar sobre qué podía hacer a continuación ahora que su única pista había quedado inservible.

Prefiriendo dejar los detalles técnicos para otro momento, la chica se fue primero a desayunar, ya que ayer apenas había comido casi nada, además de que echaba en falta el apoyo y el cariño de la señora Casey. Nada más entrar encontró a la susodicha limpiando el suelo, por lo que no la vio entrar como tal.

-Aún no está abierto, deme unos cinco minutos.

-Oh, está bien, puedo esperar…

Nada más oír la voz la señora Casey se reincorporó y, al verla, exclamó.

-¡Fluttershy, querida! Oh, no, tranquila, puedes pasar, enseguida te atiendo.

-Puedo ayudarla si quiere…

-¡No, querida, nada de eso, tan solo estaba poniendo un poco de orden, nada más! Dame un momentito.

La chica se acercó a la barra y se sentó en un taburete, al tiempo que la señora Casey terminaba de barrer, dirigiéndose a la cocina para tirar la suciedad recogida.

-¡Qué bueno es volver a verte cada mañana! Me recuerda a los viejos tiempos...

-Sí, es verdad…-murmuró la chica, algo adormilada.

-Huy ¿a qué viene esa carita, cielo? ¿No has dormido bien?

-No demasiado, ayer tuve un día… complicado.

-Entiendo, en ese caso déjamelo a mí, te prepararé un desayuno que te ayudará a despertar.

-Gracias, señora Casey…

En ese momento la mujer desapareció tras la cocina y Fluttershy se quedó sola en la barra mientras barajaba opciones, todas ellas muy escasas. Por un momento la guía telefónica le vino a la mente, pero la descartó enseguida teniendo en cuenta que se trataba de un teléfono móvil, y además de un particular, por lo que no valdría. Dado que lo que había destruido era el móvil y no el rastreador, pensó en volver a intentarlo partiendo de otra frecuencia, pero aun así lo descartó de nuevo ya que sería arriesgado y ayudaría a los que la buscaban a ponerse sobre la pista de su paradero de nuevo, y no podía permitir que la volvieran a localizar. Teniendo todo eso en cuenta sus opciones eran casi inexistentes, y eso mismo la preocupaba más de lo que ella misma se esperaba que lo hiciera.

-Fluttershy… Fluttershy, querida, ¿te encuentras bien? ¡Fluttershy!

Ese llamado la hizo reaccionar, botando ligeramente y viendo a la señora Casey sosteniendo la bandeja de su desayuno y con un gesto preocupado grabado en su cara.

-Oh, lo siento señora Casey, no era mi intención, es sólo que…

-¿Está todo bien, querida?

Ese súbito corte la hizo reaccionar, llegando a esbozar una confusa mirada, no muy segura de qué hacer. Para ella la señora Casey era como la madre que nunca tuvo, y aunque sabía que no debía, sentía una fuerte opresión en el pecho y la urgente necesidad de soltar todo lo que la atormentaba. No lo hizo, pero entre la maternal mirada que la señora Casey la estaba echando y sus sentimientos desbordados, finalmente no pudo más y lo dejó escapar, comenzando a llorar con fuerza.

Inmediatamente después la señora Casey fue tras la barra a consolarla abrazándola fuertemente, cosa que tan solo hizo que la chica llorara un poquito más fuerte, asiéndose a ella desesperadamente. Tardó bastante, pero poco a poco comenzó a calmarse hasta que finalmente sus sollozos se quedaron reducidos a leves respiraciones agitadas.

-¿Mejor, querida?-inquirió la señora Casey en un momento dado.

Fluttershy tan solo asintió con la cabeza, sin decir nada, a lo que la señora aprovechó para retomar la conversación.

-Es por tu padre ¿verdad? Ese maldito bastardo nunca tuvo suficiente haciéndote sufrir…

La chica cerró los ojos, sin querer decir nada al respecto, aunque el hecho en sí la daba cierta oportunidad de mantenerla alejada del peligro real, aunque eso supusiera mentirla en el proceso. Rápidamente ideó algo para salir del paso, murmurando de seguido.

-Tenía deudas pendientes, y aunque me fui de la ciudad, seguían presionándome por otras vías. Pensé que ya había acabado, pero nunca acaba. Nada acaba. Y ahora tengo que hacerme cargo de unas deudas que no sé ni cómo afrontar. Estoy sola.

-No digas eso, querida, me tienes a mí, y sabes que puedo ayudarte…

-No, señora Casey, sería incapaz de pedírselo, no quiero involucrarla.

-Vamos, déjame ayudarte, quiero ayudarte, no estás sola, cielo…

-Es usted un amor de mujer, es como la madre que nunca tuve, no me lo perdonaría si la ocurriera algo, no puedo, señora Casey, no puedo.

-Oh, por favor, Fluttershy, no tiene por qué ser así…

-Esta es mi carga, señora Casey, no la suya…

Ante tanta insistencia la mujer soltó un sentido suspiro, comentando de seguido.

-Que una persona tan buena como tú tenga que pasar por algo así por culpa de un incompetente como lo fue tu padre… no te mereces nada de esto, Fluttershy, déjame que te ayude, por favor…

-No, señora Casey, es mejor así, de verdad.

Costó bastante convencerla, pero finalmente consiguió hacerla desistir por ayudarla; era mejor así, no podía poner en peligro a la pobre mujer, y bastante mal se sentía ya por haberla mentido de semejante forma.

Una vez que estuvo todo hablado la chica desayunó lentamente, sin pensar en nada, ya que había llegado a un punto en el que ya no sabía lo que hacer, dejando pasar el tiempo. Afuera Los Santos se desperezaba.


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-Vale, recuérdamelo otra vez, Bernardo, ¿para qué están mis chicos aquí?

-Pues en teoría para protegerme a mí y a mi establecimiento, pero digo yo que, cuando no hacen lo que deben, uno tiene que tomar la iniciativa…

-Sí, ya, claro, pero a expensas nuestras, lo que no me parece bien… teníamos un trato, Bernardo, o lo cumples o nos veremos obligados a ser los opresores, elige.

-¿Qué? ¡No, espera, no tiene por qué ser así!

-Exacto, tú mismo lo has dicho, así que ¿qué va a ser?

En momentos como esos Troy echaba en falta los viejos tiempos, aquellos en los que se disparaba primero y se preguntaba después, y los negocios eran más amplios y no se limitaban solo a obligar a que dependientes sebosos pagaran dinero por su protección. Por aquel entonces los moteros de Vice City tenían fama de ser feroces e inflexibles, pero ahora esa imagen de rudeza e intimidación había sido sustituida por la de los típicos matones callejeros sin mucho más que hacer.

-Ay si mi padre levantara la cabeza…-pensó Troy, con algo de morriña.

En los tiempos de Mitch Baker los moteros tenían más caché y renombre, pero ahora apenas eran conocidos más allá de Tampa, siendo además opacados por bandas de moteros más grandes y con más popularidad, como los Lost o los Angels of Death. Hoy en día ya no había sitio para las bandas de moteros independientes como la suya, quedando reducidas en pequeñas ciudades y limitadas a actividades más concretas, como la de protección y extorsión. Además, desde que en Vice City las cuatro bandas locales se repartían el mercado, tampoco había mucho de lo que proteger, salvo de los típicos delincuentes, matones, y cuatreros de poca monta.

-Está bien, está bien, seguiré pagando por vuestra protección, pero dile a tus chicos que hagan bien su trabajo, por favor.

-Eso es algo que decido yo, así que no te eches muy para delante.

Una vez que estuvo todo hablado Troy y los suyos salieron de nuevo a la calle, donde la gente iba y venía constantemente. Little Habana a esas horas de la tarde tenía bastante actividad, sus calles lucían bulliciosas y el sol comenzaba a declinar desde el oeste, pintando a la ciudad de un color rojo pardo mientras esta comenzaba a iluminarse con luces de neón al este y luces normales al oeste.

-Bueno, pues con eso cerramos el día de hoy… podéis marcharos, muchachos-indicó Troy en un momento dado.

A su señal sus hombres se desperdigaron y, una vez solo, se permitió el lujo de soltar un largo suspiro; aunque en su día quedó más que demostrado que el Mecenazgo funcionaba, Troy echaba en falta los días en los que ser motero implicaba mucho más que cobrar la protección de los locales de la ciudad y poco más. A veces sentía que había llegado a traicionar su propia identidad al formar parte de una unión así, pero por otro lado no se arrepentía como tal puesto que los beneficios que reportaba les mantenían a largo plazo. Aun así eso no quitaba que siguiera echando en falta aquellos viejos tiempos.

Aprovechando entonces que estaba en Little Habana, cogió su moto y se dirigió al único lugar donde sabía que encontraría a Diego, el líder cubano con el que mantenía una buena amistad. El café Robina siempre había estado ahí, desde que los Robina llegaron a Vice City allá por los años sesenta provenientes de Cuba; fue fundado por Alberto Robina, el padre del viejo Umberto y el abuelo de Diego, el cual murió hace ya mucho tiempo, siendo regentado ahora por un hombre de confianza del propio Diego, el cual casi siempre estaba ahí coordinando a sus hombres y usando el café como base de operaciones.

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Café Robina


En cuanto llegó aparcó la moto en un callejón aledaño y, nada más entrar en el café, Diego le vio y le saludó como era usual en él.

-¡Hombre, miren a quien tenemos aquí, Troy Baker, el de las grandes pelotas! ¿Cómo va eso, amigo?

-Hola Diego, bien, como siempre…

-Huy, huy, te noto un poco alicaído ¿no? ¡Oye, Gonzales, ponle un cafecito aquí a mi amigo! ¿Quieres?

-Ahora mismito, señor-asintió el barman.

Los dos se sentaron junto a la barra mientras iban hablando de todo un poco.

-Y cuéntame ¿Qué te trae por aquí?

-Bueno, poca cosa, estaba por aquí cerca haciendo unos recados con mis hombres y he aprovechado para pasarme y saludar ¿Cómo te va a ti, Diego?

-¡Bien, el negocio va de fábula, nos siguen llegando armas del medio oeste y casi siempre tenemos trabajo, cada día es un no parar! ¿Cómo lo llevas tú?

Ante esa pregunta el semblante de Troy cambió repentinamente, cosa que Diego notó enseguida.

-Eh ¿y esa cara tan larga? Pensaba que los moteros teníais nervios de acero y un buen par de pelotas…

-Y las seguimos teniendo, Diego, casi iguales que las vuestras, pero el caso es que me he dado cuenta que todo tiene un límite, no sé si me explico…

-No mucho, pero cuenta, cuenta.

Por su parte Troy suspiró y se explayó a gusto.

-Es el negocio en sí, que ha llegado a un punto en que apenas me llena. La protección ya apenas interesa, y la mayoría de los dependientes de pequeñas superficies prefieren armarse ellos mismos antes que contratarnos, o bien se toman las cosas por su cuenta en vez de contar con nosotros. Es como si lo que hacemos ya no valiese nada, y echo de menos aquellos tiempos en los que ser motero significaba mucho más que darle una paliza a un vulgar ratero que se dedica a robar cereales para subsistir. Y cuanto más lo pienso más me deprimo.

Tras ese corto pero intenso monólogo Troy apuró el café de un solo trago, con gesto desanimado. Por su parte Diego habló tras un corto momento de cavilo.

-Entiendo cómo te sientes, después de todo sé lo que es apalancarse. Aun así creo que no deberías desanimarte, no es propio de ti, y demuestras tener muy pocas pelotas poniéndote tan melancólico. Piensa que eres un motero, y tú sigues siendo el mismo ¿no?

-Sí, claro no he cambiado un ápice, y estoy orgulloso de ello.

-¡Pues eso mismo! ¡Demuestra al mundo quien tiene las pelotas más grandes!

Ante eso Troy se rió, divertido, sintiéndose un poco mejor. No había nada mejor que pasar tiempo con Diego Robina para animarse y sentirse con energías renovadas, además de un buen par de buenas pelotas.

-¡Pero bueno, que no se diga que no somos buenos amigos! ¡Te ofrezco la mitad de mis cargamentos!-anunció entonces el cubano, para sorpresa de Troy.

-¿Cómo la mitad? ¿Hablas de tus armas?

-¡Pues claro! ¿De qué si no? ¿Sabes cuantas cajas descargan aquí al lado cada día? ¡Hay veces que hasta me faltan contactos para colocarlas! ¡Seguro que tú podrás ayudarme en ese aspecto!

-Pero ¿así sin más?

-Bueno, supongo que tendrás que hablar primero con la jefa, pero ya te digo que estoy dispuesto a cederte al menos la mitad, así nos repartimos entre los dos el trabajo y te ayudo un poco ¿qué me dices?

Aunque algo sorprendido por esa repentina oferta, finalmente Troy la aceptó de buen grado agradeciéndoselo profusamente.

-Muchas gracias, Diego, en serio.

-¡No es nada! ¿Para qué están los amigos, eh?

Estuvieron hablando un rato más hasta que Troy se despidió, cogiendo su moto y dirigiéndose hacia Starfish Island para hablar con Rarity, ya que como bien dijo Diego, prefería comentárselo primero a ella que era la que manejaba todo el cotarro. No creía que se pusiera reticente ni mucho menos, pero aun así era mejor comentárselo primero.

Llegó enseguida, ya que no había mucho tráfico, aparcando a los pies de la escalinata y subiéndola hasta llegar a la puerta, llamando al timbre. Le abrió uno de los miembros del cártel, mirándole de arriba abajo.

-Hola, me gustaría hablar con la señorita Belle, quiero comentarla algo.

-Espere un momento.

Troy esperó pacientemente hasta que finalmente le dejaron pasar; pocas veces había estado en la mansión Belle, pero cada vez que entraba se podía notar el lujo y la opulencia rezumando por sus cuatro costados, algo que siempre le asombraba en cierta medida. Le llevaron hasta el despacho de Rarity, pero se sorprendió al no encontrar a la misma sentada tras su mesa, viendo a su segundo al mando en su lugar.

-¿Dónde está la señorita Belle?-inquirió Troy, extrañado.

-No se encuentra en la ciudad actualmente, por lo que yo estoy al mando. Usted me dirá, señor Baker.

-¿No está?-repitió el motero, aún más extrañado.

-No, se encuentra fuera por motivos de trabajo, mientras tanto yo me encargo de todo. ¿Tiene algún inconveniente?

-No, ninguno, es solo que me extraña no verla, eso es todo.

-Bien… ¿qué le trae por aquí?

Le explicó rápidamente lo que Diego y él habían hablado, exponiéndole también que a él tampoco le importaría. Por su parte Hernando se quedó pensativo, rumiando la situación, hasta que finalmente se pronunció.

-Bueno, no es algo que yo mismo decidiría, pero dado que lo tienen hablado no veo por qué no. Aun así lo hablaré con la señorita Belle antes de darle el visto bueno, espero que no le importe esperar un poco.

-No, mientras no se demore mucho…

En ese mismo momento alguien entró de improviso en el despacho, al tiempo que una vocecita decía.

-Oye, Hernando ¿me puedes ayudar con estas divisiones, por favor?

Troy se dio la vuelta y vio entonces a la hermana pequeña de Rarity, la cual se quedó un tanto cohibida en cuanto le vio.

-Ah, ahora voy Sweetie, dame un momento-indicó Hernando.

La niña se retiró rápidamente y el segundo al mando decidió despachar enseguida el asunto.

-Descuide, esta noche la pondré al corriente, en cuanto me diga algo al respecto le llamaré.

-Está bien, gracias por su tiempo.

Los dos hombres se despidieron y otros dos miembros del cártel acompañaron a Troy hasta la puerta. Una vez fuera regresó a su moto, arrancándola de seguido y poniendo rumbo al centro de la ciudad, mientras iba pensando en lo que Hernando le había dicho. No sabía que Rarity se encontraba fuera de la ciudad, y el hecho en sí le había sorprendido más de lo que él mismo hubiera llegado a pensar, ya que hasta el momento nunca se había ido así sin más de la ciudad. Lo usual era que ella estuviera ahí siempre, dirigiendo el Mecenazgo y controlando la ciudad, pero ahora el saber que no estaba le daba una extraña sensación de indefensión que no sabía explicar del todo.

Aun así prefirió pensar en otras cosas, como en los contactos que conocía y que podría usar cuando ya pudieran trabajar con la mitad de las armas de Diego. Mientras tanto, los últimos rayos de luz terminaban de ocultarse tras el océano, al tiempo que Vice City comenzaba a brillar en la noche.


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-La estatua de la Felicidad fue un regalo de los franceses para conmemorar la participación de los mismos en la guerra de independencia apoyando a los americanos, aunque las malas lenguas también dicen que fue erigida en honor a los cien años de comida británica y a la pésima ortografía de por aquí, pero usualmente ese hecho es atribuido a los ingleses por haber perdido sus antiguas colonias. Fue construida por Frédéric Auguste Bartholdi, aunque su estructura interna fue diseñada por el mismísimo Gustave Eiffel, el cual colaboró en parte en su construcción. Está hecha de planchas de cobre amarronadas, las cuales han ido adquiriendo el tono verdoso actual debido sobre todo debido al proceso de patinación al que la gran mayoría de las estructuras de cobre situadas en exteriores acaban siendo expuestas. Se dice que su rostro está inspirado en la madre del escultor y los pinchos de su corona representan a los siete continentes y mares del mundo. Desde el vaso hasta la base mide cuarenta y seis metros de altura y pesa doscientas veinticinco toneladas. Su nombre completo es La Felicidad sonriendo al mundo, aunque se la conoce más como la estatua de la Felicidad, y por los americanos es llamada cariñosamente Lady Happiness.

A Moondancer siempre la había gustado la historia, el saber más acerca de la historia de su país y del mundo era una de las cosas que más la gustaba; quizás fue por eso por lo que aceptó desde el primer momento el puesto de guía turístico en la isla de la Felicidad. Y no porque el trabajo en la tienda la fuera mal ni nada por el estilo, sino porque vio una buena oportunidad en ganar un sueldo extra y decidió cogerla, después de todo tan solo iba tres veces a la semana y por la tarde, por lo que un nuevo trabajo además del que ya tenía no se volvía tan intrusivo como podría parecer. Al menos ahora podía decir que hacía algo más, y estaba del todo segura que el detalle le hubiera gustado a Twilight, llegando incluso a recordarla cada vez que hablaba sobre la estatua a los turistas.

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Estatua de la Felicidad


El horario era algo más rígido, ya que debía de estar en la isla de la Felicidad a las cuatro de la tarde justas y estar en ella guiando a los turistas y explicándoles la historia de la estatua hasta las nueve de la noche, que era la hora cuando se cerraba la isla. Y, en ese justo momento, quedaba poco menos de veinte minutos para cerrar.

-Muy bien, pues aquí termina el recorrido, muchas gracias a todos por su visita, recuerden que pueden pasar por la tienda de regalos que hay al lado del muelle donde pueden comprar miniaturas a escala, así como camisetas, tazas o merchandising derivado.

El grupo de gente se dispersó y Moondancer se pudo dar un descanso sentándose en un banco cercano al paseo; la luz de la tarde pintaba a la ciudad de un color pardo rojizo, al igual que a la figura de la estatua, la cual comenzaba a ser iluminada por una serie de focos dispuestos de forma circular en torno a ella, habiendo un par de ellos por cada esquina de la base del pedestal. Su porte majestuoso la hacía destacar ampliamente, y su sempiterna sonrisa grabada en su cara era una de sus mayores señas de identidad, mirando a la ciudad con ojillos alegres y con un gesto de infinita alegría. Nada que ver con los normalmente agrios y avinagrados gestos que se podían observar por las calles de la ciudad a media mañana.

-Se te ve aburrida.

Moondancer abrió los ojos y pudo ver a Kevin, un compañero de trabajo que hacía lo mismo con ella, pero con los grupos de gente extranjera, ya que el chico hablaba varios idiomas, entre los que estaban el francés y el español.

-No, tan solo estoy cansada, eso es todo, contar la misma historia varias veces seguidas puede llegar a ser un tanto agotador.

-Sí, dímelo a mí, y yo lo tengo que hacer en otros idiomas. No te exagero si te digo que le estoy empezando a coger tirria a la puñetera estatua-murmuró Kevin, mirando a la susodicha con gesto cansado.

-Oh, vamos, no seas tan duro con ella, después de todo es el monumento patrio por excelencia…

-No si ya, ya. Aunque si lo piensas en realidad no hace nada, tan solo se queda ahí parada, sonriendo permanentemente y con el brazo en alto como si la hubiera dado un calambre. Debe ser aburridísimo ser ella.

Ante eso Moondancer tan solo se rió tontamente del chiste, dejándose llevar por el momento al tiempo que Kevin también se reía con ella, comentando poco después.

-Perdona, tiendo a decir muchas tonterías…

-No pasa nada, son tonterías divertidas…

Los dos se miraron por un momento, sin decirse nada, aunque en ese mismo instante se oyó una pequeña melodía por la megafonía de la isla, seguido por un anuncio.

-Atención, señores visitantes, en diez minutos la isla de la Felicidad cerrará sus accesos, diríjanse todos al muelle este para recoger el último ferry.

-Ay, sí, vamos para allá-apremió ella, levantándose.

-Claro… ¿Moondancer?

-¿Sí?-inquirió ella, dándose la vuelta.

-¿Haces algo esta noche? He pensado que igual podríamos ir a cenar por ahí… ¿te gustan los italianos?

La chica se quedó callada durante unos breves segundos, sopesándolo concienzudamente y respondiendo casi de seguido.

-Sí, claro, me encantaría.

-Ah, genial, conozco uno muy bueno en Leftwood, Pizza This, no sé si habrás estado alguna vez.

-Pocas veces, soy más de comer en casa, pero cenar pizza me gusta, así que…

-Genial…

Los dos fueron de vuelta al muelle este y allí abordaron el ferry junto con el resto de visitantes, saliendo a la hora en punto y poniendo rumbo hacia la terminal de ferrys, en Alderney City; tras ellos la isla de la Felicidad se quedó vacía y con la estatua iluminada, con una luna cuarto menguante comenzando a coronar la ciudad entre las nubes.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor agustin47 » 30 Mar 2016, 08:17

El gran Johnny Klebitz y su Hexer. TLAD me pareció una pasada, mucho mejor que GTA 4 en sí. Tengo ganas de ver que pasa con Rainbow en The Lost
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 28 Abr 2016, 20:18

Capítulo 22

Cinco son multitud


-¿Sí, dígame?

-Buenos días ¿es usted la señorita Applejack?

-Sí, soy yo…

-La llamamos del banco Maze con motivo de su irregular situación con una de las antiguas cuentas, tenemos noticias acerca de su caso.

-¿De veras? ¡Eso es fantástico! ¡Dígame, dígame!

-El caso es que preferimos hablarlo con usted en persona, si no la es mucha molestia, ya que por la oficina estamos algo desbordados. La esperamos esta tarde a las cuatro y media en las oficinas de Del Perro en Prosperity Street.

-Oh… bueno, está bien…

-Que tenga un buen día.

Tras esa rápida cita colgaron al otro lado, dejando a la chica con la miel en los labios. Volver a Los Santos no era precisamente santo de su devoción, valga la redundancia, pero teniendo en cuenta que se trataba de algo tan importante decidió hacerle la vista gorda y se apuntó mentalmente la hora a la que había quedado.

Además la venía bien arreglar su situación cuanto antes ya que el pago de la venta del otro día aún no se había efectuado, dado que no habían vuelto a contactar con ella para una nueva entrega, lo cual era extraño de por sí. Aunque era aún más extraño que ni Óscar ni Philips aparecieran desde ayer, puesto que esa misma mañana se había encontrado el aeródromo vacío de nuevo cuando fue, sin rastro alguno de esos dos. Además, Óscar no la había dejado ninguna nota esta vez, y ella no sabía cómo utilizar la radio ni la frecuencia sobre la que el hombre solía trabajar, por lo que no pudo hacer nada más que volver por donde había venido. Intentó llamar tanto a Óscar como a Philips pero, una vez más, ninguno de los dos contestó a sus llamadas.

Sin embargo la extrañaba que Philips se quedara incomunicado así sin más y de forma tan abrupta, por lo que decidió pasarse por Sandy Shores para ver si lo encontraba por allí. Recordaba que el propio Philips la comentó que su caravana estaba detrás de una gasolinera, por lo que pudo localizarla sin mucha dificultad, luciendo vacía y solitaria. Aparcó justo al lado y la observó sin salir del coche; una austera valla metálica rodeaba toda la caravana, la cual lucía vieja y destartalada, con partes de la carrocería visiblemente oxidadas. Tenía un pequeño porche junto a la entrada hecho con tablones de madera, barras metálicas y una vieja lona que hacía las veces de techo, habiendo un pequeño sofá y una larga mesa en él. Las ventanas lucían sucias y tintadas, lo que hacía imposible ver a través de ellas. En el techo de la caravana había una antena parabólica además de una antena analógica, una a cada lado.

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Caravana de Trevor Philips


Como no sacaba nada en claro con tan solo mirarla desde el coche decidió salir y acercarse a ella, con intención de llamar a la puerta. Subió las escaleras del porche y se plantó delante de la puerta, llamando un par de veces. La nada la contestó, quedándose ante la puerta con cara de circunstancia, aunque en ese momento una voz a su izquierda la llamó la atención.

-¿Puedo ayudarla en algo?

Applejack giró la cabeza y vio en la propiedad contigua a un hombre de aspecto pobre y algo desarreglado, de mediana edad, pelo cetrino, barba de pocas semanas sin afeitar y ojos hundidos; vestía con una camisa roja a cuadros con una camiseta interior blanca y unos pantalones cortos de color beige. Llevaba además unas gafas de pasta amarronadas y un gorro de pescador gris.

-Ah, sí, igual pueda usted ayudarme, estoy buscando a Trevor Philips ¿lo ha visto por un casual?-inquirió ella.

-¿A Trevor? ¿Está buscando a Trevor? ¿Por qué, por qué busca a Trevor?-inquirió el hombre nerviosamente, saliendo del porche de su caravana y acercándose a ella.

-Porque con este ya lleva dos días sin aparecer por el aeródromo de McKenzie…

-¿McKenzie? ¿Quién es usted si se puede saber?-inquirió el hombre, con aspecto extrañado.

-¿Y usted, si es tan amable?-contraatacó ella, algo molesta por su actitud.

-Ron, Ron Jakowski, el segundo al mando de Trevor Philips Industries.

-¿Ah, sí? Pues mira, creo que usted es el más indicado para responder a mi pregunta ¿no cree?

-Ah, eh, esto… bueno, bueno, espere un momento, aún no sé quién es usted…

-Me llamo Applejack y soy una socia reciente de Philips, trabajo con él y Óscar Guzmán en el aeródromo de MacKenzie.

Ese anuncio tomó por sorpresa a Ron, el cual murmuró.

-Ah, ya veo, entonces es usted esa mujer de la que tanto habla Trevor…

-Sí, supongo que sí… ¿Qué le ha dicho sobre mí?-inquirió ella, recelosa.

-Oh, nada más que cosas buenas, que es usted muy trabajadora, que no hace más que hacer las cosas bien, que es su tipo de mujer…

Para entonces la cara de Applejack se torció en un gesto entre asco y hastío, cortándole de seguido.

-Sí, vale, no me interesa, lo que me interesa a mí es saber dónde está Philips ¿lo ha visto sí o no?

Por un momento Ron dudó, como si se lo estuviera pensando mejor, cosa que llamó la atención de Applejack.

-Si sabe dónde se encuentra no dude en compartirlo conmigo, después de todo le estoy buscando.

-Ah, ya, bueno, el caso es que… no se encuentra aquí.

-¿Que no se encuentra aquí? Eso ya lo sabía, podría haber llegado a esa conclusión yo sola, ¿dónde está realmente?

-Eh, sí, bueno, la cosa es que eso es información clasificada de Trevor Philips Enterprises…-balbuceó Ron, visiblemente inseguro.

-En tal caso yo podría saberla perfectamente, después de todo yo también formo parte de Trevor Philips Enterprises ¿no? Voy a mitad y mitad con Philips, eso me convierte en una asociada ¿no le parece?

-Ah, pues… sí, técnicamente sí…

-Entonces le exijo que me cuente donde está Philips, ahora-murmuró Applejack con energía, poniendo los puntos sobre las íes.

Ante esa tesitura Ron terminó cediendo, mascullando de seguido.

-Agh, está bien, está bien… aunque Trevor se va enfadar…

-Pues que se enfade, me da igual.

-No, no la da igual, créame, no quiere ver a Trevor enfadado…

-Ese fantoche no me da miedo, por muy psicópata que sea, dígame donde está, ahora.

La segura y confidente mirada que Applejack le estaba echando terminó de amilanar a Ron, el cual finalmente terminó por ceder del todo, comentando de seguido.

-Él y Óscar se han ido a México para tratar unos asuntos con varios proveedores.

-¿Qué? ¿Así sin más y sin avisar?-inquirió ella, ceñuda.

-Sí, bueno, el caso es que fue algo muy repentino, ni siquiera Trevor se lo esperaba, pero tuvo que irse precipitadamente ya que algunos de nuestros proveedores de mayor confianza están en riesgo. Y como no sabe mucho español, se llevó a Óscar consigo para que le hiciera de intérprete.

-Ya, vale, pero eso no justifica que ni él ni Óscar me cojan las llamadas…

-Igual tienen problemas de cobertura…

Aun así Applejack no se quedó satisfecha y decidió llamar a Trevor por enésima vez, dando señal enseguida. Al cabo de unos pocos segundos se oyó una melodía insistente saliendo del interior de la caravana, lo cual hizo colgar a la chica al tiempo que musitaba.

-Vamos no me jodas…

-El viejo Trevor, siempre le pasa cuando tiene prisa…

-Ya, vale, pero Óscar tampoco coge, y ya le digo yo que él no se lo ha dejado porque he estado en su caravana y allí no ha sonado nada.

-Ahí ya no sabría decirla…-murmuró Ron, sin opciones.

Ante eso la chica dejó escapar un ahogado suspiro, cada vez más y más hastiada por toda esa situación.

-Maldita sea… es que me molesta que no haya avisado, ahora no podré seguir haciendo recados, ayer hice uno que Óscar me dejó apuntado y desde entonces no he recibido contestación alguna-murmuró la chica, visiblemente fastidiada.

-Bueno, por ahora el negocio de armas ha quedado aparcado, pero si quiere puede ayudar en la cocina, Chef no da abasto últimamente.

-¿Cocina? ¿Qué cocina?

-La que tenemos en una licorería aquí, varias calles más al oeste, cerca del motel abandonado.

-¿Una cocina en una licorería? ¿Qué sentido tiene eso?-inquirió Applejack, extrañada.

-Es una cocina de metanfetaminas-reveló Ron, cortante.

-Oh, maravilloso, de traficante de armas paso a ser narcotraficante, el día mejora por momentos-murmuró Applejack, con sorna.

-A ver, no tiene por qué, pero si lo que quiere es hacer algo como asociada…

-No, déjelo, prefiero seguir traficando con armas, al menos así podré seguir conservando la poca dignidad que me queda.

No se quedó mucho tiempo más conversando con Ron, yéndose al poco rato y llegando a ese mismo instante, poco después de haber atendido la llamada. Applejack soltó un dejado suspiro, al tiempo que una voz inquirió.

-¿Qué pasa? Últimamente no te veo más que suspirar…

-No es nada, Big Mac, cosas mías…

-¿Segura? ¿Y por qué no me dijiste antes que te habías pluriempleado?

-Pues porque… tampoco quería preocuparte de más.

-¿Preocupándome en el proceso? Pues no ha sido muy inteligente que digamos…-comentó Big Mac, ceñudo.

-Ya, lo sé, perdona, es que es todo últimamente, tú ya me entiendes.

-Sí… por cierto ¿Quién había llamado?

-Ah, sí, los del banco, que quieren volver a hablar conmigo, tengo que ir esta tarde a la ciudad.

-Oh ¿quieres que te acompañe?

-No, no hace falta, después de todo me esperan a mí.

-Está bien.

Aunque algo mosca, Big Mac se retiró, dejando sola a su hermana, la cual se quedó en el pasillo con gesto pensativo. Afuera el cielo seguía igual de nublado que los últimos días.

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Esa mañana Fluttershy despertó con la cabeza dando vueltas, todavía pensando en qué podía hacer para salir del atolladero en el que se encontraba. Por más que trataba de pensar en alguna alternativa no se la ocurría nada, sin embargo en un momento dado consiguió recordar cierto detalle que la fue sencillo pasar por alto, y ese detalle era la pastelería que llegó a visitar el mismo día en el que estuvieron a punto de descubrirla. No llegó a pensar en ello puesto que el miedo a que la volvieran a descubrir seguía latente en ella; pero ahora que las cosas parecían haberse calmado desde entonces, la idea de volver allí tomó fuerza, debido sobre todo a su falta de pistas.

Antes de ir investigó un poco, pudiendo averiguar que volvía a estar abierta después de permanecer cerrada un par de días, por lo que no perdió más tiempo y se dirigió hacia allí a no más tardar. La recordaba bastante bien sobre todo por su peculiar decoración, aunque también la recordaba por aquellas dos chicas que tan deprisa se movieron, especialmente la de pelo violeta tan bien peinado, que fue la primera en disparar. Por alguna extraña razón supo nada más verla que no la estaba buscando, y su rápida intervención la dio una oportunidad para escabullirse y escapar. Si no hubiera sido por ella probablemente la hubieran descubierto enseguida, pero el hecho de que hubiera sido la primera en disparar la permitió pasar desapercibida el suficiente tiempo como para poder huir, desviando la atención de sus perseguidores.

Aunque el día había amanecido algo nublado eso no había detenido ni a los turistas ni a los santinos, estando ambas playas, tanto la de Vespucci como la de Del Perro, bastante llenas; nada más entrar en el paseo de Prosperity Street pudo ver a muchos bañistas yendo de compras y dando una vuelta por allí. Aparcó su vieja surfer en un callejón cercano, para que no llamara mucho la atención, y palió el resto de metros andando, llegando enseguida al Sugarcube Corner, su destino.

Nada más entrar pudo ver que aún había restos de la refriega del otro día visibles, aunque la vitrina del mostrador era nueva y algunas paredes y columnas con forma de bastones de caramelo se encontraban cubiertas por varias lonas de plástico. Aun así seguía habiendo gente en el interior, no tanta como la última vez, aunque para ella eso no suponía ningún problema ya que aun a pesar de eso nadie reparó en su presencia. Desde donde estaba podía ver todo el interior y quien se encontraba allí, y nada más entrar pudo llegar a verla. La chica de pelo violeta tan bien peinada, acompañada de la otra que también iba con ella aquel aciago día, aunque esta vez no estaban solas. Se encontraban sentadas con dos chicas más en una mesa cercana, charlando animadamente entre ellas mientras tomaban algo; distinguió también a la chica de pelo rosado, además de a una más, aunque esta tenía la particularidad de tener el pelo tintado de un color multicolor de lo más llamativo. Todas ellas parecían haber venido de la playa, ya que pudo observar que casi todas tenían puesto un bikini, además de ver varias bolsas de deporte junto a ellas. Intrigada por tan dispar grupo, además de extrañamente atraída también, y siguiendo oculta a los ojos de la gente común gracias a su innata habilidad de pasar desapercibida, se sentó cerca de donde ellas estaban y escuchó atentamente su conversación.

-Caramba, Twilight, querida, me sorprendes ¿realmente tienes todos esos libros bajo tu cuidado? Debe ser de lo más interesante…

-Y aburrido también ¿acaso eres una de esas cerebritos que siempre están con la nariz metida en ellos?

-Oh, vamos Rainbow, no seas aguafiestas, cada uno tiene su hobby…

-Gracias por tu obvio interés por la cultura, Rainbow, está claro que contigo no hago carrera…

-Ja, ja, muy graciosa… ¿aún sigues resentida porque casi te atropello aquella vez? ¡No era mi intención!

-¡Ibas a ciento y pico kilómetros por hora mínimo, como para haberme matado! Pero descuida, al menos frenaste a tiempo…

-¡No me puedo creer que ya os conocierais de antes aunque sólo fuera por un incidente así! ¿No es esto maravilloso? ¡Es como si estuviéramos destinadas a conocernos, es alucinante!

-Pinkie, sé que cuando quieres eres muy tuya y todo eso, pero personalmente creo que te estás columpiando demasiado, o sea… ¿destino? Venga ya…

-Oh, para nada, querida, yo también lo creo, lo creí desde el primer momento que entablé conversación con Twilight por primera vez. Y este vínculo que tan deprisa ha crecido entre nosotras en tan poco tiempo bien lo demuestra.

-Bah, simple palabrería, yo no creo en esas cosas…

-¡Pues yo creo que tiene algo de razón! O sea, tu y yo ya nos conocíamos de antes, Rainbow, y tenía muchas ganas de que las conocieras, pero claro, la forma en que apareciste ayer de improviso… ¡tiene que significar algo!

-Oh, por favor, tan solo estaba haciendo mi carrera de iniciación en moto, eso es todo, que me cruzara con vosotras fue totalmente casual.

-No, yo creo que Rarity tiene razón, hay algo entre nosotras que encaja, como si hubiera… hubiera… ay ¿cómo decirlo?

-¿Afinidad?

-¿Casualidad?

-¿Armonía?

-¡Sí, eso es, armonía, esa es la palabra!

-Por dios, cuanta ñoñería…

-Agh, Rainbow, ya vale…

-No, pero es cierto, al principio yo también tenía mis dudas puesto que yo siempre he sido más de hechos que de suposiciones, pero teniendo en cuenta todo lo que ha pasado hasta el momento y cómo nos hemos ido conociendo, es como si hubiera algún tipo de conexión.

-¿Verdad que sí? ¡Ahora somos las cuatro grandes amigas! Aunque no sé si soy solo yo, pero siento como si el grupo estuviera incompleto.

-¿Y eso por qué, Pinkie?

-¡No sé, pero es como una especie de corazonada que tengo! ¿No os da a vosotras también?

-No, Pinkie, a mí no me da nada de nada últimamente…

-Vaya, Twi, qué aguafiestas… ¡ya sé! ¡Volvamos a la playa, seguro que así se te pasa todo lo malo!

-Bueno, vale, pero espera que nos terminemos los batidos.

Estuvieron un rato más allí, terminándose sus respectivas bebidas, hasta que finalmente se levantaron para irse. Atraída gratamente por la dinámica de grupo que tenían, Fluttershy decidió seguirlas para saber más sobre ellas, ya que nunca antes se había sentido tan interesada por otras personas. Normalmente evitaba todo contacto con la gente por puro instinto, puesto que siempre se había sentido mejor consigo misma estando a solas y rodeada de naturaleza; el simple hecho de dirigir la palabra a una persona desconocida ya la daba reparo por cómo reaccionaría ante ella, y por eso siempre evitaba entrar en contacto con la gente. Pero esas chicas eran distintas. No sólo parecían compenetrarse perfectamente, sino que sentía que podría llevarse con ellas si se la presentara la ocasión; aunque quien más la llamaba la atención era la chica de pelo violeta, a la cual pudo identificar como Rarity. Y no sólo por su gran belleza natural, sino por la naturalidad con la que hablaba y se tomaba las cosas, por lo que pudo observar de ella mientras las escuchaba.

Las siguió por todo el paseo de la playa de Vespucci, el cual siempre estaba atestado de gente que iba y venía, desde turistas comprando en los negocios locales hasta bañistas paseando por allí disfrutando del día, algún que otro mimo, culturistas ejercitando sus músculos en el famoso gimnasio al aire libre Muscle Sands, patinadores, skateboarders y algún que otro ciclista ocasional yendo por el carril bici adyacente a la playa. En lugares como ese era donde Fluttershy lograba mimetizarse perfectamente en el ambiente, mezclándose entre la multitud y logrando pasar totalmente desapercibida, como si no existiera o no estuviera ahí, convirtiéndose en lo más parecido a una sombra y capaz de verlo y observarlo todo. Gracias a eso pudo distinguir en todo momento a esas chicas, siguiéndolas de cerca y llevándola hasta cierto punto de la playa, cerca de una de las tantas casetas de los socorristas. Ya allí extendieron varias toallas, poniéndose cómodas y quedándose en bikini, disfrutando del sol y de la playa, la cual ofrecía unas vistas preciosas de ese lado de la misma, con la figura del muelle de Del Perro recortándose en la distancia. En un sitio más abierto y grande como ese Fluttershy siempre era más cautelosa a la hora de pasar desapercibida, ya que no era lo mismo que cuando iba por calles más estrechas y concurridas, pero para su suerte había bastante gente en la playa ese día aun a pesar de que estaba algo nublado, lo cual siempre la beneficiaba. Aprovechó que estaban cerca del puesto de los socorristas, el cual usó para resguardase un poco y vigilarlas desde allí. Por alguna extraña razón sentía que ese grupo tan dispar podría darla una pista, además, quería saber más acerca de esa chica de pelo violeta y la de pelo lavanda, que eran las que estaban allí en el momento del ataque, por lo que comenzó a vigilarlas pacientemente. Por encima de sus cabezas el sol era tapado por jirones de nubes provenientes del océano pacífico.

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Paseo de playa de Vespucci

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Playa de Vespucci



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En esos momentos Applejack no sabía cómo sentirse. El viaje a Los Santos había sido tedioso, sobre todo entrando en la ciudad, siendo misión casi imposible ya que el tráfico a esas horas de la tarde estaba imposible, como casi siempre, tardando de esta forma más tiempo en llegar. Aunque la cosa no se había quedado solo en eso. En cuanto pudo entrar por fin en la ciudad se dirigió directamente a la sucursal del banco en Del Perro, sólo para encontrarse con que allí nadie la había llamado, para desconcierto suyo. Estuvo discutiendo acaloradamente con la recepcionista, argumentando que había recibido una llamada suya, pero en cuanto le enseñó el número que la llamó, la misma recepcionista la anunció que la numeración del mismo no se correspondía con ninguno de sus teléfonos, lo que dejó aún más confusa a Applejack si cabía.

Sin poder hacer nada más salió de las oficinas de la sucursal, más extrañada que nunca; si ese número no correspondía con ninguno de los operadores del banco Maze ¿entonces quien la había llamado? Por un momento sopesó que tal vez alguien la había gastado una broma pesada y de muy mal gusto, pero enseguida lo desechó, puesto que si sabían acerca de su situación con la cuenta del banco, no lo habrían usado para empezar. Además, ese mismo detalle en concreto la dejó particularmente preocupada, puesto que en tal caso fuera quien fuera el supuesto chistoso sabía cosas acerca de ella. Para entonces sus nervios estaban a flor de piel, sin saber muy bien qué hacer, pero en ese mismo instante su móvil comenzó a sonar, viendo en la pantalla que llamaba el mismo número que la última vez. Algo nerviosa, descolgó y murmuró.

-¿Sí, quién es?

-¿Señorita Applejack?

-Sí, soy yo ¿Quién es usted y cómo ha conseguido mi número?

-Aquí las preguntas las hago yo, si no la importa. Quería que viniera a Los Santos, y ahora que está aquí podré hablar con usted de forma más personal. Venga a verme a las Eclipse Towers en South Mo Milton Drive, Vinewood oeste, piso veinte, apartamento treinta y uno.

Antes de que la chica pudiera decir nada más, la extraña voz colgó al otro lado, dejándola con la miel en los labios. Fue en ese mismo instante cuando comenzó a preocuparse de verdad, tratando de resolver qué hacer, pero los acontecimientos más recientes no la dejaban pensar con claridad. Lo único que sabía era que alguien la había atraído hasta allí haciéndose pasar por una operadora del banco, para luego llamarla de nuevo y citarla en un lugar que apenas conocía y sin saber por qué ni para qué. Teniendo en cuenta todo eso apenas tenía opciones de por sí, pensó en llamar a la policía, pero por si acaso prefirió no correr demasiados riesgos, decidiendo pasarse para ver si podía aclarar un poco lo que estaba pasando.

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Eclipse Towers


La dirección que la dio la llevó hasta un alto rascacielos blanco de veintisiete pisos situado en el extremo noroeste de la ciudad, en uno de los barrios más acomodados y cosmopolitas a ese lado de Vinewood. Aparcó el coche donde pudo, sin alejarse mucho del lugar, y se acercó andando hasta el edificio, buscando en el telefonillo el apartamento y clicando de seguido en el botón correspondiente. Al cabo de unos breves segundos la cerradura de la puerta de cristal zumbó y Applejack la empujó, entrando en el portal del edifico, el cual tenía un diseño muy moderno y vanguardista; en el medio de la estancia había una roca ornamental y a la izquierda un portero tras un mostrador la ignoró, leyendo un periódico como si nada. La chica llamó al ascensor con los nervios atenazándola y subió a él con paso lento, como si llevara puestas unas botas de plomo. La subida hasta el piso veinte fue igual de lenta, como si el ascensor pesara un quintal. Una vez allí el pasillo también se veía largo y sinuoso, aunque la silueta de un hombre casi tan grande como un armario apostado junto a una puerta la llamó la atención. Se acercó a él con cautela y vio que estaba guardando la puerta del apartamento treinta y uno, lo que la dio más razones para estar más nerviosa si cabía. En cuanto la vio el hombre la miró fijamente a través de unas intimidantes gafas de sol.

-Eh… hola, me han llamado y...

-Brazos en cruz-murmuró el hombre, tajante.

Algo intimidada por el porte del hombre, Applejack obedeció y dejó que le cacheara de arriba abajo, encontrando enseguida su pistola perforante.

-No se permiten armas-anunció entonces, confiscándosela.

Una vez que terminó la dejó pasar, entrando entonces en el apartamento más lujoso y ostentoso que Applejack había visto en toda su vida; tenía un diseño muy minimalista, la gran mayoría de las paredes y el techo eran blancas, con algún que otro color disperso en ellas, y habían cuadros abstractos colgados de las mismas. Nada más entrar a mano derecha había unas escaleras junto a una alargada ventana acristalada que bajaban a un nivel inferior; a mano izquierda había una puerta cerrada y un poco más adelante había un gran espacio diáfano decorado con muebles de diseño, columnas y hasta una chimenea incorporada en una de las columnas. Al fondo del todo había una amplia cristalera que ocupaba toda la pared y por la que se podía ver la ciudad en todo su esplendor, aunque una figura femenina junto a un telescopio con trípode la llamó enseguida la atención. La daba la espalda desde donde se encontraba, mirando atentamente la ciudad, vestía con un formal vestido negro y una larga falda del mismo color, aunque lo que más destacaba de ella era su largo pelo, el cual era pelirrojo y con destellos dorados. Applejack se acercó a ella con paso indeciso, llegando hasta la chimenea, pero antes de que la alcanzara del todo la mujer se dio la vuelta, mirándola fijamente con unos profundos ojos azul turquesa.

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Salón del apartamento


-Pues sí que has tardado en venir…-murmuró entonces, con tono molesto.

-¿Quién es usted?

-Aquí las preguntas las hago yo ¿entendido? Y vamos a empezar por lo más inmediato.

Antes de que Applejack pudiera decir nada más, la chica la tendió una foto en la cual aparecía un arma que la resultaba horriblemente familiar.

-Te suena de algo ¿verdad?

-Ah, yo, esto…

-¡Contesta!-exclamó la mujer.

-¡Sí, sí que me suena!

-¡Oh, maravilloso! ¿Sabes lo que es?

Applejack tan solo negó con la cabeza, cada vez más y más intimidada.

-¡Pues es un fusil electromagnético, un arma experimental que habíamos conseguido comprar hace relativamente poco tiempo y que nos había costado una gran inversión! ¡Se suponía que tendría que habernos llegado hace cosa de dos días, pero extrañamente no lo hizo! ¿Y sabes qué es lo mejor? Que ayer por la noche me llegué a enterar que una rata nos robó el cargamento-masculló la mujer, con mirada encendida.

-¡No tenía ni idea, yo tan solo me enteré de la entrega y fui a ver de qué se trataba!

-¡Oh, bien, admites que fuiste tú, vamos progresando, aunque todavía nos falta saber un poco más! ¿Qué hiciste con ella?

-Yo… yo…

-Deja de balbucear y dime dónde está, si nos la devuelves haré como que no ha pasado nada y te dejaré marchar.

Para entonces los nervios de Applejack estaban a punto de estallar, viendo enseguida la cagada que llegó a cometer en su día sin ni siquiera saberlo; ahora estaba en un grave aprieto, pensó en mentirla, pero supo enseguida que no serviría de nada puesto que notaría que la estaba mintiendo, empeorando de esa forma su situación. Por lo que, sin mayores opciones, optó por confesarlo todo.

-Yo… la vendí a unos mexicanos por unos treinta mil dólares.

Por un momento no hubo nada, como si el tiempo se hubiera detenido, aunque al segundo siguiente volvió a correr normalmente; la chica la miró fijamente, con cara incrédula, hasta que finalmente reaccionó riéndose tontamente. Al principio era una risita ahogada, pero luego comenzó a reírse más abiertamente, llegando a soltar alguna que otra carcajada que dejó confusa y perpleja a Applejack. Hasta que, sin previo aviso, la chica reaccionó y la soltó un sorpresivo sopapo, tirándola al suelo en el proceso.

-¿¡Treinta mil dólares?! ¿¡Treinta mil?! ¿¡Sabes cuánto nos costó a nosotros?! ¡Más que el doble o triple de eso! ¡Era un arma experimental exclusiva y ahora está en manos de un puñado de chicanos de poca monta que lo más probable es que la jodan a los cinco minutos! ¡¿Me vas a explicar qué vas a hacer para devolvérnosla?!

Con la cara adolorida, Applejack se reincorporó y masculló.

-Tengo… tengo el número del hombre al que se la vendí…

-¿Ah, sí? ¡Pásamelo!

Haciendo mano de su móvil le facilitó el número y la chica se dirigió al piso inferior para hablar con el mexicano, haciéndola esperar en el salón; aún no estaba del todo segura de lo que estaba ocurriendo, pero al parecer el arma que el otro día vendió valía mucho más de lo que aparentemente parecía y ahora estaba metida en un buen lío. Y los gritos de la chica desde el piso de abajo bien lo atestiguaban, aunque no podía entender nada, puesto que se encontraba hablando en español con alguien al otro lado de la línea. Desde donde estaba se podía ver el skyline de Los Santos en todo su esplendor, y en un momento como ese Applejack encontraba nuevas razones para odiar esa ciudad con todas sus fuerzas.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 28 Abr 2016, 20:39

(Continúa del anterior mensaje)


Esa tarde estaba siendo de lo más agradable, y no era para menos, puesto que Twilight se había podido relajar por primera vez desde que había llegado a la ciudad yendo ni más menos que a la playa en compañía de sus nuevas amigas, las cuales habían resultado ser aún más interesantes de lo que en un principio pensó. Aunque al principio no estaba del todo segura de cómo funcionaría la dinámica de grupo, sobre todo teniendo en cuenta que en algunos aspectos eran muy diferentes, se encontró con que aun a pesar de las diferencias se complementaban perfectamente, aunque la chulería y la impulsividad de Rainbow Dash era algo que todavía necesitaba digerir de cierta forma. Al principio la alegría y lo random que era Pinkie la descolocaba bastante, llegando incluso a cortarla un poco en ocasiones, pero pronto aprendió que si ignoraba algunas cuestiones en torno a ella y su forma de proceder, en términos generales era una chica de lo más agradable y divertida. Con Rarity era con quien mejor se llevaba sin duda alguna, ya que fue la primera con la que empezó a hablar, coincidiendo en algunos aspectos con ella, como el mutuo interés por lo estético o la aguda inteligencia que compartían.

Por otro lado agradecía el poder olvidarse un poco de todo y los motivos de su estancia en esa ciudad; desde hacía un par de días no había vuelto a tener noticias de Sunset, por lo que en ese sentido había aprovechado al máximo, estando más tranquila y relajada que de costumbre. Ya tan solo quedaba ir a cenar por ahí en compañía de sus amigas para rematar el día. Pero hasta ella sabía que el karma no era tan benévolo ni por asomo.

Nada más pensarlo su móvil comenzó a sonar y, temiéndose lo peor, lo sacó de su bolso para asegurarse; en cuanto vio la pantalla dejó escapar un ahogado suspiro. Odiaba tener razón.

-¿Qué pasa, cielo?-inquirió Rarity.

Tan solo bastó una mirada de Twilight para que comprendiera de quien se trataba; sin otra alternativa, contestó rápidamente a la llamada.

-¿Sí?

-Tenemos que hablar, ven a verme a Eclipse Towers en Vinewood oeste, piso veinte, apartamento treinta y uno. Y tráete a las demás.

-Está bien.

En cuanto colgó lanzó una mirada a Pinkie y Rarity, las cuales entendieron enseguida la situación; el único problema era Rainbow, puesto que no estaba enterada de su situación.

-¿Quién era? ¿A qué vienen esas caras de entierro?-inquirió esta, extrañada por tan abrupto cambio de ambiente.

-Lo siento, Rainbow, pero nos vamos a tener que ir, nos han llamado.

-¿Qué, ahora, como así? ¿Y por qué a todas?

-Es difícil de explicar…-murmuró Twilight, sin saber muy bien qué decir.

El ceño de Rainbow se frunció, extrañada por la repentina situación, pero en ese momento Pinkie salió al paso comentando.

-¡No pasa nada, Dashie, podemos volver a quedar otro día de estos! ¡Te aviso yo! ¿Va?

-Ah, pero esperad, aún no me habéis explicado nada…

-Tenemos un poco de prisa, Rainbow, otro día lo hablamos ¿vale?-murmuró Rarity, cortante.

Antes de que la chica pudiera preguntar algo más, las demás se despidieron de ella y se fueron rápidamente, dejándola con la miel en los labios. Sin embargo Rainbow supo enseguida que algo raro ocurría, las tres se veían extrañamente azoradas y se fueron precipitadamente, sin darla apenas explicaciones. Y ese mismo detalle la había molestado bastante más de lo que ella misma se hubiera llegado a esperar, como si la doliera que sus más recientes amigas la ocultaran algo, aun a pesar de que se habían conocido recientemente. Normalmente no lo admitiría así sin más, pero de cierta forma coincidía con Twilight en que entre ellas había alguna especie de conexión especial, ya que de por si Rainbow no congeniaría así sin más con un grupo de chicas que, a efectos prácticos, acababa de conocer pocos días atrás. La repateaba admitirlo, incluso aunque fuera en contra de sus principios, pero esas chicas tenían algo que la hacía sentirse unida a ellas, y el hecho de saber que había algo que la ocultaban no hacía sino acrecentar aún más las ganas de saber qué la estaban escondiendo. Por lo que, sin dudarlo más, se levantó al poco rato de su toalla, recogió sus cosas y se encaminó tras ellas, siguiendo su estela.

Dado que tenían prisa, se dirigieron directamente al coche de Twilight y pusieron rumbo hacia donde Sunset las indicó, tardando unos cuantos minutos debido al tráfico, el cual solía volverse más denso a primera hora de la mañana y por la tarde, a eso de las siete u ocho. Nada más llegar aparcaron cerca de allí, sin alejarse demasiado, y se acercaron a la citada torre andando, llegando enseguida.

Antes de entrar en el apartamento fueron cacheadas por un gorilón apostado junto a la entrada, Rarity tuvo que ceder su pistola vintage por un tiempo, cosa que la dejó un tanto inquieta. Una vez dentro se encontraron con una chica rubia pecosa y con sombrero sentada en un ostentoso y muy espacioso salón, esta nada más verlas se extrañó y se dirigió a ellas.

-¿Quiénes sois vosotras?

-Somos… las socias de Sunset, hemos venido como bien nos pidió-murmuró Twilight, prefiriendo obviar los detalles.

-¿Sunset?

-Sí, la chica de pelo rojo fuego y dorado…

-Ah, que se llama así… ni siquiera me dijo su nombre.

-Oh… ¿y tú quién eres?-quiso saber Twilight, intrigada.

La chica rubia cerró los ojos, con gesto consternado, pero antes de responder una voz familiar comentó mientras subía las escaleras.

-Ah, ya estáis aquí, por fin… pero bueno, ya que estamos haré las presentaciones de rigor, os presento a Applejack, vuestra nueva compañera.

-¿Compañera?-repitió Twilight, extrañada.

-¡Oh, genial, una nueva amiga! ¡Hola Applejack, yo soy Pinkie Pie, encantada de conocerte!-exclamó la chica rosada, acercándose a ella.

-Ah, eh… igualmente, supongo…-murmuró Applejack, un tanto cortada.

-Sí, compañera, aquí la chica creyó por un instante que nos podría tangar un arma experimental así por la cara, y digamos que su situación es muy parecida a la vuestra. Que os cuente ella luego los detalles si eso, tenemos algo importante entre manos-anunció Sunset, cortante.

-¿De qué se trata?

-De algo gordo, y motivado sobre todo por la señorita nueva aquí presente, ya que nos ha dejado un pufo considerable que hemos de subsanar lo más rápidamente posible. He estado casi toda la tarde moviendo hilos, hablando con mi jefe y trazando un plan de ruta, ahora os contaré los detalles.

Antes de que Sunset pudiera decir nada más se oyó una algarabía al otro lado de la puerta, extrañando a todos los presentes.

-¿Qué es todo ese alboroto, qué está haciendo ese cernícalo?-inquirió la chica, con gesto molesto.

Se dirigió rápidamente a la puerta y la entornó, dirigiéndose al gorilón.

-¡Oye, Jim! ¿Qué es todo ese barullo?

De golpe y porrazo la puerta se abrió sorpresivamente, golpeando de lleno a Sunset en la cara y tirándola al suelo en el proceso; acto seguido un tornado multicolor entró en el apartamento, dejando al gorilón atrás.

-¡Ah, ahí estáis! ¡Lo que me ha costado dar con vosotras, he tenido que ir piso por piso!

-¿¡Rainbow Dash?!-masculló Rarity, alucinada.

-¿¡Qué estás haciendo aquí?!-hizo lo propio Twilight, igual de chocada.

-¿A vosotras qué os parece? ¿Pensabais que me iba a quedar de brazos cruzados mientras vosotras os ibais así sin más, dejándome colgada? ¡De eso nada, monadas!

Sin embargo en ese mismo instante la chica notó algo metálico posándose en su nuca, al tiempo que Sunset, lanzándola una mirada glacial, mascullaba.

-Dame un motivo para no volarte la tapa de los sesos.

-¡No! ¡Sunset, espera, no lo hagas!-exclamó Twilight.

-¿¡Y por qué no?! ¡Aparece aquí, como pedro por su casa, y me da con la puerta en las narices, es motivo más que suficiente para volarla la cabeza!

-¡j*der, tía, relájate un poco, tómate un Valium o algo!-exclamó por su parte Rainbow, con los brazos en alto.

-¡Silencio! ¿¡Quién eres tú y cómo has llegado hasta aquí?!

-¡Pues siguiéndolas a ellas, claro! ¡Sois muy fáciles de perseguir, tías, tenéis que trabajar en vuestro sigilo si vais de incógnito!

-¡¿La conocéis?!-inquirió Sunset, cabreada.

-¡Sí, sí, es una amiga que no tendría que habernos seguido!-exclamó Twilight, reprendiendo a Rainbow en el proceso.

-¡Oh, Twilight, por favor, no me vengas en plan madre! ¿Quieres?

-¿¡Y cómo quieres que me lo tome!? ¡No tendrías que habernos seguido!

-¿Y qué es peor, eso o no decir a tu recién descubierta amiga que os codeáis con la alta sociedad? Porque, j*der, menuda choza te gastas, pelirroja…

Ante eso Sunset se cansó y asestó un seco culatazo a Rainbow, la cual cayó al suelo medio grogui. Pinkie reaccionó de seguido, acercándose a ella.

-¡No, Dashie!

-¡Ya basta! ¡Si eres lo suficientemente estúpida como para involucrarte tú sola en asuntos que no te atañen, entonces no voy a tener más remedio que integrarte, a no ser que prefieras un tiro entre ceja y ceja, lo dejo a tu elección!

-¿¡Qué?! ¡No, no puedes hacer eso!-exclamó Twilight, preocupada por su amiga.

-¡Cállate, Sparkle, recuerda quien es la que manda aquí! ¡No solo entra aquí por la cara y me da con la puerta en las narices, sino que es lo suficientemente estúpida como para hacerlo y encima verme la cara! ¡Mucho me temo que no puedo dejarla ir!

-¡Pero ella no tiene nada que ver con todo esto, déjala que se marche, tan solo te resultará una carga!

-¡Hey! ¿¡De qué vas, Twilight?! ¡Encima que me preocupo por vosotras!-exclamó Rainbow, aún en el suelo.

-¿¡Y de qué te ha servido eso ahora?! ¿¡Para qué te metes así sin más?! ¡Intento que no te maten, Rainbow!

Antes de que ninguna de las dos pudiera decir nada más, Sunset terminó de cansarse y disparó al aire tres veces, imponiendo silencio. Por un momento todo el mundo enmudeció, lo que aprovechó ella para hablar.

-¡Muy bien, se acabó la cháchara, ahora escuchadme todas! ¡La situación es la siguiente, vuestra querida amiga, en su inocente estupidez, ha cometido un grave error viniendo aquí! ¡Como bien comprenderéis no la puedo dejar marchar así sin más debido a las circunstancias existentes, y tampoco me puedo arriesgar a que se vaya de la lengua, aunque teniendo en cuenta lo bocazas que es, probablemente lo haga, razón de más para retenerla aquí! ¡Por lo que os propongo un trato! ¡Si se integra al grupo y no hace más preguntas de las necesarias, no la pego un tiro! ¡¿Me he expresado con claridad?!

Para entonces nadie decía nada, por temor a que Sunset se enfadara más de lo estrictamente necesario, aunque Twilight seguía teniendo problemas para comprender la situación. ¿Por qué Rainbow había sido tan rematadamente estúpida? No se esperaba para nada que las hubiera seguido, y tampoco se esperaba para nada que se metiese así sin más, sin atender a razones. Ahora la situación daba un giro brusco del cual apenas había opción, debiendo de acatar lo que Sunset las ofrecía.

-Está bien, está bien, aceptamos.

-¿¡Qué?! ¿¡Quién te ha dicho que decidas nada por mí?!-la espetó Rainbow, molesta.

-¡Tú cállate que te estoy salvando el pellejo, maldita sea!

-¡Ya vale, basta Rainbow, haz lo que Twilight te dice!-exclamó Pinkie, visiblemente alterada.

-Oh, dios mío ¿en qué me he metido?-masculló Applejack en ese momento.

-En un lío muy gordo, querida-murmuró Rarity, con resignación.

Costó un poco calmar a Rainbow, pero una vez que todo estuvo hablado las cinco siguieron a Sunset hasta un estudio cercano en el cual había una pizarra blanca junto a un mapa del estado, además de varios ordenadores con varios equipos electrónicos conectados y un armario ropero lleno de equipo táctico.

-Muy bien, pues como os iba diciendo, he estado haciendo planes, grandes planes que nos incumben a todas las aquí presentes, unas por más obvias razones, y otras por unas más difusas y estúpidas, pero bueno, entremos en materia. Como bien os decía antes aquí nuestra amiga Applejack llegó a vender un arma experimental que pertenecía a mi organización, ya que la habíamos comprado recientemente por una cifra ciertamente considerable, pero ahora por vicisitudes del destino está en manos de traficantes chicanos de poca monta. Me ha costado un montón de recursos, muchas conversaciones y toda una tarde, pero finalmente hemos llegado un acuerdo que nos satisfaga a todos de manera razonable y pacífica. Realizaremos un intercambio, los mexicanos nos devolverán el arma a cambio de que nosotros les consigamos algo.

-¿Y de qué se trata?-inquirió Twilight, inquieta.

Por su parte Sunset contestó desplegando una cortina de la parte superior de la pizarra, mostrando en ella una serie de fotografías dispuestas en ella de forma estratégica y visual; en una de ellas se podía observar un gran recinto vallado con una larga pista de aterrizaje, una serie de hangares, barracones, campos de entrenamiento y una torre de control dominando todo el complejo. Fue la primera foto que Sunset comentó.

-Fort Zancudo, una base militar del ejército del aire y parte del de infantería, se encuentra situada a los pies del monte Josiah y justo al lado del lago Zancudo, en un ambiente húmedo y apartado. Es ahí dentro donde tienen nuestros dos principales objetivos.

Imagen
Fort Zancudo


Tras eso se movió a la siguiente foto, en la cual se podía observar un flamante jet de combate de color metalizado, equipado con armamento pesado y un diseño de lo más aristado y aerodinámico.

-El P-996 Lazer es un jet de combate y uno de los más usados por la fuerza aérea estadounidense, está equipado con varias ametralladoras de combate capaces de disparar más de cinco mil balas por segundo y misiles teledirigidos tipo AIM-120. Es capaz de alcanzar los dos mil kilómetros por hora a gran altitud sin carga.

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P-996 Lazer


Antes de que alguien pudiera decir algo, Sunset pasó a la siguiente foto en la cual se podía observar un enorme avión de carga de color amarronado con cuatro aspas, dos en cada ala, morro abultado y un alargado fuselaje.

-El Titan es un avión de carga militar usado principalmente para el transporte de tropas y mercancías, es capaz de llevar consigo veinte mil kilos de carga sin apenas reducir su velocidad máxima operativa, unos quinientos noventa y dos kilómetros por hora.

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Titan


Una vez más, y adelantándose ante las incipientes dudas de las demás, Sunset se movió y comenzó a escribir en la pizarra, al tiempo que iba marcando un par de cosas en el mapa, todo ello sin dejar de hablar.

-Entrar en Fort Zancudo puede parecer imposible, pero se puede hacer si se tiene el equipo y el plan adecuado. Todos los miércoles y viernes, a eso de las cinco y media, pasa por Señora Road un convoy militar que transporta materiales de todo tipo a la base, ese podría ser un buen momento para robarlo y adquirir el material necesario para entrar en ella pasando desapercibidas. También necesitaríamos que nos proporcionaran una identidad falsa que nos ayude a entrar y estar el suficiente tiempo como para poder salir con los dos paquetes antes de que se descubra todo el tinglado, por lo que sólo tendríamos una oportunidad. Y el caso es que esto urge, por lo que tendremos que tenerlo todo planeado y puesto en marcha para antes del sábado que viene o el trato se irá al garete. Y eso es todo ¿dudas, comentarios?

Por un instante nadie dijo ni hizo nada, mirando a Sunset y a la pizarra con ojos como platos y mirada incrédula; inmediatamente después Twilight habló.

-Espera, espera, a ver si lo he entendido. Nos estas diciendo que vamos a entrar en una base militar de alta seguridad para robar dos aviones del ejército.

-Sí, básicamente ¿por qué eres tan lenta, Sparkle? Se supone que tú eres la lista.

-¡Es una locura! ¿¡Cómo pretendes hacer nada de eso?! ¡Lo único que conseguirás es que nos maten!

-¡No si lo hacemos bien, y os acabo de dar la clave! ¡Lo único que necesitamos es ese camión con los materiales militares y la identificación, conseguid todo eso y podremos entrar en la base sin pegar ni un solo tiro!

Ante eso Twilight se quedó sin argumentos, incapaz de rebatirla nada, aunque en ese mismo instante Sunset comentó.

-Ah, sí, se me olvidaba, como son dos aviones necesitamos al menos dos personas que se encarguen de pilotar uno cada uno, si alguien quiere puede prestarse voluntario.

-¡Me pido el Lazer! ¡He pilotado besras en la academia de vuelo y un Lazer es igual que un besra, pero con armas!-exclamó Rainbow, todo emocionada.

-¿De veras? Vaya, al final resultarás de utilidad y todo… ¿alguien que se atreva con el Titan?

Por un momento nadie dijo nada, aún un tanto confusos y estupefactos por todo lo que había pasado, aunque justo después Applejack murmuró algo cortada.

-Eh… bueno, yo sé pilotar, pero no paso de avionetas y fumigadoras, no sé yo si podría con ese armatoste…

-Si sabes pilotar una fumigadora sabrás pilotar ese nene, es lo mismo sólo que más grande-comentó Rainbow, cortante.

-Pero si es enorme, seguro que tiene más comandos y es más complejo de manejar…

-No necesariamente, como mucho tendrás el tren de aterrizaje, los flaps y poco más, si tienes conocimientos básicos de vuelo podrás pilotarlo sin problemas-insistió la chica.

Applejack quiso replicar, pero entonces Sunset comentó.

-¡Perfecto entonces! Ya tenemos pilotos, solo falta que consigáis el resto, así que ya sabéis, al tajo.

-Espera un momento ¿y cómo lo haremos?-inquirió Twilight, un tanto perdida.

-¿Qué queréis, que os dé todo mascadito? ¡Buscaos la vida!-la espetó Sunset, molesta.

Aun a pesar de las quejas y preguntas de las demás, Sunset se mostró inflexible y las despidió a todas, largándolas rápidamente y devolviendo previamente las armas confiscadas a Applejack y Rarity. Una vez solas en la calle, Twilight se explayó más a gusto.

-Vale, antes que nada, lo primero es lo primero. Rainbow ¿eres tonta?

-¡Oye, que yo no te he insultado!-le espetó la chica, molesta.

-¡No, en serio, responde a mi pregunta! ¿Eres o eres tonta?

La chica de pelo multicolor fue a responder, cada vez más molesta, pero en ese momento Applejack se adelantó y comentó.

-Ya sé que apenas nos conocemos y tal, pero voy a romper una lanza a favor de Twilight y toda la situación en su conjunto y voy a responder a esa pregunta: sí, sí que lo es.

-¡Muy graciosa, tú, encantada de conocerte, algo me dice que nos vamos a llevar muy bien!

-Lo mismo digo, pelo de colorines.

-¡Tengo nombre, me llamo Rainbow Dash!

Y así, sin ni siquiera darse cuenta, las dos comenzaron a discutir sin ton ni son, ignorando a las demás. Por su parte Pinkie rió divertida, comentando de seguido.

-Vaya, algo me dice que esas dos van a ser muy buenas amigas.

Por otro lado Twilight dejó escapar un dejado suspiro, comentando de seguido.

-Agh, ahora esto, y encima no sé ni cómo empezar a organizar nada…

-Tranquila querida, no te apures, es cuestión de repartir un poco las tareas, lo primero y más importante es adquirir el material del convoy militar, por lo que empezaremos por eso, por ahora el asunto de la identificación puede esperar-murmuró Rarity, con más optimismo.

-Sí, eso en concreto va a ser más complicado…

-No te preocupes, puede que no lo sea tanto, pero primero es lo primero. Tenemos que idear un plan para detener el convoy y robar los materiales sin llamar demasiado la atención.

Aun a pesar de que Rarity se mostraba más optimista y dispuesta, Twilight no podía por mucho que lo intentara; no sólo su situación había cambiado para peor, sino que ahora tocaba realizar una tarea titánica para la cual no se sentía preparada para nada. Aun así el saber que estaba con sus amigas en esto la tranquilizaba un poco más, sintiendo que con ellas todo era más llevadero. Sin más las cinco se dirigieron de vuelta al coche, aunque Rainbow se desvió para ir a por su moto, ya que había venido en ella. Aunque ninguna de ellas llegó a ver la figura de una vieja y destartalada surfer surgiendo de un callejón cercano y perdiéndose entre el tráfico.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor agustin47 » 29 Abr 2016, 11:32

A la pregunta de Twilight... Sí, es tonta :qmeparto:
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor serch248 » 29 Abr 2016, 22:20

¿Entrar en Zancudo? Todo aquel que se ha aventurado a entrar sabrá que... R.I.P Mane 5.

Habrá que echarle un ojo a Fluttershy, su seguimiento en plan Ethan Hunt/James Bond :sherlock: me hace sospechar de sus intenciones

y respecto entrar a Zancudo... preveo una buena ensalada de tiros del calibre 5,56 y .338 Lapua. Tal vez hasta del 7,62 :D2 :D2
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 01 Jun 2016, 21:53

Capítulo 23

El golpe de Zancudo


Twilight se arregló los dobladillos, se ajustó las botas y se recolocó la gorra, finalmente preparada. Aunque no lo pareciera, se sentía tremendamente nerviosa. Y no era para menos, dada su situación actual. Se encontraba vestida cual soldado del ejército americano, con sus botas marrones, guerrera grisácea de camuflaje universal con distintivo de soldado raso, camisola caqui y unos pantalones a juego. Se había recogido el pelo, formando un pequeño moño trasero para poder ponerse la gorra reglamentaria, de igual color.

-¡Twilight! ¿Estás ya?-inquirió en ese momento una voz familiar.

-¡Sí, Rarity, ya salgo!-exclamó ella, tratando de ocultar su nerviosismo.

Cogió una tarjeta de identificación de una mesa cercana, en la cual se podía ver una foto suya en la que salía con un gesto serio, pero con un nombre parcialmente distinto: Stargaze Twinkle. Se la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón y, una vez lista, salió del almacén al exterior.

Ese día había amanecido un tanto nublado, como si fuera un mal presagio; últimamente el tiempo estaba un poco revuelto, hasta el momento no había llovido, pero fuertes ráfagas de viento peinaban todo el estado desde la semana pasada, provocando fuertes tormentas de arena en el desierto de Gran Señora y tumbando alguna que otra palmera por las zonas más septentrionales de la ciudad. Este detalle en concreto no le importaba demasiado a alguien como Rainbow Dash, una avezada piloto, pero sí que ponía más nerviosa a Applejack, ya que iba a ser ella quien debía pilotar el Titan y sacarlas de allí en él. Durante todo ese tiempo en el cual habían estado preparando el golpe, la chica había recibido unas cuantas clases por parte de Rainbow, enseñándola un poco los controles más avanzados de un avión más grande. Gracias a esas clases la experiencia de Applejack había aumentado, pero aun así la chica seguía mostrándose intranquila al respecto, ya que en condiciones climatológicas adversas no se sabía manejar muy bien.

Nada más salir se encontró a las chicas animando a Applejack junto al camión, aunque nada más verla Sunset se asomó por la ventanilla del asiento del acompañante y exclamó.

-¡Por fin, ya era hora! ¡Vamos, que solo queda una hora y debemos llegar antes que el convoy real!

-¡Sí, sí, ya estoy! ¿Todo bien, chicas?-inquirió Twilight, acercándose a sus amigas.

-Sí, más o menos…-murmuró Rarity, algo preocupada por Applejack.

-Yo es que esto no lo veo, en serio, apenas he practicado lo suficiente…-masculló la granjera, visiblemente inquieta.

-Oh, venga ya, Applejack, yo misma te he enseñado, con eso es más que suficiente-murmuró Rainbow, sin darle mayor importancia.

-¡No te preocupes, Jackie, ya verás como todo sale bien!-añadió Pinkie, sin perder su sonrisa.

-Eso espero, Pinkie… realmente lo espero…

Por un momento todas se quedaron en silencio, compartiendo entre ellas su inquietud; y es que, aun a pesar de la preparación previa y que ya estaba todo dispuesto, todas albergaban dudas en su interior, ya que no podían saber con certeza si iba a funcionar a la perfección. Sólo tendrían una oportunidad, entrar en un principio era sencillo, pero luego el salir era otra historia complemente distinta.

-¿¡Nos vamos o qué?! ¡Que no tenemos todo el día!-exclamó entonces Sunset, rompiendo súbitamente el silencio.

Las demás se subieron a la parte de atrás del camión junto con el resto del equipo guardado en una caja hermética, y Twilight ocupó el asiento el conductor ya que iba a ser ella quien conduciría.

-¿Estamos ya?-inquirió Sunset, algo molesta.

-Sí, sí, podemos irnos.

-Pues adelante.

Nada más decirlo la chica arrancó el motor y dio marcha atrás para salir de la refinería donde se encontraban. Y es que el campo petrolífero de Murrieta era el mejor lugar para esconder un camión de esas dimensiones, además del sitio ideal para pasar desapercibidos. Y no era para menos, ya que de por sí había sido necesario estar unos pocos días sin llamar la atención tras la sustracción del camión junto con los correspondientes materiales.

Imagen
Camión con el que se infiltran

Imagen
Campo petrolífero de Murrieta


-Muy bien, vamos a repasarlo todo una vez más. Nos adelantamos al convoy una hora y llegamos a la base a eso de las cinco y media-murmuró Sunset, con voz queda.

-Ajá.

-En cuanto lleguemos nos preguntarán por qué llegamos tan pronto, pero eso ya está pensado.

-Sí, el servicio de entrega tenía prisa y nos ha pedido que llegásemos antes.

-Vale. En cuanto estemos dentro nos dirigiremos directamente al hangar principal, donde estará el Titan estacionado. Dash irá a por el Lazer y nosotros cargaremos la caja en el avión, si alguien nos pregunta…

-… les diremos que es una entrega de munición para el norte.

-Exacto, y una vez que Dash despegue nosotros iremos detrás, si control pregunta…

-… les diremos que son vuelos de entrenamiento programados.

-Muy bien. En ese caso todo perfecto, no tiene por qué salir nada mal.

Ante eso Twilight apretó el volante con fuerza, cosa que Sunset notó enseguida.

-¿Estás nerviosa, Sparkle?

-Pues claro que estoy nerviosa, estoy a punto de entrar en una base militar y robar un avión, poniendo mi vida en peligro. Comprenderás que tengo razones para estarlo.

-Je, je, novata…

-Te veo muy tranquila ¿no estás nerviosa?-inquirió Twilight.

-¿Yo? Para nada, estoy curtida en mil y una situaciones, ya nada me inquieta-argumentó Sunset, con naturalidad.

Twilight se quedó un tanto intrigada por esa afirmación, pensando en lo que la acababa de decir. Hasta el momento Sunset era lo más parecido a una perfecta desconocida para ella. Aun a pesar de todo el tiempo desde que se conocieron, no sabía absolutamente nada sobre ella, y por un instante pudo ver que, aunque indirectamente, la había dado a entender algo acerca de su persona. Llena de curiosidad, la chica inquirió.

-¿Lo has visto todo, entonces?

-Sí, eso y más, y aun así no se ve lo suficiente. Pero bueno, qué vas a saber tú, niñita mimada de papá…

-Por eso lo pregunto.

-¿Perdón?

-Sí, si lo has visto todo asumo que en algún sitio tendrás que haberlo visto… tú misma lo has dicho.

Eso dejó un tanto descolocada a Sunset, como si no se esperara para nada una contestación así, pero enseguida respondió.

-¿Y a ti que más te da? Después de todo creciste en la parte alta de la ciudad, no sabes ni siquiera lo que dices.

-Bueno, Algonquin no es tan endogámico como nos quieren hacer creer algunas películas y series de televisión, hay gente de rentas más humildes viviendo allí también.

-Sí, claro, del medio Algonquin para arriba, mírala que lista…

-Perdona, pero el alto Algonquin está experimentando cierto proceso de gentrificación, y gracias a las nuevas reformas de la alcaldesa se ha podido…

-¡Agh, ahórrame todo eso! ¿Quieres? ¡Tú no sabes nada de cuán dura puede ser la vida! ¿Y sabes por qué? ¡Porque tú naciste en el medio Algonquin, rodeada de comodidad, mientras que yo hice lo propio en los bajos fondos de Bohan, teniendo que buscarme la vida desde que era pequeña! ¡He hecho de todo con tal de sobrevivir, me he hecho a mí misma, no como tú, que te hicieron a base de normas y libros de texto!

Toda esa verborrea llena de rabia y dolor cogió de sorpresa a Twilight, la cual se quedó callada, sopesando lo que la había dicho. Bohan era el distrito más complicado y peligroso de toda Liberty City, lleno de barrios empobrecidos con una fuerte tasa de criminalidad, hogar de pandilleros, traficantes de droga y demás fauna peligrosa. Era prácticamente el norte, y el lugar ideal para tiroteos y redadas policiales.

Imagen
Bohan, prácticamente, el norte, ideal para tiroteos


-Entiendo… perdona, no era mi intención…-murmuró la chica, algo cohibida.

-¡Ya, claro, nunca es tu intención, gracias por compartirlo!

-Sé muy bien que ese distrito es complicado, puedo imaginarme el tipo de vida que has llevado…

-No sabes absolutamente nada acerca de mí.

-Porque tú no quieres.

-¿¡Y por qué iba a querer?!

-¡Quizás porque vamos a robar dos aviones juntas a una base militar, por ejemplo! ¿¡Esperas que confíe mi vida a una completa desconocida?!

-¡¿Y tú esperas confiar en alguien como yo?! ¿¡Por qué, qué sentido tiene eso?! ¡Soy tu maldita carcelera!

Por un momento no hubo nada, las dos se miraron brevemente aprovechando un semáforo en rojo cerca de la intersección entre Vinewood este y el centro de Vinewood, frente al puente que salvaba la autopista de Los Santos. Al segundo siguiente Sunset reaccionó, murmurando de seguido.

-Agh, ahórrame todo esto, por favor, y estate a lo que estamos ¿entendido?

-Vale.

Sin muchas ganas de hablar con ella, Sunset puso la radio para tratar de distraerse un poco, sonando por todo el habitáculo la emisora que en ese momento estaba sintonizada.

-¿Qué hay de nuevo, Los Santos? Estás escuchando The Lab, conmigo, el Doctor No y el Hermano Químico, trayendo a las ondas los sonidos más alternativos del panorama musical. Esta es Little Dragon, con su tema Wanderer.

Al segundo siguiente una música instrumental comenzó a sonar por la parte delantera del camión, con un ritmo muy peculiar y marcado que incluía trompetas y sintetizadores. Poco después los primeros versos comenzaron a sonar.



You keep an eye upon my back
Rock me in a trance, rockin' my balance
I had a taste and it was sweet
Almost knocked me dead, in my dreams are wet



Normalmente Twilight no solía escuchar mucho la radio, ni siquiera música, ya que siempre había sido más de informativos y radios de charlas donde se hablaran de temas de todo tipo. En Liberty City de vez en cuando solía escuchar We Know The Truth Radio, sobre todo programas que la interesaban, o bien la Public Liberty Radio. Ahora que estaba en Los Santos escuchaba de vez en cuando la West Coast Talk Radio para enterarse un poco de la última hora en el panorama nacional, aunque normalmente iba con la radio apagada. Por un momento quiso pedir a Sunset que la apagara, puesto que la música la ponía nerviosa, pero poco después, y sin dejar apenas margen, comenzó a sonar el estribillo, seguido de un rápido interludio.

Won't you help me now?
Cause the night is over
And I'm runnin' out
I feel it takin' over
Won't you help me now?
Cause my night is over
And I'm runnin' out

I'm losin', I'm losin'
I'm losin' my mind
I'm movin', I'm movin'
I'm movin' in time
I'm losin', I'm losin'
I'm losin' my mind


Debido a esto Twilight decidió intentar ignorar la música y se centró en la carretera, al tiempo que los recuerdos de los últimos días se iban apelotonando en su memoria.

Cruzó el puente hacia el centro de Vinewood y luego torció a la derecha en dirección hacia Elgin Avenue y la salida norte de la ciudad hacia Señora Road. Recordaba muy bien esa carretera puesto que, a unos cuantos metros de distancia de salir de la ciudad y en pleno condado de Los Santos, fue en esa carretera donde abordaron al convoy militar. El plan fue ideado principalmente por ella y Rarity, las cuales se vistieron de turistas y dejaron clavado un utilitario en medio de la vía fingiendo haber tenido un accidente. El convoy militar apareció al poco rato proveniente de la ciudad, obligándoles a parar para que las asistieran. Al principio no se mostraron especialmente amistosos con ellas, pero eso no supuso un problema a largo plazo, al menos para alguien como Rarity.

-¡Ciudadanas, por favor, muevan el coche inmediatamente, debemos continuar nuestro camino!

-¡Oh, gracias al cielo, menos mal que alguien se ha dignado a parar! ¡Por favor, señor sargento, ayúdenos, íbamos de visita al mar de Álamo pero nuestro coche se quedó parado de repente, no sabemos lo que le pasa!

-¡No tenemos tiempo, ciudadana, si no mueven el coche ahora me temo que tendremos que moverlo nosotros!

-¡Pero no nos pueden dejar tiradas, no sería ético ni propio de un sargento tan aguerrido, fuerte y servicial como usted! ¿No se supone que ustedes los militares están para proteger y servir? Por favor, señor sargento, ayude a unas damas en apuros…

Aunque al principio el oficial se mostró inflexible, finalmente acabó por ceder ante las miraditas que le echaba Rarity, haciendo que el soldado que le acompañaba en el primer jeep bajara también a ayudarle y dejando desprotegido de esta forma el convoy por delante.

Sin embargo aún quedaban los soldados del jeep trasero y los que conducían el camión, aunque no fue ningún problema para el resto del equipo. Mientras que Twilight y Rarity distraían a los soldados del primer jeep, Rainbow, Applejack y Pinkie aprovecharon para poner fuera de combate a los demás. Sin que las vieran, y acercándose por detrás, Applejack y Rainbow se aproximaron al jeep trasero sigilosamente hasta alcanzar las puertas del conductor y su acompañante, dando un toque en ellas para distraerles y asestándoles un fuerte derechazo que les dejó fuera de combate antes de que se dieran cuenta siquiera de quien les había golpeado.

Una vez que el jeep trasero también cayó, Pinkie aprovechó la ocasión para colarse en el camión por la parte de atrás y registrar el cajón del material militar, encontrando una remesa de granadas de gas lacrimógeno.

-Oh, vaya ¿y esto?

Fue entonces cuando vio una pequeña ventanilla ubicada en la parte posterior de la cabina del camión; sin apenas pensárselo mucho más la abrió rápidamente, al tiempo que le quitaba la anilla a la granada.

-¡Cucú!-exclamó ella, tirando la granada al interior de la cabina y cerrando inmediatamente después.

De esta forma el camión también quedó fuera de combate, abriendo las ventanillas para airear la cabina al tiempo que Rainbow y Applejack se subían a él para llevárselo.

-Bien, está funcionando-murmuró Rainbow, animada.

-Sí, eso es lo que me choca, que está funcionando. ¿Qué hacemos con estos de aquí?-inquirió Applejack.

-Seguir con el plan, no nos han visto por lo que no podrán reconocernos, ayúdame a cargarlos.

Entre las dos escondieron a los dos soldados en unos matorrales cercanos a la carretera y volvieron a por el camión; Pinkie se asomó al poco rato desde la parte de atrás para confirmar el cargamento.

-¡Está todo incluso más, esas granadas son de lo más útiles!

-Vale, agacha la cabeza que nos vamos.

Una vez que estuvo todo listo aceleraron de sopetón y se alejaron de allí a toda prisa; tanto el sargento como el soldado del jeep delantero se alarmaron enseguida, pero Rarity y Twilight se encargaron de retenerles un poco más.

-¡Sargento, el camión, que nos roban el camión!

-¿¡Pero qué demonios?! ¡Tras él, rápido!

-¡Ah, esperen, pero aún no hemos terminado, aún no sabemos lo que le pasa al coche!

-¡Señorita, por favor, que me están robando el cargamento, además, no veo nada malo!

-¡Pero algo habrá, un coche no se para así sin más!

-¡Pues llame a una grúa o a un taxi! ¡Reagrupaos conmigo, ya!

Sin embargo en cuanto vio que la mitad de su pelotón estaba KO y la otra mitad perdida se quedó de una pieza, sin creerse lo que había pasado.

-¡Pero esto es inconcebible! ¡Avisa a la base, cabo, tenemos que recuperar el cargamento como sea, prioridad uno, y que venga alguien a recoger a estos incompetentes!

Se marcharon entonces rápidamente, dejando allí al otro jeep con sus ocupantes dentro; una vez solas, Rarity y Twilight dejaron escapar un respingo.

-Ha funcionado… no me lo puedo creer, ha dado resultado-masculló Twilight, anonadada.

-Pues sí, había posibilidades de que no saliera bien, pero mira, al final la situación ha jugado a nuestro favor-asintió Rarity, satisfecha.

-Es increíble… pero bueno, vámonos de aquí antes de que se les ocurra relacionarnos con el suceso.

Tras eso las dos se retiraron, dando un rodeo por carreteras secundarias por si las moscas, al tiempo que las demás despistaban a los militares y llevaban el camión hasta la refinería, ocultándolo allí.

Una vez que tuvieron el camión junto con los materiales registraron el cajón para ver qué guardaba en su interior; se encontraron con un buen montón de armas con su correspondiente munición, vieron varias carabinas, granadas de mano, de gas, bombas adhesivas, minas de proximidad, un par de ametralladoras de combate y hasta un lanzacohetes. También encontraron algunos complementos como varios blindajes corporales, rodilleras, cascos o guantes, pero lo mejor de todo fue encontrar un par de uniformes de combate del ejército de muestra, siendo uno además el de un teniente.

Ese descubrimiento fue vital para la consecución del golpe, pero había un problema, y es que tan solo había un uniforme de soldado raso, siendo necesario uno para cada uno si lo que querían era entrar en la base dando el pego de ser soldados y sin levantar sospechas. El uniforme de teniente se lo adjudicó Sunset en cuanto supo que había uno. Por un momento parecía que la operación peligraba, pero entonces Rarity intercedió a su favor.

-Se me está ocurriendo algo que puede que nos sirva para obtener más uniformes.

-¿Ah, sí? ¿Y en qué has pensado?

-Antes de conoceros me llegué a codear con la crema y nata de la ciudad por mediación de Lacey Jonas ¿os suena?

-No, la verdad es que no estoy nada puesta en temas de famosos y celebridades…

-Yo tampoco, cuando hay trabajo en la granja todo lo demás te da igual.

-Algo he oído hablar alguna que otra vez en la tele haciendo zapping…

-¡No me gustan los programas de cotilleos, prefiero ver animación o canales de cocina! ¿Veis Republican Space Rangers?

-Ahora no, Pinkie…

-Bueno, el caso es que me llegó a invitar a una fiesta en su casa y allí conocí a Kerry Macintosh, una supermodelo que me ofreció ponerme en contacto con Sebastián Dix, un famoso diseñador.

-Caramba, Rarity, menudo nivel el tuyo…

-Ya ves, ni que fuera una celebridad encubierta…

-Bueno, bueno, tampoco es para tanto, después de todo estoy acostumbrada. Pero bueno, el caso es que Macintosh me dijo que me podía poner en contacto con Dix, y si se lo pido tal vez me pueda hacer el favor…

-Ya veo, pero sería un tanto raro, o sea, se daría cuenta enseguida que son uniformes reales…-apuntó Twilight, un tanto extrañada.

-Sí, es posible, pero se lo puedo vender como un conjunto inspirado en el ejército, algo en plan vanguardista pero con influencias alternativas, por intentarlo creo que no pierdo nada.

-No sé yo, será diseñador y famoso, pero no tonto…-murmuró Rainbow, escéptica.

-Ya, ya lo sé, pero ahora mismo no se me ocurre otra cosa.

Aun a pesar de sus dudas y el escepticismo de las demás, Rarity lo intentó igualmente y se puso en contacto con Dix por mediación de Macintosh, mandándole uno de los uniformes en una caja a su dirección en Vinewood Hills. Tardó unos tres días justos en contestar, pero para sorpresa de todos, y Rarity la primera, Dix contestó mandando otra caja con los seis uniformes; junto a ellos iba una nota en la que ponía.

Me gusta su estilo, señorita Belle, es atrevido, rompedor y vanguardista, nunca pensé llegar a ver una pieza tan diferente y única tanto en estilo como en concepción. He respetado en todo momento su creatividad, aunque me he tomado la libertad de imprimir un poco de mi estilo en el resto de piezas, espero que sean de su agrado. Espero saber más cosas de usted y su línea muy pronto. Atentamente, Sebastián Dix.

Las demás también se sorprendieron a su manera, Rainbow fue la primera en opinar.

-¿En serio? Uauh, este hombre no tiene muchas luces…

-Había oído hablar de que las celebridades suelen ser excéntricas, pero esto es ridículo-murmuró Twilight, igual de chocada.

-Muy listo no es que sea, no-asintió Applejack, incrédula.

-¡Bueno, no hay mal que por bien no venga, al menos ahora tenemos uniformes para todas!-observó Pinkie, animada.

-Sí, y menos mal, comenzaba a preocuparme.

Una vez que el asunto de los uniformes estuvo cerrado tan solo quedaba lo más complicado, y eso era las identificaciones falsas. Para algo así iba a ser necesario alguien que les pudiera proporcionar los materiales necesarios, y en ese sentido Rarity volvió a jugar un papel determinante, puesto que conocía a alguien que les podría ayudar en ese sentido.

-No os preocupéis por lo de la identificación, dejádmelo a mí.

-¿Segura, Rarity? Tampoco quiero que te encargues tú de todo así sin más…

-No te preocupes, querida, después de todo tengo los medios necesarios, conozco a alguien que tal vez pueda ayudarnos con ese detalle en concreto.

Por su parte hubo mucho secretismo respecto a ese tema en concreto, puesto que no quería involucrar a Lester en un asunto tan importante y delicado como ese, pero en esos momentos no tenía nadie más a quien acudir, siendo su mejor baza hasta el momento.

Quedó con él en el paseo de la playa de Vespucci por petición expresa del propio Lester, encontrándolo en el extremo superior, justo al lado del acceso al muelle de Del Perro. Rarity le saludó, pero Lester fue más seco al respecto, murmurando de seguido.

-Siéntese y no me mire, actúe como si no me conociera.

Algo extrañada Rarity accedió, tomando asiento a unos pocos centímetros del hombre, el cual habló inmediatamente después.

-Seré breve, puesto que no tengo mucho tiempo. No me gusta salir de mi casa, pero cuando se trata de quedar siempre elijo sitios concurridos para evitar miradas indiscretas y oídos largos, cuanta más gente haya, mejor. Usted me dirá.

-Bueno, ya sé que no he vuelto a averiguar más cosas acerca del paradero de su misteriosa señal…

-Sí, bueno, el caso es que no me molesta ya que no he vuelto a saber nada de ella desde entonces, lo cual por un lado me tranquiliza, pero por otro lado me inquieta un poco. El tendero del Ammu-Nation del centro tampoco se ha vuelto a pronunciar, lo cual era de esperar. Es como buscar una aguja en un pajar.

-Sí, ciertamente. Aunque hay algo que me gustaría pedirle que hiciera por mí.

-¿De qué se trata?-inquirió Lester, arrugando el entrecejo.

-Digamos que voy a hacer algo importante y necesito que me ayude a falsificar varias tarjetas de identificación, seis para ser exactos.

Por un momento ninguno de los dos dijo absolutamente nada, aunque Rarity pudo notar la inquisitiva mirada de Lester clavándose en ella desde el rabillo de su ojo.

-Sé que no es algo que le pediría así sin más, pero no tengo nadie a quien recurrir, y el tiempo apremia. Hasta ahora no le he ayudado mucho, pero he pensado que igual podría echarme una mano-argumentó Rarity, tratando de sonar convincente.

Lester tardó un poco en responder, pero al cabo de un rato suspiró y murmuró.

-No sé en qué estará metida, ni quiero saberlo, pero hasta el momento no ha hecho muchos méritos como para que yo le haga esa clase de favores, señorita Belle. Supongo que eso lo entenderá.

-Sí, por supuesto.

-Bien, porque yo no soy una hermanita de la caridad precisamente, téngalo bien claro.

-Lo sé, lo sé.

-Vale, porque esto sólo lo voy a hacer una vez y ni una más.

Ese anuncio tomó por sorpresa a Rarity, la cual giró la cabeza y le miró con gesto sorprendido, aunque Lester apenas reaccionó, mirando hacia delante todo el rato y tamborileando los dedos sobre su bastón.

-¿Así sin más?-inquirió ella, extrañada.

-Bueno, tengo mis razones, digamos que es una forma de jugar mis cartas, además, nunca se sabe lo que va a pasar, y como garantía me vale, así que…

-Está bien, no le preguntaré.

-Bien, así me gusta, parece haber aprendido una cosa o dos de mí…

-Muy bien, entonces, acerca de eso…

-Mándeme los datos por correo y veré lo que puedo hacer, en cuanto tenga algo la avisaré.

-De acuerdo, gracias por su ayuda.

-Sí, pero recuerde, la primera y la última.

-Lo sé, descuide.

Aunque al final resultó ser más sencillo de lo que en un principio ella misma se esperaba, finalmente todo estuvo listo en poco menos de media semana, pudiendo preparar rápidamente el resto del golpe.

-¡Sparkle, que te duermes, atenta a la carretera!

Esa frase de Sunset la ayudó a regresar a la realidad, al tiempo que la música volvía a sonar, como si se hubiera pausado por simple consideración.

I give it all for the high
Wake me every time, wait to 'til past midnight
And if the devil would arrive
Play me bittersweet, knock me off my feet


Tras ese rápido verso volvió a sonar el estribillo seguido de su interludio, pero inmediatamente después el ritmo y el tono de la canción cambió por completo, al tiempo que un puente musical completamente distinto comenzaba a sonar.

I feel in love with you
Wanna get in trouble with you
And I don't want it to be over
No I don't want it to be over
Dancing with the devil, us two
Wanna lose my mind forever with you
And I never want it to be over
No I never want it to be over


El mismo puente volvió a sonar por segunda vez al tiempo que la música seguía sonando, alargando un poco más la canción.

El último tramo de Señora Road les llevó directamente hasta el condado de Blaine, el ambiente campestre y apacible de las praderas del condado de Los Santos fue sustituido por el cálido y árido entorno del desierto de Gran Señora. Nada más llegar giró a la izquierda por la ruta sesenta y ocho y tomó dirección oeste hacia Fort Zancudo, bordeando el río homónimo, hasta acercarse al puente de acceso hacia la base, el cual se encontraba precedido por un monumento a los caídos en las últimas guerras y conflictos. Antes de seguir en dirección hacia el puente, Sunset hizo varios apuntes de última hora.

Imagen
Monumento a los caídos


-Vale, vamos con tiempo, pero no nos debemos dormir en los laureles, este es el momento clave ¿estás preparada?

Ante esa pregunta Twilight tan solo suspiró dejadamente, apretando el volante y notando su corazón palpitar a toda prisa.

-Sparkle ¿estás lista?

-Sí, sí lo estoy-mintió la chica.

-Vale… ¿y vosotras ahí atrás, todo bien?

-¡Sí, perfectamente, Jackie está de los nervios, Dashie está de lo más relajada, Rarity está un pelín inquieta y yo estoy como una rosa!-resumió Pinkie rápidamente.

-Maravilloso ¿qué podría salir mal?-inquirió entonces Twilight, sin poder evitarlo.

-¡Cállate! ¡Vamos a entrar ahí, vamos a coger esos aviones y nos vamos a ir con ellos! ¿Entendido? ¡Así que metéoslo todas bien en la cabeza!-exclamó Sunset, cortante.

Ante su contundencia nadie más se atrevió a hacer ningún apunte, por lo que tras ese breve inciso, la chica murmuró.

-Pues vamos, no perdamos más tiempo.

Con manos temblorosas, Twilight metió primera y el camión comenzó a avanzar por el puente en dirección hacia la entrada de Fort Zancudo, el cual se erigía amenazante a escasos metros de donde se encontraban. La garita de entrada se fue acercando inexorablemente hasta que finalmente se pararon justo a su lado, al tiempo que un soldado armado con una carabina les daba el alto.

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Puente de entrada a Fort Zancudo


-¿Convoy de aprovisionamiento a estas horas? ¿No se supone que llega a las seis?-inquirió en cuanto las vio.

-Sí, pero el servicio de entrega nos pidió que saliésemos antes puesto que tenía más pedidos en camino y estaban un poco desbordados-murmuró Twilight, tratando de parecer lo más neutral posible e intentando evitar que la voz la traicionara.

-¿Así sin más? ¿Y la escolta?

-Detrás junto con el cargamento, los dos últimos jeeps estaban en el taller de revisión, por lo que optamos por algo rápido-añadió rápidamente Sunset, al ver que Twilight no respondía.

El soldado se movió un poco para ver la parte trasera del camión, llegando a distinguir cuatro figuras en torno al cajón de las armas. Con gesto algo extrañado, el soldado se dirigió de nuevo a ellas.

-Está bien, debieron de avisar con antelación siguiendo el procedimiento habitual, pero por esta vez haremos la vista gorda. Documentación, por favor.

Tratando de ocultar sus manos temblorosas, Twilight cogió las seis tarjetas plastificadas y se las entregó al soldado, el cual comenzó a comprobarlas una a una. La primera de todas fue la de Twilight, en la cual era renombrada como Stargaze Twinkle; Sunset pasaba a llamarse Twilight Glimmer, Rarity por su parte era Glory Sparkler, Applejack de igual forma pasaba a ser Apple Teeny, Rainbow Dash era ahora Firefly y Pinkie Pie se llamaba desde ese instante Surprise.

El soldado acreditó toda la información de las tarjetas observando atentamente a todas las presentes, incluso haciendo bajar a las demás para observarlas mejor; en cuanto a aspecto no parecía haber ningún problema, sin embargo el mismo gesto ceñudo que tenía desde que llegaron no desaparecía de su rostro, cosa que ponía particularmente nerviosa a Twilight, más de lo que ya estaba incluso.

En un momento dado el soldado inquirió.

-Todo parece estar en regla, pero es extraño, el caso es que no me sonáis ninguna de vosotras… ¿sois de alguna jurisdicción distinta por un casual, os han transferido?

-Ah, esto…-masculló Twilight, sintiendo la boca seca.

-¡Sí, somos nuevas aquí, de hecho nos incorporamos dentro de poco, venimos de la estación naval de Easter Basin, en San Fierro!-añadió Sunset rápidamente.

-Ah, ya veo, así que sois marines… no hay muchos por aquí, somos más de infantería y fuerza aérea, pero no les denegamos la entrada al recinto, eso por descontado. Está bien, podéis pasar, mandaré la notificación al coronel en breve.

Aunque ese detalle puso aún más nerviosa a Twilight si cabía, finalmente la barrera se alzó para ellas, al tiempo que la verja se abría para dejarlas paso.

Entrar en Fort Zancudo como quien entra a una cafetería transmitía una sensación extraña y distante; por su parte Twilight notaba una insólita mezcla de alivio y miedo a partes iguales, al contrario que Sunset, la cual esbozaba una satisfecha sonrisa.

-Bien ya estamos dentro ¿has visto qué fácil ha sido?

-Oh, sí, facilísimo, ahora sólo falta saber cómo lo hacemos para salir cuando el coronel sepa que estamos aquí y descubra quienes somos en realidad…-masculló la chica, mordiéndose el labio inferior.

-Tenemos tiempo de sobra, he calculado de forma aproximada cuánto tarda llegar una orden desde la garita hasta la torre de control y tenemos alrededor de unos diez minutos, tiempo más que suficiente.

-Oh, maravilloso, como si no tuviera suficiente con tanta tensión…

-Eh, no te me vengas abajo ahora ¿eh, Sparkle? Estate a lo que estamos que no es plan, gira a la izquierda aquí, el Titan está dentro de uno de estos hangares.

Siguiendo las indicaciones de Sunset rodearon uno de los tres hangares principales, atravesando un amplio aparcamiento y acercándose a la pista de aterrizaje desde el extremo este de la misma, la cual era particularmente larga, con dos anchos carriles de aterrizaje y de despegue respectivamente. Una vez que dieron la vuelta al hangar vieron que en ese en concreto no se encontraba el Titan, por lo que siguieron buscando acercándose a los otros dos cercanos; en ese recorrido de reconocimiento lograron ver en una pequeña parcela vallada, y no muy lejos de los hangares, a un Lazer estacionado. Los ojos de Rainbow hicieron chiribitas en cuanto lo vio.

-Oh, sí, mirad que preciosidad, espérame nene, mami está de camino-musitó la chica, emocionadísima.

-Agh, maldita sea, Dash, no me puedo creer que estés tan tranquila, en serio-hizo lo propio Applejack, retorciéndose las manos de puro nervio.

-¡No, Apple Tiney, Dash no, ahora es Firefly!-la corrigió Pinkie, seriamente.

-Pinkie, por favor, ahora no.

-¡No, no soy Pinkie, soy Surprise!

-Pin… digo, Surprise, vale, lo hemos entendido, no pongas más nerviosa a Apple Tiney de lo que ya está, por favor-la pidió Rarity, con actitud mediadora.

-Tienes razón, Glory Sparkler, perdona Apple Tiney, no era mi intención-murmuró la chica rosada, algo apenada.

Por su parte Applejack tan solo asintió lacónicamente, tratando de calmarse sin apenas éxito.

En el segundo hangar tampoco vieron nada, pasando de largo rápidamente, pero en el tercer hangar finalmente encontraron lo que estaban buscando; la figura del avión de carga se recortaba en el interior, y en cuanto lo vio Applejack comenzó a respirar entrecortadamente, dándola la sensación de que la miraba fijamente. Las demás trataron de calmarla por todos los medios, consiguiéndolo al menos en parte.

Una vez que el camión se detuvo las cuatro se pusieron en pie y cargaron entre todas el cajón con las armas, bajándolo al tiempo que Sunset y Twilight se reunían con ellas.

-Muy bien, pues ya estamos aquí. Dash, ve a por el Lazer y despega cuanto antes, sólo tenemos unos diez minutos antes de que salten todas las alarmas ¿recuerdas lo que le tienes que decir a control?

-¡Sí, que son vuelos de entrenamiento de última hora!

-Muy bien, las demás conmigo, vamos a por el avión.

El resto del grupo se despidió de la chica de pelo multicolor, la cual comenzó a andar con gesto confidente y seguro en dirección hacia el Lazer. Por su parte las demás cargaron con el cajón y con Sunset encabezando la marcha hacia el Titan, el cual permanecía estacionado en medio del hangar. Dos soldados más se encontraban charlando justo al lado, en cuanto las vieron llegar se dirigieron a ellas, cuadrándose ante Sunset al ver su distintivo.

-Tenienta… ¿requiere de algo en concreto?

-Entrega de munición para el norte-murmuró Sunset secamente.

-¿Ah, sí? No se nos había notificado… ¿destino?

-Base naval de Easter Basin, San Fierro.

-¿Para los marines? ¿A cuento de qué les mandamos nada a los marines?-inquirió el cabo, extrañado.

-A cuento de órdenes de arriba, cabo, no haga más preguntas-le cortó ella con contundencia.

Por su parte el cabo no dijo nada más, dejando proceder tanto a Sunset como a las demás; Sunset abordó el avión por la puerta de acceso delantera, mientras que las demás hacían lo propio por la rampa trasera para cargar el cajón en el interior del avión. Una vez lista cerraron la rampa desde dentro, al tiempo que Applejack y Twilight subían a la cabina donde Sunset se encontraba.

-Muy bien, empieza a poner a punto esto para cuando podamos irnos.

-E… está bien…

Aun con los nervios a flor de piel, Applejack se sentó en el asiendo del piloto y, recordando las clases con Rainbow, comenzó a encender la cabina y a activar las funciones básicas del avión, aunque sin arrancar aún las hélices.

-¿Cuándo saldremos?-inquirió Twilight en ese momento.

-Después de Dash, no debemos llamar la atención antes de tiempo.

-¿Y ya nos dará tiempo en tan solo diez minutos?

-Sí, de sobra-respondió Sunset, sin vacilar.

Sin embargo Twilight no estaba tan segura, ya que no creía que le fuera tan sencillo a Rainbow despegar así sin más. Las tres miraron en dirección a donde la chica de pelo multicolor se fue, esperando a alguna señal suya.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 01 Jun 2016, 22:01

(Continúa del anterior mensaje)


Para Rainbow Dash andar por Fort Zancudo la hacía sentirse particularmente poderosa, y más aun teniendo en cuenta que se dirigía a por un jet de combate. En poco menos de cinco minutos se personó delante del Lazer, contemplando con asombro su fina figura y admirando su capacidad armamentística instalada bajo sus flexibles alas. Bajo la cabina de mando se podían observar los nidos de ametralladoras internas para protegerlas de los elementos y tenerlas más resguardadas.

-Mira que pedazo de pepinos, con uno de estos vuelo yo cualquier cosa que se me ponga por delante…-murmuró Rainbow, mirando a los proyectiles un poco más de cerca.

Sin embargo no se quedó mucho tiempo observando ya que el tiempo apremiaba, por lo que se subió al ala derecha, comprobando antes que no había nadie cerca. Tras eso se aupó hasta la cabina, tratando de abrirla a mano, pero enseguida vio que se encontraba cerrada.

-Mierda. Pues nada, plan b.

Tras eso se puso en pie de golpe, asestando entonces una fuerte patada al manillar para tratar de abrirla; y la cosa es que funcionó, ya que la portezuela de la cabina se abrió hacia arriba tras un seco clic.

-Perfecto.

Tras eso se metió en el interior de un salto, sentándose de seguido y cerrando la portezuela desde dentro, quedándose de esa forma herméticamente cerrada. Una vez allí puso en marcha el jet, al tiempo que se ponía los cascos y comenzaba a moverse en dirección hacia la pista de despegue y aterrizaje. Por el camino se puso en contacto con las demás a través de la radio, pero usando una longitud de onda más corta para que control no les oyera.

-Muy bien, tengo el Lazer, me dirijo a la pista.

-Estupendo, avísanos cuanto estés en el aire e iremos detrás de ti-indicó Sunset.

Por su parte Rainbow siguió rodando por el lado derecho exterior de la pista, llegando a tomar una pequeña salida y quedándose parada a pocos metros de distancia del extremo este de la pista. Una vez situada, hizo mano de la radio al tiempo que cambiaba la frecuencia de onda para comunicarse con la torre de control, la cual se alzaba al otro lado de la base, dominándola desde las alturas.

-Control, permiso para despegar, espero instrucciones.

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El coronel Howard Hutz estaba de buen humor ese día. Y no porque se jubilara dentro de pocos meses, que también, sino porque hasta el momento no había sucedido ningún tipo de incidencia en lo que llevaban de semana, y eso le tranquilizaba de cierta forma. Aunque no lo pareciera, una base militar como la de Fort Zancudo no tenía una actividad muy intensa en comparación con otras bases también situadas en San Andreas. Aparte de Zancudo también se encontraba la base naval de Easter Basin en San Fierro y además estaba también la más importante a ese lado de la costa oeste, la famosa Área 69 en el estado de Nevada, a pocos kilómetros de la famosa ciudad de Las Venturas. Por su parte él había servido en muchas otras en otros estados antes de llegar a esa, y su experiencia era notable en ese aspecto. Sin embargo pronto le diría adiós al servicio, por lo que tenía más razones para sentirse bien.

Desde lo alto de la torre de control podía ver la actividad de la base y vigilar desde la distancia, aunque ese día de fuertes vientos hacía temblequear los cristales levemente, tintineando en el proceso.

-Vayas rachas de viento tenemos hoy…-murmuró Hutz, observando con sus prismáticos el extremo oeste de la pista, donde había una manga de viento ondeando con fuerza.

-El anemómetro indica unos cuarenta kilómetros por hora, señor-indicó uno de los soldados que allí se encontraban.

-¿Hay vuelos programados para hoy?

-Salvo incidencias, no.

-Vale, tampoco está el panorama como para salir a volar…

Por un momento se hizo el silencio de nuevo en la torre, pero en ese justo momento una voz femenina lo rompió repentinamente.

-Control, permiso para despegar, espero instrucciones.

Ese permiso tomó por sorpresa a todos los presentes, siendo Hutz el primero en reaccionar comentando.

-¿Cómo? ¿Pero no se suponía que no había nada programado?

-Y es que no lo hay. Espere un segundo, señor. Aquí control, identifíquese por favor-indicó el soldado a cargo de la radio.

Por un momento Hutz observó el otro extremo de la pista, pudiendo ver el Lazer que les estaba pidiendo permiso para despegar; enfocó con sus prismáticos a la cabina para poder ver mejor al piloto, aunque desde donde estaba no se distinguía demasiado.

-Soldado Firefly en vuelo de entrenamiento, me gustaría practicar un poco en condiciones adversas para poner a prueba mi habilidad-murmuró la piloto, tranquilamente.

-Mucho me temo que no podemos permitírselo, soldado, no hay nada programado para hoy y salir en estas condiciones no es prudente.

-Lo sé, pero insisto, quiero superarme y me gustaría probar la resistencia de este pequeño grandullón.

-Soldado, no sea negligente y aborte por hoy, no merece la pena arriesgarse.

Por un momento la soldado no contestó, lo que a Hutz le mosqueó un poco, debido sobre todo a su disposición a salir aun a pesar de las circunstancias. Aunque en su momento él también llegó a ser un soldado igual de entusiasta y algo lanzado, nunca se le hubiera pasado por la cabeza arriesgarse así sin más, y aun a pesar de que el viento no era muy fuerte, el riesgo seguía estando ahí. Hutz arrugó su ya arrugado entrecejo, pensando a toda velocidad y mirando en dirección al expectante Lazer, esperando algún tipo de reacción por su parte.

En un momento dado la soldado volvió a hablar.

-Recibido, control, abortando.

Por un momento los soldados se quedaron satisfechos por esa contestación, al tiempo que Hutz relajaba su semblante. Pero entonces, sin previo aviso, el Lazer comenzó a rodar a toda velocidad por la pista sin avisar, despegando a los pocos segundos y dejando tanto al coronel como a los soldados con tres pares de narices.

-¡Pero bueno, soldado, dijo que abortaba! ¿¡A qué está jugando?!-masculló el controlador, particularmente molesto.

-¡Lo siento, control, pero tiendo a mentir un poco compulsivamente y eso, ya me sancionarán como consideren oportuno cuando vuelva! ¡Corto y cierro!

Esa frase terminó de descolocar a todos los presentes en la torre de control, los cuales vieron pasar al Lazer como si nada y perdiéndose en la lejanía, dirigiéndose hacia el este. Al segundo siguiente todo el mundo reaccionó.

-¿¡Se puede saber quién es esa soldado!?

-¡Estamos en ello, dadnos unos minutos!

-¡Esto es inaudito, qué falta de respeto!

-¡Coronel, órdenes, señor!

La mente de Hutz se encontraba trabajando a toda velocidad, tratando de dar una explicación a todo lo que había sucedido; nunca en todos los años que llevaba al frente de distintas bases militares se había encontrado en una situación así, y su instinto le decía que algo andaba mal. Por un momento entrecerró los ojos, llegando a dejar escapar un ligero aspaviento, para luego ordenar.

-¡Quiero el informe de esa soldado a no más tardar!

-¡Estamos en ello, señor, denos un segundo!

-¡Coronel, señor, nos llaman de la garita de la entrada este, comentan que el convoy de materiales de hoy ha llegado antes de lo previsto!

-¿¡Cómo?!

-Sí, de hecho nos está mandando información de unas nuevas reclutas de las que no tenemos ninguna constancia… espere ¿cómo dice? ¡Señor, dice que está viendo llegar a otro convoy desde el otro lado del puente!

Esa frase hizo reaccionar a Hutz, el cual hizo mano de sus prismáticos de nuevo, enfocando hacia el puente que llevaba hacia la entrada este y viendo que así era. Para entonces el instinto de Hutz comenzaba a alarmarse, viendo enseguida lo que estaba pasando. Y, para rematar, una voz detrás de él anunció.

-¡Tenemos a un Titan pidiendo pista para despegar! ¿¡Qué demonios está pasando?!

Hutz enfocó hacia la pista y vio al susodicho pájaro a la espera; pudo observar que había más gente de la debida en la cabina del piloto y, sin ningún tipo de duda, exclamó.

-¡Den las alarmas, prioridad uno, tenemos intrusos en la base, nos roban! ¡Activen las baterías antiaéreas!

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-¿¡Por qué no contestan?!

-Tengo un mal presentimiento…

-¡Cállate! ¿Estamos listos para despegar?

-Sí, necesitaría coger carrerilla, pero sí, estamos listos…

Aun a pesar de que estaban a punto de irse de allí, Twilight sentía que algo no iba bien y los nervios se apoderaban de ella inexorablemente. Por su parte Applejack también estaba igual de nerviosa o incluso más que ella, agarrando con fuerza el volante y temblando visiblemente. Por ahora no parecía que las hubieran descubierto, lo que con suerte las podría permitir salir de allí sin demasiadas complicaciones.

Sin embargo la tranquilidad se desvaneció de un plumazo en cuanto comenzaron a oír una insistente y aguda alarma resonando por todo el complejo militar. Las tres se sobresaltaron nada más oírla, poniendo más nerviosas a Applejack y a Twilight si cabía, pero Sunset no se amilanó en ningún momento, siendo la primera en reaccionar.

-¡Hay que irse ya, acelera, vamos, vamos!

Agarrotada y muerta de los nervios, Applejack aceleró de golpe y los cuatro rotores a ambos lados de las alas comenzaron a girar con mayor rapidez, haciendo mover al Titan, el cual comenzó a rodar por la pista.

Sin embargo los primeros jeeps comenzaron a aparecer desde el otro lado de la pista, llenos de soldados armados hasta los dientes y dispuestos a pararles los pies.

-¡Oh, no, si se ponen delante no podré despegar!-masculló Applejack.

-¡Ni se te ocurra disminuir la velocidad, nosotros los contendremos, ábrenos la rampa!

A su orden Applejack apretó el botón, al tiempo que Sunset y Twilight se dirigían a la parte trasera del avión, donde las demás esperaban junto al cajón de armas.

-¡Nos han descubierto, tenemos que defender el avión si queremos despegar, vamos, vamos, no os durmáis!

A su señal todas hicieron mano del cajón de armas, cogiendo lo primero que tuvieron más a mano; Twilight y Rarity se armaron con sendas carabinas, mientras que Pinkie hizo mano de sus adoradas granadas lacrimógenas y Sunset fue a lo grande, cogiendo una ametralladora de combate como arma principal y cargando a su espalda el RPG-7 como arma secundaria pesada. Para entonces la rampa había bajado del todo, pudiendo ver desde donde estaban un buen montón de jeeps acercándose rápidamente hacia ellos.

-¡Ahora, ahora, contenedlos!-exclamó Sunset, comenzando a disparar.

Las cuatro se acercaron hasta la rampa y, desde allí, comenzaron a disparar ininterrumpidamente. Tanto Rarity como Twilight lo hacían más tácticamente, apuntando a las ruedas para hacer volcar a los jeeps, consiguiendo que los más cercanos a ellos pincharan y acabaran dando varias vueltas de campana por el aire. La ofensiva de Pinkie, al contrario, fue un poco más comedida, lanzando un par de granadas lacrimógenas que rebotaron en el suelo de tal forma que estas acabaron saltando por los aires y cayendo en dos jeeps sin techo. El gas hizo mella en los ocupantes y los jeeps acabaron por los suelos sin mayores consecuencias. Sin embargo la que más iba a saco era Sunset, la cual apuntaba a las lunas de los jeeps sin ningún tipo de miramientos, consiguiendo hacer parar unos cuantos, aunque más jeeps se unieron a la persecución poco después, incrementando un poco más la presión.

-¡Agh, maldita sea!-masculló Sunset, contrariada.

-¡Son muchos!-exclamó Twilight.

-¡Me da igual! ¡Sostenme esto!

Se desembarazó de la ametralladora para hacer mano de su RPG, el cual se encontraba cargado y a punto para disparar.

-¡Haceos a un lado!

Sin que lo tuviera que decir dos veces, las demás se apartaron y Sunset disparó de seguido; el cohete silbó en el aire e impactó entre dos jeeps, con la consecuente explosión la cual lanzó a ambos vehículos hacia los lados y detuvo en seco a otros tantos.

-¡Eso es, j*der!-masculló la chica entre dientes.

-Yo no cantaría victoria tan pronto…-comentó Rarity seriamente.

-¡Oh, mirad, traen un tanque!-anunció entonces Pinkie.

-¡¿Qué?!

Por un momento miraron hacia el lado contrario de la pista y entonces lo vieron acercándose desde una de las salidas. Antes de que pudieran decir algo al respecto, el tanque disparó, aunque al estar tan lejos el obús impactó en el suelo a pocos metros del ala derecha del avión, el cual se estremeció debido a la explosión.

-¡Oh, maldición, tenemos que despegar ya, avisad a Applejack!-musitó Sunset, alarmada por primera vez.

-¡Ya voy yo!-exclamó Twilight.

-¡Pásame los cohetes que quedan!

Antes de dirigirse a la cabina lanzó los cohetes a Sunset y, tras eso, subió hasta la misma, donde Applejack se encontraba manejando el avión.

-¡Applejack, tenemos que despegar ya o no lo contamos!

-¡Pues si lo hacemos tampoco lo contaremos, me he enterado por la radio que las baterías antiaéreas están activadas, aunque nos elevemos nos tumbarán igualmente!

-¿¡Qué?! ¡Oh, no! ¿Dónde está Rainbow?

-¡Eso mismo me estaba preguntando yo también! ¡Dash, Dash! ¿¡Dónde estás?!-masculló Applejack por la radio.

-¡A mil quinientos metros de altitud! ¡Esto es la ostia, puedo ver todo el estado!-oyeron exclamar a la susodicha

-¡Maldita sea, Dash, nosotras estamos aquí jugándonos el pellejo y tú volando por ahí tan tranquilamente! ¡Baja aquí ahora mismo a ayudarnos!-musitó Applejack.

-¿Por qué, qué pasa?

-¡Pues que tenemos a media base tras nuestro culo estando a punto de despegar y a las baterías antiaéreas dispuestas y listas para derribarnos en cuanto despeguemos los pies del suelo, eso pasa!

-¡Vale, vale, ya lo he entendido, ya voy, llego enseguida!

-¡Que llega enseguida dice! ¡La madre que la parió!

-¡Sparkle, te necesito, tráeme más munición!-se oyó en ese momento la voz de Sunset al otro lado del avión.

-¡Tengo que volver con las demás, no te pares, en cuanto veas la oportunidad despega!

Applejack no dijo nada, a lo que Twilight aprovechó para volver a la parte de atrás con las demás, llevando un poco más de munición a Sunset, ya que se la había acabado los cohetes.

-¿¡Despegamos ya?!

-¡Hay un problema, baterías antiaéreas, si despegamos nos derribarán!

-¡Maldita sea mi estampa!-musitó Sunset, recargando su ametralladora.

-¡El tanque nos sigue la pista!-avisó en ese momento Pinkie.

Todas alzaron la vista y vieron que el susodicho acorazado con ruedas se acercaba hacia ellas, preparando otra andanada para disparar.

-Oh, no, nos va a alcanzar, está lo suficientemente cerca-masculló entonces Rarity, asustada.

-¡Mierda, mierda, y yo sin cohetes!-gritó Sunset, contrariada.

-¿Qué has hecho con los que te di?-inquirió Twilight.

-¡Me los comí! ¿¡A ti que te parece?!

-¡Los disparó todos contra el tanque tratando de darle pero, entre que estaba muy lejos y los cohetes se dispersaban tanto al disparar, no acertó ni una!-explicó Pinkie rápidamente.

Sunset rodó los ojos, prefiriendo quedarse callada al respecto, aunque inmediatamente después exclamó.

-¡Vaciad todos vuestros cargadores sobre él, deprisa!

-¿¡Y eso de qué va a servir?!

-¡Vosotras hacedlo, maldita sea!

Sin muchas más posibilidades, las cuatro se centraron únicamente en el tanque, la única amenaza real en tierra ante la que se enfrentaban, ya que los jeeps de por sí no eran tan peligrosos y, además, habían decrecido en número y ahora eran muchos menos. Sus armas tronaron, pero las balas rebotaron sobre la dura superficie de metal del tanque, el cual siguió andando como si nada. En un momento dado los cargadores de sus armas se agotaron y tan solo se oyó el seco clic del percutor sonando en la recámara.

-¡Recargando!-chilló Sunset, haciendo mano de otro cargador de cien balas.

Sin embargo las demás no recargaron, puesto que sabían que no hacía falta. No podían hacer absolutamente nada contra un tanque sin un armamento lo suficientemente potente, y lo único que podían hacer en esos momentos era esperar a que este disparara contra ellas y agarrarse fuerte para el impacto.

Sin embargo, y sin previo aviso, dos misiles teledirigidos aparecieron de improviso del cielo e impactaron sobre el tanque con particular fuerza, destruyendo su parte superior y doblando su cañón en el proceso. Inmediatamente después el sonido de un Lazer rasgó el aire, pasando justo al lado de ellas y empezando a hacer virguerías en el aire sin parar.

-¡Es Dashie! ¡Sí, eso es, genial Dashie!-exclamó Pinkie toda contenta.

-¡Es nuestra oportunidad, ahora, ahora!-exclamó Sunset.

Las cuatro se retiraron al interior del avión, al tiempo que Sunset apretaba un botón para volver a cerrar la rampa de acceso, la cual comenzó a subir de nuevo. Tras eso regresó a la cabina donde Twilight y Applejack se encontraban.

-¡Tenemos que despegar ya o perderemos nuestra oportunidad!

-¡Applejack, cuando despegues vuela lo suficientemente bajo para que las baterías no te tengan a tiro, yo las estoy manteniendo ocupadas, aunque no podré seguir así mucho tiempo más!-añadió Rainbow por radio.

Para entonces la granjera ya estaba lo suficientemente nerviosa, por lo que un poco más de presión apenas hizo gran cosa a su autoestima. Aun así hizo acopio de valor y, en cuanto estuvo lista, tiró del volante hacia ella, al tiempo que el avión comenzaba a alzarse sobre la pista, la cual estaba a escasos metros de terminar.

-¡Arriba, arriba, o nos comemos las vallas!-exclamó Sunset.

-¡Ya las vemos, cállate un momento, Applejack necesita concentrarse!-la gritó Twilight.

En circunstancias normales Sunset no se lo habría tolerado, pero en esos momentos prefirió quedarse callada, dejándoselo pasar. El avión siguió elevándose lo suficiente como para salvar las altas vallas que separaban Fort Zancudo del exterior. En cuanto las sobrevolaron, la voz de Rainbow volvió a sonar por la radio.

-¡Ya casi estás fuera, en cuanto salgas baja un poco más y vuela bajo, así evitarás estar al alcance de las baterías controladas por el radar!

Inmediatamente después Applejack empujó el volante hacia delante, haciendo que el Titan volara un poco más bajo y apuntando su morro hacia la superficie del océano pacífico, el cual se abría ante ellos en todo su esplendor. El fuselaje del avión brilló ante la luz del sol reflejada por el mar, y la panza acabó empapada al volar tan cerca de la superficie del agua.

-¡Cuidado, no te zambullas!-exclamó Sunset.

-No, no, lo tengo controlado…-murmuró Applejack, sintiéndose un poco mejor con la parte más complicada ya hecha.

Sin embargo a ras de mar era donde más se notaba el viento azotando con fuerza, sacudiendo todo el fuselaje del aparato y haciéndolo temblequear en unas no muy fuertes pero intimidantes turbulencias. Applejack trató de mantenerlo estable lo mejor que pudo, aunque alguna que otra ola llegó incluso a rozar el morro del aparato y mojar levemente los cristales de la cabina.

Tras varios minutos volando a ras de mar, la voz de Rainbow indicó.

-¡Vale, ya estás lo suficientemente lejos, elévate!

Tras esa orden Applejack tiró el volante hacia ella con suavidad, al tiempo que el avión remontaba el vuelo una vez más, sacudiéndose levemente ante las rachas de viento. Las demás entraron en la cabina.

-Ya está… lo hemos hecho… lo hemos conseguido-masculló Applejack.

-Sí, increíble pero cierto, pensaba que moriríamos ahí abajo-asintió Twilight.

-¡Ha sido súper emocionante! ¡Toda esa acción, tiros y explosiones, como si estuviéramos en una película de acción o en un videojuego de mundo abierto en tercera persona!-exclamó Pinkie.

-Pinkie, yo de ti no lo compararía con un videojuego…-murmuró Rarity.

La chica fue a responder a eso, pero entonces una voz que no era la de Rainbow sonó sorpresivamente por la radio.

-¡Esta es la fuerza aérea de los Estados Unidos de América, atención a los ladrones, o regresan con nosotros a la base sin armar más jaleo o les derribamos!

Acto seguido oyeron y vieron a otros dos Lazers volando a su misma altura, con las armas listas para disparar.

-Ya decía yo que todo estaba saliendo demasiado bien…-musitó Twilight, aterrada.

-No… no, no, de eso nada, no después de haber llegado tan lejos… ¡Dash! ¿¡Estás ahí?!-exclamó Sunset por la radio.

-¡Sí, estoy por encima de vosotras!

-¡Entonces verás a los Lazers que nos están amenazando, líbrate de ellos antes de que nos vuelen!

-¡Hecho, no voléis muy alto y dejádmelo a mí!

-¡Vale, date prisa!

En esos momentos estaban en manos de Rainbow, por lo que todas, incluyendo a Sunset, tan solo pudieron esperar lo mejor de su amiga mientras hacían tiempo y volaban hacia el sur sobre el océano pacífico.

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Desde donde estaba, Rainbow tenía una buena visión de los dos Lazers que amenazaban a sus amigas, los cuales se encontraban flanqueando al Titan para impedirle maniobrar de ninguna forma. Los cohetes teledirigidos eran rápidos y muy potentes, siendo guiados principalmente mediante el radar y con atracción termodinámica incorporada, pero tan solo podía disparar dos andanadas de una vez, debiendo de esperar unos pocos segundos a que el sistema cargara otros dos en la recámara de ambas lanzaderas de las alas. Por ahora no parecían haberse dado cuenta de su presencia, por lo que aprovechó ese detalle a su favor y decidió atacar al de la derecha.

Viró levemente, dejando que el sistema de apuntado automático fijara el blanco él solo, y en cuanto el pitido se prolongó apretó dos veces el botón rojo situado en el joystick de dirección. Al punto dos cohetes salieron disparados en dirección hacia el Lazer derecho, pero antes de que le llegaran a alcanzar, éste realizó un rápido rizo exterior que le sirvió para esquivar con facilidad los cohetes, los cuales no pudieron seguirle la pista ante tan rápida maniobra y acabaron explotando en el aire.

-Agh, maldición-masculló la chica.

Aunque ese movimiento atrajo la atención de ambos Lazers, arruinando de esta forma el factor sorpresa; a través de la radio pudo llegar a oír a ambos pilotos comunicándose entre sí.

-¡Tenemos compañía, es el Lazer robado!

-¡Agh, maldición, maniobra subversiva, tenemos que derribarle antes de que él nos derribe a nosotros!

-Je, vais listos, tíos…-pensó Rainbow, esbozando una divertida sonrisita.

Ambos Lazers se apartaron del Titan y trataron de rodearla, dándola una oportunidad para alejarles de sus amigas y atacarles a larga distancia; sin previo aviso Rainbow subió de golpe varios metros hacia arriba, para luego ejecutar un medio rizo interior y, acto seguido, caer en barrena hacia abajo, en dirección hacia los Lazers enemigos, teniéndolos a tiro.

-¡Decid patata!-exclamó Rainbow entonces, disparando de seguido.

Los cohetes rasgaron el aire y describieron un zigzagueo en el aire que confundió a los pilotos, uno de ellos pasó de largo, pero el otro consiguió interceptar al Lazer más cercano, dándole de refilón al reactor trasero y dañando además el timón de cola.

-¡Oh, no, me ha dado, me ha dado! ¡Mayday, mayday, mayday los controles no responden!

-¡Salta, Bobby, no te arriesgues!

-Eso, Bobby, haz caso a tu amigo…-murmuró Rainbow, mientras viraba para localizar al otro.

Desde donde estaba pudo comprobar que el tal Bobby tenía sentido común, puesto que pudo ver cómo salía disparado de la cabina gracias al asiento eyectable, al tiempo que abría un paracaídas y el Lazer dañado se precipitaba sobre el océano pacífico.

Tras eso tan solo quedaba uno, por lo que Rainbow se concentró y puso todos sus esfuerzos en interceptar al que quedaba. Por un momento no lo vio, quedándose un tanto extrañada, pero en un momento dado las señales de peligro en el panel principal se iluminaron, saliendo un proyectil en la pantalla del radar y al tiempo que una voz femenina decía.

-Riesgo de impacto a cincuenta metros.

-Oh, mierda.

-Cuarenta… treinta… veinte…

Por un momento no hubo nada, pero antes de que llegara a interceptarla imitó la última maniobra de su anterior enemigo, realizando un rizo exterior en el último segundo que le ayudó a librarse del peligro, y además le permitió volver a ubicar al Lazer que la había atacado.

-Ahí estás, pequeño.

Acto seguido giró a la derecha de sopetón, describiendo una cerrada curva que le puso justo detrás de su objetivo, disparando de seguido. Los cohetes fueron directos hacia él, pero el Lazer maniobró hacia arriba volando en tonel, para luego realizar un giro de ciento ochenta grados invertidos que fue suficiente para esquivar la andanada.

-Vaya, nada mal…

Por su parte Rainbow viró esta vez a la izquierda, quedando su objetivo justo a su siniestra y por encima de ella; fue entonces cuando se dejó caer en picado brevemente, para luego remontar el vuelo de golpe y teniéndole a tiro, disparando ésta vez una doble andanada. El Lazer enemigo viró de golpe volando a cuchillo y describiendo una elipsis hacia arriba, fallando de nuevo el tiro.

-Agh, maldita sea.

Giró la cabeza un momento y pudo ver un poco más adelante al Titan volando sin percances, asegurándose de que las demás estaban bien, ya que temía que su oponente fuera a por ellas aprovechando la coyuntura.

Sin embargo lo más importante en ese momento era tratar de alcanzarle como fuera, por lo que hizo que el jet alcanzara su máxima velocidad y voló hacia delante sin más, tratando de llamar su atención. Al principio parecía que no había dado resultado, pero en cuanto el sistema se encendió y el radar detectó el misil, Rainbow deceleró de golpe y viró inmediatamente después a la derecha usando sólo el timón de cola y no los alerones, lo que hizo que girara en línea totalmente recta.

-Riesgo de impacto a sesenta metros.

-Vale…-murmuró Rainbow, conservando la calma.

-Cincuenta… cuarenta… treinta…

Al decelerar, el reactor seguía encendido y haciendo avanzar al jet usando tan solo la mitad de su fuerza para que no cayera a plomo, permitiendo además una mayor maniobrabilidad a la hora de girar, subir o bajar, cosa que Rainbow aprovechó a su favor, ya que supuso que su oponente iría con el reactor a su máxima potencia. Y así fue, puesto que eventualmente acabó sobrepasándola y teniéndole justo a tiro, pero disparar no era su intención.

-Veinte… diez…

La chica respiró hondamente y, al segundo siguiente, aceleró de improviso y el jet salió disparado en dirección hacia su oponente.

-Sorpresa, hijo de p*ta.

Inmediatamente después pasó a su lado rozándole con un ala, al tiempo que el misil se embalaba directo hacia el jet que lo disparó. El resultado fue un impacto directo en el hueco del reactor, provocando una fortísima explosión que dañó por completo toda la parte trasera del jet, envolviéndole en llamas y haciéndole caer al océano desde donde estaba. El Lazer se convirtió en una bola de fuego con alas que impactó en el agua con fuerza, terminando de destruirse del todo. No vio en ningún momento al soldado salir de la cabina con el asiento eyectable, por lo que tan solo pudo obviar lo evidente, cosa que extrañamente apenas la hizo reaccionar en esos momentos.

Se reunió con las demás y contactó con ellas a través de la radio.

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-¡Ya está hecho, podemos irnos!

-¡Bien, estupendo! ¡Muy bien, pues nos dirigimos hacia el sur, todo recto bordeando la costa!-indicó Sunset.

-¡Recibido!

A partir de ahí el viaje se desarrolló sin mayores incidentes, dejando atrás el condado de Blaine y Fort Zancudo; en poco menos de media hora alcanzaron Los Santos, pudiendo verla desde las alturas y alcanzando a distinguir lugares como las playas de Vespucci y Del Perro junto con su muelle, el Kortz Center, un museo en lo alto de las colinas de Pacific Bluffs, los elitistas barrios de Richman y Rockford Hills, el cartel de Vinewood o los rascacielos del centro. Sin embargo no tuvieron mucho tiempo de observar el paisaje puesto que pasaron de largo enseguida y continuaron volando hacia el sur, sin ni siquiera desviarse. El viento no amainó y durante todo el trayecto el avión estuvo sacudiéndose de vez en cuando debido a esto, pero para entonces Applejack ya estaba más tranquila y calmada, manteniendo estable el avión en cuanto otra racha de viento lo sacudía, pillándole el tranquillo enseguida.

El viaje continuó bordeando la costa del estado hasta llegar a la frontera con México, llegando a ver cerca de la misma a la ciudad de San Diego antes de empezar a sobrevolar aguas mexicanas.

-¿Está bien que sobrevolemos así sin más México con aviones del ejército americano?-inquirió Applejack en un momento dado.

-Sí, no hay problema, hay que seguir un poco más, bordear Tijuana y aterrizar en un aeródromo cercano-explicó Sunset.

El detalle le hizo recordar ciertas cosas a Applejack, como el hecho de que Trevor se encontraba en alguna parte de ese país junto con Óscar. Aún la quemaba el hecho de que se hubiese ido así sin más, sin ni siquiera avisar, pero aun así lo dejó estar y se centró en pilotar el avión.

Al cabo de otra media hora llegaron a ver la ciudad de Tijuana desde las alturas, indicando que ya faltaba poco para llegar a su destino. La pasaron de largo rápidamente y continuaron durante unos cuantos minutos más hasta que llegaron a vislumbrar en la lejanía una alargada pista de aterrizaje de tierra junto a la misma costa, a escasos metros de una angosta playa.

-Muy bien, hemos llegado, Dash adelántate y sé la primera en aterrizar-indicó Sunset por la radio.

-Vale.

El jet se adelantó al Titan y fue aminorando la marcha, sacando el tren de aterrizaje en el proceso, posándose limpiamente en la pista y rodando por ella hasta el final de la misma, donde había un par de coches esperando. El avión de carga fue el siguiente, deteniéndose a escasos metros del Lazer, del cual Rainbow se encontraba saliendo. Las demás salieron por la puerta lateral y Sunset fue la primera en acercarse al grupito de hombres que les estaban esperando, acompañada por todas las demás.

-Llegan unos minutos tarde-le espetó el hombre trajeado, con un marcado acento hispano.

-Las cosas se complicaron un poco, pero ya está todo arreglado, aquí tienen los aviones.

-Sí, ya los vemos. Ustedes dos, chéquenlos-indicó inmediatamente después a otros dos hombres en español.

Los dos hombres fueron a comprobarlos mientras que el primer hombre trajeado chascaba los dedos; al punto otro sacó del maletero de un coche cercano una caja alargada junto a un maletín negro.

-Aquí tienen su arma… y lo acordado.

-¿Le importa que lo cheque yo también?-inquirió Sunset.

-Adelante pues.

La chica cogió la caja y la abrió, revelando en su interior el fusil electromagnético que tan bien recordaba Applejack, la cual esbozó un gesto molesto en cuanto la vio.

-Muy bien, pues estamos en paz.

-Sí, aunque falta comprobar lo acordado.

-¿Lo acordado? ¿Cómo que lo acordado?-inquirió Rainbow extrañada.

-Sí, lo acordado con nosotros y no con vosotras, así que no metáis las narices-le espetó Sunset, molesta.

Antes de que la chica pudiera decir nada más, Sunset abrió el maletín, revelando entonces una cuantiosa suma de dinero en billetes de cien dólares. En cuanto lo vio Rainbow saltó enseguida.

-¡Eh, qué cara, nosotras nos deslomamos para robar al ejército dos aviones y ella se queda con todo!

-Rainbow, cállate-masculló Twilight, cortante.

-¡No me da la gana! ¡Además, esto no es lo que nos dijiste, según tú tan solo intercambiaríamos los aviones por el fusil roñoso ese, nada más, sin dinero de por medio!

-¡Evidentemente no tenía por qué contároslo todo, así que quédate callada, Dash, te prevengo!-exclamó Sunset, alterada.

Antes de que la chica pudiera decir nada más, los dos hombres que fueron a comprobar los aviones regresaron y se dirigieron al primero.

-Está todo en orden.

-Muy bien pues, llévenselos.

Los dos hombres abordaron cada uno un avión y se los llevaron consigo, volviendo a despegar y dirigiéndose hacia el sur con ellos hasta que se perdieron en la lejanía. Por su parte Sunset terminó de contar el dinero del maletín y lo cerró.

-¿Podemos irnos ya?-inquirió en ese momento el hombre que le dio el maletín.

-Sí, vámonos.

-Espera, espera, un momento ¿vámonos? ¿Y qué pasa con nosotras?-inquirió Rainbow, resentida.

-Oh, sí, tenemos preparado algo para ustedes, síganme por favor-indicó el hombre.

Le siguieron hasta la playa que había justo al lado, llegando a ver desde lo alto de una duna una lancha motora junto a la orilla.

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Suntrap


-Ahí está, tiene combustible suficiente como para volver a Los Santos con ella-comentó el hombre.

-¿¡Cómo!? ¿¡Nos dejan esa mierda de barca y ella se va con ustedes por ahí!?-inquirió la chica, cada vez más y más molesta.

-No debemos llamar la atención ahora que hemos realizado el golpe, Dash, por ahora tendremos que pasar desapercibidas y el volver por mar es la opción más segura, ahora mismo los aeropuertos deben estar siendo vigilados y estarán buscando a un grupo de seis, por lo que separarnos es la mejor opción. Yo vuelvo a San Andreas en coche y vosotras en barco, llegareis antes de cenar, no estamos muy lejos-explicó Sunset pasivamente.

-Oh, pues qué bien, qué alegría, qué alboroto…-murmuró Rainbow, con asco.

-¡Otro perrito piloto!-añadió Pinkie, divertida.

Las demás se rieron por lo bajo excepto Rainbow y Sunset, la cual rodó los ojos antes de decir.

-Estaremos en contacto.

Tras eso se marchó de allí junto con los mexicanos, dejándolas a ellas solas junto a un incómodo silencio. Para relajar un poco la situación, Pinkie comentó.

-¡Oye, pues no es mal plan, regreso agradable en barco, me apunto!

-Bof, el agua de mar viene fatal para el pelo, pero si no hay otra…-murmuró Rarity, algo molesta.

-Huy, sí, porque el pelo es lo más importante… ¿alguien sabe pilotar una de esas?-inquirió Applejack.

-Sí, no es difícil si sabes pilotar un jet de combate…-comentó Rainbow, vanagloriándose por ello.

-Bueno, ya está la multitasking…

-¡No haber preguntado, pilótala tú si tantas ganas tienes!

-¡Pues dado que he pilotado un maldito avión de carga no tendría que tener problemas, según tú!

-¡Pues venga, adelante, toda tuya!

Por su parte Twilight trató de ignorar la discusión entre Rainbow y Applejack, abordando de seguido la lancha y sentándose en uno de los asientos situados a popa. Dicha lancha era una suntrap con alerón superior, asientos traseros y delanteros, teniendo una capacidad de hasta diez personas si se iba muy apretujado, pero como tan solo eran cinco, no iban a tener muchos problemas.

Applejack asumió el mando de la lancha y, para sorpresa de la granjera y como bien dijo Rainbow, no tuvo muchos problemas pilotándola, arrancando de seguido y poniendo rumbo hacia el norte bordeando la costa.

El viaje, aunque un tanto tedioso en parte, fue particularmente agradable, dándolas la oportunidad de hablar entre ellas y conocerse un poco más y mejor.

-Bof, aún me cuesta creer que hayamos salido vivas de todo esto…

-¡Pues ya ves, lo hemos conseguido! No nos han dado nada a cambio, por lo que ha sido un poco mierda, pero oye, nos hemos colado en una base militar y hemos robado dos aviones al tío Sam ¿Quién hace eso? Ahora somos un veinte por ciento más molonas.

-Pues lo será para ti, Rainbow Dash, a mí me preocupa que sean capaces de dar con nosotras…

-Imposible, operamos con identificaciones falsas, además, no creo que con toda la gente que vive en Los Santos se pongan a investigar palmo a palmo toda la ciudad. Con que pasemos desapercibidas por un tiempo ya vale.

-Lo dices como si fuera tan fácil… si algo he aprendido durante todo este tiempo viviendo en Vice City es que no hay demasiado poco tiempo, aunque hayamos sido precavidas seguro que alguien más se pone en movimiento, y en ese sentido estoy de acuerdo con Twilight, a mí también me inquieta un poco.

-Oh, vamos, no seáis agoreras, disfrutad del momento, saboread el éxito…

-¿Éxito? Por favor, pues menuda mierda de éxito, tan solo hemos salido de todo esto con unos moratones de recuerdo y poco más, y encima esa arpía de Sunset se queda con el dinero. Maldita sea su estampa…

-Bueno, es verdad que todo ha sido muy mal rollero, pero miradlo así, hemos podido hacer algo que aparentemente era imposible, y tan solo ha sido necesario permanecer unidas. Podemos hacer lo que sea si nos lo proponemos y estamos juntas.

-Sí, Pinkie, es todo muy bonito, pero te olvidas del verdadero quid de la cuestión…

-¡Ah, vamos, ya sé que lo tenemos complicado, pero eso no nos impide disfrutar de las cosas maravillosas de la vida! ¡Pon la radio, a ver si captamos algo!

Dado que estaban en México no tenían la certeza de que pudieran captar alguna de las emisoras de la ciudad, pero para su sorpresa lograron sintonizar la emisora Non Stop Pop FM, la cual estaba emitiendo en ese momento The Rhythm of the Night, de Corona. Pinkie aprovechó y empezó a cantar y a bailar para aliviar las tensiones, consiguiéndolo eventualmente y haciendo que las demás entraran al ambiente.



El viaje en barco se alargó un buen par de horas, llegando a Los Santos de noche cerrada y con el depósito de gasolina casi seco; amarraron la suntrap en uno de los tantos embarcaderos del Puerto del Sol, el puerto deportivo de la ciudad situado en el barrio de Vespucci, y una vez allí cada una se fue por su lado. Rarity se pidió un taxi para ir a su hotel y Pinkie, Rainbow y Twilight se fueron andando ya que no estaban muy lejos de sus respectivas casas desde allí. Atravesaron los canales de Vespucci y llegaron directamente al paseo de Prosperity Street, parando al lado del Sugarcube Corner donde Pinkie se descolgó del grupo. Por parte de Twilight siguieron andando ella y Rainbow un poco más hasta llegar a bulevar Del Perro, justo al lado de su casa.

-Bueno, pues aquí vivo yo.

-Ah, pues estamos justo al lado, yo vivo en primera línea de playa, pasando el puente de la autopista, vente un día de estos y nos divertimos un poco.

-Está bien, te avisaré si eso.

-Vale, nos vemos cabeza de huevo.

Twilight quiso decirla algo, pero tan solo lo dejó estar y se metió en casa con intenciones de dejarse caer sobre la cama y no levantarse de ella hasta la mañana siguiente. Por su parte Rainbow se dirigió hasta la playa y torció a la derecha en dirección hacia su casa. De un callejón cercano unas luces se encendieron y una vieja y destartalada furgoneta surfer surgió del mismo, girando a la derecha en la siguiente intersección y perdiéndose en la distancia.

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Una noche cerrada se cernía sobre la costa este, donde en la capital del país el resto de ciudadanos dormían salvo unos pocos. En un despacho acristalado y con vistas al monumento a Washington, una figura miraba al mismo por la ventana en un gesto escrutador, como si tratara de averiguar lo que había más allá. En ese justo momento le llegó una llamada al teléfono, contestándola rápidamente.

-¿Y bien?

-Estamos en ello, señor, aunque hemos encontrado ciertos detalles particularmente chocantes que creo que debería ver.

-Quiero un informe completo antes de que amanezca.

-Sí, señor, lo tendrá en breve.

-Muy bien, tan solo quería asegurarme, esto es serio y no se puede tolerar. La dejo un momento, tengo que hacer una llamada.

-Por supuesto, señor.

El hombre colgó de seguido para luego descolgar el auricular y marcar otro número rápidamente, hablando a los pocos segundos.

-Ya lo están investigando, parece ser que hay ciertas irregularidades, pero en cuanto tenga el informe se lo enviaré a la mayor brevedad posible.

-Está bien. Espero resultados, señor mío, o me temo que su reputación se verá seriamente perjudicada.

-Los tendrá, se lo prometo, averiguaré lo que ha sido de esos aviones.

-Muy bien. Estaremos en contacto.

Tras esa breve conversación el hombre colgó y se cogió un puro de un cajón, fumándoselo pausadamente mientras observaba a la ciudad brillar en la lejanía.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 20 Jul 2016, 21:13

Capítulo 24

De safari


Rainbow podía sentir como si volara de verdad, al tiempo que el avión rasgaba el aire y la llevaba más allá de las nubes. Adoraba esa frenética sensación de libertad que sólo un aparato como ese la era capaz de proporcionar, la encantaba el sentir la vibración del reactor a su espalda y el ronroneo del mismo, haciéndola sentir llena y completa de una forma que para ella era difícil de expresar con palabras. Simplemente se dejaba llevar, sintiéndose como en casa.

-Oh, sí, esto es vida…

Desde siempre había pensado que en otra vida pasada debió de ser algún tipo de ave, o bien alguna criatura mitológica con alas que se viera igual de increíble y molona como ella misma se veía. Fantaseaba siempre con esa posibilidad, imaginándose a sí misma como un dragón, o un fénix o incluso un pegaso. De esas tres opciones la que más le gustaba era sin duda la del pegaso, se imaginaba teniendo unas grandes alas a la espalda con las que poder volar sin necesidad de usar un avión, y el simple hecho de imaginárselo la hacía botar como una niña.

Aunque se encontraba tan entusiasmada que apenas se dio cuenta de que comenzaba a hacer bastante calor dentro de la cabina, cosa que la extrañó en cuanto se percató de ello.

-Caramba, qué calor hace de repente…

Se giró brevemente para ver de dónde provenía tanto calor, y fue entonces cuando pudo ver que una de las alas se encontraba en llamas.

-¿¡Qué demonios?!-masculló entonces Rainbow, atónita.

¿Cuándo se había prendido el ala izquierda de forma tan espontánea? Miró a ver si se trataba de una fuga de combustible, pero estaba todo bien. Sin embargo, antes de que se diera cuenta, se vio rodeada de unas llamas que comenzaban a envolver toda la estructura del avión, perdiendo el control del mismo y precipitándose hacia el vacío.

-¡No! ¡No, no puede ser, no es verdad, no es cierto! ¡Asiento eyector!

Sin embargo el asiento eyector no funcionó, dejándola atrapada en el interior de la cabina, la cual comenzaba a asemejarse a un horno con alas debido al calor; desde donde estaba pudo ver cómo las llamas envolvían por completo a todo el avión, convirtiéndole en un bola de fuego alada. Además pudo ver que caía en picado sobre el mar, estando a escasos metros de chocar contra su superficie.

-¡No, no, no!

Por un instante el tiempo pareció detenerse a pocos segundos de chocar contra el agua, Rainbow sintió como si toda su vida pasara delante de sus ojos sin que pudiera hacer nada por evitar su inminente final. E, inmediatamente después, el avión se estrelló.

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Rainbow se reincorporó de golpe dejando escapar un agudo grito, con la frente perlada de sudor, el pijama recogido sobre su torso y las sábanas enredadas entre sus piernas. La oscuridad de su cuarto se entremezclaba con la tenue luz de la ciudad que se colaba por la ventana, viendo desde donde estaba la brillante figura de la noria recortándose sobre el muelle de Del Perro. Por su parte la chica dejó escapar un exasperado suspiro y se dejó caer sobre la cama, mirando al techo con gesto abatido. Había tratado de olvidarlo, ignorarlo, hacer como que nada había pasado, pero su subconsciente seguía ahí, torturándola y recalcándola lo evidente. Había matado a un hombre. Recordaba muy bien el momento en el que el Lazer enemigo caía envuelto en llamas hacia el océano, sin ver en ningún momento salir a nadie despedido de la cabina antes de estrellarse. Cerró los ojos, tratando de olvidarse de lo ocurrido, pero por más que lo intentaba la misma escena se volvía a repetir en su mente constantemente, atormentándola en el proceso.

Giró la cabeza y miró a su diestra, concretamente al reloj en su mesita de noche, viendo que eran las seis de la mañana. Notándose desvelada decidió levantarse ya y salir a dar una vuelta para tomar el aire y despejarse un poco. Se vistió con lo primero que encontró, poniéndose la chupa de cuero de los Lost, y bajó al piso inferior, pasando al lado de la habitación de Thunderlane, el cual dormitaba tranquilamente en compañía de Lindsay. Cogió las llaves de su coche de la encimera del pasillo junto con las de casa y salió afuera, al amparo de la noche que aún cubría la ciudad.

A esas horas Los Santos parecía una ciudad fantasma, no había ni un alma por la calle, la autopista de Del Perro lucía vacía y solitaria, al igual que la playa, donde se podía oír el suave y continuo arrullo del mar. El motor de su coche rompió con ese silencio y quietud imperante, poniendo rumbo hacia ningún sitio en concreto. Cuando estaba de bajón o algo la molestaba, correr siempre la ayudaba a aclararse un poco las ideas y calmarse un poco más; aprovechó que tenía la autopista para ella sola para dar caña al motor y perderse en esa familiar sensación, mientras se dejaba llevar por la música, poniendo la radio enseguida y tratando de sintonizar Soulwax FM. Pero en un descuido apretó de más al botón de buscar dial, llegando a captar otra emisora distinta.

-¿Sigues dormida, Los Santos, o ya has despertado? Porque aquí en The Lab no descansamos y te traemos para ti los mejores sonidos mezclados por nosotros, el Doctor No y el Hermano Químico. Si alguien ya está despierto le ayudaremos a despejarse con rapidez y dinamismo, con este tema de Tunde Adebimpe, Speedline Miracle Masterpiece.

-Agh, no, no, no quiero mierda new age, quiero algo duro…-masculló Rainbow, algo molesta.

Fue a cambiar de nuevo el dial, pero entonces comenzó a sonar un ritmo de lo más cambiante, muy suave al principio, para luego ir subiendo poco a poco, al tiempo que comenzaban a sonar los primeros versos.



O Holy motor
What’s sort of magic be this
I’m just a hot flash
I’m just a wind in the mist
Speedlines
Got your head in a twist
I made a motion
What kind of magic is this

You think you’re hot shit
You’re just a name on a list
I crossed you out kid
I did it quick as a whip
You’re gone
All at the flick of a wrist
I made a motion
And you don’t even exist


Por un momento dejó quieto el dial, ya que la letra de por sí había empezado muy bien, incluso la dio la sensación de que se dirigía únicamente y exclusivamente a ella, llegando a esbozar una media sonrisa al tiempo que aceleraba sistemáticamente. Si algo conseguía animarla especialmente eran ese tipo de canciones que la hacían olvidarse de todo lo malo y se fundían con el ambiente y la situación, pero desde el principio supo que esa canción era especial, ya que parecía haberse escrito pensando en ella. Y el estribillo comenzó a sonar para convencerla un poco más.

Can’t believe you got the nerve to come after me
Coming fast, but I’m cruising at hyperspeed
Million miles, milisecond, the fastest, see
It’s all part of my miracle masterpiece
You got the gall, you got the nerve to come after me
Coming fast, but I’m burning at hyperspeed
Million miles, milisecond, the fastest, see
It’s all part of my miracle masterpiece



-Oh sí, nena, tu sí que me entiendes…-masculló la chica, acelerando un poco más y metiendo la quinta marcha.

Había escuchado un montón de canciones y tenía muchas favoritas, unas más y otras menos, pero nunca antes había escuchado una canción que casara tan bien con ella en sí misma. La letra parecía haberse escrito con ella en mente, y ese simple e incluso hasta tonto detalle conseguía calar en ella, animándola sistemáticamente. Y, por ello, la canción continuó probándose a sí misma.

Another sucker, another buzz
But I ain’t nowhere, I never was
Speedlines, speedlines
Speedlines, speedlines

You think you’re hot shit
You’re just a name on a list
I crossed you out kid
I did it quick as a whip
You’re gone
All at the flick of a wrist
I made a motion
And you don’t even exist



-Oh dios mío ¿dónde has estado toda mi vida?-inquirió Rainbow, esquivando a un solitario camión.

Para entonces la chica ya estaba preguntándose si alguna vez se había llegado a cruzar con Tunde Adebimpe o simplemente él soñó con ella o ella con él, dándole la inspiración para la letra, porque visto lo visto esa canción era sencillamente ella. Nunca antes se había sentido tan reflejada en la letra de una canción, y el simple hecho de hacerlo era sencillamente maravilloso, al menos para ella. El estribillo volvió a sonar, por lo que Rainbow lo siguió perfectamente y sin saltarse ni una sola coma, mientras que a su alrededor la ciudad se difuminaba. Pero eso no fue todo puesto que la canción continuó, esta vez con un breve puente musical, seguido de los últimos versos.

I made a motion
(Motion)
I’m just a line in the mist
I’m just a phantom
(Phantom)
And you don’t even exist

Cha cha cha

There’s my name in your mouth, and my dust in your lungs
Speedlines got the prize ‘fore you even begun
There’s my dust in your lungs, and my name in your mouth
Speedlines, full tale, yeah we’re turning it out



El estribillo volvió a sonar, esta vez con un poco más de fuerza, para finalmente terminar repitiendo el último verso. Para entonces Rainbow ya había decidido adoptar la canción como su propio himno, ya que después de todo hablaba de ella al fin y al cabo.

Tan entusiasmada estaba que ni siquiera se dio cuenta de que había dado la vuelta entera a toda la ciudad, atravesándola de norte a sur a toda velocidad por las autopistas de Del Perro y Elysian Fields. En esos momentos se encontraba cruzando el viaducto Miriam Turner, un largo puente de color verdoso que atravesaba el puerto de Los Santos y conectaba la autopista de Elysian Fields con la de La Puerta, pudiéndose ver desde donde estaba la gran figura del estadio del banco Maze.

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Viaducto Miriam Turner


-Oh, vaya, me he venido arriba… aunque espera…

Si estaba cerca de La Puerta eso significaba que no estaba muy lejos del sur de Los Santos, concretamente de Davis, el barrio donde Scootaloo vivía. Desde la última vez que la vio no había vuelto a saber nada de ella, por lo que decidió pasarse para ir a verla. Los primeros retazos del día comenzaban a pintarse sobre la ciudad, la cual se fue apagando poco a poco, dando la bienvenida a un nuevo día.

Como de costumbre, el barrio de Davis lucía tan deprimente y empobrecido como siempre, incluso a primeras horas de la mañana; los habitantes aún no se habían levantado del todo, puesto que las calles aún lucían un poco vacías, con algún que otro viandante caminando por ellas, lo que le permitió a Rainbow pasar un poco más desapercibida. No vio a ningún grupito de Ballas rondando por las esquinas, lo que la dejó un poco más tranquila, ya que no se terminaba de fiar de esa banda de matones. Desde que habló con ese tal Joseph supo al instante que no eran gente de fiar precisamente, además, no la gustó nada el hecho de que estuvieran vigilando lo que se hacía en el barrio constantemente, por lo que dieron a entender. No sólo era una mala influencia para una niña como Scootaloo, sino que también podrían llegar a ser incluso peligrosos tanto para ella como para los demás niños, independientemente de cuanto les ayudasen económicamente.

Por otro lado no había vuelto a ver a los Ballas que fueron a la guarida de los Lost hará cosa de varios días atrás; intentó averiguar algo preguntándole indirectamente a Al acerca de ellos, pero apenas dijo gran cosa, mostrándose bastante reservado en ese aspecto. Trató de hablar con Angus, el cual se mostró algo más abierto a dialogar.

-Oye Angus ¿sabes algo de los Ballas que vinieron aquí hará cosa de una semana?

-Sí, de algo me llegué a enterar, parece ser que quieren asociarse con nosotros para expandir un poco el negocio, están interesados en armas y en las anfetaminas que se producen en el condado de Blaine. Por ahora estamos negociando, aunque si te soy sincero yo no me fiaría mucho de ellos.

-¿Por qué?

-Simplemente porque son los Ballas, una de la bandas con más años de esta ciudad y de las más famosas y fuertes, además. Al piensa que podría ser una oportunidad para expandirnos y volver a ser fuertes otra vez, y en parte entiendo su planteamiento, pero aun así no deberíamos bajar la guardia, bastante caña nos han dado ya de un tiempo a esta parte.

Lo último que quería Rainbow era dar problemas, después de todo tan solo era una Lost desde hace poco menos de una semana, pero aun así el hecho en sí la daba la oportunidad de mediar en el asunto, aunque solo fuera un poco. Aparcó en el parking de un gran centro comercial cercano que hacía esquina con Brouge Avenue y fue todo recto por allí, adentrándose en la parte más residencial de Davis. La gran mayoría de casas destacaban por ser viviendas unifamiliares, generalmente pequeñas y visiblemente envejecidas, con pequeños patios traseros, y separadas entre sí por vallas metálicas. Las palmeras complementaban el paisaje, habiendo unas cuantas a lo largo de toda la calle. Por lo que tenía entendido la gran mayoría de las palmeras que había en la ciudad eran de importación, concretamente del Caribe, y teniendo en cuenta lo agarrados que eran los santinos no la extrañaba en absoluto algo así.

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Brouge Avenue


Enseguida los vecinos comenzaron a llenar las calles, al tiempo que los primeros grupitos de Ballas hacían acto de presencia. De un porche cercano aparecieron tres hombres de color, uno algo más mayor que ella y otros dos de mediana edad, cada uno vestido con alguna prenda de color morado: uno llevaba una gorra del equipo de baloncesto local, Los Santos Panic, otro una camiseta deportiva sin mangas de los Boars, el equipo de beisbol local, y otro una bandana en la frente de color morado. Nada más verla la miraron con cara de pocos amigos, al tiempo que el más joven se dirigió a ella cortantemente.

-¿Qué buscas por aquí?

-Nada, tan solo paseaba…

-Este es nuestro barrio… ¿has venido a causar problemas? Porque los tendrás…-masculló el otro, chascando los nudillos.

-Eh, oye, no busco problemas ¿vale? solo pasaba por aquí, eso es todo.

Los tres Ballas compartieron entre sí varios gestos desconfiados, al tiempo que miraban de arriba abajo a la chica; fue entonces cuando uno de ellos se percató de su chupa de cuero, identificando enseguida el águila a su espalda.

-Espera ¿eres una Lost?

-Sí, soy una Lost-asintió ella.

-¿Y dónde está tu moto?

-La he dejado aparcada cerca de aquí, junto a la gasolinera.

-¿Y qué buscas? No me creo que estés simplemente paseando por aquí así sin más…

-Espera, Dwight, si mal no recuerdo creo que nos dijeron que a los Lost mejor no meterles tralla, por eso que nos dijeron en la reunión del otro día…

-Tiendo a olvidar las cosas, y lo sabes, negro.

-Pues mejor que no se te olvide… aunque…

Por un momento los tres Ballas se apartaron, hablando entre sí en petit comité, mientras que Rainbow esperaba; finalmente los tres se separaron y el más mayor se dirigió a ella de forma algo más abierta y no tan a la defensiva como antes.

-Perdona por lo de antes, pero debemos ser precavidos, después de todo protegemos a los nuestros.

-Ah, ya, no pasa nada…

-Bien. No sé si lo sabrás, pero algunos de nuestros Ogs han estado hablando con vuestros superiores, y nos han comentado que tal vez nos acabemos asociando.

-Sí, algo tengo entendido…

-El caso es que estamos dispuestos a comprar algunas de las anfetas que sabemos que hacéis en el condado de Blaine, y precisamente estábamos buscando algún contacto con el que poder hacer de intermediario. Si pudieras hacernos el favor te estaríamos muy agradecidos…

El ceño de Rainbow se frunció al oír esas palabras, no muy segura de qué responder; recordaba muy bien lo que Angus la explicó acerca de los Ballas, y fiarse de ellos sería lo último que haría, y más aún después de ese pequeño roce que tuvo con Joseph hará cosa de varios días atrás, por lo que prefirió ir sobre seguro.

-El caso es que a mí no me corresponde tomar esa clase de decisiones, solo soy una simple hermana…

-Lo entendemos, y tampoco te estamos pidiendo que decidas nada, tan solo queremos ponernos en contacto con alguno de tus superiores, eso es todo, aunque preferiblemente queremos que seas tú la que hable con ellos.

Algo extrañada por lo que la pedían, Rainbow evaluó la situación teniendo en cuenta los antecedentes; por lo que la dijo Angus aún no debía de haber nada cerrado con respecto a la asociación en sí, aunque en el caso de que al final se diera eso la daría una gran oportunidad para tratar de acercarse un poco más a los Ballas, por lo que no perdía nada por comentárselo a Al o al propio Angus si se diera el caso.

-Bueno, está bien, se lo comentaré en cuanto tenga la ocasión.

-Estupendo, puede que consigamos mucho si llegamos a asociarnos, si al final la cosa resulta pásate por aquí, concretamente al 323 de Roy Lowenstein Boulevard, está aquí cerca, pregunta por Joseph.

-¿Joseph?-repitió Rainbow, tratando de ocultar como pudo su sorpresa.

-Sí, Joseph Daniels, es un OG, dile que vas de parte de Dwight.

-Está bien…

Tras ese rápido acuerdo los Ballas se despidieron de ella y se fueron de allí calle abajo, concretamente hacia Grove Street; Rainbow les siguió con la mirada hasta que los perdió de vista, retomando entonces su paseo hacia el orfanato. De camino hacia allí estuvo pensando en el acuerdo al que había llegado con ellos, siendo técnicamente un "ya hablaremos" más que otra cosa. Aunque el hecho de que esos Ballas habían estado dispuestos a hablar con ella al darse cuenta de que era una Lost decía mucho en cuanto a sus intenciones se refería, evidenciando que realmente estaban interesados en asociarse con ellos. Con qué propósito no estaba del todo claro, probablemente fuera por dinero, pero por el momento eso era algo que no procedía, ya que aún no se había llegado a ningún acuerdo.

Llegó al orfanato casi sin darse cuenta, incluso entró al condominio por la puerta principal de forma automática, mientras pensaba en sus cosas, y encontrándose de frente con una cara familiar.

-¿Puedo ayudarla en algo? Oh, eres tú…-murmuró la señora Whitetaker en cuanto la vio.

-Ah, hola…

-Supongo que habrás venido a ver a Scootaloo…

-Sí, así es.

-Muy bien, aunque la tengo que advertir que se encuentra medio castigada, por lo que no os vayáis muy lejos, quedaos por el barrio.

-¿Qué? ¿Por qué?

-¡Intentó salir sin mi permiso hará cosa de dos días atrás! Se enteró que había una carrera no muy lejos de aquí y trató de ir a verla, ya ve que temeridad…

Ante eso la chica no pudo evitar esbozar una grata sonrisita, entendiendo al instante por qué lo hizo, cosa que a la señora Whitetaker no la hizo demasiada gracia.

-¿La parece gracioso acaso?

-Ah, no, no, era otra cosa…

-Ya… espere aquí.

La señora Whitetaker desapareció escaleras arriba, mientras ella esperaba al lado de un pequeño parterre; tras unos breves minutos Scootaloo apareció de improviso bajando las escaleras y dirigiéndose hacia ella exclamando.

-¡Rainbow Dash!

-¡Hey, enana! ¿Qué pasa, cómo estás?

Sin previo aviso la niña se lanzó sobre ella y Rainbow la cogió casi al vuelo, dándola un espontáneo abrazo. La señora Whitetaker las miró con el ceño fruncido, comentando de seguido.

-Lo dicho, sin salir del barrio, y quiero que esté de vuelta para la hora de comer.

-Sí, descuide.

Se despidieron de ella y, una vez fuera, Rainbow se explayó a gusto.

-Bof, qué muermo de mujer…

-Dímelo a mí, que llevo aguantándola desde los cinco años… ¿Qué hacemos?

-El caso es que tenía intención de llevarte por ahí, pero como ahora no podemos salir del barrio…

-Bueno, podemos hacer un poco de turismo, puedo enseñarte el barrio si quieres.

-Está bien… aunque primero me gustaría comer algo, aún no he desayunado-comentó Rainbow, notándose algo desganada.

-Hay una cafetería en Davis Plaza, está a un par de manzanas de aquí.

-Vale, vamos.

Se dejó guiar por Scootaloo, la cual se conocía al dedillo todas las calles del barrio, y no era para menos, puesto que después de todo había nacido y crecido allí; en poco menos de diez minutos llegaron al sitio, justo enfrente de un hospital al otro lado de una ancha avenida.

-Ah, mira, ese es el hospital central de Los Santos, allí nací yo-comentó entonces Scootaloo.

-¿Ah, sí?

-Sí, al menos eso es lo que me contó la señora Whitetaker.

-Oh, ya veo…

-Bueno, es un detalle, y lo tomo siempre como referencia.

Dicho hospital era bastante grande, ya que ocupaba casi toda una manzana; con una fachada de color blanco y un acceso subterráneo, además de un pequeño parking lateral, tenía seis pisos y en un edificio aledaño más bajito y unido al principal por un puente aéreo, había un par de helipuertos con dos ambulancias aéreas en ellos.

En cuanto a Davis Plaza era un pequeño centro de ocio comercial donde se aglutinaban una serie de negocios de lo más variados, desde una lavandería, una tienda de electrónica, otra de productos cosméticos y manicura y hasta una tienda de galletas de temática pornográfica.

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Davis Plaza


-¿Galletas porno? ¿En serio?-soltó Rainbow anonadada, sin darse cuenta siquiera.

-Ah, sí, lleva años abierta, te sorprendería todo lo que se puede llegar a encontrar en una ciudad como esta-comentó Scootaloo, como quien no quiere la cosa.

Ese comentario dejó un tanto chocada a Rainbow, la cual no supo muy bien qué decir al respecto, por lo que prefirió dejarlo estar y entrar en la cafetería. La chica estuvo desayunando tostadas con mermelada, huevos rotos con beicon, café y zumo, mientras que la niña la veía comer.

-¿No quieres nada, enana?

-No, ya he desayunado.

-Y cuéntame ¿cómo es la vida por aquí?

-Oh, pues ajetreada, aunque a veces hay días en los que no sucede nada trascendental. La gente ya está acostumbrada, y yo también, a decir verdad.

-¿Y a veces no preferirías algo más de tranquilidad?

-Bueno, estaría bien, pero luego te das cuenta de que vives en Davis y se te pasa. No sé, es algo que los que vivimos aquí aprendemos a lo largo del tiempo, una vez que te habitúas se convierte en un simple detalle. Por ejemplo, sabes que vives en Davis cuando hay redadas todas las noches a pocos metros de tu casa, o puedes oír tiros en la distancia de madrugada o te encuentras un cordón policial franqueando la esquina por x razón.

Ante ese argumento Rainbow se quedó estupefacta, comentando de seguido.

-Dios mío ¿en serio me estás contando todo eso con tanta naturalidad? ¿Cómo podéis vivir así?

-Cuestión de costumbre, simple y llanamente. Además, para mucha gente los Ballas suponen cierta seguridad que no les daría la policía o un jurado…

-¿En serio? ¿Y eso por qué?

-Es una cuestión de respeto y de confianza, los Ballas llevan protegiendo este barrio desde su fundación, hacen todo lo posible por que la gente de aquí esté a salvo del resto de bandas, no sé si sabrás algo acerca de su historia…

-Sí, algo me llegaron a contar.

-Pues es eso mismo, los Ballas surgieron para protegerse de los Families, ya que estos llegaron a atacar al que fue su fundador, y este, como respuesta, creó a los Ballas.

-Sí, de eso me acuerdo… aunque me gustaría preguntarte algo, igual tu sabes responderme.

-Claro, dime.

-¿Qué significa OG?

Lo recordaba de su anterior conversación con ese grupito de Ballas y no supo a qué se referían exactamente, por lo que optó por una clarificación rápida. Por su parte Scootaloo respondió enseguida.

-Ah, sí, OG son las siglas de Original Gangster, así es como se suelen llamar a los miembros más veteranos y con más experiencia, suelen ocupar altos puestos en sus correspondientes sets, y a veces pueden llegar a convertirse en líderes del set por decisión del líder anterior. Son muy respetados por el resto de los miembros de la banda, y pueden llegar a tomar decisiones sin tener que rendir cuentas a nadie, ni siquiera al líder de su set.

-Ya veo… ¿y puede ser cualquiera?

-Sí, siempre y cuando haya estado el suficiente tiempo como miembro, tenga mucha experiencia, y sea reconocido y respetado dentro de la banda. Por ejemplo ¿te acuerdas del chico que apareció el otro día, Joseph?

-Sí…

-Ese es un OG, concretamente de los East Side Ballas, vive cerca del orfanato y se pasa casi todos los días a vernos y a jugar con nosotros, suele leer cuentos a los más pequeños y enseña a los más mayores a defenderse cuerpo a cuerpo.

-¿En serio?-inquirió Rainbow, sin creerse del todo lo que Scootaloo la decía.

-Sí, impone mucho en cuanto a aspecto se refiere, pero es buen tío, es especialmente cariñoso con los más pequeños.

Para entonces la mente de Rainbow comenzaba a tener problemas tratando de procesar todo lo que la niña la estaba contando; la costaba mucho imaginarse a alguien como a Joseph, con el cual apenas había intercambiado unas pocas palabras, en un escenario como ese. Su solo aspecto le daba unas pintas de matón pandillero que no podía con ellas, y el detalle de que leía cuentos a los niños y enseñaba a los chavales a defenderse no encajaba con el prototipo que la chica tenía de él.

-No sé, es todo tan surrealista… no pareces tener nueve años en absoluto.

-No, lo que pasa es que no eres de aquí, para entender cómo funcionan las cosas por el barrio es necesario ser parte de él. En cuanto a mí, bueno, digamos que la vida me ha hecho crecer rápidamente, aunque no de forma física.

Para entonces Rainbow ya estaba lo suficientemente asombrada ante tamaña entereza y madurez que la niña mostraba, sintiéndose en ese aspecto un tanto intimidada, aunque por otro lado no podía evitar sentirse un tanto identificada con ella en ciertos aspectos. Aun así prefirió no decir nada más al respecto, aceptando los hechos en sí y no volviendo a hablar sobre ello.

Una vez que terminó de desayunar pagó la cuenta y el tour por el barrio comenzó, empezando al otro lado de la calle desde donde estaban. Los juzgados de Davis se situaban en el que era el edificio más alto de Los Santos Sur, el cual compartía funciones con el ayuntamiento del barrio, la comisaría de policía y el depósito municipal de vehículos. Consistía de un pequeño edificio blanco de no más de trece plantas junto con un aparcamiento aledaño, el ayuntamiento, la comisaría junto con el depósito y una plaza frente a la entrada de los juzgados donde destacaba sobre todo el monumento a Martin Luther King, una estructura de color blanco y compuesta por una serie de pilares concéntricos con forma piramidal y con la parte superior de los mismos formando un arco superior hacia arriba. También destacaba la presencia de la biblioteca municipal, aunque sin duda el mayor atractivo turístico era el mismo monumento a King, que solía recibir muchas visitas y era un punto de encuentro dentro del mismo barrio.

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Juzgados de Davis y monumento a Martin Luther King


Aunque de por sí Davis no era muy turístico en cuanto a puntos de interés se refería, Scootaloo llevó a Rainbow a ver algunas de las calles adyacentes al centro, aunque también la llevó a ver la famosa Grove Street donde el set principal de los Ballas residía, concretamente el de los Original Covenant Ballas.

-¿Segura que podremos ir por aquí sin problemas?

-Sí, tranquila, después de todo es un barrio pequeño y eso hace que todo el mundo se conozca en mayor o menor medida.

-¿Conoces a alguien por aquí?

-Sí, por aquí viven un par de amigos, uno de ellos es el hijo de un OG de este set, así que no habrá problema. Además, quería que vieras esta calle en concreto, es particularmente famosa, sobre todo en esta parte de Los Santos Sur.

Grove Street destacaba por ser eminentemente residencial, con algún que otro almacén y garaje cerca del canal y una gasolinera en el otro extremo, cerca del centro comercial donde había aparcado el coche. Las casas se apiñaban las unas contra las otras, y el extremo este de la calle acababa en un cul-de-sac circular donde los coches tenían que dar la vuelta ya que era una calle cortada. Aunque fue precisamente en esa calle donde Rainbow notó una mayor concentración de Ballas por kilómetro cuadrado, sobre todo en el cul-de-sac, el cual estaba lleno de grupitos de Ballas hablando en los porches de algunas casas, paseando acompañados de feroces rottweiler o cerca de coches de color morado. Se notaba que se trataba del lugar de residencia del set principal.

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Grove Street


-Vaya, esto está lleno de gente…-comentó Rainbow en un momento dado.

-Sí, Davis es uno de los barrios con más densidad de población de Los Santos Sur.

-Se nota, se nota…

La visita a Grove Street no duró mucho, acabando en el extremo sureste de Davis, cerca del barrio de Rancho, donde se podía ver en la lejanía las siluetas de unas torres metálicas no muy altas, aunque lo suficiente como para doblar la altura de la gran mayoría de viviendas unifamiliares y condominios que las rodeaban.

-¿Y eso de ahí?-inquirió Rainbow, curiosa.

-Son las torres Rancho, unas estructuras metálicas construidas por un inmigrante italiano que se tiró treinta y tres años haciéndolas. Podemos acercarnos para verlas mejor si quieres-sugirió Scootaloo.

-Bueno, aunque no es Davis ¿no?

-No, es la zona sur de Rancho, pero no te preocupes, allí reside el set de South Rancho Ballas, por lo que no creo que tengamos problemas.

-Está bien, yo lo digo porque no quiero meterte en problemas…

-¿Lo dices por la señora Whitetaker? No te apures, después de todo es mucho ruido, pero pocas nueces.

Ante eso Rainbow sonrió confidentemente, casi dándola la razón, y las dos se pusieron en camino hacia allá. Rancho no se diferenciaba mucho de Davis, presentando un aspecto muy similar al de este en cuanto a ordenación del territorio y urbanismo se refería, estando lleno de viviendas unifamiliares antiguas, proyectos urbanísticos sociales algo desgastados y algún que otro almacén aquí y allá, junto a alguna que otra pequeña zona ajardinada. Vieron desde la distancia algunos grupitos de Vagos cerca de un condominio, el cual destacaba por estar pintado de varios grafitis bastante artísticos, entre los que destacaban un águila o una virgen María rezando.

-Vaya, qué grafitis más chulos tienen por aquí…

-Sí, los Vagos son bastante creativos en ese sentido.

-Ya veo, ya, aunque… ¿cómo se llevan con los Ballas?

Ante esa pregunta el ceño de Scootaloo se arrugó, comentando de seguido.

-No especialmente bien, por así decirlo, hay alguna que otra desavenencia aquí y allá… de hecho el set de aquí ha estado a punto de desaparecer en más de una ocasión, pero la cercanía con Grove Street siempre les ha salvado de más de un aprieto.

-Ya veo… en ese caso vayamos a ver esas torres y vámonos de aquí.

No tardaron mucho más en llegar, estando situadas justo al lado del mismo condominio donde se encontraban, en una pequeña plazoleta semicircular. El monumento estaba compuesto por un total de cuatro torres interconectadas las unas con las otras y decoradas con materiales de todo tipo, desde piezas de porcelana y cerámica, azulejos, vidrio, chapas y hasta conchas marinas. Se encontraban dentro de un pequeño recinto cerrado mediante un no muy alto muro de piedra y una valla metálica, por dentro se podía pasear y sentarse en una pequeña bóveda hecha de varas de metal y con pequeños azulejos de colores rematando los bordes de piedra. La torre más alta llegaba hasta los treinta metros de altura y aprovecharon su estancia para hacerse unas cuantas fotos antes de volver.

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Torres Rancho


El resto de horas pasaron rápidamente, teniendo que volver al orfanato ya que dentro de poco sería la hora de comer, hora designada por la señora Whitetaker para que Scootaloo regresara. Llegaron justo a tiempo, entrando rápidamente en el sitio echando una corta carrera.

-¡Sí, he ganado, he ganado, eres un huevo podrido!-exclamó la niña, divertida.

-Me has pillado ahí, enana, no te hubiera alcanzado ni queriendo…-murmuró Rainbow, siguiéndola el juego.

Sin embargo la niña cambió el semblante, comentando de seguido.

-No hace falta que lo azucares, las dos sabemos que apenas puedo correr…

-Eh, vamos, tampoco es eso…

-Pero es cierto, el agarrotamiento me puede dar cada cierto tiempo y sin avisar siquiera, no podría correr mucho ni aunque quisiera.

-Pero puedes hacer otras muchas cosas si te lo propones, enana…

-¿Ah, sí? ¿Cómo qué? Hay veces que me gustaría ser como tú…

Ante eso la chica no supo muy bien qué decir, ya que la había cogido con la guardia baja; en ese justo instante reapareció la señora Whitetaker, la cual comentó.

-Ah, bien, habéis llegado a la hora, así me gusta. Venga, vamos, los demás esperan para comer.

-Vale…

Antes de irse Rainbow se despidió de la niña, la cual la dio un sorpresivo abrazo que no se esperaba para nada.

-¿Volverás a venir a verme?

-Claro que sí, dalo por hecho.

Scootaloo desapareció en el interior del orfanato y Rainbow regresó a su coche, pensando en lo que había pasado. De cierta forma no se esperaba para nada que la dijera algo semejante, y ante una situación así no supo muy bien cómo proceder, algo que la dejó un poco inquieta, ya que no supo darla una respuesta apropiada. Tampoco ayudaba el hecho de que viviese donde viviese, lo cual la limitaba bastante de por sí. Rainbow dejó escapar un suspiro dejado, sintiéndose impotente al respecto. Aunque en ese momento su móvil comenzó a sonar, atendiéndolo rápidamente y viendo que se trataba de Angus.

(Continúa en el siguiente mensaje)
Última edición por Sg91 el 19 Ene 2017, 14:23, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Notapor Sg91 » 20 Jul 2016, 21:45

(Continúa del mensaje anterior)


-Ah hola Angus ¿Qué te cuentas?

-Hola Rainbow, te llamo para informarte de que dentro de pocos minutos vamos a tener una reunión informativa con todos los hermanos, así que pásate por aquí lo antes posible.

-Ah, vale, está bien, voy para allá.

Ante esa situación la chica se dio prisa y, una vez con el coche, condujo de vuelta a su casa para ir a coger la moto, puesto que la había dejado aparcada en el parking que había junto a la playa y su apartamento. Tuvo que pasarse también por allí para coger las llaves, encontrándose a Thunderlane y a Lindsay en el salón, tumbados en el sofá y viendo la tele juntos.

-Ah, aquí estás ¿a dónde habías ido?-inquirió el chico.

-A donde no te importa, Thunderlane-le espetó ella, sin mucho interés.

El aludido no le dio mayor importancia, pero Lindsay no fue tan condescendiente con ella, comentando de seguido.

-Oye ya vale ¿no, tía? Cada vez que él te dice algo le contestas malamente, sé un poco amable para variar.

-No pasa nada, Lindsay, ya sabes que cuando está de malas…

-¡Ya, pero es que parece que está de malas siempre! ¿Tan amargada estás, tía?

Thunderlane quiso decir algo, con expresión nerviosa, pero antes de que pudiera abrir la boca, Rainbow se le adelantó.

-¿¡Perdona?! ¿¡Cómo que amargada?!

-¡Pues eso mismo, siempre estás de mal humor y contestas mal, en plan amargada! ¿¡Es que acaso no tienes nada mejor que hacer?!

Rainbow tardó un poco en contestar, como si no estuviera segura de qué decir o hacer al respecto, hasta que finalmente abrió la boca y habló.

-¿Sabéis que? ¡No tengo por qué aguantar todo esto, me largo, me tenéis hasta los huevos ya!

Antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada más Rainbow cogió las llaves y se largó con viento fresco y muy rápidamente, arrancando moto y poniendo rumbo hacia Vinewood este.

A lo largo de todo el camino apenas pudo sacarse de la cabeza lo que la dijo Lindsay, reverberando constantemente en su memoria como si fuera un eco lejano y distante. El volverlo a escucharlo la hacía encenderse como nunca, apretando con fuerza el manillar de la moto y poniéndola a ciento cincuenta por hora sin ni siquiera darse cuenta; el viento la azotaba la cara con fuerza, embotándola los oídos, y el rugido del motor bajo ella la hacía olvidarse momentáneamente de todo, pero de nuevo esos ecos apagados volvían a resonar en la distancia, atormentándola.

-Yo no soy una amargada…¡no! ¡Yo no soy una amargada!-chilló la chica, echándose un poco hacia delante para hacer correr un poco más a la moto.

Nunca antes había llegado a sentirse tan cabreada como estaba ahora, notando la cabeza como si estuviera a punto de estallar, enfadada con todos y con todo, incluso con ella misma. Enseguida desechó ese hecho, ya que se negaba darle la razón a Lindsay, pero aun así ese sentimiento seguía ahí, acompañándola.

Llegó al recinto de los Lost sin apenas darse cuenta, aparcando justo al lado del taller y bajándose de la moto. Decidió ir a buscar a Angus entrando en el taller, pero vio que allí no había nadie. Sin embargo pudo llegar a oír un par de voces que salían de la parte de atrás del taller, acercándose un poco a la puerta y distinguiendo a Angus y Al, los cuales parecían estar discutiendo acaloradamente.

-Al, yo solo te digo que debemos ser cautos, no podemos fiarnos al cien por cien de esos pandilleros, no después de todo lo que nos ha pasado.

-Entiendo tu punto, Angus, pero entiende también el mío, que a fin de cuentas es el de todos en general. Estamos en la mierda, hablando en claro, y ahora mismo no somos nadie, o mejoramos eso de cara al resto de la ciudad, o el resto de bandas se comerán el poco terreno que nos queda. Debemos actuar ya, y esos pandilleros podrían ayudarnos a despegar.

-Sí, pero debemos considerar todas las posibilidades, evaluar los riesgos, no podemos lanzarnos a la piscina así sin más, primero hay que comprobar si tiene agua, es de sentido común.

-¿Ah, sí? ¿El mismo sentido común que el de Johnny K?

Ante eso Angus se quedó callado, lo que Al aprovechó para seguir hablando.

-Ese tiempo ya pasó, Angus, no va a volver, además, dejó de ser el que era desde que empezó a vivir aquí. Ahora debemos de mirar hacia delante, de cara al futuro, y por ahora una alianza es lo mejor que podemos hacer. Por nosotros, por todos los hermanos. Lost para siempre, tronco, eso es lo importante.

Tras eso pudo oír varios pasos acercándose hasta donde estaba ella, lo que la hizo reaccionar, haciendo como que había llegado en ese justo instante y encontrándose frente a frente con Al.

-Ah, Rainbow aquí estás…

-Sí, acabo de llegar… por cierto, tengo que comentaros algo…

-Claro, tú me dirás.

Rainbow le explicó rápidamente lo sucedido esa misma mañana y Al se quedó pensativo, sopesando lo que le había contado.

-Ya veo… de hecho me viene genial, puesto que ya tenemos algo con lo que empezar, y el trato nos ayudaría muchísimo, aunque este no es el mejor momento ni lugar para explicarlo. Venid en cinco minutos a la casa club, nos vemos allí.

Al se fue rápidamente y Rainbow aprovechó para acercarse a Angus, el cual conservaba un gesto preocupado en su rostro.

-¿Todo bien, Angus?

-Me gustaría decirte que sí, Rainbow, pero ni yo lo sé…-suspiró el hombre, recolocándose en su silla.

-Parece importante…

-Sí, es sobre lo de la alianza con los Ballas, al final se va a hacer.

-No pareces muy convencido…

-Es que no lo estoy, no podemos fiarnos de esos tipos, pero aun así Al está emperrado en hacerlo sí o sí.

-¿Y qué opinan los demás?

-Aún no lo saben, es por eso que convocamos la reunión, después de todo ahora las decisiones se toman en conjunto, así lo decidimos durante la reestructuración, contar más con los hermanos y permanecer unidos. Una vez lo estuvimos, cuando Johnny Klebitz estaba al mando y en sus cabales, pero ahora…

Ese comentario despertó la curiosidad en Rainbow, a la cual llamaba la atención de cierta forma ese tal Klebitz, por lo que optó por preguntar.

-No es la primera vez que lo mencionas ¿cómo era ese tal Klebitz?

-Era un gran amigo, de los más fieles y leales que podrías tener, sensato y con mucho sentido común.

-Aunque Al comentó que no era gran cosa…

-Sí, fue cuando se vino a vivir aquí cuando empezó a decaer, comenzó a tomar cristal y se dejó influenciar por la que antes era su novia, Ashley Butler, esa zorra buena para nada. Por su culpa se volvió débil y bajó la guardia cuando no lo tendría que haber hecho, condenándole. El día que murió no sólo perdí a un amigo, sino también a un hermano.

Angus se quedó callado con la mirada perdida, al tiempo que un gesto melancólico se asomaba a su rostro. Rainbow prefirió no preguntar nada más por simple respeto, ya que pudo notar que realmente le apreciaba, y su recuerdo le afligía de cierta forma. Aun así demostró gran entereza recuperándose enseguida, al tiempo que decía.

-Pero bueno, lo importante es recordarle debidamente, fue un gran líder, y eso jamás será olvidado. Vayamos a la reunión.

Rainbow se ofreció a llevar a Angus, el cual no puso ningún impedimento, y se dirigieron al bar de la casa club donde la reunión tendría lugar. Nada más llegar vieron que el bar estaba bastante lleno, aunque en su conjunto no había tanta gente como Rainbow se esperaba encontrar, con poco más de treinta y pocas personas. Todo el mundo se apiñaba junto a un pequeño escenario vacío con una barra de baile en el centro.

-Llévame hasta delante, Rainbow-pidió Angus.

-Claro… perdón, dejadnos pasar por favor.

Se abrió paso a través de la multitud hasta dejar a Angus justo al lado del escenario; poco después apareció Al saliendo de una puerta contigua, poniéndose justo delante de la gente y llamándoles la atención.

-¡Hermanos, atención, escuchadme!

A su llamada todo el mundo se fue tranquilizando hasta que finalmente imperó el silencio, aprovechando Al para tomar la palabra.

-Muy bien, os he convocado a todos aquí para informaros de los últimos acontecimientos que, de cierto modo, nos conciernen a todos. Seguramente habréis estado escuchando rumores de que tal vez habría una posible alianza con los Ballas, y justo hoy finalmente hemos conseguido llegar a un acuerdo con ellos, por lo que puedo confirmarlo como tal. A partir de este momento los Ballas y los Lost trabajan juntos.

La noticia fue recibida con algo de temple y una gran expectación, levantando murmullos entre la gente. Al aprovechó para continuar antes de que la cosa fuera a más.

-Ya sé que son lo que son, pero nos han ofrecido mucho a cambio de una alianza, y nosotros tenemos cosas que podemos darles a cambio, por lo que de por sí es algo que nos beneficia a todos. Por ejemplo justo ahora me he enterado de un posible trato que nos puede permitir hacernos con un nuevo territorio, ya que era una de las cosas que nos prometieron, y un nuevo territorio que controlar nos podría venir muy bien de cara al futuro. Cuéntanos a todos lo que te han pedido, Rainbow.

Esa petición cogió desprevenida a la chica, ya que no se esperaba para nada que la mencionara como tal, al tiempo que todas las miradas se dirigían a ella. Algo apurada, la chica se apresuró a hablar.

-Ah, bueno, pues… me dijeron que estaban interesados en adquirir metanfetaminas…

-Así es, hay varias cocinas en Stab City, junto al mar de Álamo, por lo que podemos llamarles para que preparen un buen cargamento. Si les ofrecemos las suficientes, ellos nos proporcionarán un nuevo territorio que nos permita expandirnos un poco más por la ciudad.

Una vez informados el resto de moteros expresó su acuerdo con el trato, el cual fue considerado del todo justo de manera unánime. El único que no dijo nada fue Angus, permaneciendo callado todo el rato y mirando al suelo.

-En ese caso lo haremos lo antes posible, aunque primero habría que hablar con alguien…-supuso Al.

-Ah, sí, me dieron la dirección y las señas de un OG de los East Side Ballas-recordó Rainbow.

-Perfecto, iremos a verle mañana sin falta, vendrás conmigo, Rainbow.

-De acuerdo.

-Angus me gustaría que vinieras tú también…

-No puedo, lo siento, tengo varios encargos en el taller y voy a estar liado-se excusó rápidamente el aludido, sin apenas prestarle atención.

-Bueno, está bien…

Aun así Rainbow no se sorprendió demasiado, ya que se esperaba de alguna forma ese tipo de contestación por su parte. Una vez que estuvo todo hablado la reunión se disolvió y todos volvieron a sus quehaceres cotidianos. Rainbow llevó a Angus de vuelta al taller, donde el hombre volvió a hablar.

-Ya sé que ha sido una orden directa de Al, y en ese sentido tienes que cumplir, pero estate alerta mañana, Rainbow, por lo que pueda pasar.

-Sí, descuida, después de todo yo tampoco me fío al cien por cien de los Ballas.

-Y haces bien, al menos eres medianamente sensata. No es que esté cuestionando a Al, simplemente no quiero que nos la vuelvan a jugar, eso es todo.

Se despidió de él y se fue de allí, sin ningún destino en concreto. Pensó en volver a casa, pero se acordó de que allí estaba Lindsay y enseguida lo descartó, por lo que optó por dar una vuelta por la ciudad y buscar un lugar donde comer. Yendo todo recto hacia el oeste entró de lleno en el barrio de Vinewood, concretamente en el bulevar homónimo, famoso por la gran densidad de cines que allí había, destacando sobre todo el Teatro Chino, en el cual siempre se celebraban preestrenos y además llegó a albergar un par de veces la ceremonia de los premios Óscar. Aunque el atractivo turístico más famoso de todos era sin duda alguna el paseo de la fama de Vinewood, donde diferentes nombres y personalidades del mundo de la música, el cine, el teatro y la televisión decoraban las estrellas que había grabadas en ambas aceras. Sin embargo Rainbow no se paró a ver nada, puesto que tenía hambre y buscaba un sitio donde comer.

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Bulevar Vinewood


No muy lejos de allí, en una calle adyacente, encontró un pequeño centro comercial con varios comercios y restaurantes llamado Vinewood Plaza donde vio que había una sucursal de Pizza This!, una franquicia de pizzerías con presencia tanto en la costa este como en la oeste. No se lo pensó mucho y paró allí, dejando pasar el tiempo mientras comía algo, sin poder evitar volver a pensar en lo que la dijo Lindsay. ¿Realmente era una amargada? Ella nunca se había considerado tal cosa, siempre o casi siempre tenía motivos para estar de buen humor, y a no ser que la provocaran rara vez se enfadaba. Entonces ¿por qué siempre saltaba de mala manera cuando Lindsay o Thunderlane la preguntaban algo en concreto?

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Vinewood Plaza


A falta de respuestas, y sintiéndose algo cohibida al respecto, esa misma tarde decidió ir a visitar a Pinkie para ver si podía encontrar algún tipo de respuesta a esa enigmática cuestión. Nada más entrar en el Sugarcube Corner la dio la bienvenida el típico olor dulzón que tan bien conocía, al tiempo que Pinkie la saludaba en cuanto la vio entrar.

-¡Dashie! ¡Qué bien que hayas venido! ¿Qué te trae por aquí?

-Hola Pinkie…-murmuró la chica, algo desanimada.

La pelirrosa enseguida se percató de su estado de ánimo, preguntando de seguido.

-Huy ¿y esa cara tan mustia? ¿Qué te pasa?

-Pinkie ¿puedo preguntarte algo?

-Claro, lo que sea.

-¿Dirías que soy una amargada?

Esa pregunta cogió por sorpresa a Pinkie, la cual no se esperaba que la preguntara algo así. Sin embargo se apresuró a contestar, comentando de seguido.

-¡Pues claro que no! ¿Cómo va ser la veloz, inquieta y trepidante Rainbow Dash una amargada? ¿De dónde sacas eso?

Ante eso la chica de pelo multicolor suspiró y la explicó todo lo que había pasado esa mañana, mientras que Pinkie la escuchaba con atención. Una vez que tuvo todos los datos en su cabeza, los estuvo rumiando bien hasta sacar una respuesta que satisficiera sus dudas.

-Entiendo… creo que tengo una posible explicación para todo esto.

-¿De veras?

-Si, en realidad es muy sencillo, según tú sólo te pasa cuando ella o él están cerca ¿no?

-Eh…sí, así es…

-Y dices que lo haces de forma casi inconsciente, como si no te dieras cuenta.

-Se podría decir que sí…

-Asumo entonces que no soportas verlos juntos.

-Pues… ¿a dónde quieres llegar a parar?

Ante eso Pinkie esbozó una sonrisita divertida, al tiempo que se empezaba a reír tontamente y mirando a Rainbow con gesto picarón.

-¿Qué, qué pasa?-inquirió Rainbow, notando como empezaba a sonrojarse sin saber muy bien por qué.

-Oh, Dashie, mira que eres tontita… lo que pasa es que estás celosa, simple y llanamente.

-¿¡Qué?! ¿¡Pero qué dices, te has vuelto loca, celosa yo!? ¡No!

-Sí.

-¡Que no!

-Huy, ya lo creo que sí, si no ¿por qué reaccionarías así si no es porque lo estás?

-¡Pero, pero…!

-Oh, vamos, no tiene nada de malo, admítelo, después de todo es algo natural…

-¿Natural? ¿Y eso por qué?

-Oh, vamos, no te hagas la tonta, sabes por qué lo digo…

-No, en realidad no…

-Oh, vamos ¿por qué eres tan cabezona? No tiene nada de malo admitir que estás enamorada de…

-¡No lo digas, ni se te ocurra!

-… Thunderlane.

Por un momento ambas chicas se miraron fijamente, Rainbow toda roja y con un gesto nervioso dibujado en su cara y Pinkie mirándola con una sonrisita sagaz. Finalmente la multicolor no pudo más y masculló.

-¡Agh, maldita sea!

-Lo piensas demasiado, Dashie.

-¡No es eso, es… otra cosa!

-¿El qué?

-Pues… que yo no… yo…

Viendo su angustia, Pinkie trató de confortarla para que no se sintiera tan mal.

-Vamos, vamos, sabes que puedes contarme lo que sea, después de todo somos amigas, y yo siempre escucho… ¿Qué te inquieta tanto, Rainbow?

-Pues… pues… todo esto, toda esta mierda romanticona propia de novela de folletín o de vodevil… yo nunca he sido nada romántica, es más, nunca he llegado a sentir nada por nadie, y ahora esto, esto… es absurdo, no tiene sentido-masculló la chica.

-¿Por qué?

-¡Pues porque no, porque no quiero!

-Pero ¿por qué no quieres?

-¡Pues porque no, ya he sufrido bastante, es una mierda, no merece la pena!

Las palabras de la chica dieron que pensar a Pinkie, la cual habló enseguida.

-Rainbow todo en esta vida merece la pena, y todo ocurre por alguna razón. Puede que lo hayas pasado mal, como todo el mundo, pero eso no significa que renuncies a ello sólo por eso. Además, algo debe de haber para que te diga algo ¿no? Algo especial…

-Pues… porque… es el único que me aguanta y sigue estando ahí aun a pesar de todo, y me sigue hablando cuando cualquier otro ya me hubiera mandado a la mierda. Tiene la suficiente paciencia como para soportar mi forma de ser, gracias a eso me conoce bien, y nunca se ha ido de mi lado…

-Oh ¿no es eso precioso?-inquirió Pinkie, divertida.

-No, no lo es, es ñoño y cursi, una pastelada…

-Pero aun así te gusta.

Ante eso Rainbow suspiró dejadamente, rindiéndose ante lo evidente. Sin embargo eso no quitó todo lo demás, comentando de seguido.

-Aunque eso sí, ni una palabra de esto a las demás ¿vale?

-¡Oki doki loki, no diré nada!

-Pero nada de nada ¿eh?

-¡Pinkie promesa! ¡Que vuele si no es cierto y me quede con un ojo tuerto!

Aun a pesar de sus excentricidades, Rainbow sabía muy bien que cuando se trataba de mantener una promes no tenía nada de lo que preocuparse, puesto que en ese sentido Pinkie siempre las mantenía, fueran las que fueran las circunstancias.

-Gracias por escucharme y por aguantar mis ñoñadas, Pinkie…

-Ah, tranquila, para eso estamos.

Estuvo hablando un rato más con ella, dejando pasar el resto de la tarde, hasta que finalmente se marchó de vuelta a casa, donde se esperaba que Thunderlane estuviera. Y efectivamente, nada más entrar por la puerta pudo oír la tele encendida, donde probablemente estuviera el chico pasando el rato con Lindsay. Rainbow suspiró, tratando de que sus celos congénitos no volvieran a traicionarla, y entró en el salón con paso lento, tan solo para encontrarse con que tan solo estaba el chico tomándose una cerveza y ccon un bol de palomitas mientras veía la tele.

-Ah, has vuelto… ¿ya estás mejor?

Rainbow ignoró el comentario, aunque justo después preguntó.

-¿Y Lindsay?

-Se fue hace rato a su casa, tenía cosas que hacer.

-Ah… pensaba que se quedaría a dormir.

-En un principio tenía intención, pero al final la salió algo y se tuvo que ir.

Por un momento hubo un breve silencio que a Rainbow se la antojó muy incómodo, pero luego sacó fuerzas para murmurar.

-Siento lo de esta tarde… creerás que realmente soy una amargada…

El chico la miró de arriba abajo, con gesto ceñudo, para luego comentar.

-¿Amargada tú? Para nada, lo que pasa es que tienes tus prontos, como todos…

-Ya, pero…

-Ah, vamos, después de todo ya sabes que en esta relación yo soy el de la paciencia.

Rainbow se quedó un tanto chocada por esa frase, incluso la pareció jurar que su corazón daba un ligero bote en cuanto el chico pronunció esa palabra, pero enseguida rechazó ese tipo de sensación, después de todo no lo decía en ese sentido ni por asomo.

-Sí, supongo que sí, pero aun así no es plan para que siempre esté de malas contigo o con ella…

-Todos tenemos un mal día, no es tan malo… si quieres podemos hablarlo.

-¿Eh?

-Sí, supongo que si estabas así es porque algo te molestaba, cuéntame ¿Qué era?

-Ah, pues…

Por un momento pensó en decirle todo lo que la pasaba y cómo se sentía, pero enseguida lo rechazó, comentando de seguido.

-Ah, no es nada…

-¿Segura?-inquirió Thunderlane, ceñudo.

-Sí, sí, tan solo son cosas mías, ya sabes…

-Está bien… siéntate, estoy viendo una peli ¿quieres palomitas?

Rainbow se sentó a su lado, prefiriendo dejar los detalles técnicos a un lado y disfrutando de ese momento junto a él, aun a pesar de que hasta a ella la parecía cursi y ñoño. Afuera, Los Santos comenzaba a iluminarse, con una luna menguante por corona.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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